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¡¿Qué?! ¡¿DaeHyun es quién?!


...

Entonces se escucharon tres disparos consecutivos.

Y MinHo dejó de correr.

TaeMin se apoyó contra la pared que tenía detrás de él y cayó lentamente hasta que su trasero tocó el frío suelo.

JongHyun se encogió nuevamente de hombros, restándole importancia al asunto.

Y Key sopló el humo que salía del cañón de su pistola, mientras veía el cuerpo sin vida de Sung caer al suelo, siendo rodeado rápidamente por un charco espeso de sangre.

Durante más o menos cinco minutos, ninguno de los cuatro reos allí presentes dijo absolutamente nada. La Diva volvió a ponerle el seguro a su arma y la guardó en el elástico de su pantalón.

El pelirrojo no podía apartar la mirada del cadáver de aquel hombre que arruinó su vida. Key prefirió matar él mismo a Sung, con tal de evitar que su pequeño volviera a manchar sus manos con sangre. Toda esa situación era muy extraña, pues TaeMin en esos momentos se sentía como ido, impactado y hasta en cierto punto desubicado. Todo lo que había vivido en las últimas 24 horas le resultaba simplemente absurdo.

-¡Joder, Key! ¿por qué carajo lo hiciste?- preguntó MinHo rompiendo así el incómodo silencio que se había formado en aquel sótano.

Entonces el mandamás se acercó a zancadas a donde el rubio se encontraba y lo cogió con brusquedad del cuello de su camiseta. Key enfiló su mirada y el perro, quien se hallaba parado al lado de su pareja, sacó sus manos de los bolsillos y las convirtió en puños.

-MinHo, suéltalo ahora mismo o no respondo de mí.- le advirtió JongHyun a su mejor amigo, el cual no le hizo caso y siguió fulminando al rubio con su mirada. Estrujando con su puño la tela de la camiseta negra que Key llevaba puesta ese día.

-En lugar de estar bufando como un toro cabreado, deberías estarme agradeciendo. Porque gracias a mí no tuviste que romper la estúpida promesa que hiciste y TaeMin no tuvo que volver a ensuciar sus manos con la sangre de Sung.- al oír tales palabras, la negra mirada del mandamás se crispó. Key había traspasado la línea.

-¡Yo iba a matarlo con mis propias manos, imbécil! ¡Tú no tenías por qué haberte metido en todo esto!- le gritó el azabache muy enojado mientras alzaba su puño, dispuesto a estrellarlo contra la cara de Key. No obstante, la Diva no intentó huir ni se encogió sobre su sitio, sino que hizo todo lo contrario, levantó su mentón con valentía.

-¡Joder, te lo advertí!- exclamó JongHyun, a punto de arrojarse violentamente sobre su mejor amigo, con tal de impedir que el susodicho golpeara a su pareja.

-¡Ya! ¡Deténganse y cállense los tres!- gritó TaeMin desde la pared en la cual se hallaba apoyado. Y entonces todos se detuvieron, el mandamás frenó su puño, el cual por suerte nunca llegó a tocar el rostro de Key. Y JongHyun no se tiró encima del azabache, pero siguió en una postura defensiva, él no permitiría que MinHo le pusiera un solo dedo encima a su rubio. Podrían ser muy amigos, pero Key era Key.

-TaeMin tiene razón, joder. Suéltame de una buena vez MinHo, es absurdo que nos pongamos a pelear entre nosotros.- exigió el rubio y sólo entonces el mandamás soltó el cuello de la camiseta ajena, aunque a regañadientes.

-¿Por qué te enojas tanto, MinHo? ¿Cuál es la diferencia entre que lo haya matado Key o lo hayas matado tú?- empezó a decir el pelirrojo, levantándose del frío suelo con parsimonia.- El resultado, en cualquiera de los dos casos, seguiría siendo exactamente el mismo y además....- continuó diciendo TaeMin mientras caminaba hacia donde los otros tres reos se encontraban.- Esa mierda de "yo iba a matarlo con mis propias manos, imbécil" es una puñetera mentira. Nunca te hubieras animado a asesinarlo, porque eso significaba romper la promesa que le hiciste a tu amado DaeHyun. ¿Sabes? eres un mentiroso de lo peor, Choi MinHo.- le recriminó TaeMin mientras nuevas lágrimas comenzaban a rodar por sus sonrojadas mejillas.

Se sentía tan traicionado en esos momentos y no sabía a ciencia cierta porqué. Quizás era, porque en alguna parte de su inconsciente, él realmente deseó que el mandamás asesinara a Sung y le demostrara así, que él valía más que la promesa que le hizo a DaeHyun. Pero no, nuevamente el fantasma de ese chico le había ganado. Era increíble, TaeMin ni siquiera llegó a conocer al difunto y ya sentía que lo odiaba. Pero no era "odio", sino celos lo que sentía.

Al pensar en que nunca superaría a DaeHyun, la vista de TaeMin se nubló debido a las innumerables lágrimas que se aglomeraron en la línea de agua de sus ojos y entonces sus piernas comenzaron a temblar, como si estuviesen hechas de gelatina. Hasta que no resistieron más su propio peso y cayó de rodillas al suelo, antes de llegar a donde los otros tres reos se encontraban.

Una vez en el piso, el menor se abrazó a sí mismo y lloró con renovadas energías. Ya no importaba quién mató al desgraciado, tampoco importaba si DaeHyun le había ganado, el caso es que el maldito de Sung al fin estaba muerto. Entonces... se supone que él debería sentirse mejor ¿verdad?, pero... ¿por qué se sentía igual o incluso más roto que antes? la adrenalina con la cual entró a aquel sótano ya se había esfumado y recién ahora se daba cuenta, de que la muerte de Kwang y de Sung no le devolvería a sus hermanos. Hea y Enji seguirían muertos, por más que esos dos hijos de puta hayan sido asesinados. Y pensar en ese hecho le dolía, le dolía tanto como nadie jamás podría siquiera imaginarlo. Era un dolor insoportable que no se lo desearía ni a su peor enemigo.

Al verlo llorar, Key quiso ir corriendo a abrazarlo, para cobijarlo entre sus brazos y decirle que todo iba a estar bien. Que ellos estarían allí para protegerlo y apoyarlo, siempre. En esos instantes lo único que el rubio deseaba, era que nunca más volvieran a lastimar a TaeMin de esa forma. De entre los tres, Key era quien más entendía su dolor, pues él también lo había padecido años atrás, cuando vio morir a su hermano sin poder hacer nada para salvarlo.

JongHyun por su parte se sentía muy impotente, él de verdad quería ayudar al cabeza de fresa pero no sabía cómo. Es decir, ¿qué podía hacer en una situación como esa? lo único que "arreglaría" a TaeMin sería devolverle la vida a sus hermanos, pero eso era imposible, porque los muertos jamás regresan a la vida. Y fue entonces que JongHyun recordó a Taki, el hermano menor de Key, quien también murió asesinado hace ya tres años. Aquel fatídico día lo único que el perro pudo hacer, fue abrazar fuertemente a Key, hasta que ya no tuviera más lágrimas que derramar. Pero en el caso de TaeMin, eso no le correspondía a él, ni siquiera a Key, era MinHo quien lo debía hacer.

-Eh, MinHo.- susurró el castaño, golpeando un poco el hombro de su mejor amigo.

-¿Qué pasa?- preguntó el mandamás en un susurro, sin apartar en ningún momento la mirada del desolado TaeMin. MinHo sabía que debía hacer algo, pero era tan cabezón, que siempre necesitaba un empujoncito para dar el primer paso en situaciones así.

-¿Cómo que qué pasa?- comenzó a decir Key con el ceño fruncido y cruzándose de brazos.-O vas ahora mismo a consolar a TaeMin, o te patearé el culo tan pero tan fuerte, que te dolerá incluso al sentarte y toda la prisión pensará que te has convertido en un muerde almohadas.- le dijo el rubio en un susurro amenazante, dándole un leve empujón en la espalda al azabache.

-Cuando tienes razón, la tienes.- fue lo único que dijo MinHo. Mientras tragaba grueso y se encaminaba hacia donde el pelirrojo se hallaba llorando.

-Idiota, siempre la tengo.

-Es verdad, siempre la tienes.- asintió JongHyun.

El mandamás se acercó lentamente al pelirrojo, mientras oía sus sollozos ahogados. Toda esa situación le estaba poniendo los nervios de punta; pues él hacía años que había dejado de sentir empatía por el dolor ajeno, es más, a veces incluso creía que era más un robot que un ser humano normal. MinHo planeaba, ordenaba, amenazaba, mataba y extorsionaba sin sentir jamás una pizca de misericordia o empatía por sus víctimas y mucho menos algún cargo de conciencia por sus actos.

Sin embargo, ahí estaba TaeMin, desestabilizando como siempre todo dentro de él, mandando a la mierda sus principios y derribando con simples lágrimas cada uno de los muros que él mismo se encargó de levantar y endurecer con el pasar de los años.

No obstante, el mandamás era consciente de que esas lágrimas salían desde lo más profundo del corazón de TaeMin. Y joder, en serio sentía una opresión en su pecho al ver a su pelirrojo tan apagado y corrompido. ¿Y saben qué es lo peor de todo esto? que MinHo sabía perfectamente que todo eso era culpa suya. Si tan sólo se hubiese adelanto a los planes de Sung, si tan sólo lo hubiese detenido a tiempo... nada de lo que pasó hubiera ocurrido. Y de haber evitado la muerte de esos dos niños, su querido TaeMin no estaría roto y seguiría sonriendo como siempre. Seguiría siendo feliz, justo como lo había sido el día anterior en su cumpleaños. Así le gustaba ver al pelirrojo, malditamente feliz.

Esperen, esperen... ¿su querido TaeMin? mierda, ¿cuándo se volvió tan blando y cursi? ¿qué carajo le hizo ese chiquillo? ¿era reversible...?

El azabache iba a seguir divagando en sus propios pensamientos. No obstante, su celular comenzó a vibrar en el bolsillo trasero de su pantalón de mezclilla, logrando así que el mandamás finalmente reaccionara. MinHo enseguida atendió la llamada entrante, pues se trataba de Karin.

-¿Lo encontraste?- preguntó directamente el azabache y al oír esto, TaeMin dejó de sollozar y clavó su mirada sobre el mayor. MinHo simplemente asentía, y el pelirrojo comenzaba a desesperarse pues no podía oír lo que esa tal Karin le decía. Él también quería saber lo que había pasado.- de acuerdo, procede como siempre y deshazte del cadáver. Buen trabajo, Karin.- fue lo último que dijo el mandamás antes de finalizar la llamada.

-Ella ya mató al asesino de mis hermanos, ¿verdad?- preguntó TaeMin en un hilo de voz. MinHo enseguida asintió, mientras terminaba de acercarse por completo a donde el pelirrojo se hallaba arrodillado.

-Sí, lo torturó lentamente hasta que murió desangrado. Además, le ordené a Karin que lo empale cuando aún estaba vivo, para que sufriera mil veces más de lo que tu hermana habrá sufrido cuando él la violó.- al oír esto último, TaeMin sintió un horrible nudo formarse en su garganta, el cual no le dejó respirar durante unos diez segundos. La verdad es que él no quiso creerlo cuando Kwang se lo dijo en su celda, pues le partía el corazón saber que su pequeña Hea... había sido violada antes de ser asesinada por ese maldito hijo de perra. Pero ahora que se lo decía MinHo, simplemente le quedaba resignarse y aceptar su cruda realidad.

-...¿Y mi mamá?- preguntó el pelirrojo más apagado que nunca. El mandamás convirtió sus manos en puños, en serio odiaba ver a TaeMin así de roto.

-A tu madre no le pasó nada. Ella recién llegó a tu casa, cuando la policía ya estaba investigando la escena del crimen.- comenzó a decir MinHo y entonces el pelirrojo suspiró aliviado, al menos una buena tenía que pasarle.- Karin fue a tu casa antes de que la policía llegara; y se encontró con la escena del crimen y con el sicario en medio del living. Ella no pudo hacer nada para salvar a tus hermanos, porque ellos ya estaban muertos cuando llegó. Pero al menos pudo vengar la muerte de ambos.- "lo siento"... esas eran las palabras que querían salir de la boca de MinHo, pero simplemente no salían. Joder, ¿hacía cuántos años que no pronunciaba esas dos palabras? Él realmente se sentía muy impotente en esos momentos, pues le había prometido a TaeMin que protegería a su familia y no pudo hacerlo, sus hermanos ya estaban muertos y no había nada que él pudiera hacer al respecto.

-MinHo...

-¿Qué ocurre?- preguntó el mandamás, arrodillándose para quedar a la misma altura que el pelirrojo.

-Gracias...

-Tonto, ¿por qué me agradeces? nada salió como te lo prometí. Todo fue un completo desastre.

-Pero al menos mi madre sí pudo salvarse y esa mujer llamada Karin vengó la muerte de mis hermanos. De no ser por ti, ese maldito asesino y violador seguiría estando prófugo allá afuera.

-No tienes por qué agradecerme nada, yo no...- MinHo iba a seguir renegando, sin embargo TaeMin lo calló, pues se arrojó sobre el mandamás y lo abrazó con necesidad, hundiendo su rostro en el pecho bien marcado del azabache.

-Por favor MinHo, sólo cállate y abrázame muy fuerte.- le pidió el pelirrojo entre sollozos ahogados, inhalando aquel olor varonil que el mayor poseía, el cual lo hacía tranquilizarse de inmediato. Lo único que TaeMin quería en esos momentos, era llorar en paz la muerte de Hea y de Eunji hasta que ya no tuviera más lágrimas que derramar.

El mandamás no dijo una sola palabra más, simplemente asintió con la cabeza y rodeó el menudo cuerpo de TaeMin con sus fuertes brazos, hundiendo su nariz entre las suaves hebras rojizas que poseía el otro reo, quien lloró con fuerzas renovadas al sentir cómo su abrazo era correspondido por MinHo. Se sentía tan seguro y calentito cuando estaba entre los brazos del azabache, era una sensación realmente indescriptible.

Y así fue como pasaron más o menos diez minutos, durante los cuales nadie dijo absolutamente nada. Lo único que se escuchaba en aquel sótano era el amargo llanto de TaeMin, el cual con el pasar de los minutos, fue apagándose hasta convertirse en sollozos ahogados y después en hipidos.

Key tenía tremendas ganas de correr hasta allí y abrazar fuertemente a su pequeño. No obstante, se contenía porque sabía que en esos instantes a quien más necesitaba TaeMin era a MinHo, no a él.

Por otra parte, JongHyun sólo deseaba que todo eso terminara rápido, pues realmente se sentía incómodo. Ya que no sabía qué decir ni qué hacer para que el cabeza de fresa dejara de sufrir.

En fin, lo que rompió aquel silencio, fue el estruendoso ruido que provocó la puerta del sótano al abrirse de sopetón. JongHyun, Key y MinHo levantaron sus miradas para ver quién había entrado a ese lugar. TaeMin, por su parte, mantuvo su sonrojada mejilla pegada al pecho del azabache, sin prestarle la más mínima atención a quien o quienes habían ingresado al sótano. A él ya no le importaba nada de lo que ocurriera a su alrededor; lo único que deseaba era dormirse y despertar más tarde para darse cuenta, de que todo lo que había vivido en las últimas 24 horas era sólo un horrible sueño.

-MinHo.- dijo un anciano canoso y trajeado mientras ingresaba a aquel sótano, siendo escoltado por dos guardias armados.

-Alcaide, tanto tiempo sin vernos.- fue lo único que dijo el mandamás.

Al oír esto último, TaeMin enseguida dedujo que el guardia al cual él amenazó para poder entrar a aquel sótano, le había ido con el chisme al alcaide de la Underground Prison. Jodido cabrón, pero ya se vengaría después.

El Director de aquella penitenciaría, clavó su mirada sobre el cadáver de Sung y arrugó su nariz asqueado, pues Key le había deformado el cráneo a punta de balazos. Entonces negó lentamente con la cabeza y luego volvió a hablarle al azabache.

-Joder, MinHo ¿sabes cuánto me costará cubrir todo el desastre que hiciste?- espetó el anciano con el ceño fruncido. Entonces el mandamás dejó de abrazar a TaeMin y se levantó rápidamente del suelo, para dedicarle una de sus sonrisas más retorcidas al alcaide.

-¿Y para qué coño crees que te pago? ¿o acaso quieres cancelar nuestro acuerdo, eh? porque de ser así, yo aceptaría encantado. Después de todo, el único que saldrá perdiendo serás tú, no yo. Y una vez terminado nuestro trato, simplemente te volverás a pudrir en el sueldito de mierda que te da tu gran cargo de "Director".- al oír esto, el anciano tragó grueso y una cuantas gotas de sudor frío se asomaron en su sien.

-Tampoco te tomes las cosas tan literal. Jamás hablé de romper nuestro acuerdo, MinHo. Tranquilo, solucionaré lo de Sung rápidamente.- mientras el anciano estaba en plan de adulador, los guardias que se hallaban parados detrás de él simplemente ignoraban la situación. Joder, es que si Choi MinHo tenía incluso más poder que el mismísimo alcaide dentro de esa cárcel, ¿quién podría pararle? ese hombre era simplemente imparable.

-No queremos que metas a TaeMin en todo este embrollo, ¿entendido?- le advirtió Key desde su posición, cruzándose de brazos. El anciano enseguida asintió.

-Despreocúpate, pues no se le asignará ningún cargo a Lee TaeMin.

Entonces el pelirrojo finalmente se levantó del frío suelo y dio media vuelta, para poder encarar tanto al Director como a los dos guardias que lo escoltaban. Y como lo supuso, uno de ellos era de hecho el policía que TaeMin amenazó anteriormente.

-Quisiera saber cómo es que llegaron aquí tan rápido ¿acaso algún pajarillo fue con el chisme?- preguntó el pelirrojo, fulminando a aquel policía con su mirada; el susodicho retrocedió levemente mientras tragaba grueso.

-Nadie nos fue con ningún chisme. Es más, toda la prisión sabe lo que ha pasado aquí dentro. Pero tranquilo, nosotros nos encargaremos de tapar todo.- comenzó a decir el alcaide mientras se acomodaba sus anteojos con cuidado.- Y te agradecería que dejaras de mirar mal a uno de mis escoltas, Lee TaeMin.

-¡Ja! oblígame.- fue la cortante respuesta por parte de TaeMin, quien también fulminó con su mirada a un sorprendido alcaide. En esos momentos estaba tan pero tan enojado con la vida, que todo le importaba un reverendo comino.

-TaeMin...- el mandamás trató de tranquilizarlo. Sin embargo, el pelirrojo también lo mandó a él a callar.

-¡TaeMin nada! Estoy de muy mal humor como para encima tener que soportar que un viejo me diga lo que debo o no debo hacer.- entonces el pelirrojo aspiró una gran bocanada de aire y luego caminó hacia donde la Diva se encontraba.- Key, ¿podrías prestarme tu celular un rato?

-Claro Taeminnie, pero... ¿para qué lo quieres?- le preguntó el rubio mientras sacaban su Iphone del bolsillo trasero de su pantalón de mezclilla.

-Es que necesito hacer una llamada urgente y mi celular aún no tiene crédito, ¿puedo llevarlo a mi celda? prometo devolvértelo en cuanto pueda.- le pidió el menor mientras agarraba el móvil ajeno y lo guardaba en el bolsillo de su sudadera. TaeMin era el único que conocía el patrón de Key, ni siquiera JongHyun lo sabía.

-Claro que sí bebé, llévatelo no más.

-Gracias Key. Y por cierto MinHo... ¿qué haremos con el cuerpo de Kwang? está en nuestra celda después de todo.- le preguntó y entonces el alcaide jadeó sorprendido.

-¡¿Qué?! ¡¿Hay otro cadáver más?!- chilló el anciano y el mandamás rodó los ojos hastiado.

-Sí y está en mi celda, así que más te vale mandar a alguien para que lo recoja rápido, porque allí estorba.- sentenció MinHo tan frío e insensible como de costumbre.

-Joder, esto realmente me va a matar.- se siguió quejando el alcaide, mientras sacaba un pañuelo del bolsillo de su saco y se limpiaba el sudor de la frente.- Ok, mandaré a uno de estos dos con Lee TaeMin hasta vuestra celda, para que se deshaga del cadáver.

-Prefiero que me acompañe el de la izquierda, es decir el que no es un chismoso.- sentenció el pelirrojo y el alcaide puso los ojos en blanco, no obstante accedió.

-De acuerdo, acompaña a Lee TaeMin hasta su celda, pide ayuda de otros guardias si lo necesitas y desháganse del cuerpo que allí se encuentra.- le ordenó el Director al policía y este enseguida asintió.

-Sí, señor.

-¿Quieres que JongHyun y yo te acompañemos, bebé?- preguntó Key con su característico semblante de preocupación.

-No, es decir gracias, pero no. Yo... prefiero estar solo por ahora y además, una vez que se deshagan del cuerpo de Kwang, quiero dormir un buen rato. Espero me entiendas.

-Claro que te entiendo, pequeño.- le dijo Key antes de agarrar el pequeño rostro de TaeMin entre sus manos y besar su frente con dulzura.- entonces ve a descansar, luego nos veremos.

-Sí, hasta luego.

Y entonces el pelirrojo se despidió del rubio, de JongHyun e incluso de MinHo. Después, simplemente se largó de aquel sótano junto con el policía. No obstante, no se fue así nada más, pues justo cuando pasó por al lado del alcaide y del otro policía que lo había delatado, lo empujó brúscamente con su hombro. Y obviamente el tipo no dijo ni hizo nada, porque sabía lo que le convenía.

Cuando TaeMin se fue, el alcaide le dio una última orden al policía que se había quedado con él, le dijo que trajera a más hombres, para que así se deshicieran más rápido del cadáver de Sung. Y este enseguida le hizo caso, saliendo también de aquel sótano para ir por refuerzos. Una vez aclarado todo, el Director de aquella penitenciaría se despidió educadamente de los tres reos y se retiró con rapidez de aquel lugar, por temor a volver a hacer que MinHo se molestara con él.

-Creo que lo mejor será que acompañes a TaeMin.- le dijo Key mientras se cruzaba de brazos pensativo.

-Pero él dijo que quería estar solo.- le contradijo el mandamás de inmediato.

-Ay hermano, cuando Key me dice "quiero estar solo" significa: "más te vale venir aquí y abrazarme, idiota"- le explicó JongHyun.- créeme, los pasivos en ese sentido son incluso peores que las mujeres.

-Sí, él tiene razón. Así que deja de actuar como un troglodita y ve a consolar a TaeMin bebé.- le riñó el rubio.

-¡Joder, ya cállense los dos! Él me dijo que quería estar solo y yo respetaré su decisión. Punto final.

-MinHo, ¿es que no te das cuenta? el cabeza de fresa ha pasado por mucho y en menos de veinticuatro horas.- empezó a decir el castaño mientras colocaba una mano encima del hombro de su mejor amigo.- Una persona normal ya se hubiese quebrado, pero tú lo viste ¿no? él sigue de pie. Está siendo tan fuerte como nunca, incluso más de lo que tú, Key o yo imaginamos.

-Pero todo tiene un límite...- comenzó a decir la Diva, clavando su mirada sobre el mandamás.- Y la gente que vive situaciones así de difíciles y que encima está sola, generalmente termina deprimiéndose, ¿me explico? TaeMin te necesita ahora más que nunca, debes ir con él y apoyarlo. Sé que dijo que quiere estar solo, pero eso sólo es una cortina de humo, para que tú no veas lo destruido que en verdad está. Escucha MinHo, no te estoy pidiendo que le digas palabras de aliento, porque sé que eres pésimo haciendo eso, pero al menos abrázalo como lo hiciste hace un rato, pues eso lo ayuda como tú no te haces una idea.- entonces MinHo vio cómo las manos de Key comenzaban a temblar, se notaba a leguas lo mucho que aquel rubio se preocupaba por el pelirrojo.- Tengo mucho miedo... miedo de que Taeminnie caiga en depresión debido a todo lo que vivió y cometa una estupidez.

-¿Una estupidez? ¿a qué te refieres con eso?- le preguntó el mandamás frunciendo el ceño.

-Tú sabes perfectamente a lo que me refiero.

-Temes que intente suicidarse o algo así, ¿verdad?- preguntó JongHyun y Key asintió, mientras un horrible escalofrío le recorría el cuerpo.

-¡TaeMin jamás haría eso!- exclamó MinHo perdiendo los estribos. La sola idea de imaginar al pelirrojo muerto, le provocaba una opresión terrible en el pecho.

-¿Y quién nos lo garantiza, eh? DaeHyun hizo lo mismo, así que... ¿por qué estás tan seguro de que TaeMin no lo haría si cae en depresión?- rebatió Key y entonces MinHo comenzó a tiritar de rabia y miedo a la vez, mordiendo su labio inferior hasta hacerlo sangrar.

-¡Jodido metrosexual oxigenado y maricón! ¡detesto cuando tienes la razón!- lo maldijo el mandamás, para luego darse la vuelta y encaminarse dando zancadas hacia la salida de aquel sótano.

-¡Tranquilo, hermano! ¡nosotros nos encargaremos del cuerpo de Sung!- le gritó JongHyun justo antes de que MinHo cerrara la puerta detrás de sí.

-¿Nosotros? ¿por qué siempre me metes en tu cosas, perro?- espetó la Diva mientras sacaba una lima rosada de su bolsillo y comenzaba a limarse las uñas.- Lo único que yo haré, será comandar a los policías que vengan para llevarse el cadáver de mierda ese, nada más.- sentenció Key soplando sus uñas, para quitar el polvillo que provocaba la acción de limarlas.

...

El azabache caminó con más calma de lo normal, intimidando con su negra mirada a los reos curiosos que lo observaban desde lejos mientras cuchicheaban entre ellos. Todos en la prisión estaban hablando sobre lo sucedido recientemente en el sótano, y ya la mayoría estaba al tanto de que Sung había sido asesinado por el mandamás. Y nuevamente el causante había sido la pareja del mandamás, Lee TaeMin.

Cuando MinHo finalmente llegó a la celda que compartía con el pelirrojo, vio al susodicho fuera de la misma, apoyado contra las rejas y aparentemente estaba hablando con alguien, pues tenía el celular de Key sobre su oreja.

El mandamás deslizó su mirada hacia el interior de la celda, donde vio a dos guardias arrodillados y limpiando con productos desinfectantes la sangre del sector donde anteriormente había estado el cadáver de Kwang. Supuso que otros policías ya se habían llevado el cuerpo de aquel pobre diablo.

Entonces MinHo clavó nuevamente sus ojos sobre TaeMin y pudo notar lo demacrado que se veía su semblante, realmente le había afectado demasiado todo lo que vivió. Sin darle más vueltas al asunto, el azabache se acercó al pelirrojo y fue así como pudo escuchar parte de la conversación.

-¿Cuántas veces te lo tengo que repetir? yo-estoy-bien, o al menos todo lo "bien" que se puede estar en una situación como esta. La que en verdad necesita ayuda es mi mamá. Te lo ruego, pídele a tu padre que cancele ese viaje de negocios y regresa urgente a Seúl, quiero que le brindes todo tu apoyo y consuelo a mi madre, sé que debe estar destruida en estos instantes... y yo desde aquí no puedo hacer nada para ayudarla.- entonces TaeMin hizo una leve pausa, escuchando lo que le decía la voz del otro lado de la línea.-Lo sé HyunBin, yo también te quiero mucho y créeme que no sé lo que haría sin ti.- al oír esas palabras, MinHo se maldijo a sí mismo por sentir celos. Y es que joder, no era el momento para eso; además, seguro que TaeMin estaba hablando con algún familiar lejano o algo así.- Sí, está bien... después tocaremos ese tema, en verdad lo siento, nos hablamos luego. Vuelve pronto a Seúl y por favor... por ahora olvídate de mí, yo estoy bien, quien te necesita es mi mamá. Ajá, sí, muchas gracias HyunBin, adiós amigo.- cuando escuchó la palabra "amigo", MinHo automáticamente desechó la idea de que se tratara de algún familiar y nuevamente sus celos afloraron.

Los guardias terminaron rápidamente de limpiar la sangre que se encontraba en el suelo de la celda y una vez finalizado su trabajo, se largaron de allí llevándose con ellos todos los productos de limpieza que trajeron.

Una vez que los policías se fueron, TaeMin suspiró profundamente y guardó el celular del rubio en el bolsillo de su sudadera, después se lo devolvería. Pero por ahora, sólo deseaba hacerse ovillo en su cama y dormir hasta que el dolor que sentía disminuyera aunque sea un poco. Sin embargo, cuando dio media vuelta para ingresar a su celda, la mirada café del pelirrojo se encontró con la negra mirada del mandamás.

-¿MinHo? ¿qué haces aquí?- preguntó ladeando levemente su cabeza. El azabache simplemente se encogió de hombros, adelantándose e ingresando antes a la celda que ambos compartían.

-Me dieron ganas de dormir. Eso es todo.- le respondió en un susurro casi inaudible, no obstante TaeMin sí lo escuchó y no pudo evitar sonreír enternecido. Llevaba conviviendo con ese hombre más de un año y ya sabía leer lo que quería decirle entre líneas.

-¿Por qué no eres más sincero? lo que en verdad quisiste decir fue "durmamos juntos, Tae" ¿cierto?- como única respuesta, el mandamás chasqueó la lengua con molestia y asintió levemente con la cabeza.

-Entonces ven y durmamos juntos.- le ofreció TaeMin mientras ingresaba a su celda y agarraba la callosa mano del azabache. MinHo sentía que su mano era enorme en comparación con la pequeña mano del pelirrojo. Pero no importa porque eso le gustaba, todo en ese precioso mocoso le gustaba.

Los dos reos se acostaron en la cama de abajo, acomodándose en posición semi fetal para poder caber ambos. El mandamás se colocó detrás del pelirrojo y lo abrazó de forma protectora, brindándole a TaeMin el calor y la seguridad que tanto necesitaba.

Con el pasar de los minutos, las respiraciones de ambos fueron tornándose cada vez más lentas, pausadas y tranquilas, ninguno de los dos dijo absolutamente nada, simplemente permanecieron así, abrazados y envueltos en un cómodo silencio.

Hasta que finalmente llegó un momento, en el que el sueño les ganó y ambos cayeron en los brazos de morfeo. TaeMin agradeció poder dormir tranquilo, sin tener pesadillas relacionadas con sus hermanos. Pues en verdad necesitaba descansar con urgencia al menos un rato, ya que su mente no daba para más.

Ambos reos durmieron aproximadamente unas cinco horas y el primero en despertar fue MinHo, quien siguió abrazando a TaeMin y de paso se deleitó con el hermoso perfil durmiente que poseía el pelirrojo. El mandamás hundió su nariz entre los sedosos cabellos del menor e inhaló varias veces aquel olor a cítricos que tanto le gustaba. Luego de que pasaran unos treinta minutos más o menos, MinHo sintió a TaeMin removerse entre sus fuertes brazos, ya había despertado.

-Tu nariz en mi cabello me da cosquillas.- le dijo el pelirrojo mientras se reía bajito.

-Está bien, dejaré de oler tu cabello. Así que ahora vuélvete a dormir.

-Pero yo ya no tengo más sueño. Además, me gusta que huelas mi cabello.- le aclaró el menor y luego optó por pegar más su espalda al pecho del azabache.

-¿No quieres dormir más? entonces... ¿qué quieres hacer? ¿bañarte, comer o qué?- TaeMin no pudo evitar sonreír embelesado, pues era la primera vez que veía a MinHo actuar así, tan preocupado y colaborativo. Le hacía bien saber que aquel hombre frío se preocupara tanto por él. Lo ponía feliz, a pesar de todo lo malo que estaba viviendo.

-No, no quiero nada de eso, más bien quiero hablar.

-¿Hablar? ¿sobre qué?- luego de hacerle esa pregunta, el mandamás sintió cómo todo el cuerpo de TaeMin empezaba a tiritar entre sus brazos. Se notaba que estaba muy nervioso y MinHo creía saber el porqué.- o mejor dicho... ¿sobre quién quieres hablar?

-¿Sabes...? hasta ahora todo lo malo que me ha pasado ha sido, aunque de forma indirecta claro está, culpa de aquel chico al que tú amaste llamado DaeHyun.- al oír ese nombre, MinHo no pudo evitar estremecerse de pies a cabeza.- Yo jamás he sido una persona rencorosa y realmente creo que la sola idea de odiar a una persona que ya está muerta es absurda y ridícula. Pero aún así...

-No entiendo... ¿tú odias a DaeHyun?- le preguntó el azabache en un susurro casi inaudible. Y el pelirrojo pensó muy bien su respuesta antes de dársela.

-No lo odio, pero tampoco te voy a negar que sí siento una especie de resentimiento hacia su recuerdo.- comenzó a explicarle TaeMin, aunque obviamente jamás admitiría en voz alta que sentía celos del difunto.- Por eso creo que si tú me contaras un poco más acerca de ese chico... quizás pueda entenderlo mejor y entonces el resentimiento que siento en el fondo de mi corazón desaparezca por completo.

Luego de eso, el mandamás se quedó callado durante aproximadamente diez minutos, preocupando en demasía a TaeMin, quien se maldijo mentalmente pues pensó que ya la había regado. ¿Qué pensaba? ¿que MinHo aceptaría así como así contarle cosas acerca de su amado DaeHyun? ¡Por favor! Qué iluso había sido.

No obstante, de un momento a otro, el azabache dejó de abrazarlo, pasó por encima de él sin aplastarlo y salió de la cama. TaeMin pensó que quizás se había ofendido y se largaría de allí, dejándolo solo en esa fría celda.

Pero MinHo no hizo nada de eso, sino todo lo contrario. Se paró enfrente de la mesita de hierro que se hallaba al lado de la cama-litera y acercó su mano lentamente al único cajón que poseía la misma. TaeMin se percató de cómo el mandamás tragaba grueso, se notaba a leguas que todo esto le estaba costando y demasiado. Joder, ¿en serio le hablaría sobre aquel chico? ¡¿en serio?! Sin pensárselo dos veces, TaeMin se sentó sobre el borde de su cama y observó fijamente al mandamás.

-Él se llamaba Lee DaeHyun...- empezó a decir MinHo mientras abría finalmente el cajón de la mesita de noche, el menor se concentró en oírlo con atención.- Estudiaba Literatura y tenía tu edad cuando lo conocí. El mes que viene debería estar cumpliendo sus 23 años. Claro, debería, si aún siguiera con vida...- susurró con dolor mientras sacaba del cajón una pequeña caja metálica cerrada con llave, la cual siempre llamó poderosamente la atención de TaeMin. Más nunca intentó forzar su cerradura o algo así, porque ante todo él respetaba la privacidad del azabache.

-La única llave la tengo yo aquí.- le dijo MinHo mientras le enseñaba al otro su pulsera de plata, aquella que poseían los tres reos que mandaban dentro de esa cárcel: JongHyun, Key y MinHo; esas que el mismo rubio repartió entre ellos cuando aún eran unos niños.- Quítamela, TaeMin.- le pidió mientras estiraba su brazo y el menor asintió en silencio, mientras le quitaba la pulsera con cuidado de la muñeca.

Al tener la pulsera por primera vez entre sus manos, el pelirrojo la examinó mejor y se dio cuenta de que la misma tenía atada, en una de sus tantas argollas, una pequeña llave que TaeMin jamás notó antes. Entonces MinHo agarró mejor la pequeña caja y extendió su mano hacia donde el pelirrojo se encontraba sentado, pidiéndole en silencio la pulsera. El menor enseguida asintió y se la dio.

El mandamás aspiró una gran bocanada de aire antes de abrir la caja usando la pequeña llave atada a su pulsera y entonces TaeMin se sintió muy afortunado, porque supo que el azabache realmente le estaba abriendo su corazón como nunca antes lo había hecho. Le estaba permitiendo conocer parte de su pasado, como no se lo había permitido a nadie más que no sean JongHyun y/o Key. Pero lo haría, y sólo porque él se lo había pedido.

El azabache se sentó en el piso, justo enfrente de TaeMin y abrió la pequeña caja. Entonces el pelirrojo pudo ver lo que contenía la misma: una foto dada vuelta, una cadena de plata con un dije algo extraño que tenía forma de cruz pero con tres calaveras y un papel doblado de color algo amarillento, lo que le hacía suponer que era viejo.

-¿Qué es todo eso?- preguntó el pelirrojo en un hilo de voz y MinHo tardó unos cuantos segundos en responderle.

-Este papel doblado es la última carta que DaeHyun me escribió. Esta cadena es mía y el dije que posee es el símbolo de la organización llamada Paradise que lidero allá afuera. Ahora bien, en cuanto a esta foto... bueno es...- MinHo cogió la misma y su mano tembló por la simple acción de agarrarla. Una vez sacada la foto de allí, el mandamás guardó su pulsera en la caja y la hizo a un lado. Para luego entregarle la susodicha foto a TaeMin, quien la agarró aunque algo dudoso.

-Esta foto es de DaeHyun ¿verdad?- preguntó TaeMin en un susurró y tiritó al ver a MinHo asentir lentamente con la cabeza.

Joder, había esperado tanto tiempo para poder ver el rostro del ex amante de MinHo y ahora que al fin podía... le daba tanto miedo voltear la foto que tenía entre sus temblorosas manos.

Luego de unos interminables segundos de tensión e indecisión, el pelirrojo finalmente reunió el valor suficiente y se animó a darle la vuelta a esa foto, viendo finalmente el hermoso rostro que poseía el fallecido DaeHyun. Examinó el retrato durante unos dos minutos y entonces sus ojos se fueron abriendo cada vez más y más de forma progresiva.

-Él... él es... es...- TaeMin comenzó a tartamudear y MinHo asintió.

-Lo sé, joder. Sé que ustedes dos se parecen mucho, pero no es esa la razón por la cual yo...- el mandamás iba a seguir hablando, pero se calló cuando vio a TaeMin palidecer, tiritar y empezar a sudar frío.

-¡No lo entiendes! él es... Da... DaeHyun es...

-¡Joder! ¿por qué tanto suspenso? ¿es qué?- preguntó MinHo bastante exasperado.

-DaeHyun... tú viste... alguna vez viste... una marca de nacimiento en su hombro que tenía la forma de la cabeza de un gato, ¿la viste?- le preguntó TaeMin y la sorpresa reflejada el rostro del azabache fue respuesta suficiente para él. Eso era un sí.

-¿Co-cómo diablos sabes eso?

-Porque... porque DaeHyun era mi primo...

...Continuará...

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