capitulo 6
¿Haz sentido esa sensación de pensar en todo y en nada al mismo tiempo?
¿Esa sensación de tener una neblina mental sumamente espesa?
Sentirte totalmente perdido, aún sabiendo exactamente dónde estás.
Pete lavaba su rostro con algo de fuerza, como si quisiera borrar un tatuaje, sentía esa sensación realmente extraña desde que se despertó, se sentía fuera de lugar, y lo peor de todo, no tenía idea porque.
Después de lo que ocurrió con aquel extraño chico, volvió a la cama, como si no hubiera pasado, así que cuando despertó no recordaba si fue real o fue solo un sueño.
Se sentía confundido, recordaba aquella extraña sensación al verlo; jamás había visto a alguien tan extraño, lucía como el protagonista de algún tipo de película de mal presupuesto.
Todo se volvió peor cuando lo vió desaparecer, ¿Realmente alguien puede irse en tan solo unos segundos?
Estaba como en una nube, sentía como si aún estuviese dormido, como si estuviera soñando.
Pete trataba de usar el agua y el jabón para intentar quitar esa sensación de vacío y confusión que lo había estado atormentando desde que abrió sus ojos.
Simplemente no se iba, y el comenzaba a desesperar; no tenía razón alguna para sentirse de esa manera; como si algo le faltara, tenía todo lo que quería, un casa, una familia, incompleta, pero un familia, tenía una amiga; no tenía mucho dinero, pero siendo sinceros, ¿A alguien le importa el dinero?, El tenía tenía lo necesario para sobrevivir.
¿Entonces porqué se sentía así?
Se veía en el espejo una y otra vez, sentía que era otra persona, aunque su rostro fuese el mismo, con las mismas ojeras de todos los días, la misma boca de siempre, los mismos ojos de siempre; pero al verse, sentía que no se conocía.
El sonido de la puerta golpeándose lo sacó de su burbuja.
- ¿Todo bien ahí? -
Su madre fue a buscarlo, sin saberlo había durado una hora viéndose al espejo, lavando su rostro.
- si, si, todo bien, ahora bajo -
No tardó en cumplir sus palabras, bajó rápidamente a la estancia para almorzar.
Su mente daba muchas vueltas, pensando en aquel extraño sueño, aún podía sentir su pecho doler ligeramente, se había sentido horriblemente real.
- vaya, por un momento creí que el baño te había tragado -
Declaró una vieja voz en tono de burla, el menor de todos al reconocer al dueño sonrió de lado antes de responder.
- buenos días señor Ambrus -
Pete se limitó a reír ligeramente por su comentario, vaya, si que se había tardado mucho, incluso el señor Ambrus había llegado.
- Pete no te cambiaste -
Bryony lo vió algo confundida, ¿Qué hizo todo ese rato en el baño si no se cambió de ropa?
Pete bajó la mirada, aún tenía la pijama puesta; demonios, había olvidado por completo cambiarse.
Quizá realmente estaba dormido aún.
- ay, perdón, ahora regreso -
Dijo con una suave voz, llena de vergüenza, que ridículo se había visto.
Subió rápidamente y se cambió sintiendo su rostro arder de la pena, lo más rápido que pudo, bajó de nuevo las escaleras, ambos adultos estaban sentados en la mesa, riéndose escandalosamente.
- Pete -
llamó su madre sin dirigirle la mirada
- ¿Puedes pasarme mi té porfavor? Está en la barra. -
Pete tomó la taza de té cuidadosamente, y caminó a paso lento hacia su madre, estaba tan concentrado en no derramar el líquido, que no se dió cuenta que la alfombra que estaba colocada en piso, estaba doblada, haciéndolo caer al suelo.
Ambos adultos voltearon asustados, y rápidamente se acercaron a ver lo que había sucedido.
La taza estaba en el suelo, hecha trizas, Pete intentó levantarse, pero en cuanto apoyó su mano izquierda en el piso, soltó un ligero quejido de dolor.
Agachó la mirada, observando algunos trozos de la taza en el suelo, lo curioso era que aquella taza era blanca, con algunos diseños de flores, pero los trozos en el suelo, estaban teñidos de rojo.
- ¡Pete! -
Su madre rápidamente corrió, sacando el botiquín de primeros auxilios de un cajón, el señor Ambrus ayudo a Pete a levantarse, aunque podía hacerlo solo perfectamente bien.
Bryony se acercó y tiró un poco de agua en la muñeca de su hijo, limpiando el corte que se había hecho, para la fortuna de todos, solo era algo superficial, así que nadie moriría desangrado ese día.
- deberías tener más cuidado Pete -
Dijo su madre mientras vendaba su muñeca con demasiada seriedad, pues verificaba que no fuera demasiado profunda.
- que curioso, justo dije que extrañaba curar personas, parece que volví a hacerlo más rápido de lo que creí -
Su madre río ligeramente ante aquel extraño pensamiento, Pete no podía reírse de la misma manera, sentía que le pinchaban el pecho, como si alguien tratára de sacar todas sus penas a la luz, había roto la taza favorita de su madre.
¿Porqué de repente todo se sentía gris?
No lo comprendía, era como si alguien más estuviera dentro de su mente, incluso aquel "accidente"; incluso si estaba doblada ¿La alfombra era lo suficientemente gruesa para hacerlo caer?.
Era ridículo, y lo peor de todo, no podía pararlo.
- bueno, parece que ya está, solo evita moverla mucho -
Declaró su madre con algo de entusiasmo, tal como lo haría con uno de sus pacientes; cuando por fin lo liberó, Pete mordió su labio, tratando de reprimir aquel sentimiento de culpa.
- Gracias -
Dijo casi en un susurro, se sentía algo avergonzado, y se notaba en su rostro, estaba de un tono rosado y no pálido como siempre.
La verdad es que no tardaron mucho en irse del lugar, el camino a Ashford era algo largo, así que si querían llegar pronto, debían partir en ese instante.
Igual que el día en que llegaron a la casa, los dos adultos subieron en la parte de enfrente de la camioneta roja, y Pete en la parte de atrás, aunque está vez, no había tantas cosas en ese lugar, estaba relativamente vacío.
Observó la ventana, ¿Era su imaginación o las flores se veían más secas de lo normal?, Observaba el paisaje, pero no le ocasionaba ningún tipo de sentimiento.
Aquellas flores amarillas, y el pasto verde eran realmente hermosos, como sacados de un cuento de hadas; la manera en la que el sol de la mañana se reflejaba en todo el campo era realmente explendida, cualquiera se enamoraría de esa vista.
Pero Pete no lograba comprender, ¿Porqué al ver ese paisaje su corazón no latía como antes?.
Pete suspiró con pesadez, quizá estaba más cansado que otros días, después de todo sus sueños no lo han hecho pasar un buen rato. Bajó la mirada a su muñeca, se veía algo curioso, aquella venda alrededor de su muñeca lo hacía ver como un muñeco de cerámica, tan frágil que con cualquier rasguño podría romperse.
Estaba cansado de pensar, no quería hacerlo más.
Tomó su teléfono y comenzó a navegar por las limitadas aplicaciones que podía usar sin internet, y no eran muchas que digamos.
Intentó jugar algún juego, pero se aburrió rápidamente, intentó ver algún video chistoso, pero no entendió el chiste en ninguno de ellos; incluso intentó escuchar algo de música, pero, al poner la música en aleatorio, comenzaron a sonar canciones melancólicas.
Parecía que ese sería un viaje muy largo.
~^~
Silencio
El silencio se conoce como la ausencia de ruido, a veces el silencio transmite paz, pero algunas veces, El silencio incómoda, el silencio genera preocupación, otras veces, como ésta, el silencio aplastaba.
Pete hacía lo mismo que todos los días, como un ciclo que siempre empieza y termina en un mismo lugar, el baño.
Parecía que un día más, como todos, estaba comenzando, pero había algo extraño en el ambiente, algo que lo asfixiaba, que lo hacía tener un mal presentimiento, era una sensación muy extraña, como cuando observas una película de terror, y sabes que en cualquier momento el fantasma saldrá y se comerá a los personajes.
No quería darle importancia, quería ignorarlo, quería olvidarse de todo, quería sentirse un chico normal; estaba cansado de toda esa extraña situación y todas las extrañas emociones que lo atormentaban de todos esos pensamientos que rondaban por su mente día y noche.
Quería volver a tener la vida que tenía antes, cuando hacía lo mismo todos los días, cuando la calma reinaba su existencia.
Bajó las escaleras, y encontró a su madre, ella estaba leyendo el periódico; en cuanto la observó notó que algo no estaba bien, ella odiaba los periódicos, ella vestía de una manera muy formal, de colores beige, café y negro; ella jamás vestiría así, ella usaba siempre ropa de colores como rosa, morado, negro y azul.
Su madre acostumbraba servir la mesa a muy temprana hora, jamás dejaba que alguien más sirviera la mesa, sin embargo, el desayuno no estaba hecho, y menos servido; el supuso que se sentía cansada como para hacerlo, quizá no había dormido bien.
Ella siempre lo saludaba con una sonrisa, si no lo hacía estaba siendo cruel, o al menos eso era lo que ella decía.
-buenos días -
Llamó Pete a su madre con la voz temblorosa, el pensó, que quizá no había notado que el estaba ahí, y por eso no lo había saludado.
ella solo le dirigió una fría mirada, para después volver a leer el periódico, Pete en ese momento, sintió una sensación parecida a la de una cubeta de agua fría.
Le dolió, y no sabía exactamente porque, el se había propuesto sentirse bien ese día, sin embargo, esa fría mirada de su progenitora había hechado todo a perder.
El ambiente era frío, el viento soplaba con fuerza, era tan helado que podías sentirlo hasta en los huesos; algo muy extraño para ser junio.
El sol no entraba por ninguna de las ventanas, a pesar de ser ya una hora algo avanzada, la casa se veía algo sombría, y algo deprimente también.
- ¿Estás muy ocupada? Puedo servir yo la mesa si gustas -
Habló con un tono muy suave y neutro, como se le caracterizaba, era como una manera de hacerle ver a la gente que no quería pelear, como un instinto de supervivencia, para ablandar el corazón de las personas, y así no salir herido.
Sin embargo, su madre volvió a verle con un rostro frío e inexpresivo, como si no le importara que el estuviese ahí, como si no fuera nadie.
Y le dolió de nuevo.
- no -
dijo Bryony de una manera algo cruel y un tanto agresiva, como el tono que usa solo con la gente que desprecia, un tono tan frío que atacaba el alma como afiladas cuchillas
- romperás más de la poca vajilla que tenemos -
Pete sintió su corazón ser estrujado con fuerza, bajó la mirada y mordió su labio, se sintió un completo torpe en ese momento, sabía que fue algo muy grave lo que hizo, debió haber puesto más atención, había sido su culpa.
Unos ruidos surgieron desde el exterior de la casa, Pete, algo curioso del origen, caminó hacia la entrada de la casa, aunque no estaba seguro de que fue por curiosidad, y no por la necesidad de retirarse de aquella vergonzosa escena, probablemente la segunda opción era la que predominaba en su decisión.
Cuando abrió la puerta, encontró al señor Ambrus bajando algunas de sus cosas del auto, ¿Qué no se suponía que las habían bajado ayer?, Su cara era de total disgusto, otra cosa extraña, el señor Ambrus siempre estaba de buen ánimo, quizá algo había ocurrido cuando aún dormía.
- buenos días -
El señor Ambrus también estaba muy callado, ni siquiera lo había volteado a ver por el saludo, realmente estaba molesto por algo; quizá no había sido la mejor opción saludarlo.
-¿Puedo ayudarlo con eso? -
Pete no quería quedarse observando como un tarado como el hombre trabajaba, quería ayudar, al menos para hacer algo, algo que no sea solo observar.
- niño, con esos brazos de fideo no podrías cargar nada, no necesito tu ayuda -
Dolió de nuevo, ¿Porqué?.
Realmente no era muy fuerte, y estaba consiente de eso.
¿Qué le sucedía a la gente hoy? Todos estaban siendo demasiado crueles con él.
Pete quiso reflexionar, quizá no estaban molestos con él, talvez discutieron entre ellos y a el solo lo usaban como filtro para sacar su enojo, probablemente no era su culpa, probablemente el no había hecho nada malo.
Mientras pensaba, comenzó a caminar, estaba bastante confundido, la misma pregunta aparecía en su mente una y otra vez, ¿Porqué actuaban así con él?
Cuando subió la mirada, vió que estaba en el pueblo, ¿Había caminado tanto? Pero si el pueblo estaba muy lejos.
Pete olvidó toda aquella extraña situación de cómo había llegado ahí cuando vió a lo lejos a Darcy.
Tampoco sabía cómo es que ella había llegado ahí, pero, estaba feliz de verla, ella seguramente le haría olvidarse de las palabras de su madre y aquel señor.
Pete corrió para alcanzarla, estaba emocionado, pero al dar la vuelta a la calle, la vió ahí, besandose con Dan.
Pete se sintió algo traicionado, el se sentía mal y ella no se daba cuenta, ¿no se suponía que los amigos te apoyaban en éstas situaciones?
- Darcy -
Le llamó Pete desde algunos metros de distancia, aunque ella no notaba su presencia, seguía besandose, o mejor dicho comiéndose con aquel chico .
- Darcy-
Dijo Pete jalando ligeramente su blusa, para que lo notara, y ella tampoco le hizo caso.
Estaba comenzando a desesperar, sentía que las lágrimas, estaban apunto de salir de sus ojos, sentía que si alguien más volvía a tratarlo con desprecio, simplemente se iba a derrumbar.
- ¡Darcy! -
Pete volvió a jalar la blusa de la chica, esta vez la llamó casi suplicando, estaba desesperado, era como una bomba de tiempo, y el tiempo comenzaba a terminarse.
- ¡Quítate! -
Darcy volteó muy enojada, arrojando a Pete al suelo - ¡¿Qué no vez que estoy ocupada?! -
Pete en ese momento sintió todo derrumbarse, se sintió como un pequeño ratón, como una plaga que lo único que hace es estorbar y causar problemas.
- si, déjala en paz, ella no necesita niños que cuidar-
Pete sintió cómo su poca estabilidad se fue en ese momento, y sintió las lágrimas caer por sus mejillas, ¿Porqué?, ¿Porqué?, ¿Porqué?.
Salió corriendo de ahí, la pena, la culpa, la confusión y la tristeza desbordaban de el en ese momento, todo dolía, era como estar en un infierno.
O eso creía, no sabía que eso era solo una ligera probada de lo que realmente le esperaba.
Sus piernas se detuvieron, cayó de rodillas frente a una de las lápidas sin nombre, de las que había visto el otro día, sin notar que no eran 12, si no 13.
Con sus brazos sobre ésta, tratando de ocultar las lágrimas ocultando su rostro entre sus brazos, sintió cada gramo de su ser doliendo.
Alzó lentamente la mirada, aquella mirada destrozada y con los ojos llenos de lágrimas, no debió hacerlo, no debió nunca mirar aquella lápida, no debió hacerlo.
Al observar aquella lápida, su corazón se detuvo por un instante, ahora era el miedo el que dominaba dentro de él.
Su nombre estaba escrito en aquella lápida, tallado en aquella piedra de una manera impecable.
¿Qué...?
Entonces, el suelo dónde él estaba, aquella tierra que estaba debajo de aquella lápida, simplemente, dejó de estar ahí, tragandolo por completo.
Sintió un golpe duro instantes después, cuando abrió los ojos, estaba justo en frente de aquel estanque, en el bosque.
Lucía de nuevo muy terrorífico, con niebla por todas partes, con un silencio casi mortal.
Pete no podía pensar, apenas podía respirar.
Escuchó a lo lejos voces conocidas, corrió, corrió hacia haya, al llegar, observó cómo su madre, Darcy y el señor Ambrus estaban ahí, a lo lejos, frente a la casa, sentados riendo muy animadamente.
- ¡Darcy! -
Habló tratando de llamar su atención, corrió para intentar ir con ellos, pero al llegar a la orilla del bosque, no pudo pasar.
Al intentar salir de ahí, sintió cómo su piel quemaba de manera horrible, y sintió también como una fuerza lo empujaba de nuevo hacia dentro del bosque.
- ellos no te necesitan -
Una horrible voz se escuchó, en el aire, como si viniera de ahí, del aire.
- las personas a las que su familia ya no las necesita, se quedan aquí -
Aquella voz era como la de un mounstro, grave, distorsionada y terrorífica.
- no -
Pete comenzaba a llorar de nuevo, intentó atravesar una y otra vez, sin embargo entre más lo intentaba, más dolía - ¡Darcy! - intentó llamarlos, ellos vendrían por el, ellos lo querían - ¡Señor Ambrus! - el era parte de sus vidas, no lo abandonarían, no lo dejarían ahí - ¡Mamá! -
Entonces despertó.
Tenía los ojos llenos de lágrimas, y el corazón totalmente acelerado; ese sueño, o mejor dicho, esa pesadilla, había sido realmente terrible.
Aún podía sentir como quemaba su piel, aún podía sentir como dolía su corazón.
Miró el reloj de su habitación.
4:44
Al ver aquella hora, recordó lo sucedido el día pasado, recordó aquel chico.
"las personas a las que no las necesita su familia se quedan en el bosque"
Aquellas palabras resonaron en su mente, ¿Sería posible que aquel chico haya tenido ese destino?
Por más descabellado que suene, Pete quería averiguarlo, aquella duda lo llamaba, y sabía que estaría en su mente, solo hasta resolverla.
- no puedo creer lo que estoy haciendo -
Susurró para si mismo, colocó su cobija sobre el, y hizo lo mismo que la noche pasada, cerró la puerta de la habitación, colocó su almohada en forma de persona, y entonces bajó por la ventana.
Sabía que su decisión no era ni segura, ni racional, ni siquiera sabía si ese chico es real o había sido parte de sus sueños.
Sin embargo, había una necesidad irracional que lo obligaba a ir a aquel bosque de nuevo, había algo ahí, y no sabía que era, algo que lo llamaba.
Al llegar, notó la misma belleza que el día pasado, aquella radiante belleza que deslumbra a cualquiera, aquel suave olor a paz que inundaba tus fosas nasales, aquel brillo que los pocos rayos de luz de la madrugada que hacían las flores resaltar, aquellas flores de todas formas y colores, flores totalmente diferentes entre sí, sin embargo, todas bellas.
Sentía el húmedo pasto hacer cosquillas sobre sus pies descalzos, también como el suave viento acariciaba sus rosadas mejillas, era simplemente hermoso.
Al llegar a aquel estanque, se sentó en aquel viejo tronco caído, observando el estanque, por alguna razón le daba un sentimiento de nostalgia, como si algo muy bonito estuviera perdido ahí.
Y realmente no estaba del todo equivocado.
Los minutos comenzaron a pasar, y no había ni una señal de que aquel chico hubiera estado ahí o fuera a aparecer; e repente se sintió frustrado y comenzó a preguntarse, ¿Qué estaba haciendo ahí? ¿Cómo estaba seguro de que lo que vivió el día de ayer había sido real? Y si había sido real ¿Qué le hacía pensar que aquel chico vendría de nuevo?
Comenzó a sentirse algo somnoliento y cansado, también algo ridículo, se levantó de aquel tronco dispuesto a irse ¿En qué estaba pensando al ir ahí?.
Estaba a punto de irse, pero en cuanto se levantó, el sonoro sonido de una voz lo interrumpió.
- es muy temprano para que los niños salgan solos, ¿No crees? -
Era la misma voz, Pete se dió la vuelta viendo a aquel chico, James estaba recargado en un árbol con los brazos cruzados y una ceja levantada, en su rostro se dibujaba una sonrisa burlona.
Se veía realmente arrogante.
En cuanto notó su expresión comenzó a arrepentirse de su decisión, pues la sola presencia del otro chico comenzaba a molestarle.
Pete regresó su mirada hacia el estanque, volviendo a sentarse en el tronco ¿Porqué había venido con él?
James se acercó y se sentó a su lado sin decir absolutamente nada, solo se sentó viendo fijamente el estanque con los ojos bien abiertos, cubiertos de un brillo indescriptible y de alguna manera llenos de ilusión.
Su extraño comportamiento confundió por completo al chico de ojos azules, quien comenzó a sentirse un tanto tenso, al no saber lo que ocurría.
- ¿Es bonito no? -
Declaró de repente, sin contexto alguno , sin dejar de ver fijamente al estanque en ningún segundo; el contrario se sorprendió bastante por la pregunta, incluso podríamos decir que se sonrojó un poco.
Soltó un sonido de confusión intentando hacerle saber que no había comprendido a qué se refería; el castaño se rió ligeramente, Pete podría asegurar que lo hizo con un aire de añoranza, con un aire de nostalgia que recorría cada parte de su alma, haciendo que el brillo en sus ojos fuera un tanto triste.
- el estanque, es bonito -
Le aclaró entre risas a lo que se refería con la pregunta anterior; cuando por fin entendió Pete dirigió su mirada hacia el cuerpo de agua frente a él.
Era sin dudas un estanque hermoso a los ojos de cualquiera, un estanque como cualquier otro, sin nada en especial para el mundo, sin embargo, aunque nadie lo supiera, para James, era el un terrible y doloroso recuerdo del pasado.
- si -
Respondió con aparente sencillez, pero dándole un tono bastante profundo a aquella sílaba.
James sonrió de lado ante su respuesta, fue entonces que algo en él se oscureció, algo en él se volvió intensamente triste.
- ¿Cómo es?, El estanque -
Declaró con un extraño aire de sufrimiento en su voz, un sufrimiento que era débilmente cubierto con una sonrisa y tono de broma, cosa que hizo que el pelinegro se preguntara.
¿Qué tenía de especial ése estanque?
A Pete le confundió la pregunta, comenzaba a pensar que estaba conversando con un loco escapado del manicomio, porque a juzgar por la ropa, la cual era la misma que el otro día, y su extraña manera de comportarse, sumado a que estaba ahí, solo, a esas horas, cualquiera pensaría que estaba loco.
- no es muy ancho, tampoco muy profundo, y el agua es casi transparente -
Respondió algo confundido, como respuesta aquel chico simplemente se rió con alegría; con cada momento que pasaba a su lado se convencía más de que aquel chico era un enigma indecifrable.
- eres bueno respondiendo preguntas -
Dijo James moviéndose de una manera un tanto altanera, cambiando su aura como si se tratase de una prenda de ropa dirigiendo su mirada hacia Pete; en cuanto ésto ocurrió un extraño sentimiento invadió por completo al pelinegro, pues no había notado antes que los ojos del castaño eran tan verdes como el bosque y tan grandes como el mismo cielo.
- siguiente pregunta, ¿Qué te sucede? -
No tuvo idea porque pero ésas sencillas palabras provocaron que se avergonzara demasiado, además de confundirse, ¿Se veía tan mal?
- ¿Porqué preguntas? -
Se sintió un tanto ansioso al pensar que habia algo en él que lo hacía verse como si estuviera mal, pero aunque pensará no podía decifrar que era.
James simplemente río de nuevo, viéndolo con una amplia sonrisa.
- tus ojos, parece que haz estado llorando por un buen rato -
Rayos, Pete no recordaba que sus ojos aún estaban hinchados, que tonto era, lo último que quería causar era compasión.
- ¡No es verdad! -
Pete habló algo nervioso, incluso desesperado, necesitaba encontrar una excusa lo suficientemente creíble como para que no le preguntaran que tenía o porqué lloraba, sonaría ridículo si dijera que lloraba por un sueño.
- ¿Y entonces? -
James no era un tonto, aunque pareciera uno, sabía fácilmente identificar las mentiras, por mejor escondidas que estuviesen; sabía que algo en el contrario no estaba del todo bien, incluso si intentaba negarlo
- es alergia -
Dijo lo primero que se le vino a la mente,
¡Solución fácil, rápida y creíble! O al menos eso creía.
- ¿A qué? -
Era divertido verlo inventar excusas, al menos lo era para él castaño.
Pete pensó a mil por hora de nuevo, y casi de inmediato respondí
- ¡Al polen! -
Era desesperante, había algo en el castaño que lo hacía ponerse como idiota y le molestaba bastante, se sentía.
- ¿No es un poco masoquista que alguien alérgico al polen venga a un bosque lleno de flores? -
Estaba disfrutando bastante verlo ahogarse en sus mentiras, creyó que podía seguir haciendolo, hasta que el pelinegro detuvo todo de repente,harto de sus juegos.
- ¿Y porqué tendría que importarte? No te conozco después de todo -
Su tono de indiferencia y desprecio era increíble, aunque tenía razón, no lo conocía.
James comenzó a reír, parecía que siempre lo hacía, otra razón para creer que estaba loco.
Pete rodó los ojos al escucharlo reír, era inútil tratar con él.
- por cierto, ¿Tienes familia? -
Le preguntó recordando de repente a que había ido.
- la tengo -
- ¿Ellos no te remplazaron? -
Pete sabía que esa pregunta era algo incoherente, puesto a que justo le había dicho que no debía interesarse en la vida de alguien que no conoce.
- no - dijo James entre risas - son de tu misma sangre, los familiares no pueden intercambiarse o remplazarse como su fueran simples monedas de oro, siempre serán tu familia, aunque no quieras -
Pete se preguntaba ¿Qué tienen de simples las monedas de oro?
- ya veo -
James volteó la mirada al cielo, entonces sonrió muy ampliamente, más de lo que ya lo estaba haciendo.
- ¡Ya es hora! ¡Ven, ven, ven! -
Después de decir eso comenzó a correr en dirección a la casa de Pete, este confundido se paró del tronco y comenzó a seguirlo, pero todos sabemos que Pete no es muy ágil, así que al intentar correr tropezó con una de las raíces de un gran árbol.
- deberías ejercitarte más, estás un poco torpe -
Dijo el chico extendiéndole la mano con una sonrisa, Pete aceptó su ayuda, sin decir nada, después de todo tenía razón.
James corrió de nuevo, y comenzó a subir a un árbol, Pete no entendía nada de lo que hacía, solo sabía que se iba a caer de ahí.
- ¡Ven rápido! -
Pete comenzó a subir con mucho esfuerzo y con los pies temblando, intentando no pisar mal, pero parecía ser inevitable, en un mal paso, la rama en la que quería pararse, se rompió.
Casi le da un infarto al sentir eso, el esperó sentir el golpe del suelo, pero no fué así.
- ten cuidado -
James lo sujetaba del brazo, para que no se cayera, lo soltó solo hasta que subió a la rama dónde estaba el.
James se sentó en esa gruesa rama, con la mirada expectante, mirando hacia el horizonte con una sonrisa.
- está apunto de ocurrir -
El sol comenzó a asomarse, saliendo por detrás de las montañas, Pete en ese momento, sintió cómo su pecho comenzaba a calentarse, aquella vista era hermosa, se sentía como un cálido abrazo, emanaba tanta luz que te hacía sentir realmente feliz, era como si con solo verlo, olvidaras todos tus problemas, por un momento la gran belleza del sol y de la naturaleza del lugar, lo eran todo.
James dirigió la mirada hacia Pete, sonriendo, notando que aquella tristeza que lo agobiaba simplemente desaparecía; él estaba sonriendo, era la primera vez que lo veía sonreír, era la primera vez que veía su mirada tan iluminada.
- bien, es hora de bajar -
James comenzó a bajar, pero al bajar dos ramas notó que Pete seguía viendo hacia el frente, estaba como en otra realidad.
- ¿Te vas a quedar ahí? -
- ¿Eh? No -
Dijo Pete apresurandose a bajar.
Sus torpes pies lo traicionaron de nuevo, casi al final del gran árbol al que habían subido, pisó mal, haciendo que sus pies se resbalaran.
- ¡Wow! -
James lo alcanzó a tomar del brazo, evitando que se cayera de tan alto.
- ya te había dicho que tuvieras cuidado-
Lo dijo de una manera, que hacía parecer que se estaba burlando de Pete.
Ambos bajaron, Pete se tocó la mejilla, notando que una de las ramas lo había alcanzado a cortar, James al notar eso extendió su mano limpiando la poca sangre que había alcanzado a salir de aquel corte, haciendo que sus guantes blancos se pintaran ligeramente de rojo.
- creo que debes practicar tu escalada - dijo observando atentamente la mancha en su guante - pero vamos, es tarde, debes volver a casa -
- ¿Vamos? -
Definitivamente este tipo estaba completamente loco.
- si, ¿Qué harás si te caes en el camino? - dijo James riendo, Pete sabía que era una broma, pero una de esas bromas que tenían sabor a insulto.
- ¡No me voy a caer! -
Continuaron discutiendo, o mejor dicho, Pete reclamaba y James solo reía, hasta que James solo detuvo su andar, y lo volteó a ver riéndose.
Pete lo vió algo confundido, después volteó a ver al frente, observando que de nuevo, había llegado a su casa sin darse cuenta.
Pete cerró los ojos antes de voltear a ver a James, esperando que siguiera ahí, pero no lo estaba.
De nuevo había desaparecido.
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