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Capítulo 5

-Marinette-

Mi habitación estaba en completo silencio, sentía un gran vacío en mi pecho y todo a mi alrededor era lúgubre... Mi cuarto jamás había sido así, pero, creo que la situación lo justifica totalmente.

Intenté dormir un poco y no pude, lo bueno es que mamá no vino de nuevo desde temprano.

Necesitaba respuestas, necesitaba saber porque el señor Agreste no dijo nada sobre... sobre lo ocurrido y debía saber quien le hizo eso a mi compañero. Me levanté de golpe y llamé a Tikki.

-Tikki...

-¿Que sucede Marinette?.- preguntó una vez que llegó frente a mi.

-Necesito respuestas... necesito ir a la mansión Agreste y hablar con el padre de... A-adrien.- Tikki abrió sus ojitos y asintió.

-¿Estás segura de querer ir?.- sólo afirmé con mi cabeza.

-Tikki motas.- y el traje en unos segundos estaba sobre mi.

Salí por la trampilla que daba a mi balcón y lancé el yoyo en dirección a la mansión. Me posé en un edificio de enfrente para observar la gran casa y ver alguna forma de poder pasar sin ser vista, no quería llamar la atencion de algun periodista o algo por el estilo, visualicé una ventana abierta.

Entré por la ventana y me quedé de piedra al darme cuenta donde me encontraba... Era la habitación de Adrien. Observé el lugar, estaban todas sus cosas... Su cama estaba desarmada, me senté en esta y tomé su almohada respirando su aroma que aún permanecía ahí.

Mis ojos se humedecieron, no quería llorar de nuevo así que me paré rápidamente de la cama y comencé a inspeccionar el lugar, me detuve abruptamente cuando vi que en su escritorio había una foto de Nino, Alya, él y yo. Nos veíamos felices y mi cara estaba toda roja porque Adrien me abrazaba de un costado... Sin duda alguna no se cual de los dos era mas ciego.

Debí darme cuenta que mi compañero de batallas era mi compañero de clases... mismos ojos verdes, cabello rubio, cuerpo bien formado, bastante bueno con el bastón como si supiera esgrima, su sonrisa, las repentinas desapariciones, su amabilidad y una preocupación genuina por los demás. Era él, lo tenía frente a mi todo el tiempo y no pude notarlo.

Abrí su closet y su ropa estaba ahí, perfectamente ordenada... La bufanda celeste que le regalé para su cumpleaños estaba colgada lo que hizo a mi corazón acelerarse.

-Me hubiera gustado que supiera que yo se la hice... Pero se veía muy feliz al pensar que fue su padre.- dije por lo bajo mientras cerraba las puertas de su armario.

Abrí mi yoyo ya saque el prodigio de la mala suerte.

-¿Hay algún problema si porto el anillo?.- pregunté a Tikki.

-No Marinette, hay que hacer otras cosas para tu ya sabes... Por ahora no hay problema con que lo uses.

-Perfecto... porque pensé que Plagg querría estar aquí.- le respondí mientras ponía el objeto en mi dedo.

Una luz brillante de color verde me cegó un momento dejando ver al pequeño kwami felino.

-¡Adrien!.- exclamó desesperado mientras abría los ojos y comenzó a buscar con la mirada.

Mi corazón se partió aún más por su reacción, realmente había formado un vínculo con él... de tan solo pensar que Tikki estaría de la misma forma se me cortaba el aire.

Plagg al encontrarse con mis ojos bajó sus orejitas y voló hacia mi.

-Tu no eres Adrien.- dijo casi inaudible, lo tome en mis manos tal como hacía con Tikki.

-No, no lo soy... pero no estés triste por favor.

Me sentía hipócrita al decirle esas palabras siendo que yo a lo mucho me sostenía en pie, alzó sus gatunos y pequeños ojos para luego observar donde nos encontrábamos.

-¿Por qué estamos aquí?.- preguntó acercándose a la cama como si recordara algo.

-Y-yo... bueno, no se como decirte esto...

-Plagg.- me interrumpió.- puedes decirme Plagg.- se giró y sonrió con sus comillos levemente cosa que duró unos segundos.

-Plagg... el padre de Adrien ocultó lo que le pasó.- me quedó mirando.- Alya me dijo que la señorita Bustier les informó que el señor Agreste trasladó a Adrien a una escuela privada en Alemania.

-Pues no me sorprende mucho la verdad.- se encogió de hombros.- siempre ha sido muy frío con el muchacho.

-Lo sé, pero no crees que esta vez debería haberlo... No se... ¿compartido con sus seres queridos?.- el solo asintió y voló hasta la mesita de noche.

El silencio de la casa era completamente ensordecedor, podría caer un alfiler y se oiría en todo el lugar.

-¿Siempre es así de silencioso?.- pregunté al kwami negro quien al parecer buscaba algo en el cajón.

-Siempre, Adrien se aburría bastante aquí.

Me dió pena oír eso, cada salida que teníamos con los chicos y él no podía ir, imaginarlo aquí solo me entristecía.

-¿Qué es lo que buscas?.- pregunté con curiosidad por su desesperada búsqueda.

-Posiblemente sea queso.- oí a Tikki.

-¡Aquí está!.- exclamó sujetando en sus patitas un... ¿kwagatama?.

-Eso es un... .- el asintió.- y ¿Por qué estaba ahí?.- su semblante triste volvió.

-Oh Plagg... .- lamentó Tikki en mi mente.

-Yo... no se lo pude dar.- bajó su rostro y luego lo alzó feliz.- pero necesito que se lo des.- sonrió poniendo el objeto en mis manos.

-¿Dárselo? P-p-pero ¿Cómo?.

-Estoy seguro que encontrarás la forma, eres Ladybug despues de todo... su padre debe haberlo puesto en algún lado.- supongo que se refería a su cuerpo.

-Hablando de su padre, debo hablar con él... A eso vine, quiero saber porque ocultó todo.- me dispuse a salir de la habitación junto con Plagg.

Puse el kwagatama en mi yoyo para que no se perdiera.

Si no hubiera estado con Plagg de seguro me hubiera perdido en esa mansión... realmente era muy enorme, comparándola con mi pequeña casa, me hacía sentir cohibida y en soledad.

Plagg me guió hasta la oficina del señor Agreste, él se ocultó y golpeé la gran puerta. No oí nada, no estaba la asistente del señor Agreste, no estaba el guardaespaldas de Adrien, no había nadie del servicio.

Abrí la puerta con cautela y no estaba... ¿Acaso estará en la empresa?. Comencé a caminar por la mansión y no había rastros de nadie, estaba completamente desierta.

-Plagg.- llamé en un susurró y el apareció a mi costado sobresaltandome.

-No hay nadie, descuida.- asentí enderezandome.

-Esto está completamente desierto.- dije observando los muebles que estaban cubiertos por sábanas blancas.

-Adrien-

La visita en casa del maestro me dejo un muy mal sabor de boca, no podría ser Chatnoir, Marinette no sabrá que estoy a su lado y posiblemente busquen un nuevo portador para mi prodigio.

-¡Ahg! ¡Esto es frustrante!.- golpeé una piedra que estaba en el piso.

Me quedé observando la piedra... acabo de golpear una piedra... Y ¡se movió! ¡Puedo mover cosas!.
Vi un papel en la acera e intenté tomarlo, cosa que no sirvió porque solo lo atravesé.

-Creo que duró poco, era demasiado bueno para ser verdad.- suspiré mirando el cielo.

Puse mis manos en los bolsillos de mi pantalón y camine por las calles sin un rumbo fijo, muchas veces la gente solo me atravesó y eso me hacía sentir peor.

Pasé por el parque nuevamente y vi a un bebé con su madre, me acerqué y el niño me miraba fijamente como si pudiera verme, me extrañé pero no le tomé importancia asi que me alejé, debía pensar todo lo que había pasado y tratar de asimilar que ahora solo soy una nube andante que traviesa cosas y que nadie puede ver.

-Excelente.- solté con sarcasmo.

Llegué a la panadería de los Dupain-Cheng atravesando la puerta.

-Hola señora Sabine, Hola señor Tom... Si no les molesta pasaré a ver a mi princesa a su habitación donde debe estar llorando aún.- solté sarcasticamente mientras caminaba atravesando las puertas.

Estaba molesto, estoy atrapado aquí y sin poder hacer nada.

-Dibis dirli biinis inirgiis i Mirinitti.- me burle repitiendo las palabras del maestro.

Le tengo mucho respeto, pero es que ¡esto es horrible! Además ¿Cómo le daré buenas energías a Marinette? ¿Que debo hacer específicamente? Ni siquiera se que hago aquí, estoy muerto... o medio muerto.

Llegué a la habitación de Mari y estaba tal cual en la mañana cuando había despertado, todo esparcido por el lugar, estaba oscuro y con un aire triste.

-¡Ya llegué bugaboo!.- exclamé subiendo hasta su cama.

Grande fue mi sorpresa al ver que no estaba ahí, bajé rápidamente para buscarla en la planta baja de su cuarto.

-¿Dónde estás Marinette?. - pregunté buscando con la mirada y la preocupación desbordando.

Bajé a la panadería y la busqué ahí... No estaba. Salí corriendo al parque y tampoco la encontré.

-¡¿Dónde te metiste Marinette?!.- exclamé parado en medio de la plaza tomando mi cabello con desesperación.

Visualicé la Torre Eiffel y corrí hasta ella. Marinette no estaba en condiciones de salir... El temor de que estuviera por cometer una locura me carcomía por dentro.

Llegué a la cima y mi corazón se detuvo al ver un poco de rastros de sangre en el piso del lugar. Sacudí mi cabeza y me centré nuevamente en mi compañera que aún no aparecía.

Fuí a buscarla a la escuela, pero ya era tarde y no había nadie en él lugar, ya no sabía donde más buscarla, hasta que mi casa se me vino a la mente, quizás fue a hablar con mi padre... Eso definitivamente ¡no es bueno!.

Corrí lo más rápido que pude hasta la mansión, atravesé la reja,la puerta principal y busqué por todos lados a mi padre o a Marinette, pero, no había nadie.

Subí a mi habitación y pude respirar normalmente después de mucho tiempo, estaba en mi cama durmiendo.

Me acerqué a la azabache, no tenía el traje puesto, abrazaba mi almohada con mucha fuerza y pude ver que traía mi anillo puesto.

-Me diste un susto de muerte.- dije mientras me sentaba en el borde de mi cama observándola.- que irónico "susto de muerte".- repetí soltando una risa y acariciando su mejilla con el dorso de mi mano.

Se veía más tranquila, sus ojos estaban levemente morados y estaba un tanto pálida... Esto me preocupaba, lo que menos quiero es que se enferme.

Pude ver a Plagg dormido en mi velador con Tikki, estaban abrazados... Si pudiera sacarles una foto para molestar a mi kwami después, con gusto lo haría.

-¿Qué estás haciendo aquí bichito?.- pregunté siguiendo su respiración.

Marinette esbozó una sonrisa que no había visto, pareciera que en años.

-Adrien... .- suspiró apretando más una de mis almohadas.

¡Estúpidas almohadas! Se veía tan feliz abrazandolas que ya sentía celos de cosas inanimadas.

No pude evitar sonreír al oír mi nombre salir de sus labios y el calor no tardo en subir a mi rostro.

Me recosté a su lado abrazandola, miraba el techo de mi habitación y lo único que se oía en toda la mansión era la calmada respiración de Marinette.

-Daría lo que fuera porque hubiéramos estado así mucho antes... pero con mi cuerpo real.- susurré mientras acariciaba su frente junto con su cabello.

Me sentía en paz al tenerla a mi lado, en cada minuto que pasaba mis ojos se sentían cada vez más pesados, hasta que por fin cedieron por completo.

Sabía que estaba dormido, todo a mi alrededor era blanco y brillante, caminé a la nada hasta que encontré un árbol, era realmente hermoso... lo observé detalladamente, tenia flores de mucho colores y hojas de un verde muy vivo.

-Marinette-

Después de esperar un poco al señor Agreste, por si se aparecía, subí nuevamente a la habitación de Adrien, me sentía cansada y por una extraña razón, el sentir el aroma de mi compañero en su cama me hacía estar tranquila.

Me acosté abrazando su almohada. Tikki y Plagg habían estado hablando y luego no los oí más, asumí que se durmieron o que habían ido en busca de comida, eso me recuerda que no le he dado de comer a Tikki... ¿Qué comerá Plagg? Esa interrogante me mantuvo mucho rato dando vueltas en la cabeza hasta que el peso de mi cuerpo no pude aguantarlo más y me dormí.

Abrí los ojos, estaba en un lugar con mucha luz... podía ver a mi papá junto a mi madre, ambos hacían pasteles con un niña pequeña, puedo asumir que era yo, nos veíamos muy felices y me sentía en paz. Todo el dolor que sentía en mi pecho se había livianado un poco.

Seguí caminando por el lugar y vi mi escuela a lo lejos, Nino y Alya estaban ahí saliendo de la gran puerta, reían sin parar contagiandome su risa. Nino me saludó y Alya alzó la vista haciendo lo mismo, me acerqué a ellos.

-Hey Marinette.- dijo Alya dándome un abrazo.

Nino estaba parado al lado de mi amiga con su típica sonrisa y los audífonos colgados en su cuello.

-Hola.- saludé sonriente a ambos.

-¿Crees que podamos salir por un helado?.- preguntó Alya mostrándome su celular con muchas tiendas de helado en el GPS.

-Claro.- reí.- después de todo porque no disfrutar en un sueño.- Nino me miró extrañado.

-Si esto fuera un sueño ustedes pagarían los helados.- soltó una carcajada.

-Lahiffe, por hacerte el gracioso los pagarás todos, tu solito.- agregó Alya riéndose del moreno quien hacia un puchero.

Yo solo me solté a reír, siempre podían alegrar mis días estos dos.

Ambos se callaron y alcé mi vista para verlos, su vista estaba fija a algo a mis espaldas. Me giré y pude ver un hermoso árbol con flores y hojas tan verdes como los ojos de Adrien, volví a ver a mis amigos pero se encontraban más lejos, me sonrieron e hicieron una ceña para que me acercara al árbol.

Nino y Alya se esfumaron, yo fije mis vista en el hermoso árbol que desprendía una luz bellísima. Comencé a rodearlo, hasta que choqué con algo que me hizo caer al piso.

-Auch, soy muy torpe hasta en los sueños.- dije mientras me sobaba la pierna.

-Una torpe muy bonita a mi parecer.- oí una voz y me sobresalté.

Esa voz la conozco, levanté mi cabeza encontrándome con esos bellos ojos verdes que tantas veces me hicieron perder el sueño, era él... extendió una mano hacia mi y yo me quedé de piedra.

Su sonrisa era tan encantadora, tomé su mano con temor de que fuera a desaparecer, cosa que no pasó, era tan cálida y suave. Me levanté con su ayuda y pude notar que lágrimas caían de sus ojos, no me di cuenta cuando me estaba abrazando con fuerza contra él.

Mi corazón se aceleró, no reaccionaba, mi vista se nubló luego de unos segundos y lágrimas salieron de mis ojos. Lo abracé con fuerza, respiraba su exquisito aroma, podía sentirme en completa calma y desesperación.

-Marinette.- sollozó apretandome cada vez más.

-Adrien.- apenas podía hablar.

-No me dejes por favor, me siento muy solo... necesito abrazarte por más tiempo.

-Yo también te necesito.- intenté separarme un poco para verlo pero no me lo permitió.

-No, no me sueltes... Tengo miedo.

-¿A que le tienes miedo?.- pregunté sobre su hombro acariciando su cabello.

-Que... si me sueltas... despertaré y no podré abrazarte de nuevo.- dijo con dificultad y me partió el corazón.

-Yo estoy contigo, no te preocupes, jamás te dejaré... y-yo t-te amo.- al fin pude decirlo.

Su llanto se detuvo y me tomó de los hombros para fijar su mirada en mis ojos, no podía verlo a la cara después de eso, sentía mis mejillas arder y el aire se hacía necesario en mis pulmones.

-M-mirame.- dijo lo más firme que pudo a mi parecer.

Miré a un lado y el tomó mi rostro con sus manos, posicionó su frente con la mía, obligándome así a mirarlo. Tenía una blanca sonrisa que me derretía por completo y sus mejillas estaban tan rojas como seguramente las mías estaban.

-Yo también te amo.- susurró muy cerca de mis labios achinando sus ojitos y soltando una risa.

Me quedé muda, todo alrededor se llenó de color, sentí algo fresco en mis pies, miré de reojo el piso y había pasto... Una leve brisa nos golpeó a ambos.

Adrien se acercó lentamente a mi boca y podría jurar que mi corazón no sabía de que manera reaccionar, mi respiración se agitó, una sonrisa se dibujó en sus labios.

-¿Por qué estás tan nerviosa?.- preguntó burlón.- no es la primera vez un nos besamos.- susurró sacándome un suspiro.- después de todo, la que me besó primero fuiste tú.- tocó mi nariz con la suya.

-E-e-e... y-yo.- ¡estúpidos tartamudeos!.

-Me encanta oírte así, princesa.

No podía estar mas roja de lo que ya estaba, ¡me llamó princesa! En momentos así me gustaría tener el traje para poder responderle como una persona normal.

-T-tu... digo...

-Shhh... .- me silenció, y el calor que salía de sus labios me estremeció por completo.

Rozó sus labios con los míos hasta que pude sentirlo plenamente besándome, cerré los ojos y me dejé llevar por la calidez de su piel.

Era un sueño... Un sueño del que no quería despertar, estaba consciente de que no era real y que al despertar el dolor sería casi insostenible de nuevo, pero estaba con él... estaba con él y ya no me importaba nada más.

Un fuerte sonido me despertó de golpe y caí de la cama de Adrien.

-¡No! ¿¡Por qué!?.- exclamé levantándome del piso.

Vi una lámpara en el piso, a Plagg con cara de susto en posición de levantarla y a Tikki en posición de lanzarle un... ¿que acaso eso era un queso?.







Este capítulo esta dedicado a la bella chard_lau87 quien está de cumpleaños 🎉🎉🎉🎉🎉🎁🎂 Muchas felicidades :3 y que cumplas muchísimos más ^^ 😙 llenas de alegría todos nuestros días 😊

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