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Breaker's es ruidoso y está abarrotado, lleno de risas, el tintineo de las bolas de billar y el ruido de los vasos mientras los meseros corren para mantenerse al día con los clientes. El chillido de Kihyun se rompe a través del caos cuando Nunu se acerca sigilosamente detrás suyo y lo levanta en el aire, sus brazos serpentean alrededor de su cintura.
―¡Tú, idiota! ―grita mi amigo, pero sus dientes destellan blancos, y sigue una risa vertiginosa.
Paso mis manos sobre mi maxi camisa roja con una sonrisa levantada, mientras Chang se coloca a mi lado con su taco. Soy bastante terrible jugando al billar, pero es una gran distracción, considerando las circunstancias.
No hay presión para tener una conversación profunda o intimidad.
―Bola cinco en el bolsillo de la esquina ―murmura Chang, inclinándose para apuntar su tiro.
Llevamos aquí una hora. No he bebido mucho desde la universidad; el incidente con la madre de Taeyang fue una ofensa única y una mancha gigante en mi memoria. Beberé una copa de vino de vez en cuando, pero nunca he necesitado alcohol para divertirme.
Y luego... dejé de divertirme por completo.
Chang logra golpear la bola cinco en el bolsillo de la esquina, y Nunu abuchea, pasando su brazo alrededor de los hombros de Kihyun.
―¿Qué piensas, Won? ―pregunta Chang, estudiando la mesa.
Poniendo mis labios entre mis dientes, me endurezco. Solo Taeyang y Nunu me llaman Won.
―Hmm, ¿qué tal la seis?
―Eso es una raya. Somos sólidos.
―Correcto. ―Los cubitos de hielo chocan con el vidrio mientras hago girar la bebida en mis manos―. ¿Nueve?
―Eso es lo que estaba pensando ―dice con un guiño.
Falla el tiro y Nunu evalúa su próxima jugada después de beberse la cerveza.
Mientras me preparo para mi turno, siento dos palmas cálidas agarrando mi cintura por detrás, y me congelo. La colonia de Chang flota a mi alrededor, algo aromático y fresco.
Salvia y menta. Es un aroma agradable, pero hace que mi estómago se agite en lugar de revolotear.
Extraño el olor a bosque y lluvia.
―Te ves realmente sexy esta noche ―susurra Chang contra mi oído, inclinándose sobre mi hombro y apretándome la cintura.
Me abro paso poco a poco fuera de su agarre, lanzándole una pequeña sonrisa.
―Gracias.
―Quiero decir, siempre eres sexy. Incluso esa noche en la cervecería con tu sudadera con capucha de gran tamaño y tu cabello desordenado... no podía apartar los ojos de ti.
Recuerdo esa noche.
Fue la noche en que casi me suicido.
Tragando, muevo la cabeza. Una ola de culpa se infiltra en mí, sabiendo que no siento nada por este hombre a pesar de que es amable, atento, guapo e inteligente. Sobre el papel, encaja. Chang podría fácilmente ser un socio compatible.
Pero sus ojos no son como los suyos. No son lagos de tinta. Su complexión es demasiado delgada y huele a grandes almacenes en lugar de a la naturaleza.
Sus manos no lucen como si hubieran construido algo antes, su cabello es áspero, no suave como la seda, y su voz… su voz no dispara hormigueo por mi columna y no se me pone la piel de gallina.
Estoy arruinado.
Kihyun se acerca a mí con dos vasos, un líquido no identificable salpica sobre los bordes. Inmediatamente aprieto mi nariz hacia arriba.
―Absolutamente no.
―Demonios, bien. Vale la pena intentarlo ―bromea, entregándole el vaso extra a Chang, quien lo toma con entusiasmo.
Estoy negando con la cabeza ante su horrible broma cuando noto que sus ojos pasan por encima de mi hombro y se abren cuando pone la mirada en algo.
―¿Qué? ¿Qué es?
―Santo infierno... ―Kihyun se acerca a mí, con los ojos todavía fijos en un tema desconocido―. No mires ahora, pero tu contratista está sentado en la barra y se ve muy, muy bien.
¿Qué?
Mi corazón casi detona.
―¿Hoseok?
―Creo que sí. ¿Señor Silencioso y Torturado?
Asiento en silencio.
―Es él. Mierda, está mirando hacia aquí ―Kihyun hace un gesto con la cabeza hasta que está completamente frente a mí, las cejas se mueven con picardía―. Está bueno, Wonnie, el pobre Chang no tiene ninguna posibilidad.
Mordiéndome el labio, suelto.
―Me acosté con él.
Los ojos de Kihyun se desorientan, felinos, relucientes y atónitos. Sus labios se forman en una O brillante, e instantáneamente agarra mi muñeca para arrastrarme hacia los baños.
―Me ahogué. Tu turno, Won —interviene Nunu, tratando de llamarnos antes de que desaparezcamos.
―¡Vuelvo enseguida! ―grita Kihyun. Cuando estamos fuera del alcance del oído de los otros dos, Kihyun me empuja hacia la pared más lejana frente a los baños, ahuecando mis mejillas con sus manos. —Oh, Dios. Cierra la puta puerta de entrada.
―Fue un error ―gruño.
―Ciertamente no lo fue. Ese hombre no es un maldito error, nene.
La diversión se abre paso a través de la creciente ansiedad, y esbozo una sonrisa antes de reprimirla.
―Es un desastre, Ki. Tiene la capacidad emocional de una espátula.
Él frunce el ceño y deja caer las manos.
―No es ideal.
―Él no me besará. Dijo que nunca había besado a nadie.
Kihyun desliza su labio inferior entre sus dientes, su mirada parpadea a través de mi cara con evaluación silenciosa.
―Pero te gusta ―concluye, tierno pero firme.
Parpadeo, dejando que sus palabras empapen todas las dudas y recelos, a través de las nubes oscuras y los pensamientos sombríos. Si me deshago el tiempo suficiente, tal vez termine en el centro de todo, lo que básicamente se reduce a:
―Sí... me gusta.
Su sonrisa me envuelve como un cálido abrazo. Es lo último que veo antes de que Chang se acerque a nosotros con su cerveza colgando en su mano, golpeando su muslo mientras se aclara la garganta.
―Me preguntaba a dónde te escapaste ―dice, con su mirada gris 0recorriéndome―. Es tu turno.
Kihyun me da un pellizco reconfortante en el brazo, casi como si me estuviera recordando mi confesión sin obstáculos. Le obsequio con una sonrisa suave, luego la comparto con Chang.
―Suena bien.
Lo seguimos de regreso a la mesa de billar, e instantáneamente busco a Hoseok en la habitación. Es fácil de detectar, sentado solo en la barra sin bebida, y solo con un ceño familiar para hacerle compañía. Su rodilla se balancea hacia arriba y hacia abajo, con un pie apoyado en el peldaño del taburete de la barra mientras su mano se rasca la parte posterior de la cabeza mientras se mueve inquieto en su lugar. Parece nervioso, incómodo.
Totalmente fuera de su elemento.
¿Por qué está aquí?
¿Vino por… mí?
Cuando me acerco a la mesa, Hoseok mira en mi dirección.
Nuestros ojos se encuentran, mi corazón da un vuelco y mi respiración se detiene en la parte posterior de mi garganta, lo que hace que mis pies se detengan a la mitad. Mi sangre bombea caliente y mi interior canta.
Y ahí es cuando Chang envuelve su brazo alrededor de mi cintura, tirando de mí contra él y tragándome, como si estuviera reclamando algo y afirmando lo que es suyo. Observo cómo los músculos del cuello de Hoseok se contraen y las venas se dilatan. Su postura laxa se vuelve rígida cuando sus ojos se posan en el brazo enroscado alrededor de mi cintura.
Cuando se levantan hacia mí, son violentos y virescentes.
Sofocante.
―¿Ese es el tipo que arregló tu techo?
La voz de Chang besa mi oído, y retrocedo, su proximidad es invasiva.
Su agarre sobre mí se aprieta.
―Sí.
―¿Quieres que le diga que se pierda?
―No.
Mi respuesta es rápida y no deja lugar a interpretaciones. Chang me guía de regreso a la mesa de billar, su mano se desliza hacia la parte baja de mi espalda, y finalmente aparto mi atención de Hoseok. Estoy tentado de acercarme a él, para averiguar por qué está aquí, pero Nunu me roba el coraje antes de que pueda huir y me entrega un taco.
―Es tu turno, hermanito. Veamos qué tienes.
Inhalo para calmarme, tratando de sacudir el peso de su mirada mientras mis dedos se enroscan alrededor del taco.
―Definitivamente tengo esta... bola tres, tronera lateral.
―Es arriesgado.
Mis ojos se dirigen a mi hermano.
―¿En serio?
Nunu se ríe mientras se traga el resto de su cerveza, abandonando la botella vacía en una mesa alta.
―Solo hazlo, ¿quieres?
―Está bien, está bien... ―Mordiendo el interior de mi mejilla, trato de concentrarme en el tiro mientras me acerco a la mesa, rechazando el tirón desde el lado opuesto de la habitación.
Respira profundamente.
Inclinándome hacia adelante, me coloco en posición, mirando el número tres en la bola roja y deslizando el palo entre dos dedos. Debería haberme dado cuenta de que algo andaba mal cuando las risitas de Kihyun
se interrumpieron y las palabras de Nunu se eclipsaron, pero continúo con el tiro, con mi trasero levantado y mi enfoque fijo.
Ahí es cuando lo siento.
Un calor potente se cierne sobre mí, lo que hace que los pequeños pelos de mis brazos bailen hasta cobrar vida mientras mi piel se calienta de deseo. Hoseok se inclina sobre mí, sus brazos me rodean desde ambos lados, sus manos se deslizan por mis propios brazos hasta llegar a mis muñecas.
Su rostro se inclina hacia la curva de mi cuello, sus labios rozan mi oído y susurra:
―Hey.
¿Hey?
Una oleada de calor se eleva en espiral hacia el sur con una sola palabra.
Me doy cuenta de que todos los ojos están puestos en nosotros en este momento, mi hermano, Kihyun, mi maldita cita, pero parece que no puedo moverme. Parece que no puedo retirarme del atractivo de su hechizo.
Encuentro una pizca de valentía e inclino la barbilla hacia arriba, inclinando la cabeza hacia la izquierda. Él está ahí, nuestras narices casi se rozan cuando nuestras miradas se encuentran. Yo trago.
―No sabía que jugabas billar.
Mi voz es sorprendentemente firme, mi agarre se aprieta en el taco.
Hoseok inhala con dificultad, lamiendo sus labios mientras su mirada roza mi cara.
―No lo hago. Solo quería una excusa para tocarte.
Siento que mi interior se agita de excitación y mis párpados se cierran.
―Oh.
―Haz el tiro ―murmura en voz baja, su tono es moderado, de modo que solo yo pueda escucharlo.
Asintiendo con la cabeza hacia la bola tres, Hoseok finge posicionarme, con su ingle presionando mi cadera mientras sus dedos se enrollan alrededor de mis muñecas y su respiración late contra la curva de mi oreja.
Retiro el palo...
Y rasca duro.
Maldita sea.
―Lo perdiste ―dice Hoseok.
―¿Puedo ayudarte, hombre?
El barítono agravado de Chang nos retumba, y me levanto de la mesa, notando cómo Hoseok se toma su tiempo retrocediendo, con su mano deslizándose perezosamente por mi columna. Se siente como si no quisiera dejarme ir. Vuelvo a mis sentidos y me recompongo.
―Chang, este es H...
―Nos conocemos ―Chang responde.
Correcto.
De cuando echaba humo.
Sintiendo lo increíblemente incómodo que es esto, Kihyun intenta venir a rescatarme con un movimiento dramático de cabello y una invitación a acompañarlo a la barra, pero Chang se para ahí con firmeza estoica, con sus muñecas cruzadas y envueltas sobre el extremo calcáreo del taco de billar.
Miro de nuevo a Hoseok, quien está apuntando con su propia mirada asesina a Chang.
Esto no va a terminar bien.
Chang interrumpe de nuevo, sus palabras apuntan a Hoseok.
―¿Hay alguna buena razón por la que decidiste poner tus manos sobre mi chico?
Hoseok no responde. Se queda ahí parado, ceñudo.
Tomo la iniciativa, me doy la vuelta y planto las palmas de las manos contra el pecho de Hoseok como para evitar que haga algo lamentable, a pesar de que parece estar contento con el acto de intimidación silencioso.
Quizás solo quiero una excusa para tocarlo también.
―¿Vamos a hablar?
Sus ojos tardan un momento en volver a mirarme, pero cuando lo hacen, arden con calor y una fiebre se agita dentro de mí.
Asiente lentamente.
―Si… okey.
Me giro hacia mi grupo, lanzando una mirada de complicidad a Kihyun, una promesa de una explicación futura a mi hermano y una disculpa a Chang. Aclarándome la garganta y caminando hacia adelante, murmuro:
―Vuelvo enseguida.
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