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capitulo 16

La tormenta cada vez era más fuerte, ambos jóvenes tenían la ropa y el cabello totalmente empapado, las nubes parecían hacerse cada vez más grises, y los truenos y relámpagos se hacían más constantes y sonoros, daba la apariencia de que la tormenta no iba a parar en un buen rato.

A lo lejos vieron una tienda antigüedades, construida de manera en que el techo era más largo que la casa, así que podrían resguardarse de la lluvia ahí.

Darcy al notarlo señaló el lugar y le indicó a Pete que fueran, así que ambos corrieron hasta llegar ahí.

Pete se sentía extraño, dirigía la mirada inconscientemente hacia todos los lugares, sentía como si alguien los estuviera observando, como si alguien o algo los siguiera; no sabía cómo explicarlo, pero tenía un terrible presentimiento de que algo malo iba a suceder.

— que mala suerte tenemos, parece que la lluvia no se detendrá pronto —
Mencionó Darcy mientras sonreía, realmente tenía muy mala suerte.

— mamá y el señor Ambrus no llevaban paraguas —
Pete juntó los brazos abrazándose a si mismo, en un intento de conseguir aumentar su temperatura corporal. Tenía demasiado frío, más de lo normal, sentía incluso como quemaba sus fosas nasales cada vez que intentaba respirar y como sus extremidades se entumecían.

Era extraño, parecía ser el único que sentía un frío tan extremo.

El sonido de un estornudo alarmó a Darcy, quien comenzó a preocuparse al darse cuenta del aspecto que el chico a su lado tenía.

— preocúpate por ti mismo primero, ¡Mira cómo estás! Vas a enfermarte —

Una de las ventanas de aquella tienda se abrió; una de las señoras dueñas de ésta se había acercado a cerrarla bien, pero al acercarse notó a ambos jóvenes afuera, alarmandose al instante.

— ¡Por dios! ¿Qué hacen afuera? Pasen, pasen —
La mujer les abrió la puerta, era una señora de edad algo avanzada, delgada y bastante baja en estatura; Pete la reconoció, era una de las mujeres que estaban hablando de la señora Dania cuando dió su discurso en el festival.

— ¿Qué estaban haciendo afuera? —

— la lluvia nos tomó de imprevisto, solo buscábamos dónde refugiarnos —

Al entrar notaron en los estantes algunos retratos antiguos, lámparas de aceite entre otras cosas que se vendían ahí.

— pues que suerte, pueden quedarse aquí en lo que pasa la lluvia. Vengan conmigo —
Las señora los guío detrás del mostrador hacia una puerta que daba hacia un pasillo. Pete no era mucho de desconfiar de las personas, sin embargo, algo dentro de el le decía que había algo raro en ese lugar.

Mientras cruzaban el pasillo ambos notaron cosas peculiares en el lugar; Darcy se dió cuenta que había muchas ventanas, lo cual le daba bastante iluminación al lugar. Por otro lado, Pete notó una peculiar puerta de madera, pintada de color verde que salía hacia la calle, colocada justo en medio del pasillo, que por alguna extraña razón no estaba asegurada; cualquiera podría entrar y salir.

El sonido de algunos trastes chocar llamó la atención de los presentes.
— ¡Emily!, ¿Cerraste las ventanas como te indique? —
La mujer que los guiaba respondió con un grito.
— ¡Lo hice! —
Después de eso abrió otra puerta, al entrar notaron una pequeña cocina y una sala, se notaba que era un lugar donde solo descansaban, ya que no tenía lo necesario para vivir en el.

— ¿Quiénes son ellos? —
Preguntó sin amabilidad alguna otra mujer de una edad similar a la señora Emily, de una altura bastante pronunciada, y una complexión algo robusta.
— te he dicho que no traigas desconocidos a la tienda, ¡Podrían ser ladrones! —

— ladrones, ladrones; solo se están refugiando de la tormenta, ¡¿Querías que los dejara afuera?! Podrían morir de un resfriado —

— ¡Ash! Nadie muere de un resfriado —
Darcy y Pete se miraban uno al otro incómodos ante la situación, ninguno de los dos sabía que hacer.

Justo después de que la mujer dijo eso, Pete soltó un estornudo, aquella mujer se le quedó viendo, como pensando dos veces en si dejarlos quedarse o no.

— bien, ¡Pero se irán en cuanto deje de llover! —

— ¿Quieren un café? —
Preguntó la señora Emily indicándoles que se sentarán en uno de los sillones que tenían, ambos lo hicieron.

— no gracias —
Casi inmediatamente después de que Darcy dijo eso la señora Emily apareció con una bandeja en las manos, sobre ella llevaba cuatro tazas de chocolate caliente que repartió entre los presentes.

— entonces, ¿Porqué estaban afuera en la lluvia? —
Cuestionó la mujer de aspecto robusto sentándose en el sofá de enfrente de ellos.

— ¡Mía! Se amable, no es un interrogatorio —

— entonces, amablemente, ¿Porqué estaban afuera en la lluvia? —
Darcy soltó una delicada risa, cubriendo su rostro con su mano.

— estábamos paseando y de repente comenzó a llover —
Pete no podía evitar distraerse, miraba la puerta una y otra vez, sentía como si algo o alguien estuviese ahí, escondido.

Sentía su respiración volverse pesada y lenta, pero no de relajación; podía escuchar cada uno de los latidos de su corazón con mucha claridad.

Sentía como si en aquella habitación hubiesen miles le personas, y alguien observándolo fijamente desde aquella puerta.

Aquella habitación estaba llena de ventanas también, en la parte superior de cada pared.

Varios cuervos comenzaron a pararse en las protecciones que tenía observando hacia dentro de la habitación.

— ¿Qué sucede? —
Dijo la señora Mía levantándose del sofá y tomando una escoba que estaba colocada cerca de la ventana.
— ¡Shu! ¡Fuera de aquí! —
Gritó agitando la escoba violentamente, espantando a los cuervos.

— qué miedo; ésa loca debe estar cerca —
Mencionó la señora Emily cubriéndose la boca con su mano, como no queriendo hablar del tema. Sus ojos miraban de un lado a otro, ansiosos vigilando que nadie estuviese cerca.

— que bueno que cerramos las puertas y ventanas, ¡No queremos tener problemas! —

Pete sentía el pesado ambiente asfixiarlo, era una lenta y sofocante sensación, como la de el tik tak de un reloj que indica la llegada de un catastrófico suceso.

Darcy por otro lado se sintió confundida ante las palabras de las señoras, un ligero temor comenzó a crecer dentro de ella; ellas mencionaron a una loca, y Pete era algo descuidado, así que no sabía si podría estar en peligro o no, tenía que asegurarse.

— disculpen, ¿A qué se refieren? —
Si bien, Darcy no era para nada alguien tímido, sin embargo no quería sonar como una persona chismosa, así que intentó utilizar su tono más amable y formal para no parecerlo.

Pete sintió de repente una pesada mirada sobre el, rápidamente dirigió la mirada a la puerta observando el rastro blanco que había visto ya en varias ocasiones pasadas.

Se aferró por un momento a la tela del sofá dónde estaba sentado, una extraña sensación lo invadió, siempre que aparecía era porque tenía algo que mostrarle. Tenía miedo, tenía mucho miedo de lo que podría ver si la seguía, pero al mismo tiempo, sabía que se lo mostraba porque necesitaba saberlo.

— disculpen, tengo que ir al baño —
Esa terrible sensación de tener dos personas con opiniones contrarias intentando guiarlo lo atormentaba, si no iba, probablemente seguiría haciéndolo.

— si, está en la puerta a lado del mostrador —

Pete salió del lugar casi corriendo, cerrando la puerta de aquella habitación.
En cuanto lo hizo, sintió de nuevo aquella pesada mirada, dirigió rápidamente su mirada al lugar donde provenía, observando de nuevo aquella sombra salir por la puerta que había visto hace un rato.

La puerta estaba abierta, no quiso darle importancia, la adrenalina no lo dejaba detenerse a pensar en eso; así que simplemente corrió saliendo de aquella casa.

Comenzó a mojarse en cuanto lo hizo, la tormenta aún no paraba; aquella sombra lo guío detrás de aquella tienda, después de eso, lo guío dos casas después de la tienda.

Cuando dobló la esquina para seguir aquella sombra sintió cómo su corazón casi se salía.

Estaba de vuelta en aquel extraño lugar, aquellas lapidas le recordaron a aquel sueño que tuvo, donde su nombre estaba tallado en una de ellas.

Quiso retroceder de inmediato, desde que supo lo que ese lugar significaba le tenía un pavor casi irracional.

Estaba apunto de retroceder y volver a la tienda con Darcy, pero una parbada de cuervos voló por encima de el, dejando caer un libro.

Tal suceso le llamó la atención, así que rápidamente corrió hacia el y lo tomó en sus manos.

Tenía una portada muy extraña, con un pentagrama y unos símbolos muy extraños.

El sonido de un trueno lo asustó haciéndolo temblar de pies a cabeza, rápidamente guardó aquel libro en el bolsillo interno de su chaleco, y se dió la vuelta dispuesto a irse.

Casi le da un infarto cuando se dió la vuelta, la señora Regina estaba de pie justo detrás de el, con una tétrica sonrisa y una mirada realmente aterradora.

Con los brazos en la espalda dió un paso acercándose a Pete.
El enserio quería correr en ese momento, al verla avanzar el retrocedió, su corazón latía al mil por hora, sentía ganas de llorar de miedo, sus manos temblaban y no era capaz de emitir ningún sonido.

— cuatro días —
Mencionó Regina avanzando un paso, haciendo que en consecuencia Pete retrocediera otro.
— tienes cuatro días —
Los ojos de aquella mujer lo miraban fijamente, no parpadeó en ningún segundo, sin embargo cuando dijo éstas palabras su sonrisa se desvaneció.

— ¿Ah? —
Ella le asustaba, sin embargo, no sentía que le fuese a hacer daño realmente, aunque aún así tenía mucho miedo.

— ten cuidado, es más de uno el que te quiere muerto —
Pete sintió un escalofrío por la espalda al escuchar esas palabras, el aire se estaba volviendo escaso, no podía respirar o pensar con normalidad.
— pero...—
Regina avanzó de nuevo, haciendo a Pete retroceder, pero cuando lo hizo, chocó contra la cúpula de metal.
— también es más de uno quien te necesita vivo —

Con las manos temblorosas Pete se aferró a la cúpula que tenía detrás de el, Regina jaló una de las manos de Pete hacia ella y le dejó lentamente algo sin dejar de verlo fijamente.

— pase lo que pase no cedas —
Después de decir eso, volteó hacia atrás, como si hubiera escuchado algo.
Pete aprovechó para correr y esconderse dentro de la cúpula.

Hubiese sido más útil correr hacia otro lugar, sin embargo Pete no conocía bien el pueblo y podía terminar perdido.

Justo después de que se escondió, una tercera figura apareció en la escena.
De repente el aura completa de Regina se oscureció, sus pupilas se dilataron y sus ojos se entrecerraron ligeramente; su sonrisa se ladeó tetricamente; parecía que iba a asesinar a alguien.

~^~

Justo después de que Pete salió, las dos mujeres voltearon a ver a Darcy, después se miraron entre sí, con una curiosidad muy grande en sus ojos.

— ¿No eres de aquí verdad? —
Darcy negó inmediatamente, las señoras volvieron a mirarse,como pensando en si debían decirle o no.

— ¿Conoces el colegio dagger academy? —

— escuché que lo anunciaron en el festival del otro día, ¿Porqué? ¿Qué tiene de especial? —
La tormenta se soltó mucho más fuerte de lo que ya estaba, y más cuervos comenzaron a pararse en las ventanas.

— entonces viste a Dania, era la mujer que hablaba —
Mencionó Mía de manera fugaz en la conversación.

— nosotras estudiamos con ella en el colegio. Nosotras y... Regina —
Emily hizo una pausa, aclarando su voz y acercándose más a Darcy, como si temiera que alguien las escuchara hablar.

— en ese colegio, los primeros seis años imparten conocimientos generales; pero los siguientes tres, algunas chicas son seleccionadas para entrenar ciertas habilidades especiales —
Darcy ladeó la cabeza sin entender a lo que Emily se refería. Las dueñas de la casa volvieron a verse entre ellos.
— magia —
Darcy quiso reír en ese momento, ¿Magia? ¿Creían que era una niña? Probablemente intentaban engañarla.

— verás, después de que el pueblo perdiera a la realeza, el caos se desató, la gente le temía al espíritu y sin un gobierno establecido, la gente hacia lo que quería, por lo que no tardaron en ser conquistados por el resto de Inglaterra —
De repente ese relato se había convertido en una clase de historia, aunque Darcy no dijo nada, probablemente el contexto era necesario para entender el resto.

— cuando eso sucedió, un grupo de brujas ofrecieron darle protección al pueblo para que ninguno, o por lo menos la mayoría no cayera en la maldición.
Con ese propósito se fundó el colegio, para entrenarlas y que pudieran brindar protección al pueblo —

— aunque mucha gente no cree en eso —
Mencionó Mía, quien al igual que Darcy solo escuchaba a Emily relatar.

— nosotras entramos ahí, y fue entonces cuando la conocimos. Su nombre es Regina, ella al principio parecía ser normal, lo más extraño en ella en ese momento era que pasaba el día en la tierra, que solía estar siempre despeinada y que no hablaba con nadie más que con Helen —
Cuando escuchó lo último a Darcy se le vino rápidamente a la mente la tía de Pete, aunque no le dió mucha importancia, era un nombre común; supuso que era alguien con el mismo nombre.

Aunque no era así...

Se refería a la misma Helen en la que ella estaba pensando, se refería a la tía de Pete.

— después del primer año ella se volvió un tanto agresiva,los cuervos comenzaron a seguirla, atacaba de repente a algunas chicas, sobre todo a Dania, quien es en éste momento la directora del colegio.
En el tercer año, entró una chica nueva, ella de inmediato sorprendió a todos con sus increíbles habilidades. Ella comenzó a juntarse con Regina y Helen —

— a pesar de ser muy talentosa Pushett solía ser muy arrogante —
Mencionó Mía de manera atropellada.

— si, ellas tres siempre iban en contra de Dania, a pesar de que ella siempre intentó ser amable.
Una vez después de una clase de educación física, cambiaron de alguna manera el agua de la regadera que ella usaba por sangre —
Darcy abrió los ojos con sorpresa ante tal acción, parecía sacado de una película.
Realmente era una broma muy pesada.
— en el sexto año se seleccionaron a las que seguirían ahí, entre ellas estábamos nosotras, Dania, y ellas tres.
Pushett sobresalía entre todas, sus habilidades en la magia y hechicería eran casi naturales, después de ella iba Dania.
Ese mismo año, cerca de navidad ocurrió una tragedia; el cuerpo de Pushett fue encontrado sin vida en bosque, con las marcas que indicaban que fue víctima del espíritu —

Ante tal cambio, Darcy quedó sorprendida, según sus cálculos ella tendría al rededor de 11 o 12 años de edad; aún era una niña.
Ella no creía en fantasmas, así que la terrible idea de que aquella chica fue asesinada llegó a su mente.

— después de ese hecho, Regina finalmente se volvió completamente loca.
Solía decir que ella podía ver a su amiga, también atacaba y amenazaba de muerte a algunas chicas.
La internaron en un psiquiátrico a las afueras del pueblo, pero ella escapó de ahí 10 años después —

— después de 10 años, volvió a encontrarse con Helen —

— mucha gente le tiene miedo, ya que sus habilidades mejoraron en el arte de la magia oscura. Ella está loca, lo que hace que sea alguien realmente peligrosa —

Darcy cuestionó el porqué la consideraban peligrosa, aunque la respuesta que encontró, fue que quizá ella asesino a la chica.

Un temor creció dentro de ella, Pete tampoco conocía bien el pueblo, por lo que tampoco sabía de esa mujer.
Pete confiaba muy rápido en la gente, y con esa loca suelta, quizá estuviese en peligro.

~^~

Una pulcra mujer apareció en aquella escena, sostenía una sombrilla fina para cubrirse de la lluvia, Regina regresó lentamente para verla de frente.

Sus ojos parecían estar llenos de resentimientos, parecía que estuviese planeado mil formas diferentes de tortura.

— Regina, ¿Qué haces aquí? —
La nombrada sonrió por lo bajo.

— eso es lo que yo debería preguntarte... Dania —
Incluso la manera en la que decía su nombre era aterradora.

La señora Dania estaba ahí de pie, con un rostro preocupado.
— estás en horario laboral, ¿No es así? —
La nombrada, quien hace unos momentos sostenía una postura firme, pareció flaquear ante esas palabras.

— eso no es de tu incumbencia —
Escupió con arrogancia recuperando su postura firme.
— no pudiste ocultar tus crímenes por mucho tiempo —

Pete seguía escondido, escuchando toda la conversación. Su temperatura corporal parecía bajar cada vez más, estaba ahí bajo una tormenta, mojandose cada vez más.

— no sé a qué te refieres —
Dijo Regina de manera vacilante, aunque era obvio que sabía a qué se refería.
Dania frunció el seño ante sus palabras.

— la daga es propiedad de la escuela, devuelvela —
Una tétrica y burlona risa resonó en el lugar, dándole escalofríos al chico que estaba escondido.

— ¡Oh! —
Dijo Regina con tono de lastima
— estás tan desesperada por enmendar tus errores que haces acusaciones sin evidencia —
El rostro de Dania que antes solía ser relajado y firme cambió radicalmente, convirtiéndose en un rostro de completa furia.

— tus superiores lo dijeron, eres la directora más mediocre en la historia del colegio, la única que ha dejado que el tesoro del colegio se pierda —
Dania tembló de rabia en ese momento, ¡¿Aún se atrevía a mencionarlo?! ¡Ésa humillación fue todo su culpa!.

— ¡Tu! —
Por fin parecía haber perdido los estribos, Dania bajó la sombrilla comenzando a mojarse, ella presionó un botón casi imperceptible, sacando de la punta lo que parecía ser un arma punzo-cortante.
— ¡Tu y Helen siempre fueron unas criminales! ¿Creen que no se que ustedes dos fueron quienes la robaron? —
Después de unos pasos Dania tenía a Regina contra la pared, con aquella arma en el cuello.

— incluso si nosotras lo hubiesemos hecho, el arma debería estar escondida en la casa de Helen; y te recuerdo que tiene nuevos dueños —
Regina no le temía a qué la degollara en ese mismo momento, aunque estuviera en desventaja en ese momento estaba segura de que saldría de ahí sana y salva.
— además... Está mejor ahí que en tus manos —

— ¡Escúchame bien! No sé qué es lo que quieras de ese niño pero... —

— ¡Pero! —
Dijo Regina interrumpiendola con la voz en alto.
— yo si se que es lo tú quieres de él —
Con una mirada amenazante comenzó a reír, y con un par de movimientos de las manos se desvaneció, dejando solamente un rastro de energía violeta en el lugar dónde ella solía estar.

Dania se quedó estática al ver lo que había ocurrido.

Era un hechizo de primer grado, ¿Cómo era posible que ella pudiese lograrlo?.
Ella no era tan buena, Dania lo recordaba, durante su época escolar siempre fue la peor en todo, sobretodo en ese hechizo, era tan difícil que incluso ella aún no lo lograba.

Dania no dejaría que esa loca arruinara todo por lo que trabajó toda su vida, ella no iba a perder su puesto de directora.

Ella no iba a lograr arrebatarselo.

Lo único que tenía que hacer era mantener a Pete con ella.

~^~

Las monedas de cambio son algo muy curioso, no tienen mucho valor, se usan para intercambiar; con solo una no podrías hacer mucho.

En ese preciso momento, Pete era una simple moneda de cambio, y Regina lo sabía, sin embargo, había cierta cualidad en el que le otorgaba la capacidad de dejar de ser eso para llegar a ser el que termine con la maldición.

Ella lo había visto con sus propios ojos, recordaba perfectamente cada uno de esos momentos.

Recordaba las palabras de su mejor amiga , después del cumpleaños de Pete, ella lo había visto jugar a ser un guerrero junto a su amiga y otros niños; después de eso, ella jamás se retracto de su decisión.

— es muy peligroso, y lo acabas de ver; perdió de la manera más patética posible contra un hechicero falso. El no puede hacerlo —

Helen decidió mantener a su sobrino a salvo, alejándolo del bosque y del pueblo, sin embargo, solo estaba retrasando su destino.

Por otro lado, ella había visto el potencial que tenía, lo había visto resolver rompecabezas enormes en tiempo record, anticipar el final de las películas, pero sobre todo, lo que le daba más confianza es lo ella presenció ese día.

la tía miente —
Dijo un Pete de 9 años, quien estaba parado afuera de la habitación prohibida junto a su padre.
— ¿Porqué lo dices? —
— ella dijo que iba a buscar algo en su habitación, y tardó media hora en volver y sin embargo ella regresó con las manos vacías.
Además, tenía mojada la orilla del pantalón y sus zapatos tenían marcas de que estuvo en el pasto, pero en su habitación no hay pasto, ni agua —

Regina estaba ese día dentro de la última habitación del pasillo del segundo piso, ella lo escuchó con claridad, lo que le dió una gran confianza.

Quizá el realmente pueda encontrar la forma de acabar con la maldición del hombre del bosque.

~^~
 

La lluvia aún no cesaba, se escuchaba como las gotas chocaban contra el techo, las ventanas y el suelo; a decir verdad, era un ambiente bastante relajante.

Pete estaba sentado en el suelo de su habitación con su "mapa" extendido frente a el.

Si, el ambiente era relajante, pero el no estaba para nada relajado, su cerebro repetía una y otra vez lo que había sucedido ese día.

A su lado tenía los tres objetos que Regina le había dado: tenía el bonito collar azul en forma de corazón, después estaba el libro que había encontrado hoy y después lo que le había dejado.

Era lo que no entendía, frente a el tenía una moneda, además, era una moneda sin mucho valor, ¿Porqué le había dado algo así?.

Después de todo la gente decía que estaba loca y realmente lo parecía, sin embargo algo en sus palabras parecía tener coherencia para Pete.

"Es más de uno el que te quiere muerto"

Ésas palabras se repetían una y otra vez en su cabeza, ¿Quererlo muerto? ¿Porqué?, De alguna manera le llenaba de pánico pensar en esa posibilidad.

"Alguien quiere hacerte daño, es alguien en quien confías"

Ésas palabras parecían coincidir con las otras; no podía pensar en una persona que realmente quisiera hacerle daño, ¿Su madre? Era ridículo pensar eso, ¿Darcy? Ella no tenía motivos, ¿El señor Ambrus? Va en contra de todos los códigos morales que el defiende, ¿La señora Dania? También era incoherente, ¿Porqué se preocuparía por cuidarlo si quisiese matarlo? Ella siempre había sido amable, ¿James? Pudo matarlo desde el día en que se conocieron, ¿Porqué mantenerlo vivo hasta ahora?.

Además de ellos no podría decir que confiaba del todo en alguien más, su círculo social se reducía a ellos, no podía pensar en otra persona.

"Pero... También es más de uno el que te necesita vivo"

¿Necesitarlo vivo?
No había razón para que alguien lo necesitara vivo, aunque podría afirmar que lo extrañarían si muriera, no era como si fuese indispensable como para afirmar que lo necesitaban.

Es decir, no era fuerte, ni inteligente, ni audaz, ni ágil, y mucho menos valiente.
Si estuviesen hablando de un superhéroe probablemente entendería que lo necesitan, pero estaban hablando de él, era un chico relativamente normal.

Pete soltó un suspiro pesado, para después tomar una menta y metérsela a la boca.

Con los ojos distraídos intentaba encontrar un significado a aquellas palabras, vagando por la habitación, sus ojos se detuvieron en un objeto en específico.

Pete se estiró un poco, sosteniendo en sus manos el extraño libro; no se había atrevido a abrirlo desde que lo encontró.

Observó la portada hecha de metal, con decoración y colores muy parecidos a los del libro que encontró en la biblioteca.

Sin pensarlo más tiempo lo abrió, ojeando las primeras páginas, dándose cuenta de que era un estilo de libro de hechizos, ¿Realmente funcionaban?

Si hubiese visto antes ese libro, probablemente pensaría que se trataba de una edición especial de alguna saga de hechiceros y brujas como Harry Potter; sin embargo en ese momento, dudaba en que realmente fuera falso, después de todo había visto fantasmas, apariciones, y la manera en la que alguien simplemente desapareció.

Ojeando un poco más, se dió cuenta de que había algunas páginas señaladas.

"Ciclo karmico"
Fue el título que encontró en la primera de esas páginas.

Comenzó a leer, encontrando lo que ya conocía acerca del tema, como que las acciones que hagas se te devolverán, y que lo que no cumples en una vida, lo terminas en la que sigue.

De repente notó algo que no había escuchado nunca.

"En un caso extraordinario en el que el ciclo karmico de un alma no pueda ser completado, el karma de éste pasará a descendientes con relación estrecha, lo que podría llegar a ser lugares y fechas de nacimiento, parecido físico, parecido en la línea temporal de su vida, nombre igual o similar, entre otras cosas.
En dado caso de que éstos no existieran, se quedarían toda la eternidad vagando por un plano intermedio como almas en pena"

Le pareció bastante curioso, sin embargo no lo suficiente como para profundizar en el, así que simplemente siguió con las siguientes.

"Protecciones"
Dentro de éste apartado encontró también cosas que ya conocía, tales como símbolos o rituales para ese fin.

Tal y como sucedió en las páginas pasadas, encontró escritos que no conocía, uno particular le llamó la atención.

los objetos son una herramienta muy útil al momento de la protección; una manera de encantarlos y que no muchos conocen es con la palabra.
Un ejemplo claro podría ser cuando en broma decimos que el objeto es mágico o que puede protegernos; si otorgamos la suficiente intención y fuerza al decreto, sin saberlo habremos creado una de las más fuertes fuentes de protección”

Las palabras de la señora Regina vinieron a su mente.

“la fuerza de una promesa puede romper cualquier maldición”

Quizá se refería a esa técnica en específico, pero, ¿De qué le servía a el saberlo?

Pete simplemente continuó leyendo.

marcas de maldición

Fue el siguiente apartado que encontró.

en el pasado se consideraba marcas de maldición a cosas como lunares, enfermedades dermatológicas, deformaciones, marcas de nacimiento etc.
Ya que creían que era una forma en la que se marcaba a los niños que tenían un mal en su interior.
Actualmente sabemos que éste tipo de marcas no tienen que ver con las verdaderas marcas de maldición.
Las verdaderas marcas de maldición surgen cuando se convive de cerca con una entidad de baja vibración o cuando se tiene mucho contacto con cualquier entidad paranormal.
Éste tipo de entidades suelen ser atraídas por vibraciones bajas como ira, tristeza, miedo o resentimiento; ya que cuando las sentimos nuestra vibración baja y es entonces cuando puedan atacarnos.
Suelen salir con formas irregulares, algunas tienen la apariencia de arrugas o quemaduras y algunas muy muy extrañas suelen ser de color negro, como una mancha de tinta.”

Pete recordó lo que la leyenda narraba, decía que a las víctimas se les identificaba con algunas marcas extrañas color negro.
Al parecer no era tan descabellada esa descripción.

Pete puso sus manos en el cuello para después soltar un sonoro suspiro.
— necesito pensar —

Tenía demasiados pensamientos en su mente, quizá tenía que pensar desde otro ángulo; pero... ¿Cómo lo conseguía?

Gruñó por lo bajo y se recostó en el piso, observando fijamente al techo intentando dejar de pensar, sin embargo los pensamientos iban y venían sin parar.

Giró la cabeza hacia un lado, apretando los labios y suspirando nuevamente.
Fue entonces cuando todo su interior se llenó de emoción; una amplia sonrisa se dibujó en su rostro y se levantó apresuradamente del suelo.

¡Lo tenía! 
Se dirigió apresuradamente al mueble que tenía a un lado de su cama, arriba de éste había una bonita caja musical.

Si quería verlo desde otra perspectiva, ¡Podía decirle a alguien más que lo ayudara!.

La caja musical fue un regalo de Darcy, ella era su mejor amiga, ¡Ella le podría ayudar! Sabría que le iba a creer si le contaba, no le mientes a la gente que quieres y en la que confías, ¡Ella sabrá que no estoy mintiendo!.

Con el entusiasmo corriendo por sus venas salió de su habitación con los pies descansos y bajó las escaleras.

Estaba realmente emocionado, su sonrisa llegaba de oreja a oreja, incluso su respiración estaba más acelerada.

Cuando llegó al final de las escaleras notó que todo estaba apagado, todo excepto la habitación de su madre.

Le pareció algo extraño, pero estaba demaciado entusiasmado para sospechar.

Con calma se acercó a la puerta de la habitación, sin embargo, la conversación que escuchó lo obligó a quedarse ahí afuera, sin entrar.

— muchas gracias por aceptar venir aquí a cuidar a mi hijo; lamento que hayas tenido que sacrificar tu viaje con tu novio —

— no se preocupe señora, no me arrepiento, tenía razón cuando me dijo que Pete estaba actuando distante; y con eso de la oferta de trabajo que le dieron, no podría estar con el. Por cierto, ¿Cuando piensa decirle? —

Ésas palabras se sintieron como una cubeta de agua fría, como una puñalada por la espalda.

Todo el entusiasmo que tenía se desvaneció, apretó con fuerza la caja musical que tenía en sus manos.
Sus ojos comenzaron a picar y una lágrima salió de ellos.

Pete no pudo quedarse ahí más tiempo, simplemente corrió de nuevo a su habitación con lágrimas en los ojos.

Cuando llegó ahí cerró lentamente la puerta y cuando lo hizo, todo el peso cayó sobre el.

Las lágrimas de sus ojos parecían no tener fin, salían como si fuesen un grifo abierto; su pecho quemaba, sentía como si algo dentro de el se hubiese roto.

Arrojó con fuerza la caja musical; ésta rebotó en la cama estrellándose contra la pared.

— no le mientes a alguien que quieres... No le ocultas cosas a alguien en quien confías... —
Susurró Pete con la voz totalmente rota.

¿Cuántas veces les había dicho que no necesitaba ser protegido por nadie?
Ya no quería ser la víctima, ¡Ya no!.

— no soy débil... No soy... —
Al susurrar éstas palabras su voz se rompió completamente, fue incapaz de formular una sola palabra.

Miró al suelo y una rabia lo llenó por completo. Sin siquiera detenerse a pensar pateó todo lo que tenía en el suelo.

¿En qué estaba pensando? ¿Porqué estaba haciendo todo eso? Ni siquiera eso podía hacerlo sentir que realmente no era débil e inútil.

Ellas no confiaban en el...

Pete se dejó caer lentamente haciéndose bolita sin parar de llorar.
Luego de 5 minutos en esa posición al fin logró tranquilizarse.

Con los ojos inchados se levantó y recogió todo lo que había tirado, devolviendo el orden a su habitación.

El collar lo puso en el bolsillo de un pantalón color café y lo demás lo guardo en el cajón de a lado de su cama.

Lentamente se acercó a la cama, se sentía algo enfermo después de haberse mojado tanto ése día; y después de lo que pasó su poca fuerza simplemente se fue.
Al llegar, tomó con cuidado la caja musical al verla estaba partida en dos partes.

Se sintió terriblemente mal, había roto un regalo muy preciado.

Con pesadez se recostó en el colchón, y sin querer dirigió su mirada a la luna.

No debió hacerlo...

Cuando lo hizo un recuerdo llegó a su mente.

Recordaba estar distraído, cuando de repente escuchó que su padre gritó su nombre, segundos después sintió que lo empujaron con mucha fuerza; lo siguiente que recuerda es los gritos de muchas personas.

¡Papá! —

Las desesperadas lágrimas comenzaron a salir por sus ojos, su corazón sintió cómo era aplastado sin ninguna compasión.
— fue mi culpa..., —
Intentó desesperadamente limpiar las lágrimas y parar de llorar.

No podía, ¡¿Porqué no podía?! No quería llorar, ya no, ¡No quería recordar ese día!.

— tienes razón, fue tu culpa —
Una fantasmal voz resonó en la habitación, inmediatamente el ambiente se volvió tensó.

Pete se quedó ahí, sus pupilas se encogieron y sintió un escalofrío por la espalda.

El hombre del bosque estaba justo detrás de él.

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