Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

En un mundo de reyes y reinas (Frisk y Chara)

Undertale

18/12/2019

¡Ganador del primer lugar en el concurso de UnderlyricsE de Amino Undertale!

.

.

.

El impacto había sido directo, sin ramas que protegieran su caída o rocas que le ejecutaran antes de llegar al suelo. Rebotó sin piedad contra el firme concreto siendo recibida por un amortiguador suave e inconcebible que terminó salvado su vida, fragmentando sin remedio todo lo que era su consciencia con respecto a los últimos momentos antes caer y provocando que su motricidad se entorpeciera notablemente, pudiendo mover las extremidades con una lentitud desesperante.

Su tacto entonces, identifico una complexión al deslizar sus dedos por el abultado piso, sintiendo diminutas estructuras danzar entre sus dedos con total libertad, mediante movía solamente su palma por pura curiosidad y examinaba el colchón que le recibió.

Poco a poco se convirtió en una presa del desconcierto al percibir el tamiz suave de unos pétalos navegando entre sus yemas.

Una sensación le ahogó, tan familiar e incógnita que le abrumó hasta el punto que las náuseas sabotearon su estómago.

Sus ojos continuaban cerrados por el dolor, pero podía saber sin haberlos abierto que su cuerpo reposaba en una cama que poseía pétalos bañados en oro. ¿Cómo podía estar segura o siquiera pensarlo, si lo último que recodaba era una perpetua oscuridad?

Su mente le gritaba que estaba en lo cierto y a la vez, sentía otra voz que le decía que aquello no podía ser posible, que no podía saberlo con tanta certeza, que había algo extraño ametrallando su mente, pero tampoco podía asegurar el qué.

Se sentía como ella misma, a la vez que una conexión indescifrable había nacido en su interior, enlazando su corazón y su mente, dejando entrar algo que incomodaba su ser. Como si un ladronzuelo hubiese entrado a sus aposentos y se hubiese quedado observándola desde la esquina oscura de su habitación. Esperando, calculando, respirando en silencio, mientras se quedaba a la expectativa de desarmarla en el menor segundo de su descuido. Abatiendo su consciencia constantemente.

Quería levantarse y a la vez quedarse a dormir.

Quería explorar al mismo instante que temía lo que había más adelante.

Algo no estaba bien.

—Duele... —Se quejó en bajo, forzando sus ojos para poder identificar su entorno y llevando una de sus manos a su cabeza, como si ese simple gesto pudiera aliviar su sufragio.

Sus ojos fueron reconociendo lo que le rodeaba, perdiendo el aire al sostener con una mano una flor dorada. Pensó entonces en cómo aquello había llegado ahí, mientras que su corazón se sentía aliviado porque aquellos brotes hubieran estado en ese preciso lugar para salvaguardarla de aquella fea caída.

En un eufórico movimiento, se agachó para plantarle un beso a las flores por recibirla, deteniéndose a centímetros de completar su pensamiento, alejándose inmediatamente como si aquellos pétalos quemaran.

«Venenosas...».

Su garganta resintió una sensación amargaba que incineraba todo su esófago. Sintió como de repente perdía el aire y le costaba respirar, tosió con la evocación a flor de piel, obligándole a levantarse y alejarse lo más que podía de la cama de flores.

Pasando la puerta y perdiendo de vista aquellos pétalos dorados, el efecto se disolvió en el acto, como una quemadura aliviada ante un frío ungüento.

Pensó en porque había tenido esa reacción cuando las flores le parecían de lo más lindas y para nada peligrosas. Porque tuvo la impresión de que eran venenosas cuando ni siquiera se miraban amenazantes.

Sostuvo su cabeza una vez más. El golpe quizás le había dejado confundida y un tanto abatida por la crudeza con la que había sucedido.

«Solamente debo seguir avanzando y encontrar una salida».

Con ello en mente, siguió su camino sin percatarse de cómo un par de grandes ojos le observaba con una maquiavélica intención, manifestándose como agarres en las piernas de la niña, impidiendo su andar al provocarle su segunda caída.

Nuevamente todo se volvió negro, como una noche sin estrellas ni luces artificiales. Todo en completa penumbra y frialdad. Las lianas apretaban sus manos como cadenas, grilletes de dolor que amenazaban con aplastarla.

Una risa se escuchó taladrando sus oídos y tuvo el impulso de estampar su puño ante la burla que se diluía entre sus palabras y el dorado molesto de su composición. Pero se retuvo identificando a la criatura como una flor de las que había dejado atrás, tratando de hablar con ella mientras que la misma le rodeaba con semillas blancas para evitar, bajo cualquier circunstancia, su escapatoria.

Iba a morir.

Esta vez si iba a morir.

Se había salvado de la caída para terminar pereciendo ante una criatura desconocida que jamás hubiera pensando encontrarse.

Oh... ¡Era eso!

¡Nada de esto era real! ¡Aquello se trataba de un sueño!

Cuando recibiera aquellas semillas, solamente iba a tener la sensación que algo le golpeó y entonces se levantaría de golpe en su cama. Siendo despertada bruscamente por el trauma psicológico que se había llevado por el imaginario dolor.

Pero era sólo eso...

Solamente un sueño más...

Por favor...

Tenía que despertar, ¿por qué tardaba tanto?

La oscuridad parecía crecer a su alrededor, buscando devorarlos entre su extensa materia negra. Y de en medio de toda aquella penumbra emergió una larga luz, como una estrella fugaz viajando en la noche solitaria con la luna como único lucero, una flama de brillante color azul. Aquel destello protector impactó en la flor, encendiéndola en ascuas y soltándola en el proceso.

Un sueño. Solamente un sueño más. No necesitaba saber nada más que eso. No necesitaba sentir pena por los gritos de dolor del ser herbáceo, no debía tomarle importancia a las heridas de su piel. Desecharía esa sensación y se encaminaría hacia el sendero que su mente había formado tras aquella fatídica caída.

Oh. Quizás estaba muerta. Y aquel no era más que el camino hacia el otro mundo y por ello se sentía tan real. ¿Qué habría entonces al final del camino? ¿Su final, su salvación?

Sintió su alma vibrar con intensidad, desbordando vida. ¿Serían sus últimas fuerzas o puede que aún le quedaba mucho por vivir, por luchar, por contemplar? Por mas vueltas que le diera, no se sentía como un peso muerto. Sus laceraciones ardían. Sus ojos picaban. Su vista se aclaraba, identificando poco a poco como emergió una alta silueta de la oscuridad con su pelaje níveo y su voz suave y protectora buscando una reacción por su parte.

Por un momento, lo vio, tan claro y real que le costó creer que realmente no fuera así. Una alucinación poseyó su mente cuando aquellos ojos verdes de la silueta se iluminaron con preocupación al no verle contestar.

A aquella alta mujer monstruo vió con un traje diferente. Más elegante, más pomposo, más fino mientras que en medio de sus cuernos reposaba una pequeña corona. Una reina.

Pero, ¿de dónde?

La mujer monstruo frente a ella no tenia nada más que una bata con un símbolo extraño estampado, a la vez que un pelaje descuidado pero lo suficientemente limpio para saber que ella poseía unos buenos habitados de higiene.

¿Qué era ese mundo?

¿Qué era ella?

¿Acaso la había conocido antes?

¿Por qué tenía la impresión de haberla visto con anterioridad, cuando nunca había contemplado algo parecido?

Su silencio debió haber alarmado a la mujer monstruo, provocando que se arrodillara frente a ella mediante se acercaba con lentitud su gran zarpa a su rostro.

La mujer sonrió con gentileza, aumentando la intensidad de sus ojos esmeraldas.

—Todo está bien ahora... mi niña.

El tacto en su mejilla fue como un laxante, adormeciendo la zona y paulatinamente mejorando el estado de la misma. Provocando que se desvaneciera su dolencia y le devolviera la sonrisa. ¿Era causa suya, no? Antes de tocarle sentía mucho dolor y ahora, mediante acariciaba su cuerpo, el dolor se esfumaba.

La mujer monstruo le levantó en brazos y le guió por el resto del camino mientras le explicaba que era aquel lugar. Todo era tan nuevo y a la vez, todo había cambiado.

Con cada paso que daba, por momentos tenia la impresión que era como una mosca pegada en las murallas del pasillo. Podía verlo todo con total claridad y plenitud, pero no podía controlar las acciones de su cuerpo, como si de nuevo estuviera en el inicio del sendero y aquella flor hubiera inmovilizado sus extremidades.

Sentía como si su vista fallara por instantes y le mostrara imágenes que no se asemejaban para nada a lo que ella conocía, más bien, era imposible que fueran reales. No podían serlo. El camino por el cual ella avanzaba estaba inundado de ruinas y soledad.

Pero los escenarios que ella veía en las fracciones de segundos donde perdía el control de sus acciones eran completamente distintos. Vivaces. Alegres. Como si se tratara de aquel lugar antes de caer en decadencia. Veía antorchas en todas las esquinas, espantando todo ápice de oscuridad y humedad. Observaba cuadros de distintos escenarios de su mundo, creados con total maestría. Escuchaba voces envueltas en gozos y risas al fondo como si fuera un eco atrapado en el tiempo.

Y cuando Toriel, la mujer monstruo que le había salvado, le permitió entrar a la habitación que le entregaría para descansar. Todo su mundo dio vueltas.

Vio una cuna de oro. Vio a una figura alta con una enorme corona al lado de la cuna. Vio fuego, mucho fuego, tanto que podía sentir el calor de su piel. Vio dos tronos y muchas flores. Y entonces se desmayó mediante una voz portentosa le obligaba a despertar de nuevo.

Una voz autoritaria y segura, casi podía sentir una calidez en su mano como si la persona dueña de esa voz la estuviera sosteniendo. Le pedía volver mientras abandonaba todo su dolor, confesándole que no necesitaba de tal cosa.

Este mundo en el que había caído, Frisk no pudo discernir si se trataba de un sueño o realidad, de una alucinación o el último suspiro de su alma. No comprendía absolutamente nada más qué tal parecía que aquellas tierras estaban gobernadas por alguien que deseaba lo que yacía en su interior.

La culminación de su ser. Su alma.

Y así era como funcionaba la monarquía, el rey pedía, el pueblo otorgaba. Por lo que cuando aquella niña fue robándose el corazón de cada ser que conocía mediante avanzaba en búsqueda de una salida o una respuesta, el mundo del rey fue fragmentándose poco a poco. La gente ya no quería aquella alma si con ello desaparecía su pequeño lucero bipolar.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro