capitulo 8
- ¡Pete! -
Su madre corrió hacia el final de la escalera, estaba en el suelo, con una total expresión de dolor en su rostro, se había golpeado hasta los músculos que no sabía que tenía.
La gente los miraba con mucha atención, después de todo no es algo común que alguien ruede de esa manera en las escaleras. El museo se había llenado de silencio, nadie decía nada, apenas y se escuchaba la respiración de las personas.
Una escandalosa risa resonó en todo el lugar todas las miradas se dijieron al piso de arriba, justo frente a la escalera.
Aquella señora de aspecto indigente reía escandalosamente.
- el puede verlo... El los puede ver -
Señalaba a Pete con sus dedos arrugados, su mirada era la de un psicópata, los testigos de la escena la miraban con miedo. Su risa continúo, haciéndose cada vez más terrorífica y escandalosa.
- el viene por tí... El viene por tí -
Pete se paró del suelo, sentía un escalofrío recorrer su espalda al ver a los ojos a aquella mujer, sus palabras, para el tenían algo de sentido, pero para los demás parecían solo palabras al azar.
- ¡El mal se acerca! Escuchen todos, ¡El mal se acerca! -
Pete tembló de pies a cabeza al regresar la mirada a la entrada de la habitación donde encontró el antifaz.
Ya no estaba.
- ¡Seguridad, llevensela de aquí! -
Los hombres robustos corrieron hacia la anciana, ella simplemente se quedó ahí riéndose.
- ¡la sangre inocente del pasado regresará! -
Los hombres la tomaron por los hombros y la bajaron por las escaleras, ella no dejaba de ver a Pete, no lo perdió de vista ni un segundo.
- el viene por tí, ¡El viene por tí! -
Los hombres cerraron la puerta, la horrible risa de la mujer hizo eco en los oídos de Pete.
No podía moverse.
Estaba completamente aterrado.
~^~
- ¿Estás seguro que estás bien? -
Sin duda las madres siempre se preocupan por sus hijos, siempre intentan hacer lo que es mejor para ellos, y su instinto es protegerlos de cualquier cosa que pueda hacerles daño, aunque sabemos que algunas veces puede llegar a ser algo molesto.
- si mamá, no me rompí nada -
Pete caminaba intentando ocultar la expresión de dolor que se encontraba en su rostro, caminaba a paso lento, el sabía que tenían que seguir buscando trabajo y si volvían a casa en ese momento, probablemente tardarían más tiempo, y tiempo era lo que menos tenían en ese momento.
- pero pudiste hacerlo, ¿Cómo te caiste? -
Los tres caminaban por las calles del pueblo, en busca de algún otro lugar donde se pueda obtener algún tipo de empleo.
- la señora me asustó por accidente, y no noté lo cerca que estaba de la escalera-
- ¡Deberíamos ir a reclamarle! ¿Cómo podemos irnos sin decir nada? -
Bryony tenía cierto carácter, algunas veces algo agresivo, aunque eso sí, estaba muy bien controlado, o por lo menos lo está hasta que pasan éste tipo de cosas.
- Bryony, la viste, seguramente estaba borracha o drogada; además Pete ya te dijo que fue un accidente -
Era una suerte que tuviera dos personas pacíficas a su lado que calmaran sus instintos.
- si mamá, además ya se fue, y no sabemos quién es, de dónde es, o por lo menos dónde está, ¡Apenas le vimos la cara! ¿Cómo le reclamaremos a alguien que apenas hemos visto? -
- ¿Viste los trapos que vestía? Solo tendremos que preguntar por una vagabunda loca -
- vamos Bryony, en éste pueblo debe haber más de 3 vagabundas locas -
Hasta cierto punto el señor Ambrus tenía razón, el pueblo tiene la fama de ser un pueblo de locos, o al menos eso decían los escépticos, decían que los supuestos "espíritus" que hay ahí, no son más que alucinaciones de la gente.
- ¡bien!, no reclamaremos. Hay que continuar entonces -
Bryony tenía un puchero en su rostro el señor Ambrus y su hijo siempre le quitaban la diversión a las cosas.
Sus ojos se posaron en el objeto que que había justo debajo de la sombra de un árbol.
- Pete, tu puedes sentarte en esa banca, nosotros iremos -
Agradecía que aquella banca se haya cruzado en su camino, sentía que si seguía caminando se le iban a caer las piernas como si fueran simples pedazos de papel.
Se acercaron y el se sentó ahí, entonces ambos adultos se fueron.
La sombra que le cobijaba era tan fresca, que las caricias del viento en su rostro eran más constantes, sentía su cuerpo descansar en ese asiento, cerró los ojos por un momento sintiendo el ligero rayo de sol chocar en sus ojos y al viento haciendo volar algunos de los mechones de su cabello, el aire ahí era realmente puro, no había casi autos, no había fábricas, solo oxígeno puro.
- oye, ¿Estás bien? -
Pete abrió los ojos, encontrándose con la imagen de una señora bastante mayor, de cabello blanco por las canas y de ojos color miel, vestía un traje gris, y llevaba una sombrilla color naranja.
¿Porqué llevaría una sombrilla? El sol apenas y se sentía.
- ¿Mh? -
La mujer sonrió dulcemente y repitió la pregunta
- pregunto que si estás bien -
Pete puso una total expresión de confusión, tocando ligeramente sus mejillas.
¿Se veía mal?
- ví lo que ocurrió en el museo, te lastimaste bastante, es por eso mi pregunta -
- si, estoy bien -
- tu rostro no dice lo mismo, ven, puedo darte algo para curar más rápido las heridas -
Aquella mujer comenzó a caminar, Pete confundido se paró de la banca y comenzó a seguirla, había olvidado la regla principal, no hablar con desconocidos, aunque para Pete no le era tan peligrosa, su mirada le decía que ni iba a hacerle daño.
Pete miró atentamente a la mujer ésta vez, todo lo que vestía parecía ser bastante costoso, desde los zapatos hasta sus aretes, todo era de una excelente calidad, sobretodo la sombrilla que llevaba, el mango era de madera de marfil rojo, todos los diseños eran tallados a mano, la tela parecía ser seda naranja.
Debería ser rica.
La mujer se detuvo frente a un local tenía cortinas color verde militar que tapaban la vista de afuera hacia adentro, tenía grandes ventanas, y debajo de estás estaba decorado con piedras.
La mujer abrió la puerta y entró, dejando su sombrilla colgada en la pared.
Pete se paró detrás de la puerta, observando todo, sin saber si entrar o no.
- pasa querido -
Pete puso sus pies dentro de aquel lugar, algo inseguro, ya que había algo de ese lugar que no le daba buena espina.
- siéntate, siéntate -
El lugar tenía varias mesas, había algunos cuadros de comida colgados en la pared, a un lado de la puerta había un gran barril con muchas, muchas sombrillas.
La mujer pasó por detrás de la barra, y Pete se sentó en el sillón que había pegado a la barra.
- ¿Qué es aquí? ¿Es un estilo de cafetería? -
- si, lo es -
Dijo la mujer sirviendo una bandeja, con una rebanada de pastel y una taza de té, llevándosela a Pete, éste con muchas dudas la aceptó.
Pete llevó su mirada a una de las ventanas, desde ahí podía verse un poco el lugar donde había muchas lápidas.
- y... ¿Haya qué es? -
La mujer volteó la mirada al lugar donde Pete apuntaba, después sonrió levemente y continúo moliendo algo así hierbas en su mortero.
- pues verás, hace casi mil años, cuando aún había reyes, el último rey lo mandó a construir, para supuestamente "calmar" al espíritu del bosque, una lápida por cada víctima del espíritu -
- y, el espíritu... ¿Qué le hace a la gente? -
Pete sentía que su corazón iba a salirse de su pecho, recordó el sueño que había tenido la otra noche.
Su nombre estaba en una de las lápidas.
¿Significaba algo?
- según la leyenda, se roba su alma, así se mantiene en éste plano -
- ¿Y cómo saben que fueron víctimas del espíritu? -
- sus manos usualmente están manchadas de un estilo de sangre negra, según la leyenda es la sangre de sus víctimas anteriores -
Pete definitivamente tenía el corazón apunto de salirse, recordó también uno de sus sueños, dónde su sangre se volvía negra.
Estaba comenzando a tener miedo.
La mujer salió de la barra y le entregó a Pete un bote con un estilo de ungüento.
- ten ésto quitará los moretones de manera rápida -
Pete tomó el ungüento en sus manos, y suspiró pesadamente, ¿Qué se suponía que estaba pasando?.
- por cierto, no confíes en la mujer que estaba en el museo, está completamente loca -
~^~
¿Conoces esa sensación?
Esa sensación de que el tiempo simplemente no avanza, la sensación dónde el silencio te sofoca, esa sensación que genera el intentar dormir durante horas y no conseguirlo.
Pete estaba en esa situación, daba infinidad de vueltas sobre su cama, pero no lograba encontrar una posición que le acomodara, y cuando finalmente la conseguía el cuerpo le picaba y simplemente la perdía.
Se cobijaba, se descobijaba, le daba calor, luego le daba frío.
Simplemente no podía dormir.
Cansado de intentarlo, se dió la vuelta y prendió su teléfono para ver la hora y con los ojos en forma de alcancía lo vió.
4:44
Una idea se le vino a la mente, si no podía dormir, podía ir al bosque; aunque no estaba del todo seguro de eso, ahora sabía lo de el supuesto fantasma, y le daba un poco de miedo, aunque en las últimas veces que fue no vió absolutamente nada aterrador.
No podía decir lo mismo de cosas extrañas, porque aquel chico que vió en el bosque, era la definición de extraño.
Se sentó sobre su cama, pensando en si era una buena idea ir o no, aunque al final su cuerpo se movió casi solo hacia la ventana, claro, no sin antes cerrar la puerta y hacer todas las precauciones.
Al saltar de la ventana su cuerpo le dolió un poco, y digo su cuerpo porque ni siquiera el supo en cuál parte le dolió, solo sabía que todo le dolía.
Tenía hematomas en el rostro y el resto de su cuerpo, sobretodo en los brazos, ya que fue la parte de su cuerpo que más se golpeó al caer por esa escalera.
Corrió al bosque, ni siquiera supo porque simplemente le dieron ganas de hacerlo, al llegar ahí, hizo lo mismo de todos los días, observó el lugar y se sentó frente al estanque, con su sábana sobre el.
Pete suspiró pesadamente, su mente intentaba responder, ¿Cómo un lugar tan hermoso puede ser temido por tanta gente?
- vaya, ¿Te gusta venir aquí no es cierto? -
Pete cerró los ojos con fuerza, esa voz de nuevo.
James sonriendo se acercó al tronco, pero cuando Pete se levantó, a James se le borró la sonrisa, y su rostro cambió a un gesto de susto y sorpresa.
- cielos santo, ¿Qué caballo te pasó por encima? -
Pete bajó la mirada, analizando si debía contarle o no, algo dentro de el le decía que era buena idea, después de todo el una vez le mencionó que conocía el bosque como la palma de su mano, quizá el sepa algo sobre el hombre del bosque, y le pueda decir que tan cierta es esa leyenda.
- tuve un pequeño accidente -
Pete se sentó de nuevo, y James le siguió el paso.
- ¿Pequeño? - James parecía algo alterado, o eso creyó Pete, ya que después de unos segundos comenzó a reír -¡Parece como si una vaca te hubiera masticado, tragado y luego regurgitado!-
Pete puso un gesto de confusión, él le contaba su accidente y él solo se reía, ¿Qué clase de persona hace eso? Sus acciones solo confirmaban su teoría, estaba completamente loco.
- ya, ya, ya, ya enserio, ¿Qué te pasó? -
"Enserio" lo dice la persona que estuvo riéndose como loco por un minuto.
- me caí de una escalera -
- que despistado eres, debes fijarte por dónde caminas -
Le hablaba de una manera que a Pete realmente le irritaba, como si él fuera mejor que el, tenía un tono un tanto altanero.
- ¡No fue así! Fue algo muy extraño... -
- ¿Extraño? ¿Cómo? -
Pete comenzó a contarle con lujo de detalles lo que le había sucedido en el museo, James en momentos ponía cara de sorpresa, como si supiera exactamente lo que estaba pasando, pero segundos después intentaba borrar ese gesto de su rostro.
- entonces, aquella señora comenzó a decir cosas extrañas, sobre que tuviera cuidado con el hombre del bosque y que el mal me perseguía -
- entonces te dijeron que hay un fantasma -
James estaba completamente serio, miraba hacia el suelo con el rostro inexpresivo, cosa que se le hacía bastante curiosa a Pete, ya que de todo lo que le contó, rescató solo lo de el fantasma.
- por cierto, tu una vez dijiste que conocías el bosque como la palma de tu mano, ¿Alguna vez has visto al hombre del bosque? -
James se encontraba notablemente nervioso.
- n...no, con seguridad podría decirte que aquí no hay nada, los fantasmas no existen -
Pete se quedó viendo fijamente al agua, James se levantó y comenzó a caminar hacia atrás, pero Pete no se movió.
- además, no creí que a alguien como tú le asustaran los fantasmas -
Pete dejó de escucharlo, así que se levantó del tronco, pero al voltear hacia atrás, el ya no estaba.
- emm... ¿James? -
Pete avanzaba con pasos muy lentos, tenía miedo, ¿A dónde se había ido?
No había ruido, tampoco movimiento, se acercó lentamente al árbol más cercano, pero al tocarlo, algo salio, oculto en las hojas salto haciendo a Pete caer al suelo del susto.
- ¡Bou! -
Pete se cubrió con sus dos manos haciendo un estilo de barrera, James estaba colgado de pies en un árbol, estaba casi explotando de la risa.
- te asusté -
¿Qué no era obvio?
Pete sentía que con cada una de las risas de aquel chico le hacían enfadar más.
- ¡Ashh! Eres insoportable, ¿Lo sabías?, ¡Ni siquiera se porqué te conté todo esto! -
Pete hechaba humo por los oídos, aquella broma no le había parecido para nada graciosa, si algo realmente detestaba era que se burlaran de el.
- además, ¿Quién no le tiene miedo a los fantasmas? -
Pete se cruzó de brazos dándole la espalda a James, éste solo seguía riendo en voz baja, a sus ojos, Pete enojado era como ver a un gatito intentando fingir que era un tigre.
- ¡Los fantasmas son malos, feos y se comen a la gente! -
Auch, a James realmente le había dolido ese comentario.
- dime una cosa -
James caminó con los brazos cruzados hasta colocarse frente a pete
- si realmente soy tan insoportable -
el más alto se agacho a la altura del menor para poder verlo a los ojos
- ¿Porqué sigues viniendo a verme? -
Pete en ese momento se había quedado sin palabras, no sabía cómo responder, jamás se había detenido a cuestionarse eso.
- ¡Lo vez! - James sonreía de manera burlona - eres un.. - la vista de este chico se distrajo al ver a cierto animal - ¡Una oveja! -
- ¿Soy una qué? -
Decir que Pete estaba confundido era muy poco para lo que estaba sintiendo en ese momento. La expresión de James se transformó completamente, pasó de ser una de arrogancia y burla, a ser una de completa felicidad.
- no, ¡Mira! - dijo tomando al chico de los hombros y volteandolo para que también viera al animal- ¡Una oveja! Lo que significa que hay más aquí cerca -
Pete jamás había visto a alguien que cambiara tan de repente.
-
¡Ven! -
El chico comenzó a correr y gritar detrás del animalito, haciéndolo correr, James agitaba sus brazos arriba con fuerza, para asustar al animal.
Pete comenzó a seguirlos, creía que realmente estaba loco, ¿Porqué perseguía a una pobre oveja?.
De la nada James lo jaló para que se escondiera detrás de unos arbustos.
- ¡Shhh! Mira -
El más alto señaló hacia el frente, donde había muchas más ovejas, ya no había árboles, solo pasto, así que supuso que era el lugar donde las ovejas iban a comer.
- 1, 2, 3 -
De repente James comenzó a correr y gritar de nuevo, espantando está vez a todas las ovejas.
- ¿Qué haces? -
Pete estaba algo confundido y asustado, no sabía que estaba pasando.
- ¡Oigan chicos! -
Un viejo con un palo, con apariencia de pastor comenzó a correr en su dirección.
- ¡Dejen a mis ovejas! -
Pete se llenó de pánico, comenzó a correr con todo lo que podía hacia el otro chico, llamandolo con algo de temor, aunque James solo seguía persiguiendo a las ovejas.
James volteó viendo al viejo, así que jaló a Pete de nuevo detrás de los arbustos.
- ¡Corre! -
No tuvo tiempo alguno para respirar cuando tomando su muñeca comenzaron a correr, lejos de aquella escena, cuando llegaron frente al estanque, James simplemente lo soltó y comenzó a reír.
- ¡Eso fue divertido! Hubieras visto tu cara, ¿Jamás habías perseguido ovejas? -
- ¡No! -
Que forma tan más extraña de divertirse tenía, aunque debemos admitir que lo más especial de una persona son aquellas extrañas cosas que los hacen sonreír, aquellos extraños pasatiempos que los llenan de felicidad, después de todo nada te dice más de una persona que aquello que le alegra la vida.
- deberías hacerlo más seguido -
Pete no era fan de sentir el peligro, así que creía que no volvería a intentar lo que acababa de vivir, casi le da un infarto al ver el enfado con el que aquel señor los veía.
- deberías volver, está amaneciendo -
Era verdad, llevaba ya bastante tiempo ahí sin darse cuenta, ¿Había pasado ya tanto tiempo?
El tiempo...
Una de las cosas más extrañas y relativas que existen, ¿Qué es el tiempo después de todo? Es todo y lo es nada al mismo tiempo, ¿Es algo que limita nuestra existencia? O por el contrario, la hace memorable, quizá jamás lo sabremos.
- es la primera vez que conozco a alguien que jamás había perseguido ovejas en su vida -
- y es la primera vez que conozco a alguien que lo ha hecho -
Pete seguía preguntándose porqué es que lo seguía hasta su casa, aunque pensándolo bien, a él no le molestaba tanto ese día.
- eres muy extraño, ¿Lo sabías? -
- quizá, lo soy -
James detuvo sus pasos, a lo que Pete entendió, ya habían llegado a su casa, dirigió la mirada al frente y efectivamente, ahí estaba, cerró los ojos y respiró regresando la mirada hacia el chico, el cual había desaparecido de nuevo.
Pete entró por la ventana, James lo observaba desde lejos, oculto entre los árboles, su expresión era totalmente diferente a la que en un principio tenía.
Metió su mano dentro de su chaleco sacando de ahí una capa blanca, colocándosela encima.
Necesitaba buscar a alguien.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro