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capitulo 25

No puede ser, a partir de aquí el final está cada vez más cerca 🙈
Solo me queda agradecerles por quedarse hasta ahora y decir que falta muy poco para que todas sus dudas se resuelvan
En fin, buena lectura ✨

El mal.
¿Saben qué es? ¿Ustedes cómo lo describirían?
En mi propia opinión, yo describiría el mal como toda aquella acción que perjudique de manera negativa a uno mismo y a la sociedad.

Es verdad que aún hoy en día existen muchos debates acerca de cómo clasificar el mal; sin embargo a lo largo de los años la representación de éste sigue siendo la misma, reflejandolos en criaturas como los demonios, psicópatas, corruptos o lo que realmente nos interesa, los villanos.

Un villano,
Seguramente a muchos de ustedes pensarán en una figura vestida de negro, verde o morado, o en algún personaje en específico de alguna novela, película o serie; sin embargo considerando la trayectoria que llevamos desde el primer capítulo de ésta historia hasta el momento, les haré una pregunta crucial para continuar.

¿Están seguros de quién es el villano aquí?

Si es así...
¿Cómo están tan seguros?

Pero bueno, continuando con la historia James, una figura familiar para ustedes estaba en una posición también bastante familiar para ustedes, recargado en un árbol.

Sus ojos estaban hinchados y rojos de tanto llorar, tanto su piel como su ropa estaban llenos de tierra, por su cuello podías notar algunas ramas creciendo y apoderándose lentamente de aquel territorio, y su cabello estaba tan despeinado como siempre; los guantes que siempre solía tener ya no estaban, dejando a la vista sus lastimadas manos.
Por su espalda colgaba una capa color blanco también bastante rota y sucia.

Se veía completamente devastado, y no era para menos, pues realmente lo estaba.

Frente a él también podías ver la figura de alguien más; un chico que llevaba una capa negra con el gorro puesto, que le cubría el rostro, llevaba un pantalón beige bastante roto y sucio, en el torso tenía una camisa blanca con un corset para hombre decorado con distintas piedras, ambas prendas igual de sucias y gastadas, daban el aspecto de estar mojadas.

A su alrededor podías notar una energía negra y oscura que lo rodeaba, como protegiéndolo.

- éste no eres tú... -
Susurró James de manera lastimera y algo rasposa.
- ¿Qué fue lo que te sucedió? -
Ni siquiera se esforzaba, parecía rendido ante todo, parecía cansado incluso exausto.

Con solo verlo sabrías que ya no podía ni siquiera con su alma, estaba solamente a la espera de su propio fin, toda esperanza que solía tener se había desvanecido en el aire.

- querido... -
Peter, la figura de la capa negra se acercó lentamente a él, solo bastó con dar un par de pasos para quedar a un paso de chocar con él.
- después de fingir tanto tiempo... -
Extendió su mano mientras hablaba, las cuales eran tan blancas como la nieve, pero estaban cubiertas por líneas negras y en la punta de sus delgados dedos totalmente cubiertos de aquel color.
Con delicadeza acarició con su mano izquierda el rostro de James, desde su frente hasta llegar a su mandíbula; ya con la mano ahí limpió con su dedo pulgar las lágrimas del rostro del chico.
- se volvió parte de mí... -

James sintió una rabia incontenible crecer dentro de él; colocó ambas manos en el pecho del contrario para después empujarlo lejos de él con la poca fuerza que tenía.
- devuélvemelo -
Habló en voz baja con furia extremadamente notoria.
- no hice todo ésto por nada -
Después de decir eso caminó de manera amenazante hacia él con agresividad en sus pasos.

Peter comenzó a reír irónicamente, casi burlándose de él.
- demasiado tarde... -
La manera en la que dijo eso fue confusa, podías sentir la arrogancia y la burla en aquella frase; pero si la escuchabas con atención podrías notar dolor en ella.

— ¿Porqué... Porqué sigues haciendo ésto? —
Su voz, sus ojos, todo en él estaba roto, las lágrimas que comenzaron a salir nuevamente de sus ojos lo decían todo; no importó cuan fuerte fue, al final destruyeron todo de James, todo.
— pudiste haber detenido todo desde el principio... —
Mil años, o quizá más; había perdido la cuenta de cuánto tiempo resistió todo, siempre que despertaba se decía a si mismo que vendría algo mejor, que su vida mejoraría; sin embargo llegó un punto en el que ya no podía pensar en ésa posibilidad siquiera, dónde sabía que no era posible, que había perdido todo.

— ¿Porqué insistes en pensar que es mi culpa? —
Dijo Peter seriamente, volteando su rostro hacia otro lado como evitando que lo vieran.
— ¿Has perdido la memoria? —
Aquellas palabras quemaron en lo más profundo del corazón de James, lastimaron lo poco que aún quedaba intacto.

El de ojos verdes no podía pensar siquiera, estaba completamente consumido por una enorme tristeza, por un constante peso que crecía día a dia, por una herida que jamás iba a cerrar.
— ¡No! ¡Quisiera haberla perdido pero sigue ahí! Estoy conciente de mi decisión... Pero aún así pudiste detenerlo —
Frente a él tenía a su más grande debilidad, la única persona que podía ponerlo nervioso, y en aquel momento, la única persona que lo hacía llorar con tan solo verlo; era imposible para él no sentirse indefenso y torturado por aquel mounstro que se había adueñado de su mente, que había consumido lentamente toda su felicidad.

— ése día... No podías verme... Pero estuve ahí... Yo lo ví todo —
La voz de Peter de repente cambió, se volvió de alguna manera sincera, y también rota, completamente destrozada, casi en el mismo estado que James.
Después de decir eso, de repente gruñó con furia y dió un paso hacia atrás, como si estuviera luchando.
— ¡¿Tienes idea de cuan doloso fue éso?! —
Nuevamente su voz volvió a ser distorsionada, la energía a su alrededor comenzó a crecer al igual que las marcas en su piel; parecía estar furioso de la nada.
James se asustó al verlo en ése estado, dando un paso hacia atrás inconscientemente.
— ¡Si no te hubiera hecho caso ése día... —
De la nada comenzó a gritar, acercándose amenazante hacia James quien solamente podía retroceder; aunque rápidamente chocó contra un árbol.
— ¡Si no fuera por tí ninguno de los dos estaría aquí! —
Cuando terminó de hablar se detuvo bruscamente; estaban a escasos centímetros uno del otro,  casi rozando sus narices James lo veía fijamente con miedo y tristeza, mientras que Peter se quedó en pausa.

Estando así de cerca, Peter podía notar cada detalle del rostro de su contrario, de alguna manera hizo que se detuviera antes de lastimarlo, sintiéndose tentado a hacer algo diferente.

Antes de que pudiera hacer lo que pretendía, alguien jaló la capa que colgaba por su espalda alejándolo de James.
— ¡¿Pero qué...?! —
Justo cuando estaba apunto de ver quién fue el que había hecho aquella acción tan tonta, ésa persona le dió un fuerte golpe en la cabeza con una rama, haciendo que se apartara de James más de lo que ya lo estaba

— Tú... ¿Qué estás haciendo aquí? —
James miraba con sorpresa y mucha confusión al chico pelinegro frente a él; lo primero que notó fue que sus manos estaban sin marca alguna, cosa que lo confundió.

—es una larga historia —
Respondió Pete nervioso sin quitar la mirada del frente, sosteniendo la rama con fuerza esperando que la ira del hombre del bosque se desatara sobre él.

Rápidamente, más pronto de lo que esperaba, Peter se levantó del suelo; la capa que solía vestir estaba tirada en el piso pues se había arrancado al momento de jalarla.

El menor de los tres tembló al ver su rostro; sus ojos estaban completamente cubiertos por un tono tan negro como la noche, por su rostro y cuello también había marcas de ése mismo color que tapaban la blanca piel del contrario.

Tanto sus pómulos cómo su mandíbula estaban notoriamente marcados, sus labios eran ligeramente abultados; de ahí en más no podía distinguir alguna otra facción de su rostro.

Lucía realmente atemorizante.

— ¡Niño tonto! —
La energía a su alrededor comenzó a fortalecerse, haciendo que el aire comenzara a soplar; las marcas en su rostro y en sus manos comenzaron a abarcar más espacio en su piel.

En cuanto se puso de pie lanzó un golpe directo al rostro de Pete; aunque él lo esquivó con facilidad, pues de algo tenía que servirle el ser bueno huyendo.

— ¡¿Porqué lo culpas a él?! —
La verdad era que Pete no era el tipo de persona que quisiera arreglar todo con violencia, de hecho siempre consideró que era la manera equivocada de hacerlo, pero en aquel momento estaba dispuesto a volverse salvaje, quería ante todo acabar con el espectro que tenía enfrente.
— después de todo tu lo asesinaste —

Ante aquellas palabras una sonrisa de lado se formó en el rostro de Peter.
El menor decidió no esperar y atacó imprudentemente alzando la rama e intentando golpear al contrario, pero éste detuvo la rama con una mano.
— ridículo, no sabes de lo que hablas —
Ambos ejercían fuerza en aquel objeto de madera, aunque cabría recalcar que ninguno de los dos era muy fuerte, ni tampoco bueno peleando, así que la pelea era casi justa.

— se lo suficiente —
Pete intentaba fingir lo mejor que podía valentía, pues internamente estaba muerto de miedo; aunque temía más el perder el tiempo y quedarse ahí por siempre, así que éso le daba impulso.

Peter empujó con fuerza al menor haciendo que se cayera al piso y soltara su arma, ya estando así intentó patearlo pero Pete fue más rápido y rodó evitando el golpe.
— ¡Oye! —
James intentó acercarse a ayudar pero el hombre del bosque extendió su mano a su dirección y de inmediato algunas raíces de árboles lo ataron a uno de ellos.

— quieto —
Dijo Peter con furia hacia James, quien sin objetar se cayó de inmediato.

El menor aprovechó que estaba distraído para levantarse y agarrar la rama de nueva cuenta; no se quedó quieto ni esperó, sin pensarlo dos veces golpeó a su contrincante en la cabeza.

Peter gruñó furioso de manera sonora, apretando su puño con fuerza, y como consecuencia apretando también las raíces que sostenían a James.

— él era tu esclavo favorito, era obvio que sería tu primera víctima —
El hombre del bosque pareció molestarse mucho por aquellas palabras y por la insolencia que representaban; con rapidez enredó con firmeza su mano en el cabello del menor, aunque éste rápidamente le tiró una patada en el torso con fuerza, haciendo no solo que lo soltara, si no también que se cayera al suelo.

James gruñó con disgusto al escuchar las palabras de Pete, pues dos de sus adjetivos más detestados se incluían en ellas y lo peor de todo era que aquella frase estaba dirigida a él.
— ¿Porqué todos usan esa palabra? —
Habló el de cabello rizado con disgusto, casi a manera de berrinche.
— ¡No soy su esclavo! —
Realmente estaba cansado de que lo llamarán así; podía tolerar que lo llamarán sirviente, bufón o lacayo como muchos lo habían hecho antes, pero la palabra esclavo realmente le molestaba.

— ¿No? ¿Y entonces? —
Preguntó Pete realmente confundido pues aquellas palabras habían derrumbado toda su teoría, y ahora el porqué de todo no tenía ningún sentido,  fue como haber empezado de cero.
Se confundió tanto que se distrajo de lo importante, dándole la oportunidad a Peter de aprovecharse, el cual sin demora le tiró un golpe en rostro.

Para James fue más complicado de lo que esperaba el describir o etiquetar su relación.

¿Hermanos?
No lo eran, ni se tenían afecto de ésa manera.

¿Consejero?
Era más profundo que éso.

¿Sirviente?
Por su puesto que no.

¿Escudero?
El ni siquiera era un caballero, era ridículo tomar ése nombre.

¿Compañeros?
Definitivamente no tenían ése tipo de relación.

¿Amigos?
Era la más cercana, pero aunque quisiera sabía que no era así.

El de cabello rizado gruñó de frustración, pues detestaba el tener que explicarlo y le incomodaba tener que admitirlo.
— ¡Es mi novio! —
El menor casi deja caer al suelo su arma al escuchar aquella información; estaba realmente sorprendido, no se esperaba para nada esa respuesta, y aunque no lo admitiera le dolió escucharlo de alguna manera.

De repente sintió cómo lo arrojaron con fuerza contra el duro tronco de un árbol, el cual tenía una rama que apenas crecía, la cuál con el impacto hizo de una parte de la parte de arriba de la oreja de Pete se abriera, dejando un pequeño agujero en el lugar y haciendo que la sangre comenzara a salir.

Peter rápidamente puso su mano en el cuello del menor, evitando que bajara, dejándolo incapaz de tocar el suelo con los pies.
— realmente quieres saber lo que sucedió, ¿Cierto? —
Pete agitaba los brazos e intentaba alejarlo de una patada pues la fuerza que ponía en el agarre estaba haciendo que se quedara sin aire, pero era completamente inútil.
— bien —
Peter lo arrojó con fuerza, y la energía que lo rodeaba lo siguió, deteniendo su cuerpo que casi estaba volando casualmente en el roble al que una vez fue con James.

O quizá no tan casualmente.

La energía que lo protegió del golpe, sosteniendolo en el aire por unos segundos y entrando por sus ojos y su boca, antes de dejarlo caer al suelo trasnportandolo al vacío color negro al que había ido cuando tocó a Adeus.

En menos de diez segundos estaba de vuelta ahí; estaba confundido, ¿Qué era ése lugar?

Pete comenzó a dar pasos fuertes en el suelo, notando que la parte del suelo estaba llena de agua; si miraba alrededor no podría encontrar nada más que una infinita oscuridad.

Comenzó a caminar hacia el frente, pero aunque avanzara no había nada, todo estaba completamente vacío.

De la nada, la oscuridad comenzó a desaparecer, y en su lugar aparecieron dos lugares paralelos; a su lado derecho había una pequeña cabaña, pero estaba dividida a la mitad, solo lo dejaba ver el interior y se cortaba precisamente por el medio; en aquella cabaña había una escalera que llevaba a un “segundo piso” en el que había mucha paja, en la parte de abajo había una mesa de apariencia rústica y bastantes cajones; absolutamente todo estaba hecho de madera.

Del lado izquierdo había una habitación bastante espaciosa, casi del tamaño de la cabaña , con una cama bastante grande cubierta con una colcha rojo oscuro y algunos muebles lujosos.

Al principio aquellos lugares estaban vacíos, pero de la nada en la cabaña aparecieron cinco figuras, había una mujer idéntica a James, de cabello rizado y piel ligeramente bronceada, con un vestido blanco bastante simple que parecía más bien una bata, con las puntas llenas de sangre, ella estaba sentada en una silla con la frente llena de sudor.

A su lado había un hombre también de piel bronceada sosteniendo su mano con fuerza; frente a ellos había dos mujeres, una sostenía a un bebé en brazos y la otra lo limpiaba.

Estás mujeres entregaron al bebé a la mujer, quien con los ojos llenos de ilusión lo cargo.
— es hermoso —
Le dijo al hombre a su lado con una sonrisa.
En sus ojos parecía haber mil estrellas, a pesar de estar extremadamente cansada lograbas ver el alivio y la incomparable felicidad que había en sus ojos al sostener a su hijo en sus brazos.

El hombre caminó rápido y tomó un pandero que había en la mesa y pronto volvió a lado de su esposa y comenzó a agitar el pandero frente al bebé; el infante que solía llorar comenzó a calmarse al escuchar aquel sonido.

Ambos padres veían con fascinación el fruto de su amor, estaban hipnotizados por el pequeño bebé que cargaban.
Ambos se voltearon a ver con felicidad, entonces juntaron sus frentes como gesto de amor.

Pete volteó la mirada hacia el otro lado, dejando de ver aquella conmovedora escena; cuando regresó la mirada hacia la habitación, logró ver a una mujer vestida de rojo recostada en la cama, también cubierta de sudor, sin embargo a diferencia de la otra mujer ésta tenía una expresión de disgusto en su rostro.

— odio ésto, espero no volver a hacer ésto en mi vida —
Dijo la mujer bastante disgustada, con la voz aún bofa por aquel enorme esfuerzo que tuvo que hacer.
— es lo único malo de casarte con un príncipe, necesita herederos —
Escupió con desprecio sin arrepentimiento alguno.
Había tres mujeres más en la habitación, quienes bañaban y limpiaban al bebé recién nacido; la más joven de ellas se acercó a la mujer para que cargará al bebé, pero ésta simplemente lo rechazó a sangre fría.
— no,no,no llévatelo, su llanto me enferma —
Dijo llevándose la mano a la frente para después sobarla, después de todo necesitaba descansar, y le dolía la cabeza.

La partera estaba confundida, jamás había visto algo así en todos los años en que había trabajado en ésa profesión.

De repente las puertas de aquella habitación se abrieron de par en par, por ellas entraron dos guardias, seguido de un hombre bastante robusto de cabello castaño y un niño de dos años del cabello del mismo color.

— ¡Mi rey! —
Exclamaron las tres mujeres en la habitación antes de arrodillarse frente al hombre, la más joven con cuidado de no lastimar al bebé que aún lloraba desesperado.

— quiero ver a mi nieto —
Dijo amablemente el hombre para después acercarse a las parteras; la que lo cargaba rápidamente se lo entregó y él con cuidado lo cargó, mesiendolo suavemente.
— es bastante lindo —
Dijo analizando las facciones del bebé, aunque era obvio que no podría verlas con claridad ya que acababa de nacer.

Una pequeña mano jaló el pantalón del rey llamando su atención, cuando éste agachó la mirada vió a su otro nieto dándole señales de que también quería ver a su hermano; el rey se agachó para que el niño lo viera, cuando lo vió lo único que hizo fue ladear la cabeza en señal de confusión.
— es muy pequeño... —
Dijo el pequeño niño de dos años, pues no comprendía aún las etapas de crecimiento y no entendía porque su hermano era de tan reducido tamaño.

— necesitamos un nombre, ¿No es así Demian? —
El pequeño niño se metió un dedo a la boca y volteó a ver a su tío sin entender mucho de lo que hablaba.
— ¿Te parece... Peter? —
Habló sin dejar de ver fijamente al bebé, el pequeño Demian simplemente asintió con la cabeza y su abuelo sonrió.
— así será entonces, príncipe Peter —
Declaró el rey con una sonrisa.

Después de aquella declaración todo a su alrededor se desvaneció por un momento regresando a Pete a la nada.
No pudo siquiera preguntarse que había sucedido cuando apareció nuevamente dentro de la cabaña, ésta vez podía verla por completo, aunque a decir verdad no era mucho más espaciosa de ésa manera.

Lo primero que notó dentro de la cabaña fue a un niño de cuatro años con cabello rizado, piel ligeramente bronceada y la cara llena de pecas, con un pandero de madera en la mano.

El niño, que inmediatamente reconoció caminaba en círculos caminaba en sin parar el instrumento.

— ¡Cállate! —
Gritó una infantil voz femenina desde el segundo piso, justo antes de arrojar una muñeca de paja que le dió justo en la cabeza.

El niño dejó de sonar el pandero y comenzó a llorar desesperado.
— ¡Mamá Alice me pegó! —
Gritó el niño acusando a su hermana.

— ¡Mamá James no me deja dormir! —
Gritó la niña de unos aproximados tres años; tenía el cabello ligeramente más oscuro que el de su hermano, pero de ahí en más se parecían bastante.

— basta niños —
Habló desde el fondo otra voz femenina, pero ésta vez más madura; era la mujer de hace un rato, que estaba sentada en una mesedora con un bebé en brazos.
— James, es tarde, deberías dormir —
La mujer tenía razón, a su alrededor parecía estar todo bastante oscuro, la única luz que iluminaba la cabaña era proveniente de algunas velas distribuidas por el lugar.

Ella se paró de la mesedora y caminó hasta la escalera y con mucho cuidado subió con el niño en brazos; el más grande de los tres niños al ver que todos habían subido la escalera se apresuró a apagar las velas para después subir con ellos también.

Al llegar ahí se recostó aun lado de su padre que estaba pesadamente dormido en una de las esquinas; a su lado estaba Alice quien también estaba recostada dándole la espalda, después de ella estaba el pequeño bebé de unos 7 meses de edad quien también estaba dormido, por último en la esquina contraria estaba su madre, quien también estaba recostada, preparada para dormir.

El pequeño James dió un par de vueltas, pero por más que lo intentaba no podía dormir; rendido se levantó a medias, lo suficiente para poder ver a su madre.
— mamá no puedo dormir, ¿Puedes cantarme un poco? —

La aludida abrió ligeramente los ojos para después volverlos a cerrar.
Oh my dear night,
why are you so cold?
Comenzó a cantar con la voz muy baja, casi susurrando.
At nightfall my sorrows will go to you
Oh my dear night
There is nothing that I can do
Fue casi como un hechizo, pues apenas comenzó a cantar, el niño comenzó a bostezar de sueño.
Will you leave at dawn?
Hey night, please stay more
Aquella escena sería increíblemente tierna a los ojos de cualquiera; la luz de la luna atravesaba la pequeña ventana que había detrás de las cabezas de todo, haciendo que el tono bronceado de la piel de todos los presentes brillara de un hermosa manera
My whole life is falling down
Oh my dear night
Más allá de la naturaleza de la canción, en la voz de aquella mujer sonaba realmente relajante; al ver que su hijo había caído dormido, ella simplemente dejó de cantar y se dispuso también a dormir.

En cuanto todos cerraron los ojos, aquella escena se desvaneció nuevamente y cambió de ubicación, ésta vez en las calles del pueblo.
— por favor, solo le pido un poco de leche, mis hijos no han comido nada en dos días —
suplicaba la madre de James desesperadamente a un comerciante.

Pete no pudo reconocer muchas de las calles del pueblo, pues eran muy diferentes a la actualidad, a como él las conocía.

Mientras su madre discutía con aquel hombre, el pequeño James que estaba sujeto a la falda de su madre, vió a lo lejos un gato; a su corta edad era obvio que tenía la curiosidad a flor de piel y la precaución no muy desarrollada, así que sin pensar en los riesgos el niño comenzó a caminar hacia el animal.

Caminó entre la gente, sin embargo pronto perdió de vista al gato; en un intento por encontrarlo, comenzó a ver a su alrededor, cuando vió algo que le llamó más la atención que el gato.

Una sastrería.

Se acercó al lugar, entrando sin tocar por la puerta, quedó completamente maravillado con la infinidad de hermosos trajes y vestidos que había en aquel lugar; sus jóvenes ojos veían por primera vez broches y perlas bellas y brillantes que decoraban la tela de las prendas que ahí ofrecían, admiraban maravillados las trenzas que sostenían y adornaban las cinturas de los vestidos.

Todo era maravilloso para él, en su (en ése momento) corta vida, jamás había visto más que sencillos vestidos de lana o algunas prendas de colores llamativos, pero sin muchos detalles.

— ¿Te gustan? —
Habló el dueño del lugar, un viejo sastre bastante delgado y con el cabello canoso llamando la atención del infante; James se sobresaltó ligeramente al ser sacado tan repentinamente de su mente.

Su inocencia era mucha a ésa edad, así que no sintió miedo alguno de la persona desconocida que se paró frente a él.
— ¿Usted los hace? —
Preguntó James con la curiosidad desbordando por sus ojos.

— si, todos los hice yo —
Contestó con orgullo el señor, aunque él niño no parecía ponerle mucha atención, pues toda estaba puesta en las telas y botones repartidos por el taller.

— ¿Cómo? —
Preguntó aún sin mirarlo a los ojos; en su lugar sostenía un botón dorado muy bien decorado, apreciaba con el mayor racionamiento que su edad le permitía los exquisitos detalles que éste tenía; aunque a decir verdad no podía apreciarlos con detenimiento.

— eres muy pequeño ahora, así que quizá no lo entiendas; cuando seas algo mayor quizá pueda explicarte —
Aquel viejesillo estaba hipnotizado por el niño pequeño que apareció de la nada en su taller, podía ver la energía y vitalidad que el a su avanzada edad ya no tenía, le llenaba de alegría verlo curiosear, era una escena bastante tierna.
— ¿quieres un poco de pan? —
A decir verdad el aspecto de James no era el mejor de todos, sus vestiduras tenían apenas estructura, llevaba algo parecido a un overol café con una camisa de lana y a pesar de estar limpias el rostro del niño estaba cubierto de tierra y su boca se veía partida de la deshidratación.
El niño solamente asintió con la cabeza.

El sastre se fué, dejando al niño solo nuevamente; el de cabello rizado comenzó a caminar más al fondo del lugar, comenzó a tomar los botones y los hilos, desordenado un poco el lugar, mientras caminaba vió un traje bastante lujoso a medio terminar, iba a acercarse pero fue jalado hacia atrás inmediatamente.
— ¡No,no,no! No toques ése, es para el rey —
Habló el hombre que volvió pronto, dándole un pan del tamaño de su estómago envuelto en una tela.

— ¿El rey? —
Preguntó el niño para después darle una mordida con ilusión al pan, y luego guardar el resto dentro del bolsillo de su overol.

— ¡Ahí estás! —
Habló desde la entrada su madre liberando una gran preocupación al ver a James sano y salvo.

— lo siento mucho buen hombre —
Se disculpó para luego llevarse rápidamente al niño del lugar.

Su madre lo regañó bastante mientras caminaban, aunque realmente no le prestó atención.

Un estruendoso sonido hizo que la caminata de ambos se detuviera; al voltear la mirada vieron a algunos guardias sosteniendo a una mujer de cabello negro, suelto y bastante largo, con el rostro pintado con algunos trazos negros.

— ¡La monarquía caerá! De nada sirve estúpida fidelidad —
Escupió aquella mujer de aspecto demacrado, uno de los guardias inmediatamente le dió un golpe en el rostro, haciéndola sangrar.

— morirás maldita bruja —
Todos estaban bastante asustados viendo aquella escena.

La madre de James rápidamente se agachó para quedar a su altura.
— escúchame James, cubre tus ojos y cuenta hasta tres cada vez que algo malo o algo como ésto suceda —
Habló desesperada intentando distraer a su hijo de aquella escena, aunque era tarde pues él ya estaba muy asustado.
— Si el presente es malo recuerda el pasado, si el pasado es triste imagina un futuro brillante. Solo mantente sonriendo, de ésa forma no podrán hacerte daño —
Dijo sin saber que aquella frase se convertiría en la filosofía de vida del niño.
Dicho eso lo cargó y ambos salieron lo más rápido posible de ahí.

La escena rápidamente cambió nuevamente, dejando al chico que en ése momento tomaba el papel de espectador bastante impactado y un tanto asustado.

Apareció de un momento a otro en una especie de sala bastante amplia, más que cualquiera que haya visto antes, las paredes eran de piedra y había muebles de madera bastante lujosos; en una esquina de la habitación había algo parecido a un sillón donde estaba sentado un niño de aproximadamente cuatro años, de cabello negro profundo, con la piel muy blanca y de ojos azules; a su lado estaba el rey, que sostenía unos lienzos con pinturas que representaban diversos trabajos de esas épocas.

— los panaderos preparan el pan que comemos —
Explicaba el rey a su nieto mientras le mostraba detenidamente las ilustraciones.
— y los trovadores la música que escuchamos —
El niño miraba atento y entusiasmado las imágenes, moviendo de atrás hacia adelante sus pies que colgaban del asiento.
— el trabajo del rey es encargarse de que todos éstos hombres hagan su trabajo, para mantener la paz y así tener un pueblo feliz y organizado —

— ¿Ése es tu trabajo abuelo? —
Preguntó el pequeño niño volteando haber al aludido.

— así es Peter, mi trabajo es verificar que mi reino sea feliz y ése algún día será el trabajo de tu padre —
El niño sonrió abrazando un caballo de juguete que tenía en sus manos.

Antes de que pudiera continuar con su plática, uno de los guardias entró y haciendo una reverencia habló.
— su alteza real, hay un grupo de mujeres que solicita su presencia —
El semblante del rey cambió a uno de alegría a uno de confusión; ya que era su deber rápidamente fue a atender aquella emergencia.

Mientras caminaba por los pasillos, escoltado por algunos guardias, de una de las habitaciones del castillo salió un hombre aparentemente joven en aspecto deplorable, alcoholizado hasta más no poder.

El semblante del rey volvió a cambiar radicalmente, llenándose de ira; aquel hombre apenas notó la presencia de alguien más.
— hijo, ¿Qué haces aquí? ¡Y en éste estado! ; ¿Así es como pasas tus días mientras tus hijos están solos todo el tiempo? —
Habló intentando mantener un tono de calma, pues lo que menos quería era parecer violento; en su posición la apariencia era muy importante.
Aquel hombre no se inmutó ante una presencia tan grande como lo era el rey, ni siquiera porque además de ser éso era su padre.
— Esos niños solo los tuve porque necesitas herederos para el trono, ¡No me importan! Es mejor que estén lejos de mi —
Habló con desprecio, y por el tono que usó dejando más que claro que estaba ebrio.
— ¡Con permiso! —
Exclamó para después avanzar en sentido contrario al rey sin pena alguna.

El rey suspiró rendido para después seguir avanzando a atender la emergencia que se avecinaba; después de todo él jamás pudo con su hijo, fue un rebelde sin compasión ni empatía alguna por los demás desde siempre, intentar corregirlo ahora sería inútil; por eso intentaba criar lo mejor posible a sus nietos, por lo menos al más chico, pues el mayor no prestaba interés en cuestiones políticas y era bastante agresivo, y un tanto obstinado; quizá criándolo como una buena persona podría salvar a su amado reino de la desgracia.

Llegó rápidamente al salón de bailes; Pete logró reconocer el lugar, fue aquel que tuvo que incendiar.
Cuando llegó ahí notó a un grupo de cinco mujeres, entre ellas la que más destacaba era una de cabello blanco y muy largo, casi a los pies, sujeto en dos trenzas bastante voluminosas.

Por sus vestiduras, el rey pudo adivinar rápidamente que eran de clase humilde, ya que la estructura y la tela de sus vestidos era bastante sencilla; en ése momento no podía adivinar que era lo que necesitaban.

Cuando entró a la sala, los guardias enderezaron sus posiciones en señal de respeto, también el grupo de mujeres que venían a verlo se inclinaron formalmente ante él.

— su alteza real —
Dijeron todos al mismo tiempo.

— ¿Querían verme? —
Habló colocándose frente a ellas, la de cabello blanco, quien parecía la líder se puso un poco nerviosa, pero después aclaró su garganta para hablar.

— si... Mi rey, verá... —
Habló sin levantarse del suelo, siempre en una reverencia y con la cabeza baja.
— éste día hemos dejado nuestro orgullo atrás y acudimos a usted en busca de un acuerdo... Y cobijo... —

En ése momento el rey no comprendía a lo que se referían, pero al ver los rostros preocupados y demacrados que aquellas mujeres tenían comenzó a preocuparse.

— somos más pero decidimos venir solo nosotras en representación de nuestras hermanas; ustedes nos han perseguido y asesinado cruelmente durante años, estamos hartas de huir, solo queremos que comprenda que nosotras no somos lo que creen —
Para ése punto comenzaba a comprender a lo que se referían, muchos de los guardias se habían puesto ya a la defensiva, como preparándose para cualquier ataque.

La mujer del cabello blanco se levantó y puso sus manos una sobre otra, sin llegar a qué se tocaran entre sí; después de unos segundos un azulejo hecho con energía dorada se formó entre sus manos.

— ¡Son brujas! —
Los guardias se alarmaron y pusieron sus lanzas en forma de cruz protegiendo al rey, algunos iban a atacar pero el rey rápidamente les dió una señal para que bajaran la guardia.

La mujer extendió la mano y la ave comenzó a volar, volando alrededor del rey para después desintegrarse en el aire.
— podemos proteger al reino de sus enemigos; ya sean físicos o no, lo único que pedimos a cambio es dejar de ser perseguidas y obtener cobijo dentro de éste castillo —

— ¡¿Cómo sabremos si no van a traicionarnos?! —
Gritó desde el fondo uno de los guardias, de manera bastante imprudente.

La mujer de cabello blanco ante ésta pregunta sacó una copa de plata con unos símbolos grabados; de su cintura sacó un pequeño cuchillo con el que se cortó ligeramente la palma de la mano, presionó con fuerza su palma dejando caer una gota de sangre dentro de la copa, la cuál inmediatamente después de que cayó soltó un humo negro que se desvaneció pronto.

— ésto es un juramento, si nosotras faltamos a nuestra palabra la desgracia caerá sobre nosotras y nuestras familias —
Habló con firmeza y seguridad.
— pero si ustedes lo rompen la desgracia caerá sobre ustedes y sus familias —

El rey lo pensó por un momento, el reino era muy pequeño en comparación con sus enemigos quienes tenían imperios completos; aquella pequeña ayuda podría salvar miles de vidas, después de todo dios no se enojaría si utilizaba aquella magia en beneficio de un reino entero.

— bien —
habló también con firmeza, asustando a algunos guardias.
— pero tengo mis condiciones —
La mujer de cabello blanco extendió la copa para que quedara al alcance del rey, bastante satisfecha por lograr su cometido.
— nadie debe enterarse jamás de ésto, deberán vivir de encubierto trabajando dentro del castillo —
Ellas aceptaron fácilmente la propuesta, y el rey cortó ligeramente su mano y dejó caer una de su gota de sangre dentro de la copa.

Había firmado un trato del que no podía retractarse.

Pete no comprendió el porqué le mostraban ésas imágenes, no entendió, al menos no en ése momento.

La escena volvió a cambiar, de vuelta al taller del sastre; fugazmente vió como durante un año entero James iba todos los días a visitar al sastre, tanto que hasta le enseñó a cocer, claro, éso era lo único que podía enseñarle a un niño de su edad.

De repente se detuvo en un momento en específico, poco después de haberse cumplido el año de su primera visita; el niño de cabello rizado estaba sentado cerca de una ventana cociendo de manera poco delicada y nada estética un par de retazos que le sobraron al sastre con mucho entusiasmo.

De una puerta salió el sastre bastante emocionado, con él llevaba el traje que había estado confeccionando detenidamente por un año entero ya terminado; él hombre rió con emoción soltando un ligero chillido.
— no tardan en llegar —
Habló bastante impaciente.
— ¿Limpiaste todo muy bien como te pedí? —
Cuestionó dirigiéndose al infante, éste solo movió la cabeza diciendo que si, sin perder de vista sus remiendos.

Un par de guardias se pararon frente a la puerta; el sastre sintió un hueco en el estómago al saber que significaba.

Un hombre rosbusto entró por la puerta con una sonrisa en el rostro, el sastre se arrodilló en señal de respeto.
— su alteza real —
Habló saludando formalmente.
— éste es el traje que le prometí, hecho por mis humildes manos —
Se levantó mientras hablaba y comenzó a caminar con algo de prisa hacia el centro del taller  trayendo consigo el traje del que hablaba.

El rey lo tomó en sus manos y analizó rápidamente todos los detalles ; él no sabía mucho de éso, pero podía decir que era bastante bonito.
— déjeme decirle que usted es muy habilidoso —
Mencionó con alegría el rey.

— ¿Porqué toca el traje? —
Preguntó el niño apareciendo de la nada.
— es para el rey, nadie debe tocarlo —
Regañó James al rey, éste solamente se rió.

El sastre rió nervioso al ver las imprudencias que su “aprendiz” hacia.
— niño, él es el rey —
Dijo jalando hacia atrás a James, quien estaba apunto de quitarle el traje al rey.

James volteó a ver al hombre castaño de pie, y después dirigió su mirada al sastre nuevamente.
— no es cierto —
Habló negando con la cabeza.

— ¿Porqué dices éso? —
Preguntó muy incómodo el sastre por aquella vergonzosa escena.

— él no lleva corona —
Argumentó el infante señalando al rey; él solamente rió.

— mi corona está en el castillo —
Dijo agachándose con algo de dificultad a la altura del niño.

— ¿Entonces eres el rey? —
Preguntó el niño llevándose un dedo a la boca, el hombre asintió con la cabeza.
— entonces respóndeme, ¿Porqué no dejas salir a los príncipes? —
James llevaba un tiempo escuchando de que existían dos príncipes, y que uno de ellos era de su edad; él era muy social y quería conocer más niños de su edad, la mayoría moría antes de los dos años, así que casi no tenía con quien jugar; además había escuchado que el principe menor era el niño más bello de todos, él quería comprobarlo por si mismo.

— porque aquí afuera es muy peligroso; hay mucha gente que querrá hacerles daño —
Explicó el rey lo más simplificado posible para que el pequeño niño pudiera entender, sin saber que él sabía más de lo que creía de la maldad del mundo.

Por la puerta entró una mujer corriendo, con la rabia y la preocupación consumiendola.
— ahí estás, ¡Te he estado buscando por todos lados...! —
Iba a continuar regañando a su hijo cuando notó la solemne presencia en aquel lugar; con las mejillas sonrojadas por su imprudencia se agachó haciendo una reverencia.
— ¡Su alteza real! Lo lamento no lo había visto... —
En su voz podías notar su gran nerviosismo, pues jamás había estado frente a la máxima autoridad.

— ¿Usted es la madre del niño? —
Preguntó el rey levantándose del suelo; James corrió rápidamente con su mamá cuando lo hizo.

— si... —
Por un momento creyó que su hijo había hecho algo malo; con éso de qué le encantaba meterse en problemas y perseguir las cabras que no eran suyas podía esperar cualquier cosa.

— ¿Le interesaría trabajar en el castillo? Usted y su familia pueden vivir ahí —
Jamás esperó una propuesta como ésa.

— ¿Qué? —
Preguntó sorprendida la madre de James.

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