capitulo 1
Una sensación de mareo lo invadió cuando la oscuridad a su alrededor finalmente se dispersó; estaba confundido y asombrado, la sensación de entumecimiento en sus extremidades era lo suficientemente fuerte como para hacerle creer con facilidad que no podia controlar su propio cuerpo; sin embargo no se debía a ningún tipo de enfermedad o golpe, lo que lo detenía no era nada más que terror puro.
Todo lo que acababa de ver lo había dejado atónito, al punto que incluso respirar le era imposible; sus ojos volvieron a la normalidad desapareciendo lentamente aquella tonalidad negra que los cubría por completo dejando ver nuevamente sus ojos ojos azules los cuales estaban invadidos de confusión.
Tocó con desesperación todo a su alrededor para después tocarse el rostro, como verificando si realmente todo lo que lo rodeaba era real, o al menos lo más real que era posible.
Miró a su alrededor intentando calmarse dándose cuenta de que nuevamente estaba frente a aquel roble; Pete tomó una bocanada muy profunda de aire para calmar su acelerada e irregular respiración, sus pupilas se movían de un lado mientras intentaba asimilar todo lo que vió.
Estaba en completo shock, todas aquellas dudas que tenía acerca de la leyenda, aquellas extrañas frases que Regina le dijo, todos ésos sueños extraños, la confusa actitud que el hombre del bosque tomaba cada vez que se presentaba ante él, ¡Todo tenía sentido ahora!
Con rapidez observó a su alrededor nuevamente, pero ésta vez a conciencia; la oscuridad de la noche había envuelto todo a su alrededor, el cielo estaba teñido de un azul marino terriblemente oscuro, llegando a parecer casi negro, además de que la niebla era cada vez más espesa por lo que el ver con claridad le era difícil, sumando a qué con las pocas fuerzas que le quedaban su vista estaba borrosa; después de todo había agotado toda su energía, había estado peleando con todas las defensas que el bosque le puso y había estado corriendo sin parar durante demasiado tiempo además de que la sangre que salía de la herida en su oreja no era cosa de broma.
Con frenesí intentó unir todas las piezas del rompecabezas que ahora tenía, utilizando la poca concentración que tenía en ése momento
“una promesa tiene la fuerza de romper el más fuerte de los maleficios”
Las palabras llegaban a su mente una tras otra, uniéndose a la perfección con los escenarios que le habían mostrado.
“mientras uses ésto, nada ni nadie podrá hacerte daño”
Aquella romántica frase que el chico de cabello rizado utilizó al final se había vuelto realidad, le había dado sentido a todo y lo más importante, le había otorgado la solución a aquella terrible situación.
Finalmente comenzaba a comprender todo, finalmente todo tomaba sentido, ahora entendía el porqué nadie jamás había logrado encontrar la manera de romper la maldición, el porque ni siquiera las hechiceras mas poderosas del lugar lo habían logrado en ésos mil años, ¡Porqué todo el tiempo vieron las cosas al revés! ¡Todo el tiempo buscaron en el lugar equivocado!.
“mi trabajo terminó, pero el tuyo apenas comienza”
Todo el tiempo había estado destinado a llegar hasta ahí, todo ése tiempo él había estado guiandolo para que descubriera la verdad, incluso si le costara la peor de las torturas, utilizo hasta la última gota de su fuerza para llevarlo hasta ahí, después de todo sabía que al final podría deducirlo, después de todo sabía que él era el único que podía salvarlos, el único que podía sacar a todos de ahí, el único que tenía la capacidad para terminar con ésa tortura.
“la respuesta está ahí, debajo del árbol ”
Ésa última frase resonó en su mente una y otra vez, mezclada con todos sus recuerdos; aquella única frase que tanta confusión le había causado, la frase a la que nadie le prestó atención ni le encontraron significado lógico comenzaba a tomar muchísimo sentido.
— debajo del árbol... —
Susurró Pete con la vista fija en el suelo, su mirada era la de un completo demente, casi como si estuviera a punto del colapso, su mente comenzó a relacionar todo, fue entonces que la solución apareció frente a sus ojos; recordó vagamente un regalo que Regina le dió, recordó también sus palabras “lo necesitarás”. Buscó con algo de torpeza en su bolsillo, sintiendo rápidamente un objeto; con conmoción lo sacó, esperando que fuera lo que creía, cuando lo llevó a sus ojos lo vió con claridad, era un hermoso collar en forma de corazón color azúl.
— ¡éso es! ¡Debajo del árbol! —
Gritó para si mismo, sintiendo como su una cubeta de agua helada le hubiera caído encima, mostrándole entre pensamientos un lugar que había visto antes.
Con rapidez se arrastró hacia el lugar que su intuición le indicó, rogando internamente por tener razón y no haberse equivocado; no pasaron ni tres segundos cuando frente a él, justo bajo el árbol estaba una fila de caléndulas bailando nostálgicamente al ritmo que el viento les indicaba.
La primera vez que las vió no había comprendido el porqué se encontraba en aquella extraña alineación casi formando un círculo, ni tampoco había comprendido porque solo había cuatro de ellas, pero ahora al tenerlas de nuevo frente a él, al saber su triste simbolismo y su trágico origen no pudo evitar detener sus acciones por un segundo, casi lamentándose por el desenlace que tuvieron aquellas dos almas que tan solo querían amarse, y por aquella flor que habían elegido para representar el amor eterno que al final se había convertido en un marca de su terrible tragedia.
Sus lamentos no duraron mucho, pues recordó rápidamente que no tenía tiempo que perder, que si no se apuraba perdería su única oportunidad de salir y de sacar a todos de ahí; Comenzó a escarbar en aquel lugar, sacando las flores de sus raíces en el acto; no pasó más de un minuto cuando una luz verde producto del reflejo de la luna en aquel hermoso objeto llegó a sus ojos, lastimandolos ligeramente por la sensibilidad que tenían en ése momento, frente a él, enterrado en aquel lugar había un collar en forma de corazón color verde.
¡Realmente estaba ahí!
Sin perder el tiempo apretó ambos collares en sus manos y se levantó con rapidez; comenzó a correr sin mirar atrás, sin importarle nada más que llegar al lugar donde ambos chicos se encontraban, sacando fuerzas de quién sabe dónde, sus piernas temblaban haciéndolo tropezar con constancia mientras corría, más rápido que nunca antes en su vida lo había hecho; sabía exactamente que tenía que hacer, no tenía idea si estaba vivo o si estaba muerto en ése momento, lo único que pasaba por su mente era salvar a aquellos dos jóvenes que habían puesto su destino en sus manos.
Sin embargo mis queridos amigos, creo que para que puedan entender ésta situación, debemos retroceder un poco, exactamente tres meses antes, cuando todo comenzó.
~^~
Realidad.
Se refiere al concepto que le otorgamos a todo aquello que existe y consideramos opuesto a aquello ficticio, ilusorio, aparente, o meramente imposible.
Pero...
¿Cómo sabemos exactamente qué es real y que no?
¿Realmente crees que los cuentos,mitos, leyendas y películas son solo eso?
¿Cuentos,mitos,leyendas y películas inventados por alguien?
Y si es así...
¿Cómo sabes que no estás equivocado?
Pues, las cosas no siempre son como creemos;a veces la verdad se olvida y queda oculta ante nuestros ojos.
Y eso precisamente fue lo que aprendió nuestro querido Pete Loughty; y todo comenzó un domingo normal, en la ciudad de Ashford, en el condado de Kent, Inglaterra.
Era fin de semana, así que su alarma no tenía que sonar, afortunadamente para él, ya que la noche anterior no había podido dormir del todo bien. Y claro, no era que su ciclo de sueño estuviese excelentemente organizado; en realidad eso le sucedía todas las noches. Su mente navegaba por un sin fin de lugares, dejándolo incapaz de descansar bien.
Siendo las 10:00AM, abrió sus ojos; vaya, había despertado más tarde que la última vez. Sin mucha prisa se levantó de la cama, y con una pijama un tanto reveladora se dirigió al baño, poniendo cada gota de su fuerza se voluntad en cada uno de sus pasos.
Hizo su rutina matutina,se lavó la cara, se peinó y vistió.
Pasados unos 10 minutos salió de aquel lugar, y bajando la escalera rápidamente se dirigió a la cocina, ya era algo tarde, así que su estómago rugía con fuerza, implorando algo de alimento.
Pegado al refrigerador había una nota
"Tuve doble turno, regreso en la noche"
A veces le dolía que su madre trabajase tan duro, ya 5 años haciendo su trabajo de manera impecable, y trabajando incontables horas extras.
Ella definitivamente merecía un ascenso, o como mínimo un buen aumento.
Dejando de lado sus pensamientos, procedió a preparar algo rápido para almorzar.
El resto del día, como todos los domingos, fue algo triste; ordenó el departamento, hizo su tarea, vió su teléfono y la televisión, leyó algo, y el tiempo simplemente parecía que no avanzaba.
6:40 pm, Pete permanecía mirando hacia el techo, con la mente nublada, llena de pensamientos aleatorios; un sonido de notificación distrajo a Pete de aquel acto.
— estoy ahí en 10 minutos —
Darcy, su mejor amiga, solía ir todos los domingos a ver una película; para Pete era como una hermana mayor, ella lo protegía del peligro, y estaba casi siempre con él.
Y tal como prometió, pasados los 10 minutos ella estaba ahí.
— hola —
Saludó Pete haciendo la voz ronca al abrir la puerta, tratando de sonar como todo un bad boy, a lo que Darcy soltó una buena y escandalosa carcajada.
— te ves ridiculo haciendo eso —
ella entró, dejando una bolsa que llevaba en las manos sobre la pequeña mesa de decoración que Pete y su madre tenían casi junto a la puerta. Su amistad se remontaba a años en el pasado, así que no tenían la necesidad de pedir permiso alguno para entrar a la casa del contrario.
— ¿qué es eso? —
preguntó pete acercándose a aquella bolsa.
si algo caracteriza a pete era su peligrosa, (y algun dia quiza mortal) curiosidad; esta llegaba a tal punto, que si escuchara que le dispararon a alguien, probablemente se acercaria a ver qué fue lo que pasó, en lugar de ir a la estación de policía a reportar el acontecimiento.
— ¡mira! —
dijo tomando en sus manos una caja de jugos de moras azules, el jugo favorito de pete, eran realmente difíciles de conseguir; habían salido del mercado hace años, por la excesiva cantidad de azúcar que contenían.
— no es cierto... —
sorprendido tomó una de las bebidas entre sus manos.
— ¡lo conseguiste! —
Pete estaba bastante emocionado, tenía una sonrisa de oreja a oreja, arrugaba la nariz y cerraba ligeramente los ojos, dando pequeños saltitos, regalandole una escena extremadamente tierna a la chica frente a él.
— y no solo eso —
Darcy sacó una pequeña caja con tres pequeñas tartas de moras azules, y creo que se han dado cuenta, de que esa es la fruta favorita de Pete.
— son de tu pastelería favorita —
Los ojos del pelinegro brillaron aún más, sin embargo cuando estaba apunto de tomar en sus manos aquella caja con postres hubo una duda repentina que se generó dentro de él, haciendo que retirara sus manos lentamente.
— ¿porque los conseguiste? —
preguntó pete, dudando de aquella extraña amabilidad de su amiga, pues ella no era el tipo de persona que regalara cosas así porque si; el chico frunció ligeramente en seño y con voz interrogativa preguntó
— ¿necesitas algún tipo de favor? —
Darcy rodó ligeramente los ojos y se rió delicadamente ante aquella repentina desconfianza.
— no es eso, eran para tu cumpleaños, pero cada que llegaba, la tienda estaba cerrada —
dijo darcy acercándose al sofá, pues camino unas 20 cuadras desde su casa, con esa pesada bolsa en sus brazos, realmente quería descansar.
— aun así, me gusto mucho la caja musical que me diste —
dijo pete, con un tono ameno de voz, el cual era el que casi siempre utilizado por él; cualquiera que no lo conociera encontraría el hecho de diferenciar su estado de ánimo en su voz como una tarea realmente difícil, e incluso imposible, sin embargo para alguien que llevaba tanto tiempo a su lado como Darcy resultaba fácil.
— pero si me esperaba al otro año, estos jugos se habrían caducado, solo les quedan 6 meses antes de que eso pase —
Respondió la chica explicándole a Pete que no había necesidad de preocuparse por ser demasiado molesto, Pete formó una o con su boca, dándole a entender que había comprendido sus motivos, y aunque aún se sentía algo incómodo comprendió que no valía la pena seguir pensando en eso.
— bien, dejemos de hablar de jugos y pasteles. ¿que película quieres ver? —
Exclamó Darcy con entusiasmo; ambos dejaron la conversación de lado y comenzaron a buscar alguna buena película dentro de los muchos discos que Pete y su madre habían acumulado durante años, sin embargo fue especialmente difícil tomar una decisión para ambos, pues la mayoría ya habían sido reproducidos antes.
Después de una ligera discusión, ambos decidieron ver una de terror, y con ambos me refiero a que Darcy la escogió, y Pete solo aceptó muy a regañadientes, ya que el detestaba las películas de terror, le daban demasiado miedo.
Los minutos comenzaban a pasar, Darcy miraba con gran expectacion la película que se reproducía en el televisor; aunque quien la viera solo físicamente y conviviera con ella unas horas, aseguraría que le encanten las películas románticas, libros de poesías y cosas que encajan con su delicada actitud, su hermoso, largo y cuidado cabello rubio, su indescriptible belleza, y manera elegante de actuar y de vestir; y quiénes la vieran enojada, afirmarían que se junta solo con hombres, le encantan los deportes y las películas de acción, en realidad no era ninguna de éstas cosas, era una combinación de amabas, ella adoraba el suspenso y el terror, cosa que le hacía disfrutar aquella película.
Pete por su parte parecía no hacerlo, temblaba con cada escena y sujetaba con fuerza los cojines mientras se tapaba casi completamente con las cobijas, dejando solo por fuera sus ojos azules, los cuales estaban igual o incluso más abiertos que las puntas del cabello de la maestra de matemáticas.
Él prefería ver películas animadas, prefería reírse de chistes malos que tener que ver cómo mataban a disparos a alguien, o cómo los fantasmas perseguían a alguien para comérselo.
Él era algo cobarde, todos estamos de acuerdo en eso.
Y entre la oscuridad y el silencio del departamento, el climax de aquella película comenzaba a acercarse, ambos miraban fijamente, esperando a que sucediera cualquier cosa.
Cuando de repente, la puerta principal se abrió; sacándole un pequeño susto a Darcy, y a Pete haciéndolo saltar del sofá hacia el suelo, y cubrirse completamente con la cobija que tenía encima momentos anteriores.
— películas de terror eh —
Dijo Bryony, la madre de Pete, quien dejó su bolso y su uniforme en la mesa que estaba aun lado de la puerta, ella presentaba una sonrisa burlona en su rostro, su hijo parecía un cojín gigante con esa cobija que tenía; el siempre había sido asustadizo, recordaba la vez que pensando que un mounstro había entrado a la casa, se escondió en el armario sin hacer un solo ruido con una sábana idéntica a la que usaba en ese momento cubriéndolo por completo y duró un día entero ahí, haciendo que ella y su padre estuvieran a punto de llamar a la policía.
— Darcy, ¿Porqué torturas así a mi pobre hijo? —
Fue la dulce voz de su madre la que lo sacó de su mente y llevándose en el acto todas esas terroríficas imaginaciones que lo estaban atormentando; su rostro se arrugó al caer en la cuenta de la escena que acababa de montar, sintiendo la vergüenza subir de sus pies hasta sus orejas, haciendo que deseara con todas sus fuerzas enterrar su cabeza en la tierra y no salir de ahí.
—¿Mamá? —
Preguntó retirando lentamente la sábana de su cuerpo con la esperanza de que nadie hubiera visto nada, aunque supiera que era imposible; su madre solo soltó una risa ligera, conteniendo con mucho esfuerzo la terrible carcajada que estaba apunto de soltar.
— la misma —
Dijo Bryony, quien sin perder el tiempo se acercó a la cocina, pues no había podido comer en al menos 5 horas, por lo que era más que obvio que estaba hambrienta.
— ¿Ya cenaron? —
Las películas terminaron más rápido de lo que creyó, Darcy regresó a su casa y Pete se dirigió de nuevo a su cama, otro día había terminado; sentía realmente como si la rutina de sus días jamás fuese a cambiar, como si hubiese algo que faltará dentro de él, como si estuviera incompleto.
Buscó la luna desesperadamente, intentando calmar el miedo que lo invadía. Entonces su corazón dejo de latir tan rápido, y sus ojos miraron expectantes aquel astro, durantes algunas horas, hasta que el sueño venció la pelea, y nuestro querido protagonista cayó en los brazos de Morfeo.
Pete amaba la luna, ¿Porqué?, Hasta el momento, nadie sabía con exactitud, lo único que respondía cuando le preguntabas, era que era quien le protegía y le daba fuerza.
Quién diría que aquellas hermosas palabras, resultarían ser realmente dolorosas.
~^~
Paz; paz era lo único que se encontraba en esa pequeña habitación, paz y un constante y relajador sonido de respiración proveniente de nuestro querido protagonista, quien recostado en su estrecha cama, acurrucado entre las suaves y cálidas cobijas disfruta de un plácido y reparador sueño; sus delgados y rojizos labios entreabiertos,su cabello esparcido por la almohada junto con sus párpados cerrados, que dejaban a la vista solo sus largas y rizadas pestañas le daban un aspecto relajado y completamente angelical.
Pero ese plácido sueño se fue por la ventana cuando el constante sonido de la alarma despertadora comenzó a sonar; si bien la canción no le era desagradable, al contrario "pied Piper" era una de sus canciones favoritas, sin embargo el hecho de que fuera el sonido encargado de despertarlo, convertía esa bella pieza musical, en un detestable ruido sacado de una completa película de terror.
Pete apagó aquel sonido con un pequeño esfuerzo, estirando su brazo para hacerlo. una vez vuelto el silencio, Pete metió de nueva cuenta su brazo dentro de la calidez de las cobijas; el permanecía mirando perdido hacia el techo, mientras miles de pensamiento pasaban por su mente, ¿Era necesario levantarse?.
Así dejó pasar algunos minutos, mientras su mente se debatía entre continuar durmiendo o levantarse en ese momento y tener tiempo para ir al colegio arreglado; con certeza podría decirles que la primera opción era la más tentadora, sin embargo Pete sabía que por más que su cuerpo le rogara que no lo hiciera, necesitaba levantarse, o llegaría tarde a clase.
Con mucho esfuerzo, sintiendo su cuerpo pesado como el plomo decidió levantarse. Al remover las cobijas y hacer contacto con la fría madera del piso, sintió que el frío de la mañana atravesaba su delgado y pálido cuerpo como docenas filosas dagas.
— rayos...—
Maldijo en voz baja abrazándose a sí mismo, con la voz temblorosa por el repentino cambio de temperatura
—debo recordar usar más ropa al dormír —
Se dijo a si mismo, prometiendo ésta vez cumplirlo, y no decir éso y al final olvidarlo y recordar lo que iba a hacer hasta la mañana siguiente cuando se diera cuenta que no lo hizo; con rapidez y sin darle mucha importancia hizo una nota mental y caminó hacia el baño.
Pete era el tipo de persona que dejaba el uniforme en el baño, ya que sabía que si no lo hacía, tendría que regresar a su habitación por el, y realmente no quería eso.
Llegando al baño lo primero que vió fue un espejo, que le dejaba ver de sus hombros hacia arriba; su atención fue rápidamente desviada hacia su propio reflejo, sorprendiendose inconsciente con su propia imagen, ¿Realmente lucía así?
— buenos días Pete —
Se dijo a si mismo. Su aspecto era completamente lamentablemente, sus hermosos ojos azul celeste estaban hinchados y ligeramente enrojecidos; debajo de ellos había unas grandes ojeras, producto de el insomnio que comúnmente lo atormentaba; su cabello azabache se encontraba hecho remolinos, totalmente revuelto y desordenado, y sumado a su lechosa y pálida piel, lo hacía lucir como un zombie.
Rápidamente hizo su aseo personal diario y se colocó su uniforme; unos minutos después ya estaba completamente listo para partir al colegio.
Bajó las escaleras, encontrándose con su madre, tenía completamente listo el desayuno, como todos los días, ella era enfermera en un hospital,así que estaba acostumbrada a hacer las cosas rápidas y eficaces, y el desayuno no era una excepción.
—buenos días cariño —
Saludó Bryony, quien estaba sentada tomando un café matutino, ella era el tipo de persona que cuando comía, se concentraba solo en comer,y olvidaba que el resto del mundo existía y se dedicaba solo a disfrutar de la comida.
— buenos días mamá —
Pete se sentó frente a ella, era una mesa bastante pequeña de forma redonda decorada solamente con un carpeta blanca y un florero que en ése momento estaba puesto en otro lugar, pues su lugar estaba ocupado con algunos panes de mantequilla en un plato colocado en el centro, un azucarero, un bote con café instantáneo y una tetera con agua caliente a su lado; no había demasiada comida, ni la mesa era grande ya que solo vivían ellos dos en aquel humilde departamento.
— ¿Dormiste bien? —
Dijo su madre sin despegar la vista del pan con mantequilla ni por un instante luciendo como una psicópata a los ojos de cualquiera; Pete asintió sin mucho entusiasmo mientras se preparaba un café.
— pues, lo normal —
Contestó Pete para luego darle un rápido sorbo al café que acababa de preparar.
— ¿Pasaré por ti hoy? —
Preguntó Pete tirándole una mordida a los panes que había preparado el fin de semana, realmente sabían de maravilla; cuando los probó no pudo evitar pensar que sus habilidades de repostería eran muy buenas.
— si, en el descanso —
Dijo su madre terminando de comer.
Su relación madre hijo era especial, a pesar de que sus pláticas eran rutinarias y amenas, ambos lo disfrutaban bastante, no les importaba mucho si hacían lo mismo todos los días.
— me tengo que ir—
Dijo Pete tomando sus cosas, su madre rápidamente se paro de su asiento y fue hacia la puerta.
— ten un buen día —
Dijo besándole la mejilla, justo antes de que Pete saliera del departamento.
Lo que más detestaba del día, era tener que subir y bajar las largas escaleras del edificio donde vivían, los deportes no eran para nada sus amigos; el preferiría tener un ascensor que le facilitara el trabajo; y no, no era flojo, simplemente no tenía una buena condición física.
Con la frente sudorosa y la respiración agitada llegó a la entrada, no tuvo ni siquiera tiempo para descansar, el tráfico en Ashford era bastante pesado, no podía simplemente pararse y estorbarle al resto de las personas, que seguramente, igual que el, iban llegando tarde.
Un par de cuadras bastaron para llegar a la parada del autobús, de manera delicada se sentó, observando las personas y autos que pasaban.
Cada una de esas personas, todas con una vida completamente distinta a la de los demás, cada una con sus propias maravillas y sus propias desgracias. Todos parecían ocupados, cada uno inmerso en su propio mundo, con las pisadas tan ágiles, con las miradas perdidas, con el cerebro ocupado.
Ninguno de ellos podía ver lo que había enfrente de sus ojos.
Aquella hermosa ciudad, toda la historia que había en cada una de sus calles; y un hermoso cielo nublado.
— buenos días moonchild —
Saludó contenta Darcy, su mejor amiga, sacándolo con un ligero susto de sus pensamientos.
—buenos días Darcy—
Respondió el pelinegro volteado rápidamente su mirada hacia ella para después regresarla al frente.
La aludida acomodó hacia la izquierda su largo cabello rubio y se sentó a lado de Pete.
-— ¿Cuánto tiempo llevas aquí? —
Preguntó la chica, Pete la volteó nuevamente a verla y después regresó la mirada al frente.
— no mucho —
Pasaron muchos segundos en silencio, ninguno de los dos decía nada, Pete se dedicaba solamente a ver al frente.
Entonces de la nada el pelinegro habló.
— ese lápiz labial es más rojo de lo normal, ¿Conociste a alguien? —
Darcy sonrió y miró hacia el suelo acomodando su cabello detrás de su oreja; fue realmente impresionante la manera en que con una sola mirada el menor hubiera notado aquel detalle tan imperceptible a los ojos de cualquiera.
—de hecho si, se llama dan —
Darcy no se molestó en ocultarlo, la contrario, parecía completamente orgullosa de lo que decía, no había ni una sola pisca de vergüenza en su rostro.
Pete volteó la mirada hacia ella, y sonrió levemente, alegrandose de verla tan contenta.
— debe ser muy especial, tu jamás harías un cambio en ti para otra persona —
Pete sonrió bajando la mirada hacia el suelo mientras hablaba, su mente no pudo evitar pensar, ¿Cómo se sentía estar en ése estado? El chico no podía imaginar cómo era aquel sentimiento, por lo que un sentimiento de nostalgia lo invadió de repente.
Darcy sonrió ampliamente, y respondió de inmediato.
— lo es, te lo aseguro...—
Darcy bajó la mirada, he hizo una leve mueca, la mente de la chica que momentos antes parecía muy segura de la situacion de repente se llenó de dudas y temores, y con una voz casi débil susurró
— solo espero no equivocarme —
Pete la vió fijamente confundiendose aún más, ¿Cómo un sentimiento bonito como ése podía convertirse en segundos en algo que te atormentaba?; Decidió dejar de pensar en eso y sonrió antes de hablar.
— te daría algún consejo, pero tú sabes que yo no sé nada acerca de las relaciones amorosas —
Darcy sonrió ampliamente, pues el pelinegro tenía razón, pues en sus 15 años de vida, no había habido ni un alma que le hubiera hecho sentir algo tan profundo como el amor; ante el repentino silencio ambos rieron, importandoles poco que no estaban solos, llevándose con las risas la seriedad de la situación y los miedos en la mente de Darcy.
— ¿Cómo vas a saber sobre eso? Eres muy joven —
A pesar de que Darcy fuera mayor solo por cinco años, le encantaba tratar a Pete como si fuera 50 años menor a ella, cosa que a veces era tierna, y otras veces frustrante.
El autobús llegó justo antes de que Pete pudiera emitir una sola palabra en su defensa.
— es el tuyo —
Le dijo Darcy, Pete asintió levemente, para luego subirse rápidamente; ya en la puerta del autobús sonrió levemente y se despidió con la mano.
Del resto del día no hay mucho que decir, fue como cualquier otro día de un estudiante completamente normal; Pete no era del tipo de chico que le apasionaba la escuela, tampoco podríamos decir que le disgustaba, porque no era así, simplemente hacia lo que le pedían y contestaba exámenes con lo aprendido.
Sorprendentemente, a pesar de eso siempre tenía buenas calificaciones.
Tampoco tenía amigos, no porque nadie quisiera serlo, si no porque realmente no le interesaba en lo absoluto ser amigo de nadie de ese colegio; hablaba con muchas personas, sin embargo no podía considerar a nadie su amigo.
Y así como todo ciclo, el día escolar termino, se encaminó rápidamente a la parada, llendo de vuelta a su hogar.
Durante las siguientes cinco paradas, esperó a que Darcy subiera en algún momento, sin embargo no pasó.
No le dió mucha importancia realmente, quizá se había quedado a alguna actividad de la universidad.
Las ruedas de aquel autobús siguieron avanzando, hasta llegar a su destino.
El hospital donde trabajaba su madre, como era costumbre, caminó hacia la entrada y saludó a los recepcionistas, que ya lo conocían bien.
— siéntate ahí, ahora viene —
Pete asintió con la cabeza y se sentó en uno de los asientos que había ahí.
No pasó nada de tiempo cuando comenzaron a escucharse algunas voces, pareciendo que se acercaba cada vez más al lugar donde el chico se encontraba; cuando estuvieron lo suficientemente cerca para escucharlas con claridad Pete reconoció una en específico y rápidamente puso toda su atención en ellas, para confirmar sus sospechas.
— señora, ya estoy arto de esto, no puedo hacerlo —
Dijo el director del hospital, caminando a paso veloz, con la frente en alto en señal da arrogancia; ambos parecían llevar un rato discutiendo y aquel conflicto que le era completamente desconocido comenzó a hacer que la tensión subiera cada vez más.
— le avisé con forme al manual, no puede negarse —
Mencionó la mujer, que caminaba lo más rápido que podía intentando alcanzar al hombre; Bryony cometía el error de no rebajarse ante nadie, ni siquiera por el bien de continuar con su trabajo y no ser despedida.
—ya me cansé, ¡Está despedida! —
Bryony lo miró con sorpresa, aunque para cualquiera en aquel hospital fuera obvio que éso ocurriría, y en su lugar incluso les era más sorprendente el hecho de que se hubiera tardado tanto en suceder.
— señor, usted no puede hacerlo, soy la mejor de aquí —
Se defendió la madre de Pete sin un rastro de humildad en su voz, cosa que en lugar de ayudar simplemente empeoró las cosas, haciendo enojar aún más a su jefe, aunque no le importaba en lo absoluto, ella no se iría de ahí, no sin antes pelear su lugar.
—ya le dije que está despedida, no suplique más —
Dijo aquel señor a regañadientes, intentando mantener la serenidad y no dar una mala imagen, después de todo el jefe de un establecimiento discutiendo como iguales con una de sus empleadas no era algo bueno.
— señor porfavor, he hecho bien mi trabajo, reconciderelo —
Entonces el director, arto de las súplicas de la mujer se detuvo, haciendo que Bryony casi pierda el equilibrio.
— ¡Le he dicho que está despedida, salga de aquí inmediatamente! —
Dijo casi en un grito, llamando la atención de todos los presentes, Pete rápidamente corrió hacia su madre, quien sacudió su bata y se giró de manera brusca agitando su cabello en señal de orgullo.
— salgamos de aquí hijo —
la mujer fulminó con la mirada al director antes de ponerse en marcha, caminando fuerte y veloz, casi gritando que estaba apunto de salirle humo de los oídos de la rabia.
Pete la siguió, una vez estando fuera del hospital, Bryony comenzó a susurrar cosas inaudibles.
Si bien ella tenía un corazón puro y amoroso como el de su hijo, también tenía un lado realmente vengativo y orgulloso, capaz de hacer cualquier cosa para demostrar que ella era la mejor.
Claro, ese lado, como todo lado oscuro de cualquier humano totalmente cuerdo, se encontraba bien escondido, y solo salía en casos realmente extremos.
Por ejemplo este.
— ¿Cómo se le ocurre humillarme de esa manera? —
Gruñía la madre de Pete, parecía que en cualquier momento se convertiría en mujer lobo e iría a tragarse entero a aquel director.
— ¡Pero ya verá!, Les irá muy mal ahora que no estoy con ellos, seguramente no encontrarán a alguien mejor que yo —
Pete se dedicaba a asentir solamente, su mente estaba más ocupada pensando que harían ahora, que en escuchar los reclamos de su madre.
— seguramente le saldrán uñas de trol y su retaguardia se le llenará de feas verrugas, si, eso le pasará —
Apartir de ese día, las cosas se volvieron realmente difíciles, Bryony buscó trabajo en todos los lugares que encontró, y a pesar de todos sus esfuerzos, no conseguía alguno.
Pete fácilmente bajo al menos 5 kilos de peso, ya que vendía sus almuerzos y dejaba a escondidas el dinero junto con el de su madre.
Estaban en la ruina, jamás fueron ricos, pero ahora les faltaba para las cosas escenciales.
3 meses habían pasado desde aquel acontecimiento, ambos luchaban para mantenerse positivos ante la situación.
Sin embargo lo que ocurrió ése martes les arrebataría, cualquier gramo de positivismo que les quedaba.
Holiiius, antes que nada muchas gracias por darle una oportunidad a ésta historia, espero no decepcionarlos .
Bien, si han llegado hasta aquí debo aclarar que los primeros dos capítulos son para dar contexto, las cosas comienzan a ponerse interesantes hasta el capítulo tres, así que por favor aguanten hasta entonces; otra cosa, el protagonista es inseguro y un tanto depresivo, así que tenganle paciencia 😅.
Bueno, creo que es todo jaja, de nuevo gracias por haber llegado hasta aquí, y no olviden comentar, se los agradecería mucho.
Hasta otro capítulo 💕💕
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