(+18) Acercamientos. Volveré.
¡Hola! Sí, ya regresé y me ausenté porque estaba con exámenes en la universidad. Pero este capítulo contiene hard lemon (sexo explícito) así que se recomienda discreción, por favor.
Este capítulo está dedicado a ti, Barbie @@CachetitosMin <3 tú ya sabes cuánto te quiero, gracias por apoyar la historia y a mi, linda :')
Este es el símbolo de Paradise (la organización mafiosa que lidera MinHo)
Karin tiene tatuado el símbolo en su brazo:
Ahora sí, que comience la historia:
...
—TaeMin...— susurró el azabache sin poder dejar de mirar esos lindos ojos cafés que tanto le gustaban y que tanto había extrañado.
—MinHo...— susurró el pelirrojo mientras nuevas lágrimas rodaban por sus mejillas. Pero en ese momento TaeMin no sabría decir si eran de tristeza, de emoción o de alegría. Quizás de todo a la vez, el sentimiento que sentía en ese instante era inexplicable hasta para él mismo.
El pelirrojo no supo si fue debido a la conmoción del momento o si fue por culpa del sobreexceso de alcohol que tenía en la sangre pero el caso es que dio un paso en falso hacia atrás y sólo entonces recordó que estaba parado encima del lavamanos de mármol de un baño. El golpazo que se dio contra el suelo lo dejó más mareado y aturdido de lo que ya estaba; aún así intentó levantarse pero le fue imposible, pues su cabeza le daba vueltas y le entraron renovadas ganas de vomitar.
Al cabo de dos minutos, la puerta del baño se abrió de sopetón y al mirar hacia aquella dirección, los ojos de TaeMin se aguaron y su corazón se aceleró. Key, JongHyun y MinHo entraron a ese lugar agitados y prácticamente corrieron hacia donde él se encontraba tirado. Un preocupado rubio lo ayudó a incorporarse y los otros dos se pusieron de cuchillas, enfrente del pelirrojo.
—¡Bebé! ¡¿quién te hizo esto?!— exigió saber Key mientras veía el deplorable estado en el que se encontraba TaeMin.
—Parece que simplemente está borracho.— susurró JongHyun y MinHo asintió.—Muy borracho.
—¿No lo habrán drogado?— preguntó el rubio y el azabache enseguida negó.—Créeme, sé cuando alguien está drogado y cuando está alcoholizado.— le contestó el ex mandamás y entonces TaeMin de la nada comenzó a llorar.
—Maldito imbécil...— empezó a balbucear el pelirrojo mientras hacía a un lado las gentiles manos de Key.—¿Qué pasó con esa mierda de que me ibas a buscar y me harías tuyo de nuevo? Te has tardado demasiado y si no te hubiera visto hoy por casualidad, seguramente habrías seguido tu camino y me hubieras dejado atrás. Seguirás jugando a eso de hacerte el gánster chulo, mentiroso hijo de perra.— TaeMin se arrojó a los brazos de MinHo y lloró sobre su pecho, inhalando aquel delicioso aroma que tanto había extrañado.
—Quién lo diría... mi niño se vuelve impertinente cuando está borracho.— le susurró al oído mientras alzaba en brazos al menor cual princesa. TaeMin rodeó el cuello del azabache con sus brazos y hundió su rostro en el hueco que se formaba entre la clavícula y el cuello.
—No soy tu niño. No soy nada tuyo, mentiroso.— le contradijo entre hipidos mientras frotaba su mejilla contra la suave tela del suéter negro con cuello de tortuga que tenía puesto el azabache. Sus sollozos se calmaron ni bien los segundos fueron pasando. Entonces los tres gángsters sonrieron, pues las palabras del menor no concordaban con sus acciones. TaeMin realmente anhelaba estar entre los brazos de MinHo.
—Entonces tengo que recordarte a quién perteneces.— sentenció el mayor mientras prácticamente desnudaba a TaeMin con su mirada.
—¡Espera! ¿no estarás pensando en...?— Key no terminó la frase más no necesitó hacerlo, pues MinHo enseguida asintió en silencio.—¡Pero está borracho! Y además quedamos en que...
—¡Lo sé! Pero joder diva, lo necesito demasiado. He estado meses sin hacerlo y mi polla me está palpitando. Quiero follarme a TaeMin y lo haré quieras o no.— entonces el rubio bajó su mirada hacia la entrepierna de su amigo y vio un doloroso bulto allí. Enseguida apartó la vista ruborizado.
—Además, basta sólo con mirar el estado del cabeza de fresa para darte cuenta que mañana seguramente no recordará nada de lo que hoy pase.— aportó JongHyun y MinHo asintió, agradecido por el apoyo de su amigo. Key simplemente suspiró resignado.
—Haz lo que quieras, joder.— cedió al final cruzándose de brazos.
TaeMin por su parte tenía la cara roja, sus ojos estaban llorosos y entrecerrados, no paraba de hipar y de restregar su mejilla contra los fuertes pectorales de MinHo, queriendo arrancarle la ropa para poder lamer a gusto esa piel caliente que lo excitaba en demasía. Realmente se sentía como si estuviera en celo y el alcohol sólo provocaba que estuviera más sensible que nunca, pues su libido estaba a unos niveles exorbitantes.
—Creo que esto es un sueño. Pero si es así, no quiero despertarme.
Eso fue lo último que dijo TaeMin antes de acercar su boca al cuello del mayor. Se valió de sus dedos para hacer a un lado el cuello de tortuga que tenía el suéter de MinHo y entonces comenzó a besar la piel del ex convicto. Esa simple acción provocó que una oleada de placer invadiera al azabache y se dirigiera directamente a su entrepierna, haciendo que el bulto que ya había allí doliera aún más. Un ronco jadeo fue arrancando de la garganta de MinHo.
—Tú eres mi hombre. Así que tengo derecho a marcarte tanto como quiera.— susurró el pelirrojo mientras succionaba la piel de MinHo con gula, dejando la blanca piel llena de marcas que tardarían días en desaparecer.—Más te vale no haberme sido infiel con ninguna puta dentro de la prisión, porque de ser así te arrancaré el pito con mis dientes.— amenazó el menor mientras procedía a morder el cuello del azabache, arrancándole suspiros al susodicho.
—Mierda, te pones jodidamente caliente y agresivo cuando estás borracho. Recuérdame hacerte tomar más seguido.— bromeó MinHo mientras se encaminaba hacia la puerta de aquel baño, con TaeMin aún en brazos.
—¿Nosotros tenemos que encargarnos de los cuerpos?— preguntó Key justo antes de que MinHo saliera. El rubio se estaba refiriendo a los tres rusos que asesinaron momentos antes de toparse con TaeMin.
—No, para eso hice esa llamada cuando estábamos afuera. Mis hombres se encargarán de recogerlos en una furgoneta y se desharán de ellos. Nuestro procedimiento es sencillo pero efectivo: tirar los cuerpos al río Han.
—¿Y no flotan?
—Les atamos a los pies piedras pesadas antes de arrojarlos a la parte más profunda del río. Para cuando la policía los encuentra, si es que los encuentra, ya están prácticamente irreconocibles por los peces que devoran su piel y por el mismo proceso de descomposición potenciado por la acción del agua.
—Yo también quiero flotar pero en ríos de placer.— le susurró TaeMin al oído. El chico no estaba prestando la más mínima atención a la explicación de MinHo, sólo quería follar.
—Y lo harás, bebé. Te haré chillar de placer.— le prometió el ex convicto y se mordió el labio inferior cuando vio a TaeMin relamerse con descaro los labios.
—Y mientras ustedes dos follan como conejos ¿qué se supone que haremos nosotros?— preguntó JongHyun de mala gana mientras ocultaba sus manos en los bolsillos de su pantalón de mezclilla.
—No sé, hagan lo que quieran pero no nos molesten. Estaremos de una de las habitaciones privadas del club.— les avisó MinHo mientras se las ingeniaba para abrir la puerta con su pie.—Una buena forma de matar el tiempo es follando, puedes pedirle a la diva que te la mame. Es para lo que mejor usa su boca, la verdad.
—¡Jodete y vete antes de que te baje los dientes! Rana estúpida.— le insultó Key mientras veía cómo MinHo salía riéndose de aquel baño junto con el pelirrojo.
—Entonces...— comenzó a decir JongHyun mientras abrazaba a Key por detrás. En momentos como ese es cuando al castaño le gustaría ser más alto para poder apoyar su mentón sobre la cabeza del rubio pero bueno, al menos su boca estaba a la altura de su cuello. Así que sin pensarlo demasiado se puso a besar y lamer la piel de su diva.—¿Qué tal si matamos el tiempo?
—Oh por supuesto que lo haremos, perrito.— dijo Key mientras apartaba a su pareja y se sacaba la mochila de cuero que había traído, colocándola justo encima del lavamanos. JongHyun observó cómo Key abría la dichosa mochila y sacaba una extraña caja de cartón con colores chillones.
—¿Qué diablos es eso?
—Tintura.— le respondió sonriendo de oreja a oreja.
—Ay no...
—Ay sí y tú me ayudarás a pintarme el cabello, me urge un cambio. Necesito que me coloques la tintura en partes de mi cabeza que no alcanzo a ver.— le empezó a decir mientras abría la caja y sacaba las cosas que allí habían.—¿Lo harías por mi?
—Estás bien así de rubio, no jodas con cambios de los cuales después te puedes arrepentir.
—Jjong...— era un tono de advertencia y el castaño lo sabía. Sabía que Key jamás aceptaría un "no" como respuesta. No pudo evitar rodar los ojos y mirar aquellas cosas con desconfianza.
—Estás loco si piensas que accederé a mancharme las manos de rosa.
—Claro que no, para eso están los guantes.— le explicó mostrándole los guantes transparentes al más bajo.—Ahora póntelos y deja de quejarte tanto que es una bobería. No te vas a manchar ni nada de eso, te lo prometo.
A regañadientes, JongHyun se colocó los guantes y realmente prefirió estar afuera ayudando a los hombres de MinHo a tirar los cuerpos de esos rusos al río Han, que estar dentro de ese baño ayudando a su diva a teñirse el cabello de ese jodido color que él tanto odiaba pero que Key amaba...
...
Mientras tanto, en una habitación grande y bastante elegante que se situaba en el primer piso de aquel club nocturno, la cual por cierto servía como despacho de Karin; dos mujeres se encontraban mirándose fijamente sin apenas pestañear. La más alta se hallaba sentada en una cómoda butaca de capitone azul marino, por su parte Cheonsa se encontraba sentada en una silla enfrente de la otra, separadas únicamente por un escritorio de nogal lustroso y refinado.
—¿Para qué me trajiste aquí?— la adolescente fue la que finalmente se animó a romper el incómodo silencio que se había formado.
—Para poder estar más a gusto.— comenzó a explicar Karin mientras movía sus largos y delgados dedos sobre la lustrosa madera de nogal, produciendo un sonido sordo que ponía más nerviosa a Cheonsa conforme los segundos transcurrían.—Ya sabes, afuera hay mucho ruido debido a la música y esta habitación está insonorizada.— la menor se removió incómoda sobre la silla y una gota de sudor frío se asomó sobre su sien. Nada en esa mujer de mirada afilada le daba buena espina.
—¿Vas a decirme quién eres o no?— la pelinegra realmente no supo de dónde sacó el valor para hacerle esa pregunta pero realmente quería saber. La azabache le sonrió de forma ladina y asintió.
—Dijiste que si frecuento lugares como este significa que soy una mala persona ¿verdad?
—Sí y lo sigo afirmando.— sentenció la pelinegra cruzándose de brazos.
—Pues bien, entonces dime ¿qué haces tú aquí en primer lugar?— al oír esa pregunta, la menor abrió sus ojos verdes sorprendida, en verdad no se esperaba eso.
—Pues yo... vine a divertirme, obviamente. Soy una una simple cliente más.
—Ajá ¿y cuántos años tienes?— esa pregunta hizo temblar a Cheonsa, quien tragó grueso y enseguida mintió.
—Veinte ¿por?— Karin se descojonó en su cara y la otra se ruborizó de pura rabia.—¿Qué demonios es tan gracioso?
—Tu ingenuidad ¿en serio crees que me voy a tragar eso de que eres mayor de edad, niñita?
—Pues lo soy. Y me da igual si me crees o no.— Cheonsa la fulminó con su mirada y Karin torció aún más su sonrisa.
—Muy bien señorita mayor, entonces enséñame tu identificación.— pidió estirando su mano hacia la adolescente.
—¿Qué? ¿por qué?
—Para corroborar que eres menor de edad, obviamente.
—¿Y quién eres tú para pedirme eso?— Cheonsa enseguida se puso a la defensiva con una altanería que estaba excitando de sobremanera a Karin, quien sólo deseaba empotrar a esa mocosa contra su escritorio y demostrarle quién mandaba. Tragó grueso y se contuvo, ya habría tiempo para hacerle eso y más después.
—La gerente de este club, eso soy.— al oír tal revelación, la pelinegra abrió la boca para decir algo pero enseguida la cerró. Estaba realmente impresionada ¿esa mujer era dueña de un gimnasio, gerente de un club nocturno y salvadora de damiselas en aprietos durante sus tiempos libres? ¿qué más era, por un coño?
—Yo... bueno este...
—Y en realidad era bastante obvio ¿o acaso no te diste cuenta que estamos en un despacho? No es que frecuente estos lugares, lo que pasa es que tengo que administrar mi negocio, como verás soy una mujer ocupada.— Karin colocó ambos codos sobre su escritorio, entrelazando sus largos dedos y apoyando su mentón allí. Cheonsa comenzó a sudar frío y a mirar hacia todas partes, notablemente nerviosa.
—No lo sabía... gracias por explicarme la situación. Bueno, yo creo que ya tengo que irme a casa. Disculpe las molestias.— la pelinegra se levantó de la silla temblando, hizo una torpe reverencia y se dio la vuelta para huir de ese lugar lo más rápido posible pero la voz de Karin frustró sus planes.
—Esos tipos que te acosaron allá abajo son pupilos míos del gimnasio, yo les enseño a pelear al igual que hago con TaeMin. Además de ser mis alumnos, son clientes frecuentes de mi club, por eso me conocen y me temen. Se podría decir que esos pobres diablos le tienen bastante miedo a mis puños.— le siguió explicando mientras se levantaba con parsimonia de la elegante butaca azul marino.
—No es necesario que me explique más, en serio. Pensé mal de ti y me disculpo por eso.— Cheonsa en verdad quería huir pero a la vez no se animaba a salir corriendo de aquel despacho. Pues había algo en la negra mirada afilada de Karin que la estaba subyugando por completo y eso la asustaba. Nunca en la vida se había sentido tan pequeña e indefensa en presencia de una persona y mucho menos de otra mujer.
—Insisto.— prosiguió la más alta mientras se acercaba a Cheonsa, quien aunque quería no podía moverse.— Mi nombre efectivamente es Hye pero mis pupilos y amigos suelen llamarme Karin, es simplemente un apodo ¿te desagrada?— le preguntó en un susurro acercándose por completo a la chica. Le sacaba tantos centímetros que la pelinegra tuvo que levantar su cabeza para poder verla a los ojos y eso que estaba usando tacones, carajo.
—N-no... po-por supuesto que no me desagrada, es un bonito a-apodo.— la adolescente se mordió la parte interna de sus mejillas por haber tartamudeado de semejante manera. Joder, estaba haciendo el ridículo.
—Bien, entonces de mi parte está todo aclarado ¿verdad?— preguntó Karin con una sonrisa que estremeció a la menor, incluso podía oler su aliento desde esa distancia. Olía a menta, Cheonsa se preguntó entonces si sus besos sabrían así de fresco y al darse cuenta de lo que estaba pensando, enseguida negó repetidas veces con su cabeza.
—S-sí...
—Pero de tu parte aún no...— entonces la mirada de la azabache se opacó por completo y su sonrisa juguetona desapareció.—¿Vas a mostrarme o no tu identificación?— Cheonsa comenzó a tiritar y quiso retroceder pero la negra mirada de la otra se lo impidió.
—Yo no... es decir yo...— entonces la más alta suspiró resignada.
—¿Qué edad tienes, niña? La verdad.
—Die... diecisiete.— aceptó finalmente cabizbaja mientras un encantador rubor cubría sus pálidas mejillas. Karin no pudo evitar relamerse, normalmente no gustaba de meterse con menores de edad pero esa chiquilla podría ser la excepción a su regla.
—Si eres menor, ¿cómo hiciste para entrar aquí?
—El guardia me permitió entrar. Sólo pagué la entrada y ya.— entonces Karin frunció el entrecejo y Cheonsa pensó si hizo bien en decirle la verdad o no.
—¿No te pidió identificación?
—No, no lo hizo.
—Muy bien, entonces tendré que hablar con él y despedirlo. Lo que está haciendo es realmente grave, se supone que a este club sólo pueden entrar mayores de edad y no niñitas de preparatoria como tú.
—Haz lo que quieras pero ¿ya me puedo ir a casa?— Karin negó mientras se acercaba a un elegante perchero, para agarrar su chaqueta de cuero negro y ponérsela.
—Por supuesto que no. Tienes diecisiete ¿tus padres si quiera saben que estás aquí?— al oír eso, Cheonsa palideció por completo e incluso se tambaleó hacia atrás. Karin tuvo que sostenerla rápidamente de la cintura para que no se caiga.
—¡Ni se te ocurra decirle a mis papás!— chilló mientras agarraba a la otra de su chaqueta y la acercaba más a ella.
—Tengo y voy a hacerlo. Cuando tus padres vengan a recogerte, les ofreceré disculpas, les daré una compensación económica por lo sucedido y despediré al guardia que te dejó entrar sin que le mostraras tu identificación.
—¡No, por favor! Ellos me castigarán de por vida si se enteran que he venido a un sitio como este.— rogó soltando la chaqueta de la otra y tirando de sus negros cabellos lacios, notablemente histérica.
Entonces Karin sonrió con malicia y agarró las llaves de su carro que dejó sobre el lustroso escritorio de su despacho. Definitivamente quería hacer suya a esa hermosa chiquilla altanera y al fin la tenía donde quería; si tenía que jugar sucio para obtenerla, lo haría. Total, ella ya estaba más que acostumbrada a chantajear a la gente.
—Bueno... ellos no se tienen que enterar si tú así lo quieres.— comenzó a decirle mientras se acercaba lentamente a Cheonsa, quien al ver los negros ojos de la otra centelleando con astucia retrocedió varios pasos.—Es peligroso que regreses a casa en taxi, tú sola y a estas horas de la madrugada. Así que permíteme llevarte en mi carro, dejarte en la puerta de tu hogar y tus padres jamás sabrán que estuviste frecuentando un club nocturno de strippers y sexo casual, al cual se supone sólo deben entrar personas mayores de edad y no una niña de preparatoria como tú.— la idea sonaba muy tentadora pero la adolescente sabía que ahí había gato encerrado.
—¿Qué quieres a cambio?— la sonrisa torcida de Karin hizo estremecer a la pelinegra de pies a cabeza. Sabía que pediría sexo o algo peor a cambio de ayudarla.—¡Mira, yo no soy ningún pedazo de carne para que tú me...!
—Quiero que vayas a mi gimnasio junto con TaeMin a entrenar.— soltó la azabache y Cheonsa se quedó con la palabra en la boca. Parpadeó repetitivas veces, procesando las palabras que la más alta acababa de decirle.
—¿Co-cómo dices que dijiste?— Karin enseguida se carcajeó, haciendo sonrojar a una avergonzada Cheonsa.
—¿Qué? ¿pensaste que te pediría que fueras mi esclava sexual o algo así? Dios, esta juventud de hoy en día está cada vez más corrompida, sólo piensan en sexo.— la pequeña pelinegra se ruborizó hasta las orejas.
—¡Yo no pensé eso! Es decir...— genial, no recordaba la última vez que se había sentido tan estúpida. Lo único que quería era que la tierra se abriera en dos y la tragara entera.
—Lo admito, soy lesbiana. Y sí, me gustas.— comenzó a decir Karin sin rodeos mientras colocaba un rebelde mechón negro de Cheonsa detrás de su sonrojada oreja.—Pero eso no significa que sea una desequilibrada mental que tratará de abusar de ti o algo así. Mi intención es ir seduciéndote poco a poco pero necesito que por lo menos vayas al gimnasio con Tae para poder intentarlo. Ya estoy un poco cansada de que me tengas en la friendzone ¿sabes, angelita?
—Ni siquiera estás en la friendzone. Porque tú y yo no somos amigas ni nada parecido, lo que quiere decir que estás en un nivel inferior a eso.
—Auch, eso sí que dolió bonita. Pero no importa, porque me encantan los retos.— entonces la azabache empezó a reírse y aunque Cheonsa trató de guardar la compostura, no pudo evitar contagiarse de esa risa y, sin darse cuenta, ella también comenzó a reírse. Quizás esa mujer no era tan mala como a simple vista parecía, Cheonsa al principio realmente creyó que Karin era una especie de gángster peligrosa o algo peor pero al parecer había exagerado.
—Está bien, acepto tu chantaje. Iré a entrenar con TaeMin al gimnasio pero pobre de ti si me esguinzo o algo así. Te confieso que soy pésima en deportes pesados y en las artes marciales.— se sinceró la menor un tanto avergonzada por su pobre condición física. Karin sonrió enternecida y acarició la mejilla de la otra con la palma de su gran mano, haciéndola estremecer con ese simple roce.
—Seré tan delicada como creas necesario. Lo prometo.— Cheonsa se apartó sonrojada y carraspeó nerviosa, Karin siguió sonriendo.—Entonces ¿nos vamos ya?
—Este... no te lo dije antes pero la verdad es que no vine sola al club.— comenzó a explicarle y la más alta enseguida asintió.
—Lo sé, viniste con TaeMin.— la pelinegra no disimuló su sorpresa.
—¿Co-cómo lo supiste?— Karin simplemente apuntó a la pantalla del computador que se encontraba arriba de su elegante escritorio, donde habían un montón de imágenes en constante movimientos. Cheonsa realmente no se dio cuenta de que ese lugar al parecer tenía muchas cámaras de seguridad instaladas.
—En estos momentos TaeMin está encerrado en un cubículo del baño vomitando y creo que tiene para rato, la verdad.— obviamente estaba mintiendo, porque Karin sabía que en esos momentos el pelirrojo se encontraba en una habitación privada junto con MinHo, probablemente follando mientras ellas dos hablaban.
—Vamos a buscarlo entonces.— propuso la menor y Karin negó.
—¿Para qué? ¿para que vomite en mi carro? No gracias.— le contradijo haciendo una mueca de asco.—Dejémoslo que vomite todo lo que quiera en el retrete. Pero tranquila, que después de dejarte a ti en tu casa regresaré a por él y lo llevaré la suya, sano y salvo.— le prometió Karin guiñándole un ojo. Cheonsa no supo si fue debido al alcohol que había bebido o a que ya estaba demasiado cansada pero el caso es que aceptó la propuesta de la azabache sin rechistar. O quizás, aunque no quisiera aceptarlo en esos momentos, había algo en esa mujer que la hacía confiar.
—De acuerdo, entonces vámonos por favor que tengo mucho sueño y los pies me duelen.— realmente no debió ponerse unos tacones tan incómodos para ir a un club como ese.
—¿Quieres que te cargue en brazos como si fueras una princesa, angelita?— Karin enseguida sintió un golpe que más le pareció una caricia en su brazo izquierdo. Intentó no reírse de la nula fuerza que tenía la niña pero fracasó.
—¡Deja de reírte y no me llames angelita!— exclamó Cheonsa mientras se daba la vuelta ofendida y abría la puerta de aquel despacho para poder salir. Ni bien lo hizo la música que sonaba desde la planta baja de aquel club jodió sus oídos; realmente era cierto eso de que aquel despacho estaba insonorizado, pues una vez que cerrabas la puerta no oías nada de lo que pasaba en el exterior.
—Entonces... ¿cómo te llamo?— susurró Karin sobre el oído de Cheonsa, haciéndola estremecerse.
—Ángel, puedes llamarme así.— cedió la pelinegra mientras comenzaba a bajar por las escaleras a la planta baja del club.
—De acuerdo, me gusta mucho ese apodo. Es casi tan hermoso como tú, Ángel.— la elogió y la adolescente se maldijo a sí misma por ruborizarse por cada tontería que dijera esa mujer, que obviamente era una casanova. Bajó las escaleras tan rápido como pudo y se tropezó en varias ocasiones por los tacones que estaba usando pero Karin la agarró siempre, evitando que se cayera y sufriera un accidente...
...
N/A: Cheonsa literalmente significa "ángel" en coreano, de ahí a su apodo y a que Karin la joda llamándola "angelita".
...
Mientras tanto, en una de las tantas habitaciones privadas e insonorizadas que poseía aquel club nocturno, MinHo y TaeMin se encontraban desparramados entre sábanas de satin rojas, sobre una cómoda cama tamaño King que se hallaba en el centro de aquel cuarto iluminado tenuemente por velas aromatizadas.
MinHo se había posicionado encima del pelirrojo, quien no paraba de estremecerse y jadear, preso del más genuino de los placeres. El ex convicto se quitó tanto su chaqueta como su suéter, dejando ver sus prominentes pectorales, sus oblicuos que conducían hacia el camino de la perdición y sus exquisitamente marcados abdominales. TaeMin por su parte ya se encontraba desnudo de la cadera para arriba, dejando a la vista sus erectos pezones y su abdomen que ya estaba levemente marcado gracias al ejercicio diario que le exigía hacer Karin en el gimnasio.
Las pequeñas manos del pelirrojo ascendieron desde el abdomen hasta el ancho pecho de su hombre sin una pizca de pudor, regocijándose al pensar que todo ese bello cuerpo le pertenecía a él y a nadie más que a él. Mientras que el menor lo acariciaba MinHo aprovechó para devorarlo con su mirada y, sin dejar en ningún momento de mirarlo con esa intensidad que tanto lo caracterizaba, bajó sus manos hasta el cierre de su pantalón, abriendo lentamente la cremallera del mismo para liberar así su dolorosa erección.
—Joder, esa definitivamente es la parte de tu cuerpo que más he echado de menos.— susurró TaeMin mordiéndose el labio inferior mientras veía cómo MinHo empezaba a quitarse tanto su pantalón como sus boxers, quedando gloriosamente desnudo frente a los ojos del menor.
—Yo extrañé tu culo tan follable y tu boca mamadora como no tienes idea, bebé.— le reveló MinHo tan romántico como siempre, tirando su ropa al suelo y procediendo a quitarle tanto sus pantalones ajustados como sus bóxers a TaeMin, notablemente ansioso. El pelirrojo no se resistió e incluso lo ayudó con sus piernas a deshacerse de esa ropa, que no representaba nada más que un estorbo en esos momentos; pues lo único que deseaba era frotar su piel contra la de MinHo hasta desfallecer. La tensión sexual entre ellos era casi palpable, la verdad.
—Carajo... MinHo necesito probarte ¡ya!— exigió TaeMin para después incorporarse sobre el colchón y hacer a un lado al mayor, obligándolo a sentarse sobre la cama y posicionándose de inmediato justo en medio de sus fuertes piernas. El azabache no se hizo rogar, enseguida se acomodó mejor y su miembro se endureció aún más cuando vio al pelirrojo relamerse los labios con descaro, viendo fijamente su polla.
—Tan puta...— susurró MinHo con la voz ronca debido al deseo que sentía. TaeMin en lugar de ofenderse o algo así le sonrió con lascivia.
—Oh sí y no tienes idea de cuánto disfruto siéndolo. Tú me convertiste en esto, así que ahora hazte cargo.— ya no quedaba ni la sombra del TaeMin pudoroso con todo lo relacionado al sexo que había conocido hace más de un año en la prisión. Poco a poco su niño fue cambiando, estaba renaciendo en todos los sentidos y eso a MinHo a veces lo asustaba pero también le excitaba. No importa cuánto cambiara el pelirrojo, él lo seguiría queriendo de todos modos.
TaeMin comenzó a masturbar al azabache, arrancándole varios suspiros con esa simple acción, se notaba que el ex mandamás estaba realmente necesitado de sexo y eso le alegraba, pues con eso el menor corroboraba que efectivamente no lo había estado engañado con prostitutos.
Los minutos pasaban y TaeMin seguía masturbándolo deliberadamente lento para torturar a MinHo, quien gruñía más no hacía nada por detenerlo. El pelirrojo veía ensimismado cómo empezaba a brotar líquido preseminal de la punta del abultado glande. Usó ese mismo líquido para lubricar todo el tronco del pene y sólo entonces acercó su cara allí pero cuando MinHo creyó que el otro finalmente iba a acabar con su sufrimiento, TaeMin se puso a restregar aquel lubricado miembro contra su mejilla, viendo desde abajo al ex convicto con una mirada cargada de lujuria. Y no se conformó con eso sino que además pasó la punta de su lengua por el inferior de su mejilla, para que así el pene de MinHo pudiera sentirla a través de su piel, anhelando que la sacara de su boca y lamiera toda la longitud del mismo.
—Joder TaeMin, deja ya de torturarme y chúpamela.— exigió el azabache entre suspiros ahogados.
Sólo entonces TaeMin dejó de restregar el erecto miembro contra su mejilla y finalmente sacó su lengua, para a continuación empezar a golpetear el excitado glande del miembro ajeno contra su húmeda lengua, una y otra vez sin dejar de mirar al ex convicto con sus ojos cafés soltando lagrimillas de puro placer. MinHo no pudo resistir más y un ronco gemido salió de su garganta, realmente se estaba conteniendo para no agarrar a TaeMin por la cabeza y follar su boca hasta ahogarlo.
—Sabe a limpio y salado, como siempre. Extrañé tanto tu sabor, MinHo.— susurró el pelirrojo justo después de dejar de golpetear aquel pene contra su lengua.
—Deja de jugar ya, maldición.— empezó a quejarse MinHo mientras se removía incómodo sobre la cama. TaeMin le sonrió de forma ladina y apretó con fuerza los muslos internos del ex convicto, hasta dejar la piel enrojecida.
—Tú no me mandas, así que estate callado y disfruta.— sentenció de forma imperativa el menor.
Luego de decir aquello, TaeMin recorrió con su lengua toda la extensión del miembro ajeno, desde la base hasta la punta del mismo, para después repetir esa acción una y otra vez, deleitándose con los roncos jadeos que soltaba el mayor; realmente eran como música para sus oídos. El pelirrojo también estimuló con una de sus manos los hinchados testículos del azabache y lamió las palpitantes venas dorsales que poseía el bien dotado pene de MinHo.
—Mierda TaeTae... eres demasiado bueno chupándola, naciste para tener un pene en tu boca y en tu culo. Pero esa polla sólo puede ser mía.— sentenció MinHo con la voz entrecortada mientras acariciaba los suaves cabellos rojos del menor, quien no dejaba de lamer con frenesí la erección del azabache.—Chupa mis bolas tambien, bebé.
—Como ordenes.— susurró guiñándole un ojo mientras llevaba su mano derecha a su propia erección para masturbarse a sí mismo. Y es que hacerle sexo oral a MinHo realmente lo ponía caliente, jodidamente caliente.
TaeMin guió su boca hasta los testículos del mayor y los lamió de forma descarada, haciendo ese pervertido sonido que produce el roce entre la saliva y la piel e incluso los succionó con gula. El pelirrojo sintió cómo MinHo se estremecía a causa del inmenso placer que le estaba provocando usando solamente su boca.
Luego de unos minutos, TaeMin dejó de succionar las bolas del azabache y cedió finalmente al capricho del otro, abrió su boca tanto como pudo y engulló aquel enorme falo. Obviamente no le cupo todo pero al menos entró más de la mitad y él realmente estaba orgulloso de no ahogarse como antes. Practicar todos esos meses con un dildo realmente había dado sus frutos.
No obstante su felicidad no duró mucho, pues MinHo perdió el control al sentir su polla siendo engullida por las cálidas paredes del interior de la boca del pelirrojo. Así que, completamente cegado por el deseo, el ex convicto colocó sus grandes manos a los costados de la cabeza de TaeMin, elevó sus caderas hacia el muchacho y sin más contemplaciones folló la boca ajena, como llevaba deseando hacerlo hace meses.
Al principio el menor casi se ahogó pero enseguida se recompuso y recordó cómo debía respirar para que eso no le pasara. Toda esa situación era tan jodidamente extasiante, podía sentir el sabor del líquido preseminal del azabache en su paladar y además sentía la punta del pene de MinHo rozando su garganta con cada estocada que daba. TaeMin succionó tanto como pudo aquel pene, haciendo que sus mejillas se hundieron y eso sólo logró excitar más al azabache si eso era posible. La mano del pelirrojo masturbaba más rápido su propio pene, conforme la velocidad con la que MinHo follaba su boca aumentaba; era el puto delirio, realmente podría morir allí mismo y se iría feliz al otro mundo.
—Bebé... ya casi.— advirtió el azabache entre jadeos ahogados y TaeMin no pudo hacer más sino gemir gustoso, pues lo que más deseaba era que el otro se corriera dentro de su boca.
TaeMin realmente no supo cuántas veces después de eso MinHo embistió su boca, sin embargo lo que sí recordaría era el momento en el que el cuerpo del mayor vibró y se vino con fuerza en el interior de su boca. El pelirrojo tragó aquel espeso líquido y MinHo se relamió complacido cuando vio que TaeMin se limpiaba un poco de esperma que quedó en su mentón con su dedo pulgar, para luego lamer aquel dedo con premeditada lentitud, saboreando ese sabor que llevaba meses deseando sentir en su boca.
—Mierda TaeTae... nadie la mama como tú.— lo elogió MinHo mientras agarraba a un agotado TaeMin y lo acostaba nuevamente sobre la cama, posicionándose otra vez encima de él evitando aplastarlo.
—Ya te he complacido a ti, ahora me toca a mi.— empezó a decir TaeMin mientras enredaba sus pequeños dedos en el oscuro cabello de MinHo.—¿Sabes? Me gusta tu cabello así como está pero también me encantaría verte algún día con el pelo de un color claro, te verías quizás más guapo.— el azabache no respondió a ese comentario pero lo tuvo en cuenta para un futuro.
—Bebé, no tienes idea cuánto extrañé todo esto.— le susurró MinHo al oído, para luego morder el lóbulo de su oreja y descender su lengua por su cuello hasta su clavícula, la cual mordió sin miramientos arrancándole un gemido a TaeMin.
—¡Yo también! Te extrañé tanto... te necesito MinHo, te necesito dentro.— le pidió con la voz entrecortada, acomodándose mejor sobre la cama y abriendo bastante sus piernas, acción que sólo provocó calentar en demasía al azabache. No obstante, lo que MinHo no se esperó es que TaeMin lo sujetara fuertemente del cabello y lo mirara a los ojos, enseriando drásticamente su semblante.—Más te vale no haberte follado a ningún reo durante estos meses, rana estúpida.— el tono de TaeMin era amenazador y, a pesar de que al principio MinHo se sorprendió por semejante cambio de actitud, enseguida se carcajeó y besó a su niño con una dulzura inusual en él.
—¿Qué más tengo que hacer para que entiendas que yo sólo tengo ojos para ti?— ante semejantes palabras, TaeMin no pudo evitar sonrojarse e hipar de forma graciosa. MinHo por su parte sonrió y llevó uno de sus largos dedos a la altura de su boca, para a continuación metérselo en su cavidad oral y empaparlo en saliva ante la atenta mirada del menor.
—Hubiera preferido usar lubricante pero como no hay, no me queda de otra más que improvisar con mi saliva.— dijo MinHo una vez que sacó aquel dedo completamente empapado de su boca. TaeMin gimió impaciente y abrió aún más sus piernas, deseoso por ser penetrado por su macho.—Oh, no pensé que podríamos usar tu propio semen para dilatar tu agujerito.— agregó mientras comenzaba a masturbar el excitado pene de TaeMin, empleando para eso un vaivén que solamente una persona tan experimentada en el sexo como MinHo podría usar.—Vamos bebé, córrete en mi mano y déjame usar tu semen para preparar tu culo.
—Jo-joder, me pone a mil que me digas bebé ¡ah!— gimió el pelirrojo, mordiéndose sus gruesos labios, avergonzado y al mismo tiempo excitado por haberse corrido tan rápido.
—Mírate...— comenzó a decir MinHo mientras veía su mano derecha completamente manchada de semen ajeno.—Tan guarra... definitivamente voy a emborracharte más seguido si es que te pones así de caliente y desinhibido cuando hay alcohol circulando por tus venas.— le susurró el azabache mientras llevaba el dedo medio de su mano lubricada al ano del pelirrojo.
—¡A la mierda los dedos! ¡Métemela ya!— exigió TaeMin levantando su culo y masturbando su propio pene, el cual volvía a endurecerse a pesar de acabar de venirse. El pelirrojo realmente estaba desesperado por sentir a MinHo dentro de él.
—Pero TaeMin... si no te preparo, te va a doler demasiado. Llevas meses sin tenerme dentro.— trató de explicarle el azabache haciendo uso de todo su autocontrol mientras metía con cuidado el primer dedo dentro del pelirrojo.
No obstante, para su no tan grata sorpresa aquel primer dedo entró con mucha facilidad; entonces MinHo frunció el ceño y metió un segundo dedo, el cual volvió a entrar fácilmente. Alterado, el ex mandamás metió el tercero y escuchó desconcertado cómo TaeMin gemía insatisfecho, exigiendo entre gemidos que quería algo más grande mientras él supuestamente lo "dilataba". Pero... ¿cómo? ya habían pasado más de cuatro meses desde la última vez que lo hicieron dentro de la prisión, por lo tanto se supone que TaeMin no debería estar así de dilatado como estaba.
—TaeMin...— comenzó a decir MinHo mientras retiraba sus tres dedos del cálido interior del menor.—¿Por qué estás tan dilatado?— TaeMin lo miró extrañado luego de oír esa pregunta pero enseguida una sonrisa ladina adornó su enrojecido rostro, una sonrisa que no agradó nada a MinHo.
—¿Y tú por qué crees?— le respondió juguetón y el azabache endureció su semblante, odiaba cuando la gente respondía a sus preguntas con otra pregunta.
—Déjate de juegos y dime porqué.— le advirtió mientras aprisionaba la muñecas del menor y las colocaba a sus costados, atrapándolo entre la cama y su fornido cuerpo. TaeMin estaba tan borracho que toda esa situación en lugar de encender sus alarmas simplemente le causaba gracia, así que siguió echándole leña al fuego.
—¿En serio creíste que yo iba a aguantar tantos meses sin nada de nada? Lo siento MinHo, no tengo tanta fuerza de voluntad como tú.— le susurró haciendo un dulce puchero que lejos de enternecer al azabache, le hizo hervir la sangre.
—Déjate de bromas, TaeMin...— le advirtió apretando sus muñecas. TaeMin se rió bajito y enseguida negó, hipando debido a la ebriedad de la cual era preso.
—No es ninguna broma, ¿sabes? Yo también tengo mis necesidades como pasivo que soy. Tú puedes satisfacer las tuyas masturbándote pero en mi caso... al haberme tú acostumbrado a recibir por detrás... pues ya sabes, necesito sentirme lleno.— le susurró mientras se relamía los labios de forma sugerente. La negra mirada de MinHo se oscureció como hace tiempo no lo hacía, TaeMin se estaba pasando de la raya.
—¿A sí? ¿y qué hiciste para "satisfacer tus deseos"?— preguntó el azabache en un siseo de voz, inhalando y exhalando oxígeno para lograr controlar su ira y no romper las delgadas muñecas de TaeMin que sostenía con sus grandes manos.
—Pues... le pedí ayuda a HyunBin para conseguir lo que quería y entonces...— el menor no llegó a terminar su oración, porque enseguida sintió cómo las mismas manos que minutos atrás lo acariciaron ahora se cerraron alrededor de su cuello, asfixiándolo sin contemplaciones. Carajo, parece que su inocente broma le cayó demasiado mal a MinHo; a pesar de estar alcoholizado hasta la médula, TaeMin experimentó el más puro de los miedos cuando vio los negros ojos de MinHo: era la mirada de un demonio.
—Tú... pequeño bastardo.— susurró el ex convicto sin dejar de apretar aquel delgado cuello y TaeMin enseguida colocó sus pequeñas manos sobre las de MinHo, jadeando desesperado por aire.
—Mi-MinHo...
—Me engañaste con ese bastardo ¡¿verdad?!
—Di-dildo...— logró decir TaeMin y entonces el azabache frunció el ceño, dejando finalmente de apretar el cuello ajeno. El pelirrojo comenzó a toser y a recuperar el aire poco a poco.
—¿Cómo dijiste?— preguntó MinHo una vez que el otro reguló su respiración. TaeMin lo fulminó con su mirada.
—¡Tanto lío por un jodido dildo!— gritó el menor conteniendo las ganas que tenía de golpear en la cara al ex convicto.—Le pedí a HyunBin que me comprara un dildo y un puto vibrador para satisfacerme mientras tú no estabas, eso es todo grandísimo imbécil. Jamás te fui infiel a no ser que ahora consideres infidelidad meterme juguetes sexuales por el culo, maldición.— al oír su explicación, MinHo se rió como un desquiciado y luego suspiró aliviado, realmente había creído que su niño le fue infiel con ese idiota al que lamentablemente consideraba su mejor amigo.
—Bebé, no bromees con cosas así que me cabreo. Aún así siento haberte ahorcado, me descontrolé.— se medio disculpó MinHo y a TaeMin no le dio ni pizca de gracia. No obstante olvidó todo cuando el azabache lo besó con hambre, introduciendo su lengua en el interior de su boca, intercambiando saliva y haciendo que sus lenguas se enreden con una pasión desenfrenada.
—Mierda, ya viste que estoy dilatado así omitamos las parte de los dedos y fóllame de una vez por todas.— exigió TaeMin una vez que separaron sus bocas. MinHo sonrió ladino y asintió, pues él también estaba desesperado por enterrarse en el pelirrojo.
—Date la vuelta, bebé.
TaeMin no necesitó que se lo repitiera, de inmediato se dio la vuelta sobre la cama y empinó su trasero hacia MinHo. El mandamás le dio una fuerte nalgada que hizo gritar al pelirrojo, esa fue la primera de varias que le dejaron las blancas nalgas al menor completamente rojas y calientes. Una vez satisfecho, MinHo agarró su propia erección y comenzó a frotarla repetidas veces contra el pliegue que se formaban entre las redondas nalgas de TaeMin, quien gemía como una guarra en celo para que lo follara de una buena vez.
—¿Sin condón?— preguntó con la voz completamente ronca el azabache.
—Por supuesto que sin condón, desde que lo hicimos sin en mi cumpleaños no concibo la idea de volver a hacerlo con.— le contestó TaeMin meneando su culo de arriba hacia abajo, provocando a MinHo para que finalmente se la metiera.
El ex convicto sonrió complacido, pues él también deseaba hacerlo sin protección, ya que así se sentía todo más nítido y delicioso, sin ningún plástico que interfiriera en el roce de sus pieles. MinHo acercó su boca al trasero de TaeMin y abrió esas tiernas nalgas con sus manos, para tener mejor acceso a ese pequeño agujero que tantos deseos provocaba en él. Escupió sobre el ano del pelirrojo, quien jadeó extasiado y entonces empezó a lamer alrededor de ese agujero mientras usaba su mano para masturbar su erección, TaeMin por su parte hacía lo mismo con su propia erección. De un momento a otro, MinHo empezó a follar al menor con su lengua y se deleitó con los gemidos de placer que le arrancó a la garganta de TaeMin.
—Te pone ¿verdad?— le preguntó MinHo entre lamida y lamida, dándole una que otra nalgada de vez en cuando.—Te excita tener mi lengua ahí, follándote como la puta que eres. Admítelo, bebé.
—¡Sí, carajo! ¡Me encanta!— exclamó TaeMin mientras empujaba sus caderas hacia atrás, para que MinHo pudiera hundir más su lengua en su interior.
—Te voy a follar con mi polla pero quiero que te des la vuelta. Deseo verte a los ojos mientras te hago el amor.
TaeMin sonrió entre gemidos, le gustó que MinHo se refiriera a lo que iban a hacer como "hacer el amor". Se dio la vuelta temblando debido a la ultra sensibilidad que sentía su cuerpo en esos momentos y reposó sus finas pero torneadas piernas sobre los fuertes hombros de MinHo. El ex convicto por su parte agarró su erecto pene y lo colocó sobre la dilatada entrada de TaeMin, quien gimió extasiado cuando sintió cómo aquel grueso miembro se abrió paso entre sus entrañas. MinHo se enterró por completo en TaeMin, hasta que sus hinchadas bolas tocaron las nalgas del menor y entonces permaneció inmóvil un rato para que el pelirrojo se acostumbrara a la intromisión.
—Muévete, joder.— pidió con la voz ronca, moviendo sus caderas con la poca fuerza que le quedaba.
El azabache no necesitó oír más, pues enseguida colocó sus grandes manos a los costados de las pequeñas caderas de TaeMin y lo embistió con una fuerza que hizo gritar de asombro al pelirrojo. Definitivamente su MinHo era un semental, una jodida máquina de sexo desenfrenado que podía hacerle perder la razón. Por eso y tantas cosas más es que amaba a ese hombre, a su maldito hombre.
A esa primer embestida le siguieron incontables más, no obstante TaeMin no empezó a gritar de placer sino hasta que MinHo finalmente encontró ese sensible nido de nervios que hacía delirar al pelirrojo, su próstata. Cuando el azabache finalmente halló el famoso punto P, empezó a embestir con fuerza ahí y TaeMin arañó el pecho del otro, chillando de placer y dolor a la vez.
Ellos no supieron cuánto tiempo estuvieron así, gimiendo, besándose y follando hasta agotar todas sus fuerzas. Pero de un momento a otro, TaeMin arqueó su espalda viniéndose por segunda vez consecutiva en esa noche, manchando así tanto su abdomen como el del azabache y fue entonces que el menor no pudo evitar contraer el esfínter de su ano. Esta acción provocó que MinHo no pudiera contener más su orgasmo y terminó derramándose por completo en el cálido interior de TaeMin.
Luego de unos segundos, MinHo finalmente salió del interior del pelirrojo y sonrió más que complacido al ver cómo su propio esperma salía de entre las nalgas del menor. En esos momentos es cuando el azabache se sentía poderoso y dueño absoluto de TaeMin, por lo que no podía hacer más sino inflar su pecho orgulloso.
—Te amo.— le susurró un somnoliento TaeMin y MinHo sonrió, acostándose al lado del menor, quien se acurrucó sobre el fuerte pecho del otro.
—Te quiero, TaeTae.— le respondió con la voz ronca y el pelirrojo en lugar de deprimirse por no haber logrado que le dijera un "también te amo" se alegró, pues ya era un gran avance que MinHo le haya vuelto a decir que lo quería, como lo hizo antaño cuando trató de evitar que se fuera de la prisión.
—Prométeme que seguirás aquí cuando despierte.— le rogó el pelirrojo mientras sus párpados comenzaban a cerrarse contra su voluntad.
—No puedo prometerte eso.— le susurró MinHo mientras acariciaba los rojos cabellos de su adoración.—Pero sí te prometo que volveré cuando haya arreglado todo lo que tengo pendiente. Volveré por ti, recuerda que eres mío.
—Estúpido gángster posesivo.— le insultó TaeMin mientras bostezaba antes de cerrar por completo sus ojos y caer en un profundo sueño. Minutos después, el mayor volvió a hablar.
—Sí, soy exactamente eso y mataré a cualquiera que te quiera alejar de mi lado.— susurró mientras abrazaba a un dormido TaeMin de forma posesiva.
...
Mientras tanto, en el último piso de unos de los rascacielos más altos y lujosos de Seúl, un hombre mayor de aproximadamente sesenta años se encontraba sentado en una elegante butaca, revisando la pantalla de su computador. Justo entonces el ascensor privado subió hasta su despacho y se abrió de par en par, dejando ver a una mujer madura bastante alta, rubia y trajeada que usaba unos lentes que la hacían lucir intelectual.
—Señor BaekHo ya es demasiado tarde, debería estar descansando.— aconsejó la mujer mientras se acercaba a su jefe, haciendo ruido debido a los tacones que usaba.
—¿Cómo puedo dormir cuando tengo tantas cosas de las cuales encargarme?— le respondió ese tal BaekHo, desprendiéndose un poco la corbata que a esas horas ya sentía que le asfixiaba.
—Sabe que yo puedo encargarme de todo, señor.— le respondió su secretaria acomodando sus gafas.
—No niego que seas muy eficiente YooNa pero... se trata de MinHo, así que prefiero corroborar yo mismo toda esta situación.
El hombre suspiró cansado mientras veía fijamente las fotos en la pantalla de su computador. En ellas aparecía TaeMin comprando víveres en el supermercado junto con su amiga Cheonsa, en la farmacia comprando los medicamentos que su madre necesitaba, en tiendas de bebés eligiendo ropas para su futuro hermanito y en el gimnasio entrenando junto con Karin.
—Esas son las fotos que pudimos obtener de Lee TaeMin durante las últimas semanas. Sólo sale de casa para caminar de vez en cuando con su amiga llamada Dunn Cheonsa, para ir al supermercado tres veces por semana, a la farmacia por medicamentos para su madre que sufre depresión y que además está embarazada. Pero desde hace unas dos semanas algo nuevo se sumó a su rutina: ir al gimnasio de Karin para que ella lo entrene.
—¿En serio Karin también está involucrada con ese niño?— preguntó aquel hombre desacomodándose su cabello bicolor, el cual en partes era negro y en otras también era blanco debido a la canas. Y él podía jurar que la mayoría de esas canas eran debido a la terquedad de MinHo.
—Sí, por órdenes del mismo MinHo ella le está enseñando defensa personal.— le aclaró YooNa sin que sus facciones se alteren en lo absoluto. El viejo rodó sus ojos y suspiró.
—Me lo suponía ¿algo más que aportar?
—Sí, mis investigadores me acaban de informar que Lee TaeMin es primo del difunto amante de MinHo.— al oír esto último, los negros ojos de BaekHo se abrieron sorprendidos.
—¿Es primo de DaeHyun? ¿estás bromeando?— le cuestionó palideciendo de repente y YooNa simplemente negó.
—Yo jamás bromearía con una tarea que usted mismo me ha encargado, señor BaekHo.
—¿Es su maldito primo? Pero... es imposible.— fue lo único que pudo decir el hombre mientras miraba las fotos del pelirrojo.—Es verdad que noté un notable parecido físico entre Lee TaeMin y DaeHyun pero jamás imaginé que fueran familia.
—Quizás los Choi están destinados a perder a su verdadero amor de forma trágica y después, debido a su despecho, terminar obsesionándose con sus primos.— agregó la secretaria sin inmutarse mientras se acomodaba los lentes y entonces BaekHo la fulminó con su mirada.
—No vuelves a bromear con eso, YooNa. No es gracioso.— le advirtió con su voz ronca y la rubia enseguida hizo una reverencia.
—Me disculpo, señor Choi.
—Está bien, sólo no vuelvas a hacerlo. Y no me llames "señor Choi" que me haces sentir más viejo de lo que ya estoy, llámame BaekHo.— le dijo con una sonrisa que tranquilizó a YooNa.—Por cierto, ¿a qué hora pasará MinHo mañana por aquí?— el hombre cambió rápidamente de tema y la rubia lo agradeció.
—Me llamó para decirme que primero iría al cuartel para reivindicar su puesto como jefe de Paradise y que después de eso pasaría por aquí para charlar con usted. Pero no me dio horarios, la verdad.
—Típico de MinHo, él realmente hace lo que quiere.— se quejó el canoso hombre mientras sacaba las fotos de TaeMin de su computador y lo cerraba, bastante cansado.
—En parte es culpa de usted por criarlo así. Fue exigente y duro con él para convertirlo en un líder eficiente para Paradise pero... si me permite decirlo creo que cedió a muchos de sus caprichos y por eso ahora MinHo no conoce lo que son límites.
—Quizás tengas razón YooNa ¿es revertible?— preguntó BaekHo con una sonrisa sincera adornando su rostro que ya poseía algunas arrugas y entonces la rubia negó.
—No, él pronto cumplirá 30 años ¿no le parece absurdo tratar de cambiar a una persona a esa edad?
—Sí, sé que ya no lo puedo cambiar pero al menos intentaré hacerlo entrar en razón. No quiero que vuelva a pasar por lo mismo que pasó hace cuatro años con ese otro niño DaeHyun.
—Será inútil, él hará lo que le plazca. Se lo aseguro, también conozco a MinHo desde que era un crio y sé que hará lo que le dé la gana le digamos lo que le digamos.— le repitió YooNa y el viejo asintió.
—Sé que será como hablarle a una pared pero supongo que así somos los padres: tratamos de evitar que nuestros hijos sufran aunque en el fondo sepamos que es en vano y que sufrirán igual.
—Supongo que sí... la verdad es que no soy madre así que no lo entiendo. Pero comprendo su amor por MinHo, después de todo es su hijo.— la secretaria se acomodó las gafas y le sonrió a BaekHo.—En fin, por favor descanse señor que mañana tendrá un día agotador.— le pidió la mujer haciendo una leve reverencia a su jefe para luego retirarse de aquel despacho.
...
...Continuará...
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