El mandamás
...
-¿Quién diablos eres tú?- TaeMin jamás en toda su vida escuchó una voz tan fría, varonil y autoritaria como la que poseía aquel azabache, definitivamente tembló de pies a cabeza con esa pregunta.
"Genial, salí de un problema para meterme en uno peor, quiero que la tierra se abra en dos y me trague entero." Fue lo único que pensó mientras se sentía menos que una hormiga ahí sentado en el suelo helado, frente a tan imponente e insensible hombre...
Pasaron los segundos y el pelirrojo continuó allí, sentado en el frío piso observando a aquel hombre que lo examinaba con su oscura mirada.
-¿Eres sordo o estúpido? te pregunté quién diablos eres.- espetó el mayor y TaeMin siguió guardando silencio; lo único que quería en esos momentos era que el suelo se abriera y lo tragara.
Joder, ¡¿por qué todo lo malo tenía que pasarle justo a él, si no había hecho nada para merecerlo?! luego de que pasaran unos cuantos segundos, el menor escuchó a alguien acercarse a donde ellos se encontraban. Inmediatamente se tensó, pues creía saber de quién se trataba.
-Al fin te encontré niñito, anda no seas tímido y ven aquí. Te aseguro que nos divertiremos mucho los dos juntos.- TaeMin estaba de espaldas a ese reo, pero pudo reconocer enseguida su odiosa voz. Entonces chasqueó su lengua más que molesto, pues lo único que quería era que ese imbécil lo dejara en paz; no obstante, también sabía que no podía hacer algo estúpido como tratar de golpearlo, porque era obvio que aquel mastodonte frenaría sus golpes y de paso le daría una paliza.
Entonces los negros ojos de MinHo se deslizaron hacia aquel tipo fornido. La mirada del mandamás se enfiló de forma peligrosa y recién ahí, aquel abusador se dio cuenta de que el azabache estaba parado enfrente de TaeMin.
-Min-Minho.- tartamudeó entre sorprendido y asustado aquel hombre corpulento.
-¿Qué estás haciendo?-Le preguntó el azabache con un tono de voz autoritario. Y entonces una gota de sudor frío se formó sobre la sien de aquel sujeto.
-Pu-Pues verás mandamás... ese chiquillo y yo estábamos a punto de divertirnos. Me estuvo provocando como toda una zorra el muy puto y luego se echó a correr, yo sólo le estaba persiguiendo para terminar lo que él empezó.- luego de oír semejantes mentiras, TaeMin apretó con fuerza sus puños, completamente encolerizado ¿en qué momento él le había provocado? ¿y con qué derecho lo llamaba "zorra" y "puto", si él era muy heterosexual? ¡jodido mentiroso!
-¡Deja de mentir! ¡yo jamás te provoqué, asqueroso violador!- le gritó el menor mientras se levantaba del suelo rápidamente y se daba la vuelta para encararlo. Él podría ser más pequeño y débil, pero no era ningún cobarde y no permitiría que nadie pisoteara su orgullo de esa forma, si iba a morir, por lo menos moriría con dignidad.- ¡Ah y una cosa más, el único puto aquí eres tú!- finalizó apuntándole con su dedo índice.
El reo musculoso gruñó y una vena sobresalió de su frente, las palabras de TaeMin realmente lo habían hecho enojar. Entonces se acercó a zancadas hacia donde el pelirrojo se encontraba, levantó el puño con la clara intención de golpearlo y el menor simplemente cerró los ojos, pero mantuvo su cabeza bien levantada, no iba a demostrarle a ese imbécil que le tenía miedo. Eso jamás.
-Lárgate.- esa fría y autoritaria voz, sin lugar a dudas pertenecía al azabache. TaeMin abrió lentamente sus ojos y entonces vio cómo aquel reo musculoso mantenía su puño suspendido en el aire, observando asombrado al mandamás de aquella prisión.
-Pe-Pero MinHo, este mocoso...- el tipo quiso comenzar a reprochar, mientras bajaba lentamente su puño.
-Si aprecias tu miserable vida, te aconsejo que te largues inmediatamente de aquí.- al oír esa clara amenaza, el reo musculoso no dijo ninguna palabra más, dio media vuelta y desapareció por uno de los pasillos. Entonces TaeMin suspiró aliviado, joder, de la que se había salvado.
-Y tú, si no quieres que te violen, te maten y luego dejen tirado tu cuerpo en algún oscuro pasillo, entonces deja de andar provocando.- fue lo que le dijo el mandamás mientras daba media vuelta y se disponía a retirarse de allí.
TaeMin podría haberse quedado calladito y dirigirse rápidamente hacia su celda. Pero no, como siempre comenzó a hablar sin ponerse a pensar antes en las consecuencias.
-¿Quién te crees que eres para decir que yo "provoqué" a ese imbécil?- luego de decir eso, el pelirrojo se regañó mentalmente por ser tan impulsivo y quiso omitir lo que dijo, pero ya era muy tarde. MinHo detuvo su andar y giró sobre sus pies para fulminar al menor con su mirada y entonces un terrible escalofrío le recorrió todo el cuerpo al pelirrojo.
-¿Qué? ¿preguntas quién soy yo?- le cuestionó cortante mientras se acercaba al pelirrojo y el susodicho retrocedió de forma instintiva.- Escúchalo bien, porque no lo volveré a repetir. Soy Choi MinHo, el mandamás de la Underground Prison, el reo supremo que puede darle poder a otros reos, así como también aplastar sus cráneos con mis propias manos, como si fuesen simples e insignificantes hormigas. Así que grábatelo en la cabeza y ve con cuidado, chico nuevo.- TaeMin retrocedió tanto, que de un momento a otro chocó contra una pared y quedó acorralado entre ella y el cuerpo de aquel sujeto.-Y ahora dime, ¿quién eres?- le preguntó por tercera vez, el menor tragó grueso y luego de unos cuantos segundos le respondió.
-TaeMin, Lee TaeMin.- le reveló por fin y el otro no dijo nada, simplemente lo analizó con esos ojos tan calculadores que poseía.
-Pues entonces, Lee TaeMin, te recuerdo que estás en una cárcel para hombres y si andas moviendo el culo por los pasillos sólo lograrás provocar a los reos, e inevitablemente terminarán violándote y posiblemente matándote después.- luego de oír esas hirientes palabras, el pelirrojo nuevamente apretó sus puños, arrugó su nariz ofendido y no pudo evitar responderle al mandamás alzando el tono de voz.
-¡Yo no soy un jodido homosexual como todos ustedes! ¡y te lo repito, yo en ningún momento provoqué a ese tipo, sólo fui a beber agua y ese maldito degenerado empezó a acosarme con la clara intención de abusar de mí!- le gritó tan fuerte, que tuvo que inhalar y exhalar varias veces para poder regular nuevamente su respiración. No obstante, tembló cuando MinHo enfiló su mirada tan negra como el carbón, definitivamente su comentario lo había molestado.
-¿Con que todos aquí somos unos jodidos homosexuales, eh? Sí, puede que tengas razón, pero es sólo cuestión de tiempo para que tú también te conviertas en lo mismo.- sentenció con una sonrisa retorcida en su bello rostro, entonces TaeMin lo fulminó con la mirada.
-¡Cállate! ¡yo jamás seré como ustedes, prefiero morir de abstinencia sexual a convertirme en un depravado homosexual!
El mayor rodó los ojos, ya harto de todos los comentarios estúpidos que decía aquel pelirrojo. Y entonces optó mejor por sujetar las pequeñas muñecas del menor con una sola de sus grandes manos, y llevarlas a la altura de la cabeza ajena, dejándolo así completamente a su merced. El mandamás vio de inmediato el terror y el miedo reflejados en los ojos cafés del pelirrojo. Y eso lo excitó por un instante, pero supo contenerse.
-¡¿Qué diablos crees que estás haciendo?! ¡suéltame ahora mismo!- le exigió TaeMin mientras trataba de zafarse del agarre ajeno. No obstante le resultaba imposible, pues lo tenía bien sujeto y además, la fuerza bruta que poseía aquel azabache era inhumana. Joder, y lo más patético es que MinHo estaba utilizando solamente una de sus manos, con eso le bastaba y le sobraba al muy infeliz.
-Escúchame bien, crío estúpido, porque sólo te lo diré una vez.- empezó a decir el mayor con una voz fría y siniestra mientras acercaba su rostro al del pelirrojo.-Esta es mi prisión y yo soy el que da las órdenes aquí, de modo que quiero que sea la primera y última vez que me levantes el tono de voz.- el pelirrojo sintió que le faltaba el aire cuando tuvo el rostro de aquel hombre arrogante y frío tan cerca del suyo. Pudo respirar por fin cuando sintió sus muñecas liberadas y enseguida vio como MinHo se alejaba por un pasillo gris, sin dirigirle una sola palabra más.
Cuando el azabache finalmente desapareció de su campo de visión, TaeMin suspiró aliviado y vio con impotencia cómo sus muñecas temblaban sin parar. MinHo no le lastimó con su agarre, pero aquel simple contacto que tuvieron le había hecho temblar de puro pánico, por un instante realmente pensó que el mandamás lo violaría, pero gracias a Dios eso no ocurrió.
Con un mar de confusión en su mente, el pelirrojo caminó apresuradamente hacia su celda. Bae despegó su mirada de la revista que leía al verlo entrar y frunció el ceño al percatarse de que TaeMin lucía agitado.
-Te tardaste bastante, ¿ocurrió algo?- TaeMin pensó unos segundos en si decirle o no la verdad a su compañero. Pero luego de meditarlo, decidió tratar de olvidar aquel horrible suceso y por lo tanto, optó mejor por no decirle nada a Bae.
-No, no pasó nada.- respondió al fin, el otro obviamente no le creyó una sola palabra.
-¿Seguro, Taeminnie?- insistió y el pelirrojo le volvió a mentir.
-Sí, seguro Bae.- el castaño decidió no insistir más y enseguida ambos reos escucharon la campana sonar, la cual indicaba que ya era la hora de cenar. Automáticamente TaeMin cubrió sus oídos con las palmas de sus manos, pues aún no se acostumbraba a ese ruido. Por su parte Bae cerró la revista y bajó de un solo salto de su cama.
-Anda, vámonos Taeminnie.- le ofreció su mano y el pelirrojo la aceptó con una cálida sonrisa en su rostro. Ambos se dirigieron al gran comedor de la prisión, el cual ya se había llenado de reos que morían de hambre igual que ellos.
Mientras esperaban en la fila, el pelirrojo se dio cuenta de que aquel reo musculoso que intentó violarlo, se encontraba sentado en una mesa cerca de donde él se hallaba y lo fulminaba con su mirada. TaeMin simplemente lo ignoró y siguió esperando; cuando al fin tuvo su "deliciosa" cena (nótese el sarcasmo) en sus manos, decidió ir a sentarse junto con Bae a una mesa en la que ya se encontraban Chin y Jung.
Sin embargo, justo cuando estaba por encaminarse hacia dicha mesa, cuatro reos entraron por la enorme puerta principal de aquel comedor y todos los convictos se hacían a un lado, dejándolos pasar. Para colmo los desgraciados ni siquiera tenían que hacer fila como el resto, directamente agarraban su comida especial, para luego sentarse en su jodida mesa especial. TaeMin bufó molesto, mirando cómo el hombre regordete que atendía en la cafetería les daba cuatro platos con papas fritas, milanesas y gaseosas. Al ver eso se le hizo agua la boca, ¡y mientras tanto él y todos los demás tenían que comer esa porquería, que parecía papilla con pan duro y agua caliente endulzada! ¡qué injusticia! no obstante, de un momento a otro, el pelirrojo sintió cómo alguien chocaba contra su hombro.
-¡¿Eres ciego o qué, imbécil?! ¡casi haces que eche mi comida al suelo! ¡apártate de nuestro camino!- le gritó un castaño, unos cuantos centímetros más bajo que él, pero con un carácter de los mil demonios y con un cuerpo muy fornido. TaeMin frunció el ceño ofendido, grave error.
-Ya JongHyun, tranquilízate.- trató de calmarlo un rubio tan alto como el mandamás, pero más delgado y con un carácter menos agresivo.
-¡¿Cómo quieres que me calme, Key?! si este idiota encima de chocarme, se atreve a fruncir el ceño en mi presencia.- a TaeMin inmediatamente se le vino a la mente, la imagen de un perro ladrando. "Perro que ladra no muerde"
-Ay vamos, seguro no lo hizo a propósito, además... ¿cómo puedes enojarte con él, si se nota que es súper lindo?- dijo el rubio mientras se acercaba a un sorprendido pelirrojo y jalaba tiernamente de sus mejillas sonrojadas.-¡Kya! ¡Tienes la piel tan suave como la de un bebé!- chilló aquel extraño sujeto. TaeMin enseguida apartó las manos de ese tal Key, muy ofendido por ser comparado con un bebé.
-¡No me toques! ¡y no soy ningún bebé!- le gritó a la defensiva y Key por un instante se sorprendió, pero enseguida le volvió a sonreír.
-Vaya, qué carácter tan podrido tienes.- comenzó a decir aquel castaño que antes lo había insultado, el cual ahora ya sabía se llamaba JongHyun.-La próxima vez que le levantes el tono de voz a Key, te bajaré todos los dientes de un solo golpe ¿entendido?- le amenazó y por alguna extraña razón, TaeMin supo que no estaba bromeando, así que simplemente se quedó callado y asintió con la cabeza.
-¿Tenemos que recordarte cuál es nuestra posición y cuál es la tuya dentro de esta prisión?- preguntó con cierto aire burlón otro castaño, el cual era un poco más alto que TaeMin pero tenían una contextura física parecida, pues ambos eran de cuerpos menudos. El mismo se encontraba abrazando con efusividad el fuerte brazo del mandamás, sin lugar a dudas él debía ser la pareja del azabache. El pelirrojo simplemente chasqueó la lengua y miró hacia otra parte con molestia.-¿Qué? ¿hasta ahí te duró lo valiente? me lo suponía, no eres más que un cobarde después de todo.- le dijo aquel castaño, esta vez TaeMin lo miró desafiante.
-Ya cállate, Onew.- por primera vez MinHo habló, sólo para mandar a callar a su pareja, quien a regañadientes cerró la boca y no dijo más nada.- Y tú, si no quieres más problemas, mejor vete ahora mismo a tu mesa.
TaeMin frunció el ceño, pues no le agradaba nada que el azabache lo mandara de esa forma. No obstante, decidió mejor darse media vuelta y dirigirse hacia la mesa a en la que se encontraban unos sorprendidos Bae, Chin y Jung.
Después de aquello, los cuatro reos con más poder dentro de aquella prisión, se sentaron a cenar en la misma mesa apartada que solamente ellos podían utilizar. Y sólo cuando ellos empezaron a comer, todos los reos presentes en aquel comedor siguieron hablando como si nada hubiese ocurrido.
-Dios mío TaeMin, estás loco.- comenzó a reñirle Bae.-¿No te dije acaso que no te metieras con esos cuatro?
-Lo sé, pero no pude contenerme. Es que me molesta que se crean los reyes de este lugar.- le contestó un molesto pelirrojo.
-Pues déjame decirte algo TaeMin, ellos no se "creen" sino que son los reyes de esta cárcel. Te guste o no, esos cuatro mandan aquí.- le aclaró Chin y Bae asintió con la cabeza.
-Es verdad, ellos no solamente manejan el dinero circulante dentro de la Underground Prison, sino que además venden drogas, armas, matan a quien se les cruce en el camino y además tienen el apoyo y la protección del propio alcaide. Eso sin mencionar los contactos externos del mandamás y la cantidad de reos que tiene bajo su servicio.- le explicó Jung a un asombrado pelirrojo, quien no podía creer todo el poder que tenía ese tal MinHo.- TaeMin escucha... esta vez te salvaste, pero quién sabe si la próxima tendrán la misericordia que hoy tuvieron contigo, así que por favor no te arriesgues más.- le aconsejó y TaeMin a regañadientes asintió con la cabeza. Jurándose a sí mismo no volver a meterse en líos.
Luego de cenar, los cuatro reos se levantaron de la mesa y se despidieron regresando cada uno a su propia celda. No obstante, la mirada de todos los convictos se dirigían hacia ellos y hacían comentarios creando un gran bullicio mientras los observaban, sobre todo a TaeMin. El reo nuevo se había convertido en el centro de atención de toda la prisión.
...
Cuando finalmente regresaron a su celda, tanto el castaño como el pelirrojo se acostaron en sus respectivas camas, tratando de relajarse y olvidar así el mal rato que habían pasado en el comedor, sobre todo TaeMin.
Bae agarró una de las tantas revistas de farándula que tenía y comenzó a leerla en silencio, aunque soltando algunas carcajadas mientras avanzaba con su lectura. Luego de algunos minutos, decidió ofrecerle una al menor.
-Oye TaeMin, ¿quieres que te preste una de mis revistas para no aburrirte?- le preguntó, el pelirrojo arrugó su nariz y negó levemente con su cabeza.
-No gracias, Bae.- le respondió con desinterés.-Por cierto... ¿a dónde me dijiste que quedaba la biblioteca?- le preguntó un poco más interesado.
-En el ala oeste de la prisión. En otras palabras... sales de la celda, caminas cinco pasillos hacia la izquierda y te toparás con la biblioteca.- le explicó y luego decidió agregar.-A propósito, ¿por qué no quieres leerlas? ¿no tienes ganas ahora o no te gustan las revistas?
-No me gustan las revistas, ni los chismes de famosos ni la farándula. Prefiero leer un buen libro de filosofía, economía o historia.- el castaño de arriba frunció el ceño disgustado.
-Oh, entonces tú eres de esa clase de chicos...
-¿Qué clase de chicos?
-De la clase aburrida e intelectual que solamente leen libros que a la larga te producen jaqueca.- le respondió con un tono de voz infantil y haciendo un tierno puchero. El pelirrojo no pudo hacer más sino reír por tal conclusión, desde que llegó a la prisión, esa fue la primera vez que se rió de verdad.
-Sí, puede que tengas razón y que yo sea de esa clase de chicos.- le respondió divertido luego de reírse un buen rato. Bae le sonrió y después agregó.
-Puede que lo seas, pero eso no importa porque sigo creyendo que me caes bien y que quiero que seas mi amigo.- entonces TaeMin abrió sus ojos sorprendido, no obstante enseguida le sonrió de forma sincera. Ese chico llamado Bae realmente parecía una buena persona y se sentía feliz de poder tener por lo menos a una persona en quien confiar dentro de aquel lugar.
-Pues seamos amigos, Bae.- le dijo y entonces el castaño sonrió de oreja a oreja, demasiado feliz.
-¡¿En serio Taeminnie?! ¡qué genial, seguro seremos grandes amigos!- exclamó Bae mientras daba pequeño saltitos sobre su cama y de paso hacía rebotar a TaeMin, quien se encontraba en la de abajo.
-Sí, sí... pero deja de saltar que romperás la litera y tendremos que dormir en el suelo.- le dijo el pelirrojo divertido, el otro reo le hizo caso y paró de saltar.
-Tienes razón, perdón. Es sólo que me emocioné.- se justificó rascándose la nuca avergonzado.
-No te preocupes... oye, tengo muchas ganas de bañarme, ¿qué te parece si vamos a ducharnos?- preguntó el pelirrojo y el otro ladeó su cabeza.
-Escucha TaeMin, la verdad es que hay horarios específicos para ducharnos, aunque eso no significa que todos lo obedezcan, muchos entran igual al baño y se duchan a la hora que quieren, el problema es si los descubren los guardias; porque si los atrapan rompiendo las reglas, obviamente los castigarán.
-Oh, no sabía nada de eso. Pensé que podíamos usar siempre que quisiéramos las duchas.
-Pues ya ves que no. Aunque claro, la única excepción son el mandamás y sus allegados. Ellos sí pueden usar las duchas cuando les apetezca y los guardias no les dicen nada.
-¡Jodida injusticia! detesto a esos tipos.
-Lo sé, pero así es la cárcel, el poder está concentrado en unos pocos y a los demás... a los demás que nos parta un rayo.
-Maldición, pues ni modos, entonces tendré que esperar hasta mañana no más para ducharme.
-Pues... es de noche y a esta hora los guardias no patrullan tanto los pasillos de la prisión. Quizás sí podamos bañarnos, pero primero vamos a ver cómo está la zona.- dijo Bae mientras bajaba de su cama de un solo salto.
-¿Pero no es peligroso?
-Nunca dije que nos iremos directamente a bañar. Primero vamos a ver cómo está la zona.
Y entonces TaeMin accedió, aunque algo dudoso. Ambos reos se encaminaron hacia el gran baño que poseía aquella penitenciaría; sin embargo, cuando finalmente llegaron allí, se encontraron con que habían dos convictos custodiando la única puerta de entrada, los sujetos miraron a TaeMin y a Bae de mala gana.
-Lárguense de aquí.- les dijo uno de ellos.
-¿Y se puede saber por qué?- preguntó el pelirrojo desafiante, cruzándose de brazos.
-Porque MinHo está adentro y nos ordenó que no dejáramos pasar a nadie.- el pelirrojo frunció el ceño ante la respuesta de uno de los reos que custodiaba la puerta, ¿el mandamás está adentro? ¿es decir que se está duchando? pero entonces... ¿por qué prohibir la entrada de cualquiera si solo se estaba bañando, acaso le daba vergüenza que lo vieran desnudo?
Todas esas preguntas fueron descartadas cuando el pelirrojo escuchó gemidos provenientes de aquel baño, asustado, agudizó su mirada hacia el interior del mismo y asqueado vio cómo MinHo embestía brutalmente a Onew mientras este apoyaba sus manos sobre los blancos azulejos de las paredes y gemía de satisfacción por cada penetración que le proporcionaba el azabache. TaeMin, completamente sonrojado, apartó su mirada de esa escena tan íntima y miró hacia otro lado.
-Ya vámonos, Bae.- dijo al final mientras tomaba de la mano a su nuevo amigo y lo jalaba hacia la celda que ambos compartían.
...
-Maldición, y tú que tanto querías ducharte Taeminnie, es muy injusto.- dijo el castaño mientras subía a su cama con un tierno puchero en su rostro.
-Tranquilo Bae, nada es justo en esta cárcel y debo ir acostumbrándome a ello.- le respondió el pelirrojo y se acostó en su propia cama.
Bae siguió leyendo sus revistas hasta quedarse profundamente dormido. Mientras tanto, TaeMin vagó en sus propios pensamientos durante un buen rato; tratando de quitarse de la mente esa asquerosa escena en la que MinHo embestía brutalmente a Onew.
Para olvidar aquello, el pelirrojo pensó en su familia y en sus amigos, en cuánto debían estar sufriendo por su injusto encarcelamiento, sin poder evitarlo, una traviesa lágrima se resbaló por su mejilla izquierda, el menor se la secó de inmediato, sin embargo su pecho aún dolía. "Lo único que quiero es regresar a casa, detesto tanto este lugar" fue el pensamiento que pasó por su mente en esos momentos.
Luego de esperar aproximadamente dos horas y media, TaeMin creyó que ya era hora de volver a intentarlo, pensó de inmediato que seguramente tanto el azabache como el castaño ya debieron abandonar aquel baño. Salió de su cama lentamente tratando de no hacer mucho ruido, pues no quería interrumpir el sueño de su amigo, no iba a despertarlo para que lo volviera a acompañar para tomar una estúpida ducha, así que iría él solo.
Salió de su celda y se encaminó rápidamente hacia el baño, alegrándose al ver que no habían ni reos ni guardias presentes, lo cual significaba que seguramente MinHo y Onew ya no estaban allí dentro.
TaeMin colocó un pie dentro del baño, agudizando al máximo sus oídos, y se percató de que evidentemente no se oían gemidos, sólo el sonido del agua que soltaba una regadera, es decir que había alguien duchándose. Pero no le dio mucha importancia a eso.
El pelirrojo se apresuró en desvestirse para poder ducharse rápido, por lo cual se quitó la playera blanca y también los pantalones, estaba por quitarse el bóxer cuando escuchó que la persona que se estaba bañando cierra el grifo de la ducha y el agua se detiene. Por instinto TaeMin se da la vuelta hacia donde se encontraba esa regadera y queda petrificado al ver a MinHo parado a unos pocos pasos delante de él, completamente desnudo y únicamente con una toalla encima de su cabeza, la cual estaba usando para secar su negro y alborotado cabello mojado.
El pelirrojo no pudo evitar sonrojarse a tal punto, que el color de sus mejillas combinó perfectamente con el color de su cabello. Su traicionera mirada recorrió el cuerpo del más alto de forma inconsciente, sus fuertes bíceps estaban desarrollados y pétreos, sus pectorales se encontraban bien formados y divididos, no había un solo abdominal que no estuviera marcado y sus oblicuos conducían hacia una zona que evidentemente se encontraba bien dotada; unos finos vellos oscuros rodeaban su ombligo y a medida que bajaba su mirada se hacían más largos y negros... entonces el menor vio el poderoso miembro viril de MinHo y automáticamente su mirada se desvió hacia un punto inexistente de aquel baño, sentía su cara arder, como si toda su sangre se hubiese concentrado en ella.
-¿Qué pasa? ¿nunca has visto a un hombre desnudo?- le preguntó con una sonrisa ladina en su rostro endemoniadamente sensual.-O mejor dicho... ¿nunca has visto a un hombre de verdad desnudo, niñito escuálido?- se burló de él y entonces TaeMin lo fulminó con su mirada mientras intentaba tapar su torso desnudo, muy avergonzado.
¿Quién diablos se creía ese bastardo? es decir ok, él podía estar muy delgado y no tener un cuerpo súper marcado y fibroso como el que poseía MinHo, pero eso no lo hacía menos hombre, ¡él no era ningún niñito! ¡era un joven hecho y derecho!
-¡Yo no soy ningún niñito, gilipollas!- le gritó colérico y enseguida se tapó la boca con sus dos manos, arrepintiéndose de lo que había dicho.
El pelirrojo notó con temor cómo la oscura mirada de MinHo se enfilaba y cómo se acercaba acechándolo y apretando sus puños, TaeMin realmente pensó que ese sería su fin, por lo tanto cerró fuertemente sus ojos y se asustó cuando sintió que el azabache se paró enfrente de él y tiró fuertemente de su cabello hacia atrás.
-Lee TaeMin... ¿acaso no entendiste nada de lo que te dije antes? te advertí que no volvieras a levantarme el tono de voz y lo acabas de hacer otra vez.- el pelirrojo tembló al sentirlo tan cerca, desnudo y con esa mirada que te helaba los huesos sobre su persona.-Onew tenía razón cuando te dijo que te acordaras cuál es tu posición y cuál es nuestra posición dentro de esta prisión.- MinHo aflojó el agarre de cabello que le estaba proporcionando a TaeMin y este cayó de culo al suelo.
El más alto cubrió su virilidad con la toalla que antes usó para secar su oscuro cabello y se alejó del pelirrojo, pero antes de salir de aquel baño le dijo.
-Será mejor que te bañes rápido, por si no lo sabías, las celdas se cierran automáticamente a las doce de la noche y se abren a las seis de la mañana. Si te quedas afuera, tendrás más problemas de los que ya tienes ahora.- le dijo el mandamás con su característica voz inexpresiva y fría para luego darse la vuelta y salir finalmente del baño. TaeMin quedó sentado en el suelo unos cuantos segundos más y después decidió a sacarse su bóxer y entrar a una de las duchas para bañarse rápidamente, maldiciendo mentalmente al mandamás de aquella horrible cárcel que a partir de ahora sería su nuevo hogar. Le gustase o no...
...
...Continuará...
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