14: Melifluo
– ¡Mikasa Angeline Ackerman Azumabito! ¿¡Qué demonios te hiciste!? –Preguntó su hermano mayor observándola completamente impresionado.
La pelinegra suspiró dramáticamente mientras terminaba de aplicarse una cuantiosa cantidad de rímel en sus pestañas bajas, antes de girarse hacia el joven, mirándolo con fastidio.
– ¿Qué? ¿Decidiste dejar de ignorarme justo en este preciso momento? Levi no tengo tiempo para tus dramas.
– ¿¡Cómo voy a ignorarte cuando haces esta cantidad de estupideces!? –Gritó el pelinegro tomándola del brazo–. ¡Te ves ridícula! –Vociferó furioso–. ¡Mamá te va a matar! ¿¡Desde cuándo te vistes así! ¿¡Por qué demonios te cortaste el cabello!? ¿Y cuál es el motivo para maquillarte de esa forma!?
Mikasa chasqueó la lengua, observándose en el espejo.
– ¡No me veo mal! –Gruñó molesta.
Aquella noche se había decidido por un top de tiras negro, que dejaba su estómago libre y tenía un gran escote, resaltado mucho más por un par de collares y gargantilla con un pequeño dije metálico; un ajustado pantalón del mismo color, botines a juego de estilo militar. Su ahora nuevo cabello corto iba un tanto revuelto. En lugar de pendientes largos, se había puesto unos pequeños aros. Sí... estaba bien, no era la ropa que llevaba a diario, pero se sintió orgullosa de ver cómo lucía. Su maquillaje tampoco era el mismo. Con un, ahora delineador con cola de gato –no tan exagerada como la que normalmente se hacía Sasha– resaltaba sus ojos, haciéndolos lucir más grandes; una considerable capa de rímel, y después de perfilar sus cejas y aplicarse un poco de labial en un suave tono color salmón, Mikasa estaba orgullosa del resultado.
Sería la primera vez que Eren la vería con el cabello corto y quería sorprenderlo con creces. Las personas no habían dejado de dar su opinión. Historia, Armin, y algunos otros compañeros de su carrera le habían dicho que se veía increíblemente bella, mientras que Ymir y evidentemente Jean, no parecían muy contentos; su hermano también parecía en desacuerdo con lo que había sucedido, pero las resoluciones de todos ellos parecían insignificantes para Mikasa, la única opinión que necesitaba era la de Eren. Se moría de terror al pensar que el chico no reaccionaría bien.
–No te estoy diciendo que te veas mal –rectificó Levi–. Es solo... que esta no eres tú.
– ¿Y quién soy yo? ¿La niña que se encierra constantemente a estudiar y hace todo lo que su familia le diga? –Preguntó ella con amargura; Levi asintió con dureza y Mikasa rodó los ojos–. Pues no he dejado de hacerlo, mis prioridades todavía están claras.
– ¿En serio? Por qué no lo parece.
–Levi, si crees que por salir con un músico he descuidado mi carrera, no me conoces en lo absoluto. Sigo queriendo las mismas cosas, solo que ahora también quiero a Eren.
–Es por él que lo hiciste, ¿verdad?
–No lo entenderías –rezongó la chica aplicándose algo de perfume.
–No, realmente no lo entiendo.
–Exactamente. Entonces, ¿para qué pierdo el tiempo explicándotelo?
El joven apretó fuertemente la mandíbula antes de acariciar sus sienes.
–Supongo que esto significa que vas para ese maldito bar de tercera categoría –espetó furioso.
– ¿No es tu mejor amigo el dueño?
– ¡Eso no tiene nada que ver! –Rezongo Levi, pero pareció avergonzado de lo que acababa de decir–. Al menos dime que uno de tus amiguitos te llevará... o que ese idiota vendrá por ti.
–No, Eren no sabe qué iré, pero Armin me dijo que tocarían, así que quiero darle la sorpresa.
– ¡Eres tan estúpida!
–Ey, Levi, si llegaste para insultarme...
–Solo... toma tu cazadora y vámonos –ordenó furioso.
– ¿Me llevarás? –Preguntó sorprendida antes de fruncir el ceño y negar–. No, no volverás a golpearlo.
–No voy a golpear a ese imbécil... mamá me lo prohibió –admitió a regañadientes.
Mikasa quiso lanzar una carcajada, pero se abstuvo. Ahí estaba el gran Levi Ackerman, alguien que nadie podía domar jamás, obedeciendo a su madre. Por supuesto, Bianca Ackerman podía ser la mujer más gentil del mundo, pero cuando se enojaba, Levi parecía un pequeño gatito tierno a su lado. Mikasa ni siquiera se quiso imaginar la reprimenda que le habría dado su madre después de la golpiza que el chico le dio a Eren.
‹‹Merecido te lo tienes››.
–Levi no estoy segura...
–Ya te dije no voy a tocar a tu noviecito, pero no voy a dejar que mi hermanita menor se vaya así a ese...
–Recuerda pertenece a tu mejor amigo.
–A ese lugar –espetó Levi–. Ahora muévete antes de que me arrepienta –gruñó furioso, saliendo de la habitación con paso fuerte.
Mikasa sonrió enternecida, aún no parecía haberla perdonado del todo... pero aquello era un avance. Quizá todas las cosas en su vida estaban cayendo donde debían.
Se sintió feliz por ello, por lo cual prácticamente canturreó mientras seguía a su hermano.
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Mikasa no le había hablado...
¿Eso significaba que estaba molesta? Quizás se había arrepentido... ¿había pensado y replanteado sus ideas? Seguramente pensaría que aquello era una estupidez...
–Tranquilo, sí vendrá –calmó Armin notando la tensión de su mejor amigo–. Solo dale tiempo –señaló el rubio palmeándole la espalda al ojiverde. Eren tomó una bocanada de aire.
–Sí... es solo que no he sabido nada de ella...
–Créeme, te sorprenderá.
– ¿¡Tú sabes algo!? –Preguntó Eren mirándolo con premura. Armin recordó la promesa que le había hecho a su mejor amiga y negó.
–No tengo ni idea.
–Pero la viste hoy, ¿verdad?
–Sí, pero estaba absolutamente normal, ni siquiera mencionó el tema –respondió Armin con fingido desinterés.
¿Eso era una noticia buena o mala?
Armin era el mejor amigo de Mikasa. Los mejores amigos hablaban de este tipo de cosas entre ellos, ¿no? ¿El que no le hubiera hablado a Armin sobre lo sucedido el día anterior significaba que estaba avergonzada? ¿Arrepentida?
– ¡Eren! –Armin gruñó dándole un fuerte golpe en la cabeza–. En serio, cálmate, el concierto ya va a empezar, así que por favor... –señaló a la tarima.
Eren se pasó bruscamente la mano por su rostro antes de asentir y dirigirse junto con su banda hacia el escenario. Nuevamente dio las palabras de presentación y así inició el concierto. Sus dedos se movían a través de las cuerdas como de costumbre y su voz entonaba todas las canciones. Sin embargo, su cabeza aún estaba liada, sobre todas las cosas, porque no la veía por entre el público que gritaba entusiasmado. Eren sabía que estaban haciendo un buen trabajo, se estaban luciendo como siempre, por más que la mente y el corazón de Eren estaban en otro lugar. Justamente cuando Eren había brindado las últimas palabras al público, anunciando que el concierto acabaría tras una última canción, sus ojos la hallaron.
No importaba cómo luciera, reconocería sus preciosos ojos grises en cualquier lugar del mundo, pero... se veía tan diferente.
– ¡Eren imbécil! ¿¡Quieres salir de tu aletargo y empezar la canción de una maldita vez!? –Gruñó Annie en tono bajo para que solo el chico la escuchara.
Lo intentó, realmente lo intentó, pero simplemente no podía dejar de observarla.
¿Qué demonios se había hecho su angelito?
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– ¿Qué significa exactamente esa expresión!? ¿¡Le gustó!? ¿¡No le gustó!?
– ¿¡Y yo que carajos voy a saber!? Si tú no lo conoces, mucho menos yo.
–Sí, pero tú eres hombre, deberías saber ese tipo de cosas –espetó la chica preocupada y su hermano le dirigió una mala mirada.
Eren por fin pareció salir de su estado de shock y se disculpó con el público; empezó a cantar y tocar su guitarra como de costumbre, aunque Mikasa sentía el peso de su mirada sobre ella.
– ¿¡Yo qué demonios voy a saber!? Mikasa, te recuerdo que solo he tenido una novia... y me dejó para estudiar biología en Marley –farfulló molesto.
–Creí que se graduaría dentro de un par de meses, ¿no te prometió volver para estar contigo? –Sonsacó arqueando una ceja; Levi resopló, aunque sorpresivamente un intento de sonrisa se instaló en sus labios.
–Sí claro... eso no pasará. Ya se fue y evidentemente ya la olvidé.
La pelinegra entrecerró los ojos. No parecía olvidarla realmente, pero señalarlo sería ganarse una fuerte reprimenda, y su hermano parecía intentar arreglar las cosas, así que no quería arruinarlo.
–Como sea, ¿y si no le gustó?
–Eso significará que eres completamente idiota por cambiar tu estilo solo por un hombre.
Mikasa lanzó un gruñido antes de observar nuevamente a Eren... aún la miraba con detenimiento, sus dedos se deslizaban por la guitarra, pero parecía que toda la atención del chico estaba fija en ella. Se sintió intimidada, por lo cual fue un descanso cuando se acabó el concierto y los chicos salieron del escenario.
–Bien, se terminó, ahora vámonos.
– ¿¡Qué!? ¿¡Estás bromeando!? Levi, quiero hablar con Eren.
–Mikasa...
–Sí me acompañaste para ser mi niñera, entonces vete.
– ¡Déjate de idioteces niñita! Vamos a...
– ¡Levi! –Saludó un alto hombre rubio que abrazó a su hermano por los hombros, Mikasa lo reconoció como el mejor amigo del chico–. No creí que vinieras por aquí, qué gusto verte... aunque la última vez que viniste armaste un revuelo y me dejaste arruinado por largarte de la banda... si no hubiera sido por la hermana menor de Reiner, yo hubiera tenido grandes problemas.
–Sí, bueno, eso te pasa por contratar idiotas como músicos.
–Vamos, por favor, todavía no me has dicho qué te hizo ese chico –se burló Erwin revolviéndole el cabello a Levi; aparentemente se fijó en Mikasa por primera vez y la recorrió con la mirada. Sumando uno más uno, lanzó un silbido bajo antes de fijarse en su mejor amigo–. Oh mierda.
–Exactamente, es una mierda y tú lo contrataste, si me quisieras en algo, lo despedirías.
– ¡Levi! –Reprendió Mikasa con furia–. ¡Erwin ni siquiera se te ocurra seguirle la idea o no te lo perdonaré jamás! –Amenazó molesta; el rubio le guiñó un ojo a la chica y nuevamente revolvió el cabello de su mejor amigo.
–No te preocupes Mikasa, aprecio mucho a tu hermano, pero Shingeki no Kyojin ha sido mi mejor contratación en espectáculo, y no voy a salir de ellos –aseguró–. Además, sé justo Levi, tú los has escuchado, los chicos tienen mucho talento. De hecho, estaba pensando en...
–No –cortó Levi frunciendo el ceño.
–Vamos, piénsalo, son unos chicos jóvenes que quieren triunfar...
– ¿¡Tú crees que voy a ayudar al idiota que corrompió a mi hermanita!? –Vociferó furioso.
–Nadie me corrompió, Levi, ¿quieres madurar de una buena vez?
–Sigue siendo un no –determinó Levi con necedad, Erwin le dio un golpe en la cabeza, y Mikasa, sin entender de qué demonios estaban hablando, abrió la boca, pero justamente cuando iba a preguntar, sintió como alguien la levantaba sobre el hombro y la arrastraba sin ninguna delicadeza hacia el exterior.
Con terror, Mikasa observó cómo Levi pareció furioso, pero para su fortuna Erwin lo tomó de los hombros para retenerlo. Bueno, al menos si estaba con su mejor amigo, éste podría controlarlo.
El frío del exterior la invadió y cuando menos se enteró, Mikasa se encontraba nuevamente arrinconada contra la misma pared de hacía un tiempo.
– ¿Sabes? Deberías dejar de hacer esto, porque voy a pensar que lo haces con todas las chicas que te gustan y me voy a enfadar –rezongó con fingida molesta; el ojiverde soltó una risita.
–Para tu fortuna, tú eres la única chica que me gusta –aseguró Eren recorriéndole el rostro con sus labios.
– ¿Incluso con el cabello corto? –Preguntó temerosa; Eren tragó grueso, observándola con ferocidad.
–Quiero ser delicado contigo y tú no me ayudas, ¿por qué me haces esto?
–Eso no responde mi pregunta.
–Lo siento Mikasa... en verdad lo lamento, prometo portarme mejor... después...
– ¿De qué hablas? –Indagó la chica preocupada.
En lugar de responder, Eren dirigió sus labios hacia el cuello de la pelinegra, atacándola con feroces besos mientras sus manos acariciaban la piel desnuda de la espalda de la chica. Mikasa solo pudo atinar a exclamar una expresión ahogada, sintiendo todo su cuerpo arder. Eren daba suaves mordidas a la pálida piel de su cuello al tiempo que sus manos se posicionaban en el trasero de Mikasa, atrayéndola más hacia ella. Las mejillas de la muchacha se sonrojaron al tiempo que escondía su rostro en el hombro de Eren.
Justamente cuando él pareció de desahogarse contra su piel, soltó un suspiro rendido y recostó su frente contra la de su novia.
– ¿Gustarme? Mikasa... tú no entiendes... me encantas, me enloqueces y estoy utilizando toda mi fuerza de voluntad para no subirte a mi moto, dirigirnos a casa y hacerte cosas innombrables... no solo eres la criatura más hermosa de todas... además te ves tan sexy –gruñó tomándole el rostro entre las manos antes de besarla con necesidad.
Sus dedos revolvieron el cabello corto de la chica, que le rodeó el cuello al ojiverde, correspondiendo con aquella misma necesidad ese beso urgido. Se besaron hasta perder el aliento, antes de separarse un poco.
–Está bien –habló Eren con la respiración irregular–. Está claro que me enloqueciste, pero, ¿por qué hiciste esa locura?
–Tú sabes por qué –respondió ella en medio de un jadeo. Los ojos de Eren se abrieron de golpe y el chico dio un paso hacia atrás antes de negar.
– ¿Por Zeke? Mikasa... ¿te cortaste tu precioso cabello solo para estar más cerca de mi hermano? –Preguntó con incredulidad y la chica sintió su corazón helarse.
– ¿Está mal? –Inquirió temerosa.
Eren sacó bruscamente el teléfono de su bolsillo, marcó un número mientras la pelinegra lo observaba preocupada. ¿Qué estaba pasando? Eren golpeaba su pie contra el pavimento en gesto impaciente y cuando alguien contestó al otro lado de la línea, el chico suspiró.
–Sé que te prometí llegar tarde esta noche... pero, ¿crees que puedas quedarte con Zeke? Dina se fue de fin de semana con sus amigas... te lo recompensaré... entiendo... No, todo está bien... –Eren sonrió de lado observando a Mikasa–. Sí... exactamente... no soy un niño... gracias Nanaba, eres la mejor. Dile a Zeke que lo amo –soltó antes de terminar la llamada.
– ¿Eren...? ¿Qué está...?
No pudo terminar la frase, cuando el chico la tomó de la mano bruscamente, arrastrándola hacia su motocicleta. Mikasa se subió por inercia y le rodeó la cintura con los brazos, mientras el castaño conducía a toda velocidad.
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– ¿Estás segura de que este es un buen lugar? La casa de Armin sigue estando sola.
–Sí, pero ¿y cuando llegue?
– ¿Y si llega tu hermano?
–Me prometió no volverte a hacer nada... bueno, se lo prometió mamá.
– ¿Y crees que lo cumpla? Porque podría asesinarme mientras duermo.
Mikasa se giró hacia él, observándolo con picardía.
–Entonces no te duermas.
Los ojos de Eren se oscurecieron y golpeó la puerta con desesperación.
–Ábrela, ábrela por favor –casi exigió.
Lanzando una fuerte carcajada, la chica asintió mientras abría la puerta. Una vez dentro y recordando el camino que había tomado la vez que hizo el ridículo buscando al Jean en la casa de su chica, Eren tomó a Mikasa por la cintura, arrastrándola hacia las escaleras, y de allí, hasta la habitación de ella. Una vez llegaron allí, cerró la puerta y comenzó a besarla con urgencia, sus manos se deslizaban por el cuerpo de Mikasa, que no dejaba de jadear, sintiendo los efusivos besos de su novio mientras la arrastraba hasta su cama. Allí la depositó lentamente, para su sorpresa, los besos antes surgidos de Eren, comenzaron a ser tiernos y delicados. Sus manos le recorrían el cuerpo con suavidad mientras la observaba con adoración.
– ¿Eren? –Preguntó Mikasa confundida por el cambio de ritmo–. ¿Todo está bien?
–Lo siento... me estoy dejando llevar, no quiero presionarte.
La pelinegra tragó grueso. Si daban el siguiente paso... bueno, aquella sería su primera vez. Recordó lo que pensó cuando Jean parecía querer hacer lo mismo... pero la sensación era absolutamente diferente. Cuando el chico la tocaba de aquella forma, inmediatamente el miedo y la inseguridad llegaba. Con Eren no sucedía lo mismo, en aquellos brazos fuertes se sentía reconfortada, protegida y realmente amada, por lo cual la pelinegra negó, introduciendo sus dedos en el suave cabello castaño del chico.
–No me presionas Eren –sus mejillas se sonrojaron antes de agachar la mirada–. Eren... –habló y se interrumpió; el contrario le acarició la mejilla.
– ¿Qué pasa mi amor? Si no quieres...
–Eren –repitió de nuevo antes de tomar una bocanada de aire–. Estoy segura que te amo y que no podría estar haciendo esto con ninguna otra persona.
El chico se congeló un momento antes de suspirar y llenar el rostro de la muchacha con suaves y tiernos besos.
–Yo también te amo Mikasa Ackerman... y no hay nada que pueda cambiar ese sentimiento.
–Entonces demuéstramelo –pidió ella en un hilito de voz; Eren dejó escapar un suave gruñido antes de asentir y comenzar nuevamente a besar a su novia.
El joven solo había estado con un par de chicas en el pasado, pero aquello era completamente diferente, porque por primera vez estaba asustado. ¿Y si lo hacía mal? ¿Y si la lastimaba?
‹‹Tengo que ser diez veces más considerado con ella››, se repetía una y otra vez.
Sus manos le recorrían la delicada piel albina a la chica, observándola con fascinación.
‹‹Es tan suave... huele maravilloso... ella es perfecta. ¡Demonios, la amo tanto!›› pensaba con devoción mientras sus labios se acariciaban los unos a los otros con afección. Eren comenzó a retirar la camisa de la pelinegra, antes de arrojarla a un rincón. Su sorpresa fue enorme al darse cuenta que la chica no había llevado sostén, en cambio, tenía un par de parchecitos que cubrían lo esencial; sus cejas se arquearon, observando a Mikasa con curiosidad. La chica estaba totalmente sonrojada y había girado el rostro.
–No sé cómo sentirme al respecto... ¿mi novia llevaba los senos al aire? –Preguntó burlón.
– ¡No estaban al aire! Pero... así es más cómodo.
–Te creo –señaló el chico con voz ronca antes de retirar los parches con sumo cuidado para no lastimarla.
Los dejó sobre la mesilla de al lado antes de tomar uno de los botones rosados y endurecidos de la chica entre sus labios, mientras su mano atendía el otro. Mikasa se cubrió la boca para no dejar escapar un vergonzoso sonido, pero Eren utilizó su mano libre para descubrirla.
–No mi amor... quiero escucharte, mi canción favorita es tu voz... no me impidas escucharla.
Mikasa lo observó con adoración antes de asentir; Eren volvió a su labor, deleitándose con los soniditos que la chica dejaba escapar de sus sonrojados e hinchados labios. Después de un par de minutos, él comenzó a desabrochar el pantalón de la chica, para luego descender sus besos por sus pechos, pasando a su ombligo, hasta llegar al vientre bajo de Mikasa. Sus dedos se engancharon en la orilla de los pantalones de ella, para bajarlos de un solo tirón junto con su ropa interior. Mikasa soltó un suave grito de impresión, antes de mirarlo avergonzada. Eren solo pudo carcajearse un poco, observándola enternecido.
La recorrió con la mirada.
Mikasa tenía un cuerpo absolutamente equilibrado, su piel desprendía un delicado aroma a vainilla, era suave y lo tentaba a acariciarla. Lo hizo. Sus manos se aferraron a la cintura de la chica mientras la punta de su nariz acariciaba el interior de sus piernas.
–Eres un maldito ángel... te lo juro... Mikasa... estoy tan enamorado de ti... tengo tanta suerte de tenerte –gruñó antes de brindar delicadas mordidas al interior de los muslos de la pelinegra, que solo podía echar su cabeza hacia atrás, elevando su pecho y gruñendo mientras mordía su labio inferior.
Cuando sintió la boca de Eren encontrarse con su intimidad mojada, se apoyó en sus codos y lo observó sorprendida. Los ojos color verde de él la observaban directamente y aquellos solo logró excitarla aún más mientras observaba y sentía como la lengua del chico la estimulaba por dentro y por fuera. Aquello duró otro par de minutos antes de que el chico volviera a besarla en la boca con intensidad. Su mano se posicionó en la entrada de Mikasa y uno de sus dedos comenzó a introducirse en ella. La chica lanzó una exclamación ahogada de dolor y Eren suspiró junto a su oído.
–Yo sé que duele mi amor, relájate, acostúmbrate a mí.
La joven asintió. Segundos después el dolor desapareció para abrirle paso a un enorme placer, al notarlo, Eren repitió el mismo proceso con un segundo dedo, y luego un tercero. Tras largos minutos, la chica se encontraba retorciéndose de placer, mientras sentía los dedos de Eren moviéndose libremente en ella.
–Amor... te necesito –prácticamente suplicó la chica. Eren le besaba con delicadeza el cuello antes de asentir.
Se irguió para comenzar a desvestirse justo enfrente de la chica. Aquello la encendió aun más. Eren comenzó a subirse sobre Mikasa, pero luego hizo una muñeca y lanzó una maldición, alejándose inmediatamente.
– ¿Qué pasa? –Preguntó ella angustiada.
–Yo no... venía preparado –admitió frustrado.
Mikasa frunció el ceño al no entenderlo, pero tras una mirada significativa de su novio, supo a qué se refería.
–Oh... Diablos... yo tampoco... es decir, pues parece obvio, pero yo nunca...
– ¡Demonios soy un idiota! No esperaba que... esto ocurriera... y no suelo cargarlo porque... bueno, no lo he hecho hace... –Eren rascó su cabeza–. Bueno, de hecho, no lo hago hace mucho tiempo... demasiado, diría yo.
La pelinegra casi estuvo aliviada por esa noticia, pero ahora se quedaría con las ganas...
–No... espera, mamá y papá todo el tiempo... –hizo una mueca de asco–. Seguramente que en su baño...
Eren no esperó, simplemente salió de la habitación prácticamente corriendo. Mikasa tuvo que cubrirse la boca para no lanzar una carcajada. Tras lo que le pareció en un minuto más largo de su vida, Eren entró con un paquetico plateado, el cual abrió con los dientes para sacar su contenido. Mikasa observó atentamente cómo se lo ponía y su cuerpo pareció nervioso nuevamente.
¿Cómo aquella cosa cabría en su pequeño interior?
Eren suspiró acostándose sobre su novia y besándole suavemente el cuello. Las manos seguras del chico deslizándose por sus costados hicieron que se relajara.
–Amor... si no estás segura...
–Estoy segura de ti –afirmó la chica.
–Iré con cuidado, lo prometo –aseguró el ojiverde tomando las manos de Mikasa entre las suyas.
Sus dedos se entrelazaron mientras que él comenzaba a introducirse en Mikasa. Un suave quejido adolorido se escapó de los labios sonrojados de la pelinegra.
‹‹Oh maldición, duele muchísimo más lo que Sasha describió››.
Una vez estuvo completamente en su interior, Eren suspiró soltando una de las manos de Mikasa para tomar su rostro.
–Mi amor, si quieres que me detenga...
–No, solo dame tiempo.
El castaño asintió y comenzó a repartir suaves besos por el rostro de la chica mientras su cuerpo se adaptaba a él.
–Te amo Mikasa, eres lo mejor que me ha pasado jamás.
La chica suspiró por las dulces palabras de aquel muchacho. Poco a poco notó como el dolor se disipaba para darle paso a una enorme oleada de placer, solo por tenerlo en su interior. La chica dejó escapar un jadeo cuando Eren se movió un poco al acomodarse sobre su novia.
– ¿Te lastimé? –Preguntó aterrado; completamente sin aliento, Mikasa negó–. ¿Se siente bien amor? –Incapaz de responder, la chica asintió.
Eren soltó una musical carcajada junto a su oído mientras comenzaba a moverse lentamente. Los jadeos no tardaron en llenar la habitación mientras sus cuerpos se movían conjuntamente el uno contra el otro. Las manos Eren recorrían el cuerpo de su novia, queriendo recordar con su tacto cada parte del cuerpo de ésta mientras que Mikasa tomaba puñados de largo cabello castaño entre sus dedos, y sus piernas se entrelazaban alrededor de su cintura. El ambiente era absolutamente mágico, los gimoteos de ambos entregándose el uno al otro creaban una musical canción de placer, la luz de la luna colándose por el balcón de aquella habitación parecía bañar sus cuerpos que poseían una leve capa de sudor. Los labios ansiosos de Eren se movían por el largo cuello de su novia, mientras ésta intentaba ahogar sus gimoteos dando suaves mordidas en los hombros del ojiverde.
Justamente y como si se hubieran coordinado, cuando Mikasa sintió una fuerte opresión en el vientre bajo mientras echaba su cabeza para atrás, enterrándola entre las mullidas almohadas, Eren no aguanto más el placer que le daba aquella joven, y juntos llegaron al anhelado orgasmo, gimiendo el nombre del otro.
Eren cayó completamente agotado en el pecho de la pelinegra, que lo abrazó contra ella mientras sus delgados dedos le acariciaban la espalda con suavidad, y sus labios posaban tiernos besos en la coronilla de su cabeza. Ninguno dijo nada por un rato, Eren solo puedo elevar su rostro para encontrar sus labios con los de Mikasa mientras se movían al compás de la delicada melodía que era el latir de sus corazones acelerados. Una vez Eren se sintió recuperado, se levantó dando pasos con agotamiento para depositar el pequeño plástico utilizado, en la cesta del baño, antes de volver con su adorada Mikasa y tomarla entre sus brazos. La chica recostó su cabeza en el pecho de Eren disfrutando como éste le acariciaba los hombros con las yemas de sus dedos.
–Te puedo jurar que es la mejor noche de mi vida –musitó Mikasa encantada.
–Y se pondrá mejor –anunció Eren besándole la frente.
– ¿En serio? ¿Cómo?
–Quizá no debería decirte esto... pero tarde que temprano te vas a enterar, y quizá después de hacer el amor recibas la noticia con mucho más ánimo.
–Eren, ¿qué pasa? –Preguntó la chica elevando su rostro para observar el de su novio.
–Nada malo angelito, solo que cuando fui por el condón me encontré algo muy interesante.
– ¿Qué?
–Unos exámenes de sangre estaban bajo la caja, una prueba de embarazo, ¿no es irónico? –Soltó en tono jocoso; los ojos grises de Mikasa se abrieron de golpe.
– ¿Cómo que una prueba de embarazo? ¿Mamá está...?
–Eso parece, ¿no es hermoso, mi amor? Tendrás un hermanito menor.
No, no lo era. Levi tenía veintidós años, ella ya tenía dieciocho años... ¡qué horripilante era pensar que tendría que aguantar los llantos de un niño molesto! No, no quería eso.
–Estaba tan sorprendido por esa noticia me tropecé con esa maldita banca –añadió Eren rozándole los pechos a su novia con las yemas de sus dedos.
– ¿Banca?
–Sí, la que tienen tus padres en el baño, ¿para qué tiene esa cosa?
Sus padres no tenían ninguna banca... pero su hermano sí... para alcanzar la litera superior del armario en el baño. Mikasa se sentó de golpe y ahogó un grito con sus manos.
– ¡Maldito seas, idiota! ¿A quién embarazaste? –Preguntó para sí misma aterrada; Eren la observó con preocupación.
– ¿Dije algo malo?
–Ese no es el baño de mis papás... es el baño de mi hermano.
–Oh bueno... entonces serás tía, ¿no es algo maravilloso?
La chica suspiró y se tiró de nuevo a los brazos de Eren.
¿Sus padres lo sabían? ¿De quién demonios era ese bebé? ¿Hace cuánto su hermano tenía esa prueba allí?
Mikasa elevó su rostro para observar a su novio, pero al notar sus labios apretados y su ceño fruncido, pareció preocupada.
– ¿Qué pasa mi amor?
– ¿Crees que la haya embarazado utilizando esos mismos condones? Podrían estar defectuosos todos.
Rodando los ojos, Mikasa tomó una almohada y golpeó a su novio en el rostro con ella.
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