14: Ahora él es el alfa
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Por más increíble que sonara, había ciertas cosas que Persephone Blackburn nunca hizo en la secundaria. Entre ellas estaba el hecho de que nunca asistió a un baile de invierno o a su gala de graduación. A decir verdad, incluso llegó tarde a su ceremonia, estando solo el tiempo necesario para recoger su diploma y largarse sin más. Siempre le parecieron celebraciones vacías y sin sentido que alimentaban el egoísmo de los adolescentes.
Sin embargo, ahí estaba de pie frente a la secundaria de Beacon Hills con una expresión aburrida. Su cuerpo estaba envuelto en un vestido azul añil y sus pies calzaban unos tacones negros. La noche estaba ligeramente fría, pero Persephone apenas lo sentía. Solo quería marcharse del lugar y no volver jamás. Pero le había hecho una promesa a Stiles.
«Solo esta noche, Seph. Prometiste una noche», se recordó a sí misma antes de caminar hacia la entrada contoneándose. No importaba si ella no era una estudiante en la secundaria, solo bastó una resplandeciente sonrisa y un vistazo a su escote para que la dejaran pasar. Todos los humanos caían ante la tentación a final de cuentas; incluso ella.
La música llenó sus oídos y quiso voltearse para marcharse, pero ella no era de las personas que hacían acuerdos vacíos. Ignoró que detestaba la canción y se dispuso a localizar al par de adolescentes problemáticos. A Stiles lo vio bailando con Lydia, luciendo extasiado por su logro, mientras que a Scott pudo ubicarlo sentado en las gradas. Ganándose un par de miradas lascivas de unos chicos ebrios, caminó hacia McCall y se sentó a su lado.
—Esto es solo una noche, quita la cara de sorpresa —pidió, rodando sus ojos con un ligero toque de molestia.
—Los cazadores de llevaron a Derek —comentó el adolescente.
—Lo sé.
—¿No te molesta?
—Nop —se aseguró de hacer que la 'p' explotara en sus labios y negó con su cabeza, encogiendo sus hombros.
—Eres una gran mentirosa —acusó Scott.
Persephone sonrió.
—No estoy segura de estar mintiendo, Scooby-Doo —le dijo.
Antes de que Scott pudiera replicar, se escuchó la voz del entrenador de lacrosse en el gimnasio, gritando el apellido del adolescente por encima del ruido de la música.
—¡McCall! ¡Te estoy viendo! —Lo señaló con su dedo índice intentando pasar entre el mar de adolescentes bailando—. Ven aquí, amigo.
—Sé inteligente, Scott. Ve con Danny —le aconsejó Persephone, palmeando su hombro.
—¿Cómo conoces a...?
—¡Ve! —Le dio un pequeño empujón para que avanzara a moverse.
—¡McCall!
Persephone vio a Scott bajar de las gradas corriendo de forma divertida, intentando llegar hacia Danny. Una vez lo hizo, pudo escuchar cómo lo rechazó, pero Scott continuó insistiendo, obligándolo a ponerse de pie para rodearlo con sus brazos. Tuvo que morder su labio para no reír porque la escena era completamente divertida.
—¡McCall! No deberías...—El entrenador se calló de golpe al ver a ambos chicos pegados—. ¿Qué diablos...? ¿Qué diablos hacen?
Todos en el gimnasio se detuvieron para ver la escena, algunos frunciendo el ceño al pensar que el entrenador se refería a que ellos no debían estar en un baile juntos.
—¿Sí, entrenador?
—Está bien...—Levantó las manos para comenzar a excusarse y rio de manera nerviosa—. Un momento, tú... Dije que no debería... No quise decir que no debería... No piensen que... No piensen que yo... —balbuceó de forma atropellada—. Sigan bailando. ¡Bailen! ¡Es un baile! —los animó, intentando librarse de la atención que los estaba rodeando.
La banda volvió a tocar y a cantar, y Scott pudo alejarse de Danny para ir a invitar a Allison. Persephone rodó sus ojos porque sabía que eso terminaría en un gran desastre, pero prefirió ignorarlo. Lo dejaría disfrutar las horas que tenía como un chico normal. Era lo poco que tendría en la vida. Sin embargo, fue otra persona la que capturó su atención. En el gimnasio ya Lydia no estaba. Enfocó su audición y pudo localizarla en el exterior del gimnasio, llamando a Jackson.
Bajó las gradas con rapidez, saliendo del gimnasio para buscar a la chica de cabellos rojizos. No era seguro que estuviera merodeando en el exterior cuando Peter Hale seguramente estaba buscando una forma de manipular a Scott. Le echó un último vistazo al adolescente y, cuando se aseguró de que seguía entretenido con Allison, salió finalmente del lugar.
Sus sentidos la guiaron hacia el campo de lacrosse justo cuando vio los postes de luces encenderse, enfocando a Lydia abrazando sus brazos por el frío. Continuaba gritando el nombre de Jackson. Al otro lado del campo vio una figura caminar con decisión hacia ella, sacando sus colmillos para morderla incluso antes de que Persephone pudiera llegar.
Stiles gritó cuando vio la escena y se dejó caer al lado de Lydia, quien estaba en el suelo sangrando de su costado. Peter la rodeaba con un brazo.
Persephone gruñó, pero se mantuvo a raya porque sabía que Peter simplemente sería capaz de cortarle la garganta a la muchacha.
—No la mates —suplicó Stiles.
—Claro que no —concedió Peter—. Solo dime cómo encuentro a Derek.
—¿Qué?
—Dime cómo encontrar a Derek —repitió, pasando una garra por el rostro de Lydia.
—Solo díselo, Stiles —ordenó Persephone—. Dile el plan.
Stiles abrió sus ojos como platos, respirando entrecortadamente. Él no sabía de ningún plan. ¡No tenían un maldito plan y ahora Lydia estaba al borde de la muerte!
—¿Q-Qué? —tartamudeó.
—El plan, Stiles. Recuérdalo —insistió Persephone, esperando que él entendiera que debía inventarse algo para que pudieran sacar a Peter de la escuela.
—Dime la verdad o la haré pedazos —amenazó Peter.
—Creo que sabía... Derek, creo que él... sabía que lo atraparían. Cuando los hirieron a él y a Scotty... Creo que se llevó el teléfono de Scott.
Persephone sintió alivio de que Stiles pensara en ese detalle.
—¿Por qué?
—Porque todos tienen GPS ahora, abuelo —replicó Persephone, rodando sus ojos—. Si está encendido, puedes encontrarlo. Stiles te ayudará.
—¿Qué? ¿Por qué yo y no tú? ¡Tú has provocado esto! —exclamó Stiles, desesperado.
—Porque Peter sabe que yo no lo ayudaré, que tú eres el listo y que a mí no podría utilizarme para encontrar a Derek —enumeró las razones con sus dedos.
—¿Por qué?
—Porque yo no puedo aullar, Stiles. Soy inútil para él —habló en un tono frío y Peter sonrió, recordando ese detalle de Persephone.
Su voz sobrenatural perdida a causa de Sera. Era lo único que la ponían más abajo que ellos como lobos porque en una verdadera situación de peligro, Persephone no tendría forma de comunicarse con el resto de sus aliados.
—Llama a tu amigo y dile a Jackson dónde se encuentra —ordenó Peter.
—¿Por qué no lo hace Persephone?
—Porque yo no tengo que protegerlos, Stiles. Nunca fue parte del trato —le recordó, dando la vuelta para marcharse.
—Nunca hagas tratos con ella, Stiles. Sabe cómo fallarte.
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Persephone entró a la clínica veterinaria, sabiendo por su olfato que Scott se encontraba en el interior. Una vez dentro lo pudo localizar en la esquina de la sala de consulta con sus rodillas pegadas al pecho, intentando procesar lo que había vivido. En silencio, se acercó a él y se apoyó en la mesa de metal, bajando su mirada para poder verlo.
—¿Qué sucedió, Scott? —preguntó en un tono más suave al percatarse de su mirada triste y desesperada.
—A ti no te importa.
Persa rodó sus ojos.
—Estoy preguntando por una razón —espetó y luego suspiró—. ¿Los Argent saben de ti ahora? —Scott asintió—. ¿Eso incluye a Allison? —Volvió a asentir—. Scott, ella tenía que enterarse en algún momento.
—Yo... Yo la amo y ahora... Ahora ella sabe que soy un monstruo —habló Scott con voz ahogada.
—Oye, no eres un monstruo, ¿de acuerdo? Eres un maldito hombre lobo y eso es bastante fascinante si lo ves desde un punto de vista humano —lo animó un poco, ofreciéndole una pequeña sonrisa.
—¿Por qué estás aquí, Persephone? —preguntó.
Ella ladeó su cabeza.
—La noche aún no termina —le recordó—. Y porque tenemos que encontrar a Derek antes de que Peter lo haga.
—¿Cómo? —quiso saber.
—Eres un hombre lobo, Scott. Tú aúllas —le dijo—. Además, estoy segura de que tú puedes encontrar algo que Derek dejó aquí la noche de la escuela. Tenía una foto de un ciervo con un espiral en el costado.
Scott frunció su ceño y se puso de pie, rebuscando entre los archivos hasta dar con el papel que Persephone buscaba. Se lo tendió para que lo pudiera ver y sus ojos buscaron la fecha de la foto, comparándola a la fecha en la que Laura llegó a Beacon Hills. Todo cuadraba.
—Ese hijo de puta —masculló—. Vamos, Scott.
Ambos salieron de la clínica después de que Scott encontrara una muda de ropa y se cambiara para estar más cómodo. Dirigiéndose al punto más alto de la ciudad en el bosque, Persephone lo animó para que aullara con todo lo que tenía.
—Solo he hecho esto una vez —murmuró Scott.
—Lo sé. La primera vez sonaste como un gato ahorcado, pero eso no importa. Necesitas ser el lobo que está en tu interior.
Scott hizo una mueca.
—¿Por qué no lo haces tú?
Persa rodó sus ojos.
—Porque no. Ya te lo dije, tienes que ser tú —rezongó y lo empujó un poco para que se dirigiera a la piedra.
Scott suspiró y se transformó por completo, echando su cabeza hacia atrás para poder rugir con fuerzas. Una vez terminado, retrocedió, esperando una respuesta.
—Quizá no fue lo suficientemente fuerte —dijo Scott.
—Solo dale un minuto —pidió.
«No me falles ahora, Derek», suplicó en su mente. Y como si él la hubiera escuchado, un aullido rompió las barreras de sonido, resonando por toda la ciudad. Derek les estaba dejando saber la localización.
—Tienes que estar jodiéndome —murmuró.
—¿Qué? ¿Sabes exactamente dónde está?
—Está debajo de la casa Hale —le avisó—. Vámonos.
Cruzaron el bosque corriendo y se detuvieron en una pequeña entrada que estaba cubierta por hojas y arbustos. Estaba escondida alejada de la casa, sirviendo como una vía de escape. Abrieron el portón y caminaron por el túnel que conducía al sótano. Persephone pudo escuchar el corazón de Derek bombear con fuerzas.
También el de otra persona.
—¿Listo para más diversión? —preguntó un cazador—. Honestamente, me duelen los nudillos. Así que busqué ayuda. Y debo advertirte, jugué béisbol en la universidad.
Justo cuando el cazador iba a golpearlo, Persephone detuvo el bate y atacó al hombre con el pedazo de madera, noqueándolo. Scott se apresuró a liberar a Derek de uno de los pedazos de hierro que lo mantenían atado a las rejas. Con una mano libre, Hale se deshizo del parcho que utilizaban para electrocutarlo.
—Scott, ayúdame con esto —pidió, refiriéndose a la otra cadena.
—No lo ayudes, Scott.
El adolescente se detuvo y permaneció del lado de Persephone porque sabía que ella, al contrario de Derek, sí sería capaz de dejarlo peor que al cazador si no la apoyaba.
—¿Qué? —soltó Derek, confundido.
—No hasta que nos ayudes a deshacernos de Peter.
—Detener —la corrigió Scott.
—Si eso te ayuda a dormir en las noches —murmuró Persephone.
—¿De verdad quieren hablar de eso ahora? —preguntó Derek.
—Solo dile al niño cómo hacerlo.
—¿Y qué? ¡No pueden detenerlo! —exclamó—. No sé cuándo volverá Kate, ¡sáquenme de aquí ahora mismo!
—No creo que sea tu momento para ir ladrando órdenes —espetó Persephone—. Estás molesto porque Scott tiene dieciséis y está enamorado, pero olvidas que en un pasado, ese niño fuiste tú.
—Cállate, Persa —masculló.
Ella apretó su mandíbula.
—Ya no tienes derecho de llamarme así. De todos modos, ambos sabemos algo que tú no —anunció.
Derek lució confundido.
—Peter dijo que no sabía lo que hacía cuando mató a tu hermana, ¿no? —Sacó el papel doblado—. Mintió. ¿Recuerdas esto? Mi jefe me dijo que hace tres meses alguien vino a la clínica, pidiendo una copia de esta foto. Era la enfermera de Peter.
—Trajeron a Laura a Beacon Hills para que Peter la matara y se convirtiera en alfa, y por eso, vas a ayudarlo —negoció Persephone.
Pudo ver la ira concentrada en la expresión de Derek y se liberó de la esposa por su propia fuerza.
—Te ayudaré, Scott.
Persephone le lanzó su camisa y su chaqueta para que se vistiera y Scott lo ayudó a caminar fuera del túnel. En un principio, Derek quería que fuera Persephone quien lo hiciera, pero ella lo dejó caer en el primer paso, alegando que fue un «accidente».
—Un momento —pidió Derek, respirando de forma agitada una vez estuvieron fuera—, algo anda mal. Es como salir... No sé. Fue como... Como si hubiera sido.
—Si dices «fácil» te golpearé —amenazó Persa.
—Cuando la gente dice que las cosas fueron fácil, todo va mal después —la apoyó Scott. Derek rodó los ojos—. ¿Crees que encontrarte fue fácil? ¿Escapar del papá de Allison? Nada de esto ha sido fácil. Si las cosas van bien por dos segundos, ¿podemos no cuestionarlo? ¿Podemos callarnos y agradecer que finalmente tenemos un poco de suerte?
Derek procesó el discurso de Scott y suspiró, accediendo.
—Bueno. Tienes razón.
—¡Gracias! —suspiró Scott.
Justo en ese momento una flecha salió disparada y se clavó en el hombro de Derek, haciéndolo caer. Luego en la pierna.
—¡Scott, tus ojos! —le gritó Persephone, cubriéndose los ojos para evitar que fuera cegada por la flecha de relámpago que Allison estaba por disparar.
El adolescente fue cegado y Persephone tuvo que ayudarlo a empezar a huir, pero volvió por Derek para ayudarlo con las flechas.
—¿Por qué todas las Argent están locas? —cuestionó en un susurro, ignorando por un segundo la discusión entre los nuevos Romeo y Julieta.
—No lo sé —masculló Derek y se escuchó un disparo que le dio en el hombro a Persephone.
—¡Maldita sea tu vida, Kate! —gruñó, haciendo sus ojos brillar. Estaba dispuesta a atacarla, pero Chris Argent intervino, hablándole a su hermana—. Levántate, Derek. Tenemos que irnos antes de que Peter nos derribe a nosotros.
Se ayudaron mutuamente a ponerse de pie y entraron a la casa por la parte trasera, prediciendo las movidas de Peter, quien seguramente mataría a Kate en el interior. Vio la mancha de sangre salpicada en las ventanas y escucharon el llanto de Allison.
Persephone dejó sus colmillos rozar sus labios y las garras salieron de sus dedos, lanzándose sobre Peter en una pelea. Derek y Scott también se le unieron. Todo eran gruñidos, garras, golpes y quejidos. Tablas rompiéndose con caídas, pisadas y ruidos secos al intentar atacar a Peter. Pero era difícil. Peter era un alfa bestia, y había adquirido mucho poder, mientras que ellos eran simples betas. Finalmente, Peter se transformó por completo en la bestia que era. Su forma asquerosa y monstruosa.
Lanzó a Scott y a Persephone fuera de la casa y la agarró a ella del cuello, elevándola varios metros del suelo. Persephone lo golpeó y se liberó del ataque justo a tiempo para que Stiles lanzara un frasco que Peter atrapó. Allison lo rompió con su flecha y el alfa se encendió en fuego.
Jackson, quien acompañaba a Stiles, lanzó otro de los frascos y el incendio se intensificó, quemándolo por completo por segunda vez en su vida. Cuando cayó al suelo, solo era un cuerpo completamente quemado y apenas respirando.
—Persa, ¿estás bien? —le preguntó Derek.
—Y-Yo... Tienes que matarlo antes de que Scott lo haga. Es un niño, Derek. Él no conoce la responsabilidad —murmuró con rapidez.
Derek apretó su mandíbula.
—Pers...
—Hazlo por Laura —pidió.
El Hale se aproximó a su tío y reunió todo sentimiento negativo de su interior, pensó en Laura principalmente. En Laura siendo despedazada por Peter. Entonces elevó su mano y cortó la garganta de Peter, ignorando las súplica de Scott. Con sus ojos brillando rojos, volteó para enfrentarlo.
—Ahora yo soy el alfa.
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