Key, alias la diva
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-¿Es cierto lo que dicen, Taeminnie?- preguntó Bae mientras ingresaba a la celda que ambos compartían. El pelirrojo, quien se hallaba sentado en su cama leyendo un libro, levantó su mirada al oír la pregunta de su amigo.
-¿De qué hablas, Bae?
-Pues se está difundiendo en la prisión que MinHo golpeó a un reo que trató de abusar de ti, ¿es verdad?- le cuestionó nuevamente. TaeMin al oír aquello, arrugó su pequeña nariz con desagrado recordando el incidente del día anterior, luego de unos segundos le respondió.
-Sí, es cierto.
-¿Y por qué no me lo dijiste antes, Taeminnie?- le reprendió preocupado mientras se acercaba a su cama y se sentaba en el borde de la misma, mirándolo fijamente. TaeMin se sintió mal por no haberle contado antes sobre ese incidente a su compañero, ya que se notaba que estaba sinceramente preocupado por él.
-No te dije nada porque no quería preocuparte.
-¡¿Qué no querías preocuparme?! ¡mira si algo malo te pasaba! es la última vez que sales solo, la próxima te guste o no te acompañaremos Jung, Chin o yo, ¿entendido?- al oírlo hablar como un padre sobreprotector, el pelirrojo no pudo evitar sonreír, se sentía bien sentirse protegido dentro de aquel lugar tan hostil y frío.
-De acuerdo Bae, muchas gracias.- le agradeció con una sincera sonrisa que el otro le devolvió.
-No tienes porqué dármelas. Pero ahora sí, cuéntame específicamente qué te ocurrió anoche.- demandó saber y el pelirrojo suspiró. Cerró nuevamente su libro y miró fijamente a los ojos del castaño.
-Anoche me dirigí a la biblioteca para devolver el libro que había terminado de leer, fui solo porque no quería despertarte, lo devolví sin problemas y luego me propuse volver aquí. Sin embargo, en el trayecto de regreso un reo grande y asqueroso se me cruzó en el camino, me di cuenta que fue el mismo que trató de violarme el primer día que llegué a esta prisión, hecho del cual por supuesto tú tampoco te enteraste nunca. El caso, es que ese sujeto me sonrió de forma pervertida y entonces yo traté de huir, pero él me agarró y me arrastró hacia una oscura celda, en donde habían otros tres hombres más esperándonos, realmente pensé que iba a morir en ese momento.- TaeMin hizo una pausa y se estremeció al recordar lo asustado que estuvo el día anterior.-No obstante, ellos ni siquiera llegaron a violarme porque... MinHo apareció, los amenazó a todos y golpeó al tipo que me tenía sujetado. Los otros tres se disculparon, juraron nunca más ponerme un dedo encima y luego simplemente huyeron con su amigo inconsciente. Después de salvarme MinHo...- entonces TaeMin hizo una nueva pausa, pensando en si debía o no decirle la verdad a su amigo, quien se le quedó mirando expectante esperando que continuara.
-¿Luego de salvarte MinHo...?- lo animó a seguir. TaeMin al final decidió creer en su amigo y contarle la verdad.
-Después de eso MinHo me dijo que si quería mantenerme a salvo aquí dentro y que ningún reo me violara, entonces tendría que aceptar ser... suyo. Y a cambio él me brindaría protección.- finalizó abriendo otra vez su libro, retomando así su lectura como si nada, aunque dentro de él todo estuviera hecho un caos. Bae al oír esto último, apretó sus puños enojado.
-¡Ese maldito! ¿qué se cree, que puede tener todo sólo con chasquear los dedos porque es el mandamás de este lugar? ¡bastardo egoísta!- gritó encolerizado y entonces TaeMin colocó una mano sobre su hombro, para tranquilizarlo.
-Cálmate Bae, todo estará bien.- le dijo con una sonrisa adornando su rostro.
-Pero Taeminnie... es injusto, tú no eres gay y MinHo está usando trucos sucios para obligarte a que hagas lo que él quiere.- el pelirrojo asintió con la cabeza y apretó fuertemente el libro entre sus manos.
-Lo sé, pero está muy equivocado si piensa que poniéndome como señuelo su disque "protección", yo morderé el anzuelo como todas esas perras suyas que seguramente lo habrán hecho.- dijo entre dientes y su compañero de celda se le quedó mirando con preocupación.
-¿Entonces en serio vas a rechazarlo?
-Por supuesto que sí.- sentenció el pelirrojo sin vacilar un solo segundo.-Si MinHo cree que yo seré su puta personal sólo para que él me "proteja", pues está muy, muy equivocado.-Bae sonrió orgulloso al oírlo decir eso, pues sabía que lo que a TaeMin le sobraban eran agallas. Sin embargo, también sabía que el mandamás de aquella prisión era capaz de matar a TaeMin si éste lo rechazaba así como así.
-TaeMin, estoy de acuerdo contigo pero... también tienes que pensar en cómo reaccionará MinHo sí tú simplemente lo recha...- sin embargo, el pelirrojo no lo dejó terminar la oración.
-No me importa cómo reaccionará, Bae. No me importa si me golpea, si me manda a matar o incluso si me viola. Gritaré, lo maldeciré, lo morderé, haré de todo lo que esté a mi alcance para poder defenderme aunque sea inútil... pero jamás entraré voluntariamente a su puta cama, prefiero morir a tener que entregarme a alguien tan ruin como él y como toda la basura que hay en esta maldita cárcel.- entonces TaeMin vio la tristeza reflejada en los ojos de Bae y sintió que era la peor escoria del mundo, pues sin pensarlo, llamó "basura" a su amigo. Por lo que tomó las manos del castaño entre las suyas y le sonrió.-Perdona lo que dije, no todos son así, pero sí la gran mayoría. Gracias a Dios tú, Chin y Jung sí son buenos.- entonces Bae le devolvió la sonrisa y asintió con la cabeza.
-De acuerdo Taeminnie, yo te apoyaré en lo que sea que elijas, sólo espero que no te pase nada malo.- le dijo en un hilo de voz entristecido.
-Ya, vamos a comer que muero de hambre.- justo en ese momento, escucharon cómo la campana que indicaba la hora del almuerzo empezaba a sonar.-¿Lo ves? soy un adivino, andando.- luego de decir aquello, TaeMin se levantó de su cama, dejó el libro en la mesita de lutodaambos reos se encaminaron hacia el gran comedor para almorzar.
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-JongHyun, deja ya de ladrar tanto ¿acaso estás en tus días, perrita?- se burló el rubio del más bajo y éste enseguida lo fulminó con su mirada.
-¡Cállate de una maldita vez!- le gritó enojado y con su mandíbula muy tensa.-Juro que haré picadillo al imbécil que se atrevió a llevarse MIS pesas del puto gimnasio.- sentenció entre dientes mientras hacía crujir los nudillos de sus fuertes manos.-Lo haré llorar.-Key suspiró aburrido, siempre era lo mismo con el troglodita de JongHyun.
-Que yo sepa esas pesas no tenían tu nombre escrito en ellas.- dijo el más alto con un tono aburrido y el otro bufó hastiado.
-Si yo las uso, es porque son mías. Así de simple.- dijo sin más mientras Onew y MinHo caminaban a su lado y guardaban silencio. Ellos dos ya sabían que no valía la pena tratar de razonar con JongHyun, porque él vería la manera de demostrar que tenía la razón y siempre se quedaba con la última palabra.
-Ya te lo dije perrito, si te sigues quejando así todos los días, tendrás arrugas antes de cumplir 30.- le recordó el rubio mofándose de él.
-¡Ja, para lo mucho que me importa! ¡¿y cuántas veces tendré que repetirte que dejes de tratarme como un perro?!- Key se rió divertido.
-Ya me acostumbré a tratarte así. Así que ahora te aguantas.- el castaño gruñó.
-Tienes suerte de que esté de buen humor, porque de lo contrario yo...- JongHyun trató de amenazar al rubio. Sin embargo, el susodicho sólo se burló ante la supuesta "amenaza".
-¿De lo contrario qué, perrito? ¿me vas a insultar, me vas a golpear?- comenzó a preguntarle divertido.-¿O será que quizás... me darás duro por el culo toda la noche?- las mejillas de JongHyun se sonrojaron al instante de oír aquello y desvió su mirada hacia otro lado.
-¡No seas estúpido! ¡yo no soy como tú! ¡¿cuántas veces debo decirte que soy heterosexual?!- exclamó enojado. Key se carcajeó un rato y luego le contestó.
-Pero estamos en una cárcel sólo para hombres y todos aquí tenemos nuestras necesidades.- explicó mientras veía sus lindas uñas.-Hay que encontrar la manera de saciarlas de algún modo ¿verdad, chicos?- les preguntó a Onew y a MinHo.
-Sí.- respondió al unísono la pareja. JongHyun simplemente gruñó de nuevo.
-Para eso está la mano.- espetó refiriéndose obviamente a la masturbación. Entonces el rubio sonrió ladino y se acercó a él para susurrarle al oído lo siguiente.
-Tienes razón, ya me imagino todas las cosas sucias que podrías hacerme con esas manos fuertes que tienes.- automáticamente JongHyun se alejó del más alto y lo fulminó con su mirada.
-Vete al carajo Key, no seré una de tus tantas aventuras. Sólo soy tu amigo y colega de trabajo, no lo olvides.- le recordó y el rubio rodó los ojos, resignado.
-Está bien, está bien... enano amargado.- se burló de su baja estatura, sacándole la lengua divertido. El castaño lo fulminó con su mirada y enseguida saltó a defenderse.
-¡No soy enano! ¡1.71 m no es ser bajo!- exclamó y Onew se rió despacio, pues hasta él, con sus 1.78 m de estatura, era más alto que JongHyun. Sin embargo, enseguida se calló cuando sintió la mirada asesina del otro castaño sobre su nuca.
-MinHo y yo superamos el metro ochenta.- comenzó a decir Key con una sonrisa de autosuficiencia adornando su bello rostro. La diva media 1.81 m y el mandamás 1.83-Así que... tú a comparación nuestra si eres un enano.
JongHyun chasqueó la lengua con molestia y no aportó ningún comentario más. Le ponía de malhumor que le jodieran con el tema de su baja estatura, es decir ok, él podía no ser el más alto de todos, pero tenía la fuerza necesaria para darle una paliza a quien sea que se cruzara en su camino.
Al llegar al gran comedor, como todos los días, los cuatro reos fueron atendidos como reyes. Los convictos se hicieron a un lado para que pasaran sin contratiempos, no hicieron fila y se les dio una comida deliciosa que no se les servía al resto de los presos. Sin embargo, algo era diferente aquel medio día, pues todos los reos estaban murmurando sobre el supuesto interés que el mandamás tenía por el chico nuevo, por ese tal Lee TaeMin. Obviamente este hecho no pasó de ser percibido por Onew, quien ya en la mañana se había enterado de lo sucedido entre MinHo y aquel pelirrojo, el incidente de la noche anterior se difundió rápidamente por toda la Underground Prison.
Mientras Onew comía y oía a Key molestar como siempre a JongHyun, decidió dejar los cubiertos a un lado y mirar fijamente a su pareja, quien se hallaba almorzando como siempre, callado e imperturbable. Se enojó al percatarse de que MinHo, a pesar de que sabía que lo estaba mirando, no se dignaba a levantar la mirada y hacerle frente. Por ende, decidió toser un poco para llamar su atención pero tampoco funcionó, así que enojado, el pollo comenzó a hablarle.
-MinHo, necesitamos hablar.- comenzó a decirle. Sólo entonces el azabache levantó su fría mirada y la clavó sobre su pareja.
-¿Hablar de qué?- preguntó con desinterés.
-Los reos están diciendo que tú ayer salvaste a ese mocoso pelirrojo ¿es cierto?- le cuestionó mirándolo directamente a los ojos, MinHo le sostuvo la mirada durante unos cuantos segundos y luego le respondió.
-Sí, es cierto. Y mejor vete acostumbrando, porque muy pronto ese mocoso se convertirá en mi nuevo juguete.- Onew frunció el ceño molesto. De entre todos los reos ¿por qué tuvo que elegir justamente a ese pelirrojo insolente, que desde un principio le cayó como patada en el culo?
-Recuerda que yo soy tu pareja, MinHo.- le recordó con el entrecejo muy fruncido, el azabache también lo frunció.
-¿Y qué carajo tiene que ver una cosa con la otra? Tú eres mi pareja, él será mi juguete.- le dijo sin más mientras se llevaba un pedazo de filete asado a la boca y lo masticaba de forma pausada, dando por finalizada aquella conversación.
Onew suspiró desganado, él sabía que el mandamás se acostaba con varios tipos y también sabía que no podía hacer nada para evitarlo. Le dolía, ¡por supuesto que le dolía! pero debía aceptarlo si quería permanecer al lado de MinHo, puesto que él le aclaró ese hecho desde el principio, cuando recién empezaron su relación, hace casi dos años ya. Trató de ignorar la punzada que sentía en su corazón al saber que el cuerpo de MinHo nunca le pertenecería solamente a él y siguió comiendo con los otros tres reos.
JongHyun y Key también almorzaron tranquilos, pero se miraban de vez en cuando, como tratando de entender mejor la situación. Nunca se imaginaron que aquel muchacho pelirrojo, intrépido e impulsivo con el cual JongHyun había chocado en una oportunidad, despertara algún tipo de interés en MinHo. En serio no creían que ese chiquillo fuera del tipo que a su amigo le gustaba. Ellos pensaban que al azabache le gustaban los muchachos sumisos, obedientes y manejables, tal como era Onew de hecho; sin embargo, aquel nuevo reo era todo menos eso. Al contrario, era rebelde, impulsivo hasta decir basta y poseía un espíritu libre. Key sonrió divertido, esto sí que se estaba poniendo interesante.
...
-¿Me acompañas al gimnasio, Bae?- preguntó el pelirrojo a su amigo, el cual como siempre se encontraba leyendo una revista.
-Claro Taeminnie, vámonos.- asintió mientras cerraba su revista y bajaba de un solo salto de su cama.
-Muchas gracias, la verdad es que quiero hacer algo de ejercicio, me siento un inútil dentro de este lugar.- el castaño lo miró nostálgico mientras caminaban por esos pasillos grises e interminables que poseía aquella prisión, el gimnasio por suerte no quedaba tan lejos de su celda.
-Tranquilo, con el tiempo te acostumbras.- dijo sin más. El pelirrojo se le quedó mirando con tristeza, el solo hecho de pensar cuántos años tendría que estar encerrado en esa horrible cárcel, hacía que se le erizaran todos los vellos de la nuca. Decaído, asintió con su cabeza mientras llegaban al gimnasio.
-Entonces, ¿qué harás tú?- le preguntó Bae mientras miraban todo el gimnasio, tratando de decidir qué ejercicio hacer.-Yo iré a la cinta de correr, voy a ejercitar un poco mis piernas para variar.- dijo divertido, TaeMin asintió mientras seguía mirando por un momento más aquel lugar y luego finalmente se decidió.
-Yo iré a hacer un poco de bicicleta. Nos vemos en un rato.- dijo el pelirrojo antes de que ambos tomaran caminos distintos para ejercitarse.
TaeMin se acomodó en aquella bicicleta fija y empezó a pedalear. Ignorando completamente todo el bullicio que armaron los reos por su sola presencia en ese lugar. Trató de enfocarse en el ejercicio para poder sacarse de la cabeza el encuentro que tuvo la noche anterior con el mandamás de aquella prisión.
No obstante, de un momento a otro, mientras ya comenzaba a sudar un poco por el esfuerzo físico que estaba haciendo, TaeMin se dio cuenta que cerca de donde él estaba, había un hombre con cabello azabache, alto y fibroso alzando pesas que a su juicio parecían increíblemente pesadas, pero que sin embargo ese reo levantaba y bajaba con mucha facilidad. Como si no le costara una mierda hacerlo.
El pelirrojo fijó mejor su mirada y enseguida se dio cuenta de que ese reo musculoso era sin lugar a dudas MinHo. Una gota de sudor frío recorrió su sien y dejó de pedalear de inmediato, se esforzó por pararse y retrocedió varios pasos, mirando hacia todas partes para tratar de ubicar a Bae y una vez que lo encontrara, ambos escaparían de ese lugar lo más sigilosamente posible, para que así el azabache no se diera cuenta de su presencia allí.
Sin embargo, como si el universo conspirara en su contra, sin darse cuenta, TaeMin tropezó con un pila de pesas que se encontraban agrupadas de forma triangular en una esquina del gimnasio, lo cual provocó que las mismas rodaran por el suelo y produjeran un estruendo que, obviamente, llamó la atención de todos los reos allí presentes, incluyendo a MinHo. Entonces TaeMin tragó grueso y el primer pensamiento que se le vino a la mente fue que, efectivamente, el universo entero tenía algo en contra de él. Sin pensarlo dos veces, salió corriendo en dirección a la salida de aquel gimnasio, desesperado por poder huir de ahí, pero el mandamás fue más rápido.
-¡Cierren la puerta ahora mismo!- ordenó y obviamente los reos le obedecieron, cerrando la única puerta de escape que aquel gimnasio poseía. TaeMin gruñó enojado y simplemente se dignó a darse la vuelta, encarando finalmente a MinHo. Por su parte, Bae se acercó a su amigo y apretó su mano con fuerza, como prometiéndole de forma muda que lo protegería; aunque él bien sabía que no podría hacer nada en contra el fuerte mandamás. Aun así Bae no permitiría que ese bastardo le hiciera algo malo al menor en su presencia.
-N-No te a-acerques a TaeMin.- tartamudeó el pequeño castaño, poniéndose de escudo entre el azabache y el pelirrojo. Enseguida el mandamás chasqueó la lengua y sonrió con arrogancia.
-¿En serio crees que un insecto como tú tendría alguna oportunidad contra alguien como yo?-espetó de forma despectiva. El castaño, aunque temblando, se mantuvo firme en su posición y MinHo simplemente frunció el ceño, desconcertado por la actitud suicida de ese reo. Se preguntó si quizás la valentía/estupidez del pelirrojo era contagiosa.
¿Tanto deseaba ese imbécil morir? Pues bien, él le daría el gusto. Entonces MinHo levantó su puño y se dispuso a sacarle unos cuantos dientes al pobre de Bae, sin embargo el grito del pelirrojo lo detuvo.
-¡Ni se te ocurra golpear a Bae, hijo de puta!- lo insultó haciendo a un lado a su asustado amigo, para poder encarar al azabache.
-Pe-pero TaeMin...- trató de rebatir el castaño.
-Está bien Bae, gracias por tratar de defenderme. Pero no quiero que te arriesgues de esa forma, yo me encargaré de arreglar las cosas con ese sujeto.- le dijo con una sonrisa, el castaño simplemente agachó su mirada sintiéndose inservible.
Mientras tanto, MinHo enfiló peligrosamente su mirada y observó a dos reos cualquiera que estaban parados al lado suyo. Ellos temblaron cuando el intimidante azabache les habló.
-Eh ustedes par de inútiles, lleven a ese castaño a su celda y asegúrense de que permanezca allí.- los reos enseguida asintieron con la cabeza e hicieron exactamente lo que el azabache les ordenó, agarraron a Bae de los brazos y lo llevaron hacia su celda. TaeMin le sonrió a su amigo una última vez antes de verlo desaparecer por la puerta del gimnasio, tratando de convencerlo de que todo estaría bien.
-Tú y yo tenemos que hablar.- dijo el azabache una vez que Bae fue retirado de aquel lugar.-¡A solas!- exclamó de forma tajante mirando a todos los reos que observaban curiosos la escena. Los presos bufaron y se quejaron pero no les quedó de otra más que salir de aquel gimnasio y dejarlos a ambos completamente solos, cerraron la puerta de aquel sitio tras salir el último de ellos.
-Ya te di un día, ¿has decidido?- le cuestionó con su característica frialdad, el pelirrojo lo miró con odio y luego le respondió.
-Sí, ya me decidí.- le dijo TaeMin con una sonrisa coqueta. MinHo sonrió con arrogancia, era obvio que aceptaría, digo ¿quién en su sano juicio se resistiría a él? Se acercó al pelirrojo y apretó su diminuta cintura, obligándolo a que se pegara a su fornido cuerpo, entonces el azabache levantó el mentón del menor con su mano y se frotó contra él.
-Bien, entonces ya podríamos empezar a...- sin embargo, MinHo jamás se esperó que el pelirrojo le escupiera en la cara. Fue tan rápido y tan impredecible, que el azabache no llegó a torcer su rostro para así evitar el escupitajo y su varonil semblante quedó salpicado de la saliva ajena.
Luego de atreverse a hacer lo que hizo, TaeMin empujó al más alto con ambas manos utilizando toda su fuerza y, aunque apenas logró moverlo unos pocos centímetros, debido a que obviamente MinHo era mucho más fuerte que él, fue suficiente para lograr liberarse de su agarre.
-Mi respuesta es no, Choi MinHo. Jamás ¿me oyes? ¡Jamás me acostaré contigo ni seré tu puta! Para eso ya tienes a ese tal Onew y a todos los demás reos de esta jodida prisión que están más que dispuestos a lamerte el culo. Pero yo no soy así, a mí no me gustan los hombres y créeme cuando te digo que aunque me gustaran, nunca me fijaría en un tipo tan desagradable e hijo de puta como tú.- espetó TaeMin con todo el desprecio que sentía por el azabache en esos momentos.
MinHo simplemente no podía salir del estado de estupefacción en el cual se encontraba ¿ese mocoso no sólo se tomó la osadía de rechazar su propuesta, insultarlo sin miramientos y escupir sobre su rostro sino que además se atrevía a decir que, aunque fuera homosexual, jamás se acostaría con él? ¿Qué? ¿Acaso le daba asco o alguna mierda de esas? El azabache limpió con su camiseta la saliva del otro salpicada en su cara y luego sintió cómo la sangre de sus venas se agitaba violentamente en su interior. La sorpresa había pasado y ahora estaba jodidamente enojado.
Sin detenerse a pensarlo, levantó su enorme mano y le estampó una brutal bofetada a TaeMin, quien inmediatamente cayó al piso adolorido. Ese golpe realmente dejó atontado al menor, era la primera vez en su vida que alguien lo golpeaba tan fuerte y lo peor de todo es que supo que MinHo había retenido su fuerza al golpearlo para no matarlo en el acto. TaeMin quiso llorar a causa del terrible dolor que sintió, pero se contuvo con todas sus fuerzas. No le daría el gusto a ese desgraciado.
-¿Quién diablos crees que eres tú y quién soy yo?- le preguntó con una voz siniestra que hizo temblar al pelirrojo de pies a cabeza. Muerto de dolor, TaeMin le contestó a duras penas.
-Y-yo soy Lee TaeMin y tú er-eres Choi MinHo.- le respondió tartamudeando. El menor sentía cómo su mejilla magullada palpitaba a causa del dolor. Sólo quería frotarla para aliviarla y llorar en paz.
-Exactamente, ese eres tú, Lee TaeMin el reo nuevo y problemático de aquí. No eres nada más que eso.- comenzó a decir el azabache mientras se acercaba al menor, pudo ver cómo el mismo temblaba y no supo si era por el miedo o por el dolor que le produjo el golpe que le dio.-Y yo soy Choi MinHo, el jodido mandamás de esta jodida prisión ¿cuántas veces te lo tendré que repetir, pequeña mierda?- espetó mientras se ponía de cuclillas y lo tomaba fuertemente de sus rojos cabellos, haciendo chillar de dolor a TaeMin a causa de la presión que ejercía sobre su cuero cabelludo.
-Sé... sé que eres quien da las órdenes aquí pero eso no te da ninguna clase de derecho sobre mí.- le respondió sin poder evitar derramar una lágrima a causa del intenso dolor que sentía en esos momentos. MinHo bufó, el mocoso le seguía contradiciendo aún en esas circunstancias. En serio no sabía si era o muy valiente o muy estúpido; se tiraba más por la segunda opción.
-¿Eso crees? Si yo quisiera podría violarte aquí y ahora. Incluso podría matarte y nadie haría nada para evitarlo.- le amenazó con una cínica sonrisa adornando su rostro tan frío e inexpresivo. TaeMin, en lugar de asustarse como pensó que ocurriría MinHo, le sonrió desafiante.
-Hazlo, vamos... viólame, oblígame a abrirme de piernas porque eso será lo único que obtendrás de mí, a diferencia de Onew y de los demás reos lame culo que tienes, yo jamás tendré sexo de forma voluntaria contigo. Y si deseas matarme, pues adelante, de cualquier forma no tengo muchas ganas de pasar encerrado 25 años de mi vida en esta jodida cárcel de mierda con gente como tú.- MinHo hizo crujir sus dientes y tiró con mucha fuerza del cabello al pelirrojo, obligándolo a levantarse del suelo.
-Esto no ha terminado aquí, Lee TaeMin.- le advirtió enfilando peligrosamente su negra mirada.-Ya verás que te arrepentirás de la estúpida decisión que has tomado y volverás a mí, arrastrándote como un gusano y con lágrimas en los ojos a suplicarme que acepte convertirte en mi jodido juguete.- eso fue lo último que le dijo MinHo antes soltar finalmente su maltratado cabello y abandonar aquel gimnasio.
TaeMin acarició su adolorido cuero cabelludo y luego se encaminó lo más dignamente posible hacia la enfermería. Necesitaba que le dieran algo que calmar el dolor que sentía en su rostro, ese MinHo sí que golpeaba duro.
Todos los reos vieron curiosos su rostro inflamado, ya que tenía su mejilla roja y comenzaba a volverse morada poco a poco. Al menos ese bruto de MinHo no le sacó sangre, aunque bueno, creo que se lo merecía por haberse atrevido a escupirle en la cara. De hecho, hasta podría jurar que la sacó barata.
Inmediatamente comenzó el bullicio y a formarse las suposiciones de los reos sobre qué había pasado dentro de aquel gimnasio. El pelirrojo trató de no darle importa al asunto y se dirigió directamente hacia la enfermería. Sin embargo, al cruzar uno de los pasillos chocó contra alguien y se disculpó enseguida.
-¡Lo siento mucho!- gritó avergonzado. De inmediato TaeMin reconoció a la persona con la cual había chocado, era ese rubio alto que siempre estaba con MinHo.
-No te preocupes, pequeño. No hay problema.- le dijo sonriente y entonces TaeMin se sonrojó ¿en serio le había dicho "pequeño"? ¿por qué se tomaba tantas confianzas?
-Por favor, no me llames así. Es vergonzoso.- le reclamó y se dispuso a seguir su camino, pero el otro no se lo permitió.
-¡Oh, Dios mío! ¿Qué le pasó a tu rostro, pequeño?- le preguntó preocupado y TaeMin simplemente suspiró cansado. Lo que le faltaba, un rubio loco con complejo de madre.
-¿Qué no es obvio? Me golpearon.- espetó mientras seguía su camino hacia la enfermería, dándose cuenta que el más alto caminaba a su lado.
-¿Quién te golpeó?- preguntó enseriendo drásticamente su semblante. El pelirrojo dudó en si decirle o no pero al final optó por hacerlo.
-Tu amigo el bruto, Choi MinHo.- le confesó prácticamente escupiendo ese maldito nombre.
-Ya veo... eso significa que lo rechazaste ¿cierto?
-Sí, ¿algún problema con eso?- le cuestionó el pelirrojo a la defensiva. El rubio simplemente le sonrió y negó con la cabeza.
-Para nada, pequeño. Al contrario, que lo hayas rechazo me demuestra que no me equivoqué con la teoría que saqué el día que te vi por primera vez.- le dijo guiñándole un ojo, el pelirrojo frunció el ceño confundido.
-¿Y se puede saber qué teoría sacaste sobre mí?
-Que eres especial, pequeño.- le confesó Key sonriéndole de oreja a oreja. El pelirrojo abrió sus ojos cafés muy sorprendido por lo que el otro reo le decía.-Y que sin dudas pondrás el mundo del troglodita de MinHo patas arriba.
-¿Qué locuras dices?- espetó TaeMin al no entender una mierda la última frase que dijo ese reo que, extrañamente, ya comenzaba a caerle bien. Cosa mala, pues aquel rubio por más simpático que pudiese ser, seguía formando parte del grupo del maldito mandamás. No debía fiarse de él.
-Dije que tenemos que apurarnos e ir a la enfermería para curar ese morado que el bruto de MinHo te hizo en tu linda carita, pequeño.- dijo con esa radiante sonrisa que poseía y entonces TaeMin nuevamente se ruborizó de una forma adorable.
-Ya te dije que no me llamaras pequeño, ¿podrías dejar de hacerlo?
-No, no puedo. Mejor aún, te llamaré "bebé", porque en serio tienes una carita de bebé, eres jodidamente adorable.- le dijo revolviendo sus rojos cabello de forma cariñosa, el más pequeño suspiró resignado mientras llegaban a la enfermería.
-Eres imposible ¿te lo han dicho antes?- preguntó TaeMin y el alto se carcajeó pero asintió.-Y por cierto, ¿cómo te llamas?
-Me llamo Key, simplemente Key.- le dijo y el pelirrojo frunció levemente el ceño, pues ese no era un nombre real, pero decidió no hacer más preguntas al respecto.-¿Y tú, bebé? ¿cómo te llamas?
-Yo me llamo Lee TaeMin.- se presentó mientras ambos ingresaban a la enfermería.
-Pues es un placer conocerte, pequeño Taeminnie.- el menor suspiró resignado, ahora no solo Bae sino también ese rubio lo llamaban "Taeminnie". Qué vergüenza.
-El placer es mío, Key.- el rubio le sonrió y luego de recorrer rápidamente con su vista la enfermería, se dio cuenta de que estaba vacía. Es decir que no había ningún enfermero o médico presente. TaeMin también se dio cuenta de eso y enseguida se quejó.
-Maldición, no hay nadie aquí.- maldijo el pelirrojo mientras se tocaba su adolorida mejilla. Sólo pedía un jodido paracetamol.
-A esta hora suelen estar descansando o comiendo.- comenzó a explicarle Key y a TaeMin eso le pareció una irresponsabilidad tremenda.-Tranquilo bebé, yo te curaré ese morado.- le dijo mientras hacía sentar a un sorprendido pelirrojo en una camilla y agarraba el maletín de primeros auxilios para sacar las cosas necesarias y curarlo. TaeMin simplemente no podía salir de su asombro al estar siendo atendido con tanta amabilidad por aquel rubio tan extraño y agradable a la vez, realmente algo dentro de él le hacía pensar que podía confiar en ese reo. Por más que fuese amigo del jodido Choi MinHo.
-¿Estás mejor? ¿Ya no te duele tanto, bebé?- le preguntó sonriéndole cálidamente mientras guardaba todo lo que había utilizado en aquel maletín. TaeMin posó la palma de su pálida mano sobre la gasa que cubría el morado que tenía en su mejilla. Key incluso le había dado un paracetamol para aliviar el dolor que sentía.
-No, ya no me duele casi nada. Muchísimas gracias Key.- le agradeció dedicándole una sincera sonrisa que fue correspondida por el rubio.
-No tienes por qué darlas, bebé. Y quiero que estés tranquilo, yo me encargaré de que ningún reo se atreva a lastimarte de nuevo y mucho menos a intentar violarte.- comenzó a decirle y TaeMin abrió desmesuradamente sus ojos, sin poder creer lo que oía.-Pronto los reos sabrán que tú rechazaste a MinHo y que por lo tanto no le perteneces. Por lo que, sin lugar a dudas, tratarán de acercarse con el fin de abusar de ti y como MinHo está resentido contigo posiblemente dejará que los reos te hagan la vida imposible, para que recapacites y aceptes ser su juguete.-TaeMin tembló al oír todo eso, él no quería que los reos lo violaran. Y es que joder, él ni siquiera merecía estar encerrado en esa cárcel porque era inocente, nunca le había hecho mal a nadie.-Sin embargo, yo no dejaré que los reos te hagan nada de eso. Tú sólo confía en mí, ¿de acuerdo?- los ojos cafés del pelirrojo estaban muy abiertos. No podía creer lo que le decía aquel rubio, pues formaba parte del grupo del mandamás de aquella prisión. Le estaba diciendo que lo protegería ¿aún si eso iba en contra de las órdenes de MinHo? Ja, él no era ningún estúpido. Inmediatamente se levantó de la camilla en la cual se hallaba sentado y se quedó mirándolo con odio en sus orbes cafés.
-Ya dime, ¿qué diablos quieres de mí?- le preguntó enojado. Estaba realmente harto de que todos allí dentro trataran de hacerle daño, el rubio frunció el ceño confundido.
-No entiendo, ¿de qué hablas Taeminnie?- le preguntó y el otro gruñó.
-¡No me creo el cuento de que me ayudarás sin pedirme nada a cambio!- le gritó y Key se sorprendió al verlo alzar el tono de voz.-No nací ayer, seguramente tú también quieres que me acueste contigo. Todos aquí quieren lo mismo de mí. Pues déjame decirte que yo jamás...- sin embargo, el menor no pudo terminar lo que iba a decir porque el rubio lo abrazó.
-Yo no quiero que te acuestes conmigo, TaeMin.- al oír eso, los tensos hombros del pelirrojo se relajaron.-Simplemente deseo ayudarte porque me hago una idea de lo asustado que debes estar en estos momentos y además... también lo hago porque me recuerdas a alguien que quise mucho en el pasado, bebé.- le confesó mientras sonreía, mostrando sus blancos dientes al menor.
-Y-Yo...yo no...- tartamudeó sin poder creer la ayuda que el otro le estaba brindando. No podía creer que existiera alguien tan bueno en esa prisión.-Gra-Gracias Key. Muchas gracias.- dijo al final mientras dejaba escapar un par de lágrimas, a causa de la infinita felicidad que sentía ¿cómo alguien tan malvado como MinHo podía tener a un amigo tan bueno como Key? El más alto revolvió sus cabellos rojos con dulzura y luego, para sorpresa del menor, lo abrazó una vez más y ahora sí, TaeMin no pudo evitar corresponder a aquel contacto y abrazar fuertemente a aquel rubio mientras rompía en llanto. Se desahogó en el hombro de Key, quien sin apenas conocerlo, le ofreció su apoyo incondicional como nadie nunca lo había hecho. Deberían haber mas personas como él en el mundo y seguramente sería un mejor lugar para vivir. Realmente el abrazo de aquel rubio era cálido y... ¿maternal? a TaeMin le hacía recordar cuando su querida mamá lo abrazaba cada vez que él se sentía triste.
...
-¡TaeMin!- gritó Bae emocionado al verlo entrar en una pieza a la celda que ambos compartían, inmediatamente corrió hacia él y lo abrazó.-¡¿Estás bien?! ¡¿qué te hizo ese maldito?!
-Tranquilo Bae, yo estoy bien.- le aclaró mientras se separaba lentamente del efusivo abrazo.-¿Y a ti no te hicieron nada esos reos que te trajeron aquí?- le preguntó con preocupación el pelirrojo y el otro negó varias veces con su cabeza.
-No, no me hicieron nada Taeminnie. Sólo me trajeron aquí y no me dejaban salir de la celda, de hecho hace poco se fueron por fin.- le reveló rodando los ojos.-¿Y tú, TaeMin? ¿qué te hizo el desgraciado de MinHo?- le cuestionó observando con odio la gasa que el menor tenía cubriendo su mejilla.
-No me hizo nada grave, sólo me dio una bofetada en la mejilla pero fue porque yo le rechacé, lo insulté y le escupí en la cara. La verdad es que la saqué barata, por un momento llegué a pensar que en serio me violaría, me golpearía hasta el cansancio y que luego simplemente me mataría.- al pensar en todo eso, TaeMin no pudo evitar estremecerse a causa del miedo que lo invadió.-Pero por suerte no hizo nada de eso, sólo me dijo que me arrepentiría de mi decisión y luego se largó.- Bae estaba anonadado, con los ojos sumamente abiertos. En serio no podía creer que tuviera a su compañero de celda ahí parado enfrente de él luego de todo lo que se atrevió a hacerle al mandamás de la prisión, ¡que siguiera vivo luego de todo eso que le contó era inaudito! Sencillamente increíble.
-Carajo Taeminnie, tuviste demasiada suerte.- le dijo abrazándolo nuevamente. Bae no creía en Dios pero aún así le agradecía por haber salvado a su amigo.
-Sí, supongo que la tuve.- dijo sonriendo levemente, de inmediato escucharon que la campana que indicaba la hora de la cena sonaba.
-¿Tienes hambre, Taeminnie?- le preguntó y enseguida un rugido se escuchó en toda la celda, era el estómago de TaeMin.
-¿Eso responde a tu pregunta?- le dijo sobándose el estómago, el castaño se rió y asintió. Luego de eso, ambos se encaminaron hacia el gran comedor.
Cuando finalmente llegaron allí, hicieron lo de siempre: hacer una larga fila, esperar, retirar su cena y luego sentarse en alguna mesa libre junto con los otros dos reos Chin y Jung.
La cena transcurrió normal, TaeMin hizo todo lo posible para evitar ver hacia aquella reluciente mesa donde sabía que se encontraban sentados los reos más poderosos de aquella prisión. Tragó la comida que, en efecto, no era deliciosa pero la cual por lo menos saciaba su hambre. Ya se estaba acostumbrando a la comida insípida de la cárcel.
No obstante, de un momento a otro, escuchó cómo la horda de reos allí presentes guardaron un repentino e inusual silencio. Todos observaron a Key, quien para llamar la atención rompió un vaso de vidrio al estrellarlo contra el suelo. Todos lo miraron con respeto y temor pues él era uno de los miembros del temido grupo del mandamás. Key se levantó de su asiento y se subió arriba de la reluciente mesa en la cual habían estado cenando anteriormente. El alto rubio captó la atención de todos con esa acción y más que nada la de sus propios amigos y también la de TaeMin, quien tragó grueso.
-¡Eh, adefesios humanos, préstenme atención!- comenzó a decir y varios cuchicheaban cosas por lo bajo pero nadie se quejó en voz alta.-Ya todos ustedes conocen al nuevo reo del que sé muy bien la mayoría está hablando. Su nombre es Lee TaeMin y desde ahora en adelante él será mi protegido, lo que quiere decir que está estrictamente prohibido ponerle un solo dedo encima. El que se atreva a hacerlo, se las verá directamente conmigo.- sentenció cambiando su usual semblante risueño por uno completamente escalofriante y serio, que sin lugar a dudas hizo temblar a los reos. Ninguno de los convictos era un suicida, así que nadie se atrevía a enfrentar a alguno de los tres miembros del grupo de MinHo, porque sabían perfectamente que si se oponían a ellos, no vivirían para contar el cuento.
Los semblantes de Bae, Jung, Chin y del propio TaeMin estaban sorprendidos y estupefactos. Mientras que, por otro lado, los rostros de los tres miembros restantes del grupo al que Key pertenecía reflejaban varios sentimientos: confusión, enojo y celos.
Aquel enorme comedor se llenó de murmullos y bullicio absolutos por parte de los reos, quienes no podían terminar de creer la suerte que tenía ese mocoso nuevo, primero MinHo y ahora Key.
El mandamás en esos momentos estaba que estallaba a causa de la cólera que sentía ¿por qué el rubio le había brindado su protección a TaeMin si ni siquiera se conocían? Key se bajó de la mesa y volvió a sentarse en su asiento y, como si nada hubiese pasado, sacó del bolsillo de su pantalón una lima rosada y comenzó a limar sus perfectas uñas. Al verlo hacer eso, MinHo apretó sus puños y mandó esa bendita lima a volar de un solo manotazo. El rubio observó su lima caer al suelo y luego fulminó a su amigo con la mirada.
-¿Qué diablos pasa contigo, rana?- le preguntó el rubio al mayor, malhumorado.
-No, Key ¿qué carajo te pasa a ti? ¿por qué diablos hiciste eso?- le preguntó MinHo con la mandíbula increíblemente tensa y el ceño exageradamente fruncido. Estaba jodidamente enojado con el rubio y se enfadó aún más cuando lo vio encogerse de hombros.
Key se levantó de su silla y recogió del suelo su lima rosada, para enseguida guardarla de nuevo en el bolsillo de su pantalón de mezclilla.
-El que quiere Celeste, que le cueste.- dijo al final la diva en un susurro y el azabache frunció el ceño, desconcertado.
-¿Qué carajo...?
-Es tan aburrida la vida en esta prisión ¿no lo crees?- le preguntó a su amigo y este no le respondió nada, entonces Key sonrió ladino. Se acercó al oído del mandamás y le susurró.-Quiero que se convierta un reto para ti, MinHo. Un poco de diversión de vez en cuando no te hará daño, así que tú sólo relajante.
...
...Continuará...
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