31: Necesito que tengas sexo conmigo
━━━━༺༻━━━━
—Necesito tener sexo. —Fueron las palabras de Stiles al adentrarse en la oficina de Persephone todavía sosteniendo su mochila sobre el hombro derecho. Lucía agitado y sinceramente, desesperado—. Necesito que tengas sexo conmigo.
—¿Perdón? —pronunció ella, perpleja ante la petición del adolescente.
—Necesito que tengas sexo conmigo —repitió el muchacho, dejando caer la mochila en la silla frente al escritorio de la mujer hiena—. Me pondré de rodillas si quieres. Por favor, por favor, por favor. Quítame este sello de muerte llamado virginidad.
Persephone apenas pudo pestañear un par de veces, procesando las palabras de Stiles. ¿Es que acaso había perdido la cabeza? ¡No iba a tener sexo con él, por el amor a Cristo! Era un niño a su lado. Bueno, tampoco era como si la diferencia de edad fuera demasiado escandalosa—se llevaban seis años—pero él seguía siendo menor de edad.
Además, iba a serle fiel a Derek. Incluso si no estaban atados a una relación en esos instantes, iba a cumplir la promesa que le hizo cuando tomaron caminos separados: no iba a irse con otra persona. Aunque la petición de Stiles no contaba como irse como tal, estaba segura de que su promesa incluía cualquier experiencia sexual.
—Tremenda broma, Stiles —dijo Persephone, negando con la cabeza mientras regresaba su atención al libro de cuentas.
—No es una broma. Necesito tener sexo. ¿Acaso no has escuchado que ser virgen en estos tiempos es una condena de muerte? —cuestionó Stiles, frunciendo el ceño.
Ella resopló.
—No seas exagerado.
—¡No lo soy! —exclamó él estando completamente exaltado. La miró durante un segundo, analizándola—. Espera, ¿realmente no sabes?
—¿Saber qué? —inquirió, arqueando una ceja.
—Lo que anda pasando en el pueblo.
—Ah, no. —Se apuntó el vientre con su mano—. Estoy embarazada, ¿recuerdas? La ignorancia es una bendición.
Él se rio un poco.
—Es gracioso que digas eso. Bendición... embarazo... Bueno, no importa. —Movió la mano al hablar para quitarle importancia a su juego de palabras—. Lo que sí importa es que están sacrificando vírgenes. No sabemos si es la manada de alfas, o para qué lo están haciendo, pero es lo que está pasando. Por eso mi vida está en riesgo y no pienso continuar en peligro, así que, por favor ten sexo conmigo. Puede ser rápido, como veinte minutos.
Persephone no pudo controlar la carcajada que brotó de sus labios.
—¿Veinte minutos? ¿Qué te hace pensar que vas a durar tanto?
—Me masturbé dos veces antes de venir aquí en caso de que tuviera suerte —murmuró él con un ligero rubor cubriéndole las mejillas.
Tenía que admitir que ese era el momento más extraño e hilarante que había tenido en toda la semana. ¿Qué demonios pasaba por la mente de Stiles?
—No voy a tener sexo contigo —respondió solo por dejarlo en claro.
Stiles suspiró ruidosamente y se dejó caer en la silla con un aire de derrota.
—Bueno, valía la pena intentarlo —comentó, encogiendo los hombros—. Incluso busqué en google para saber que no le haría daño a mi ahijado o ahijada. Tenía que asegurarme de que no le iba a doblar la cabeza o algo.
Ella bufó.
—¿Qué clase de pene monstruoso crees que tienes? —preguntó, aunque no estaba segura de querer saber la respuesta.
—Oye, lleno un condón XXL muy bien. Gracias —refutó él con orgullo.
—Tsk, Stiles. ¿De qué vale el tamaño si no sabes cómo usarlo?
—Soy un excelente estudiante —trató de persuadirla, tomando una última oportunidad.
Ella rodó los ojos, aunque sus ojos brillaron con diversión. Realmente le gustaba conversar con Stiles porque nunca sabía lo que iba a salir de su boca. Era impredecible.
—No voy a tener sexo contigo —repitió, negando—. Mis días de desvirgar chicos de dieciséis años han pasado. Ve a preguntarle a una chica de tu escuela. Pregúntale a Lydia o algo.
—¿A Lydia? ¿Quieres que me muera de vergüenza? —cuestionó, escandalizado.
—¿Te da vergüenza preguntarle a ella, pero a mí está bien?
—Seh —dijo, asintiendo—. Espera, ¿a qué te refieres con desvirgar a chicos de dieciséis? ¿A quién desvirgaste? —Persephone se limitó a arquear una ceja y eso fue más que suficiente para que el rostro de Stiles se iluminara—. ¿Derek?
—¿Siquiera tienes que preguntar? —increpó, aunque sus palabras estaban adornadas con un toque de amargura.
La boca de Stiles quedó abierta por unos segundos cuando la ola de sorpresa recorrió su rostro.
—Vaya —musitó, todavía anonadado por la confesión de la mujer hiena.
—¿Qué? —preguntó ella.
—Nada. Es solo que no me había dado cuenta de que llevaban tanto tiempo juntos.
Una sonrisa nostálgica se dibujó en los labios de Persephone al pensar en los inicios de su historia con Derek. Tenían una larga historia, sí. Pero eso no era parte de una relación porque tuvieron muchos momentos en los que sus caminos estuvieron separados por circunstancias más grandes que la distancia física. Además, estaban los dieciséis años que pasaron creciendo el uno junto al otro, siendo educados en las mismas escuelas, en los mismos círculos, en la misma manada. Persephone pasó tantas noches en la casa Hale que casi se podía decir que era parte de la familia.
—No llevamos tanto tiempo juntos —habló en un tono bajo, casi como si le diera vergüenza admitirlo—. Solo estuvimos un par de meses.
Stiles arrugó el entrecejo.
—No lo entiendo.
—Créeme, yo tampoco. Para hacerte la historia larga corta, en la secundaria nos centramos en ser más conocidos con beneficios. Después paramos de tener los beneficios porque estuvo con Kate.
—Ew.
—Lo sé —dijo, coincidiendo con el sentimiento. Todavía no podía creer que Derek se hubiera metido en la cama de la cazadora, pero podía entender que Kate siempre fue una mujer manipuladora que se metió en la cabeza de un adolescente—. Luego sucedió el incendio en la casa Hale y Derek se marchó por seis años. No nos volvimos a ver hasta que paró en las puertas del bar y esa fue la noche en la que Peter mordió a Scott.
—Suena a que son del tipo de personas que están hechas para estar juntas.
El fantasma de una sonrisa se asomó en el rostro de Persephone porque, muy en el fondo, también sentía que era así. Nunca había existido una persona que complementara tanto su alma como Derek lo hacía. Eran más allá de dos almas gemelas. Algunos dirían que eran una sola alma dividida en dos.
♛
Persephone no había pasado tanto tiempo en su apartamento como en esas pasadas semanas. Tenía trabajo atrasado, lo cual consumía gran parte de su tiempo, y en sus ratos libres se la pasaba investigando respecto a los cambios que estaba atravesando. También estaba cambiando la mueblería y convirtiendo la oficina de su apartamento en lo que sería la habitación del bebé. Eran cambios pequeños, pero constantes. Sabía que toda su vida iba a cambiar y tenía que transformar su entorno para que todo funcionara.
Eran alrededor de las diez de la mañana cuando escuchó que tocaron la puerta, y se dio cuenta de que estaba convirtiéndose en un aburrido patrón. Todos sabían dónde encontrarla y todo se repetía todos los días. No era conveniente mantener una rutina cuando estaba una manada de alfas buscando reclutar al padre de su futuro hijo.
Sin embargo, a pesar de eso, supo que la persona buscándola no era una amenaza. Principalmente porque reconoció el olor, incluso a pesar de los años.
Al abrir la puerta, la figura baja, pero tosca de Cora Hale se materializó frente a sus ojos. Definitivamente la mujer lobo había cambiado desde la última vez que la vio. Pero claro, eso fue cuando apenas estaba tocándole la puerta a la adolescencia. Ahora Cora se notaba más madura, rondando los límites de la adultez. Tenía el cabello castaño atado en una coleta alta que resaltaba los rasgos de su rostro, y por vestimenta traía ropa deportiva cubierta por una sudadera negra.
«No se parece para nada a los Hale», fue el primer pensamiento de Persephone al analizarla con la mirada. Recordaba poco al padre de Derek, pues los abandonó corto tiempo después del primer cumpleaños de Cora, pero sabía que no se parecía a Talia o a sus dos hermanos. No, tenía los bordes rudos y bruscos del aura de su progenitor.
—La última vez que te vi eras más de lazos y colores rosados —dijo Persephone, provocándola sutilmente porque podía predecir la razón por la que estaba ahí.
—La última vez que te vi eras de utilizar más condones, pero las personas cambian, ¿no? —increpó mordazmente, ganándose una risotada de parte de Persephone.
—La loba tiene colmillos afilados.
Cora forzó una sonrisa sin mostrar sus dientes.
—Derek me mandó a decirte que es mejor que vivas con tu padre porque no quiere arriesgar que Deucalion sepa de tu... estado.
Persephone no pudo evitar el gruñido que se escapó de su garganta.
—Puedes decirle a Derek que cualquier cosa que tenga que decirme me lo puede decir él mismo —le dijo mientras cruzaba los brazos.
A veces no podía entender hasta qué punto llegaba la idiotez del alfa. ¿Acaso no se daba cuenta de que seguramente los alfas sabían de su embarazo desde antes que él lo supiera? De seguro la habían tenido vigilada desde el momento en el que pisó el aeropuerto. Quizá desde antes. Si tuvieron a Erica y a Boyd durante todo el verano, eso significaba que los alfas habían reservado su estadía desde que ella y Derek se encontraban juntos.
—No quiere arriesgar que sepan, si es que no se han enterado todavía —explicó Cora.
—¿Te das cuenta de lo estúpido que suena? —cuestionó Persephone y Cora asintió—. Tu hermano es un idiota.
—Es lo único que no ha cambiado de él —musitó la loba.
Persa reconoció un tono de amargura en la forma en la que Cora pronunció esas palabras sobre su hermano. No supo si fue a causa de los sentimientos que albergaba por Derek, o si era ya parte de su instinto, pero no pudo frenar las palabras de defensa que se escaparon de su boca.
—Ha pasado por mucho. No puedes esperar que sea la misma persona que fue cuando tenía dieciséis.
Los labios de Cora se fruncieron en un puchero inconforme.
—No es el único que ha sufrido pérdidas. Él se convirtió en una persona completamente distinta.
—La culpa puede hacerle eso a las personas.
—¿Qué significa eso? —interrogó Cora, captando parte del mensaje de Persephone.
La mujer hiena se limitó a encoger los hombros.
—Pregúntale —respondió vagamente—. Ah, y dile a Derek que escuché su mensaje, pero que tendrá que arrastrarme del apartamento antes de que siquiera considere su petición.
Cora resopló con exasperación y dio un paso hacia atrás, al mismo tiempo que negaba con la cabeza.
—¿Sabes? Solía pensar que eras genial. Ahora solo veo que eres un contraste del que se hace llamar mi hermano —expresó, siendo sincera por primera vez en lo que llevaba en Beacon Hills.
Persephone ni siquiera se inmutó con sus palabras porque reconoció en ellas una furia que iba más allá del hecho de haber perdido a su familia. Su enojo nacía del hecho de que hace seis años atrás su familia la abandonó al pensar que había muerto en el fuego. Pero Persephone tampoco era la persona adecuada para dejarle saber que la razón por la que Derek nunca quiso indagar demasiado en lo que sucedió la noche del incendio fue porque él fue el causante indirecto de que los cazadores supieran sobre la casa y de la salida subterránea.
—Puedes sacar tu furia con él, pero no vengas a mi puerta a soltar rabia que no me corresponde —respondió, cerrando la puerta.
Persephone se mantuvo sola el resto del día hasta que la luz se transformó en oscuridad y con ella trajo un terrible aguacero que se derramó sobre Beacon Hills, inundando algunas calles. Como sabía que iba a ser una noche lenta, le dijo a Brooke que no mantuviera las puertas abiertas hasta tarde, y la invitó a tener una noche de chicas aprovechando el ambiente húmedo para ver películas tal y como solían hacer en su adolescencia.
Así que no fue sorpresa cuando tocaron la puerta por segunda vez en el día. Lo que sí fue sorpresa era que no fue Brooke quien se encontraba en la puerta, sino Isaac. Completamente empapado y con una mochila de gimnasio sobre su hombro. Lucía perdido y rezagado. Incapaz de encontrar su camino.
—Isaac, ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó, halándolo hacia el interior del apartamento para que no continuara mojándose—. Quédate aquí. Voy a buscarte unas toallas.
Agradecía que hubiera estado moviendo todas sus cosas en el apartamento porque no tardó en encontrar las toallas en el armario del pasillo. Intercambió las toallas por la mochila, percatándose de que todo lo que estaba dentro seguramente se encontraba empapado igual.
—Isaac, ¿qué pasó? —cuestionó, esta vez en un tono dulce mientras lo veía utilizar las toallas para secar un poco del agua que caía de su ropa. No era de mucha ayuda, pero al menos era capaz de recoger el exceso.
—Lamento haber venido. Solo... no sabía hacia dónde ir.
—Está bien —le aseguró, a pesar de que no estaba segura de que lo que estaba diciendo era verdad—. ¿Puedes decirme qué pasó?
—Um... Derek me echó.
Las palabras la tomaron por sorpresa. Era casi imposible de creer. No le cabía en la cabeza que Derek fuera capaz de echar a Isaac del loft. En especial sin darle un aviso previo. ¿Acaso lo había hecho porque Cora estaba de vuelta? No hacía sentido. Isaac era un adolescente sin algún lugar en donde refugiarse. Dudaba que siquiera tenía dinero para conseguirse un lugar donde vivir.
—¿Qué?
—Estaba extraño cuando llegué —comenzó a explicar—. Solo me dijo que tenía que irme y que necesitaba que me fuera hoy. No estaba así cuando me fui para la escuela. Algo pasó, solo no quería decirme. Solo... me echó. Lo siento, no debí venir aquí —murmuró apenado.
Persephone le agarró el brazo antes de que tuviera la oportunidad de escabullirse fuera del apartamento.
—Está bien —le aseguró—. ¿Por qué no te das un baño y yo pongo estas en la secadora? —ofreció, levantando la mochila—. Mañana podremos descifrar el resto, ¿de acuerdo?
—¿Estás segura?
Ella asintió.
—Claro que sí. Vamos, te mostraré dónde está el baño.
Y no fue hasta que escuchó el agua corriendo en el interior del baño que Persephone buscó su teléfono y verificó la lista de contactos para buscar el número que necesitaba.
Para Scott McCall:
¿Recuerdas todos esos favores que me has pedido en estos meses? Ahora es el tiempo de pagar. Necesito que hagas algo.
_______
Holiwis. Esta vez regresé pronto y siento que es ya un patrón eso de aparecer por un par de caps y luego desaparecer de nuevo xd.
De tooooodos modos, ya pronto estaremos viendo cómo Persephone se va a integrar en la trama de la 3A, pues no van a poder mantenerla resguardada toda la vida y ella tampoco podrá mantenerse lejos tampoco.
Además, Derek ya conoció a Jennifer...
:DDDD
Besis,
Thals. 💜
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro