Derecha no, querida... (Gerson y Undyne)
Undertale.
8/11/2018.
¡Ganador del segundo lugar del concurso UnderPhobia de Amino Undertale Español!
Aclaraciones:
Este one-shot fue creado para un concurso de fobias, por lo que te dejo la definición de la fobia en la cual me base para que entres en contexto y entiendas ciertas reacciones y comportamientos establecidos en el escrito.
Fobia:
Dextrofobia.
Temor y/o miedo casi irracional u ocasionado por un hecho traumático, que la persona afectada expresa hacia los objetos colocados a la derecha de su cuerpo. Es una fobia rara. También puede expresarse como que la persona se siente segura con los objetos (y algunas veces, personas) que se encuentran ubicados en el lado izquierdo de su cuerpo.
.
.
.
La primera impresión que tuvo al ingresar a la casa del ex veterano, fue un desorden total. La basura parecía estar dispersa por el suelo y la tortuga caminaba alrededor de ella como si no le importara eso, cosa que le hizo esbozar una mueca de asco. Gerson se carcajeó ante su cara graciosa.
La niña pelirroja ladeó su cabeza confundida, alzando una de sus cejas ante la imagen de la tortuga caminando sin darle la espalda y riéndose como si nada, reconoció que era extraño verlo caminar hacia atrás, más no pregunto, pensando que era para tener siempre un ojo puesto en ella.
Tampoco se percató que a pesar del desorden, Gerson evitaba poner objetos al lado derecho de su cuerpo, aquel lado donde no podía ver a causa de la supuesta pérdida del ojo derecho.
No fue hasta que estuvo adulta que se reparó en esos curiosos detalles del hombre que casi fue un padre para ella, y que le había confiado el puesto de la capitana Guardia Real a ella. Le guardaba un gran aprecio y se sentía en el nivel de confianza de contarle cualquier cosa, y hacer cualquier cosa.
Por lo que esa vez, Justo después de "perdonar" al humano (aun no podía acostumbrarse a llamarlo amigo) fue directo donde la vieja tortuga para pasar un rato agradable con él, Gerson siempre lograba tranquilizarla con sus pacientes palabras y con particular forma de hablar, el hombre era lento, no sólo por su edad sino también por su misma condición como tortuga, pero increíblemente, Undyne tenía paciencia para con él, entendiendo la dificultad a veces para hablar a su paso.
Estaba tomando un té de mar junto a una manzana cangrejo cuando su único bueno notó como la tortuga monstruo caminaba de vuelta sin perderla de vista, retrocediendo y buscando algo a su lado izquierdo, quizás alguna otro té de mar para su animada visita. Ahí fue cuando Undyne visualizó el panorama con más detalle.
Prácticamente, no había nada al lado derecho de Gerson, ni siquiera colocaba la taza que él usaba a ese lado, y ahora que se ponía a recordar, él siempre le indicó que caminara a en su costado izquierdo. Nunca había preguntado al respecto, pues obedecía casi de inmediato lo que él le pedía cuando llevaba puesta su armadura, pues todo lo que decía le parecía sacado de un manual para ser mejor guerrero, incluso llegó a creer que al lado izquierdo de su comandante se colocaban los segundos al mando; sin embargo, estaba lejos de ser eso.
Gerson regresó con el té de mar y por mero impulso, la mujer pez estiró su brazo sosteniendo la taza del monstruo mayor por la oreja, y la arrastró al lado derecho al momento que el hombre se sentí, permitiendo que él viera que la movía.
Para su sorpresa, Gerson dio un salto espantado, cosa que nunca había visto, nada inmutaba a la tortuga, incluso podía asegurar que si sentaba un asesino frente a su tienda, ni siquiera intentaría huir. Lo enfrentaría con la cabeza en alto.
¿Entonces....?
—Derecha no, querida... —musitó de manera ahogada, cosa que Undyne se paralizó en su lugar.
Notando el estado de su discípula, la tortuga esbozó una sonrisa sin darse cuenta que había comenzado a sudar, levantó su mano con una rapidez anormal en él y movió la taza a su lado derecho.
Undyne no daba creído a lo que su ojo contemplaba. La tortuga monstruo estaba cohibida, riendo con algo cercano a la histeria, pero conteniéndose en gran manera.
—Viejo... hey ¿puede...?
—¿Conociste a ese amiguito de grandes lentes? Yo se los vendí ¡Wa ha ha! ¡Se le miraban muy chistosos!
—Oh si... ¡estaba ridículo! ¡Nyaga ha ha! ¡Pero resultó un buen tipo! —exclamó olvidándose del asunto por un momento y riendo al recodar la imagen del mocoso de mirada alargada con esos grandes antojos.
Por un momento pensó en reclamarle a Gerson sobre lo de dejar pasar al humano sin intentar capturarlo, pero siendo que ella tampoco pudo y adelantándose al hecho que la tortuga se zafaría del asunto alegando que ya no era parte de la Guardia Real, por lo que no era su trabajo, de lo reservo; en su lugar le contó lo que el punk había hecho para ganarse su confianza y de paso, su incondicional amistad. El humano en serio había guardado la compostura para soportarla y ablandarla, vio algo en ella más que la armadura y la lanza que le apuntaba con la intención de asesinarlo.
Como era usual, Gerson se sentaba a escucharla parlotear mientras bebía con paciencia su té de mar sosteniéndolo con su zurda, mano que sabía por boca del rey, que no era su mano fuerte, pero con la cual siempre sostenía todos los objetos, e incluso, había levantado con ella su martillo cuando la entrenó de chica.
Undyne se calló y observo desconfianza a la tortuga monstruo, la cual no se percató de ello por haberse quedado medio dormido en la silla. No iba a preguntar qué tenía ese té.
Curiosa e impulsiva, se levantó sin hacer el mayor ruido al mover la silla. Reviso la basura que la tortuga acumulaba, no sabía si como hobbit o para realmente venderla, no parecía muy apegado a ella así que no sabía cómo es que siempre que venía a visitarlo, encontraba más cosas apiñadas en el lado izquierdo de la habitación.
¿Qué Gerson no se daba cuenta de lo poco higiénico que podía resultarle eso a la larga? Como siempre, la pelirroja tendría que cuidar de él a su manera. Aprovechando la siesta que había tomado el mayor, y dando a relucir su fuerza, tomó el tocador de mujer (que no quería preguntar porque Gerson tenía algo así adherido a su basura) y lo colocó en la parte inmaculada de la habitación. Realizó eso mismo con diferentes objetos, ordenándolos en el acto. De a poco, comenzó a ver como la habitación se sentía más ventilada que antes, aspiró profundo y sonrió. Gerson estaría más cómodo ahora.
—¿Undyne...?
—¡Gerson, ¿te gusta como lo... deje?
El único ojo de Gerson se movía alrededor de toda la habitación nerviosa. La capitana no lograba comprender que le sucedía, y al verlo sudar tanto, ademas de articular pequeños tartamudeos sin sentido, se le acercó preocupada.
Gerson estaba paralizado.
Movía su anexa a ambos lados, su nariz al respirar emitía un sonido extraño como de moco que sorbía sin parar. Sin control, camino hacia el lado derecho de la habitación arrastrando los pies.
Undyne sintió que le vendría algún regaño o algo parecido, quizás la tortuga monstruo tenía algo que no quería perder y que ahora que había movido sus cosas no iba a poder encontrarlo.
No asimilo cuando le escucho emitir ruidos extraños, como si estuviera tosiendo y a la vez, emitiendo un largo "ah" lastimero. Negaba la cabeza con un tic en la misma y las piernas le temblaban de manera exagerada.
Era difícil explicar cómo se sentía la tortuga, pues ella tampoco sabía como reaccionar, en realidad, tenía la mente en blanco, y aunque siempre estaba sí, esta vez no tener respuesta le daba un insaciable dolor en el estomago que le consumía y le provocaba náuseas. Se sentía mareado. Aspiro con dificultad, y cero su único ojo con tal de serenarse.
A este punto, Undyne estaba muy nerviosa y se acercaba a él con lentitud con la intención de ayudarlo, lo malo, fue que se acercó por el punto ciego de la tortuga.
Lanzó un grito ronco que hizo saltar a la capitana y la detuvo en su lugar llamándole con suavidad, con tal de calmarle, Gerson ya no escuchaba.
Con su diestra tomó el banco que Undyne había colocado al lado derecha de la mesa, y sin medir su fuerza lanzó el mueble estrellándolo contra la pared, y rompiéndolo en pedazos.
Derecha no. Derecha no. Derecha no. Derecha no...
Los pies de hombre mayor comenzaron a zapatear como si quisiera correr, pero su caparazón pesaba tanto que ahora le tocaba caminar hacia el lado derecho a la habitación para remover esos objetos y devolverlos a sus puestos. A su zona segura, pera eran tanto que solamente pudo apretar su mandíbula con fuerza, nervioso.
—¿Gerson...?
La voz de la mujer pez había soñado tan lejana, tratando de enfrentar el temor, intento remover los objetos ubicados por Undyne, pero una imagen flash le pasó por su cabeza, paralizándolo en la acción.
Un brillante destello de un arma afilada en conjunto con los ojos rojos de un adulto envuelto en armadura para protegerse, seguido de un cerebro dolor en su ojo derecho, para finalmente, acabar con un horripilante alarido de dolor que se repitió en el presente, como si su ojo recién tocara el filo de aquella arma blanca, y todos los golpes que vinieron después de aquel ataque.
Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Todos del lado derecho, aprovechándose de la reciente ceguera proveniente de esa zona. Desde entonces, estaba siempre alerta a ese lado, poniéndose paranoico con no mantener nada a ese lado, esperando otra ráfaga de golpes que esta vez si detendría.
Sin embargo, el tiempo le había caído duro a la tortuga, y lo que en un principio era un método de supervivencia ahora se volvía una maldición.
Derecha no. Derecha no. Derecha no. Derecha no...
Ahogó un grito, con lo sudado que estaba parecía que se hubiera quedado debajo de la lluvia de Waterfall, y siendo que ya era demasiado viejo para sumergirse en su caparazón, solamente se tiró al suelo sentado, viendo hacia el suelo y moviendo sus pies con tal de mantenerse activo con algo, inquieto, con pánico. Reconociendo muy dentro de él que debía relajarse y enfrentar ese miedo. Gritándose que debía dominarlo él, y no al revés; pero la ansiedad no le dejaba pensar, no le dejaba reaccionar como siempre lo haría. Con cada año que pasaba, el miedo y la paranoia eran peores, ya no sabía cómo solucionarlo solo y eso le frustraba.
Undyne no pregunto nada más y regreso las cosas de donde las había traído, tratando de llamar a su casi padre con una voz tranquila.
La tortuga tenía sus secretos, y debía admitir, que era mejor que siguieran siéndolo. Verlo en aquel estado de casi de desesperación por algo que no él mismo termina de comprender, era cansado e incómodo. Simplemente, no deseaba verlo así.
Era momento que ella dedicara parte de su tiempo para hacer que su maestro mejorara, como él lo tuyo con ella.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro