23: El secreto de la hiena
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Boyd soltó la llave con rapidez, la punta de la herramienta manchada de sangre espesa de un color tan oscuro que podría ser considerado negro. Un ruido tintineante se escuchó en el callejón por el impacto y el pavimento iluminado por las luces del vehículo se manchó de la sangre perteneciente a Seraphina. Escuchó a Persephone gimotear bajo el peso del cuerpo de la vrykolaka, removiéndose antes de sacársela de encima.
Persephone se sentó en el suelo, pasando las manos por el lado izquierdo de su rostro, el cual había sido manchado de sangre gracias a su hermana. Estaba húmeda y pegajosa; el olor metálico se mezcló con el aroma de muerte de Sera, revolviéndole el estómago. Por un segundo, pensó que vomitaría, pero logró controlarse, manteniendo sus emociones y temores a raya.
Frente a ella, Boyd seguía mirando la escena y el cuerpo de Seraphina con ojos bien abiertos, horrorizados. Lucía como si no pudiera creer y comprender la impulsividad de sus actos. Un minuto estaba en el interior del camaro y al siguiente estaba en el exterior con la llave en la mano, golpeando a la criatura que estaba atacando a la novia de su alfa. Fue... un impulso.
—¿E-Está... muerta? —preguntó Boyd, el nerviosismo cerrándole la garganta, bordeando los límites del pánico.
Persephone relamió sus labios, pasando la mirada por el cuerpo inmóvil de su hermana, examinándola. Era innecesario, un golpe de esa magnitud solo podría matar a un humano. Solo estaba inconsciente.
—Lamentablemente no lo está.
Pero para Boyd eso fue como si le hubieran permitido respirar luego de haber estado unos minutos bajo el agua; sintió alivio, dejando salir el aire retenido en sus pulmones que lo estaba ahogando. Con eso, también su mente se puso a correr para buscar una solución.
—¿Qué haremos? ¿La dejamos aquí? —interrogó con rapidez, las palabras saliendo de manera atropellada—. Derek... Derek no nos dijo qué hacer en una situación así... Oh, Dios... Derek va a matarme.
Persephone sintió compasión del muchacho. Era tan solo un adolescente que no estaba preparado para manejar la oscuridad del mundo sobrenatural, el lado que no era tan genial, el peligroso. Estaba segura de que el muchacho terminaría con una enorme lección aprendida. El mundo era completamente gris y a veces había que mancharse las manos de sangre para poder sobrevivir.
—Boyd, respira. —Persephone se puso de pie y sostuvo la mano de Boyd, buscando que él saliera de su zona de estrés y pánico—. Está con vida, pero no podemos dejarla aquí.
—¿Adónde la llevaremos?
La mujer hiena se quedó en silencio durante unos segundos, evaluando sus opciones. Todo lo relacionado con Derek estaba fuera de discusión. No quería involucrarlo demasiado en este nuevo lío cuando tenía su manada y el asunto del kanima. Tenía el plato lleno. Persephone, por su parte, solo tenía que lidiar con su hermana, lo demás lo hacía por pura conveniencia.
Tampoco podía llevarla al bar donde había tanto flujo de personas. Causaría una masacre al no tener un lugar que la retuviera.
Entonces una idea se formó en su cabeza. Solo necesitaban conseguir un lugar que fuera lo suficientemente refugiado para retener a un ente sobrenatural. En su mente apareció la ubicación perfecta que encajaba con las cualidades que necesitaba.
—Sé de un lugar —anunció—. Pero necesito que me ayudes.
Boyd tuvo una sensación de duda en su sistema. No tenía del todo claro si era una buena decisión. No sin consultarlo con Derek primero, pero también sabía que Persephone era más que parte de la manada o un beta; había visto la forma en la que su alfa se comportaba alrededor de la mujer, la manera en la que la observaba y protegía. Sabía que Derek se enfadaría si se enteraba que la dejó sola en esa situación.
—¿Hacia dónde?
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Persephone no había pisado la casa Blackburn desde que tuvo edad para mudarse. El lugar le traía malos recuerdos que despertaban su lado más paranoico y vulnerable. Le ponía los pelos de punta pensar en que estuvo cerca de morir en la sala de su hogar. Sí, ella había estado cerca de la muerte en una diversa cantidad de ocasiones, pero fue esa la que marcó la diferencia; estuvo ahogándose con su propia sangre. Era un milagro que siguiera con vida.
No obstante, sin importar lo mucho que le atormentara esa casa, estaba adentrándose en ella por la puerta trasera, seguida por Boyd quien cargaba a Seraphina. Se dirigían hacia el sótano que Neil había asegurado lo suficiente para cuando la madre de Persephone no tuvo control sobre sus capacidades. Era, sin ánimos de exagerar, una jaula a prueba de seres sobrenaturales. Se podía acceder, pero una vez se cerraba la puerta, cualquier criatura quedaría atrapada en el interior.
Estaba reforzado con ceniza de montaña y otras hierbas que podían resultar aislantes para los cambiaformas.
En esa habitación del sótano había una cama de una plaza con una sábana fina que olía a polvo y humedad, un lavamanos que ya se encontraba mugriento, una silla y muchas esposas que habían sido fundidas con una mezcla de distintos metales que creaban una resistencia lo suficientemente fuerte como para mantener inmóvil a una mujer hiena descontrolada.
Persephone arrugó el rostro ante la mezcla de olores y polvos que le hacían cosquillas en la nariz. Estaba segura de que terminaría con algún tipo de alergia momentánea por su sensibilidad en el olfato. Trató de aislar los aromas mientras agarraba la silla para que Boyd colocara a Seraphina en ella. Procedió a colocarle las esposas hasta el punto donde tendría que arrancarse la piel para quitárselas.
Notó que Seraphina continuaba inconsciente y se preguntó cuánta fuerza tenía Boyd verdaderamente. Quizá esa era la verdadera razón por la que Derek parecía quedarse con él como guardaespaldas mientras Isaac y Erica hacían los trabajos sucios.
—¿Qué es este lugar? —cuestionó Boyd, sus ojos curiosos y confundidos ante la familiaridad y confianza con la que Persephone se desenvolvía en el espacio.
—Esta es mi casa. Aquí crecí y este sótano fue una prisión para alguien sobrenatural.
—¿Tus padres te encerraban aquí?
Persephone esbozó una pequeña sonrisa, haciéndole una seña de que salieran del sótano. Se aseguró de cerrar bien la puerta y de bloquear el seguro que sellaba los matices de la ceniza de montaña.
—No, Boyd. Mi padre encerró a mi madre aquí cuando perdió todo el control de su lado sobrenatural. Yo solo era una niña y mi papá es humano, nos hubiera despedazado sin que se diera cuenta de lo que hacía —explicó, subiendo las escaleras que daban al pasillo donde podrían volver a salir por la puerta trasera.
Boyd la siguió, luciendo más confundido y curioso.
—¿Así es como eres sobrenatural, tu madre? —Persephone asintió—. Nunca pensé que pudieran nacer seres sobrenaturales teniendo solo los genes de un solo pariente.
La mujer hiena encogió los hombros.
—La mayoría del tiempo es así. También tiene mucho que ver que nuestros genes sobrenaturales tienden a ser más dominantes —respondió a su duda—. Boyd, tengo que pedirte algo antes de llevarte a tu casa. Lo que sucedió hoy... ¿Podemos mantenerlo en secreto?
—¿Incluso de Derek?
«Especialmente de Derek», pensó Persephone, pero no pronunció las palabras. Apretó los labios en una mueca.
—Solo por unos días. Tiene demasiado en su plato por el momento con la luna llena, el kanima y los Argent. No quiero complicarlo más. Cuando se dé el momento, se lo diré y tomaré toda la responsabilidad sobre el secreto —expresó con sinceridad.
Planificaba decirle a Derek, solo no esa noche. Tenía que despejar su mente e idear un plan porque una parte de ella presentía que no tendría mucho tiempo para lidiar con su hermana sin que Gerard y los cazadores se dieran cuenta de su ausencia.
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Esa noche en su apartamento, Persephone estuvo completamente desconectada de su alrededor. Escuchó todas y cada una de las palabras de Derek mientras se preparaba una taza de café a la una de la madrugada.
En el rave Victoria Argent, la madre de Allison, trató de matar a Scott utilizando acónito vaporizado, haciéndolo lucir como si el muchacho tuviera un ataque de asma. Afortunadamente, Derek llegó a tiempo para salvarlo y en el proceso mordió a la mujer, significando que, si ella seguía el código de los cazadores, tendría que suicidarse para la luna llena.
—Fue una noche movida —murmuró Persephone, llevando la taza de café a sus labios para darle un sorbo. Realmente quería tomar una enorme cantidad de alcohol, pero sería demasiado sospechoso porque no tenía mucho efecto—. Me alegra que todos estén bien.
Fue honesta al decirlo. A pesar de que el plan de atrapar al kanima no funcionó y la criatura asesinó a una chica, todos seguían con vida. Tenían tiempo para descifrar lo demás, pero era importante que continuaran sanos y salvos mientras pudieran.
—¿Te encuentras bien? —le preguntó Derek, acercándose a su novia para poder verla y analizar sus expresiones—. Estás muy callada.
—Ha sido una semana larga. Estoy cansada —aseguró dejando la taza en el tope de la barra de la cocina—. Me iré a la cama.
Derek elevó las cejas.
—¿Después de tomarte una taza de café?
Persephone lo miró sin entender.
—Sí. Las sustancias normales no hacen efecto alguno en nosotros y necesito unas buenas horas de sueño —respondió como si la respuesta fuera obvia—. ¿Vienes conmigo?
Derek la siguió, aunque continuaba examinando las acciones de Persephone. También concentró sus sentidos en percibir las señales químicas que su cuerpo transmitía. Sin embargo, fuera de su perfume habitual, el aroma de Persephone estaba camuflado. No le gustaba la forma en la que estaba presentándose todo.
Persephone había llegado tarde al apartamento. Lo había notado porque le tomó el mismo tiempo que a él regresar, y tuvo que llevar a Scott a la clínica veterinaria para que Deaton pudiera ayudar al adolescente con el envenenamiento por el acónito inhalado. ¿Qué le había tomado tanto tiempo para que se retrasara tanto? No dudaba de ella, pero sí le preocupaba un poco lo misterioso y sombrío de sus actos.
Sin embargo, se quedó en silencio, dándose el tiempo suficiente de construir en su cabeza las posibles razones por las que podría estar actuando de ese modo.
—¿Estás segura de que estás bien? —insistió un poco.
Persephone suspiró frustrada.
—Estoy un poco estresada con todo lo que tenemos. El kanima, los cazadores, Scott siendo moralista y mi hermana. Estaba pensando que tengo que decirle a mi padre lo que sucederá en esta luna llena. Me asusta, ¿de acuerdo? No quiero que piense que perderá a su hija de nuevo. —Su voz sonó ahogada, como si tratara de retener sus sentimientos para mantener el control—. Sé lo que ella me hizo y sé que él lo entiende, pero... sigue siendo su hija. Incluso cuando es un monstruo.
Derek la rodeó con sus brazos, refugiándola con su calidez para reconfortarla. No sabía precisamente qué decir para hacerla sentir mejor. Él no era un hombre de muchas palabras, sino de actos físicos. Abrazarla era lo mejor que podía hacer y Persephone lo comprendía.
Lo entendía tan bien para saber que Derek dejaría el tema ir y se acostarían para dar la noche por acabada. Había sido un pequeño sacrificio dejarle saber parte de su sentir sobre la situación para ocultar el hecho de que su cambio de humor fue porque logró encontrar a su hermana y la tenía encerrada en un sótano.
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Persephone esperó a que Derek se marchara antes del amanecer para poder escabullirse fuera del apartamento en dirección a su casa de infancia. No había dormido en toda la noche y supo que eso sería un poco más peligroso para la luna llena que se alzaría en la noche, pero era la única oportunidad que tenía. Llenó una mochila de gimnasio que utilizaba cuando renovaba su membresía con las provisiones necesarias, incluyendo una cadena gruesa que Stiles había olvidado en el apartamento por ninguna razón aparente.
Se aseguró de que Neil se marchara para el hospital a las siete de la mañana sin lucir como si tuviera conocimiento de lo que estaba oculto en el fondo de su casa, lo cual era una buena señal para Persephone. Tendría hasta las seis de la tarde para sacarle la información que necesitaba y culminar con su venganza de una vez y por todas.
Sostuvo la mochila con la mano derecha, sintiendo la palma sudar por el cúmulo de nervios alojado en su sistema. Logró ingresar a la casa por la misma puerta que utilizó la noche interior, sabía que era una cerradura frágil que no necesitaba de mucha presión para abrirse. Era la misma que usó en sus escapadas adolescentes para encontrarse con Derek y otras personas en mitad de la noche.
Reunió cada onza de valentía y coraje que tenía en su sistema. Ese día necesitaría la ira para sostenerse en pie y no quebrarse mientras lograba su cometido. Quería ser la versión más fría de sí misma. Pensó en todas las posibilidades durante la noche. Había evaluado la probabilidad de que las cosas salieran como esperaba.
Abrió la puerta de la habitación del sótano y pudo ver una de sus imágenes mentales materializarse al ver a su hermana esposada a la silla con una mirada mortífera que prometía matarla en cuanto se liberara.
—Bien. Estás despierta, perra. —Dejó caer la mochila al suelo con un ruido seco—. Será un día largo.
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Cliffhanger de nuevo, pero prometo que en el próximo se sabrán muchas cosas sobre el pasado que les interesarán.
¿Creen que Pers hace lo correcto al ocultarle a Derek esto? 👀
Chau y hasta la próxima. ❤️
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