capitulo 21
Para poder entender lo que estaba sucediendo en el presente, debemos viajar hacia atrás, muy atrás, al rededor de 56 años en el pasado, en el año de 1964.
Todo aquel problema que las había llevado a lo que parecía ser un fatídico escenario comenzó en ése año, dentro de las paredes del particular colegio de aquel pueblo.
Dania Amery, venía de familia bastante decente en cuestión económica, un familia llena de distintos líderes y empresarios alrededor de toda Inglaterra.
Regina Sallow, ella venía de una familia más común, economía común, relación común; lo único no común de aquella familia era ella.
Por algún extraño capricho del universo, ambas, en aquel entonces niñas, terminaron en el mismo grupo escolar.
Al principio no tenían idea de que coincidir sería lo peor que les pudiese haber pasado.
- buenos días querida, ¿Cómo te llamas? Yo soy Dania, mucho gusto. Soy candidata a presidenta de la clase, quiero que sepas que estoy aquí para lo que necesites -
Dania, que en aquel entonces era una niña de cabello castaño, siempre bien vestida y con característicos colores naranjas en su ropa y accesorios llevaba repitiendo el mismo discurso con todas las chicas de la clase.
Éso fué en las primeras semanas de haberse conocido, aunque Regina tenía la peculiar habilidad de leer a través de las intenciones de las personas.
Ella sabía que dentro de aquella amable sonrisa que Dania mostraba, pretendía ganarse a todos y tener el poder asegurado.
Dania, debido a su entorno familiar, había crecido con la idea de que lo que te da identidad es el poder que tengas; que tus talentos o virtudes no valen nada si no tienes algún tipo de prestigio o poder, y que si tienes prestigio o poder no importa si no tienes talentos o virtudes.
- ella es como un hada, ¿Cierto? -
Ésas fueron las primeras palabras que la chica del asiento del frente le dirigió, Helen Cock; chica que sería una de sus dos más grandes amigas.
- aparenta ser inocente y hermosa; pero busca burlarse de la gente y que le deban favores -
Ella fue la primera persona que estuvo de acuerdo con su opinión de Dania.
Pasaron los meses y ellas dos se volvieron cercanas, se volvieron ellas contra Dania y el resto de la clase.
En un principio aquella rivalidad no era más que inocentes bromas de niños, sin embargo con forme crecían, las cosas comenzaban a hacerse más serias.
A pesar de que le agradaba mucho tener a Helen como amiga, dentro de su mente siempre estaba preguntándose el porqué la gente le tenía tanto miedo.
Se miraba al espejo constantemente; su piel no era ni morena ni blanca, su cabello era negro, y sus ojos color gris.
Algo completamente común en Inglaterra.
A pesar de todo, ella seguía siendo humana, y el instinto humano es buscar aceptación.
Regina la buscó de la manera más extraña de todas.
Se puso un vestido lila y una diadema del mismo color y acomodó su cabello de la misma manera en la que lo tenían las chicas de las revistas.
Ella se dió cuenta que si había alguien que era amado por todos era Dania, así que decidió actuar igual que ella.
Sonrió mucho, y aunque ella ya solía sonreír bastante, pero su mirada fija la hacían ver realmente aterradora.
También intentó hablar con las chicas de la escuela, pero todas huían al verla.
Estando desesperada, decidió inscribirse como candidata a presidenta de la clase, de segundo grado.
- ¿Porqué sigues intentandolo? Eres la peor estudiante que ha pisado ésta escuela, eres una rara y no sabes hacer siquiera un hechizo básico. Jamás ganarás, te lo advierto, ¡Sal de la contienda si no quieres salir herida! -
Ése fue el evento que ocasionó que aquella infantil rivalidad se volviera poco a poco tan seria como una guerra a muerte.
Regina desde ése día dejó de usar aquella ridícula ropa y volvió a usar la que a ella le gustaba.
Pasaron algunos meses, pero ella seguía enojada por la manera en la que Dania la humilló; pues no solo la amenazó, si no que al ver que ella no se retiró de la contienda, esparció chismes sin fundamento sobre Helen y ella, haciéndola perder con una deferencia de 1% contra 99% a favor de Dania.
Ella no era del tipo de persona que dejaba pasar las cosas, ella planificaba una venganza justa de manera lenta y detallada; tanto que no dejaba ninguna huella o cabo suelto que pudiera inculparla.
Si bien Regina no era la mejor estudiante, y no estaba ni cerca de serlo; sin embargo había un estilo de magia que le salía a la perfección, casi de manera natural.
Magia negra.
Algo así como convertir el apetitoso almuerzo de Dania en gusanos; que eran repulsivos para la gente común, pero aterradores para ella.
- ¡Fuiste tú! ¿No es cierto? ¡¿Cómo hiciste éso?! ¡Eres una maldita sabandija! Les diré a la directora y te expulsarán de aquí -
Siempre que discutían, ambas iban a una bodega vieja, donde nadie podía verlas o escucharlas.
Regina comenzó a reír, de una manera terrorífica, mirando a Dania fijamente.
- tú lo has dicho; soy la peor estudiante que ha pisado ésta escuela, soy una rara y no se hacer un hechizo básico -
Regina se rió aun más fuerte
- son trucos avanzados, ¿Quién va a creer que yo lo hice? -
Esa fue la segunda bomba que aumento aquella rivalidad y desdén mutuo.
Sin embargo en tercer año ocurrió algo que dispararía aquella "guerra" y la haría avanzar a pasos agigantados.
Una nueva estudiante llegó, una chica de piel y cabello completamente blanco, con un ojo café y el otro morado.
Su nombre era Irish pussett.
Ella era prácticamente buena en todo, rápidamente le quitó el lugar de mejor estudiante a Dania sin siquiera esforzarse.
Irish también era buena leyendo a las personas, así que se dió cuenta que el mejor grupo al que podía pertenecer era a aquel dúo.
Así fue como ella se convirtió en la tercera integrante de aquel equipo y en la segunda mejor amiga de Regina.
Juntas vivieron muchas aventuras, de las cuales quizá hablemos en alguna otra ocasión.
Dania siempre odió ser el segundo lugar, y cuando su meta de convertiste en la próxima directora se vió frustrada ante la presencia de Irish, decidió deshacerse de ella.
Cuando Helen y Regina recibieron la noticia de que Irish había sido víctima del hombre del bosque estaban completamente destrozadas.
Sin embargo, dos semanas después del velatorio Irish apareció en la habitación de Regina.
Le dió indicaciones de que fuera a la guarida que las tres habían construido en el bosque, y que "terminara su trabajo"
Al principio no lo entendió, pero al llegar a aquella pequeña carpa que construyeron juntas, notó que Irish había guardado una caja.
Al abrirla vió una investigación que suponía que ninguna víctima fue asesinada directamente por el hombre del bosque, si no por terceros que usaron la daga que él creó.
Ahí fue cuando Regina unió todo; había visto a Dania entrar a escondidas a la oficina donde guardaban la daga; después ésta desapareció el mismo día de la muerte de Irish; al siguiente día volvió a aparecer en su lugar y Dania apareció resfriada.
La única explicación que podía darle era que ella robo la daga para asesinar a Irish y se enfermó por qué ése día estaba nevando.
Intentó convencer a Helen y a los demás de que ella podía ver a Irish y que sabía que le había sucedido; pero nadie le creyó.
Cuando se enteró de que Dania sería oficialmente entrenada para ser la próxima directora enfureció; así que atacó durante la ceremonia dónde anunciaban aquel hecho y lo hacían oficial.
Se lanzó al escenario y comenzó a golpearla, rápidamente los guardias subieron a llevársela; pero antes de que lo hicieran ella le susurró.
"se que tú la mataste"
Dania se congeló ante éste hecho y lo que dijo Regina mientras se la llevaban hizo crecer el miedo en su interior.
- ¡Te seguiré los pasos a dónde quiera que vayas! ¡Jamás podrás librarte de mí! ¡Pagarás por ésto, lo juro! -
No fue difícil para Dania meter a Regina en un hospital psiquiátrico muy lejos del pueblo, y después pagarle a su familia para que la abandonara ahí y asegurarse que jamás volviera para buscarla.
Regina pasó injustamente 10 años en aquellas frías paredes, pero le sirvió de algo; perfeccionó sus habilidades dentro y logró encontrar la manera de utilizar la técnica del príncipe Peter para crear un arma diez veces más efectiva.
La única meta en su mente era vengar la muerte de su amiga.
Después de 10 años logró escapar, y cuando lo hizo volvió al pueblo y se dirigió a la guarida que ellas tres hicieron, para su sopresa Helen había construido una casa bastante grande en aquel lugar.
Después de mostrarle pruebas a Helen de que podía ver a Irish y mostrarle su investigación incompleta ella decidió ayudar a su vieja amiga.
Juntas intentaron llegar al fondo de todo éso, pero justo cuando creían que podían encontrar la manera de deshacer la maldición y evitar futuras víctimas, descubrieron que el sobrino de Helen estaba destinado al mismo final que su amiga ella dejó toda la delicadeza y robó la daga para mantenerlo a salvo.
Dania tardó algunos años en descubrir quién fué, pero cuando lo hizo utilizó una técnica oscura para envenenar a Helen y matarla sin que nadie sospechara nada.
Nadie excepto Regina, quien se volvió experta en aquellas técnicas.
Cuando al fin se deshizo de Helen quiso infiltrarse en su casa, pero ella hizo una barrera para que ningún ser maligno y ella no pudieron entrar.
Intentó deshacerlo pero solo consiguió abrirle la entrada a el hombre del bosque.
Ésa parte de la historia explica el porqué Regina le apuntaba con un arma en la cabeza a Dania; pero deben estarse preguntando, ¿Qué tiene que ver Pete aquí? ¿Porqué tomarlo como rehén era tan efectivo?
Pues la razón era porque ambas lo querían, y ahora les diré porque.
Cuando la daga desapareció, las víctimas dejaron de surgir, así que la gente dejaba lentamente de creer en el fantasma, por lo tanto las inscripciones para el colegio fueron cada vez menos hasta el punto de amenazar con cerrarlo.
Dania no era tonta, y sabía que las víctimas no eran al azar.
Regina por otro lado, siguió las indicaciones que Irish le daba para guiar a Pete a descubrir la manera de terminarlo todo, pues sabía que gracias a su cercanía con la maldición, él era el único que podía hacerlo.
Ambas lo necesitaban, Regina para poder resolver por fin el trabajo que su amiga dejó en sus manos; además de salvar al sobrino de su mejor amiga, a quien le había tomado cariño, pues aunque él no lo sabía, ella lo había visto crecer.
Y Dania lo necesitaba para mantener el colegio abierto y no perder ni su poder ni su prestigio.
Y éso nos lleva al momento presente.
- baja el arma -
Dania sostenía de manera amenazante a Pete, presionando ligeramente su cuello contra la daga.
Regina apuntaba con el arma directamente a la cabeza de Dania.
Ninguna de las dos quería flaquear.
- suéltalo primero -
Regina comenzó a caminar hacia el frente, haciendo que Dania retrocediera, lentamente.
Después de todo ella le temía.
Las manos de Dania sudaban al ver a aquella chica frente a ella. Jamás había temido tanto por su vida como en ése momento.
- ¿Porqué habría de hacerlo? Sólo tengo que deslizar ésto y todos mis problemas terminarán; además podré acabar de una vez por todas con todo lo que te importa -
Mientras hablaba presionó con más fuerza la daga contra el cuello de Pete.
Comenzó a sentir el filo demasiado cerca, apunto de cortarlo; en su desesperación sujetó con ambos brazos el brazo de Dania con el que sostenía la daga, pero su fuerza por si sola no era mucha, además de que había atrapado un resfriado y aún seguía algo mareado y débil por la sangre que perdió.
Era inútil intentar safarse.
- eres una maldita bastarda -
Regina comenzó a reír, alterando a Dania.
Sintio un escalofrío recorrer por su espalda, pues ella conocía muy bien a Regina y sabía que cuando se reía de aquella manera, significaba que el que tuviera enfrente debía empezar a rezar.
- toda tu vida has sido una maldita egoísta; tu mataste a Irish, tu mataste a Helen, tú me quitaste todo lo que tenía - mientras hablaba las manos de Dania comenzaron a temblar inconscientemente.
- no dejaré que lo hagas una vez más -
Después de decir eso, simplemente disparó directo en la cabeza.
En cuanto le disparó, las manos de Dania temblaron, haciendo que soltara a Pete, pero en el proceso, mientras intentaba aferrarse a él, hizo una incisión cerca de la costilla derecha.
De inmediato Pete sintió que ardía como mil demonios; presionó ésa parte de su cuerpo involuntariamente intentando calmar aquel horrible dolor.
Regina extendió la mano haciendo flotar el arma para después hacerla desaparecer.
Le quitó la daga a Dania de las manos y la guardó en uno de sus bolsillos, para después comenzar a caminar hacia Pete.
El chico comenzó a caminar hacia atrás completamente asustado; acababa de presenciar como la mujer que caminaba hacia él asesinaba sin piedad a alguien.
Al topar con la pared se dió la vuelta y comenzó a retroceder rápidamente hasta quedar acorralado en la esquina de la habitación.
- cálmate, cálmate -
Temblaba de pies a cabeza, y presionaba con fuerza el lugar donde lo habían herido, no entendía nada de lo que pasó o de lo que estaba pasando.
- ¡Pete cálmate! -
Regina tomó las muñecas poniéndolas a lado de su cabeza con algo de agresividad.
- no estás sangrado, mira -
La mujer extendió las manos del chico frente a él para que se diera cuenta de que no estaba sangrando en un intento de calmarlo, pero en su lugar solo lo alteró más.
Pete no entendía porque no estaba sangrando, no podía hablar siquiera por el miedo y la confusión que sentía en ése momento
- escúchame, la herida no es mortal; dejará una marca permanente y dolerá por un rato, pero estarás bien -
Regina intentaba calmar a Pete, quien estaba teniendo un terrible ataque de pánico, cuando escuchó pasos y voces de varias personas que venían hacia donde estaban ellos.
- oye, se que estás asustado pero no vayas a gritar, ¿Okey? -
Al escuchar éstas palabras él simplemente se asustó mucho más de lo que ya estaba.
- una -
Regina volteó algo asustada hacia la puerta mientras contaba
- dos -
Cuando dijo el dos le tapó la boca a Pete, solo por precaución.
- tres -
Regina jaló hacia abajo lo que antes habría sido una antorcha; cuando lo hizo la pared se abrió y ambos entraron en lo que parecía ser un pasadizo secreto.
La pared se volvió a cerrar casi de inmediato, justo después escucharon algunas personas gritar que llamaran a una ambulancia y después el silencio volvió a reinar en el lugar.
Cuando todos parecían haberse ido Regina le destapó la boca a Pete.
Cuando tuvo las manos libres, hizo una bola de luz para poder ver; ya que aquel pasadizo estaba completamente oscuro.
Parecía que por fin se había calmado, y que su mente comenzaba a funcionar de la manera en que debía hacerlo.
Recordó lo que había visto en la habitación prohibida y todo lo que había vivido en el pueblo hasta el momento, dándose cuenta de lo que sucedía.
- tú eres Raven -
La mujer se limitó a asentir con la cabeza para después suspirar.
Había hecho todo lo que pudo, ahora solo quedaba dejar lo que quedaba en manos del joven que tenía enfrente.
- Pete -
Le llamó de manera casi dulce
- mi tarea ya terminó, pero la tuya apenas comienza. No tengas miedo, confío plenamente en que lo harás bien -
Regina lo tomó de los hombros, y momentos después ambos aparecieron en el baño del castillo.
Ella lo miró a los ojos para después sonreír ligeramente.
- confío en tí -
Después de decir éso, desapareció.
~^~
¿Alguna vez has sentido tantas cosas al mismo tiempo que no sabías siquiera que sentías?
¿Alguna vez has estado tan confundido que sentías que tu mente iba a explotar como si fueses un máquina sobrecargada?
Pete así se sentía en ése momento, su mente trabajaba al mil por hora y no le daba tiempo para entender nada.
Había recibido tanta información en tan poco tiempo que no tenía idea como procesarla.
Estaba recostado en un sillón de la sala de estar mirando hacia la nada; estuvo apunto de morir dos veces en menos de 24 horas, se sentía completamente frustrado.
Había en particular una parte de la información que estaba haciendo añicos a su cerebro.
Ése día, entre el medio día y las 3 de la tarde, mientras regresaban al lugar donde tenían la camioneta del señor Ambrus, dispuestos a regresar, vió de nuevo aquella sombra.
Fingió que se la había caído algo para quedarse atrás y seguirla.
Esperó como siempre no ver a nadie; pero para su sorpresa cuando dió la vuelta, una chica albina con cabello bastante largo estaba de pie frente a él.
Pete la reconoció, era la chica de la foto que vió en el libro de la biblioteca; la que estaba junto a su tía y Regina.
Lo único que lo confundió fue que sus ojos eran blancos, como los de un ciego.
Dentro de la mente de Pete se repetían una y otra vez las cortas palabras que le dirigió.
"James... Él..."
La chica hablaba entrecortada, como si cada palabra que salía de su boca le cortara la garganta.
"debajo del árbol"
Éso fué lo siguiente que le dijo, logrando confundirlo completamente; pues sus palabras no tenían ningún sentido.
"ayuda"
Justo después de que dijo eso, la chica se convirtió en una estatua de hielo.
Sus palabras, ésas malditas palabras; las había dicho con tanta angustia y desesperación que hacía que su cerebro se quemara al intentar decifrarlas.
Entre más analizaba la situación, más se enfurecía consigo mismo.
Toda su vida había estado en un modo de ahorro de energía; toda su vida huyó de sus problemas y de aquello que le causaba incomodidad, toda su vida había estado viviendo de la manera más mediocre posible.
El hecho de estar ahí lo obligó a cambiar; y éso lo enfurecía aún más.
Si realmente hubiera muerto ése día, su vida había estado completamente vacía, no habría aportado nada y no habría hecho nada por los demás ni por él mismo.
No quería entrar en crisis un día y al siguiente seguir viviendo igual como lo había estado haciendo los últimos 15 años de su vida; realmente quería cambiar, y para éso necesitaba tomar la decisión de hacerlo, necesitaba tomar la decisión de ayudar a quien lo ayudo.
No entendía del todo aquellas palabras, pero si se las dijo fue porque quería que lo ayudara; así que dejaría de pensar y correría a buscarlo.
En medio de aquella batalla mental que estaba teniendo el teléfono de la casa sonó; rápidamente fue atendido por alguien, él no podía saber quién fue, pues el lugar donde estaban ellos estaba fuera de su vista.
- Bryony quiere que la recojamos -
Al escuchar ésto, un plan comenzó a formarse dentro de la mente de Pete.
- yo iré con usted -
Escuchó a Darcy acercarse a la sala de estar, así que rápidamente fingió estar dormido.
Ella iba a hablar, pero cuando lo vió "dormido" cerró rápido la boca.
Se acercó a él, y tomó una manta de las que había en el otro sillón y se la colocó por encima.
Darcy se le quedó viendo atentamente, y con un suspiro le acomodó el cabello que le estaba picando los ojos.
Después de todo, ella era su amiga, y se preocupaba por él, no podía evitar pensar en que todas esas situaciones de estrés lo habían afectado bastante y no encontraba una manera de ayudar; en su lugar solo afectaba más.
Suspiró nuevamente, rendida ante la posibilidad de poder ayudarlo y depositando un beso en su mejilla se retiró de la sala de estar.
Hubiera deseado estar dormido, para así no haberse dado cuenta de lo que su amiga hizo; le dolía, le dolía tener que mentirle; a ella, al señor Ambrus y sobre todo a su madre.
Estaba en una encrucijada; era o salir de su casa, mintiendo una vez más (cosa que detestaba hacer) a buscar a James, y ayudarlo como él lo ayudó, o quedarse ahí y respetar su propio código moral pero abandonar a aquel jamás lo abandonaría.
Quiso sentarse a pensarlo pero algo le decía que no tenía tiempo que perder.
Pete esperó a que se fueran, y pasados algunos minutos después de que dejó de escuchar ruido se levantó rápidamente del sillón.
Corrió hasta su habitación con la determinación corriendo por su sangre.
Por primera vez en su vida sabía exactamente que iba a hacer y porque iba a hacerlo.
Iba a ir a buscar a James, así tuviese que recorrer el bosque entero, y cuando lo encontrará averiguaría que querían decir las palabras de aquella chica.
En ése momento no podía pensar en temerle a algo, simplemente se dejaba llevar por sus impulsos, no podía pararse a pensar y analizar todo, pues sabía que si lo hacía probablemente perdería toda la motivación.
Cuando llegó a su habitación, rápidamente se quitó el chaleco, quedando solamente en una camiseta negra de manga corta y unos pantalones color café.
Se abrochó muy bien las agujetas para después subir a su cama para alcanzar la ventana y poder abrirla.
Abrió la ventana, observando aquel enorme y espeso bosque; el viento sopló con mucha fuerza calmando por un momento su corazón acelerado.
Algo en su interior gritaba que James lo necesitaba; y no iba a dejar que aquella intimidante extención de árboles lo detuviera.
Él estuvo ahí cuando lo necesitó, él fue la única luz que tuvo en aquella alocada aventura que había vivido en el tiempo que llevaba ahí.
Aún si lo que hacía no era para nada racional, no pensaba detenerse.
«lo haré una vez más, mentiré solamente una vez más; después de ésto dejaré de hacerlo»
Ésa iba a ser la peor decisión que pudo haber tomado, o quizá la mejor.
Saltó por la ventana, sintiendo un terrible mareo al caer; su vista se nubló por un momento, y en sus oídos solo podía escucharse un molesto pitido.
Se quedó unos segundos en la misma posición hasta recuperar el equilibrio y entonces comenzó a correr.
No se preocupo en no dejar huellas, no le importó para nada.
El cielo estaba completamente nublado, con unas nubes realmente oscuras, que amenazaban con comenzar una tormenta en cualquier momento.
El viento soplaba con mucha fuerza; la suficiente para empujarlo en momentos hacia la dirección contraria.
Como si el viento supiera lo que iba a suceder.
Divisó rápidamente el estanque; pero éso no fue lo que captó su atención, si no una figura recargada en uno de los árboles que rodeaban el estanque.
Corrió con más fuerza hasta llegar ahí, cuando llegó no podía creer lo que veía.
Ahí estaba James, con un aspecto terrible; tenía los labios secos y pálidos, algunas partes de su rostro tenían moretones y de su boca salía un hilo de sangre.
Todo en él dió un vuelco al verlo.
Pete rápidamente se inco para quedar a la altura de James; cuando se acercó él abrió los ojos.
En cuanto lo vió sus ojos se abrieron con un temor que jamás había visto en él, con las manos temblorosas lo tomó por los hombros.
- ¿Qué estás haciendo aquí? -
Incluso la voz de James era de completa preocupación.
- ¿Qué fue lo que te sucedió? Te ves terrible -
Pete tomó con cuidado el rostro de James y lo movió a ambos lados para verlo mejor.
Realmente lucía como si le hubieran puesto la paliza de su vida.
Una tétrica risa se escuchó en el bosque a manera de eco; ambos sintieron un escalofrío por la espalda al reconocerla.
- ay no, tenemos que irnos de aquí rápido -
James tomó la mano de Pete que aún estaba en su mejilla y se levantó torpemente y ambos comenzaron a correr.
La lluvia se soltó de una manera repentina, de un segundo a otro comenzó una fuerte tormenta.
El viento los arrastraba hacia atrás, y la vista de Pete se nublaba en momentos, haciéndolo perder el equilibrio momentáneamente.
La risa no se había detenido, parecía como si los siguiera; y realmente era así.
Entre los árboles se veía una gran sombra negra que corría detrás de ellos.
Ambos sabían de quién se trataba, así que sus pasos no se detuvieron ni por un instante, a pesar de que tropezaron varias veces.
James sentía la preocupación en todo su ser; había arriesgado tanto para salvar a Pete, para que él solo viniera a hechar todo a perder.
James sabía que su objetivo principal era imposible, que desde el principio había sido falso; pero ahora no le importaba, lo único que quería era poner al ojiazul a salvo, así tuviese que correr hasta el pueblo.
Aquella sombra cada vez estaba más cerca de ellos, casi respirando en sus nucas.
Una raíz que estaba bastante alta se interpuso en su camino, haciendo que ambos tropezaran.
James comenzó a toser desesperadamente; las piernas de Pete ardían como mil demonios y su vista se nublaba por momentos.
Los dos se levantaron casi de inmediato, pero solo Pete se pudo mantener en pie, pues las piernas de James temblaron haciendo que no pudiera sostenerse por si mismo y tuviera que apoyar su brazo en el árbol más cercano.
- ¿Qué sucede? No entiendo, ¿Estás bien? -
No entendía muy bien lo que sucedía, ¿Porqué corría si James no creía en fantasmas? Antes le había asegurado con mucha confianza que nada de eso era verdad.
- vaya, creí que serías más listo -
Una tercera voz habló, cuando regresaron su mirada vieron a un chico pelirrojo acercándose.
- vete de aquí -
La rabia con la que James habló confundió bastante a Pete, pues jamás había visto a aquel chico.
- ¿Realmente sigues creyéndole? -
- Adeus no te atrevas -
Ambos chicos discutían frente a Pete, mirándose con odio mutuo.
- él es un maldito mentiroso, me sorprende que no lo hayas notado; se supone que eres bueno con la deducción -
El chico pelirrojo, bastante alto a comparación con Pete y con apariencia de demacrado se acercó a ambos.
Pete no entendía porque le hablaba como si lo conociera.
- usa la misma ropa siempre, jamás se ensucia, jamás se quita los guantes, desaparece en cuestión de segundos, su vestimenta es de la prehistoria, ¿Realmente no te has dado cuenta? -
- cierra la boca -
James parecía sacar humo de los oídos por la rabia que sentía; ése maldito loco iba a hechar todo a perder, solo por despecho.
- James ¿De qué está hablando? -
Ante éstas palabras él pelirrojo comenzó a reír sarcásticamente.
- el esclavo favorito del príncipe; ¿Realmente creíste que solo había un fantasma en éste bosque? -
Pete dió un paso hacia atrás, comenzando a entender a lo que se refería.
- yo estuve en tú lugar, yo también confíe en éste idiota; y mira como terminé -
Adeus se quitó los guantes, dejando ver sus manos, las cuales estaban pintadas de negro. En cuanto se quitó los guantes sus manos ardieron en llamas, haciendo que Pete se asustara y diera un paso hacia atrás.
"es más de uno quien te quiere muerto"
Ésa frase resonó en su cabeza ante la situación.
El pelirrojo se acercó a James y le arrebató los guantes
- ¡Oye! -
Una lágrima se escapó de los ojos de Pete al ver lo que los guantes escondían.
Por sus manos crecían ramas con espinas que se enterraban en su piel; las partes que no estaban cubiertas por éstas plantas, estaban cubiertas con algo parecido a la tierra.
- él está muerto, murió hace mil años. No es más que un fantasma que arrastra a todos por su propio beneficio -
Las lágrimas comenzaron a salir de los ojos de Pete; las palabras de aquella chica en ése momento tenía sentido, al menos la primera y última frase.
“james... Él”
“ayuda”
Quizá estaba tratando de advertirle de las verdaderas intenciones del chico; y no era él quien necesitaba ayuda, si no ella pedía ayuda para escapar de él.
todo coincidía y aún así tenía una esperanza en que James lo negara.
Al ver el dolor y confusión en los ojos de Pete, James quiso acercarse.
- oye, puedo explicarlo -
Ésas dos palabras se sintieron como una puñalada en la espalda; se sentía traicionado, enojado y triste.
Comenzó a correr en sentido contrario, de regreso por dónde ambos venían, pero estaba completamente perdido, no tenía idea de dónde estaba.
Sus lágrimas se camuflajeaban con la lluvia, la cuál se las llevaba haciéndolas parte de ella.
Mientras corría con el corazón partido en dos, la tétrica risa volvió a escucharse, ésta vez más cerca.
- ¿Creíste que escaparías de mí? -
La voz del hombre del bosque sonó entre los árboles, haciendo que se olvidara de la tristeza y comenzara a sentir miedo en su lugar. Pete corría realmente asustado, pero sus piernas temblaban y su vista se nublaba cada vez más.
Quería huir pero estaba completamente mareado.
- éste es tú destino, acéptalo -
A lo lejos, logró distinguir la roca que había sobre el estanque. Una esperanza de salvarse creció ante éso.
Comenzó a correr subiendo la roca, pues no lograba pensar con claridad.
La risa volvió a escucharse, casi en su oído. Pete se volteó para ver si estaba detrás de él, pero no lograba ver nada, su vista estaba completamente borrosa.
Sus piernas comenzaron a temblar y el mareo aumentó.
Quiso caminar, pero no se dió cuenta que estaba en la orilla; además la roca estaba mojada por la lluvia, e hizo que perdiera el equilibrio y cayera al estanque.
Cayó al agua, y completamente desesperado comenzó a intentar llegar a la superficie; pero se sentía tan débil que no podía. Agitó sus extremidades con fuerza pero no lograba subir, podía sentir el frío del agua entrar por sus fosas nasales.
Comenzó a perder el sentido de su propio cuerpo, sintiéndose entumecido y somnoliento.
Había estado en una representación orinica de ése escenario, pero ésta vez sabía que no iba a despertar en su habitación.
Ésta vez era real.
Después de intentar luchar un tiempo, finalmente se rindió, perdiendo por completo la conciencia.
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