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Lo que quisiera decirte (Snowdrake y su padre)

Undertale

13/07/2020

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Como si la vida no fuese suficiente mal chiste por el simple hecho de existir, conllevar en sus hombros la profesión de ser un comediante con el objetivo de hacer reír a los demás con tu existencia, complicaba en más de un sentido el enredo de emociones con las que le tocaba vivir diariamente.

La gente simplemente no podía asimilar que alguien con una profesión como esa fuese tan complicado, y él, de igual manera, tampoco podía demostrar como tal el impacto que ella provocaba al ser algo poco favorable para el negocio. Así que le tocaba limpiar sus anteojos, dejar a un lado los pesares, hinchar el pecho y mover la colita feliz directo al escenario, colocándose una amplia sonrisa cuando le gustaría morir en ese preciso momento.

No podía concebir en qué clase de persona se había convertido, apenas podía recordar cuando trabajar era pura pasión para él, pero ahora más allá de su empleo... no tenía nada. Así que debía aguantar cuanto pudiera para no terminar derritiéndose.

Y este día en especial, no podía empezar mejor.

—¡¿Cómo están los monstruosos padres hoy?!

No podía mejorar más su ánimo que ver reunidos en su salón a padres e hijos celebrando aquel día juntos. Esperando disfrutar de una buena ración de chistes del pájaro monstruo con cabeza de copo de nieve. Y él no podía evitar tener unas enormes ganas de soltar el micrófono y salir volando de ahí. Literalmente. Ya había visto demasiada felicidad de esa magnitud por un día. Era el mismo pesar todos los años desde que...

Se rió simpático ante la calurosa bienvenida y sintió su buche contraerse al identificar en una de las sillas a su jefe, con ese tipo de celebraciones grandes, Mettaton estaba aún más pendiente que sus empleados cumplieran sus trabajos, puesto que cada cabo suelto podría desatar el caos y el robot no iba a permitirlo.

Estaba atado, al menos ya era su último número del día. Y luego volvería a guardarse en la cajita solitaria la cual era su bonita casa de Hotland. Pensó en cuánto esfuerzo colocó para conseguirla y darle una nueva vida a su familia.

Su familia...

Sacudió la cabeza llamando ligeramente la atención de los presentes. Levantó el rostro como si nada, alzando un poco la voz ante el temblor que se apoderó de su cuerpo. Había hecho a un lado todo tipo de pensamiento que vinculara a su familia por el hecho de que no podría soportar estar parado ahí.

Su amada esposa... Su dulce Crystal.

Y luego, su hijo, su terco e inquieto copo de nieve.

Todos se habían ido.

—Me alegro verlos más frescos que nunca, ¡¿qué tal la están pasando con sus niños?!

El inicial desconcierto fue sustituido con muchos gritos y silbidos. Los padres más arrebatados lanzaron una carcajada, gritando al escenario todo lo que habían hecho con sus hijos, orgullosos de ellos; mientras que los más reservados se limitaban a sonreír abrazando a su cría. El señor Snowdraked continuó su papel, bajándose del escenario sin dejar de sonreír, revolviendo el pelo de un conejo joven que pasaba el día con su padre.

Sin siquiera dudarlo o pensar en lo perturbado que estaba, el monstruo joven le regresó la sonrisa. El cuerpo del mayor tembló al hacer memoria. Ya se encontraba en esa edad y etapa del día donde todo le causaba nostalgia. Anotó mentalmente que el próximo año debía limitarse los turnos.

Continuó hablando animadamente, entrevistando y haciendo reír a las personas por donde pasaba con su elocuente manera de hablar, dominando el arte de las palabras como todo el profesional que era.

—Señor Draked, ¿usted no tiene hijos? —inquirió tímidamente una niña cual flama verde, tomada del brazo de su padre.

Los otros niños se le sumaron también, les había saltado la curiosidad al notar que el monstruo copo de nieve siempre hacía anécdotas de él con su padre, más nunca de él con algún hijo.

Snowdraked se perturbó, deshaciendo su sonrisa por primera vez, de manera tan abrupta y sombría que asustó a la pequeña niña, provocando que esta se disculpara en el acto aguantando una porción de lava verde en sus fulgores blancos como ojos.

El monstruo trago duro, se arregló el corbatín y continuó como si esa pregunta nunca hubiera salido al aire, pero no pudo evitar dejarle un muy mal sabor en el pico.

Durante resto de su número, la figura de su polluelo revoloteó en su cabeza durante todo el rato. Había salido de la jaula mental que él mismo se había adjudicado para continuar con su vida y dejar de pensar en lo desagradecido que había sido su hijo, y como ambos, desde que la hembra de la familia "cayó" habían decidido no volver a dirigirse la palabra después de vivir discutiendo.

La presión del público era horrible, permanecer cuerdo y atento en el estrellato de la comedia era un arduo trabajo, y no siempre era tan divertido como lo planteaban. Él amaba su profesión, si, pero comprendía que los golpes y la vida personal podían ser duros y complicados. No había querido eso para su polluelo. Pero Snowdrake había insistido, incluso después que Crystal se había ido.

Había dejado en la mesa cientos de opciones, pero su hijo había siempre ido por la que no quería. Snowdrake no tenía talento, lo único que lograría sería que lo humillarán y él no lo permitiría.

Pero finalmente, la decisión había sido suya. Había dicho que si no cambiaba de opinión con respecto a su decisión, que no preocupara por volver.

No lo obligo a irse lejos, pero quizás si lo orillo a ello. Y con eso presente, había decidido respetar Su resolución. Su hijo tendría que asumir las consecuencias.

Se hizo un reclamo interno, si no hubiera sido tan orgulloso, su hijo seguramente estaría en una de esas mesas, esperando a que terminara su número para volver a casa y celebrar juntos.

Aspiro profundo, si su hijo no lo quería en su vida, entonces tampoco iba a insistir. Él le había fallado como hijo en comprender su intención.

Y él había fallado como padre al no poder creer en él.

Al menos una vez más, le gustaría poder hablar con él. Sería tan fácil como irlo a buscar y quizás lo encontraría. El Subsuelo no era tan grande. Aunque seguramente no iba a querer verle.

—Mi padre...

Empezó con una voz un poco más apagada, manteniendo a puras penas una pequeña sonrisa, observando algún punto del escenario donde le pareció ver un par de plumas azules con un copo de nieve en medio. Disimuladamente limpió sus aguados ojos y la alucinación había desaparecido.

—... siempre en estos días se ponía insoportable, haciendo honor a su cabeza.

Continuó, señalando el copo de nieve en su frente.

—Pero al final del día se derretía agradecido de mis intentos por hacerlo reír. Cuiden a sus padres, copitos. No siempre podemos mostrar como realmente somos.

Pese a que terminó unos minutos antes, su ausencia no pareció notarlo, despidiéndose del comediante con emoción al ser conmovidos por sus palabras. Este día había especial euforia en casi todos los presentes.

Salió casi corriendo de ahí, arreglándose muy vagamente el corbatín y colocándose una chaqueta. Encaminándose con prontitud y zozobra hacia el mostrador donde debía marcar su hora de salida. No veía la hora para salir de ahí, ni siquiera quería quedarse a la gran fiesta que en MTT Resort se desarrollaba todos los años para los padres.

A la que por cierto, siempre lo invitaban. Pero él ya no se sentía como un padre.

—¡Hey! —Una mujer cuya cabeza tenía un par de elegantes dedos azules pintados de rojo le saludo alegremente pese a encontrarse un poco atareada con todo—. El baño queda del otro lado, señor Drake —bromeó al darse cuenta que el hombre había corrido hacia donde ella.

—Tsk... Los monstruos ni siquiera necesitamos un baño. Nuestro jefe y sus manías por omitirse a los humanos... —contestó un poco más tranquilo de haber llegado ahí, usando sus plumas para esconder su mala cara, fingiendo que se volvía a el corbatín.

—Al menos puedo tener un lugar para arreglarme —comentó cordial haciendo ademán de peinarse cabello que no tenía—. Pero, ¿Por qué la cara larga, comediante? Pensé que estaría más contento —agregó extrañada.

—¿Por qué debería estar feliz cuando no tengo razones para celebrarlo? Ni siquiera soy un padre.

—¿Uh? Pero yo pensé que... —agregó con suavidad, extrañada,  revisando uno de los nombres de la lista, cuya entrada había sido puntualmente en el evento del monstruo adulto copo de nieve.

—Solo vengo a marcar que me retiro, ¿puedes hacerlo, Handy? —Se limitó a decir con brusquedad, ya un tanto harto de todo, queriendo irse de ahí lo más rápido posible.

La chica asintió, cambiando de libreta hacia donde marcaba el nombre de empleados. Buscando la fecha de la actualidad, se lo tendió al monstruo para que firmara que se retiraba.

—Buena suerte, Handy —Se retiro de ahí haciendo ademán de una sonrisa cansada, más que aliviada por irse al fin, era más bien una máscara que le ayudaba a mantenerse en su personaje de comedia.

Hand Recepcionist se quedó jugando con su lapicero mientras le miraba retirarse, tocando la punta de su pluma justo en un nombre que tenía por decoración varios copos de nieves.

[...]

—¿Por qué no le dijiste nada?

—¿Qué no lo viste? ¡Estaba contento! ¡No me necesita! No quiero arruinar su día.

Chilldrake se masajeo el pico en búsqueda de paciencia, si no fuera por el aprecio que le tenia a su amigo, ya le hubiera arrancado un par de plumas por cada vez que fallaba en un intento por volver a hablar con su padre. De ser así, seguramente su amigo no soportaría el frío de Snowdin porque ya hubiera quedado calvo.

Se dio aire con un abanico, ¿así que su amigo había vivido una temporada en Hotland? ¿Como soportaba el calor? ¡Él ya no veía el momento para volar de regreso a  de su frío pero acogedor Snowdin! ¡A su amado congelador! Pero no, había acompañado a Snowdrake a intentar darle un presente a su padre, de nuevo,  y él muy inseguro se había quedado con las ganas. La carta en su manos parecí derretirse de la tristeza al saber que su receptor se estaba retirando.

O solo eran las lágrimas de Snowdrake deslizándose por sus ojos amarillos.

Le estresaba un poco la situación, pero guardo compresión y espero. Por la cara de Snowdrake podía deducir que que sería otro intento fallido.

—Así él no me quiere en su vida, ¿Por qué rayos debería buscarlo? Incluso no quiso hablar de mí cuando me mencionaron.

—Snowy...

—Hablando de cuidar a los padres y los hijos sólo debemos aceptar lo que ellos son. Pero ellos no ha nosotros...

—Ustedes necesitan hablan, ya te lo he dicho. Si sigues huyendo jamás llegarán a nada.

—Él no me quiere en su vida...

—Pero tú sí.

—¿Por qué debería de luchar por alguien que no me acepta como soy...?

El pájaro amarillo cerró el abanico y le pegó suavemente en la cabeza de su amiga. Los ojos de Snowdrake se habían hinchado y brillaban cual show de MTT por todo su llanto. Pese a decir esas cosas, su amigo más que nadie sabía que en verdad deseaba hablar con su padre, pero que la misma inseguridad y dolor de pensar que estaba decepcionándolo le invadía. Primero quería demostrarle que estaba equivocado, que él en verdad podía ser un comediante como su madre había soñado e inspirado.

Pero aquello no era más que una excusa ante la enorme pesadez que tenía. Era su propulsor y su manera de darse apoyo para enfrentarse a su progenitor.

Mientras tanto, continuaría fallando cada año en darle un regalo del Día del padre. Y de cumpleaños, y de navidad...

Chilldrake sabía que incluso el señor Drake se preocupaba por su hijo, no por nada solía mandarle un sobre anónimo a su familia para ayudarle con los gastos que Snowy podía conllevar.

Que cabezas más duras resultaron los cabeza de copo de nieve.

—Oye, ¿puedes indicarme de nuevo donde puedo comprar un helado? En serio, me estoy deshidratando aquí —agregó divertido Chilldrake con tal de cambiar de tema. Aunque en realidad no sabía como llegar si quiera a una tienda. Hotland era inmenso y él, un pueblerino de bosque. Perderse era cosa de chasquido.

Snowdrake se reincorporó aún con largas lágrimas en sus ojos, pestañeando varias veces para disimularlo. Su amigo rió sin querer. Quizás sus chistes no fueran del todo graciosos pero si lo era su cara.

—¿Oh? ¿Hablas de los Dipolos? Seguros están por...

—Mejor vamos juntos, jeje —Cortó de golpe su amigo, incluso si se lo dibujaba en un croquis, estaba seguro que no llegaría a la tienda. En cambio Snowy sabía perfectamente moverse por la ciudad con total familiaridad.

El contrario lanzó una risilla desconociendo realmente la razón por la que su amigo le había pedido eso. Guardó la carta entre sus plumas y le invito a seguirlo un poco menos aguado. Le gustaba sentirse especial y que ayudaba a alguien después de haberse sentido inútil por años.

Su compañero se arregló los lentes y continuó dándose viento con el abanico.

No había sido el Día del padre que había pensado que sería. Pero al menos guardaba la esperanza de que en alguno, su amigo ya no lo pasaría  con su familia y con él, sino que estaría con su padre, en esa pequeña casa de Hotland.

Y ese día, lo extrañaría, pero estaría feliz por él.

[***]

¡Otro más y aún hace falta uno! Estoy muy feliz de volver a escribir . Con este calentamiento, me está regresando el ánimo para todo.

Se me hizo muy tierno (y triste) escribir sobre estos personajes medio olvidados por el Fandom, así que estoy satisfecha con el resultado. Fue más largo de lo que esperaba, jiji.

Para los que hayan jugado Deltarune, se habrán dado cuenta que use el nombre de Crystal para la madre de Snowdrake. Para quien no lo haya jugado y sin dar muchos spoiler, mencionaré que en la Superficie de Deltarune hay cuatro tumbas. Tres de ella mencionan posiblemente los nombres de algunos de los monstruos que formaban las amalgamas. Cuando se refieren a Crystal, dicen algo sobre una buena madre, cariñosa y gentil, apunta a que es la madre de Snowdrake (y más detalles pero mejor juéguenlo, jiji).

¡Siempre es un gusto verlos por aquí! ¡Gracias!

Lady off~!

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