Déjame ir.
...
-Te amo.- le dijo mientras mordía el lóbulo de la oreja del mayor. El mandamás se estremeció, sus orejas eran una de sus zonas más erógenas. MinHo arqueó su espalda y se corrió con fuerza, llenando por completo el interior de TaeMin con su cálido y espeso semen.
-Está bien...- comenzó a decirle mientras sentía cómo el pelirrojo se corría sobre su abdomen.-Está bien que me ames, sólo tú tienes derecho a amarme. Nadie más.- y entonces MinHo sintió más lágrimas tibias humedeciendo su hombro. Abrazó de forma protectora a TaeMin y este se estremeció entre sus brazos.
-Y MinHo...
-¿Si?
-Lo siento mucho...
-¿Por qué te disculpas?- le preguntó con el ceño fruncido.
El menor no contestó nada, simplemente siguió llorando en silencio. Entonces el mandamás optó mejor por sacar su ya flácido miembro del húmedo interior de TaeMin y sentarlo sobre su regazo, para luego proceder a acariciar los suaves cabellos rojos de su pareja, con el afán de calmarlo. Sabía que TaeMin seguía sensible y afectado por lo que le pasó.
Los minutos pasaron y el pelirrojo quedó profundamente dormido, sintiéndose protegido entre los fuertes brazos que lo cobijaban. MinHo sonrió al ver la expresión de paz que TaeMin poseía al dormir, secó sus lágrimas con su dedo pulgar y lo cargó en brazos hasta la cama, en donde lo dejó y lo arropó con cuidado, algo extraño en el siempre brusco mandamás.
MinHo se quedó mirando a TaeMin durante unos interminables minutos, quizás incluso por más de una hora. Pensó en muchísimas cosas, en todo lo que había vivido con DaeHyun y también en todo lo que vivió junto con aquel pelirrojo durante el transcurso de ese último año.
Luego de ese fatídico día, no hubo una sola noche que MinHo no tuviera pesadillas sobre eso. No hubo un solo día que dejara de culparse por la muerte de DaeHyun. Por varios meses "vivió" así, atormentándose y culpándose a sí mismo.
Al final, se dio cuenta que la culpa lo estaba consumiendo por completo y no le permitía vivir en Busan, porque en cada maldita esquina veía al fantasma de DaeHyun y los recuerdos de los buenos momentos que vivió junto a él... se habían convertido en su tormento personal.
Así que entonces decidió mudarse a Seúl, pero las cosas siguieron exactamente Igual y su psique se iba deteriorando cada vez más con el pasar de los días. Por eso, su colega de confianza y amiga Karin le dijo que quizás la mejor opción sería alejarse de todo por un tiempo indefinido.
Es decir, encerrarse voluntariamente para poder reflexionar y superar la muerte del castaño. De manera tal que cuando al fin saliera, su psique estuviera lo suficientemente estable para poder tomar decisiones acertadas en el turbio negocio que él controlaba. Para poder volver a manejar de forma eficiente a su organización, Paradise. Mientras tanto, Karin le juró hacerse cargo de todo allá afuera y seguir sus órdenes al pie de la letra, comunicándose con MinHo desde cual sea que fuese el lugar que él eligiera para aislarse de todo. El azabache siguió el consejo de su amiga, porque en el fondo sabía que era encerrarse o volverse literalmente loco allá afuera, viendo al fantasma de DaeHyun en cada maldita esquina de Seúl o de Busan que pisara, recordándole a cada momento que por su culpa él había muerto. Era simplemente insoportable.
Es más, la única razón por la que siguió viviendo fue para poder reencontrarse con JongHyun y Key, pues quería cumplir con la promesa que hicieron antaño. Pero cuando finalmente los encontró en aquella cárcel, de nuevo se planteó la idea de suicidarse. No obstante, sus amigos no se lo permitieron y hablaron muy seriamente con él respecto al tema tabú de DaeHyun. Le dijeron que algún día lograría superarlo, que la persona indicada llegaría y conquistaría su corazón que terminó de congelar luego de la muerte de su amado castaño.
MinHo jamás les creyó, pero siguió viviendo a pesar de todo por ellos y se pudrió cada día un poco más con el pasar de los años. Se acostó con muchos tipos para suprimir el doloroso recuerdo del castaño, incluso le agarró cierto gustillo a Onew... pero nunca logró enamorarse de alguien más. Pensó que ningún otro hombre sobre la faz de la tierra podría llenar el vacío que DaeHyun dejó el día que falleció.
Hasta que llegó TaeMin... y puso todo su maldito mundo patas arriba. Ese chiquillo altanero llamó su atención desde la primera vez que puso sus ojos encima de él, lo hizo enojarse, reírse y excitarse durante estos últimos maravillosos e inolvidables meses que vivieron juntos. No cambiaría por nada esos meses, por nada del jodido mundo.
No obstante, cuando TaeMin finalmente le confesó que se había enamorado de él, MinHo en serio se asustó porque se dio cuenta de que las cosas se le habían salido de las manos, ya no tenía control sobre la relación que mantenía con el pelirrojo. Por eso se enfadó y le dijo un montón de cosas hirientes al menor en aquella ocasión. Pero debía admitir le dolió decirlas.
Sin embargo, lo más irónico de todo esto es que a pesar de lo mal que le trató, TaeMin permaneció a su lado y siguió amándolo cada vez más con el pasar de los meses. MinHo en serio no sabía en qué momento había caído en las redes de ese mocoso caprichoso, pero cayó y no se arrepentía de haberlo permitido. Porque TaeMin le hacía feliz, como nunca antes lo fue luego de la muerte de DaeHyun. Siempre pensó que luego de aquella pérdida, jamás volvería a sentirse "vivo" otra vez... pero ahí estaba ese pelirrojo, haciéndole sentir cosas que ya olvidó que podía sentir.
-DaeHyun... ¿tú crees que merezco una segunda oportunidad para ser feliz?- preguntó el mandamás en un susurro, levantando su cabeza para ver el techo de aquella celda.-Tal vez... ¿fuiste tú quien puso a TaeMin en mi camino, quieres que me quede con él?- siguió preguntando aunque sabía que nunca obtendría una respuesta.
-MinHo...
Una voz ronca se escuchó y entonces el azabache finalmente espabiló. Giró su rostro hacia las rejas que poseía aquella celda y allí se encontró con el viejo director de aquella penitenciaría. El cual como siempre estaba siendo escoltado por dos guardias armados por seguridad, ya que obviamente no confiaba en los convictos.
-¿Qué pasa?- le preguntó en voz baja, para no despertar al pelirrojo. Aunque su mirada ya no era tierna y blanda, como se volvía últimamente cada vez que miraba a TaeMin. Ahora volvía a ser afilada, oscura y fría.
-Necesito hablar contigo en privado.
-Pues qué lástima, porque estaba a punto de acostarme a dormir un rato.
-Es sobre Lee TaeMin.- le anticipó y entonces automáticamente captó la atención del azabache.
-De acuerdo.- asintió sin más.
MinHo se alejó de aquella celda junto con el alcaide y sus dos guardaespaldas, rumbo al despacho del susodicho para poder hablar más tranquilos y sin interrupciones. El mandamás no supo exactamente porqué, pero tuvo un mal presentimiento mientras caminaba y miraba la espalda del viejo director.
...
Unas cuantas horas después, TaeMin finalmente despertó porque volvió a tener una pesadilla en la que su madre se suicidaba. Se sentó de sopetón, sudando y agitado, buscó desesperado el cálido cuerpo del mandamás, el cual últimamente era lo único que lograba tranquilizarlo cuando se despertaba en ese estado; pero el azabache no estaba allí. Entonces el pelirrojo jadeó angustiado y se hizo bolita, acurrucándose entre las sábanas que olían a MinHo.
-Tranquilízate TaeMin, fue sólo una pesadilla. Eso jamás le ocurrirá a mamá.- se dijo a sí mismo mientras trataba de normalizar su respiración irregular.
Luego de unos minutos, logró calmarse y se preguntó dónde estaría el azabache. Después del asesinato de sus hermanos, ellos dos siempre dormían juntos debido a las constantes pesadillas que tenía el pelirrojo, así que se sentía súper raro despertar y no ver al mandamás al lado de él. Fue entonces que TaeMin se dio cuenta de un hecho que le hizo fruncir el ceño disgustado: una vez que saliera de aquella prisión... nunca más volvería a ver el perfecto rostro de MinHo cuando abriera los ojos. Y pensar en eso le rompió el corazón.
-Me he convertido en un ser completamente dependiente de MinHo.- susurró dolido mientras se levantaba con parsimonia de la cama.-Tendré que re-acostumbrarme a vivir sin él una vez que salga de aquí...
El pelirrojo se quitó las lagañas de los ojos, se desperezó y luego agarró el celular que Key le había prestado, el cual reposaba arriba de la mesita de noche que se encontraba justo al lado de la cama. Al encenderlo, se sorprendió al saber cuántas horas habían pasado desde que se durmió.
-¡¿Ya son las 12:00 pm?!- exclamó sorprendido.-Joder, ya es hora del almuerzo y yo debería estar en el comedor ¿por qué diablos MinHo no me despertó?
No obstante, TaeMin recordó que estaba completamente desnudo y que había tenido sexo con el mandamás, cuando sintió algo espeso y pegajoso bajar lentamente entre sus piernas. Al percatarse de qué era "eso", TaeMin se sonrojó de tal manera que el color de su cara combinó perfectamente con el de su cabello. Enseguida sacó debajo de la cama una caja de pañuelos desechables que MinHo le facilitó, sacó unos cuantos y limpió aquel semen con muchísima vergüenza. Era la segunda vez que lo hacían sin condón y aún no se terminaba de acostumbrar a esa nueva sensación.
-¡Joder, joder, joder!- se quejaba mientras sacaba más y más pañuelos de la bendita caja.-¿Cómo puede ser posible que ese bastardo superdotado se haya corrido tanto? esto ni siquiera debería ser considerado algo normal. Ahora necesito una ducha, no puedo ir así al comedor. Te odio, Choi MinHo.- lo maldijo mientras seguía limpiándose, oyendo a su pobre estómago rugir de hambre.
Una vez "limpio" (aunque algo pegajoso) TaeMin se vistió, salió de su celda y se encaminó directamente al gran baño que poseía aquella prisión. Pues en serio necesitaba tomar una ducha para quitarse todo el sudor y el semen ajeno que tenía impregnado en la piel. Ya cuando terminara de higienizar su cuerpo, iría corriendo al comedor para almorzar; TaeMin estaba seguro de que Key lo estaría esperando con su plato de comida intacto. Pues el rubio se preocupaba demasiado por la alimentación del pelirrojo.
TaeMin llevó al baño los productos de higiene personal que MinHo siempre le facilitaba, una toalla limpia y ropa nueva. Cuando finalmente llegó allí, suspiró aliviado al percatarse de que no habían reos ni guardias a la vista, seguramente todos debían estar en el gran comedor por ser la hora del almuerzo. Así que sin perder más tiempo, el pelirrojo abrió la regadera y se dio una ducha rápida, pues deseaba llegar lo antes posible al comedor para saciar su hambre.
Una vez que sintió que ya estaba completamente limpio, TaeMin cerró la regadera, secó tanto su cuerpo como su rebelde cabellera y se puso un poco de desodorante masculino en las axilas, aspirando satisfecho el delicioso olor a cítricos que el shampoo que utilizó le dejó sobre el cabello. En serio le agradecía infinitamente a MinHo por proporcionarle tanto lujos dentro de aquella prisión, sentía que nunca podría pagárselo.
El pelirrojo pasó una última vez por su celda para dejar sus productos de higiene personal allí y luego sí se encaminó directamente hacia el gran comedor.
Ya eran las 1:30 pm pasadas para entonces, así que sólo deseaba que el trío de reos lo estuviera esperando con su almuerzo calentito sobre la mesa. Pero aún así, se le hacía muy raro que MinHo no lo haya despertado para ir a almorzar juntos. Y al pensar en esto último, un horrible escalofrío le recorrió todo el cuerpo al pelirrojo.
-Mierda, detesto tener malos presentimientos.- dijo para sí mismo, mientras seguía caminando con paso firme. Ya faltaba poco para llegar al comedor.-Porque siempre que los tengo se terminan cumpliendo. Así que sólo ruego que este sea la excepción.
Pero lamentablemente y para infortunio de TaeMin, el mal presentimiento que tuvo no fue la excepción a la regla. Y lo supo cuando pisó el gran comedor, pues automáticamente todos los reos pusieron sus ojos sobre él. Y el problema no era que lo observaran tanto, porque eso ya había pasado esa misma mañana cuando fue a desayunar, el problema era la manera en la que lo miraban y el gran bullicio que se creó ni bien él entró a ese lugar.
"Miren, ya llegó"
"Me pregunto cómo reaccionará el mandamás"
"Es un maldito traidor. Después de todo lo que MinHo hizo por él, así le paga"
"Esto se va a poner bueno"
Luego de oír esos comentarios, TaeMin corroboró que efectivamente el alcaide ya le había contado a MinHo que él decidió reabrir su caso para ser declarado inocente y salir de allí. Joder, obviamente él sabía que eso pasaría pero no se imaginó que ocurriera tan rápido. Ni muchos menos imaginó que ya todos en la Underground Prison estuvieran al tanto de su decisión.
El pelirrojo en serio no quería mirar a la mesa donde sabía que se encontraban sentados los tres reos con más poder dentro de aquella cárcel. Pero debía coger el valor suficiente para afrontar las consecuencias que su acción provocó. Él ya había tomado una decisión y no se arrepentiría a último momento, se haría cargo como el hombre hecho y derecho que en verdad era.
Así que cuando finalmente se atrevió a ver aquella reluciente mesa, su mirada se encontró primero con la de JongHyun. El castaño estaba cruzado de brazos y no le había dado un solo bocado a su almuerzo, de hecho, ninguno de los tres comió absolutamente nada. TaeMin jamás vio esa mirada en los ojos de JongHyun, era como si estuviera triste pero al mismo tiempo decepcionado de él. Realmente le dolió ver esa decepción latente en los ojos ajenos, así que enseguida desvió su mirada hacia el rubio.
TaeMin al principio no pudo ver los ojos de la diva, pues la cara del mismo se encontraba completamente tapada por las palmas de sus manos, los codos del rubio se hallaban apoyados sobre la mesa, se notaba que estaba completamente devastado. Sin embargo, al sentir la insistente mirada del pelirrojo sobre él, Key finalmente apartó sus manos de su cara, permitiéndole así a TaeMin verle a los ojos, los cuales se encontraba muy húmedos y enrojecidos.
Una horrible punzada de dolor y de culpa oprimió el pecho de TaeMin. Su decisión había hecho llorar a Key, a ese rubio bondadoso que se preocupó siempre por su bienestar y lo ayudó durante todo ese año que compartieron juntos. El pelirrojo sentía que necesitaría dos vidas para terminar de pagarle a la diva todas las cosas que hizo por él y sin esperar jamás nada a cambio. En serio, en esos momentos TaeMin se sentía la peor escoria del universo por haber hecho llorar a Key. Jamás se lo perdonaría a sí mismo, jamás.
Pero el mundo se detuvo cuando la mirada del pelirrojo se posó finalmente sobre los negros ojos de MinHo. Dejó de respirar en ese instante y sus piernas le temblaron. Nunca había visto la mirada del mandamás así, estaba tan jodidamente vacía pero al mismo tiempo... triste. Por primera vez veía a MinHo triste, y esa palabra se quedaba corta, aquel hombre fuerte como ninguno y frío como el más crudo de los inviernos estaba irremediablemente destrozado. Y al verlo así, algo dentro de TaeMin también se destrozó. Quiso romper en llanto y correr a abrazarlo, pero se contuvo con toda la fuerza de voluntad que poseía en esos momentos.
"Debes ser firme, TaeMin. Firme." se dijo a sí mismo. Además, jamás se mostraría así de vulnerable frente a todos esos malditos reos que se estaban burlaban de su desgracia. Aún le quedaba dignidad y orgullo.
-Largo.- sentenció el mandamás con una voz fría y carente de emoción alguna. Todos los reos allí presentes guardaron silencio y voltearon a verlo con atención.
TaeMin por su parte tembló al oír esa voz autoritaria y al ver aquellos pozos vacíos que eran los ojos del azabache en esos instantes. Hacía tanto tiempo que el pelirrojo no veía actuar a MinHo así de inexpresivo, que ya hasta había olvidado cómo se sentía. Y ahora recordaba que se sentía jodidamente mal.
-¿Acaso son sordos o estúpidos?- prosiguió el mandamás, alzando bastante el tono de su voz. Giró su cabeza de izquierda a derecha, fulminando con su mirada a los reos y a los policías que se encontraban presentes en el gran comedor.-¡Lárguense de aquí ahora mismo o los mataré a todos, guardias incluidos!
Los reos eran de todo menos estúpidos, ninguno deseaba morir a manos del despiadado Choi MinHo. Así que ni lentos ni perezosos, todos se levantaron de sus respectivas mesas y procedieron a abandonar aquel inmenso comedor. Los guardias que se encontraban allí para vigilar a los convictos, se miraron entre sí y enseguida se encogieron de hombros. Ellos tampoco eran imbéciles, no iban a arriesgar sus cuellos por un rato de diversión, así que también abandonaron el comedor.
-De esta no sales vivo. Hasta aquí llegó tu suerte.- susurró un reo que pasó por al lado de TaeMin, ya que el mismo se encontraba parado justo en la entrada de ese lugar, por donde todos debían pasar para poder salir de allí.
-Que en paz descanses.- bromeó otro.
-Eres una zorra malagradecida.- soltó de forma despectiva un reo rechoncho.
-Te lo mereces por puta.
-Jodido traidor.
-Ojalá MinHo te mate de una vez por todas.
TaeMin perdió la cuenta de cuántos insultos le dijeron los convictos y guardias que se iban yendo. Pero eso realmente no le importaba, estaba más preocupado en pensar qué le diría al mandamás y a los otros dos reos una vez que se quedaran completamente solos.
Luego de unos minutos, aquel inmenso lugar quedó completamente vacío a excepción de ellos cuatro. TaeMin escuchó la gran puerta del comedor cerrarse de par en par a sus espaldas y entonces no pudo evitar tragar grueso, notablemente nervioso.
-Acércate, TaeMin.- ordenó MinHo y el pelirrojo enseguida notó que el tono de voz del azabache de suavizó ahora que estaban solos.
TaeMin le hizo caso y se acercó a aquella reluciente mesa. Pero no se sentó allí, sino que permaneció parado a unos cuatro metros de donde ellos tres se hallaban. El mandamás se levantó y se acercó al pelirrojo, pero mantuvo una prudente distancia entre ambos de un metro. JongHyun y Key también se pararon, pero decidieron permanecer alejados de la pareja para evitar hostigarlos. Se limitarían a escucharlos y aportarían algo sólo si les parecía necesario.
-¿Por qué has decidido reabrir tu caso?- le preguntó MinHo sin rodeos. No se veía enojado sino... triste.
-Porque soy inocente.
-Todos sabemos que eres inocente, pero esa no era mi pregunta.
Entonces el pelirrojo suspiró de forma profunda y clavó su decidida mirada sobre los negros ojos del mandamás.
-Por mi madre, ella cayó en depresión luego de ver los cadáveres de mis hermanos. Mamá no tiene a nadie allá afuera que pueda sostenerla emocionalmente hablando e intentó suicidarse hace poco. Me necesita más que nunca.
-Puedo pagarle al mejor psicólogo o psiquiatra de Seúl para que le brinde la ayuda necesaria a tu madre. Sólo necesito hablar con Karin y entonces ella...- el mandamás empezó a tratar de negociar, pero enseguida fue interrumpido por TaeMin.
-Me da tanto asco que pienses que el jodido dinero que tienes puede solucionar todo en la vida.- le cortó dolido, tratando de contener sus lágrimas.-Mi mamá ya está siendo atendida por psicólogos y psiquiatras muy capacitados pero eso no le está sirviendo de nada. Ella ahora mismo lo que necesita es que yo esté allí y la abrace fuertemente, que le susurre con amor que todo va a estar bien, que no fue su culpa lo que les pasó a Hea y a EunJi. Necesita que el único hijo que le queda esté junto a ella y eso es algo que ningún maldito dinero le puede dar.
Después de oír semejantes palabras, MinHo parpadeó repetitivas veces, bastante sorprendido por la manera de pensar que tenía el pelirrojo. Pero luego de procesar aquella información durante unos cuantos segundos, no pudo evitar sonreír con nostalgia.
-Joder, esto parece un déjà vu... porque esas fueron las mismas palabras que DaeHyun me dijo cuando su madre estaba a punto de morir.
Al oír esto último, TaeMin abrió desmesuradamente sus ojos. ¿Su tía había estado al borde de la muerte y él ni siquiera se enteró? pero... ¿sobrevivió o falleció? MinHo notó el asombro y la incertidumbre en la mirada del menor, así que enseguida aclaró sus dudas.
-Ella falleció hace años, TaeMin. Murió de cáncer, no se pudo hacer nada para evitarlo.
Luego de oír esto, el pelirrojo simplemente agachó la cabeza resignado y tapó su boca con la palma de su mano derecha. Mentiría si dijera que pasó momentos maravillosos al lado de su tía, porque la verdad es que sólo tenía vagos recuerdos sobre ella, pero él la recordaba como una mujer amorosa, la cual se preocupaba y realmente amaba a su único hijo. Así que le ponía mal enterarse que había muerto y de esa forma tan dolorosa. Cáncer, una enfermedad de mierda que te hace sufrir hasta que des tu último suspiro.
-Dae sufrió demasiado cuando ella falleció.- MinHo hizo una pausa y TaeMin vio cómo apretaba fuertemente sus puños, se le veía realmente angustiado contando esa historia.-Yo la verdad no creo en el cielo ni en el infierno... pero me hace bien pensar que quizás DaeHyun pudo reencontrarse con su madre cuando murió.
Y entonces nuevamente surgía aquel tema tabú: la muerte de DaeHyun. TaeMin en serio deseaba saber cómo y por qué falleció su querido primo. Ansiaba descubrir la razón del profundo odio que Sung le tenía a MinHo, ¿por qué aquel sujeto insistía con que el mandamás tuvo la culpa de que DaeHyun muriera? quería saberlo pero... no se atrevía a preguntárselo directamente.
-Desde hace mucho tiempo te mueres por preguntarme sobre eso pero nunca te has atrevido a hacerlo.- comenzó a decir MinHo, rompiendo así el incómodo silencio que se había formado entre ellos. TaeMin se limitó a fruncir el ceño desconcertado.-Anda, di la pregunta que tanto deseas hacerme.
-¿Sobre DaeHyun...?
-Sí. Sobre él.- entonces TaeMin tragó grueso pero se animó. Después de todo, sabía que si no la hacía el mayor se iba a cabrear.
-¿Cómo y por qué murió DaeHyun?- preguntó finalmente y entonces sintió que se se deshacía de un peso muy grande que tenía sobre sus hombros. La mirada del mandamás se opacó en demasía.
-Se suicidó.- comenzó diciendo y TaeMin tuvo que reprimir una fuerte arcada que le dio. De alguna enfermiza manera... se esperaba esa respuesta, pero dolía oírla.-En cuanto al porqué... se podría decir que en cierta forma yo lo forcé a suicidarse.
El pelirrojo abrió desmesuradamente sus ojos e instintivamente retrocedió, tambaleándose en el acto. No podía o mejor dicho no quería creer lo que acababa de oír.
-¿Co-cómo? no es posible, tú lo amabas demasiado, yo lo sé...
-Justamente ese fue mi gran error. Mi amor lo sofocó.- trató de explicarle mientras se acercaba a TaeMin, el cual retrocedió asustado.
-MinHo, lo estás asustando. Debes detenerte...- quiso intervenir Key desde atrás.
-Tú no te metas en esto.- sentenció el mandamás, mandando a callar al rubio.
JongHyun por su parte no dijo nada, porque estaba de acuerdo con su mejor amigo. Esto era cosa de ellos dos y ni Key ni él tenían que entrometerse. Ellos simplemente eran unos espectadores.
-No lo entiendo. En serio no te entiendo, MinHo.- dijo TaeMin negando lentamente con su cabeza.
-Lo amé tanto, que desee que solamente me pertenezca mí. Le obligué a dejar la universidad a la que tanto trabajo le costó ingresar, lo forcé a alejarse de todo y de todos, incluso de su familia y de sus amigos. Y cuando él ya no lo soportó más y quiso abandonarme, lo encerré en contra de su voluntad. Pero entonces...- MinHo miró al piso con mucho pesar, apretó tanto sus puños que sus nudillos se tornaron blancos. Se notaba que le estaba costando muchísimo confesar todo aquello que había callado por años.-DaeHyun hizo algo que realmente me enojó demasiado y yo... exploté. Le hice un daño irreparable, le dije cosas terriblemente hirientes y después de eso él... bueno, tú ya sabes cómo terminó nuestra historia.
TaeMin estaba definitivamente en shock. Tenía ganas de gritar, de llorar, de salir corriendo de allí e incluso de golpear a MinHo. Pero no podía hacer nada, su cuerpo no le respondía y sus piernas temblaban como si estuviesen hechas de gelatina. En cualquier momento se caería de rodillas al piso, era sólo cuestión de tiempo.
-Sé que probablemente me odiarás ahora que sabes todo esto. Pero necesitaba decirte la verdad, después de todo ustedes dos eran primos... tenías que saberlo. - continuó diciendo el azabache con una voz ronca y apagada.-Puedes insultarme o golpearme tanto como desees. Pues sé que me lo merezco, de hecho por eso estoy aquí después de todo.
-¿Por la culpa...?- preguntó TaeMin en un hilo de voz mientras caía de rodillas al suelo. Ya no podía soportar más su propio peso debido a la conmoción que sentía.
-Es mucho más que culpa lo que siento por la muerte de DaeHyun. Es algo que me iba matando cada día un poco más. Nadie jamás lo entendería, ni siquiera tú.- le trató de explicar mientras se acercaba lentamente a TaeMin.
-¿Eso es lo que me harás? ¿es eso lo que me espera si me quedo a tu lado? ¿me encerrarás, me alejarás de todo aquello que amo, me harás enloquecer y luego simplemente me forzarás a que cometa suicidio? ¿esa es la única clase de "amor" que puedes dar?- le preguntó TaeMin mientras dejaba escapar un montón de amargas lágrimas. El azabache se acercó y él retrocedió arrastrándose por el suelo.
-Nunca amé antes de conocer a DaeHyun. Sólo lo hice esa vez y la cagué.- comenzó a decir MinHo mientras terminaba de acercarse a TaeMin y se ponía de cuclillas para quedar a su misma altura.-Por eso, la mejor muestra de amor que podría hacer contigo... es dejarte ir. Allí afuera seguro podrías conocer a buena gente y quizás incluso te enamorarías de algún tipo que te quiera y que tenga buenas intenciones contigo, como tu amigo ese del que siempre me olvido el nombre. Eso sería lo mejor y lo más sano para ti.- continuó diciendo mientras acariciaba con su áspera mano la suave y húmeda mejilla de TaeMin.
-Pero eres un gánster egoísta. Y por eso no quieres dejarme ir.- completó la frase el pelirrojo, apoyando su pequeña mano sobre la gran mano del azabache que reposaba sobre su mejilla.
-Sí. No pudiste haberlo dicho mejor.- asintió MinHo mientras se perdía en los ojos color chocolate del menor, los cuales se hallaban impregnados de lágrimas.- TaeMin... ¿quieres irte?
-No, no quiero irme.- se sinceró. Y entonces MinHo respiró profundamente al escucharlo decir eso.- Pero tengo que irme... por mi madre. Y porque tú estás mal y si estoy contigo, si me quedo con ustedes...- dijo el menor mientras deslizaba su mirada hacia donde Key y JongHyun se encontraban parados.-La gente que amo terminará como mis hermanos. Yo mismo terminaré tarde o temprano como DaeHyun. Así que me iré de aquí antes de que sea demasiado tarde.- sentenció el pelirrojo mientras apartaba la mano del azabache.
-TaeMin... te quiero.- al oír esto, el menor dejó de respirar durante unos cuantos segundos y abrió sus ojos sorprendido.-Tú me haces bien, me haces sentir que estoy completo y en paz. Eres la segunda oportunidad que la vida me ha dado para ser feliz y no pienso desaprovecharla así como así. Voy a luchar por ti.
-Joder... eres un cretino injusto y egoísta. Nunca te dignaste a decirme "te quiero" en todo este maldito año juntos y recién ahora lo vienes a decir. Y simplemente lo haces para que no me vaya, en serio eres de lo peor Choi MinHo.
-Ok, reconozco que soy de lo peor. Pero joder, también es cierto que te quiero y no te dejaré ir así.
-Si en serio me quisieras, me dejarías ir. No dejaré que tu egoísmo me retenga más en este lugar.
-Pues llámame egoísta el resto de mi vida. Pero por favor... quédate.
-MinHo...- comenzó a decir TaeMin mientras se levantaba a duras penas del suelo, bastante tambaleante. El azabache lo imitó y también se paró. En serio el pelirrojo no podía terminar de creer que el mandamás haya dicho "te quiero" y "por favor" por primera vez y en un mismo día. Era simplemente increíble.-Ambos hemos sido unos malditos egoístas durante todo este tiempo. Pero esto no lo hago pensando en nosotros, sino en ellos dos, en mi madre y en ese inocente bebé que viene en camino, al cual casi pierde en repetidas ocasiones durante esta interminable y caótica semana. Hoy no seré egoísta y espero que tú tampoco lo seas. Te lo ruego MinHo... déjame ir.
-Está bien...- aceptó por fin el mandamás en un susurro y TaeMin abrió sus ojos sorprendido. Realmente no se esperaba esa respuesta afirmativa por parte del azabache.
-¿De verdad? ¿en serio dejarás que me vaya?
-Sí... pero no te irás solo, saldremos juntos. Los cuatro.- sentenció MinHo más decidido que nunca.-Creo que ya es hora de volver a Seúl, pues siento que he logrado superar mi pánico al exterior. Y todo es gracias a ti, TaeMin.- entonces el mandamás quiso agarrar las manos del pelirrojo, pero el mismo enseguida las apartó y negó repetitivas veces con la cabeza, retrocediendo dos pasos.
-No.
-¿Qué? pero... ¿por qué no?- preguntó MinHo con el ceño fruncido, notablemente desconcertado por la tajante negación.
-¿Acaso no es obvio? MinHo, ustedes y yo pertenecemos a mundos completamente distintos. Una cosa es lo que soy aquí dentro, pero yo allá afuera en realidad soy un simple estudiante universitario más del montón, con una familia o bueno, lo que queda de ella, completamente normal y que evita a toda costa meterse en problemas. Ese soy yo en realidad.
-Joder TaeMin, lo sé pero...- sin embargo el pelirrojo lo interrumpió.
-¿Y tú, quién eres allá afuera...? yo te diré quién eres: un gánster sin escrúpulos líder de una peligrosísima organización criminal, que se dedica y se gana la vida haciendo Dios sabe qué cosas ilícitas. Por otra parte, Key y JongHyun hacen exactamente lo mismo que tú, y sé que cuando salgan de aquí ellos obviamente se irán contigo a "Paradise".- siguió con su monólogo mientras miraba al castaño y al rubio. La diva estaba increíblemente angustiado, pero no decía nada porque sabía que todo eso era verdad y porque aunque le doliera en el alma, también sabía que irse sería lo mejor que su querido Taeminnie podría hacer.-Y está bien, en serio me hace muy feliz que se apoyen entre ustedes como si fueran una verdadera familia. Pero yo no quiero meterme en eso, lo siento...
-Y no te meterás, que estés conmigo no significa que...- pero el azabache nuevamente fue interrumpido.
-¡MinHo por favor, estamos hablando de la mafia! tampoco me involucré con Sung y aún así mira cómo terminó todo, mira cómo terminaron mis pobres hermanitos. Tarde o temprano si estoy contigo, por más que no pertenezca a tu organización, yo o peor aún, mi familia... terminaremos mal.
-Te protegeré con mi vida si es necesario, te lo digo en serio. Juro que lo haré.- MinHo estaba desesperado como nunca antes lo había estado, el pelirrojo jamás lo había visto actuar así. Incluso sus ojos negros estaban rojos, como si estuviese a punto de llorar... pero se contenía. Y a TaeMin le dolía tanto tener que rechazarlo cuando lo único que quería era lanzarse a esos fuertes brazos y besarlo con toda la pasión que sentía. Pero sabía que debía hacer lo mejor no sólo por él, sino sobre todo por su familia.
-¿Dejarías a Paradise por mi?
-TaeMin... he dedicado mi vida a Paradise. No me puedes pedir que haga eso, obviamente que te diré que no.
-Está bien, lo entiendo. Pero tú también tienes que entender que esa seguirá siendo mi respuesta: no, no saldré con ustedes de aquí sino que lo haré solo. En verdad lo siento, no te haces un idea de cuánto me duele a mi también todo esto...
TaeMin secó sus lágrimas, pero estas seguían saliendo al pensar que una vez afuera, nunca más volvería a ver a ese trío. Temblando, sacó el celular que Key le había prestado ya hacía una semana y marcó rápidamente un número que se sabía de memoria.
-Sí HyunBin, soy yo. Ya hablé con el alcaide, así que puedes comenzar con los trámites. No estoy de ánimos, así que adiós.- y entonces TaeMin cortó la llamada, borró por última vez más el registro y apagó aquel aparato.
MinHo estaba estático, mirando hacia un punto indefinido y con sus puños cayendo a sus costados. Su mirada estaba más vacía, negra y triste que nunca. Entendió que no importaba qué le dijera a TaeMin, él igual se iría, ya no podía retenerlo más en ese lugar. Y ni siquiera había aceptado su estupenda idea de fugarse los cuatro juntos. Joder, él era el mandamás de la Underground Prison, podría perfectamente matarlo allí mismo, golpearlo hasta el cansancio para que entendiera que él no le estaba "pidiendo" que se quedara, sino que se lo estaba exigiendo e incluso podría asustarlo a base de amenazas, como antaño lo había hecho. Pero no podía ¿por qué no podía?
Porque se había enamorado. Si, lo admitía, estaba irremediablemente enamorado de ese mocoso y no podía hacer nada que lo lastimara. Por más que su decisión le estuviese rajando el alma. Simplemente no podía hacer nada al respecto.
TaeMin pasó por al lado de MinHo y fue hacia donde los otros dos reos se encontraban parados. Los abrazó a ambos a la vez y rompió en llanto. JongHyun chasqueó la lengua y parpadeó repetitivas veces para evitar derramar lágrimas, sin embargo Key lloró a moco tendido.
-Perdón por todo y gracias por tanto. No sé qué hubiese sido de mí sin ustedes.
Ambos reos correspondieron a su abrazo. Key empapó el hombro de TaeMin con sus lágrimas y una vez que se separaron, lo besó en la frente con cariño. TaeMin aprovechó para devolverle a la diva su celular.
-Bebé, gracias a ti por todo. Fue el mejor año de cárcel que tuve, lo juro. Sé que irte es lo mejor para ti y lo entiendo. JongHyun, dile algo a Taeminnie...
-Joder, eres un idiota.- le dijo tratando de ocultar sus verdaderos sentimientos. Y TaeMin sonrió en medio del llanto al ver los ojos del castaño humedecidos, se notaba que estaba a punto de llorar pero se contenía.-Pero admito que extrañaré llamarte cabeza de fresa...
-Conservaré mi cabello rojo en honor al apodo que me diste, JongHyun.- le prometió TaeMin con una triste sonrisa, mientras secaba sus lágrimas con las mangas de su sudadera. Pero volvían a salir las desgraciadas.
TaeMin escuchó unos firmes pasos detrás de él acercándose y enseguida supo que se trataba de MinHo. No obstante, ni siquiera llegó a darse la vuelta, pues fue el mismo azabache quien lo forzó a voltear y le plantó un beso fugaz en los labios. Fue rápido pero sirvió para transmitir todo el amor que MinHo sentía en esos momentos por el pelirrojo. Tanto transmitió de hecho, que dejó mudo a TaeMin una vez que se separaron.
-TaeMin, sal de esta cárcel, ayuda a tu madre y escóndete tan bien como puedas. Corre todo lo que quieras, pero tarde o temprano te encontraré y te haré mío de nuevo. Eso dalo por hecho.
-MinHo, ya hablamos de eso. Lo prometiste...
-Yo no prometí nada de eso. Sólo juré que te protegería con mi vida y eso sí lo cumpliré.- le aclaró y entonces el menor se alejó enseguida de él, aunque tambaleándose en el acto.-Estoy dejándote ir de la prisión, no de mi corazón. Eres la segunda persona de mi vida a la que digo "te quiero". Así que lo siento mucho, pero tendrás que hacerte cargo mocoso.
-MinHo...
-Corre tanto como puedas TaeMin, pero algún día nos volveremos a encontrar allá afuera. Eres mi segunda oportunidad y no pienso desaprovecharla. Soy humano y me equivoco, sí, pero también aprendo de mis errores. Y por eso te juro que mi historia con DaeHyun no se repetirá contigo, recuerda eso siempre que las dudas inunden tu mente.
-¡Joder, maldito gánster! ¡Haz lo que quieras!- le gritó TaeMin antes de darse la vuelta y salir como alma que lleva el diablo del inmenso comedor.
Sin embargo, en medio de toda esa conmoción y de las lágrimas, una sincera sonrisa iluminó el rostro de TaeMin. Porque sentía que de alguna forma muda había pactado una promesa con MinHo...
Al salir del gran comedor, el pelirrojo se sorprendió al ver que al final del pasillo, lo estaban esperando todas esas personas que compartieron tan buenos momentos con él durante ese año que vivió en aquella cárcel. Estaban todos: Bae, Chin, Jung, SaeJin e incluso Joon y Onew. Al verlo salir intacto de allí, todos suspiraron aliviados y se acercaron a él.
-Chicos, yo...
-Lo sé, te vas...- susurró Bae, cuyos ojos estaban rojos y humedecidos a causa del llanto.
-Joder, te vas y yo siento que aún te debo tanto.- comenzó a quejarse Onew.-Gracias y perdón por todo, TaeMin. El pollo frito que me regalaste estuvo delicioso, por cierto.
TaeMin no pudo evitar soltar una dolorosa carcajada luego de oír semejante comentario por parte del castaño. ¿Por qué dolorosa? bueno, si llorar ya le estaba provocando un dolor intenso de garganta, imagínense el reírse. Pero valió la pena.
-Los extrañaré. A todos. Gracias, simplemente gracias.- susurró con la voz quebrada antes de tapar su rostro con ambas manos, rompiendo una vez más en llanto. Joder, ya estaba cansado de llorar pero en serio no podía evitarlo.
Y entonces el pelirrojo sintió que todos juntos lo abrazaban. Era una especie de abrazo grupal que logró estremecer su corazón. No se podía quejar, sacando ciertos malos ratos, su estadía en la Underground Prison no pudo ser más amena con todos esos buenos amigos cuidándolo y apoyándolo en todo momento. En serio fue feliz durante ese último año.
Y siempre les estaría agradecido. Nunca los olvidaría a ninguno de ellos. Nunca.
...
...FIN...
De la primera temporada.
...
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