Libertad
¡Acá les dejo un nuevo capítulo de UP <3 !
Este capítulo está dedicado para Barbie ♥ Amo leer tus comentarios locos a la madrugada jajaja gracias por darle amor a mi fic,linda. :D
...
—Todos en la prisión están comentando que el mandamás planea fugarse.— empezó a decir Joon mientras miraba el semblante pensativo de su pareja.—¿Crees que será esta noche?
—Sí, eso puedes darlo por hecho.— le respondió Onew mientras miraba fijamente al pelinegro.—Por algo MinHo me advirtió esta mañana que no fuéramos a cenar. Pasará algo gordo en el comedor, estoy seguro.
—Qué raro ¿verdad?
—¿Qué cosa es rara?
—Pues que haya sido el mandamás quien te avisó. Se supone que él te odia.— entonces Onew se encogió de hombros.
—Sí, MinHo me odia pero sabe que le salvé la vida a TaeMin en aquella ocasión cuando Kwang trató de matarlo. Así que... creo que su aviso ha sido una manera de saldar esa "deuda" que él sentía que tenía conmigo.
—Puede ser, eso ya tiene más sentido para mí.
Y entonces los dos reos permanecieron unos cuantos minutos en silencio. Joon estaba sentado en una silla algo oxidada enfrente de Onew, quien se hallaba sentado en la cama de abajo de la litera que poseía aquella celda. Entonces de la nada, una hermosa sonrisa iluminó el rostro del castaño y fue él quien rompió el silencio que se había formado.
—Ojalá puedan volver a encontrarse allá afuera y sea muy felices juntos.— comentó el castaño con esa linda sonrisa que tanto amaba el pelinegro. Joon frunció el ceño, sin entender lo que su pareja trataba de decirle.
—¿A quiénes te refieres?
—A MinHo y a TaeMin, por supuesto.
—¿Ya no te duele? Es decir, tú antes amabas al mandamás.— Onew negó con la cabeza y se levantó, acercándose lentamente a donde se encontraba el pelinegro sentado.
—Nunca amé a MinHo, fue una obsesión peligrosa lo que llegué a sentir por él pero no quería aceptarlo.— comenzó a explicarle mientras se agachaba y depositaba un tierno beso sobre los labios de Joon.—Lo que siento por ti es más parecido al amor, de hecho.
—Te protegeré, pollito.— juró mientras volvía a besar a Onew, aunque esta vez intensificando más el beso al introducir su lengua en la cavidad ajena. Una vez que separaron sus labios, el castaño le sonrió coqueto.
—Lo sé Joon, hasta ahora sólo tú has sido mi pilar. Gracias a ti he soportado todo y sigo en pie.
—Y seguiremos en pie como hasta ahora, los dos juntos.— entonces Onew se apartó y su semblante se oscureció un poco, estaba preocupado.
—¿Crees que la cosa se pondrá muy jodida luego de que MinHo abandone la Underground Prison?— preguntó el pollo mientras se sentaba sobre el regazo de Joon, dándole la espalda. El pelinegro suspiró profundamente y lo abrazó desde atrás, hundiendo su nariz en la clavícula del castaño.
—Sí, los reos van a ponerse agresivos y empezarán a luchar entre ellos para ver quién se convertirá en el nuevo mandamás.— el mayor sintió cómo el castaño comenzó a temblar entre sus brazos y le dio mucha ternura.
—Tengo miedo...— se sinceró Onew tiritando de forma involuntaria. Entonces Joon lo abrazó más fuerte, tratando de tranquilizarlo.
—Sé pelear muy bien y tengo fuerza, yo cuidaré de ti. No permitiré que nadie te haga nada, Onew.
—Lo sé Joon pero me da miedo que te hagan daño a ti también, así que por favor no te metas en peleas innecesarias ¿de acuerdo?
—De acuerdo, pollito.— asintió sonriendo mientras depositaba un beso en el cuello del castaño, quien se estremeció y gimió sin siquiera pensarlo. Llevaban unas cuentas horas sin hacerlo, así que quizás ya era hora de repetir.
Pero entonces, un fuerte estruendo se hizo escuchar por toda la prisión y Onew casi saltó del regazo de su pareja debido al susto que se llevó. Ambos se miraron a los ojos y se levantaron de aquella silla algo oxidada por el paso de los años.
—Eso sonó como una explosión ¿verdad?— preguntó Onew asustado y Joon enseguida asintió.
—Y vino desde el comedor.— entonces el castaño se adelantó hacia la salida y el mayor lo cogió del antebrazo.—¿A dónde crees que vas?
—Pues obviamente al comedor.
—¿Estás loco? Es demasiado peligroso.
—¡Pero necesito ver lo que pasó!— exclamó Onew soltándose del agarre y empezando a caminar por el extenso pasillo que lo llevaría directamente hacia el enorme salón. La verdad es que el pollo no solo sentía curiosidad por saber lo que había pasado en el gran comedor, sino que quería asegurarse de que a los amigos de TaeMin no les haya pasado nada malo. Pero prefería no decírselo a su pareja, porque seguramente Joon le diría algo como "no debes preocuparte por el resto, solo por ti y por mi"
Joon, luego de poner sus ojos en blanco y suspirar resignado, se apresuró en acompañar a Onew para evitar que cometiera alguna estupidez y asegurarse de que no le pasara nada malo.
Durante el trayecto, vieron a varios enfermeros correr mientras trasladaban en camillas a varios reos desfigurados, sanguinolentos y chillando de puro dolor, algunos incluso estaban tan tiesos que hasta daba la impresión de que ya habían muerto. Era una escena tan escalofriante que le helaría la sangre a cualquiera.
Onew no pudo evitar apartar la mirada mientras seguían caminando, pues le sentó muy mal ver a aquellos tipos así y Joon por su parte estaba sorprendido del alcance del poder que tenía MinHo, porque estaba seguro de que fue el mismo mandamás quien mandó a hacer todo ese alboroto para facilitar así su escape. A ese hombre despiadado no le importaba matar a quien sea necesario con tal de satisfacer sus propios intereses, MinHo realmente aplicaba esa frase tan cliché de "el fin justifica los medios". Y Joon en serio estaba agradecido con el mandamás, por haberle advertido esta mañana a Onew que no fueran a cenar esa noche. Porque de haber ido, seguramente ambos estarían en el lugar de esos desdichados reos que pasaban a sus costados en esos momentos.
Cuando finalmente llegaron al comedor, vieron con horror aquel espeluznante panorama: varios reos muertos, muchos otros severamente heridos y la mayoría se encontraba tiritando aturdidos, a causa del susto de muerte que se llevaron al presenciar semejante explosión. Los enfermeros no daban abasto, así que muchos guardias y reos sanos ayudaron a colocar a los internos lastimados encima de las camillas para llevarlos a la enfermería y tratar allí de salvar sus vidas. A los que ya estaban muertos directamente los ignoraban pues no eran prioridad en esos momentos, ya luego se encargarían de identificarlos gracias a los números que tenían estampados en sus camisetas y les avisarían a sus familiares (si es que tenían) que habían fallecido de forma accidental. Las paredes de aquel comedor antes blancas ahora se encontraban negras debido a la explosión, muchas mesas estaban dadas vuelta, sillas rotas por doquier y comida regada por todo el suelo. Muchos reos perdieron la compostura debido al "accidente" y empezaron a gritarle a los policías, exclamando enojados que en esa cárcel se habían violado muchos de sus derechos humanos y que querían que les dejaran en paz, entonces los guardias tuvieron que intervenir para calmarlos. Los policías golpearon a varios internos pero estos sólo se calmaron cuando un guardia disparó al piso y les advirtió que que no dudaría en llenarles las cabezas de plomo si seguían con sus tonterías.
—Dios mío, MinHo sí que se salió con la suya...— dijo Onew en un hilo de voz casi inaudible mientras tapaba su boca con la palma de su mano, conmocionado por la escena que estaba presenciando. Sin embargo, enseguida espabiló y buscó desesperado con su mirada a los amigos de TaeMin, rogando porque no les hayan alcanzado la terrible explosión. Suspiró aliviado cuando los vio sanos y salvos, ayudando a los enfermeros a colocar a los reos heridos encima de las camillas.
—Seguramente el mandamás armó todo este alboroto para poder escapar.— susurró Joon y más que una suposición, sonó como una afirmación. Onew simplemente asintió y entonces pensó que quizás acercarse a los antiguos amigos de TaeMin no era una mala idea, después de todo parecían gente de fiar y se venían tiempos difíciles dentro de la Underground Prison, tiempos en lo que será mejor tener más aliados y menos enemigos.
—Vamos a ayudar.— sentenció el castaño mientras se encaminaba hacia donde se encontraban Bae y los demás ayudando a los enfermeros. Joon enseguida frunció el ceño disgustado.
—Onew, ya te dije que no tenemos que meternos en los asuntos que no nos incumben.— refunfuñó el pelinegro.
—Y yo ya te dije que no sobreviviremos tú y yo solos aquí dentro, así que tenemos que abrirnos te guste o no.— le respondió el pollo sin dejar de caminar y entonces Joon puso sus ojos en blanco pero al final cedió y siguió a su pareja aunque a regañadientes.
...
Mientras tanto en otra parte de aquella prisión, más específicamente en el enorme sector donde se acumulaban todos los desechos que producía aquella penitenciaría; el trío de reos se encontraba poniéndose los guantes de látex y barbijos con prisa mientras veían cómo las compuertas se terminaban de abrir por completo.
—Ahí ya viene Karin.— señaló MinHo mientras veía al enorme camión recolector acercarse a lo lejos lentamente hacia las compuertas que ya se encontraban abiertas de par en par.
—Mierda Key, ¿qué tanto haces con tu jodido celular?— preguntó JongHyun de mala gana. El rubio no le prestó atención y siguió tecleando tan rápido como sólo él podía hacerlo sobre la pantalla táctil de su móvil.
—¡Ponte bien el maldito barbijo y deja esa mierda, que ya viene Karin!— exclamó MinHo enojado y entonces Key lo fulminó con su mirada.—Juro que si te estás sacando una puta selfie en un momento como este, patearé tu culo.
—¡Lo que estoy haciendo es salvar nuestros culos, imbécil!— le gritó la diva mientras terminaba de teclear y se colocaba bien el barbijo.
—¿A qué te refieres?— preguntó el castaño mientras se dirigían los tres juntos hacia el exterior, era de noche así que todo estaba a oscuras. Aquel frío y repugnante lugar se encontraba alumbrado apenas por unas dos o tres luces.
—La bomba logró despistarlos un rato pero no fue suficiente, varios guardias están tratando de llegar aquí a través del ascensor que antes usamos nosotros.
—¡Mierda!— exclamó el mandamás, realmente odiaba que las cosas no salieran como él las había planeado.
—No te preocupes, ya lo resolví.— dijo Key y entonces una sonrisa ladina surcó su bello rostro.—Ahora mismo esos policías se encuentran bajando y subiendo dentro del elevador, no llegarán aquí a menos que yo así lo quiera.— al oír esto último, tanto MinHo como JongHyun abrieron sus ojos sorprendidos.
—¿Eso quiere decir que tú...?— el azabache no necesitó terminar la pregunta, pues el rubio enseguida asintió.
—Hace tiempo almacené en mi base de datos las combinaciones de las teclas de todos los ascensores que tiene esta prisión. Porque sabía que algún día las necesitaría. Así que puedo manejarlos a todos a través de este pequeñin.— les explicó señalando su celular. Entonces JongHyun sonrió orgulloso de su diva; cuando ellos iban, Key ya había ido y venido, por eso lo amaba tanto porque su rubio era simplemente imparable.
—Joder diva, a veces se me olvida que eres un excelente hacker.— soltó MinHo con una sonrisa adornando su varonil semblante. Key le devolvió la sonrisa y suspiró aliviado.
—Ya es hora de irnos.— sentenció el rubio mientras señalaba el camión que conducía Karin, quien le dio la vuelta al mismo con una buena maniobra para dejarles a ellos tres el paso libre y que pudieran subirse al remolque que se supone cumple la función de recoger la basura. Al ver que el interior estaba efectivamente repleto de desechos, la diva reprimió una arcada pero se resignó pues sabía que esa era la única forma que tenían para escapar de esa prisión.
—Sí, andando.— prosiguió MinHo, quien fue el primero en subirse al interior de aquel remolque y enseguida le siguió JongHyun. Key fue el último de los tres en subir y los otros dos tuvieron que jalarlo un poco pues al rubio en serio le daba asco pisar esos repugnantes desechos.
Entonces el camión recolector comenzó a andar, alejándose poco a poco de aquella prisión subterránea. El trío se miró entre sí y sonrieron aliviados, a pesar de hallarse metidos entre la maloliente basura ellos en serio estaban felices, porque al fin habían logrado salir al exterior luego de permanecer tantos años encerrados allí dentro ¡carajo, por fin eran libres!
Sin embargo su felicidad no duró demasiado, pues enseguida escucharon fuertes pasos y entonces volvieron a mirar hacia el interior de la prisión. Entonces se dieron cuenta que varios guardias ingresaban al enorme sector en el que ellos tres habían estado anteriormente. Key enseguida miró la pantalla de su celular y negó varias veces confundido.
—No entiendo, el ascensor sigue sin funcionar. Es imposible que hayan podido subir hasta allí.
—Debe existir alguna escalera oculta que nosotros no conocíamos. — dedujo rápidamente JongHyun y la diva asintió, pues ciertamente esa era la explicación más lógica en esos momentos.
—MinHo, ¿tienes la pistola que el guardia te dio?— preguntó Key y el azabache enseguida asintió.
—Sí pero ¿para qué serviría? sólo tiene tres balas y han venido mucho más que tres guardias.
—No es para eso ¿ves ese interruptor rojo que está a la izquierda de la compuerta?
—Ajá, ¿qué pasa con eso?
—Si le disparas, la compuerta se cerrará automáticamente y los guardias no podrán salir para joder nuestro escape.
—¡Espera! ¿en serio crees que le dé al interruptor desde esta distancia, con esa pistola y a oscuras?— preguntó un escéptico JongHyun.
—No me subestimes, hermano.— empezó a decir MinHo mientras sacaba la pistola del elástico de su pantalón, le quitaba el seguro y se concentraba en enfocar mejor su mirada, no sería fácil darle justo al interruptor pues se encontraban a oscuras y a una distancia considerable pero él confiaba mucho en sus habilidades. Y sobre todo en su puntería.
Un disparo conciso y preciso fue más que suficiente, le dio justo al interruptor rojo y entonces las enormes compuertas se cerraron de forma automática, dejando a los policías atrapados dentro de la prisión y sin posibilidad de frustrar la huida del trío de reos. El azabache sonrió victorioso, Key chilló más eufórico que nunca y JongHyun le dio un abrazo fraternal al más alto, sintiéndose mal consigo mismo por haber dudado por unos segundos de la excelente puntería que sin lugar a dudas poseía MinHo. El ex mandamás de la prisión que acababan de abandonar correspondió al abrazo del castaño y miró el cielo nocturno estrellado con una sonrisa sincera adornando su rostro.
—Cada vez estoy más cerca de tenerte de nuevo entre mis brazos, TaeMin...
...
Mientras tanto en la ciudad de Seúl, en una de las tantas habitaciones que posee la mansión de HyunBin y más específicamente en el cuarto que TaeMin comparte con su madre; el pelirrojo se encontraba acomodándose para dormir en su cama y HaNeul se hallaba recostada en la suya.
TaeMin llevaba dos semanas entrenando en el gimnasio de Karin. La primera vez que pisó ese lugar, le dio muchísimo miedo porque estaba repleto de tipos fornidos que tenían un estilo parecido a los que le habían robado recientemente y ellos al verlo lo analizaron de forma incómoda. Por suerte llegó Karin para salvarlo y echó a esos hombres con mala pinta que según ella eran "alumnos" suyos, para enseñarle a él solo y que así el pelirrojo consiguiera estar más a gusto.
Hasta ahora, Karin no le había enseñado nada de defensa personal ni a cómo pelear. Simplemente lo hacía correr hasta perder el aliento y le exigía trabajar su cuerpo con ejercicios localizados, porque según ella estaba muy debilitado producto de la vida sedentaria que llevaba. El pelirrojo poseía un cuerpo muy delgado, sí, pero no tenía músculos bien trabajados y hasta correr demasiado le cansaba en exceso. Sólo entonces TaeMin se dio cuenta de cuánto lo había sobreprotegido MinHo en la prisión, pues él en verdad nunca aprendió nada de cómo defenderse allí dentro en todo el año que estuvo encerrado. Siempre que necesitó ayuda Key, JongHyun o MinHo aparecían para salvarlo. Y eso debía parar, él tenía que esforzarse para convertirse en un hombre fuerte e independiente.
—Mierda, cómo duele.— se quejaba TaeMin en voz baja mientras terminaba de acomodarse sobre el mullido colchón.
Y es que aún después de llevar dos semanas entrenando su cuerpo sin descanso, le seguía doliendo todo. Karin le aclaró que le dolería hasta que su cuerpo se acostumbrara, así que no le quedaba de otra más que soportarlo hasta que pasara. HaNeul notó la incomodidad de su hijo y arrugó el ceño, odiaba ver a su niño sufrir.
—TaeMin... sé que le estás echando muchas ganas al ejercicio pero por favor no te sobreesfuerces.— entonces el pelirrojo hizo caso omiso al dolor que sentía y miró a su madre, regalándole la más linda de sus sonrisas.
—Estoy bien mamá. Quiero hacerme muy fuerte, lo suficiente como para protegerlos a ti y al bebé.— al oír eso último, HaNeul se sorprendió y enseguida agachó la mirada melancólica.
—TaeMin... ya hemos hablado de eso.— comenzó a decir mientras colocaba su mano encima de su prominente vientre.—Tendré al bebé pero lo daré en adopción. Simplemente no puedo criarlo, hijo. Sería como verle la cara al asesino de HeA y EunJi todos los días de mi vida, no lo soportaría.
—Ni siquiera sabes si tendrá o no la misma cara de su padre.— le cortó enseguida el pelirrojo, bastante malhumorado. Él en serio sentía que ya amaba a su hermanito, ni en sueños lo abandonaría a su suerte en un orfanato.
—¡Eso lo dices porque tú no viste la cara de ese hombre, yo sí!— exclamó HaNeul conteniendo las lágrimas y TaeMin se mordió la lengua. No debió haberle hablado mal a su mamá, menos sabiendo el delicado estado mental que poseía la mujer en esos momentos.—No importa si se parecen o no, siempre que vea los ojos del niño veré al asesino de mis hijos.
—Mamá... cuando nazca le cogeremos cariño al bebé, ya lo verás.
—Basta ya, TaeMin. No quiero seguir hablando de esto.
—De acuerdo, lo siento...— se disculpó el pelirrojo en un susurro mientras terminaba de acomodarse mejor sobre su cama y suspiraba profundamente.
Como cada noche desde que abandonó la Underground Prison, seguramente le costaría horrores conciliar el sueño. Y es que las noches para él se habían vuelto interminables y tan frías ahora que no tenía a MinHo abrazándolo por detrás, transmitiéndole a través de sus fuertes brazos la seguridad y el calor que TaeMin tanto extrañaba. Pero bueno, con el tiempo supongo que terminas por acostumbrarte a la frialdad que representa el dormir solo.
—Mañana es sábado, deberías salir con Cheonsa para despejarte un poco.— HaNeul cambió drásticamente de tema para no seguir hablando de aquel bebé que no deseaba criar.
—Pero ¿y tú?
—Yo estaré bien y cualquier cosa que necesite se lo digo a MinA.— MinA era una mucama muy amable y servicial que trabajaba para la familia de HyunBin. HaNeul se llevaba muy bien con ella.
—Está bien mamá, se lo diré a Cheonsa ahora mismo.— dijo TaeMin con una sonrisa de oreja a oreja mientras agarraba su celular y le enviaba un mensaje a través de WhatsApp a su mejor amiga.
Y hablando justamente de Cheonsa, TaeMin no había podido convencer a su amiga para que vaya y entrene con él en el gimnasio de Karin. La azabache le insistía al pelirrojo a diario para que convenciera a su amiga de ir allí para intentarlo por lo menos una vez. Pero Cheonsa decía que le daba mala espina Karin... así que a TaeMin no le quedaba de otra más que seguir insistiendo. A él en serio le hacía mucha ilusión poder entrenar junto con su mejor amiga y volverle más fuertes ambos.
—TaeMin...— comenzó a hablarle nuevamente la mujer una vez que el pelirrojo terminó de enviarle aquel mensaje a la pelinegra.
—¿Sí?
—¿Puedo hacerte una pregunta? Pero por favor no te enojes, sabes que odio meterme en tus cosas.
—Claro mamá, con confianza.
—¿Quién es MinHo?
Entonces la sonrisa de TaeMin desapareció, parpadeó repetitivas veces sin poder creer la pregunta que acababa de hacerle su madre, su celular resbaló de entre sus manos y cayó sobre el mullido colchón.
Estaba en shock y no sabía qué decir, todas las imágenes de los momentos que vivió junto con MinHo invadieron su mente y entonces empezó a hiperventilar. Él lo que menos deseaba era hablarle a su mamá sobre el azabache, porque hacerlo significaba por consiguiente contarle la verdad, que ella no se había metido con un asesino de casualidad sino que en realidad toda la culpa fue de MinHo y en parte también de él mismo por haber sido un egoísta. Lo admitía, era un cobarde y no quería decirle la verdad a su madre. Le aterraba la idea de tener que cargar con el posible rencor que su madre podría llegar a sentir por él, si se llegaba a enterar de cómo en realidad pasaron las cosas.
"¿Qué hago...?"
...
...
Era sábado por la noche y las luces artificiales iluminaban la inmensa ciudad de Seúl. Los autos iban y venían, muchos coreanos se hallaban vestidos de forma estrafalaria y la mayoría de ellos se dirigían a clubes nocturnos, para divertirse y beber alcohol hasta altas horas de la madrugada. Una sociedad extremadamente consumista, como la mayoría de las sociedades en estos tiempos modernos.
Mientras la gente normal se divertía, la mayoría de los gángsters que formaban parte de la organización que MinHo lideraba se encontraban trabajando. Bueno, no todos, algunos cuantos estaban tomando alcohol y pasando el rato porque según ellos ya habían trabajando demasiado el día anterior.
Justo en esos momentos, cuatros gánsters se encontraban tomando alcohol sobre una mesa redonda, jugando al poker y charlando dentro de un enorme galpón, el cual se hallaba bastante alejado de la urbanización por una cuestión de seguridad y el cual de hecho desde afuera parecía abandonado. Ese galpón pertenecía a Paradise y era uno de los tantos lugares que poseía dicha organización criminal.
En medio del juego de poker, el celular de un gángster calvo y de aspecto aterrador comenzó a sonar. El tipo dejó las cartas sobre la mesa y revisó el mensaje que acababa de llegarle, era de su jefa. Cuando terminó de leerlo chasqueó la lengua y rodó los ojos, ni modos, ya luego seguirían con el juego.
—Chicos, tenemos trabajo que hacer.— avisó a sus compañeros ese hombre que era calvo, tenía el cráneo repleto de horribles cicatrices, su alto y fornido cuerpo se encontraba repleto de tatuajes y en verdad tenía pintas de ser un matón. Tiró algo malhumorado su celular al otro extremo de la mesa redonda.
—¿Qué tenemos que hacer ahora?— preguntó otro tipo con las mismas pintas matón mientras se llevaba un vaso lleno de ron a la boca.
—En el valle del diablo han ido unos sujetos a molestar a las chicas e incluso se han peleado con clientes.
—¿Debemos matarlos?— preguntó un tercer tipo de forma casual, como si estuviesen hablando del clima. Incluso una sonrisa divertida adornó su rostro.
—Amenazarlos o matarlos, da igual. El caso es que deben dejar de ir a molestar allí, porque los clientes se están quejando.
—¿Y si mejor los usamos para hacer dinero? digo, los órganos están caros estos días.— habló el cuarto con aire socarrón.
—No seas imbécil Rain, los órganos de gente así seguro están más podridos que tú.
—Buen punto.— susurró el tal Rain entre risas, bebiendo un largo trago de ron.—Por cierto, ¿fue Karin quien lo ordenó?
—¿Y quién más sino ella?
—Es que dicen que MinHo ha logrado salir de la Underground Prison.— agregó Rain, cuyos ojos brillaron ilusionados.
—¿Estás de coña, cierto?— preguntó otro tipo, atragantándose con su propia bebida al oír eso último. Obviamente le tenía miedo al azabache y no le hacía ni puta gracia que regresara.
—Eso es sólo un rumor.— sentenció otro gánster estrellando su puño contra la mesa en la que los cuatro estaban sentados bebiendo.
—Rumor o no, dentro de un rato nos iremos al valle del diablo y haremos desaparecer a esos tipos.— ordenó el calvo, quien se notaba tenía la autoridad en ese pequeño grupo.
—Estoy harto de seguir las órdenes de esa odiosa mujer.— susurró Rain terminando de beber el ron que contenía su vaso.—¿Cuánto tiempo más se tardará MinHo en salir de esa cárcel? y además... ¿por qué dejó que lo metieran allí en primer lugar?
—Dicen que fue porque tenía asuntos importantes que atender ahí. Pero yo no me la creo.— le contestó un reo entre dientes.
—La única que lo sabe es Karin. Pero todos sabemos cómo es esa mujer, jamás dirá una sola palabra al respecto. Creo que quiere más a MinHo de lo que se quiere a ella misma.
—Por eso me cae tan mal. Es una puta mezquina.— se quejó Rain cruzándose de brazos.
—Pero bien que esa puta mezquina te dio la paliza de tu vida cuando trataste de "darle una lección".— le recordó el calvo sólo para hacerlo enojar.
—¡Joder, que estaba desprevenido! pero en serio, me da tanta impotencia recibir órdenes de una mujer. Siempre he tenido curiosidad de conocer a MinHo ¿cómo es él?— preguntó Rain con curiosidad, pues él se había unido a Paradise hacía apenas medio año y MinHo llevaba encerrado en la prisión casi cuatro años, así que obviamente no lo conoció.
—Es el diablo en persona, créeme cuando te digo que no quieres conocerlo.— susurró el calvo entre risas.—Me dio una tremenda paliza cuando me quise revelar ante él. Así como Karin te la dio a ti cuando intentaste hacerlo, sólo que MinHo no tuvo tanta piedad conmigo como ella sí la tuvo contigo.
—¡Joder, deja de bromear! Tú eres imparable, una mole humana. Nadie ha podido darte siquiera un solo golpe.— dijo Rain sin poder creer lo que oía. Ese calvo peleaba como ninguno, él mismo lo había visto en acción. No obstante, el tipo sonrió mostrándole sus dientes de oro y negó con la cabeza.
—Nadie a podido vencerme, salvo MinHo. ¿Ves estas horribles cicatrices que tengo en el cráneo?
—Sí... siempre quise hacerte la pregunta de cómo te las hiciste pero nunca me atreví.
—Se las hizo el jefe con una navaja hace seis años. Para recordarle cuál era su lugar.— le reveló otro gánster a Rain, terminando de tomar su bebida alcohólica.
—¿Lucharon con navajas?— preguntó con el ceño fruncido, eso explicaría un poco el por qué la mole había perdido, ya que quizás ese tal MinHo tenía mejor habilidad usando la navaja. Pero Rain se sorprendió al ver que el gigante de dos metros negaba nuevamente.
—Fue una pelea limpia, ambos sólo usamos los puños. E Incluso...
—¿Incluso?
—Al final, cuando yo ya estaba medio moribundo. MinHo sacó del bolsillo de su pantalón una afilada navaja y yo en serio me asuste, pensé que iba a matarme. Pero no, me la lanzó y me dijo que tratara de matarlo con eso.
—¡¿Estás jodiéndome?!
—Claro que no, es en serio. Entonces yo traté de hacerlo, pero con navaja y todo, él me volvió a ganar con facilidad. Luego de haberme dado la paliza de mi vida, agarró esa misma navaja con la cual yo no pude hacerle si quiera un mísero rasguño y me hizo todo esto en el cráneo, sin titubear ni una sola vez y haciendo caso omiso a mis gritos de dolor.
—¿Lo odias por eso?— preguntó Rain, quien aún no podía salir de su estado de estupefacción.
—No, de hecho todo lo contrario, le guardo un inmenso respeto y le estaré eternamente agradecido. Él pudo haberme matado en ese preciso momento por mi osadía y no lo hizo, decidió ofrecerme una nueva oportunidad. Por eso me he encargado de ayudar a Karin durante todo este tiempo y darle una lección a todos los nuevos que se suman a Paradise y que no tuvieron "la dicha" de conocer al jefe. Todos ellos se hacen los chulos simplemente porque no lo conocieron y al menos mientras yo esté presente, no permitiré que le falten el respeto a MinHo.
—Qué conmovedor discurso, mole.— una voz firme, fría y autoritaria retumbó por todas las paredes de ese enorme galpón.
Los cuatro gánsteres que estaban allí sentados giraron sus rostros y entonces vieron a Karin y a un imponente azabache parado al lado de ella. Estaban en el segundo piso de aquel galpón, al cual por fuera sólo se podía acceder a través de la puerta de atrás que poseía aquel enorme refugio y cuya llave sólo poseía Karin.
—Tan conmovedor que me dieron ganas de vomitar.— acotó JongHyun, quien se dejó ver al salir de entre las sombras junto con Key.
—Joder... entonces era cierto, hijo de puta ¡en serio has vuelto!— exclamó el calvo con una enorme sonrisa dorada.
Los otros tres gánsters estaban increíblemente sorprendidos. Ni siquiera los habían escuchado entrar al galpón por estar tan malditamente inmersos en su propia conversación. El azabache los vio a todos y su intensa mirada negra se centró en Rain, quien no pudo evitar sonrojarse y al darse cuenta de que lo hizo, se maldijo a sí mismo.
—La única cara nueva que veo es la de ese niñato.— susurró el ex mandamás y entonces Rain pasó de estar sonrojado a estar enojado.
—¡¿A quién carajo le dices niñato, hijo de la gran pu...?!— pero no pudo terminar la frase porque uno de sus compañeros le tapó la boca con sus manos.
—¡Más respeto, imbécil! ¡que él es MinHo!
Al oír aquel nombre, Rain abrió sus ojos de forma desmesurada y entonces el otro gánster lo soltó. Las manos del novato cayeron lánguidas a sus costados. ¿En serio ese tipo era Choi MinHo? ¿la leyenda de los barrios bajos? ¿el invencible? ¿el jefe de Paradise? no lo podía creer.
—¿Eres un novato? ¿cuánto tiempo llevas en Paradise?— preguntó MinHo con una voz tan fría que helaba la sangre mientras bajaba por las escaleras al primer piso junto con Karin, JongHyun y Key...
...
...Continuará...
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