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𝑐. chapter nine.

Capítulo nueve.
❛ Hank y Dawn. ❜

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—Esto es una mala idea —razonó la castaña, observando con preocupación al chico que subía a la motocicleta, con una sonrisa de emoción en el rostro. —Incluso podría considerarse suicidio.

Jason rodó los ojos, cansado de las quejas de la menor.

—No lo es —renegó, colocándose el casco.

Natalie se acercó a él para cerciorarse de que tuviera el casco correctamente puesto. Si no podía intervenir en las decisiones del muchacho, intentaría que las consecuencias de sus actos no cayeran con brusquedad sobre él. Aunque dudaba que aquellas consecuencias le afectaran demasiado. Jason era un chico que necesitaba el sentimiento de adrenalina en su sistema, pudo notarlo tras haber convivido con él casi una semana entera, patrullando a su lado en la ausencia de Batman. Se veía constantemente atraído al peligro, a los riesgos que, si continuaba tomando, podrían costar su vida algún día.

Pero no decía mucho, prefería observándolo en silencio y acostumbrarse a que mientras Jason estuviera en su vida, tendría mini taquicardias cada dos minutos.

—Te diré dos palabras: Moto. Escaleras. ¡Es una mala idea, Jay! —insistió, tomándolo de los hombros para sacudirlo, como si de esa forma la cordura fuese a llegar de vuelta a su cuerpo.

Jason le tomó el rostro, provocando que un leve sonrojo decorara sus mejillas suaves.

—Hay que divertirse un poco, muñeca —murmuró. Ella se perdió por unos segundos en la profundidad de sus ojos azules, en sus pestañas y en la falta de calor que sintió cuando las manos ásperas de Jason abandonaron su rostro para ponerlas sobre sus propias rodillas.

Carraspeó y se alejó.

—No puedo creer que no patrullemos una noche y tú decidas matarte cayendo por las escaleras —habló desde una distancia prudente, cruzándose de brazos.

Jason le guiñó un ojo antes de encender la motocicleta y acelerarla. Natalie negó con la cabeza y, sin siquiera haber conseguido una velocidad prudente, el chico despegó el trasero del asiento para, en su lugar, colocar los pies. La castaña se alarmó ante la arriesgada maniobra, y precisamente lo que temía, fue que ocurrió: Jason perdió el control de la moto y se estrelló contra una de las barandillas de la escalera, rodando por esta hasta caer al suelo.

No lo pensó dos veces y corrió para asegurarse de que el chico estuviera bien. Con el corazón en la mano y el miedo recorriendo sus venas, bajó las escaleras para encontrarse con Jason tirado en el suelo.

—Eso fue una locura —murmuró el mayor, levantándose con una sonrisa en el rostro. —Genial, ¿no?

—¡¿Genial?! —exclamó acercándose a él. —¡No sé ni como sigues con vida!

Jason le regaló una sonrisa de labios juntos y comenzó a sacudirse el polvo de la ropa. La chica Grayson no tardó en sumarse a ello, deslizando las palmas de sus manos por la chaqueta de cuero que llevaba puesta el ojiazul. Él disfrutó de las pequeñas palmadas que le daba Natalie en la espalda, dejándole el lugar para que se encargara ella misma de sacudir todo el polvo. Cuando ella se dio cuenta de lo cerca que estaban, se alejó y sacudió sus manos.

Cualquier comentario fue interrumpido por la voz de una tercera persona en la mansión.

—Natalie Grayson. Y no me digas. Eres Jason Todd —insinuó un desconocido a los ojos de Jason. No obstante, Natalie reconoció la voz de Hank de inmediato. Prosiguió a girar la cabeza para ver a la segunda planta, y allí se encontraba la pareja. Hank Hall y Dawn Granger.

Viejos amigos de Dick, mayormente conocidos por ser parte del grupo de super-héroes que lideraba su hermano: Los Titanes. Natalie no había sabido más de ellos luego de que el grupo se separara por motivos que ella desconocía, pero sospechaba que se trataba de Deathstroke. A cierta edad, ella ya comenzaba a sacar sus dotes de detective. Aparentemente, era de familia. Por lo que obtuvo algunos contactos y ofreció un mes entero de ayuda en la cocina para saber qué había ocurrido realmente. O en resumidas cuentas, Alfred aceptó aquel mes de ayuda y abrió la boca para contarle algunas cosas a la chica Grayson.

—Soy Jason, sí —afirmó el pelinegro, observando confundido a Natalie subir las escaleras para dirigirse hacia los desconocidos. —¿Quién diablos son ustedes?

La castaña fue recibida por Dawn de brazos abiertos y esa sonrisa suave que alguna vez logró cautivar a su hermano. Continuaba usando el mismo perfume que recordaba. Ese con el que llegaba impregnada la ropa de Dick. Regalándole una inmensa sonrisa, abrazó también a Hank.

La chica Grayson se volteó para mirar a Jason en el piso principal.

—Él es Hank Hall y ella Dawn Granger —los presentó, recibiendo un apretón en el hombro por parte del hombre. —¿Qué hacen aquí?

—Rachel nos envió a buscarlos —informó Dawn.

—¿Por qué a nosotros? —Quiso saber Jason, todavía mirando desconfiado a la pareja que se encontraba junto a Natalie.

—Suponemos que necesita al pájaro mayor.

Jason fingió no tener idea de qué estaban hablando. Solo entonces Natalie le hizo un gesto para que subiera a donde se encontraban ellos. Él se quitó el casco con brusquedad antes de hacerlo. Y con cierta inseguridad obedeció.

—Tranquilo. Ella es Paloma —apuntó a Dawn—, y él Halcón —indicó a Hank—. Son amigos de Dick.

—¿Qué clase de amigos? —Quiso saber el ojiazul, todavía desconfiado. Tenía muy en claro que ocultar la identidad de Batman y Robin debía ser siempre su prioridad.

—Sabemos de la gran cueva tenebrosa que hay abajo —confesó Hank, y al ver que el muchacho no cedía de su desconfianza, prosiguió a usar sus dedos para hacer alguna clase de lentes, en un pobre intento de imitar un antifaz. —¿Debo hacer sonido de pájaros también?

Jason sonrió y relajó los hombros.

—Titanes —dedujo, mirando a Natalie.

—Dínos donde está tu padre, niño —le pidió el hombre a Jason. Éste se encogió de hombros antes de contestar.

—Bruce está al otro lado del mundo con la Liga de la justicia. Alfred fue con él —declaró. Con la mirada recorrió rápidamente el espacio donde se encontraban, luego pasó su brazo por los hombros de Natalie. —Tenemos la mansión para nosotros solos.

Ella esbozó una sonrisa y asintió con la cabeza, sosteniendo lo que acababa de decir el chico. Sin embargo, su ceño se frunció el recordar que habían dicho que Rachel los había enviado a buscarlos. No obstante, antes de formular pregunta alguna, Jason se adelantó.

—No sé para qué buscan a Bruce, pero yo puedo ayudarlos —afirmó. —Quiero decir, ¿un Robin salvando a otro? Se lo echaré en cara por siempre —se burló el ojiazul. Natalie negó con la cabeza y le quitó su brazo de encima.

—¿Tú eres el nuevo Robin? —Inquirió Dawn, la expresión de sorpresa y burla plasmada en su rostro.

Jason miró a Natalie con una sonrisa de lado.

—Y con Robin Girl a mi lado, ¿verdad, cariño?

Hank soltó una risa mientras que Dawn procesaba la manera en que el chico se había dirigido a la hermana menor de Dick Grayson. El Halcón detuvo su risa abruptamemte.

—Espera, ¿cómo le dijiste? —reprochó el mayor. Natalie se sonrojó hasta las orejas. Las mariposas revolotearon como locas en su estómago tras oír a Jason llamarla de esa forma. —No queremos ayuda de un aprendiz de héroe.

Jason rodó los ojos, totalmente despreocupado.

—Primero, te pateo el trasero en tres segundos —presumió, caminando alrededor de la pareja, hasta quedar detrás de ellos—. Segundo, si Dick está en problemas, quiero ayudarlo —confesó—. La última vez me asusté, le debo una.

Natalie se metió entre Hank y Jason, quienes parecían ya tener cierta tensión y apenas se conocían.

—¿Mi hermano está bien? ¿Dónde está? —Inquirió con preocupación. La llamada de la otra noche se apoderó de sus pensamientos. La primera vez que recibía una llamada de su hermano y ella la rechazaba. Seguramente la había querido contactar para pedirle ayuda. Ahora se sentía mal por no haber contestado.

La pareja se dio una mirada cómplice antes de que Dawn decidiera hablar.

—No lo sabemos.

—Entonces, me necesitan —obvió Jason. Natalie suspiró. —Dick lleva un rastreador.

—Buen intento, pero se lo quitó en la Casa segura, ¿recuerdas? —Atacó la castaña, ahora más preocupada por su hermano. No tenían idea de dónde estaba, ni por qué la chica Rachel los había enviado a buscarlos.

—Nos vamos —ordenó Hank, dándose por vencido con el nuevo Robin. —Tú puedes venir con nosotros, Nat. Te esperamos afuera.

—¿No les contó sobre el segundo rastreador? —Jason llamó la atención de los presentes, tomando a Natalie de la mano para que se manteniera a su lado. Ella frunció el ceño. —Está en un lugar que jamás hallará.

El hombre hizo una mueca de disgusto.

—Solo dínos dónde está —insistió Hank.

—Lo ubicaré en la baticomputadora si puedo ir con ustedes —negoció, regalándoles una sonrisa victoriosa. Natalie rodó los ojos. Se le olvidaba el pequeño detalle de que ella también podía acceder a esa computadora ahora. Sin embargo, Natalie permitió que continuara con su chantaje.

Hank rió sin gracia y se dirigió a su novia.

—Quiero matar a este niño.

—Mátalo después de hallar a Dick —le propuso Dawn, con una sonrisa en su rostro. Hank no pudo resistirse y, soltando un suspiro, se giró a ver al par de adolescentes.

—Trato hecho.

Natalie esbozó una sonrisa, más feliz de lo que debería por el hecho de que Jason iría con ella.

—Vamos por los trajes —lo apresuró la castaña.

Jason la siguió por el pasillo a las habitaciones.

...

La última vez que Natalie asistió a un viaje para buscar a su hermano, las cosas habían salido, por donde se les mirara, eventualmente mal. Había terminado decepcionada y con el corazón roto por la falta de empatía que parecía tener su hermano con ella. Se reprochaba en silencio por continuar yendo detrás de Dick Grayson cada vez que se le veía en problemas. Aún si él no pedía su ayuda, Natalie sabía que iría hasta el final del mundo por su hermano mayor.

El viaje se resumía a Jason contándoles un poco a Dawn y Hank cómo es que había terminado usando el traje. Por más que quisiera poner atención a lo que ocurría dentro de la camioneta, no pudo formular palabra alguna ni concentrarse en lo que decían los demás a parte de Jason, estaba demasiado sumida en sus pensamientos y en todo lo que podría estar ocurriendo con Dick en esos momentos. Su traje ya estaba ajustado a su cuerpo, el arco lo sostenía con firmeza entre las manos. A su lado, Jason, con el traje de Robin puesto, la deba leves miradas cada que tenía la oportunidad.

Salió del abismo de pensamientos cuando la camioneta fue detenida por Hank. Jason le dio un pequeño golpe en el brazo para decirle que se bajara primero de la camioneta.

—No se detengan por mí. Me estaba gustando adónde iba eso—canturreó el pelinegro, dirigiéndose a las dos mujeres que parecían tener una disputa. Natalie se sorprendió al reconocer a la mujer de cabello negro con leves ondas. Donna Troy frunció el ceño al ver a Jason.

—¿Jason? ¿Natalie? —Inquirió una mujer morena de cabello fucsia. Natalie la reconoció como la mujer en la Casa segura que le había dado órdenes a todo el mundo.

—¡Así es! Llegó la maldita caballería —anunció Jason con entusiasmo.

Donna recorrió a Jason de pies a cabeza, con el ceño fruncido.

—¿Qué carajos es eso? Y ¿por qué lleva el disfraz de Dick? —Inquirió sin escrúpulos, totalmente confundida al ver al nuevo Robin. —Y hola, Natalie, tanto tiempo.

—El nuevo y mejorado Robin —contestó Jason.

—El molesto nuevo Robin —dijo Hank al mismo tiempo. Los dos hombres se dieron una mala mirada.

—¿Quién es tu amiga? —Quiso saber Dawn, deteniéndose a un lado de Natalie.

—Hank, Dawn, Natalie, ella es Kory Anders —la presentó Donna. —Es un alienígena.

—¿Qué? —Inquirió la recién nombrada, claramente indignada por lo que acababa de decir la pelinegra.

—¿Qué? Es verdad.

—Podrías haberlo dicho con más cariño —reprochó la morena. Donna se encogió de hombros. —Cómo sea. Ojalá nos hubiéramos conocido en mejores circunstancias.

Natalie se percató entonces del campo de fuerza que se encontraba a su lado. Frunció el ceño y se apartó de los demás para pararse justo frente a el. Se movía como gelatina, y le causaba una muy mala impresión. Seguramente se trataba de alguna magia extraña, pero de ser así, no entendía que tenía que ver su hermano con brujas o algo por el estilo. En Gotham veías desde lunáticos con trajes hasta extraños mutantes que intentaban apoderarse de la ciudad. No se sorprendería si alguna criatura extraña estuviera detrás de eso.

—¿En qué crees que esté metido Dick ahora? —La pregunta de Jason la sobresaltó. Se giró para ver al muchacho detrás de ella.

—Brujas y demonios, supongo —bromeó. Alejándose del campo de fuerza. Pasó a un lado de Jason y se reincorporaron con los demás.

—Entonces ¿qué carajos está pasando aquí? —cuestionó Hank, igual de confundido que Natalie y los recién llegados.

Kory suspiró antes de hablar.

—El padre de Rachel es un ser llamado Trigon. Si no lo detenemos, destruirá este mundo. Y procederá a destruir incontables otros. Nuestra escritura afirma que Trigon solo puede habitar este mundo tras romper el corazón de Rachel—informó la morena. Natalie la detuvo con una señal de su mano.

—¿Cómo en los cómics? —Inquirió con entusiasmo, Jason bajó la cabeza ocultando una sonrisa. —Quiero decir, es horrible lo que quiere hacer el tipo... o cosa. Como sea. Cuando dices "romper el corazón de Rachel" ¿hablamos metafóricamente? ¿No?

La falta de respuesta de Kory la puso nerviosa.

—No lo sabemos —contestó Donna—. Pero si no atravesamos ese campo de fuerza y entramos a la casa, me temo que jamás lo averiguaremos.

—La niña debió pedir que trajéramos a Superman —murmuró Hank.

Justo después de eso, una luz azul brillante iluminó el campo de fuerza frente a ellos. Parecía estarse abriendo. Natalie por inercia retrocedió, y su espalda chocó con el pecho de Jason. Tuvieron que entrecerrar los ojos por lo brillante que era la luz.

—Parece que alguien nos invita a entrar —murmuró Natalie, levantando su mano a la altura de sus ojos para cubrir la luz.

—Invitación aceptada —comentó Jason con entusiasmo, dejando su mano en la cintura de la menor.

—Titanes, Natalie y... —Donna miró a Jason de reojo —nuevo Robin. Vamos.

Ella fue la primera en entrar, desapareciendo entre el campo de fuerza. Jason se despegó de Natalie para seguir a Donna. Kory, Dawn y Hank fueron los siguientes.

Luego de cerrar los ojos por unos segundos, decidió seguir a los chicos sin tener la oportunidad de deshacer su decisión.

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