Epílogo: Monstruo
¡Hola! Tanto tiempo ¿verdad? ¿Cómo están? Acá en Argentina seguimos en cuarentena. Por fin pude sentarme a escribir luego de estar un buen tiempo en hiatus, acá les dejo uno de los epílogos que les había prometido, espero lo disfruten!!
Pero antes de empezar les tengo una pregunta ¿cuál es su personaje favorito de esta historia? ¿y por qué? ♥
...
—¡Sunnie!— protestó un enojado BaeHyo de tres años de edad mientras perseguía a otro niño, estaban jugando a las traes.—¡Muy rápido, para!
—¡Atrápame!— exclamó DongSun, el hijo de la mole que le pasaba por una cabeza a BaeHyo a pesar de tener ambos la misma edad. Claramente en esa clase de juegos DongSun (o Sunnie, como la pequeña versión de TaeMin lo llamaba) tenía una gran ventaja pues poseía piernas más largas.
BaeHyo paró de correr y sorbió su nariz un par de veces, pestañeó en repetidas ocasiones mientras sus ojos color miel empezaban a ser cada vez más cristalinos, claramente iba a ponerse a llorar y DongSun sabía que eso sería problemático, así que fingió que se tropezó. BaeHyo al ver al otro niño tirado en el suelo sonrió, corrió hacia él y tocó su espalda.
—Te tengo ¡gané!
—Eso es trampa, mocoso.— dijo una voz que BaeHyo bien conocía. DongSun al oír eso, se levantó rápidamente del suelo y huyó, por alguna razón le tenía miedo al jefe de su papá. Por su parte el pequeño castaño giró su cuerpo hacia atrás y sus ojos se iluminaron.
—¡Appa!— exclamó feliz, MinHo acababa de regresar de un "viaje de negocios" que le tomó cuatro días.—¡Cárgame!— ordenó y el gángster rodó los ojos pero una traicionera sonrisa adornó su rostro.
—¿Por qué te estás volviendo tan mandón como TaeTae?— refunfuñó más sin embargo se encorvó para cargar en brazos al pequeño, quien frunció el ceño al notar a su papá hacer una mueca de dolor.
—MinHo, estás lastimado. No deberías cargar a BaeHyo así.— le advirtió KiBum quien también acababa de llegar junto con el azabache; sí, MinHo durante esos años había vuelto a dejar su cabello al natural.—Hola bebé ¿me extrañaste?
—¡Tío Key!— exclamó BaeHyo estirando sus brazos hacia el rubio e ignorando a un ofendido MinHo.
—Te recuerdo que si si estoy lastimado es por tu culpa.— sentenció MinHo mientras le pasaba al pequeño castaño, quien no tardó en pegarse como una garrapata a KiBum.
—Vamos, no seas rencoroso.— le restó importancia al asunto mientras llenaba de besos la frente del niño.—Sólo tienes un pequeño corte en el abdomen, haz soportado cosas peores.
—Voy a darte un navajazo en el vientre y a ver si lo aguantas tan bien como yo, diva de mie...— no pudo terminar la frase porque Key rápidamente tapó la boca del más alto con su mano.
—No digas palabrotas en frente del niño, grosero.
—Appa malo.— asintió BaeHyo y MinHo chasqueó la lengua molesto.
—Acaban de llegar ¿y ya se están peleando?— preguntó una divertida Karin, saliendo del baño que tenía la enorme sala de juegos del bebé, en los últimos años su relación con su sobrino había mejorado muchísimo, aunque el favorito de BaeHyo siempre sería KiBum.—¿Cómo les fue? ¿lograron cerrar el trato?
—No, íbamos a hacerlo pero a último momento hubo un supuesto desacuerdo por parte de los chinos y me atacaron a traición, pude reaccionar a tiempo para evitar un corte letal pero no me salvé de recibir una puñalada en el abdomen.— entonces el azabache fulminó con su mirada a KiBum, quien miró hacia otra parte haciéndose el desentendido.—Y mientras a mí intentaban matarme, cierta persona estaba limando sus uñas de lo más tranquilo en la habitación contigua, sinceramente no sé para qué lo llevé.
—Ya te dije que lo sentía.— rectificó Key poniendo sus ojos en blanco.—Se supone que sería un acuerdo pacífico ¿cómo iba a saber yo que los chinos tendrían preparada una emboscada?
—Bueno, bueno no peleen.— apaciguó las aguas Karin con una sonrisa conciliadora.—Lo bueno es que no hubo bajas ¿verdad?
—Por nuestro lado no pero por parte de los chinos sí que las hubo.— informó MinHo con una sonrisa triunfadora pero entonces su semblante cambió y giró su cabeza de izquierda a derecha, como si estuviera buscando algo o mejor dicho alguien.—¿Dónde está TaeMin? Pensé que estaría aquí cuidando de BaeHyo.
—Es cierto.— asintió KiBum dejando a BaeHyo en el suelo para que jugara, pues el bebé no disfrutaba de estar mucho tiempo cargado.—¿Y dónde está JongHyun?— preguntó frunciendo el ceño y cruzándose de brazos un tanto ofendido, pues esperaba que su pareja lo estuviera esperando para recibirlo como corresponde.
—Bueno, veran ellos...— tanto KiBum como MinHo tuvieron un mal presentimiento cuando vieron a Karin rascarse la nuca nerviosa.—Están en la Underground Prison.
...
Si Min HyunBin tuviera el poder para retroceder el tiempo, definitivamente evitaría que el HyunBin del pasado pagase a ese infeliz de Young para matar a Yun e inculpar a TaeMin. Si tan solo ese dulce pelirrojo del cual se enamoró jamás hubiese pisado esa prisión, no se hubiera convertido en el monstruo que en esos momentos tenía sentado en frente de él.
—¿Por qué tan callado, HyunBin?— preguntó después de pasarse un rato tarareando una canción que les gustaba a los dos, durante el tiempo en el cual fueron mejores amigos.
TaeMin y JongHyun aprovecharon la ausencia de sus respectivas parejas para ese día ir ambos a la prisión a terminar de una vez por todas lo que había comenzado hacía un par de años atrás. Les tomó tiempo y dinero desestabilizar a la rica familia Min; pero luego de muchas batallas legales y obviamente de hacer que Choi BaekHo hiciera uso de sus contactos, Min HyunBin y Min SeungHyun terminaron en la misma prisión a la que enviaron años atrás a TaeMin. La matriarca de la familia por su parte se salvó de ir a la cárcel más terminó en bancarrota y con dos años de libertad condicional.
El pelirrojo se encargó de mover hilos para que la estancia de padre e hijo en la prisión fuera un verdadero infierno, también decidió deshacerse del anterior alcaide por ser un vendido y colocó (por recomendación de MinHo) a uno que sí sabía seguir órdenes al pie de la letra. TaeMin fue muy claro cuando colocó a ese hombre en aquel puesto de trabajo: tenía que asegurarse de que esos dos tipos sufrieran más que no cometieran suicidio ni sean asesinados por otros reos; pues cuando hayan sufrido todo lo que tenían merecido, ellos mismos serían los que acabarían con sus vidas. Y tanto JongHyun como TaeMin sentían que finalmente ese día había llegado.
El nuevo alcaide era muy consciente de lo que iba a pasar con esos reos aquel día, así que permitió que TaeMin se encerrara junto con Min HyunBin en el sótano de la prisión y que JongHyun se quedara a solas con el déspota de su padre en aquella solitaria celda de aislamiento llamada "el hoyo", obviamente las puertas de acceso a ambos lugares estaban custodiados por guardias que sabían muy bien que, por su propia seguridad, debían callar y olvidar todo lo que ese día verían u oirían.
Hacía varios minutos que TaeMin se encontraba sentado en una silla de metal frente a un tembloroso HyunBin, quien se hallaba arrodillado en frente del pelirrojo vistiendo la típica vestimenta de la cárcel y repleto de moretones por todo el cuerpo. Ya no quedaba ni rastros del que algún día fue aquel rubio prepotente que le prometió el cielo y las estrellas a TaeMin con tal de enamorarlo.
Por su parte TaeMin seguía teniendo su característico cabello color rojo pero lo dejó crecer, en esos momentos le llegaba aproximadamente hasta por debajo de los hombros. Se encontraba vistiendo un lujoso traje de sastre azul marino con rayas en vertical y tenía las mangas arremangadas, dejando ver uno que otro tatuaje que durante los últimos años había dejado dibujar sobre su piel.
—¿Por qué?— susurró HyunBin en voz baja.
—¿Qué has dicho? Habla en voz alta si quieres que te responda, idiota.
—¿Por qué cambiaste tanto?— TaeMin rodó los ojos, harto de oír esa misma pregunta una y otra vez.
—¿Por qué crees tú que he cambiado?— le cuestionó con una sonrisa ladina adornando su rostro, para después levantarse de su asiento y acercarse lentamente a HyunBin, quien por cierto se hallaba inmovilizado pues sus muñecas estaban atadas con un precinto.
—Por culpa de Choi MinHo.— espetó frunciendo su ceño, a pesar del infierno por el que había pasado su odio por el azabache seguía intacto.
—No, respuesta equivocada.— sentenció TaeMin para después proceder a darle una patada a la cara de HyunBin, lo suficientemente fuerte como para hacerle escupir un diente ensangrentado.—Fue por tu culpa, HyunBin. Empecé mi gran cambio debido a que tuviste la inteligente idea de mandar a matar a Yun e inculparme a mí para meterme a esta misma cárcel.— el rubio derramó un par de lágrimas debido a la frustración que sentía, pues aunque le jodiera TaeMin tenía razón.—Pero ¿sabes? Supongo que en parte te lo tengo que agradecer, ya que gracias a ti conocí a la persona que de verdad amo.
—Son... unos monstruos, tal pa-para cual los do-dos.— HyunBin cayó de costado al suelo cuando recibió una nueva patada por parte del pelirrojo pero esa vez fue en su estómago.
—Tienes razón.— asintió mientras sacaba una manopla de oro que el mismo KiBum le había regado de su bolsillo, para proceder a colocarla sobre sus nudillos.—Y como soy todo un monstruo, ya debes imaginar a qué se debe mi visita el día de hoy ¿verdad?— HyunBin tragó grueso cuando vio a TaeMin haciendo crujir un par de veces su muñeca, era obvio que no solo había cambiado su personalidad sino que además había ejercitado mucho su cuerpo durante los últimos dos años.
—Por... por favor no.— suplicó mientras un montón de lágrimas empezaban a rodar por sus mejillas.—TaeMin por favor, hazlo por nuestros años de amistad... yo realmente te amé, en serio...— HyunBin tuvo que callarse porque el menor pisoteó con desprecio su cabeza.
—Cállate.— exigió asqueado.—¿Nuestros años de amistad? ¿qué amistad?— preguntó mofándose.—Sólo querías follarme y ni siquiera eso conseguiste.— se burló mientras se agachaba para quedar a la misma altura del reo y entonces sujetó con fuerza de los cabellos al mayor.—Eres patético, Min HyunBin.
—Pi-piedad... Lee TaeMin, por favor piedad.— esas súplicas hicieron crispar algún nervio en la frente del joven gánster. Por culpa de ese maldito rubio él había perdido a personas importantes como Yun o Bae, sin embargo HyunBin no pretendía hacerse cargo de sus actos y es más, rogaba por una compasión que sencillamente no se merecía.
—No me permití titubear a la hora de deshacerme de mi propia madre por el bien de los míos ¿y crees que voy a titubear por ti?— la repentina risa de TaeMin retumbó contra la paredes de aquel sótano y provocó que HyunBin casi se orinara sobre sus pantalones.—Siéntate y espera ese milagro, Min HyunBin, porque no va a pasar.
El rubio cerró fuertemente los ojos cuando vio a TaeMin sacar de un bolsillo una elegante y pequeña navaja, la cual lucía muy afilada. No obstante los volvió a abrir cuando sintió cómo la usaba para cortar el precinto que mantenía sus muñecas atadas. Miró ilusionado a TaeMin pero sus esperanzas por recibir un perdón se esfumaron tan rápido como aparecieron, pues el brillo asesino en los ojos de menor le advertían que estaba dispuesto a todo, menos a negociar.
—No soy un cobarde como tú, HyunBin.— sentenció antes de recular al menos dos metros y poner aquella navaja lejos del alcance de ambos.—¿Quieres vivir? Bueno, todo lo que debes hacer es vencerme en una pelea justa y entonces te perdonaré la vida.
—¿E-estás hablando en serio?— preguntó HyunBin esperanzado mientras se levantaba tambaleante del suelo.
—Nunca he hablado más en serio en mi vida.— sentenció sonriendo más que confiado a un ingenuo HyunBin, quien estaba convencido de que podría vencer al pelirrojo.
...
Mientras tanto en aquella celda de aislamiento conocida como "el hoyo", JongHyun no había querido ser tan benevolente con su padre como TaeMin había decidido ser con HyunBin. Los alaridos del patriarca de la infame familia Min eran escuchados incluso por los mismos guardias que custodiaban la entrada, quienes como estatuas permanecían en absoluto silencio.
—¿Eso es todo lo que eres capaz de aguantar, viejo?— preguntó un aburrido JongHyun, pateando con rabia el costado de su progenitor, haciendo que tosiera sangre pues ya le había roto varias costillas a base de golpes.—Realmente estoy desilusionado.
—Po-por favor... sólo mátame ya.— suplicó SeungHyun en un agónico susurro. El antiguo abogado prepotente se encontraba tirado en el suelo bañado con su propia sangre de pies a cabeza, con incontables huesos rotos, una oreja cortada y varios dientes regados por el suelo. Min SeungHyun se había convertido en la bolsa de boxeo de JongHyun desde que habían ingresado a aquella fría celda de aislamiento.
—¿Y por qué tendría que hacerte caso, eh?— preguntó enojado, no se sentía para nada satisfecho pero sabía que jamás iba a estarlo.—¡Tú no hiciste caso a mamá cuando te rogó que la ayudaras! ¡Hijo de puta!— exclamó enojado pateando una y otra vez la cabeza de su progenitor, hasta hacer que el viejo perdiera el conocimiento.
Sólo cuando SeungHyun se desmayó, JongHyun pudo respirar con normalidad y suspiró profundamente, intentando calmarse. Vio con hastío a aquel despojo de ser humano que estaba tirado en frente de él y se preguntó cómo su hermosa madre se pudo haber enamorado de eso en algún momento de su vida.
—Tú no merecías a mi mamá, no nos merecías a ninguno de los dos.— sentenció mientras sacaba con su mano manchada de la sangre de su "padre" una afilada navaja del bolsillo de su sudadera.—Simplemente desaparece de una vez y para siempre, Min SeungHyun.
Con esas últimas palabras, JongHyun se agachó para quedar a la misma altura que aquel bulto ensangrentado y sin miramientos acercó la afilada navaja al cuello de SeungHyun y cortó la arteria carótida, para que así aquel hombre muriera desangrado en aquella fría celda.
...
HyunBin tosió sangre un par de veces, retrocedió arrastrándose en el frío piso de aquel sótano y automáticamente tapó el hueco que había en el medio de su pecho, pues TaeMin le había proporcionado un navajazo ahí mismo segundos atrás. El pelirrojo por su parte tenía la respiración un poco alterada y varios cortes superficiales en sus antebrazos, el enojo en su semblante era evidente, en esos momentos más que nunca quería ver muerto al tramposo de HyunBin.
Lo que ocurrió fue que ambos empezaron una pelea "justa", de hecho TaeMin fue tan benevolente que se quitó su manopla de oro para darle más ventaja al rubio. No obstante, las cosas obviamente no resultaron como HyunBin lo esperaba y ni bien comenzó a entrever su inminente derrota a manos de un ya experimentado TaeMin, optó por jugar sucio y empujó al pelirrojo para alcanzar aquella navaja que en un principio el menor había dejado fuera del alcance de ambos. Sin embargo el joven gánster actuó lo suficientemente rápido como para evitar que HyunBin cogiera bien del mango aquella arma blanca y lo desestabilizó al hacerle un tacle a sus piernas, lo que provocó que el rubio cayera al suelo y fue entonces durante el forcejeo para quitarle aquella navaja que TaeMin recibió varios cortes en sus antebrazos, más cuando finalmente se la quitó, no se lo pensó dos veces y clavó aquella afilada hoja sobre el pecho del rubio.
—Joder, hasta el último momento te empeñas en ser un tramposo y un cobarde ¿verdad?— preguntó enojado mientras se levantaba del suelo y veía cómo lentamente HyunBin se desangraba en el suelo, para su desgracia en su frenesí había clavado la navaja justamente en el corazón del rubio.—¡Mierda! estás muriendo y debiste haber sufrido más por todo el daño que hiciste.— se quejó tirando con rabia aquella navaja contra una de las paredes de aquel sótano.
—¿Por qué...?— preguntó el rubio en un hilo de voz mientras tosía sangre.—¿Por qué mi adorable Ta-TaeMin se convirtió en... en un mon-monstruo?— justo después de preguntar eso, se dejó caer hacia atrás y quedó acostado en el suelo mientras poco a poco su tórax empezaba a tornarse rojo debido a la sangre que perdía. Por su parte TaeMin suspiró aliviado, por fin cerraba ese ciclo y por fin había vengado a sus amigos, aunque no como él hubiese querido.
—Fueron ustedes...— entonces de repente la puerta de aquel sótano se abrió y MinHo ingresó allí con la respiración entrecortada, claramente tanto él como KiBum habían montado un auto y conducido a toda velocidad hacia la prisión ni bien Karin se sinceró con ambos.—Ustedes me convirtieron en ese "monstruo"— esa frase TaeMin la dijo mirando fijamente a MinHo con una sonrisa y el azabache se estremeció de pies a cabeza al oírla.
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