𝑐. chapter one.
Capítulo uno.
❛ Desconocida. ❜
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Natalie Grayson admiraba su reflejo en el espejo. Su cabello ahora negro, sin el flequillo cubriendo su frente, caía por sus hombros debido al crecimiento que había tenido en esos tres meses que transcurrieron en la torre de los Titanes. Y es que luego de haberlo pensado durante muchas noches de insomnio, consideró que sería una buena idea iniciar esta etapa de su vida con un nuevo look, aunque fuera únicamente cambiando el color de su cabello. Jason, después de alegar repetidas ocasiones que su cabello natural era precioso, terminó por ayudarla a escoger el color negro. Una vez la decisión estuvo firme en la cabeza de la chica, caminaron por las calles de San Francisco buscando el tinte que necesitarían.
En aquellos tres meses de convivencia con su hermano y los nuevos Titanes, con el único que podía entablar una conversación de horas, era con el pelinegro de ojos azules. Jason la hacía sentir cómoda cuando no lograba encajar con los demás chicos. Incluso, habían ido a una librería para comprar un par de libros. El muchacho —cuando Dick no lo tenía entrenando con los demás— tocaba la puerta de la habitación de Natalie para recostarse junto a ella, dejaba su cabeza en el regazo de la chica y tenía un par de minutos de paz y lectura donde la menor acariciaba su cabello hasta provocar que se quedara dormido.
Ninguno estaba seguro en qué situación sentimental se encontraban en ese momento. Jason aprovechaba cada instancia que tenía para posar sus manos sobre Natalie, ya fuese un suave roce de manos, o un contacto directo que les revolvía el estómago y descontrolaba las hormonas. Y al mismo tiempo, había días en que Natalie prefería mantener distancia, confundiendo a Jason.
Por otro lado, Gar se aproximaba a ser algo así como un amigo, pero él compartía más tiempo con Rachel que con cualquier otra persona en la Torre.
Decidiendo que ya había sido demasiado tiempo mirándose al espejo, salió del baño para caminar por los pasillos hasta llegar a la sala de entramientos, llegando justo cuando Jason se colocaba una venda negro sobre los ojos. Era un actividad recurrente en los entrenamientos que implementó Dick.
Ninguno de los chicos la vio observar desde la puerta.
—Cuando te diga, atácame y no te reprimas —ordenó Jason, colocándose en una posición de defensa. En sus manos yacía un bastón de madera apuntando a un aburrido Gar. El peliverde asintió con la cabeza. —¿Asentiste con la cabeza? —insinuó Jason. Gar volvió a asentir, pero recordó que el muchacho no podía verlo y rápidamente se retractó.
—Sí, entendí. No me reprimo.
—¡Ya!
Gar le dio un descuidado ataque con el bastón que Jason defendió con agilidad. El peliverde frunció el ceño y agitó su mano libre para verificar que no estuviera viendo, asombrado por las capacidades que tenía el nuevo Robin. Sin temor, comenzó a atacarlo, iniciando una disputa donde Jason parecía tener el control de la situación, atacando al chico en los puntos débiles aún con los ojos vendados. Natalie alzó las cejas y miró embobada al chico que acababa de golpear el estómago de Gar para terminar haciendo una acrobacia.
Cuando Jason quedó dándole la espalda, Gar le dio un golpe en la cabeza, midiendo su fuerza para no hacerle daño. El ojiazul se quitó la venda de los ojos con violencia y se giró para enfrentar a su oponente.
—¿Qué mierda? —Exclamó enojado. Gar lo miró confundido.
—Dijiste que no me reprimiera —se defendió.
—¿Qué hacías? Tenía los ojos vendados, carajo —continuó el mayor. El peliverde se encogió de hombros, sin darle demasiada importancia.
—Dijiste: "No te reprimas" —secundó.
Natalie sintió a alguien tomar un mechón de su cabello y se giró perezosamente para encontrarse con Rachel observando el nuevo color de cabello que tenía. Natalie le dio una pequeña sonrisa antes de pasar su mirada a Dick. Éste le tendió un café y luego pasó a su lado junto a Rachel.
—¿Qué pasa? —Inquirió Dick, sintiendo la tensión que había entre los dos adolescentes.
—Hacíamos lo de los ojos vendados, y me atacó con todo —contestó Jason, apuntando a Gar. El peliverde rodó los ojos.
Natalie avanzó hasta el lugar, llamando la atención de Jason inmediatamente. Por unos segundos, sus ojos destellaron un brillo que opacó el enojo que antes mostraba mientras discutía con Gar. La pelinegra se detuvo a un lado de su hermano, luego le dio un sorbo a su café.
—Le dijiste que no se reprima, Jay —acotó ella, ocultando una sonrisa al ver la expresión de indignación en el rostro de Jason. Éste dejó rápidamente el tema de lado luego de haber bajado la mirada.
—Como sea. ¿Para qué aprendemos a luchar así? Es una estupidez. Tenemos ojos —espetó el ojiazul, y apuntó sus iris con burla hacia Dick. Éste dio un suspiro antes de entregarle su café a Natalie.
—Al luchar, puedes perder cualquier cosa —comenzó, caminando unos pasos hacia Jason. —Las manos —dijo tomando la muñeca del chico para girarla con fuerza, más no la suficiente como para causarle algún daño permanentemente. Prosiguió a atacar a Gar con el bastón, y aunque este logró esquivar el primer golpe, Dick golpeó la punta del bastón contra el suelo, justo en medio de los pies del chico. —Los pies —continuó, demostrando sus avanzadas habilidades de combate.
Natalie esbozó una sonrisa y le entregó el café a su hermano.
—No importa lo que pierdan, deben seguir luchando —los motivó el castaño—. Y ganar —añadió. Los cuatro adolescentes se quedaron en silencio. —A cambiarse. Hipótesis de ataque en cinco minutos.
Gar fue el primero en salir, detrás de él fue Rachel. No obstante, Natalie se quedó esperando a Jason, quién observó a Dick guardar los bastones. Su mirada se posó en la pelinegra por un segundo. El nuevo color de cabello le quedaba bien, demasiado bien.
Carraspeó y regresó su atención a Dick.
—Han pasado tres meses, viejo. ¿Cuándo volveré a Gotham?
—Bruce no cree que estés listo. Y yo tampoco —se refirió al nuevo puesto como Robin. Un solo año de entrenamiento no era suficiente ante los ojos de Batman. Por lo que no podía regresar a su ciudad todavía. —No habrán más privilegios hasta entonces.
Jason frunció el ceño.
—¿Qué?
—Los viajes en el Batimóvil, la moto en la escalera... —enumeró. Natalie miró hacia otro lado cuando Jason la miró acusatoriamente.
—Practicaba maniobras tácticas —defendió el pelinegro. Natalie le dio una mirada de "¿En serio?", mientras se mantenía en silencio observando la conversación.
—¿Y los sitios web que marcaste? —contraatacó el mayor. —La baticomputadora no es para eso.
Natalie escupió el café.
—¡Vamos, hermano! Estamos perdiendo el tiempo.
—Es entrenar —proclamó Dick con firmeza, ya enojado por la actitud del chico. —Y sabes tan bien como Natalie y yo que eso no acaba nunca.
—Todo lo que hacemos es luchar contra nosotros —continuó Jason, negando con la cabeza. Sin mostrar inferioridad alguna ante el hombre frente a él.
A Natalie ya no le gustaba el tono que usaban ambos para atacarse mutuamente.
—¡Sí! Como iguales —explicó Dick—. Con Batman eres un ayudante. Entre los Titanes no hay ayudantes.
—¿Bromeas, no? Porque justamente eso son los Titanes, ayudantes. Es casi la puta definión. Quiero decir, Wonder girl, Aqualad...
—Jason —intervino Natalie tras oír lo último. Éste la ignoró por completo, su atención y enojo enfocados en el primer Robin.
—Estás hablando de los viejos Titanes. Estos son los nuevos. Esa era la idea cuando Donna y yo armamos el equipo. Somos compañeros, nos apoyamos.
—Sí, díselo al Chico tigre. O a la otra bruja con la que pasas más tiempo que con tu propia hermana —atacó finalmente, soltando aquello que tanto había querido decir luego de aquel día combatiendo a Trigon. Y aunque tenía la molestia incrustada en cada célula de su cuerpo, su voz salió suave, pero su lengua venenosa logró hacer que Dick sintiera una severa molestia en su pecho.
Aquello había sido suficiente para Natalie. Así que, dándole una mirada de advertencia al pelinegro, le pidió a su hermano que saliera del lugar para ella poder conversar con Jason a solas. Dick no dudó en huir de aquella situación en la que se le comprometía más de lo que quería.
Jason se tensó cuando la vio regresar.
—¿Qué? Mira, si le jode que le diga las verdades entonces no va a funcionar esta mierda —se apresuró a decir el ojiazul, apretando con fuerza el bastón entre sus manos.
Natalie suspiró antes de pararse frente a él.
—No creo que aquel sea el problema. Dick es un líder, y tú quieres serlo también —murmuró. Jason iba a protestar, pero ella lo detuvo. —La cuestión es que necesita que lo ayudes con los otros. Ellos no tienen tu experiencia.
—Sí, seguro...
—¿No notas que te respetan? Gar especialmente. ¿Que te siguen? Si te empeñas, ellos se empeñan. ¿Y si no te empeñas?
Jason bajó la cabeza con una sonrisa, luego regresó la mirada a la chica.
—Necesitan que los guíes, Jason. Necesitas marcarles el paso. Tú eres Robin ahora. No lo soy yo, ni Dick. Eres el más indicado para hacerlo —finalizó con una sonrisa suave.
Las palabras de la menor causaron un profundo orgullo en el pecho de Jason, se sentía halagado por la forma en que ella pensaba sobre él. Sin pensarlo dos veces, avanzó unos pasos para quedar frente a ella. Natalie alzó un poco la cabeza para poder mirarlo a los ojos, debido a la diferencia de altura. El ojiazul dejó un mechón negro de la chica detrás de su oreja, a la vez que sus ojos bailaban sobre la preciosidad de su rostro. Detalló sus pestañas y sus iris marrones, para finalmente detenerse en sus labios carnosos.
Ella sintió un montón de mariposas en su estómago, la cercanía del muchacho provocó que sus manos temblaran y la seguridad con la que le había hablado hace unos segundos decayó al tenerlo en su espacio personal.
—Te ves muy bonita, muñeca.
El corazón de Natalie amenazaba con salirse de su pecho.
—No estamos hablando de mí ahora, Jay... Jason —corrigió de inmediato, en un intento de sonar más seria. El recién nombrado esbozó una sonrisa ladina, y deslizó su mano hasta acariciar parte del cuello y mejilla de la menor, usando su pulgar para provocar un toque que ardió en lo más profundo de sus deseos.
—Haré lo que sea que me pidas, Nat. Si quieres que entrene a esos chicos, entonces lo haré. Si quieres que enfrente al puto Joker sin mi traje de Robin, lo haré.
Natalie sintió desvanecerse ante las palabras que salieron de la boca de Jason. Se vio consumida por la profundidad de aquellos ojos azules que portaba el pelinegro, por la belleza que destacaba en su rostro. Una infinidad de nuevas emociones la atacaban cada vez que lo tenía cerca, como fuegos artificiales en el estómago o una sensación de adrenalina interminable. Sin que realmente lo supiera, Jason sentía el doble de aquello.
Cualquier siguiente paso fue interrumpido por el carraspeo de Gar desde la puerta.
—El desayuno está listo... —les comunicó el peliverde, entrecerrando los ojos. Con la sospecha de que algo más ocurría entre esos dos.
Natalie asintió y se alejó de Jason, con las mejillas rojas de la vergüenza y el corazón acelerado.
Jason le dio una mala mirada a Gar antes de pasar a su lado para caminar a un distancia prudente de Natalie hacia el comedor.
...
Las yemas de sus dedos acariciaban la cicatriz en su vientre. El toque ardía como si la herida estuviera recién hecha. Un par de recuerdos jugaron con su memoria. Mantuvo su mirada en el techo con la incertidumbre en el pecho.
No recordaba mucho de aquella noche, la mayor parte de ella había sido perseguida por la inconsciencia, siendo capaz de recordar solo el dolor que la mantuvo despierta. Escuchaba sus propios gritos de dolor, luego esa risa característica del Joker que era la peor parte de aquella tortura. Se burlaba de su debilidad a sangre fría, con cada golpe se profundizaba su dicha, con cada "Por favor" escupido en llanto de la niña que sufría frente a sus ojos, crecía su desquiciado ego. Porque la tenía en sus manos, porque sabía que Batman iría por la niña Robin que jugaba el papel de carnada ante la insanidad de sus ojos.
El problema fue que Batman no llegó.
Los toques en su puerta la trajeron de regreso a la Torre de los Titanes, ahuyentando los recuerdos de su cabeza.
Se levantó de la cama y abrió la puerta para encontrarse con la figura de su hermano detrás de esta. Se hizo a un lado para dejarlo entrar, a lo que él no dudó en hacerlo. Recorriendo con la mirada la habitación ordenada de su hermana menor. Sus ojos encontraron un póster de los Grayson Voladores en las paredes.
—¿Todo bien? —Inquirió el mayor.
Natalie sintió soltando un suspiro, y se sentó en la cama. Luego dejó pequeñas palmadas a su lado, indicándole a Dick que se sentara a su lado. Con cierto cuidado lo hizo, todavía manteniendo un espacio entre ellos.
—Lamento lo que dijo Jason esta mañana —se disculpó, apretando sus labios. El castaño le regaló una sonrisa lastimosa.
—En realidad, tiene razón —murmuró. —Me gustaría que supieras que la idea de reformar a los Titanes también fue porque quiero pasar tiempo contigo. Quizás no es la mejor manera de remediar las cosas pero... es lo que puedo hacer.
Natalie alzó las cejas, más no se veía demasiado ilusionada con lo que decía su hermano.
—Bueno, es básicamente lo mismo que ponerle un parche curita a un vaso de cristal roto —ironizó, mordiendo el interior de su mejilla. —Es solo que... no lo entiendo. ¿Por qué nunca me llamaste?
—No podía.
—No podías... —repitió, intentando entender, pero no lo hacía. —Realmente me esforcé por tener tu atención, por hacer algo que te hiciera sentir orgulloso. Maldición, Dick, me puse ese maldito traje para que notaras que estaba ahí, que te necesitaba —soltó finalmente, sus ojos aguados.
Dick bajó la cabeza.
—Necesitaba sanar —confesó, pasando una de sus manos sobre su barbilla, frustrado. —Me convertí en algo que no podía controlar. Tenía que sanar para poder... —Natalie lo interrumpió, abrumada con las explicaciones de su hermano. En ese momento, tenía todo lo que quería. Pero no sentía que fuese suficiente.
—¿Y por qué no me llevaste contigo? Te fuiste de Gotham, y me dejaste allí con el motivo por el cual huíste. Pasé noches enteras pensando en qué pude haber hecho mal. Luego, un año después, que me entero de que ya tienes una nueva familia formada con Rachel, Gar y Kory —espetó, intentando con todas sus fuerzas retener las lágrimas que querían bajar por sus mejillas. Se obligó a ignorar el nudo doloroso de su garganta, porque otra oportunidad para decir lo que sentía, tal vez no tendría. —Quieres formar una familia, pero no supiste como cuidar de la tuya.
Las palabras de Dick quedaron atoradas en su garganta, cuando una luz iluminó la habitación desde afuera, siendo seguida de un fuerte ruido de un helicóptero.
Natalie frunció el ceño y se limpió los ojos para salir detrás de su hermano y encaminarse a la sala. Allí se encontraban Rachel, Gar y Jason mirando la televisión, sentados en el sofá.
—La sospechosa parece ser femenina. De cabello platinado —anunció el reportero. La cámara enfocó a una chica golpeando a varios de los policías que intentaban detenerla. Su combate le resultaba familiar a Dick. No obstante, nunca había visto a esa chica en su vida.
—¿Quién diablos es ella? —Cuestionó Rachel, levantándose del sofá para ponerse a un lado de Dick.
—Una chica ruda —contestó Jason, sin despegar los ojos de la televisión.
La chica Grayson rodó los ojos y se cruzó de brazos, regresando su atención a la tv.
—... parece estar herida. Pero no sabemos cuánto —continuó el reportero. Desde aquel ángulo se veía perfectamente el rostro de la desconocida. Natalie frunció el ceño al verla con un parche en el ojo. —No sé a dónde cree que... —Sin previo aviso, la chica saltó del techo del estacionamiento, impresionando a los presentes.
—Ya vuelvo —anunció Dick, antes de alejarse de la sala para correr al elevador.
...
Natalie lanzó otro dardo para, nuevamente, darle al blanco en la pared. Hace varios minutos que Dick había regresado con la chica inconsciente entre sus brazos. Luego de eso, se mantuvo en la sala de monitores.
Los cuatro adolescentes se encontraban en la sala de entrenamiento. Gar acababa de entrar con la comida para entregarle unas cosas a Rachel. Mientras tanto, Jason tenía un bastón de madera entre sus manos.
—¿Qué estará ocurriendo allá? — Inquirió Gar, sentándose a un lado de Rachel.
Natalie bufó.
—Seguramente intenta averiguar quién es ella.
—Intenta convencerla de quedarse —la corrigió Jason, deteniendo su pequeño entrenamiento para darle una mirada. No habían hablado luego de lo ocurrido justamente en ese mismo lugar. Natalie no salió de su habitación más que para buscar comida y agua. Jason decidió darle su tiempo. —Es lo que hace. Necesita ayudar a los extraviados.
—Sabía que traería a gente nueva. Pero... No creí que fuera tan pronto —comentó Gar.
—No sabemos si es de fiar —atacó Jason. —Diablos, no sabemos quién carajo es.
La conversación quedó en segundo plano para Natalie, quien se mantenía lanzando dardos, tratando de mantener su cabeza en orden luego de la discusión que había tenido con Dick. No quería crear más tensión entre ellos. Pero las palabras se habían deslizando por su lengua sin darle la oportunidad de retenerlas. Se preguntaba si estaba siendo egoísta al reclamarle ahora que sabía por qué se había ido.
—Lleva una hora aquí y ustedes ya están obsesionados con ella —soltó de pronto, llamando la atención de los demás.
—Yo voto que hay que echarla —declaró Jason.
—Espera, ¿se puede votar? —Cuestionó Gar, mirando confundido al pelinegro. Rachel y Natalie se miraron.
—¿Quién sabe si ella quiere quedarse? Cuesta creerlo, pero quizás no muera por compartir el baño contigo, Jason —atacó Rachel.
Natalie ignoró el comentario de la chica, su cabeza maquinando una idea que tal vez, podría funcionar para averiguar más de la desconocida.
—Creo que ya sé cómo podemos saber quién es —declaró Natalie.
Jason sonrió.
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