capitulo 31
Omg! No puedo creer lo rápido que llegamos hasta aquí; éste es el penúltimo capítulo y como antes lo mencioné, el más doloroso, así que ahí van algunos pañuelos
🧻🧻🧻🧻🧻
Tomamos sobretodo si te encariñaste con James.
Bueno, de antemano agradezco a todos los que se dan el tiempo de acompañar a mis personajes en ésta historia, me hacen muy feliz.
En fin, buena lectura ✨
Después de aquella perturbadora escena el tiempo volvió a avanzar, hasta llegar al final del tiempo de luto, justo el dia del baile, cuando se revelaría quien era el ganador; lo que apareció fue la habitación de Peter, con las dos figuras que ustedes están acostumbrados a ver.
El joven príncipe, quizá sería mejor llamarlo el príncipe heredero o el futuro rey, estaba como loco moviendo las cosas en su armario, después de unos segundos salió con un traje blanco casi en su totalidad, pues el corsé que llevaba tenía bordados en color perla; se sentía raro, pues no acostumbraba a vestir el blanco, prefería el negro.
- parezco fantasma -
Declaró con algo de disgusto, es decir, el traje era hermoso obviamente, pero era blanco y su problema con el blanco era que como su piel era demasiado pálida, con ése color se veía mucho más pálida.
- ¿Tu qué opinas? -
Le preguntó al chico que estaba sentado a la orilla de su cama; ciertamente era extraño que se lo preguntara, puesto a que él lo había confeccionado, y lo había hecho sabiendo que le quedaría perfecto.
- ¿Cuántas veces tengo que decírtelo?; Tu siempre te ves bien, no importa lo que te pongas -
Le insistió James, quien le observaba como un cachorro observa a su dueño, con los ojos tan brillantes que podrías asegurar que todo el universo estaba dentro de ellos.
El pelinegro sintió su rostro caliente al escuchar ésas palabras, inmediatamente el color se le subió a las mejillas, el cuál fue más perceptible gracias al blanco de su ropa; era ridículo, parecía una doncella enamorada, como si no lo conociera desde hace diez años.
- es solo que... Estoy nervioso -
Explicó Peter, acercándose al castaño, sentándose en una especie de silla sin respaldo que habia a lado de éste, que era unos pocos centímetros más alta que la cama; James apretó sus manos de inmediato intentando calmarlo.
- tranquilo, lo harás bien -
Sus palabras de consuelo fueron simples y quizá genéricas, pero al escucharlo de su voz lo hicieron sentir especial.
El pelinegro sonrió con ternura y pasó una de sus manos hacia arriba, entrelazandola con la del castaño.
- lo haremos bien -
Le corrigió, James sintió un calor extraño en el pecho, uno que le obligaba a sonreír como idiota al escucharlo hablar en plural.
Hubo un momento de silencio, pero no era para nada incómodo, era todo lo contrario, pues ambos podían sentir al otro con claridad, tan solo su presencia era suficiente, no había necesidad de palabras.
En medio de aquel momento que parecía ser perfecto, el castaño logró notar que había algo dentro del corazón de Peter que le atormentaba; no se atrevió a arruinar el momento preguntándole, en su lugar espero a que él se lo dijera, lo cual sucedió solo un par de segundos después.
- ¿Sabes? Demian habló conmigo hace un rato... -
Comenzó a contarle con la voz lenta, la misma voz que utilizaba cada vez que estaba preocupado; era algo gracioso, lo conocía tan bien que si quisiera mentirle le sería imposible, lo sabría de inmediato.
James no dijo nada, como una señal de que siguiera hablando.
- dijo que quería verme después del baile -
El castaño analizó ésas palabras, era extraño que el hermano del pelinegro dijera algo así, pero no sabía que pensar.
- ¿Irás? -
Preguntó, aunque le era obvio que su preocupación se debía a que no sabía si ir o no; Peter bajó la mirada, sin soltar su mano en ningún momento.
- no lo sé, él a estado actuando extraño últimamente -
Sin duda Demian siempre había sido extraño a los ojos del castaño, pero no sabía exactamente a qué se refería para que el pelinegro lo dijera tan seriamente.
- ¿Extraño como? -
Al escuchar su pregunta la mente de Peter comenzó a viajar, a recordar todos ésos momentos, a recordar la actitud que había tomado su hermano desde que su padre murió.
- no lo sé; me busca más seguido, se ríe más, es más... Amable; el otro día incluso me pidió jugar a atraparnos como cuando éramos niños. No sé que pensar -
Al saber éso le fue obvio el porqué estaba perturbado, quería creer que éso que estaba viendo en su hermano era verdad, pues era lo que siempre esperó.
- deberías ir, quizá realmente cambió -
Soltó James sin pensar, se tomó el atrevimiento ya que ése día estaba muy feliz y quería que Peter disfrutara ese día tan especial sin estar preocupado por eso.
El pelinegro estuvo apunto de responder cuando se escucharon tres golpes en la puerta justo después la voz del guardia que la resguardaba.
- su majestad, es hora -
Le llamó con educación, Peter alzó formalmente la voz fingiendo que nada sucedía adentro.
- voy en un momento -
Vociferó levantándose de su asiento, se detuvo frente al castaño mirándole a los ojos.
- es hora -
Repitió las mismas palabras que el guardia, pero con nerviosismo, James se puso de pie y sujetó una vez más su mano.
- antes de que te vayas... -
Habló mientras buscaba algo en su bolsillo, segundos después sacó un bulto envuelto en tela, lo abrió con delicadeza dejando ver un antifaz de tela blanco tan hermoso que no parecía haber sido confeccionado por humanos.
- ésto es para tí -
Se lo entregó con la misma delicadeza con la que lo había abierto, Peter lo observó maravillado con una sonrisa de lado a lado.
- es increíble, ¿Cómo es que todo lo que haces es tan... Hermoso? -
Nunca lo había entendido, el castaño tenía unas manos privilegiadas, cualquier prenda o accesorios que él hiciera sería tan detallado y lleno de simetría que parecía haber sido hecho por arte de magia.
James se limitó a reír, le quitó con cuidado el antifaz de las manos y lo puso en su rostro; soltó de nuevo una risa un poco más sonora, sentía tantas ganas de besarle, pero no había tiempo, ya lo haría después.
- ve, anda -
Le indicó, recordándole que el guardia aún le esperaba.
Peter le sonrió y corrió con entusiasmo hacia la puerta.
- hasta luego -
Se despidió eufóricamente, justo antes de salir por la puerta, dejando al castaño solo, quien no tardó en irse.
Todo se veía y se sentia como un final feliz de cuento de hadas, lastima que solo fuera una ilusión.
Del baile no hubo mucho que decir, todos estaban bailando, comiendo y tomando alegremente, el motivo de la celebración la mayoría lo sabía, a muchos no les interesaba y pocos eran los que realmente se interesaban en la situación; solo tres personas en ése gran salón sabían el veredicto del difunto rey, los demás no tenían ni idea de quién había ganado; muchos hacían apuestas, quien adivinara cuál de los dos príncipes había ganado, obtendría una gran cantidad de monedas de plata, o incluso de oro.
Todos estaban tan distraídos disfrutando la fiesta, que nadie se dió cuenta en qué momento ambos príncipes desaparecieron; James fue el único que se percató de aquel detalle, pero no se inmutó, pues sabía a dónde iba y que Peter seguramente regresaría pronto, así que solo disfrutó el resto de la velada.
Todo se desvaneció y nuestro espectador fue transportado una vez más a las profundidades del bosque; Ambos hermanos caminaban tranquilamente por el bosque, hablando de mundanidades; el menor de ambos seguía sin comprender porque lo había llamado tan de repente, le resultaba difícil pensar que lo había hecho solo por pasar tiempo de calidad, o al menos así era al principio, pero en ése momento no lo era tanto, pues había pasado una hora ya, incluso comenzaba a oscurecer y su hermano no hablaba de un tema en concreto, solo recordaba su infancia, las cosas que hicieron juntos, le contaba de sus tareas diarias o le preguntaba por las suyas.
Al pensarlo así una ilusión creció en el corazón de Peter, quería creer que al ver desvanecida su avaricia, por fin se había dado cuenta de que no había razón entre ellos para pelear y que eran mejor juntos; sonaba ridículo, pero estaba muy feliz ése día y quería creer que la vida era así de buena por un momento al menos.
- supongo que estás entusiasmado por convertirte en rey -
Le dijo Demian con una voz muy tranquila, mirando hacia el suelo.
Peter sonrió de lado, algo vacilante.
- si, lo estoy -
No tenía intención de mentir, y menos sabiendo que él lo sabía; el dia en que su padre tomó la decisión, cuando salieron de la habitación Demian lo felicitó y lo sintió bastante sincero, él había notado su entusiasmo ese día y desde entonces actuó diferente, más amable.
Al mirar al frente pudo notar la colina a escasos metros; no supo que hacer al principio, hasta que vio que Demian siguió adelante, subiendola, entonces hizo lo mismo.
Caminó hasta llegar a la sima y se quedó viendo fijamente al horizonte.
- aunque sigo pensando -
Mencionó Demian, quedándose un metro atrás de él, con los brazos cruzados.
Recordaba perfectamente el día en que su padre tomó aquella decisión, se sentía extraño; al principio lo felicitó y lo hizo de corazón, pero con forme los minutos pasaban una ira venenosa comenzó a crecer dentro de él.
- mírate, tienes el cuerpo de un esclavo, ni siquiera sabes pelear; ¿Cómo vas a gobernar? -
La mirada de ambos se volvió severa, creando a la velocidad de la luz una tensión mortal en dónde antes había tranquilidad y confianza.
- si, quizá soy delgado y no se pelear; ¿Pero sabes una cosa? -
Peter regresó su cuerpo para verlo de frente, sonrió de lado de manera un tanto arrogante y subió una ceja al mismo tiempo que se cruzó de brazos; ¿Porqué el repentino cambio? pasaron de estar en paz a discutir de nuevo, ¿Éso era lo que quería?
- ¡Yo soy el rey! Y éste es mi pueblo -
El más joven no quiso exaltarse demasiado, pero de cualquier manera se puso a la defensiva.
- si, lo eres -
Admitió el mayor con sinceridad; la posición defensiva de Peter se derrumbó ante ésta acción, quedando expectante en su lugar.
- sabes nuestra posición, es natural; la presión tarde o temprano nos empujaría a discutir. Simplemente no quería seguir haciéndolo de ésa manera -
Declaró sentándose en una roca cercana para descansar, su hermano lo miraba sorprendido por aquellas palabras.
Demian después de salir de la habitación de su padre había ido a reclamarle a las brujas; la ira lo había consumido y les habló furioso.
- todos siempre decían "Peter es más inteligente" "Demian es más fuerte" "Peter es decidido" "Demian es temperamental"; todo lo que hacían era compararnos -
Ésa noche el mayor había tocado fondo, las voces en su cabeza habían terminado por corromperlo; una parte de él quería aceptar que su hermano había ganado y que era justo, pero la otra no paraba de repetir frases hirientes, frases que le causaban un desprecio hacia su hermano.
Recordaba las palabras de aquella mujer «aun tenemos otro método, está en sus manos el usarlo o no»
Al principio se negó, pero las palabras de la bruja eran demasiado tentadoras «¿Qué pasará con su reputación?» «¿Dejará que alguien tan débil le quite su derecho por nacimiento?» «Piense en su esposa y en sus futuros hijos, ¿Con qué legado vivirán» «él siempre le quitó todo, ¿Dejará que le arrebate ésto también»
Al final, había acabado por aceptarlo.
- después de todo tenían razón, siempre fuiste tú el más inteligente, el más sensato; tenías todo para ganar... Y ganaste -
Peter soltó una risa corta, como de ironía.
- somos buenos para cosas diferentes nada más -
Soltó como intentando consolarlo, el mayor en cambio hizo una mueca extraña; sonrió de lado, pero sus ojos se notaban inyectados de rabia.
Demian rodó los ojos y soltó una risa difícil de descifrar para después ponerse de pie y acercarse a su hermano.
- en fin... Solo quería ponerle fin a ésta guerra -
Sus palabras habían conmovido al menor, se sentía como una fantasía, siempre había deseado que su hermano se diera cuenta de que no valía la pena pelear.
El mayor le extendió su mano para que la estrechara, pero el pelinegro es su lugar se lanzó a su cuello, abrazándolo con fuerza; era su único hermano después de todo.
- me alegra que por fin vayas a recibir lo que mereces -
Declaró Demian pasando su brazo izquierdo por la espalda del más bajo.
Por un momento Peter sintió que por fin tenía todo lo que había deseado, había conseguido la corona, tenía al chico que amaba y se había reconciliado con su hermano; fué feliz por unos minutos, lastima que fueran los últimos.
En medio de aquel abrazo Demian deslizó su mano derecha a su espalda y en un ágil movimiento sacó una daga y se la encajó justo en el corazón.
El pelinegro se llenó de confusión, su mente se invadió de preguntas al mismo tiempo que la sensación fría y metálica en su interior comenzaba a consumirlo; fueron unos segundos los que pasaron cuando unos terribles espasmos llegaron a su cuerpo.
- ésto es lo que te mereces, por arruinar mi vida, por quitarme todo; siempre fuiste tú el preferido, me toca a mí ganar una vez -
Le dijo su hermano en voz baja, casi susurrando, con la voz inyectada de un odio corrosivo.
Peter cometió el gran error de bajar la guardia, se había dejado engañar por unas simples palabras y sin querer había entrado en la boca del lobo.
Mientras hablaban el menor luchó por alejar al mayor de él, empujaba con todas sus fuerzas sus hombros pero parecía que no tuviera fuerza alguna.
- nos vemos en el infierno, hermanito -
Se despidió Demian sacando el arma de su cuerpo; el pelinegro tembló al intentar mantenerse de pie, pero era imposible, presionaba con fuerza la zona esperando a que saliera sangre pero no salió nada. El mayor lo empujó al decir la última palabra, haciéndolo caer al estanque.
Peter no sabía en qué pensar, no sabía que hacer, estaba triste, confundido y desesperado, no podía hacer nada más que intentar explicarse el porqué mientras caía. Cuando por fin cayó, la mitad de su cabeza se estrelló contra una roca, abriéndola de inmediato, dejando un dolor agudo que se extendió al caer al agua.
Fue en el agua cuando el pelinegro pudo ver su vida pasar frente a sus ojos, mientras sus párpados inconscientemente se cerraban; luchó lo más que pudo, mientras que por su mente pasaban todas las promesas que le hizo a James, todas las promesas que le hizo a su abuelo, repitiendo una y otra vez la misma frase; «no puedo morir, el reino me necesita» «no puedo morir, prometí no dejarlo solo». No logró hacer mucho pues no tenía fuerza ni para moverse bien.
Sintió un ardor terrible en su garganta y sus fosas nasales, acompañado de un frío entumecedor en sus extremidades.
No logró resistir mucho y en menos de un minuto su vista se nubló por completo y dejó finalmente de respirar.
Al día siguiente James continuó con su trabajo de todos los días, podía sentir la alegría correr por sus venas; estaba orgulloso del trabajo del pelinegro, se había esforzado mucho, había trabajado por eso toda su vida, le había costado tanto, pero al fin lo consiguió; al final del día todo su esfuerzo, su sudor, sus lágrimas, todo había valido la pena.
Sus palabras resonaban en su mente una y otra vez; "lo logramos", lo había dicho en plural y ése simple detalle había hecho que el corazón del castaño se sintiera tan cálido; aquella vez le había dicho "ganaremos y podremos gobernar"; siempre lo había considerado como parte de su vida, y siempre estaría para él, porque lo amaba, simplemente lo amaba.
Después de una energética mañana y una productiva tarde llegó el atardecer; tenía que cerrar ya que la mayoría de las personas ya se iban a dormir y éso significaba que su momento favorito del día al fin llegó. Se escabullo por las calles del pueblo, entrando por el pasadizo hasta la habitación de Peter.
James estaba entusiasmado de verlo, quería saber cómo se sentía al estar a un día de la coronación, de cómo la había pasado en el baile y también de qué había hablado con su hermano.
Cuando llegó la habitación estaba vacía; ésto no le desconcertó mucho, puesto a qué éso había pasado antes y sabía que solo tenía que sentarse a esperar, y así lo hizo.
Pasaron las horas y la madrugada comenzó a asomarse, pero no había ni un rastro del pelinegro; «quizá está teniendo algún tipo de preparación para el día de mañana» pensó convenciendose a si mismo de aquella idea, al hacerlo decidió volver a su casa.
Ésa noche no logró conciliar el sueño, sus pensamientos iban y venían; no podía negar que estaba preocupado, pero trataba de justificar sus insistentes pensamientos con uno solo «todo está bien» «seguramente todo está bien» «todo va a estar bien» se repetía a si mismo una y otra vez.
A consecuencia de su desvelo despertó tarde al día siguiente; Peter no le había conseguido un pase a la coronación, por obvias razones; pero aún así podía entrar por los pasadizos y ver todo desde una pequeña ventana que había en el techo.
Se arregló lo más que pudo con alegría, pues al fin había llegado el gran día que ambos estuvieron esperando y cuando terminó se hecho a correr rumbo al palacio.
Estaba más que entusiasmado, pero cuando se asomó por la ventana quedó completamente confundido.
- ¿Juras seguir las leyes de la iglesia en cada una de tus decisiones y mantener el clero y las tradiciones de la iglesia? -
Vociferó con voz clara y solemne el sacerdote con mayor poder del reino.
- lo juro -
Respondió Demian con una entonación solemne; él sostenía el cetro en lugar de Peter, ¿Qué estaba sucediendo?.
Algo en su interior le dijo que las cosas no estaban bien, así que no perdió tiempo y comenzó a correr por los muros del castillo, buscando en cada uno de los rincones al pelinegro, de nuevo sin tener éxito.
«¿Dónde estás?»
Preguntaba al viento una y otra vez, sintiendo su mente y su corazón agobiarse de verdad.
La escena cambió en un parpadeo, dándole paso a un nuevo día; James iba de lado a lado en el taller buscando algunas cosas, de las cuales ni él tenía idea para que las quería; intentaba concentrarse pero no podía, la angustia estaba carcomiendolo.
De repente la puerta se abrió y alguien se adentró en el taller, ésta persona no dijo nada, solo se quedó de pie esperando a que el joven sacara su torso y cabeza del barril. Una ilusión invadió el pecho de James, pensando que podía ser él, así que rápidamente salió, casi de manera frenética, pero lo que encontró fue a su hermana con dos flores blancas en la mano.
- ¿Emilie? -
Preguntó confundido al verla de pie frente a él con un rostro de preocupación. James sostenía un jarrón con botones en sus manos.
- ¿Irás? -
Le preguntó con seriedad, pero sin mucho sentimiento; James ladeó la cabeza sin entender nada de lo que ocurría.
- ¿A dónde? -
A éste punto un extraño presentimiento comenzó a formarse en su mente y a crecer tanto rápido como una enredadera.
Emilie ladeó la cabeza al escucharlo; al principio creyó que sería una broma, pero al ver su rostro de confusión se dió cuenta de que no era así, ¿Realmente no lo sabía?
- el príncipe Peter, lo encontraron muerto anoche; iremos a llevarle flores -
Ésas palabras fueron como el más cruel de los cubetazos, con el agua más helada que existe. Su corazón pareció detenerse por un momento, dejando de escuchar todo a su alrededor, dejándolo tan perplejo que soltó el jarrón que sostenía, el cual se rompió en cientos de pedazos.
Sus ojos comenzaron a picar con fuerza, su garganta comenzó a cerrarse y su respiración disminuyó drásticamente, al punto de que le fue difícil hacerlo con normalidad.
- ¿Qué...? -
No sabía que pensar, que hacer ni como reaccionar; su primer instinto fue pensar «no puede ser verdad», su cabeza comenzó a idear formas en las que ésas palabras podían ser una mentira; él estaba completamente sano cuando lo vió por última vez, no había manera de que éso sucediera.
- s...si, se cayó de una roca alta a un estanque; bueno... La mayoría cree que él se arrojó... -
Le explicó su hermana, asustada y confundida por el comportamiento del joven.
Aquella explicación le pareció lo más ridículo que existía, cualquiera que conociera bien al pelinegro, sabría que era mentira. James negó internamente, pues era imposible; sabía de qué estanque hablaban y Peter era excelente nadando, se había arrojado ahí muchísimas veces sin ahogarse, y el hecho de considerar un suicidio tampoco era viable, pues justo hacia poco había conseguido todo lo que anhelo en su vida; él era feliz, no sería capaz de hacerlo, no sería capaz de abandonarlo de ésa manera.
- tu trabajaste para él directamente... ¿Tenía algún tipo de intención suicida...? -
Preguntó con curiosidad Emilie, pero su hermano no la escuchaba, su mente estaba en otro lugar en ése momento; por alguna cruel razón comenzó a recordar cada una de sus promesas dónde habían jurado no abandonarse nunca, habían jurado envejecer juntos; todo tenía que ser una cruel broma, él jamás rompería una promesa.
James sintió su corazón pendiendo de un hilo; era mentira, tenía que ser mentira, no podía ser verdad; en un ataque de desesperación salió del taller sin importarle nada, pasando directamente por los pedazos del jarrón con los pies completamente descalzos, cortándose profundamente como consecuencia, pero no le importó, estaba rogando e incluso implorando porque estuvieran equivocados, porque nada fuera real; comenzó a correr sin parar hasta la entrada principal del castillo.
Al llegar ahí logró ver a mucha gente en montón; gritaban, se empujaban y hacían un desastre, pero de alguna manera no avanzaban de la entrada. Sintió su corazón dar un vuelco al ver ésto, pues significaba que algo estaban viendo, algo lo suficientemente impactante para dejarlos así.
Se abrió paso a la fuerza entre las muchas personas que estaban amontonadas, cuando quiso seguir más adelante fueron los guardias los que lo detuvieron, dándole un violento empujón hacia atrás; estaba tan perdido en su mente que ni siquiera se había percatado de su presencia. Al ver que no podía avanzar más, sus desesperados ojos buscaron al pelinegro entre el bullicio de la gente, viajando por todos los lugares y caballeros que había en la entrada; Cuando sus ojos lo encontraron todo su mundo se derrumbó.
Lo llevaban dentro de una caja de madera, su piel estaba tan pálida como siempre, pero sus mejillas habían perdido el color; sus labios ya no eran rojos, en su lugar estaban teñidos de un morado grisáceo; sus ojos estaban cerrados, exactamente igual a cuando estaba dormido; su vestimenta estaba sucia, aún llevaba el antifaz que él le había regalado, pero el perfecto blanco que lo teñía ahora era cubierto por la mitad de un tono carmesí, tono que recorría también su mejilla izquierda y parte de su cuello.
Todo se desvaneció, avanzando veinticuatro horas una vez más; el castaño caminaba con pasos débiles, pues el día de ayer había pisado por accidente pedazos del jarrón y se había lastimado terriblemente, pero no le había hecho caso alguno, pues la herida en su corazón era mucho más grande.
Caminaba rumbo a la iglesia con pasos increíblemente lentos, como queriendo no llegar, rumbo al funeral del pelinegro, el chico que más amaba, el que le daba alegría a su vida, la persona por la cual había tenido fe a la vida y por la cual había seguido viviendo.
Seguía sintiendo un enorme vacío, seguía sin creer que todo fuera real, todo se sentía como una horrible pesadilla, y deseaba con todo su corazón que lo fuera; sin embargo el nudo que sentía en su garganta era completamente real.
Cuando llegó a la puerta de la iglesia recibió un fuerte empujón por parte de los guardias nuevamente.
- ya se los hemos dicho, el rey ordenó que la ceremonia fuera privada; ningún hombre que no sea parte de la nobleza o de la realeza podrá entrar -
Justo después de escuchar ésas palabras se dió cuenta de que la puerta estaba abarrotada de gente que reclamaban que habían apreciado al príncipe y que querían entrar.
«hipócritas»
Pensó con rabia para si mismo; cuando estaba vivo no hacían más que criticarlo e inventar rumores y ahora que ya no estaba ¿Ellos lo apreciaban?. También se molestó con todos los demás, sobretodo con Demian; cuando Peter vivía lo único que hicieron fue tratarlo mal, él fue el único que siempre estuvo para él, él era el que más derecho tenía de estar ahí, si no es que el único. Al final solo miró al suelo sin decir nada,para después irse sin insistir, pues no tenía energía para pelear.
Ése día pasó el día entero dentro de una taberna, bebiendo copa tras copa sin expresión alguna; el vacío que se tía era tan enorme que estaba consumiendolo, no podía sacar su risa de su cabeza, ni sus hermosos ojos azules.
Aquella desolación llegó a tal extremo, que se quedó dormido en la mesa de la taberna y habían tenido que despertarlo para cobrarle con agresividad y sacarlo del lugar a regañadientes, pues se había hecho de noche.
Caminó hacia el taller arrastrando su cuerpo y cuando entró, al ver la oscuridad que abrazaba el lugar, la soledad que lo invadía y el terrible silencio que lo gobernaba, justo después de cerrar la puerta, fue como si mil y un lanzas fueran clavadas en su corazón; fue entonces que cayó en la cuenta de lo que había sucedido, fue entonces que la carga emocional fue arrojada sobre él como una bomba atómica. Ya sin fuerza alguna se dejó caer al piso de rodillas, las crueles lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, su corazón fue mutilado por sus recuerdos al punto de que no podía pensar en nada; dejó caer sus manos también, apoyando el resto de su cuerpo sobre sus brazos; fue en ése momento que cada centímetro de su ser se derrumbó.
Se dejó caer por completo, pegando la frente al suelo y rasguñando a éste con sus manos con tanta fuerza que llegó a lastimarse; un fuerte y desgarrador quejido fue ahogado dentro de su garganta, haciéndola arder y por medio de lágrimas dejo salir todo su sufrimiento.
Los siguientes días pasaron como un flashazo, para suerte de nuestro expectador, pues no deseaba ver sufrir a quien quería.
Las primeras dos semanas fueron las más pesadas, no hacía nada más que estar acostado en su cama llorando o durmiendo el día entero, había cerrado el taller y no había visto luz de día desde entonces; sentía su cuerpo pesado, sin motivación alguna, los recuerdos lo atormentaban sin darle descanso; incluso la fuerza no le alcanzaba para comer, no había probado alimento en tanto tiempo que había tenido que vomitar varias veces; tanto su cabeza como su estómago ardían cruelmente, su boca sabía a sangre, pero no le importaba en absoluto, no le importaba nada en realidad.
Fue a los primeros 8 días que Emilie volvió a buscarlo preocupada terriblemente por su estado; había intentado hacerlo comer a la fuerza pero había sido inútil, así como intentar averiguar el porqué de las cosas, él solo había respondido «el amor de mi vida a muerto»
Su estado era terrible, era más que lamentable, estaba destrozado por dentro y por fuera, deseando internamente una manera de hacer que todo el dolor se detuviera, que todos y cada uno de esos dolorosos recuerdos desaparecieran.
En ése momento nada le sabía bien, no tenía ganas de nada, incluso cosas como hacer lo que amaba, e incluso levantarse le eran difíciles; todo había ocurrido repentinamente, no había tenido tiempo de prepararse como las veces anteriores, había sido como una puñalada por la espalda; justo cuando creyó que por fin podrían ser felices , lo peor ocurrió, no lo entendía.
Cada vez que cerraba los ojos podía verlo, podía oírlo, podía sentirlo dentro de su corazón; y cada vez que cerraba los ojos irremediablemente rompía a llorar. No lograba sentir algo más que tristeza, en momentos el dolor desaparecía, y se convertía en un vacío cruel y corrosivo.
Fue al cumplirse las dos semanas cuando alguien tocó a su puerta con lentitud, tocando tres veces con intervalos bastante largos; al oírlo James se hizo bolita, pegando sus rodillas al pecho y su espalda a la pared, escondiendo su rostro entre sus rodillas.
- Emilie será mejor que te vayas, te he dicho antes que es inútil insistir -
Vociferó al aire esperando que se fuera; nadie respondió su llamado al principio, solo abrieron la puerta sin pedir autorización y se acercaron con pasos muy lentos hasta quedar a lado de la cama.
- no soy Emilie -
Le respondió una joven voz, masculina pero a la vez bastante suave, incluso susurrosa.
Al reconocerla James regresó su mirada de inmediato, observando que efectivamente era él; un niño de apenas siete años, de cabello castaño y liso, de piel un poco más blanca que la suya, y con el rostro lleno de pecas; llevaba en sus manos un cuenco de contenido desconocido.
- ¿Jake...? -
Le llamó desconcertado levantando su rostro; sus ojos estaban bien abiertos, y las lágrimas en ellos los hacían brillar. Quién estaba frente a él era el menor de todos sus hermanos, pero, ¿Qué hacía ahí?; El niño sonrió muy levemente y se sentó a su lado, a los ojos del infante, su hermano lucía terrible, lucía cansado y desanimado.
James se reincorporó de inmediato, limpiándose las lágrimas, intentando no parecer tan demacrado.
- todos están preocupados por ti... -
Explicó con lentitud Jake, casi sin expresiones en su rostro; el mayor se sintió terrible en ése momento, ¿Qué tipo de imagen estaba dando? Se suponía que era el hermano mayor, y siempre cuido que su familia no lo viera débil... Pero en ése momento no lo había logrado.
- Emilie dice que no has estado comiendo bien -
Después de decir éso, el menor guardó silencio por unos segundos, acariciando el cuenco que llevaba en las manos con nerviosismo; parecía estar pensando profundamente en algo, pero segundos después lo dejó de lado y extendió el cuenco hacia su hermano mayor.
Cuando James vió el contenido de éste cuenco sus ojos se aguaron una vez más; cubrió su boca con la palma de su mano como instinto al ver que dentro del cuenco había una porción de sopa.
- morirás de hambre si no comes algo -
Afirmó con madurez el pequeño niño, casi dándole la orden de que comiera.
El chico de cabello rizado no tuvo corazón para explicarle que no había tenido apetito en todo ése tiempo, que cada bocado que probaba sabía a arena, que simplemente no tenía la fuerza para hacerlo; no tuvo corazón para explicarle nada, así que con lentitud acercó la cuchara a su boca, introduciendo comida a su estómago después de dos semanas enteras.
Jake sonrió complacido al verlo comer, pero aún tenía dudas que resolver; ver a su hermana tan preocupada e incluso molesta por él y a su madre angustiada y sin valor de acercarse le habían creado una duda que daba vueltas por su mente.
- ¿Estás enfermo? -
Le preguntó de manera muy directa, pues nadie le había querido decir que era lo que ocurría, supuso que porque creían que era demasiado joven, pero no lo era, podía comprender.
James bajó la mirada, observando fijamente el cuenco, jugando con la cuchara mientras pensaba en la respuesta; tenía unas ojeras enormes, sus labios estaban partidos y secos, su cabello estaba enredado y opaco; la respuesta más obvia para el niño era que estaba enfermo, su hermano gemelo lucía igual cuando enfermó.
El mayor hizo una mueca, moviendo su boca hacia un lado.
- algo así... -
Respondió sin ser capaz de verlo a los ojos; no lo comprendía, sentía como si le hubieran quitado la mitad de su alma, la mitad de su vida, la mitad de su corazón; no lo comprendía, no sabía que era, solo sabía que dolía y mucho.
Jake se le quedó viendo fijamente mientras hablaba, lo primero que pensó por su reacción fue que no quería decirle toda la verdad.
- ¿Vas a morir? -
James quedó atónito al escuchar su pregunta, «éso quisiera» fue el pensamiento que irremediablemente llegó a su mente, sin embargo algo dentro de él le dijo que no estaba bien.
- no, claro que no... -
Cuando respondió se limpió nuevamente los restos de lágrimas que quedaban en su rostro; si, deseaba con toda su alma desaparecer, pero al tener a su hermano frente a él preguntándole algo así tan seriamente le hizo recapacitar sobre sus propios deseos.
- voy a estar bien... -
Ésas palabras sonaron amargas en su boca, seguir adelante sin él sonaba como algo que nunca pensó hacer, pero dadas las circunstancias, ¿No tenía opción verdad?
-... Éso espero-
Por más que doliera el pensar en seguir su vida con su ausencia tenía que intentarlo.
Al siguiente día, por la madrugada, salió a caminar sin importarle en absoluto el penetrante frío que recorría las calles, llevaba una caléndula en la mano, estaba seca y un tanto maltratada.
Caminó con la mirada perdida hasta llegar a la parte de atrás de la iglesia, justo ahí en medio de todo ése pasto había pequeño bulto de tierra que ya comenzaba a ser cubierto por el pasto y en la punta de éste había una cruz de madre.
Se acercó lentamente con algo de miedo, cuando estuvo lo suficientemente cerca se hincó frente a éste lugar; ahí estaba él, debajo de ésa tierra. James extendió su mano temblorosamente posandola en apenas un roce con el pasto de la tumba.
Irremediablemente las lágrimas volvieron a invadirlo por completo, saliendo sin control alguno; las palabras tardaron en salir, saliendo atropelladas y pausadas, como si cada una de ellas le dolieran infinitamente.
- si... -
Declaró con una voz apenas entendible, susurrando gracias al silencio que gobernaba el pueblo, extendiendo con duda la flor hasta depositarla en la tierra.
- yo si... Quiero pasar... El resto de mi vida... Contigo -
Se rompió al decir la última palabra; planeaba decírselo un día antes de la coronación, respondiendo por fin a sus palabras de un año antes; y ahí estaba ahora, diciéndole lo que planeó durante días frente a su tumba.
-no importa... Si todas las leyes existentes lo impiden... Si no puede haber una boda formal... Aún así... Quiero estar a tu lado... Hasta el final de mis días -
Había pasado cada día después de aquella declaración del pelinegro pensando en sus palabras, había dudado durante mucho tiempo y se arrepentía de éso, el tiempo no le había alcanzado para decir lo que quería y ahora era demasiado tarde, y ahora jamás lo iba a volver a ver.
Dejó caer su torso sobre la tierra abrazándola con fuerza; cerraba los ojos imaginando que era él, imaginando que aún lo tenía en sus brazos, que aún estaba ahí, pero nada era verdad.
Después de ése día volvió a abrir el taller, con la intención de mejorar su estado, pero siendo sinceros no mejoró mucho. Pasaba el día entero trabajando sin parar, simplemente para no pensar en él, para no intentar darle lógica a lo que ocurrió; cuando consideraba el hecho de que realmente haya sido un suicidio se sentía defraudado y culpable, no podía evitar odiarse por no comprender, así que prefería no pensar en eso, de cualquier manera él se había ido y no iba a volver.
Durante ésos días la somnolencia que lo invadía fue reemplazada por un insomnio terrible, pues era durante la noche cuando todos los recuerdos llegaban a su mente y a su corazón; seguía sin probar alimento de manera recurrente, en ésas tres semanas había comido solo dos veces; no quería pensar en nada, así que hacia su trabajo de manera ardua, casi cruel.
La gente del pueblo comenzaba a creer que se estaba volviendo loco, pues sus risas y locuras pararon de repente, pues se negaba a salir, pues a veces podían escucharlo hablar solo.
Nadie comprendía el porqué de repente se volvió así, ni siquiera su propia familia sabía porque de repente se aisló más que al principio; la verdad era que una noche de ésas dónde no consilió el sueño se sintió terriblemente mal, sintió espasmos en todo su cuerpo, sobretodo en el pecho y el estómago; ése día tuvo un ataque terrible de tos, y cuando retiró la mano con la que cubría su boca lo que vió fue que estaba cubierta completamente de sangre.
La misma enfermedad que se llevó al sastre y a su hermano había llegado de alguna manera a él; sabía que no iba a sobrevivir mucho tiempo, que seguramente se iría pronto, pero no sabía cómo afrontarlo;es decir, él lo quería¿No?, Pero ¿Y su familia?
Para la suerte de Pete, aquellas crueles imágenes salieron de su vusta justo después de eso, todo volvió a moverse a aquella guarida dónde las brujas se resguardaban; la mujer de cabello blanco abrió la puerta para entrar en el lugar, lo que logró ver fue a todas ellas con una sonrisa.
Las más jóvenes jugaban entre si, con muñecas hechas de retazos, otras más grandes se arreglaban juntas, las adultas regaban las flores y platicaban entre ellas, y por último las más viejas solo disfrutaban; al ver aquella imagen sintió un grande orgullo que le ensanchó el pecho, ahora que había conseguido deshacerse de tres miembros de la realeza y controlaba a su gusto al último de ellos, podía asegurar que nadie nunca le haría daño a todas las que vivían ahí.
Cada vez que las veía, sobre todo a las más pequeñas recordaba a su hija, hubiera hecho cualquier cosa para mantenerla a salvo y lo hizo, pero aún así se la arrebataron de las manos; recordaba perfectamente el dolor que sintió al tener que huir y no poder ayudarla, pero sabía perfectamente que aquel dolor no se comparaba al de ser quemada en una hoguera.
Cada vez que lo recordaba le daba la fuerza para continuar, porque les había jurado a cada una de las mujeres ahí dentro que podrían vivir seguras, que ya no tendrían porque tener miedo; ahora que todo estaba hecho podía sentirse plena.
Al verla entrar por la puerta todas la saludaron, algunas más formalmente que otras, pero todas saludaron; ella saludo de vuelta de manera ligera, y se acercó a la pileta de agua, pues quería verificar que el alma del joven príncipe estuviera en su lugar.
Les pidió un pequeño bote de cristal y lo vacío dentro; algunas manchas negras parecidas a la tinta comenzaron a flotar a la superficie, se juntaron justo por encima del agua hasta cubrirla por completo de color negro, cuando estuvieron ahí explotaron, empujando a cualquiera que estuviera cerca con una energía tan fuerte como ninguna otra.
La bruja de cabello blanco fue lanzada lejos, quedó desconcertada al levantarse del suelo, ¿Qué rayos era éso?; Al dirigir se nuevo la mirada a la pileta logró ver un campo de energía que la cubría, era una reacción curiosa, pues la energía negra que era la que ella creó para hacerle daño comenzó a ser consumida lentamente por una extraña energía azul, haciéndola desaparecer poco a poco.
Aquella mujer soltó un gruñido de irá y frustración justo antes de que todo se desvaneciera.
Apareció ella de nueva cuenta, ésta vez en la habitación del rey, que ahora era ocupada por Demian.
- ¿Para qué has venido aquí? -
La voz del joven era de irritación, que parecía ser el único estado de ánimo que tenía.
- mi señor, tenemos un problema -
Declaró la mujer de cabello blanco, se estaba cansando de actuar como una idiota frente a él, se estaba cansando de él, era irritante, mandón y arrogante; creía que no tenía que volver a tratar con él, pero ahí estaba de nuevo, todo gracias al dolor de cabeza que Peter representaba, que al parecer incluso muerto seguía ocasionando problemas.
- con el asunto de su hermano -
El rostro del joven rey cambió al oír lo último, pareció uno de preocupación al principio, pero momentos después soltó una risa irónica.
- está muerto, ¿Porqué daría problemas? -
Mencionar al joven de ojos azules parecía ser el punto débil de Demian, cosa que la mujer de cabello blanco notó de inmediato.
- resulta que hay algo que lo retiene de quedar en el lugar que prepare -
Demian rodó los ojos al escucharla, hablaba lento y pausado, como asegurándose de que lo escuchara, cosa que estaba frustrandole.
- está muerto -
Repitió, ésta vez marcandolo de manera más agresiva.
- ¿Éso no basta? -
Era obvio que quería dejar de hablar del tema, quería olvidarlo.
La mujer comenzó a desesperar, le molestaba tanto su actitud que le hacía querer perder la cordura, pero si lo hacía perdería su confianza.
- no lo entiende... -
Declaró con frustración, pero le agregó un toque de preocupación para que el joven rey no se molestara.
- su alma es demasiado fuerte, si no logramos hacer que vaya a dónde teníamos planeado podría venir al castillo en cualquier momento, y créame su majestad que buscará venganza -
La forma en la que dijo ésto fue tan amenazante que logró hacer que Demian temblara, y no de manera ligera, si no de una forma notable.
Aquellas palabras penetraron en su miedo más profundo, entonces no tardó en volverse más accesible con la mujer frente a él.
- ¿Qué hay que hacer entonces? -
Sus labios y sus manos temblaban, al igual que su voz; pasó de ser un imponente gobernante a parecer un débil niño asustado.
- he estado analizando la razón y llegué a la conclusión de que hay un hechizo protegiéndolo -
La mujer caminaba de lado a lado, había recurrido a él con la esperanza de que tuviera alguna información que ella no; el rostro de Demian pareció relajarse al oír éso.
- entonces deshazlo, ¿Éso es lo que haces no? -
El gesto que hizo la bruja le dió la respuesta al joven rey sin necesidad de palabras; se sintió decepcionado, ¿Qué clase de bruja era si no podía deshacer un simple hechizo?
- no es tan simple -
Le respondió como si hubiera escuchado ése último pensamiento
- lo que lo protege es un hechizo de almas -
Demian hizo un gesto de confusión e hizo una señal con la mano para que continuara hablando; ella suspiró frustrada, a veces era tedioso tener que explicar ésas cosas.
- un hechizo de almas es entre dos personas, una persona entrega toda la fuerza de su alma para proteger a la otra -
Ésas simples palabras fueron suficientes para que algunos recuerdos vinieran a la mente del más alto, parecía ser que liberó la tensión, como si todo estuviera resuelto.
- es difícil de romper porque aún no se ha descubierto la forma más efectiva de hacerlo, ya que es muy raro; es decir, ¿Quién estaría dispuesto a hacer algo así? -
Caminaba de lado a lado mientras explicaba, acelerándose cada vez más y más; Demian la detuvo con un gesto al verla tan desesperada.
- yo sé quién -
Su mirada no era nada vacilante, parecía estar completamente seguro de lo que decía; y después de aquellas palabras, las escenas regresaron a lo que sucedía con James.
Pasó una semana más sintiéndose cada vez más débil, sentía punzadas terribles en los pies cada que se movía, espasmos en el pecho y ataques de tos que acababan empapandole las manos en sangre cada vez más seguidos.
No había hecho nada al respecto, no quería hacer nada, sentía que era la única manera de escapar del dolor en su corazón, teniendo un dolor mas fuerte en su cuerpo; además sabía que no había nada que hacer, sabía que nadie sobrevivía, lo ultimo que quería hacer era contagiar a su familia, lo último que quería hacer era causarles problemas.
Todo fue igual durante dias, hasta que alguien tocó desesperadamente a su puerta, insistió en que se fueran, pero siguieron tocando, la persona afuera se desesperó tanto que lo llamó a gritos.
- James soy yo... Abre porfavor -
Su voz no era la de siempre, se notaba desde donde estaba que se encontraba rota y desesperada; al escucharla el castaño tuvo un terrible presentimiento.
Corrió hacia la puerta, al abrir vió su rostro de angustia y sus ganas de llorar; lo llevó corriendo a casa y ahí fue cuando se dió cuenta del porque.
Su madre estaba tendida en la cama, con las manos también llenas de sangre, el corazon de James dió un vuelco al notar que ella también tenía la enfermedad y también lo ocultó.
Ahí logró ver todo, nada era como solía serlo, sus hermanos habían crecido, ya sabían manejarse solos, Emilie estaba casada y su madre estaba vieja; lo que más le dolió fue darse cuenta de que él ya no era un niño, era casi un adulto y debía afrontar ésa perdida como un adulto, debía avanzar, debía hacerlo por su madre, por todos en ésa casa, por Peter.
Fue entonces que se decidió a hacerlo de una vez por todas y tras consolar a su madre y darle una sonrisa, cerró el taller y se encaminó al castillo; fue en ése momento que nuestro espectador se dió cuenta de algo muy curioso.
Llevaba la misma ropa que tenía puesta el día en que lo conoció y todos los días restantes.
Se adentró una vez más en aquel pasadizo que recorrió cada día en los últimos doce años; con solo pisar un escalón fue como si el peso cien elefantes cayeran sobre su corazón, formando un terrible nudo en su garganta y una amenazante sensación de querer llorar. Subió cada uno de esos escalones con muchísima lentitud, casi con miedo de llegar a su destino, pero tenía que hacerlo.
Al llegar al final de aquella escalera se topo una vez más con la pared de piedra que le impedía el paso; al estar ahí fue cuando comenzó a dudar con más fuerza, ¿Enserio estaba listo para entrar ahí por última vez?. Debía dejar de pensar y hacerlo, debía dejarlo ir de una vez por todas, no podía seguir así.
Suspiró con pesadez, sintiendo los efectos de antes aumentar masivamente y tomando valentía tiró de la antorcha, abriendo con éso el paso a la habitación del principe. Se adentró mirando siempre al suelo, pues no se sentía capaz de mirar hacia el frente.
Se quedó unos segundos de pie viendo al piso, y cuando se sintió preparado levantó la mirada.
Todo lucía exactamente igual que la última vez, nada había cambiado, pero de alguna manera ver aquella habitación completamente vacía hizo que todo lo que quedaba en pie de él se rompiera y que su ser fuera invadido por una terrible nostalgia.
Estaba vacío, como tantas otras veces; pero a diferencia de éstas, ésta vez sabía que él no iba a atravesar ésa puerta, ésta vez sabía que por más que lo esperara no iba a volver, ésta vez sabía que ésa habitación se quedaría vacía para siempre.
Se acercó con pasos muy lentos, casi débiles, a la cama; cada esquina de ése lugar tenía un recuerdo diferente, en cada pequeño espacio había una parte de su corazón.
Ya sin fuerza alguna se dejó caer, sentándose en la orilla de la cama, de espaldas a la puerta; si tan solo pudiera verlo una vez más, si pudiera ver su sonrisa otra vez, si pudiera verlo a los ojos una vez más, solo una vez más, entonces lo abrazaría con la mayor fuerza que su débil y enfermo cuerpo pudiera ejercer y le diría "te amo... Te amo... Te amo... Lamento no habertelo dicho más seguido"
La muerte era tan caprichosa, que se lo había llevado a él; su único consuelo era que su turno no tardaba en llegar.
Quiso acomodarse mejor y extendió su mano hacia atrás, pero al hacerlo sintió una textura conocida debajo de la almohada; jaló el objeto hacia él para ver que era, pero cuando lo tuvo en sus manos las lágrimas que había venido reteniendo salieron sin freno alguno.
Era el muñeco que había hecho para él cuando lo conoció, lo había estado guardando todo éste tiempo.
Sus mejillas quedaron empapadas casi de inmediato, se había prometido no llorar de nuevo pero no había podido impedirlo; había pasado un mes desde que todo sucedió y aún no podía recuperarse, ¿Qué sería de él el resto de su vida?.
Abrazó el muñeco feo con mucha fuerza, acercándolo lo más que se pudo a su pecho y a su nariz; intentaba llenar el vacío que dejó pero le era imposible, todo ocurrió tan de imprevisto que le había dejado una marca que jamás iba a irse.
Le dolía aceptar lo que sucedió, aceptar que la única forma de volver a verse era después de morir; quería sentir el calor se sus brazos una ves más, quería besarlo y abrazarlo tanto como pudiera, pero era imposible.
De repente, en medio de aquel drama, logró escuchar a lo lejos como alguien se acercaba; no tuvo tiempo de pensar y soltando el muñeco corrió hacia la pared y se escondió dentro, cerrándola justo antes de que entraran.
- éste lugar es tan pretencioso -
Declaró con disgusto la voz de afuera; James logró reconocerla, era la voz de Demian.
- ¿Qué hará con todo ésto su alteza? -
Ésa segunda voz no la identificó, pero era una voz femenina que dejaba una sensación como la que dejaría una serpiente si hablara.
- regalarlas al pueblo sería lo más ético; pero creo que venderlas me daría mejor ganancia -
Dijo sin ningún rastro de tacto para después comenzar a reír.
La rabia se asomó por el corazón de James, aquellas palabras eran tan crueles, ¿Cómo tenía el descaro de decir éso, reírse y para colmo hacerlo todo en la habitación de su único hermano fallecido?
- mantenga las apariencias -
Le sugirió la segunda voz, también hablando de manera burlona y entre risas.
Era hipocresía pura lo que había en su voz, como si estuviera de acuerdo con lo que el rey acababa de decir.
La sangre de James comenzó a arder con estos comentarios, tenía ganas de cerrarles la boca, pues no tenían derecho alguno de burlarse dentro de aquella habitación.
- es verdad, debo seguir actuando, debo seguir con la ridiculez de "estoy tan triste por su muerte" "lamento mucho haberlo perdido de manera tan trágica"; cómo si no lo hubiera matado con mis propias manos -
Sus ojos se abrieron de par en par al escucharlo, ¿Asesinato?; Nunca creyó en las mentiras de que había sido por accidente, sin embargo a penas le había pasado por la cabeza sospechar de él aunque fuera lo más obvio; Peter confiaba en él y no iba a cuestionarlo, pero en ése momento todo respeto que tenía se derrumbó.
La manera en la que confesó ésto, tan despreocupada, tan burlona, como si no fuera nada; la manera en la que dijo todo hizo que la ira consumiera a James, reemplazando a la tristeza de hace unos momentos.
Fue la ira su motor para hacerlo respirar cada vez con más fuerza, cada palabra que había dicho en ésos discursos, sus lágrimas en su funeral, todos los gestos de amabilidad que tuvo con él cuando supo el veredicto de su padre, todo era mentira.
- debió haberse sentido bien darle su merecido a ése cretino -
Soltó con desprecio la segunda voz; para ése punto las emociones de James se habían acumulado al punto de que podía cometer un crimen de odio en ése preciso instante.
Demian soltó una risa macabra, recordando con satisfacción ése momento
- debiste haberlo visto, cuando cayó por ése risco su mirada estaba tan desesperada... -
Si, James antes estaba enojado, pero ésas palabras fueron lo que culminó su ira.
Peter confiaba en él, le tenía una fe increíble, no pudo imaginarse lo que sintió al morir, y el hecho de que que lo último que haya visto fuera la sonrisa hipócrita de Demian; fue todo éso lo que finalmente derramó el vaso.
Comenzó a correr bajando las escaleras; su conciencia estaba nublada, no sabía que hacer ni que pensar solo podía correr.
No se dió cuenta cuando sucedió, pero había entrado al bosque.
La escena no cambió ésa vez, solo se movió de lugar, a un sitio en lo profundo del bosque.
Al llegar ahí lo que logró ver fue varias figuras femeninas que había visto vagamente antes, a la mujer de cabello blanco y las dos que siempre le acompañaban, además logró ver una figura masculina bastante joven; llevaba un traje blanco lujoso, pero empapado en su totalidad, además de estar lleno sobretodo en el pantalón de lo que parecia ser rastros de lodo.
Peter estaba ahí, de pie frente a aquella mujer que le había arrebatado todo lo que tenía, no le miraba, no, prefería no verla a los ojos, pues hacerlo provocaba que recordara la manera en la que lo había encerrado, evitando que saliera del bosque, le recordaba la forma en la que pelearon cuando se resistió y también el como había perdido.
Al verlas ahí, tan concentradas encantando un arma, al verlas reírse mientras decían que habrían de ganar después de eso y que arreglar ése problema sería muy fácil, al verlas tan triunfantes y verse a si mismo incapaz de hacer nada sentía como la rabia lo carcomía por dentro.
Mentía si decía que era lo único que sentía, pues el miedo también estaba presente en él en aquel momento, dentro de él había una angustia que estaba torturandolo, sentía angustia pero solo impotencia; incluso si intentaba detenerlas le era inútil, sabia perfectamente que en su estado actual no lograría absolutamente nada.
— no lo lograrán; él jamás caería en su trampa —
Le amenazó casi intentando creerse aquellas palabras él mismo, rezaba e incluso imploraba porque aquellas palabras se cumplieran, rogaba porque no lograran su objetivo.
La mujer de cabello blanco volteó a verlo cuando lo escuchó, pues era la única que aún podía oírle, que aún podía verle; y si bien no podía tocarle, pero su alma estaba en sus manos, así que podía hacerle daño en cualquier momento; ésta al escuchar sus palabras y al ver su expresión tan decidida, rió casi con lastima.
— no le tenga tanta fe su alteza —
Le respondió con ése típico tono que usaban aquellos que se creían superiores, ése timbre de voz que adoptaban para humillar a los demás; la manera en la que decía el título era tan detestable, usándolo solo para burlarse de él; lo que le hacía sentir era más que rabia, lo que antes su pecho quemaba y también lo que solía ser su garganta, lo que sentía era pena e incluso asco, más hacia él que hacía aquella mujer, por el como se había convertido de repente en éso, un espectador que no puede hacer nada más que observar, en una figura sin forma.
Veía una y otra vez sus manos, tenían la misma forma de cuando estaba vivo, pero no las sentía así, sentía como si fueran una masa, como si no tuvieran forma; lo mismo pasaba con el resto de su cuerpo.
En medio de aquella batalla de miradas, una piedra que tenían descansando en el pasto comenzó a parpadear, emitiendo una luz de un verde tan oscuro que casi parecía negro; una sonrisa macabra se formó en el rostro de la del cabello blanco; sabía que significaba, todos ahí lo sabían.
Una volcadura en lo que antes eran sus entrañas fue lo que logró sentir al darse cuenta de lo que sucedía.
Había algo raro que le sucedía desde que dejó su cuerpo físico, podía sentir las intenciones de las personas, como si supiera lo que estaban apunto de hacer o lo que estuvieran pensando, y justo éso estaba sucediendo; podía sentir un terrible peligro avecinarse, un ansia de venganza y de poder tan fuerte que resultaba peligrosa.
— funcionó —
Aclaró lo que sucedía una de ellas hacia su líder, quien se limitó a dirigir una mirada arrogante y triunfadora hacia el fantasma del príncipe; sentía tanto odio hacia la gente de poder y sobretodo hacia la familia real, el chico ahí no era la excepción.
En ése momento hubo algo en el ambiente que cambio, Peter logró sentirlo, una extraña sensación lo llenó por completo, una sensación de calor pero al mismo tiempo triste, sensación que entendió de inmediato, no supo cómo, pero la entendió; él estaba ahí.
Una desesperación lo invadió de inmediato, no podía permitirlo, no podía dejar que llegara a ése lugar, tenía que impedirlo.
Corrió lo más rápido que pudo, más rápido de lo que en vida había podido correr buscando el lugar que ésa sensación le indicaba, había algo parecido a una brújula que lo guiaba hacia él, corría sin pensar a dónde le indicaban; la sensación se hizo cada vez más fuerte, hasta que llegó un punto dónde lo llenó por completo, justo en ése momento, cuando alzó la mirada logró verlo.
Fue como si el tiempo se hubiera detenido, al verlo sintió sus ojos arder; su cabello estaba igual de rizado como la última vez que lo vió, pero lucía más maltratado, las pecas en su rostro seguían en su lugar, sus labios seguían siendo hermosos, pero estaban secos, y sus ojos, seguían teniendo el mismo verde que le penetraba el alma, pero estaban rotos, rojos e hinchados de tanto llorar.
James corría con toda la fuerza que tenía, podía sentir la tensión en sus músculos a cada paso que daba, su respiración que parecía no poder más; de vez en cuando estiraba el brazo para limpiarse los ojos, pues se llenaban sin querer de lágrimas que no lo dejaban ver el camino; parecía débil, y físicamente lo estaba, pero en sus adentros aún así podia sentir la ira que lo consumía por dentro, la ira que le daba el poder de seguir avanzando.
Peter sabía que no iba a detenerse, y no iba a perdonarse si no lograba evitar que llegara y algo le pasaba.
— ¡No! ¡No vayas! ¡Es una trampa! —
Intentó advertirle inútilmente, en una esperanza de que pudiera escucharlo, sin embargo ésto no sucedió, sus sentimientos eran tantos y tan fuertes que olvidó por un segundo su situación. Al ver su fracaso decidió intentarlo una vez más, parándose frente a su camino.
— James porfavor, ¡Sal de aquí, regresa! —
Decir que estaba desesperado no le hacía justicia a lo que en realidad sentía, iba a decir algo más, pero el aludido no se detuvo por obvias razones, y justo al terminar ésa frase siguió su camino atravesando a Peter, como si no estuviera ahí.
Cuando éso sucedió todo en él se detuvo una vez más, pero ésta vez en el mal sentido; el vacío que sintió fue indescriptible, fue un frío y una soledad inmensas que lo recorrieron rincón por rincón, penetrando completamente su alma, que se sintieron como una fría espada atravesando; había olvidado por completo que el castaño seguía con vida, pero él ya no.
Al ver que no pudo detenerlo una desesperación más grande que cualquiera que antes haya sentido, tan grande que le impedía pensar, lo consumió, y comenzó a seguirlo de cerca ya sin decir nada, rogando porque retrocediera, que razonara las cosas, pero no lo hizo.
Al llegar al roble dónde se dieron su primer beso James se detuvo, sus piernas ardían como el infierno, y tanto su respiración como sus latidos estaban tan acelerados que parecía que explotarían en cualquier momento; su vista se nubló por completo, pues le había exigido demasiado a su cuerpo considerando la enfermedad que portaba, no lograba ver nada claro; a los pocos segundos su oído también quedó nublado, dejandolo escuchando un molesto pitido.
Se sujetó de sus rodillas para mantener el equilibrio; a pesar de todo el malestar físico que tenía, aún podía sentir su sangre arder al recordar lo que había escuchado, Peter había confiado en él y lo único que hizo fue arrebatarle todo a sangre fría.
Peter se detuvo a su lado con una angustia terrible; quería abrazarlo, decirle que todo estaba bien , que él estaba bien, quería pedirle e incluso rogarle por que saliera de ahí, que lo hiciera por él y por el amor que le tenía. Tenía tantas cosas para decirle, pero justo después de que se detuvieron aquella sensación llegó otra vez, pero no era dulce y cálida como cuando sintió a James, si no áspera y oscura.
Regresó la mirada notando que la mujer de cabello blanco estaba escondida entre los árboles, acechando a James como un león acecha a su presa.
Al notarla notó también su oscura intención; atacó de inmediato, en un intento desesperado de protegerlo.
— ¡No te atrevas a tocarle ni un pelo! —
Le amenazó con agresividad poniéndose frente al castaño, como si de algo sirviera; podía sentir la decisión envolverlo, estaba dispuesto a soportar cualquier cosa solo para protegerlo, se sentía poderoso, pero la mujer al verlo solo rió tan fríamente que derrumbó toda ésa falsa armadura que había construido, deshaciéndose de toda su valentía.
— ya no puedes hacer nada, ¿Qué no entiendes? —
Ésas fueron las palabras que acabaron con su fuerza, sabía perfectamente que no había nada que pudiera hacer, no había nada en sus manos, no podía intervenir.
Al ver su mirada de impotencia aquella bruja solo sonrió como pensando «eso creí» y avanzó sin inmutarse por su presencia, atravesandolo, casi como un recordatorio de su posición.
Del otro lado, James respiraba con fuerza intentando recuperar el aire que perdió en aquella carrera. Creía que la ira bajaría al correr, pero al parecer lo único que sucedió fue que aumentó más.
Sus pensamientos se volvieron su enemigo en ese momento, entre más analizaba la situación más coraje le daba. Era más que obvio que sucedería algo así, resultaba demasiado idealista creer que después de perder realmente los dejaría vivir en paz.
No sabía en qué pensar ni que sentir en ése momento, pero aún así sabía que tenía que volver al pueblo; se reincorporó con apenas fuerzas, con la intención de regresar, pero al dar la media vuelta una figura femenina, de una delgadez enfermiza apareció frente a él
— ¿A dónde vas niño? —
Aquella voz susurrosa hizo eco en su cabeza, era la misma voz de la habitación; la manera en la que lo miraba y en la que se acercaba a él le dejó en claro una cosa.
Sabía que él sabía, y no iba a dejar las cosas así; si intuición le indicó que saliera de ahí lo antes posible, y lo intentó, pero al dar media vuelta al lado contrario encontró otra figura femenina, una de cabellera rubia y de cuerpo un tanto robusto.
— ¿Tan pronto te vas? —
Preguntó en un tono de ironía mientras se acercaba de manera amenazante.
No sabía cómo ni porque, pero sabía que tenía que huir, había algo que le decía que no estaba nada seguro en ése lugar; intentó ir por el frente, la única dirección que le quedaba, pero al hacerlo una figura mucho más imponente que las otras apareció frente a él.
Era una mujer de cabello largo y blanco, de mirada tan fría como el filo de una espada, de aura tan fuerte que daba miedo.
Fue en ése momento que algo en su interior le dijo que las cosas saldrían mal.
— no tienes escapatoria —
Le afirmó con tal fuerza que lo único que pudo hacer fue retroceder; James no las conocía, pero sabía que no eran de las personas buenas, si no todo lo contrario.
Se puso a la defensiva, esperando a que atacaran; cuando de repente una risa masculina resonó detrás de los árboles.
Peter al notar la presencia de aquella persona sintió su ser llenarse de miedo; se volvió lo más rápido que pudo y comenzó a llamar a gritos al castaño, con la inútil esperanza de que lo escuchara.
— ¡Tienes que salir de aquí ahora! —
Gritaba una y otra vez, comenzando a desesperar porque no podía escucharlo.
Una figura alta y fornida apareció, llevaba un traje que intentaba ser elegante , y tenía una sonrisa arroogante en el rostro.
— creí que atraparte sería más difícil; pero mira, sin necesidad de que te buscaramos aquí estás —
Declaró la voz saliendo lentamente de su escondite.
Cuando James lo reconoció la ira dentro de él creció de manera inimaginable; era una sensación que jamás había experimentado, tenía el deseo indomable de golpear a quien tenía enfrente hasta que de él no quedara más que polvo y una extraña sensación de saber que podría hacerlo sin sentir culpa alguna.
— tú —
Le señaló con un aura tan oscura que no parecia humana.
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