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El sueño de TaeMin y su decisión.

...

Unos cálidos rayos de sol despertaron a TaeMin, quien al sentir el sofocante calor sobre su rostro, abrió con pereza sus ojos. Al principio su visión era muy borrosa, no obstante, enseguida pudo ver con claridad unas suaves y blancas sábanas que lo cubrían. El pelirrojo tocó extrañado aquellas finísimas sábanas y a continuación frunció el ceño anonadado, pues visualizó un gran ventanal, el cual tenía unas cortinas translúcidas abiertas de par en par, dejándole ver el hermoso amanecer.

—¡¿Qué?! ¿el sol? pero eso es imposible, esta prisión está bajo tierra, no se puede ver el sol desde aquí.— dijo el menor para sí mismo, mientras se sentaba de sopetón sobre el mullido colchón de aquella cama, la cual por cierto era inmensa, en ella podrían caber por lo menos unas cuatro personas; y eso era quedarse corto.

Una vez sentado, TaeMin giró su cabeza hacia la izquierda y luego hacia la derecha, examinando detenidamente el lugar en el que se encontraba. Eso definitivamente no podía ser la Underground Prison y tampoco estaba en alguna habitación de su humilde casa. Él se hallaba dentro de un enorme dormitorio, con muebles negros laqueados, paredes pintadas de un blanco impecable y... no sé, simplemente era perfecto. Digno de algún político rico o quizás de un magnate del mundo de los negocios.

De un momento a otro, un llanto captó la atención de TaeMin, sonaba como el de... un bebé. El lloriqueo provenía desde afuera de la habitación, así que sin pensarlo demasiado, TaeMin salió de la enorme cama y se encaminó hacia una de las dos puertas que poseía aquel dormitorio. Sin embargo, al abrirla, el menor se encontró con un precioso y luminoso baño, el cual poseía además un gran espejo a través del cual pudo ver su reflejo.

Jadeó sorprendió al ver que vestía un pijama de seda color azul eléctrico, no obstante, lo que más le impresionó fue su cabello, el cual seguía siendo pelirrojo pero ahora estaba lacio y brillaba como hace tiempo no lo hacía, ya no lo tenía opaco y esponjoso como lo tuvo desde que se instaló en aquella prisión. Joder, ¿qué rayos estaba pasando ahí? ¿acaso estaba soñando o algo así?

TaeMin apartó su vista del espejo cuando escuchó nuevamente aquel llanto. No sabía a ciencia cierta el porqué, pero sentía que necesitaba con urgencia llegar al lugar de donde provenía ese insistente llanto y detenerlo. Así que sin pensarlo dos veces, salió de aquel baño y sus pies lo guiaron hacia la otra puerta que poseía esa habitación. Una vez que la abrió, se encontró con un amplio pasillo de color beige, cuyo suelo además se encontraba alfombrado; fue entonces que el llanto se intensificó y TaeMin caminó por aquel pasillo hasta toparse con una puerta blanca, la cual tenía justo en medio pegado un letrero celeste, decorado con patitos y carritos.

El pelirrojo se sorprendió al darse cuenta de que aquel letrero tenía algo escrito con marcador indeleble, ¡y esa era su caligrafía! con nerviosismo, lo leyó y entonces se percató de que era un nombre masculino, uno realmente hermoso cabe aclarar. No obstante, nuevamente el llanto hizo que cayera en la realidad y se centrara en lo que estaba pasando. El insistente lloriqueo provenía desde detrás de aquella puerta blanca, por lo que, luego de aspirar una gran bocanada de aire, la abrió con valentía y cerró sus párpados debido a un incandescente resplandor.

TaeMin abrió lentamente sus ojos y estos se acostumbraron rápidamente a la luz. El resplandor que lo cegó en un principio, no era más sino los mismos rayos solares que entraban a través de un enorme ventanal que poseía aquella habitación, la cual a simple vista parecía infantil. Completamente pintada de un lindo color celeste cielo y con pañales, biberones y juguetes regados por todas partes. No obstante, lo que en serio sacó de onda a TaeMin, fue ver enfrente suyo a una amplia espalda que él tan bien conocía. Joder.... no podía ser cierto lo que estaba viendo...

—¿MinHo? ¿qué haces aquí?— preguntó TaeMin mientras veía al azabache, el cual se hallaba de espaldas al menor, parado enfrente de una linda cuna blanca que poseía un elegante mosquitero color turquesa encima.

Al oír su voz, MinHo se dio la vuelta para verlo y entonces el pelirrojo pudo ver algo que llamó poderosamente su atención, el mayor sostenía entre sus fuertes brazos a un pequeño bulto cubierto por una manta blanca.

—Vaya, hasta que al fin despertaste. Oye, si no te levantabas tú, lo haría yo.— comenzó a quejarse el azabache con el ceño fruncido, mientras caminaba hacia donde el pelirrojo se encontraba parado. Meciendo torpemente al bulto que sostenía entre sus brazos.— Apenas logré hacer que dejara de llorar. Lo tuve que envolver con la manta que tú duermes, ya sabes, a él le gusta porque tiene tu olor. Sólo así se calma este pequeño sinvergüenza. Todo esto es culpa tuya, porque lo consientes demasiado.— le siguió regañando, acercándose por completo a él.— TaeMin, tú debiste haberte despertado para calmarlo, no yo, pues se supone que tú eres la "mamá" de esta relación.

—Min-MinHo, no entiendo nada... ¿qué es ese bulto que sostienes?

—¿Cómo que qué es? ¡pues es él!— exclamó un desconcertado azabache mientras le pasaba aquel bulto al menor, quien lo sostuvo con nerviosismo entre sus finos brazos. Y cuando lo vio, su corazón se detuvo... era un bebé. El bebé más hermoso que sus ojos hayan visto jamás.

—Dios mío... es un bebé. Un bebé de verdad...

—¿Acaso te caíste de la cama, te golpeaste la cabeza y perdiste la cordura? por supuesto que es un bebé, Tae. Es nuestro hijo.

—¿Nu-nuestro hijo...?— preguntó TaeMin completamente anonadado.— Pe-pero eso es imposible. Este bebé n-no puede ser nuestro hijo.

—Claro que lo es. Joder, se supone que somos una familia ¿no?

Y entonces aquel hermoso bebé comenzó a balbucear, mientras movía sus pequeñas manitas tratando de alcanzar a TaeMin y sonriendo risueño. Sus regordetas mejillas estaban sonrojadas, se notaba que le gustaba mucho estar entre los brazos del pelirrojo.

—No... eso no es cierto. Yo ya no tengo una familia, pues mi padre y mis hermanos están muertos.— susurró TaeMin mientras algunas lágrimas caían sobre el rostro de aquel bebé, quien al ver al pelirrojo llorar, también comenzó a llorar a moco tendido.

—TaeMin... tú no estás solo. Nos tienes aquí a tu lado, no necesitas a nadie más para poder ser feliz. Sólo a nosotros.— le susurró el azabache mientras envolvía con sus brazos a ambos. TaeMin se dejó abrazar y cerró lentamente sus ojos, sintiéndose protegido y en paz entre los fuertes brazos de MinHo.

"Se siente cálido, se siente reconfortante, se siente como si fuéramos una familia de verdad."

...

TaeMin...

¡TaeMin!

¡TAEMIN!

Y entonces el pelirrojo abrió rápidamente sus ojos, sentándose de sopetón sobre su cama y mirando hacia su izquierda, donde se topó a un MinHo parado, con los brazos cruzados y mirándolo con el ceño fruncido.

—Por fin te despertaste. Ya estaba a punto de llamar a Key para que él lo hiciera. Llevo veinte minutos tratando de hacer que abras los ojos.

—Un... un sueño.— susurró TaeMin para sí mismo.—fue sólo un sueño.

—¿De qué estás hablando?

—No es nada, sólo soñé que...— el pelirrojo decidió no decirle la verdad, pues no quería ver la reacción de MinHo si le llegaba a contar que soñó con que ambos eran los padres de un hermoso bebé. Seguramente se molestaría o por lo menos se sentiría incómodo.— Soñé que era un piloto de fórmula 1 y que estaba participando en una importante competencia. Pero justo cuando iba a ganar, tú me despertaste.

MinHo frunció el ceño desconcertado luego de oír semejante mentira, no obstante decidió no darle más vueltas al asunto y simplemente asintió con la cabeza. Para luego darse la vuelta y encaminarse hacia la salida de aquella celda.

—Ok, como sea. Ya es tarde, levántate y vámonos al comedor a desayunar.

—¿Qué hora es?— preguntó TaeMin mientras se levantaba de la cama y se encaminaba hacia el pequeño lavabo que tenía su celda. Para poder lavar su rostro y cepillarse rápidamente los dientes.

—Son las 7:15 am.

—¡Joder! en serio es tarde.— dijo el pelirrojo mientras se apuraba en lavar su cara para terminar de despertarse y cepillar sus dientes.

Una vez que ambos reos salieron de la celda que compartían y se encaminaron hacia el gran comedor, TaeMin fue el primero de los dos en romper el silencio que se había formado de repente.

—¿Dónde están JongHyun y Key?

—Ahora mismo deben estar terminando de desayunar. Vinieron a buscarte hace más o menos media hora, pero al ver que tú no tenías la más mínima intención de despertarte, se adelantaron porque ellos sí tenían mucha hambre. Además, seguramente dieron por hecho que hoy tampoco irías a comer.

—Si dije que iría, es porque lo haré.

—Lo sé. Eso mismo les dije.— entonces MinHo hizo una leve pausa, mientras miraba de reojo el demacrado semblante del pelirrojo.—¿A qué hora vendrá él?

—A las 7:50 am. Por lo tanto, terminaré de desayunar e iré directamente hacia el sector de visitas.

—¿Quieres que Key, JongHyun o yo te acompañemos?

—No, gracias. Pero será mejor si voy solo.

—De acuerdo...— MinHo prefirió no insistir más y simplemente guardó silencio mientras seguían caminando por aquel extenso pasillo gris.

Luego de aquel fatídico día, en el cual sus hermanos fueron cruelmente asesinados, transcurrieron cuatro días. Durante ese tiempo, TaeMin se la pasó hablando por teléfono con su mejor amigo HyunBin, quien se encargaba de darle soporte y ayuda a la destruida madre del pelirrojo, pues este lamentablemente no podía salir de aquella prisión ni siquiera en una situación así. Y es que joder, ni siquiera le dieron permiso para asistir al funeral de Hea y Eunji, todos allí eran unos malditos inhumanos.

Ese era el primer día que TaeMin iría al comedor. Luego del asesinato de sus hermanos, se la pasó encerrado en su celda con el celular de Key en la mano, esperando las llamadas y noticias por parte de HyunBin, sólo salió un par de veces para ducharse. El mandamás se encargó de llevarle todas las comidas a la celda que ambos compartían, pues sabía que el pelirrojo no estaba de humor para asistir al gran comedor, donde un montón de reos lo mirarían y cuchichearían un montón de cosas sobre él, pues ya todos estaban al tanto de que fue él quien asesinó a Kwang y que también tuvo algo que ver con la muerte de Sung. Aunque claro que todo eso quedó bien cubierto gracias al alcaide de esa prisión, el cual lo hizo por órdenes del mismo mandamás.

A pesar de todos los esfuerzos de MinHo, TaeMin comió muy mal durante esos días, pues prácticamente no tenía apetito, simplemente ingería algunos alimentos para no desvanecerse. El azabache no le exigió tener sexo durante todos esos días, no le recriminó su constante llanto y tampoco se enojó por rechazar la comida que él le traía diariamente para que se alimentara, simplemente permaneció a su lado y lo consoló en silencio. Él sabía que no era bueno usando las palabras, sí, pero no siempre las palabras son necesarias para brindarle tu apoyo a alguien. MinHo era más acción y menos palabrería.

En fin, el caso es que HyunBin le había avisado el día anterior a TaeMin, que esa misma mañana iría a visitarlo y que trataría de convencer a su madre para que también fuera. Necesitaban hablar sobre el severo deterioro mental que HaNeul estaba sufriendo, pues los policías nunca debieron permitirle que viera los cadáveres de sus hijos en plena escena del crimen, ya que ver a Hea y a Eunji en tal estado la destruyó por completo. El pelirrojo le rogaba a Dios que todo ese dolor parara pronto y que su mamá dejara de sufrir.

—MinHo...— comenzó a decir TaeMin mientras seguían caminando, ya faltaba poco para llegar al gran comedor.

—¿Sí?

—¿Hiciste lo que te pedí?— al oír esto último, el mandamás rodó los ojos y bufó hastiado.

—Sí, lo hice. Pero ya te dije que no es necesario que hagas esto, después de todo él te lo debía.

—Pero MinHo... gracias a él sigo con vida, apareció en el momento más oportuno. Y encima, en mi crisis de nervios, le grité y lo dejé con la palabra en la boca. Así que creo que es lo mínimo que puedo hacer como muestra de agradecimiento y de paso aprovecho para disculparme con él.

—Joder, haz lo que quieras.— espetó el azabache chasqueando la lengua con molestia.

El menor simplemente sonrió y pronto llegaron al gran comedor. Cuando ellos dos ingresaron, todos los reos allí presentes guardaron silencio y clavaron sus miradas sobre el pelirrojo, obviamente que pronto comenzaron a cuchichear entre ellos. TaeMin los ignoró olímpicamente y giró su cabeza de un lado a otro, como buscando a alguien, repitió la acción hasta que al fin lo encontró. Luego, caminó hasta la cafetería donde servían la comida, él no tuvo que hacer fila, pues todos los convictos se hicieron a un lado para dejarlo pasar, por temor a MinHo, quien no apartaba su mirada del pelirrojo.

El tipo que les entregaba a los reos su comida, al ver a TaeMin, enseguida se fue a la cocina a buscar el pedido especial que el mismísimo mandamás le había encargado para su pareja. El pelirrojo sonrió complacido al ver un gran plato metálico lleno de pollo frito, lo agarró con cuidado y se encaminó directamente hacia una mesa que anteriormente había estado buscando con su mirada.

¿Ya se imaginan a quién le daría ese plato lleno de pollo frito, verdad?

Pues sí, efectivamente TaeMin se dirigió a la mesa en la cual se hallaban sentados Onew y Joon. El castaño se sorprendió al ver al pelirrojo acercarse a donde ellos se encontraban y quedó aún más impactado con lo que ocurrió a continuación, pues TaeMin colocó ese plato, el cual contenía la comida favorita de Onew, justo enfrente del susodicho y le sonrió de forma amable.

—Yo... quería agradecerte nuevamente lo que hiciste por mí hace cuatro días. Si tú no hubieses aparecido, lo más probable es que yo ahora no pudiera estar contando el cuento.— comenzó a decir el pelirrojo y Onew le sonrió de oreja a oreja.— También quería aprovechar para disculparme por haberte gritado y dejado con la palabra en la boca aquel día, es que estaba... muy alterado, en verdad lo lamento.

—Ya te dije que el que debe agradecer y disculparse contigo soy yo, por todas las cosas terribles que te hice y te dije en el pasado. En serio esto no es necesario, yo no me lo merezco.— comenzó a decir Onew mientras miraba aquel plato con los ojos brillosos, hace tanto tiempo que no comía su comida favorita.— Pero no entiendo, ¿cómo sabías que adoro el pollo frito?

—Key me lo contó.— le respondió TaeMin encogiéndose de hombros.—Y claro que te lo mereces. Vamos, acéptalo por favor.

—Pero yo... yo no....

—¡Oh, vamos! es de mala educación rechazar un regalo y mucho más si se trata de comida.— le riñó Joon mientras agarraba un pollo frito y se lo llevaba directamente a la boca.—¡Joder, qué bueno está esto! no sabes de lo que te pierdes, amor.

—¡Suelta eso, idiota! ¡es mi regalo! ¡mi pollo frito!— exclamó Onew mientras agarraba su preciado plato y apartaba a su pareja a los empujones. Esta graciosa escena, logró hacer que TaeMin empezara a carcajearse por primera vez en cuatro días.

A lo lejos, Key, JongHyun y MinHo observaban todo desde su reluciente mesa. El rubio estaba sonriendo risueño, pues le hacía feliz ver a su bebé riéndose a pesar de todo lo malo que le había pasado, JongHyun hacía como que ignoraba la escena, pero en el fondo también estaba contento por ver al cabeza de fresa reírse otra vez. Y el semblante del mandamás estaba tan inexpresivo como siempre, pero en su interior estaba más que satisfecho, porque no había nada que lo hiciera más feliz, que ver a su Tae reírse de nuevo.

—Hasta que por fin Onew hace algo bien para variar.— susurró JongHyun mientras terminaba de tomar su jugo de naranja que tanto le gustaba.

—Es verdad.— apoyó el azabache y la Diva los miró feo a ambos.

—Carajo, ustedes dos son unos malditos rencorosos. Onew ya se disculpó muchas veces con TaeMin y me parece a mí que ya pagó todo el daño que hizo en el pasado. ¿No les parece que es hora de perdonarlo y olvidar todo lo que pasó?— les preguntó Key a ambos, mientras sacaba una lima rosa para arreglar sus uñas.

—No.— respondieron JongHyun y MinHo al unísono.

—Lo suponía, pero bueno al menos lo intenté.— susurró un resignado Key mientras limaba sus uñas. Y escuchaba complacido la risa de TaeMin.

Luego de unos minutos, dos reos trajeron los desayunos del mandamás y de su pareja a la mesa en la que ellos tres se encontraban sentados. MinHo sacó rápidamente su celular del bolsillo para revisar la hora, ya era muy tarde, así que lo sentía por TaeMin pero tendría que interrumpir la conversación que estaba teniendo con Onew o no llegaría a tiempo para su cita de las 7:50 am.

—¡TaeMin, ya son las 7:30 am!— le gritó el mandamás desde su posición, para luego comenzar a desayunar tranquilamente.

El pelirrojo se sorprendió por lo tarde que se le había hecho y enseguida se despidió tanto de Onew como de Joon, dejándole al castaño su preciado plato lleno de pollo frito para que lo disfrutara. Después de hacer eso, TaeMin corrió hasta la mesa en la cual se encontraban los otros tres reos y, luego de saludar tanto a JongHyun como a Key, comenzó a desayunar rápidamente, pues sólo faltaban veinte minutos para que HyunBin llegara a la prisión. Tenía que apurarse.

—Bebé, casi te atragantas.— le regañó Key mientras le daba suaves golpecitos en la espalda al pelirrojo, quien prácticamente estaba tragando la comida por lo tarde que se le había hecho.

—¿A qué hora dijiste que tenía la visita?— preguntó el perro a su mejor amigo.

—A las 7:50 am.— le respondió MinHo mientras comía despacio su desayuno, total él no tenía apuro.

—Joder, con razón estás tragando en lugar de masticar.— se burló JongHyun y TaeMin le miró feo.

—Taeminnie, si te hubieras despertado más temprano no estaría pasando esto ahora.— le regañó la Diva y justo entonces el pelirrojo terminó de desayunar. Se levantó rápidamente de la silla y se dio la vuelta.

—Ya se me hace tarde. Me voy, nos vemos después.— se despidió y Key lo sujetó del antebrazo.

—¡Espera! te acompañamos si quieres.

—No gracias, prefiero ir solo. Además MinHo aún no ha terminado de desayunar.

Y sin decir ninguna palabra más, el pelirrojo se encaminó hacia la salida del gran comedor, ignorando las miradas y cuchicheos de todos los reos allí presentes. Eligió caminar por el pasillo que lo llevaría directamente al sector de visitas, el cual se encontraba un poco lejos del comedor, por lo cual tendría que hacer una caminata aproximada de diez minutos. Pero ya había hecho los cálculos en su mente y sabía que llegaría justo a tiempo.

Mientras caminaba, TaeMin no pudo evitar pensar y recordar todas las cosas que había hablado con MinHo sobre DaeHyun. Aún no podía terminar de creer que el ex amante del mandamás era su primo de sangre, aquel chico con el cual compartió tantas vivencias y al que prácticamente consideraba un hermano. Realmente estaba empezando a creer, que el universo conspiraba en contra suya y se burlaba constantemente de él.

Flashback

—Porque... porque DaeHyun era mi primo.— le reveló TaeMin en un hilo de voz casi inaudible. El mandamás se estremeció de pies a cabeza y enseguida frunció el ceño, notablemente molesto.

—TaeMin, déjate de bromas. No importa lo mal que estés, no me agrada para nada las tonterías que estás diciendo para desquitarte.— espetó el azabache mientras prácticamente le arrancaba de las manos al pelirrojo aquella fotografía de DaeHyun y la guardaba de nuevo en aquella pequeña caja.

—¡¿Tú crees que yo bromearía con algo tan delicado como esto?! ¡Lo que te digo es muy serio!— le gritó TaeMin convirtiendo sus pequeñas manos en puños. El azabache enfiló peligrosamente su mirada.

—Es imposible que tú y él sean primos. Es sencillamente imposible.— en esos momentos, no se sabía si MinHo le estaba diciendo eso a TaeMin o se lo estaba diciendo a sí mismo para autoconvencerse.

—Joder MinHo, vi su fotografía, no importan los años que hayan pasado, sigue teniendo la misma cara que yo recuerdo.— comenzó a decir mientras apuntaba con su dedo índice la foto de DaeHyun que se encontraba guardada en aquella caja.—Y si en serio te estuviera mintiendo, ¿cómo explicas que sepas que él tenía una marca de nacimiento con la forma de una cabeza de gato en el hombro, eh?

—Carajo TaeMin, entiende que no puedo creerte así como así. Todo esto es tan repentino, extraño y además...— sin embargo, el azabache no pudo terminar la oración porque el menor lo interrumpió.

—Lee DaeHyun. Nacido el 16 de agosto del 89, me lleva exactamente cuatro años de edad. Su colores favoritos son el negro y el morado. Su postre preferido es el bombón helado de chocolate con crema americana. Detesta correr pero le gusta mucho hacer natación. Le gusta más el invierno que el verano, porque cuando hace demasiado calor, le salen unas ronchas rojas en el cuerpo que le dan demasiada comezón. Podría pasarse horas y horas escribiendo en una libreta que siempre cargaba consigo.— el pelirrojo hizo una leve pausa antes de continuar, mirando el semblante estupefacto de MinHo, quien no sabía qué rayos decir pues todo lo que TaeMin le estaba diciendo sobre DaeHyun era verdad. Joder y es que hasta parece que lo conocía mejor que él.—Y lo más importante... DaeHyun era hijo único, luego de tenerlo mi tía no pudo tener más hijos. Así que es imposible que Sung haya sido su hermano. Eso es una vil mentira.

Luego de eso, pasaron aproximadamente cinco minutos en los cuales ninguno de los dos reos dijo nada. MinHo estaba tratando de procesar toda la información que TaeMin le había soltado sin miramientos. Por su parte, el pelirrojo simplemente esperaba impaciente la respuesta del mandamás, necesitaba que le dijera algo, lo que sea estaría bien.

—Oh, olvidé decirte algo más...— TaeMin se sentó en el suelo, justo enfrente del azabache y se dio la vuelta, para después levantarse un poco su largo cabello rojo y mostrarle al mayor su nuca al descubierto.— DaeHyun tenía exactamente el mismo lunar con forma de corazón en la nuca. Nos dimos cuenta de eso cuando éramos niños y siempre broméabamos con que esos lunares nos conectaban o algo así.— el mandamás observó aquel lindo lunar y no pudo evitar sonreír resignado. Joder, eso también es verdad, su Dae tenía el mismo lugar en el mismo sitio. Nunca antes se dio cuenta que TaeMin también lo tenía.

—Tenías razón con lo que dijiste antes...— comenzó a decir MinHo y el pelirrojo lo miró interesado.— DaeHyun era hijo único. Sung no era su verdadero hermano.

—¡Lo sabía! pero entonces... ¿por qué decía una y otra vez que sí eran hermanos? ¿acaso estaba loco?

—No... o bueno, quizás sí estaba loco. Pero lo que quiero decir, es que ellos sí eran y no eran hermanos a la vez.

—¿A qué te refieres? quieres decir... ¿que eran hermanastros?

—Exactamente.— asintió MinHo y TaeMin abrió sus ojos sorprendido.—Eso eran, hermanastros. No habían lazos consanguíneos que los unieran, pero sus padres estaban casados. Aún así, siempre creí que Sung se obsesionó con DaeHyun, aunque él nunca correspondió a sus sentimientos, Dae lo veía simplemente como un hermano y como nada más que eso.

—Ahora entiendo todo... lo último que supe, fue que los padres de DaeHyun se divorciaron. Mi tío se consiguió una novia extranjera y se fue a vivir a Japón. Mientras que mi tía, se mudó a Busan junto con DaeHyun y allí se cortó toda comunicación entre ellos y mi familia, porque mi padre tuvo una fuerte discusión con ella. Jamás supe que mi tía se volvió a casar, por eso no reconocí a Sung cuando lo vi.

Al oír la explicación de TaeMin, MinHo comenzó a atar cabos y para su desgracia todo calzaba a la perfección. Puta madre, no quería aceptar que ellos dos en serio fueran primos. Todo eso parecía una jodida broma de mal gusto por parte del destino. Y no le daba ni puta gracia.

—¿Y? ¿ahora me crees?— le preguntó TaeMin y el mandamás simplemente se rascó con agresividad la nuca, muy exasperado.

—Joder, sí. Y ahora puedo afirmar sin temor a equivocarme, que el mundo es muy pequeño y que me ha cagado un dinosaurio. Porque la vida se ha encargado de joderme una y otra vez. Es una hija de puta la muy maldita.

TaeMin quiso reírse, pues le dio gracia la manera en la que MinHo se expresó, pero se mantuvo serio porque creyó que la situación lo ameritaba. Así que sólo curvó sus labios hacia arriba.

—¿Sabes...?— comenzó a contarle el menor mientras miraba hacia el techo y sonreía risueño, recordando los buenos momentos.—DaeHyun y yo éramos inseparables. Mi padre era el hermano mayor de su madre y todas las tardes me llevaba a su casa, jugábamos en el parque que estaba a dos cuadras y luego, cuando volvíamos a su casa, mi tía nos preparaba chocolatada bien fría y panecillos. Eso nos fascinaba a los dos.— entonces MinHo no pudo evitar sonreír con nostalgia. Es verdad, a su DaeHyun le gustaba mucho merendar chocolatada muy fría, siempre le exigía que le comprara litros y litros de eso en el supermercado. Nunca podía faltar eso en la heladera. Dae era caprichoso como ninguno, pero a MinHo le encantaba.

No obstante, el mandamás prestó atención a algo en especial que le dijo TaeMin. ¿El padre del pelirrojo y la madre de DaeHyun eran hermanos? pero entonces...

—TaeMin...

—¿Sí, qué ocurre?— le preguntó ladeando un poco su cabeza. Joder, ahora que sabía quién era DaeHyun, se sentía terriblemente culpable. Porque había estado odiando a su propio primo sin ser consciente de eso, al mismo primo que quiso demasiado en el pasado. Y quien para colmo, ya estaba muerto.

—Dijiste que tu padre y la madre de él eran hermanos ¿cierto?

—Sí, eso dije.

—Y tú me dijiste también hace tiempo que tu padre había fallecido, si no mal recuerdo ¿verdad?

—Sí, falleció a causa de un accidente automovilístico.— le comenzó a explicar mientras sentía un nudo en su garganta. El pelirrojo aún no superaba la muerte de su padre y realmente se lamentaba, porque en la actual situación que estaba viviendo, su padre sabría qué hacer y podría consolar a su madre.—¿Sabes? aún me duele mucho su muerte. Y lo más trágico es que nunca supimos la verdadera causa del accidente, porque él no estaba alcoholizado ni drogado cuando eso pasó. Mi papá no era así, él era un policía noble y justo, Incluso murió en su auto de patrullaje.— TaeMin hizo una pequeña pausa mientras aspiraba una gran bocanada de aire y trataba de no llorar—Sólo espero algún día convertirme en un hombre como él, quiero proteger a los que amo así como papá nos protegió a mí y a mi familia hasta el final de sus días.

MinHo no dijo nada, simplemente bajó su cabeza y apretó la cajita de metal que tenía entre sus manos. Para colmo, TaeMin le acababa de decir que su padre era policía, corroborando aún más que su teoría era la acertada. Tuvo ganas de preguntarle: "¿tu padre se llamaba Lee Hyo, por casualidad?" pero no, no podía preguntarle eso porque sería muy obvio y TaeMin comenzaría a sospechar.

Pero joder, es que no habían dudas. Definitivamente era lo que pensaba y el azabache en ese momento juró llevar ese secreto a su tumba. TaeMin nunca lo sabría. Nunca.

—¿MinHo? ¿estás bien?— preguntó un preocupado pelirrojo, pues veía al mandamás más pálido de lo normal. Y notaba además una cuantas gotas de sudor frío sobre su sien.

—Sí, estoy bien.— le dijo mientras cerraba con candado la cajita de metal y la guardaba nuevamente en el fondo del cajón de la mesita de noche que estaba al lado de la cama.—Es solo que han pasado demasiadas cosas en este día y hemos tenido muchas revelaciones. Ya me duele la cabeza por tanta información recibida.— se justificó mientras agarraba la pulsera de plata que Key les había regalado antaño tanto a él como a JongHyun y se la pasaba a TaeMin para que este se la vuelva a poner en su muñeca. El pelirrojo se la colocó y simplemente asintió con la cabeza.

—Tienes razón, a mí también me duele mucho la cabeza.— dijo TaeMin mientras se levantaba del suelo y se sentaba en la cama de abajo para luego acostarse.

—Vamos a dormir, necesitas descansar y juntar fuerzas para todo lo que se vendrá.— le dijo el mandamás mientras también se levantaba del suelo y sacudía sus pantalones.

—¿Podemos dormir juntos? me siento cómodo y protegido cuando me abrazas de atrás.— le pidió el pelirrojo en un hilo de voz, mientras sentía cómo sus mejillas se ponían calientes y coloradas.

—Está bien, hazme espacio.— entonces TaeMin se corrió hacia la pared y se dio la vuelta. Enseguida sintió el peso de MinHo sobre el colchón y unos fuertes brazos los envolvieron, pegándole a su fornido cuerpo. Entonces el pelirrojo cerró sus ojos y enseguida pudo conciliar el sueño, cautivado por ese olor a hombre que poseía el mandamás y que tanto le gustaba.

Ya luego le preguntaría otras cosas que quería saber, como por ejemplo cómo murió DaeHyun y el por qué. Pero por ahora estaba bien, ya se habían aclarado muchas de las dudas que tenía y se sentía un poco más en paz. Al menos ese resentimiento que sentía por Dae se había esfumado al saber que era su querido primo. DaeHyun no tenía la culpa de nada, el único culpable de todo era Sung y él ya estaba muerto.

...

Fin del Flashback

...

TaeMin dejó de pensar en lo que había pasado aquel día, porque finalmente llegó al sector de visitas. Le mostró al guardia que vigilaba la puerta de acceso un papel, en el cual estaba su nombre completo, su número de identificación y la hora de su cita. El policía asintió y lo dejó pasar sin mayores contratiempos, cuando finalmente llegó al cubículo que le correspondía, TaeMin aspiró una gran bocanada de aire y luego abrió la puerta, del otro lado se encontraba su mejor amigo, aunque claro, detrás de aquel vidrio protector que los separaba.

—Hola, HyunBin ¿te hice esperar demasiado?— preguntó el pelirrojo mientras se sentaba en la única silla que allí se encontraba.

—No TaeMin, recién acabo de llegar.— le respondió tratando de forzar una sonrisa. El semblante de HyunBin se notaba demacrado, tenía unas ojeras muy marcadas, sus labios estaban resecos y sus ojos rojos, como si no hubiese dejado de llorar durante todos esos días. De hecho, los semblantes de ambos eran muy parecidos en esos momentos, pues los dos estaban realmente destruidos.

—Por lo que veo no pudiste convencer a mamá para que viniera...

—No, no pude convencerla a pesar de que lo intenté muchísimas veces. Ella simplemente no quiere salir del cuarto que le di en mi casa. Está irreconocible.

El pelirrojo apretó fuertemente sus manos e hizo el mayor esfuerzo del mundo para no llorar. En serio le dolía demasiado no poder salir de esa prisión ni siquiera para consolar a su madre. Después de todo, ella era lo único que le quedaba. Deseaba decirle tantas cosas, que todo estaría bien, que Hea, Eunji y su padre siempre estarían en sus corazones, que los protegerían a ambos desde algún lejano lugar, que él siempre la cuidaría... y que le perdonara todas las cosas horribles que le dijo la última vez que ella vino a visitarlo. Pero no podía, porque estaba encerrado en esa cárcel.

—Ella está sufriendo mucho... ¿verdad?— preguntó TaeMin en un sollozo, mientras inevitablemente dejaba escapar un par de lágrimas que rodaron por sus mejillas, hasta su barbilla.

—Tae, dame tu mano.— dijo HyunBin mientras él mismo colocaba su mano derecha en el único agujero que poseía aquel vidrio protector. El pelirrojo asintió, para luego poner su mano allí y dejarse acariciar por su mejor amigo.

—No te quise contar esto por teléfono para evitar que entres en alguna clase de crisis nerviosa, pero es necesario que lo sepas, te lo tengo que decir.

—HyunBin, me estás asustando... ¿qué ocurre?

—HaNeul intentó suicidarse, TaeMin.— al oír esto, el pelirrojo llevó la mano que tenía libre hasta su boca, tapándola y dejando caer innumerables lágrimas.

—N-no... no puede... no puede ser... eso no...

—También ha tratado de abortar, odia el bebé que lleva adentro del vientre porque sabe que es el hijo del asesino de Hea y de Eunji.— HyunBin hizo una pequeña pausa, mientras sentía cómo la mano que estaba sosteniendo del pelirrojo temblaba como nunca antes.— Traté de brindarle ayuda profesional, pero HaNeul ha rechazado a cada psicólogo y psiquiatra que he contratado para ella. Hemos logrado que se tranquilice por ciertos momentos del día utilizando calmantes, pero enseguida vuelve a recaer y trata de hacer locuras debido a la depresión en la que está sumergida. Además, no se le puede suministrar los mejores medicamentos para su caso justamente porque está embarazada y podría afectar al bebé.

Entonces TaeMin apartó la mano que HyunBin estaba sosteniendo y comenzó a jalarse de sus cabellos con ambas manos. Joder, recién ahora se acordaba de que su madre estaba embarazada de aquel asesino. En esos momentos, estaba a punto de entrar él mismo en una crisis nerviosa, no sabía qué coño hacer. ¿Qué podía hacer para salvar a su querida mamá?

—¡Joder, HyunBin! ¿qué debo hacer? ¿qué puedo hacer para ayudar a mi mamá?— le preguntó el pelirrojo entre lágrimas, estaba realmente desesperado.

—Lo que debiste haber hecho hace mucho, TaeMin. Ella te necesita ahora más que nunca.— comenzó a decir el rubio y el menor supo enseguida a qué se refería.—Reabre tu caso, yo usaré los contactos de mi padre para que todo se acelere y salgas pronto de este horrible lugar. No sé porqué razón has rechazado salir de aquí cuando te lo propuse anteriormente, si porque tienes un pacto con alguien, porque te tienen amenazado o porque te has enamorado. Pero estamos hablando de HaNeul, tu madre y el único familiar que te queda, TaeMin.

El pelirrojo guardó silencio durante unos interminables minutos. Estaba pensando en todo, en cada cosa vivida durante ese último año. Ja, y pensar que durante los primeros meses de convivencia con MinHo, él hubiera vendido su alma al diablo con tal de salir de aquella horrible prisión y nunca más volver a toparse con el mandamás. Pero con el correr del tiempo, todo fue cambiando y ese hombre frío e insensible poco a poco fue instalándose en su corazón y ahora... ¿cómo carajo lo sacaba de allí? ¿cómo?

TaeMin no quería irse, por más loco que sonara lo que estaba diciendo... él era feliz así, dentro de esa cárcel. Como nunca antes lo fue afuera de ella. Key, JongHyun, Onew, Joon, Bae, Chin, Jung, SaeJin y... MinHo, su pareja. Todas esas personas le ayudaron cuando más lo necesitó y le hacían feliz, lo hacían sentirse en casa. Conoció a gente muy buena y muy mala dentro de la Underground Prison, pero no se arrepentía. Y si le dieran a elegir entre borrarlo todo o volverlo a repetir, sin dudas elegiría repetirlo. Por más que eso signifique tener que volver a sufrir, lo haría porque adoró poder conocer a personas tan maravillosas y sobre todo por él... por Choi MinHo. Lo elegiría mil veces de ser necesario, por más defectos que tuviera para el resto, así lo amaba. Y para él era perfecto.

Pero por otra parte, HyunBin también tenía razón. La vida de su querida madre estaba colgando de un hilo muy fino y había caído en una depresión peligrosa que podría llevarla al suicidio o a cometer alguna otra locura, como abortar al bebé que crecía dentro de su vientre. Y todo eso había pasado por su egoísmo, porque si él hubiera aceptado la propuesta que aquella vez HyunBin le hizo, de reabrir su caso y salir de esa prisión, sus hermanos seguiría vivos y su madre estaría bien mentalmente hablando. Pero no, él eligió rechazarla con excusas patéticas, pero la verdad detrás de todo eso, es que no quería irse porque ya se había enamorado de MinHo y le aterraba la idea de que lo separaran de él. Pero ahora las cosas eran diferentes... tenía que dejar de ser egoísta y no solo pensar en él mismo, sino también en su pobre madre. Después de todo, ella era lo único que le quedaba en el mundo.

—Está bien...— susurró TaeMin al fin, luego de pensarlo durante unos interminables minutos, mientras dejaba un montón de lágrimas caer. Se preguntó en esos momentos si sus ojos alguna vez se cansarán se producirlas, porque a él ya le dolía llorar.—Hablaré con el alcaide hoy mismo. Tú ya puedes empezar a mover tus contactos para acelerar el proceso y sacarme de aquí.

Luego de oír eso, a HyunBin se le iluminó el rostro, sonrió de oreja a oreja y asintió con euforia. Llevó una de sus manos al agujero que tenía aquel vidrio, con la clara intención de agarrar la mano de TaeMin y apretarla con alegría. Sin embargo, el pelirrojo no se la dio, simplemente permaneció cabizbajo y llorando en silencio mientras miraba el suelo. Entonces el rubio se preguntó qué sería lo que retenía al menor en esa horrible prisión.

—TaeMin... ¿acaso te han amenazado?

—No, no es eso.— le respondió de inmediato mientras se limpiaba las lágrimas con la manga de su sudadera, aún con la cabeza baja.

—¿Y entonces? ¿por qué no quieres irte de aquí?

—No es nada, HyunBin. En serio.

—Espera, no será que... ¿te enamoraste de alguien aquí dentro?

Ante tal pregunta, TaeMin abrió exageradamente sus ojos y levantó la cabeza de sopetón, clavando su mirada sobre un impactado HyunBin. Para el rubio, esa simple acción y la dilatación en las pupilas de su mejor amigo fueron suficientes para corroborar su teoría.

—Dios no... TaeMin...

...Continuará...

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