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Capítulo 3

-Marinette-

Me aferraba con fuerza a su cuerpo, quería sentir su calor... pero no estaba, su rostro estaba pálido como un papel y su sonrisa desvanecida.

Lo más difícil fue tener que aceptarlo, no quería... no podía hacerlo, tenía tantas cosas que decirle y no lo hice.

-Marinette... no podemos seguir aquí, te enfermarás.- dijo Tikki a una distancia prudente.

No quería oírla, no quería saber nada, solo quería estar con él. ¿Realmente creen que me importaba enfermarme?.

Mis ojos no daban más lágrimas, la lluvia había empapado todo, muchas veces oí que la lluvia limpiaba las penas... lamentablemente este no era el caso, cada vez que lloviera recordaría este momento.

Tomé la mano de Adrien y la besé  con fuerza, suplicando que esto solo fuera una pesadilla, pero no lo era... él estaba muerto....

Posé mi frente en la de él, tenía frío, mi labio temblaba, tomé con mis manos su rostro y susurré en sus labios.

-Recuerdo cuando te besé... eras Chatnoir, no puedo creer que haya besado a Adrien Agreste.- sonreí.

Junté sus fríos labios con los míos, queriendo que el volviera a mi como la primera vez con Cupido negro.

Nada.

-Mari... .- volvió a decir Tikki y me volteé a verla.- debemos irnos...

Su voz sonaba apagada. El pequeño kwami negro se había posado en una viga de la Torre y observaba el piso, Tikki se acercó a él.

-Plagg... l-lo siento mucho, pero tenemos que llevarte con el maestro.- dijo mi pequeña kwami.

El gatito negro se quedo en silencio un momento y luego habló.

-¡No quiero ir con el maestro! ¡No quiero otro portador! ¡No quiero otro Chatnoir! ¡Adrien es mi portador! .- exclamó frunciendo el ceño y volviendo a bajar sus orejitas .

Tikki se alejó un poco y bajó su cabeza.

-L-lo siento...

Se que Tikki intentaba contenerme a mi y a su compañero kwami, era muy tierna... pero ahora solo necesitaba saciar mi pena en el llanto y estoy segura que Plagg, según como oí que se llamaba, estaba igual que yo.

Adrien... ¿Qué hago ahora?, tu padre... él debe saber, debo llevarte con él.

Levanté su cuerpo con delicadeza, lo abracé y quité de su espalda con dificultad las tres dagas que le habían clavado. Mi ropa estaba cubierta por su sangre, me levanté dejándolo recostado completamente.

-Tikki... .- llamé a la pequeña.

-Dime...

-Debo llevarlo a su casa.

La pequeña mariquita asintió con una leve sonrisa y ojos tristes.

-Ya sabes que decir.

-Tikki... motas.- me transformé en Ladybug.

Miré mis manos, esto es demasiado para mi... Me acerqué al Kwami negro y el alzó la vista.

-Él... te amaba ¿lo sabes?.- miró fijamente a mis ojos.

-Lo sé... y yo a él...

-¿Qué harás ahora?... ¿Me llevarás con el maestro?.- preguntó en voz baja mirándome con tristeza.

No sabía que decirle... No sabía que hacer.

-T-te llevaré conmigo... después veremos que hacer.

Fue lo único que se me ocurrió decirle, él solo asintió.

-Debes quitarle el anillo.- dijo señalando la mano de Adrien.

¿Q-quitarle el anillo?... él, mi compañero de batallas ya no está y debo sacar su prodigio, esto es demasiado doloroso.

Me acerqué nuevamente al cuerpo de mi compañero, tomé su mano y le quité el anillo lentamente aun con la esperanza que sujetara mi mano para evitar que lo hiciera... Su kwami desapareció después de eso. Abrí el yoyo y puse el talismán de la mala suerte ahí.

-No estás sola Mari... .- oí a Tikki en mi mente nuevamente, no le respondí.

Tomé a Adrien en mis brazos y me balanceé con el yoyo hasta la mansión agreste, era de noche y la lluvia cada vez era más fuerte junto con truenos y relámpagos.

Llegué a la puerta principal ya que salté la reja de la entrada.

Toqué el timbre y la asistente del señor Agreste abrió con una expresión seria y luego de impacto al ver a Adrien en mis brazos.

-¡Señor Agreste!.- gritó fuertemente entrando a la gran mansión.

La lluvia estaba empapandome aún más y gotas de sangre caían al piso, mi vista estaba perdida en la enorme entrada de la mansión.

A los pocos minutos divisé al padre de Adrien corriendo hacia a mi con evidente preocupación en sus rasgos, su asistente venía detrás de él.

Cuando llegó a mi, se paró unos metros delante mío observando el cuerpo de mi compañero... Se acercó lentamente como si intentara convencerse de que era real lo que pasaba.

Quitó un mechón de su cabello mojado que cubría parte de su frente y lo acarició con al mano temblorosa.

Todos estaban en silencio, lo único que se oía era la lluvia chocar contra el piso.

Tomó a Adrien en sus brazos y cayó de rodillas mientras lo abrazaba.

-M-mi hijo... no... no puede estar pasando.

La voz del señor Agreste se quebró y por primera vez desde que lo conozco lo vi llorar desconsoladamente y cambiar su expresión seria.

Me faltaba el aire, era como si todo sonido a mi alrededor se alejara. Quedé de pie frente al padre de Adrien.

-¡T-tú!.- exclamó y lo miré sorprendida.- ¡tú tienes que arreglar esto!.- presionaba el cuerpo inerte de mi compañero.- ¡Haz algo! ¡lo que sea!.

Bajé mi cabeza, Tikki me dijo que no serviría mi poder.

-N-no puedo hacer nada.- me costaba hablar, negué con la cabeza.- no hay daños de akumas que r-reparar... no podría traerlo devuelta.

Gabriel apretó a su hijo y negó con la cabeza, estaba destrozado.

¿Por qué está pasando esto? ¿Qué fue lo que hice mal?.

Después de varios minutos el señor Agreste alzó la vista hacia mi nuevamente.

-¿Q-qué fue lo que pasó?.- preguntó con dificultad.

No sabía que decirle, ¿Debía contarle que su hijo era Chatnoir?... No podía pensar con claridad, mis pensamientos rebotaban en imágenes de Chat sonriendo y saltando los tejados de París junto a mi.

-¡¿Por qué estaba fuera de casa a esta hora?!.- exclamó frunciendo el ceño y lágrimas salían de sus ojos.

Debía salir de esta situación ahora.
Miré por última vez el cuerpo de Adrien y lancé mi yoyo hacia afuera enganchandolo en algún  lugar.

-L-lo siento... debo irme.- bajé el rostro y luego mire al señor Agreste a los ojos.- él... Era un gran chico y l-lo lamento.

El diseñador iba a detener mi salida, pero fui más rápida, me balanceé entre los edificios hasta que aterricé en mi balcón.

-Puntos fuera... .- dije y Tikki salió de mis aretes.

Me quedé mirando la puertilla que daba paso a mi habitación.

-Matinette.- oí la aguda voz de Tikki.

Mi ropa seguía cubierta de sangre al igual que mis manos, sangre de él... Me arrodillé y empecé a llorar nuevamente mientras la fría lluvia me abrazaba.

-Adrien-

Después de un buen rato intentando asimilar lo que ocurría, oí que Marinette se transformó, así que la seguí y llegamos a mi casa.

Cuando Nathalie abrió la puerta su cara fue muy devastadora, cosa que no había visto antes.

Mi padre llegó corriendo, y acariciaba mi frente con dificultad. Nunca lo vi así, ni si quiera cuando mamá desapareció.

Podía sentir que realmente él me amaba, que le dolía perder a su único hijo... pidió explicaciones y creo que Ladybug no estaba preparada para darlas, salió muy rápido de la mansión y yo me quedé ahí, con mi padre.

-Hijo... .- soltó en voz quebrada abrazando fuertemente mi cuerpo.

Lo contemplé desde un rincón del vestíbulo.

-S-señor... .- dijo Nathalie con las lágrimas marcadas en sus mejillas y su maquillaje corrido.

Mi padre no contestó, ya había parado su llanto y solo se aferraba en silencio a mi cuerpo.

-Señor, debemos hacer algo.- habló nuevamente la asistente de mi padre y este alzó la vista.

-Haré que él vuelva, al igual que Emilie.- dijo firme y sus facciones se volvieron a endurecer como siempre.

-P-pero señor... Ladybug ya se fue y el mundo sabrá... de A-adrien.

-No lo sabrán, diré que lo envíe a una escuela en Alemania.

No entendía que pasaba, mi padre hablaba sobre traerme a mi madre y a mi devuelta... Pero ¿cómo? Y además ¿ocultarla mi muerte? ¿por qué?.

-Y ¿qué pasa con su plan?.

-Aún espero respuesta del matón.- respondió con frialdad mi padre.

¿Qué matón? ¿En que está metido mi papá?.

-¿Cree que completó la misión?.

-Más le vale... si lo hizo tal y como le ordené, Ladybug estará vulnerable por la muerte de su compañero.

Todo se paralizó a mi alrededor... Mi padre... él mando a matar a Chatnoir... mandó a matarme, mandó a matar a su propio hijo...

-Podré obtener su Miraculous y el de Chatnoir con facilidad.

Una sonrisa macabra se formó en el rostro de mi progenitor, cosa que me espantó por completo.

Si el quería mi prodigio y el de Ladybug... Eso quiere decir que... ¡No! ¡No puede ser posible! !mi padre no puede ser Hawk moth!.

Quiero despertar de esta pesadilla ¡ya! ¡No lo soporto!.

-¡Mamá! ¡Ayúdame por favor! ¡Ya no quiero más esto! ¡Mamá!.-Grité desesperadamente, pero, mi madre no respondía.

Me giré y corrí hacia la puerta, no quería seguir oyendo a ese hombre perverso.

Podía sentir la lluvia caer sobre mi, pero no me mojaba en lo absoluto, las lagrimas resbalaban de mi ojos constantemente.

Corrí y corrí sin saber bien a donde me dirigía y llegué al parque, estaba iluminado por las farolas. El olor a café y pan que salían de las tiendas me resultaba tranquilizador.

Me senté en un banco e intenté analizar todo lo que había ocurrido en las últimas horas.

¡Todo era su culpa! ¡Por su culpa estoy muerto! ¡Si no hubiera mandado ese akuma nada de esto hubiera pasado!... Ahora estaría con Plagg tranquilamente en mi habitación... mañana podría ir a clases con mis amigos y vería a...

-¡Claro! ¡Marinette! ¡Ella es Ladybug!.- exclamé parandome enérgicamente.- ella podrá ayudarme... Siempre soluciona todo y esto no será una excepción.

Comencé a caminar en dirección a la casa de Marinette y a los pocos minutos ya estaba en la entrada.

La panadería de los Dupain estaba con las luces apagadas, seguramente deben estar cenando o durmiendo.

Miré por una de las ventanas de la tienda desde afuera, apoyé mi mano en la puerta y esta la atravesó junto conmigo cayendo sobre mi lindo trasero... definitivamente aunque sea... La verdad no se que soy ahora mismo, llamemoslo "fantasma", pues esas cosas duelen.

-Y-yo lo siento, no quise... Pero, ¿qué demonios estoy haciendo? Nadie puede verme ni oírme.- dije mientras resfregaba mi mano en mi rostro.- soy un idiota.

Me adentré en completo sigilo, ni idea porque... No se como hacerle entender a mi cerebro que soy invisible para todos.

Llegué a la sala de la casa de mi compañera y el señor y la señora Dupain estaban cenando, pero Marinette no se encontraba ahí.

-¿Qué le pasa a Marinette?.- preguntó el señor Tom a su esposa.

-No lo sé... No me respondió cuando la llamé a cenar, creo que por ahora debemos dejarla sola... quizás tuvo un día muy pesado en la escuela.- le respondió dulcemente la mujer de rasgos asiáticos.

-Hablaré con ella mañana, mi pequeña florecita se esfuerza mucho en la escuela.

Los señores Dupain-Cheng eran como comer leche y galletas, una completa dulzura y la combinación perfecta para que tuvieran una hija tan adorable como Marinette. Se notaba desde lejos lo mucho que la amaban y su preocupación por ella era genuina.

Busqué las escaleras que daban paso a la habitación de la azabache, ya había estado en su casa cuando practicabamos para la competencia de videojuegos... Ahora que lo pienso, puedo entender mejor como es que Ladybug era tan buena jugando cuando akumatizaron a Max, pues era Marinette.

Ella es asombrosa, ¿Cómo no me fijé antes que ella era mi hermosa bichito?.

Me quedé parado ante la puertilla pensando como abrirla y recordé como había entrado a la casa en primer lugar. Atravesé la puertilla y ya estaba en ese bello cuarto rosa que olía dulce al igual que mi compañera, la única diferencia con la última vez que estuve aquí es que todo estaba esparcido por toda la habitación.

Busqué con la miraba a la azabache y no la encontraba, pude ver que habían fotos mías pegadas en su pared, realmente soy un ciego, todo en mi mente se esta esclareciendo... Yo le gustaba a Marinette y no me había dado cuenta siendo que mostraba señales claras, con sus tiernos tartamudeos cuando la saludaba o sus mejillas teñidas de rojo o cuando la veía y esquivaba la mirada y se ponía nerviosa.

-¡Soy un idiota y un ciego!.- exclamé sentandome en el suelo.

Escuché un sollozo y salté del susto.

-Marinette... .- oí una voz aguda.

Alcé la vista y ahí estaba mi bella mariquita, tirada en el piso rodeando sus rodillas con sus brazos y la cabeza escondida entre estas.

-Déjame sola Tikki.- dijo casi inaudible.

-S-se que es difícil... l-lo siento Marinette... pero...

-¡Que me dejes sola Tikki! ¡No quiero oír nada! ¡Por favor!.- alzó la voz junto con su rostro.

La pequeña Kwami carmesí retrocedió y puso sus manitas en sus ojos volando rapidamente hasta el cajón de la azabache, de donde no salió más.

Los azules safiros de mi princesa estaban enrojecidos por tanto llorar y sus párpados completamente hinchados, su cabello estaba goteando agua,seguramente estuvo mucho tiempo afuera en la lluvia, volvió a hundirse en sus extremidades comenzando a llorar nuevamente.

-Ésto es un sueño, me despertaré e iré a la escuela como todos los días... él estará ahí sonriendo como siempre.- murmuraba.- así es... esto no es real.- se balanceaba.

Marinette jalaba su cabello en un acto desesperado y yo no podía hacer nada para contenerla... Para decirle que estaba ahí con ella y que no la dejaría jamás.

Aun traía puesta la ropa manchada de sangre, me dirigí donde ella y acaricié su cabeza con ternura para intentar apaciguar lo que estaba sintiendo, ella alzó la vista e hizo contacto directo con mis ojos, me sorprendí, pensé por un momento que podía verme pero miró a todos lados como si buscara algo o como si me hubiera sentido.

Me senté frente a ella y la abracé, ella se removió bajo mi abrazo.

-Creo que ella puede sentirme.- susurré esperanzado.

Se levantó rápidamente, atravesandome y provocando un gran dolor vacío en mi, comenzó a patear el sillón rosa y todo lo que había a su alcance lo arrojaba a cualquier lado.

-¡Quiero despertar! ¡¿Por qué no puedo despertar?!.- su voz se oía cada vez más desgarradora.

-Por favor Mari, ya basta... .- suplicaba, pero no podía oírme.

Tomó su cuaderno de diseños y lo abrió con mucho odio en su mirada. Alzó ambas manos con el cuaderno en estas y temblaba haciendo fuerza.

-¡Para ya! ¡Ni se te ocurra romper eso!.

Sabía que era inútil lo que fuera que le dijera, pero, esto también me está afectando.

-¡Ahh!.- arrojó lejos el cuaderno y subió a subió cama.

Marinette abrazó fuertemente su almohada y ahogaba sus gritos en la misma... Era demasiado para ella y era demasiado para mi.

Me recosté a su lado y la abracé nuevamente mientras acariciaba su cabeza... creo que mis caricias la apaciguaron un poco ya que su respiración se iba calmando y su llanto también, hasta que pude darme cuenta que estaba dormida.

-Te prometo que encontraré la forma de que todo sea como antes... podremos ser novios y algún día te veré vestida de blanco caminando hacia mi.- hablaba por lo bajo como si la fuera a despertar.- Te amo mi princesa.- besé su frente y ella frunció levemente el ceño.

Pasaron unos minutos y me dormí, abrí los ojos y estaba estaba en la Torre Eiffel, era de día.

-¡Chat!.- oí la voz de Marinette y comencé a correr hacia donde la escuchaba.

-¡Marinette!.- le grité al verla de espaldas y ella se giró.

-¡Adrien!.- exclamó y corrió hacia mi, abrí mis brazos para recibirla.

-C-creí que te había p-perdido.- dijo comenzando a llorar y tomé su rostro en mis manos para verla fijamente.

-Mi Marinette, siempre estaré contigo.- junté mi frente con la de ella respirando su fresco y dulce aroma.

-No me dejes por favor... No me sueltes, t-te amo... .-su voz se quebraba.

-Marinette-

Estaba con él por fin, podía sentir su calor nuevamente, sus bellos ojos verdes me miraban fijamente y su voz sonaba tan melodiosa y apacible para mis oídos.

-Yo también te amo, bugaboo.

Me sentía tan feliz de que me dijera así, lo extrañaba... sentía que volvía una gran parte de mi alma al cuerpo.

Reí por su apodo y el sonrió enormemente.

-¿De que te ries?.- preguntó mientras rozaba su nariz con la mía y me abrazaba.

-Me encanta que me digas así.- besé su nariz y él se sonrojó.

-Bugaboo.-canturreó juguetón sobre mis labios.- mi princesa, mi bichito, mi Lady, mi todo.

Ahora la que estaba completamente roja era yo.

-¿Te dije lo mucho que amo tus mejillas sonrojadas?.

Este hombre es la palabra ternura en persona.

Negué con la cabeza y el sonrió acariciando mis mejillas con sus pulgares.

-Eres purrrfecta, my Lady.

-Amo tus chistes de gato, Chaton.

Suspiró y comenzó a observar al rededor.

-No podré ver este lugar de la misma forma de ahora en adelante.- soltó con pesadez.

-Opino lo mismo.

Empecé a oír un ruido a lo lejos que cada vez se hacía más fuerte.

-¿Qué es eso?.- preguntó Adrien y yo me quedé pensando.

-Es... Ese es... ¿mi despertador?.- pregunté extrañada.

En menos de un segundo estaba en mi habitación abriendo con dificultad mis ojos, miré mis manos y luego mi ropa y estaba manchada de sangre.

-No... esto no es posible... no...

Las ganas de llorar volvieron, junto con el vacío que había llenado cuando vi a Adrien en el que al parecer sólo fue un sueño.

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