Capítulo 12 (segunda parte)
-Marinette-
Simplemente era espectacular, me sentía en las nubes. Adrien era todo y mucho más de lo que había imaginado, lo extrañaba, lo necesitaba y pensar que no lo vería el día de hoy fue muy duro, pero, aquí estaba de nuevo conmigo, en mi mente.
Cada detalle que tuvo conmigo, la cena, las palabras, el baile, las estrellas, el lago... Todo era un sueño hecho realidad. No quería despertar, no quería volver a estar sin él.
Sus brazos me rodeaban y su frente estaba unida a la mía, podía sentir su respiración chocar contra mis labios. Tenía mis manos sobre su pecho desnudo, podía sentir su corazón latir fuertemente y su calor envolvía cada parte de mi. Me sentía completa, como en mucho tiempo no lo hacía, sin duda el vacío constante que tenía se debía a que él no estaba.
Mi corazón se aceleró al caer en cuenta lo cerca que estábamos el uno del otro y mi respiración se fue por las nubes. Adrien subió su mano lentamente por mi espalda dejando una suave caricia, la cual me estremeció por completo dejando salir un jadeo de mis labios.
-Adrien... .- susurré.
-¿Mm?.- musitó con los ojos cerrados.
-No me dejarás sola, ¿verdad?.- dije por lo bajo intentando que mi voz no se quebrara.
-Siempre estoy contigo Marinette... Siempre.
Tomé su rostro en mis manos y él me apegó más a su cuerpo, sus brazos eran fuertes... podía sentirme protegida y completamente segura. Derrepente tomó mi nuca y me atrajo a sus labios, no hay forma de describir la hermosa sensación de estar así con él.
El beso era suave, pausado y absolutamente placentero, mi corazón era como una granada explotando. Enredé mis dedos en su cabello, era sedoso... Adrien me elevó un poco haciendo que rodeara su cintura con mis piernas, comenzó a salir del lago aún besándome y sujetandome ahora con ambas manos.
Cuando llegamos a la orilla me bajé de él y contemplé sus hermosos ojos, sin duda eran de un verde que jamás había visto antes.
-¿Por qué salimos del lago?.- pregunté mirándolo levemente hacia arriba por la diferencia de estatura y el sonrió.
-Porque te puedes enfermar.- tocó mi nariz con su dedo y yo me reí.
-Pero ésto es un sueño.- enarque una ceja.
-Que sea un sueño no quiere decir que no puedas enfermarte.- sonrió seguro de si mismo.-¿o mi bichito quiere que la cuide de un resfriado?.- se inclinó un poco para conectar su mirada con la mía.
-Cl-claro que no, gato tonto.- volteé el rostro algo nerviosa y él rió levemente.
-Me gusta tu vestido.-soltó, me giré a verlo y luego me vi a mi misma.- y sobretodo cuando está mojado.- susurró en mi oído sonriendo muy al estilo de Chat Noir.
Me estremecí y me di cuenta a que se refería... Mi vestido era blanco, estaba todo mojado y se traslucía. Rápidamente me cubrí el busto con mis brazos y mis mejillas se pintaron de color.
-¡Adrien!.- grité completamente roja y él se giró para tomar el saco de su traje y ponerlo en mis hombros.
-Vamos.- dijo mientras daba calor a mis hombros.
-¿A dónde? .-pregunté con mi nariz rozando su pecho el cual tenía pequeñas gotas de agua.
-Es una sorpresa.- sonrió, tomó sus cosas plantandose la camisa encima y luego los pantalones.
-¿Cuántas sorpresas hiciste para mi?.- me reí por lo bajo.
-No lo sé.- posó su mano en su mentón.- creo que... No, definitivamente no te diré.- se soltó a reír y tomó mi mano entrelazando nuestros dedos, era tan cálida.
Comenzamos a caminar descalzos por la orilla del lago, la luna brillaba intensamente, nunca había visto tantas estrellas en el cielo. En la otra mano Adrien llevaba sus zapatos y la corbata enroscada en su muñeca.
-Me encanta ésto.- susurró y lo miré de perfil mientras caminábamos.
-¿Qué cosa?.- pregunté apretando levemente su mano.
-Ésto, estar así contigo... caminar de la mano juntos, como una pareja.
Guardé silencio por unos minutos sintiendo la tristeza albergar en mi pecho.
-¿Estás bien?.- preguntó haciéndome girar hacia él.
-Si... .-mentí.
-Mientes.- dijo haciendo una mueca.
-No es cierto.- desvié la mirada.
-Claro que si, sabes que puedes decirme lo que sea.- sonrió.- tenemos confianza, somos compañeros.
-Es solo que... realmente no estas aquí y tengo miedo... .- me quedó mirando entristecido.- despertaré y no estarás a mi lado, no te veré, no caminaremos de la mano, no haremos nada de lo que ha pasado aquí... .- el dolor en mi pecho incrementó y lágrimas comenzaron aquí salir de mis ojos.- y no quiero que eso suceda... creo verte allá, pero realmente no estás.- me costaba hablar y él solo me envolvió en sus brazos presionando su mentón en mi cabeza.
-Marinette... No pienses en eso ahora, sólo disfruta el regalo que te hice.- me separó y limpió mis lágrimas con sus pulgares.- ¿Recuerdas lo que te dije?, no me gusta verte llorar.- le sonreí y asentí.
-Está bien...
Seguimos caminando y luego nos adentramos en el bosque, a lo lejos vi una cabaña... Era pequeña, pero hermosa en todos los sentidos, se veía cálida y hogareña.
-¿Qué hacemos aquí?.
-Ver tu siguiente regalo.
-P-pero...
-¿No te gusta?.- preguntó bajando su rostro.
-¡No! ¡Claro que me gusta!.- exclamé emocionada soltando su mano y corriendo hacia el lugar.
Entré rápidamente, encendí la luz, pude ver una pequeña sala y cocina desde la entrada. Habían tres puertas más, abrí la primera a mi izquierda, era una habitación pequeña con una cama, un closet y una mesita de noche... habían algunos juguetes de autos y peluches en un mueble. Sin duda esa era la habitación de un niño.
Observé el lugar sentandome en la cama y viendo un pequeño cuadro con una fotografía. Me levanté y tomé el objeto en mis manos, pude reconocer un pequeño niño rubio con una mujer con las mismas características y un hombre con gafas, sin duda era Gabriel Agreste... ¿Era Adrien y sus padres?. Sentí que me abrazaban por detrás.
-¿Te gustó tu sorpre...
Silencio... Se había quedado mudo, se separó de mi y tomó el cuadro de mis manos.
-Eres tu y tus padres... .- susurré viendo como se perdía en la imagen y él sonrió con pesar.
-Si... Lo somos.- dejó el cuadro en su lugar.
-¿Y esta era tu habitación?.- asintió.
-Es tal y como la recuerdo.- se adentró más y tomó un peluche de un oso de la cama, lo admiró por unos minutos.
Dejó el peludo oso en su lugar y se acercó a mi tomando mi mano y saliendo hacia la sala.
-¿Estás bien?.-pregunté preocupada por como estaba actuando.
-Si, es solo que no pensé que me afectaría tanto...
-¿A que te refieres? ¿Por qué este lugar es una sorpresa para mi?.- pregunté mientras me sentaba junto a él en el pequeño sofá.
-Quería regalarte uno de los lugares donde fui muy feliz en mi niñez.- tomó mis manos y me miró a los ojos.- cuando mamá aún estaba conmigo, veníamos de vacaciones aquí... Con mi padre.- dijo lo último con dificultad.
-Es muy bonito.- le sonreí.- y cálido.
-Si, lo es... Hay muchas cosas que he pensado.- acercó mis manos a sus labios y las besó.- Marinette... y-yo.- su rostro se puso rojo de la nada, lo miré atenta a sus palabras.- yo he... He soñado en tener una familia contigo, aquí... Ser felices los dos, cocinar juntos y hacer todo lo que mi padre no me permitió en mi corta vida.-
Sus palabras me conmovieron, mis mejillas comenzaron a arder y mi corazón dio un vuelco.
-Si pudiera pedirte que te casaras conmigo lo haría... Y si pudiera algún día llamarte la madre de mis hijos estaría más que feliz, se que cuando despiertes te sentirás mal... Se que esto es horrible... Y no sabes cuando lamento que cuando abras tus ojos yo no esté ahí, junto a ti.
No lo dejé terminar y lo besé, estaba feliz... completamente feliz.
-Ya no digas más.- susurré al separarnos.- dijiste que disfrutara tu regalo, ¿lo olvidaste?.- suspiró y me sonrió con sus ojos.- sólo disfrutemos de esto hasta que la noche acabe...
-Está bien... podríamos encender la chimenea.- miró hacia el costado.- ya que estamos empapados.- se rió y asentí.- iré por leña afuera.
-¿Leña?.- enarque una ceja algo confundida.
-Claro.- se carcajeo.- con eso se enciende la chimenea.
-Ya lo sé.- inflé mis mejillas y fruncí el ceño.- sólo que no se si puedas cortar leña.- me crucé de brazos.
-La ventaja de que esto sea un sueño, es que no necesito cortar la leña.- susurró burlón cerca de mi rostro.- pero si, si puedo cortar leña.
-¿Si?.- entrecerré los ojos.
-Claro, es cosa de tomar un hacha y ya está.- se incorporó encogiendo sus hombros.
-Pero si esto es un sueño... ¿no es mejor sólo hacer aparecer el fuego en la chimenea?.- Adrien se detuvo cuando estaba por salir y se giró.
-Ves... Por eso tu eres la de los planes.- se acercó a la chimenea y el fuego apareció como por arte de magia, me solté a reír.
-Por eso debes hacerme caso en lo que te digo.
-Por eso somos perfectos juntos.- me jaló de la mano y me acercó a las llamas quitando de mis hombros su saco.- debemos entrar en calor.- comenzó a desabotonar su camisa.
-¡¿Q-qué haces?!.- exclamé sofocandome un poco.
-¿Secar mi ropa?.- rió terminando por quitarse la prenda y colgarla sobre la chimenea dejando su torso desnudo ante mis ojos.
Me giré evitando mirarlo, sin duda era una completa tentación a mi cuerpo que él estuviera de ésta forma.
Adrien se fue a la otra habitación y lo quedé mirando mientras desaparecía por el umbral de la puerta, podía oír cajones y puertas abrirse y cerrarse. A los pocos minutos volvió con unos pantalones y camisetas de pijama.
-Ten.- me dijo extendiendo las prendas.- quizás quieras cambiarte y ponerte más cómoda.
Acepté la ropa no pudiendo despegar mis ojos de sus esmeraldas y de su torso desnudo. Presioné el pijama en mis manos escudriñando las finas y fuertes facciones de su rostro... Era como un ángel caído del cielo.
-Eres hermosa.- susurró alzando una mano para acariciar mi rostro.- podría mirarte por horas sin cansarme...
-Adrien-
Sus ojos eran el mismo cielo, tan bellos y delicados, al igual que todo su rostro, sus manos suaves como una pluma y sus labios... esos labios rosados tan dulces que me hacían perder la cabeza cada vez que los besaba.
-Marinette.-susurré llamando su atención y ella no respondía.- Marinette.- sonreí tomando su mentón ligeramente.
-Eres tan hermoso... .-susurró haciéndome reír y sonrojar al mismo tiempo.- di-digo... ¡hermoso persona! ¡Hermosa! ¡eso!... y-y t-tu... digo no es que no seas guapo.- comenzó a jugar con sus manos.- y hermoso... quizás...
-¿Te dije que eres adorable?.- pestañeo fuera de sí y me regaló una sonrisa sincera.
-No...
-Deberías quitarte eso y ponerte el pijama.- sugerí evitando mirar demás por su vestido pegado al cuerpo.
-¡¿Cómo?!.- exclamó completamente roja.
-Pues... vas al baño y te cambias.- me reí por su expresión.
Marinette asintió completamente avergonzada, simplemente era única. Se alejó de mi campo de visión, yo me senté en el piso alfombrado frente a la chimenea, tomé un fierro que había al lado y comencé a mover la madera que se consumía lentamente con el fuego.
Luego de unos minutos sentí una puerta abrirse y me giré a ver, Marinette estaba vestida con el pijama, le quedaba un poco grande, pero al menos estaría abrigada. Su cabello goteaba un poco.
-Me di una ducha, s-si quieres tu ve también... Yo me quedo pendiente del fuego.- sonrió y mi pecho comenzó a acelerarse.
-Si, claro.- respondí poniéndome en pie caminando hacia el baño.
Ambos chocamos, me moví a un lado y ella también, luego hacia la otra dirección y ella hizo lo mismo, ambos soltamos una risa.
-¿Quieres bailar de nuevo my Lady?.- pregunté haciendo que ella riera.
-Gato tonto.- me respondió tomando mis brazos y girando ambos para quedar en posiciones opuestas.- ve a ducharte.
Asentí, tomé la ropa que había dejado en el sillón y me dirigí al baño, cerré la puerta y me miré en el espejo, tenía una sonrisa boba en el rostro que no me había visto antes. Me puse al reír de mi mismo y luego corrí la cortina de la bañera, di el agua caliente y la temperé con la llave del agua fría.
Me sentía extraño al poder tomar las cosas. Cuando recién pasó esto de ser un... ¿fantasma?, me costó demasiado acostumbrarme a no poder tocar las cosas, atravesar puertas, que no me escucharan... llegué al punto del desesperarme, pero cuando veía a Marinette ponerse feliz con las cosas que le decía, cuando la veía con más ánimo, cuando volvió a la escuela por primera vez, me tranquilicé... Mi propósito lo estaba cumpliendo y aunque estuviera así, me satisfacía poder ayudarla un poco a sobrellevar mi... Mi muerte.
Me metí a la ducha dejando que el agua hiciera su trabajo, era relajante. Luego de un corto baño, me puse el pijama limpio y salí hacia el living nuevamente, Mrinette estaba sentada en el piso observando el fuego y moviendo las brasas que quedaban de la leña.
-¿Todo bien, bichito?.- pregunté acercándome a ella.
-Si.- respondió feliz y me llenó de ternura.- Adrien... ¿Te puedo preguntar algo?.
-Claro.- me senté al lado de ella y la contemple en silencio.
-¿Qué pasó con tu mamá?.- esa pregunta me heló por completo, no es un tema del que yo hablara mucho.- si no quieres responder no lo hagas... puedo comprender.
-Está bien... Es solo que realmente no estoy seguro.- ella tomó mi mano.- un día solo desapareció y no supimos más de ella o al menos... Mi padre nunca me contó si se enteró de algo sobre ella.- dije lo último con enojo.
-Entiendo... Te pareces mucho a ella.- acarició mi mejilla y me hizo sentir feliz.
-¿T-tu crees?.- asintió achinando sus ojitos.
-¡Claro! Tienen el mismo cabello, el color de piel y sus ojos... Solo que los tuyos son un poco mas brillantes e intensos.- soltó una risita con lo último.- como los de un gato.
-Tus ojos también son muy bonitos.- dije ojeando sus mejillas colorearse.- y tus pequeñas pecas.- toqué su nariz con mi dedo.- tu cabello, oscuro como la noche.- acaricié su cabeza tomando un mechón de su cabello con mis dedos.- y tu sonrisa... Sólo con verte sonreír alegrabas mi día lleno de sesiones de fotos, clases de chino.- me reía de lo solitaria que hacía mi vida mi padre.- y tus... labios.- acaricié su labio inferior con mi pulgar.- tan dulces y suaves... Que hacen que pierda la cordura cada vez que los beso.- susurré acercándome lentamente a ella.
Cada parte de mi cuerpo reaccionaba al suyo, cada roce con su piel me hacía desfallecer de la felicidad. La besé, nuevamente la besé y pude degustar el dulce sabor de su boca, pude perderme nuevamente a ese mundo imaginario donde solo estábamos los dos. Marinette enterró sus manos en mi cabello y yo hice lo mismo, tomando su cintura con mi otra mano para apegarla más a mi, nuestras respiraciones chocaban, desesperadamente comencé a darle cortos besos para poder tomar aire sin separarme de ella, no quería dejarla, no quería desperdiciar un solo segundo sin poder demostrarle todo lo que siento por ella, después de esto no podré volver a verla aquí, no podrá verme nuevamente y no podrá tocarme.
-A-adrien... .- jadeo entre mis labios.- quiero estar contigo...
-Ya estas conmigo, Marinette.- la besé levemente mientras acariciaba su rostro.
-N-no... no entiendes... Y-yo quiero estar contigo... .-repitió nuevamente y pude comprender a lo que se refería.
Una ola de nervios se apoderó de mi, cargado de una alegría inimaginable. Sentía muchas maniquitas hacerme cosquillas en el estómago y mi corazón no dejaba de latir queriendo escapar de mi pecho.
Sonreí poniéndome de pie y tomando a Marinette en mis brazos, como una princesa... Sus ojos brillaban hermosamente y sus mejillas no podían estar mas rojas, caminé con ella hasta la habitación grande abriendo la puerta con cuidado para luego cerrarla con mi pie, la recosté con cuidado sobre la cama, poniéndome encima de su delicada figura.
Rocé su nariz con la mía y arreglé su flequillo con mi mano mientras me sujetaba con la otra en la cama. Ella guardaba completo silencio, podía oír su corazón latir fuertemente al igual que el mío.
-Quiero que escuches algo.- susurró.
-¿Qué cosa?...
-Acércate.- dijo señalando su pecho y mis mejillas ardieron cuando me posé en el.- quiero que escuches... Que mi corazón sólo late así por ti.
Sonreí, realmente ésta chica es única... Su pecho subía y bajaba, estoy seguro que estaba tan nerviosa como yo. Después de unos minutos de estar oyendo su corazón latir desenfrenado me incorporé para verla a los ojos, volví a mi anterior posición acariciando su rostro con mis dedos.
-Sobre... lo que dijiste.- musité perdido en sus pequeñas pecas que podía admirar gracias a la luz de luna que se filtraba por la ventana.- tu... .- ella asintió.
-S-si...
-Pero... ¿y si te hago daño?.- una fina línea se formó en mis labios, no quería lastimarla.
-No lo harás... confío en ti.- acunó mi rostro con sus manos.
Realmente quería, quería que la primera vez que hiciera esto fuera sólo y únicamente con ella, la chica de mis sueños, nadie más, pero no quería lastimarla...
Uní nuestros labios, el deseo de amarla de esa forma se estaba apoderando de mi, las ganas de tocar más allá de lo que mis ojos veían, era una completa y curiosa adicción.
Marinette acarició mi abdomen por debajo de la camiseta, sus manos eran suaves y cada caricia me estremecía, pidiendo cada vez más. Nunca me había sentido así, tenía cada vez más calor y podía sentir mi entrepierna endurecida.
Besé su rostro y bajé lentamente por inercia a su cuello, Marinette soltó una pequeña risa, la cual me enterneció.
-Me haces cosquillas.- dijo encogiéndose levemente y besé nuevamente su cuello, pero esta vez mordiendo un poco su piel hasta la clavícula.
-Tu me tienes en el cielo.- la sentí jadear por mis caricias y luego sonreír.
Metí lentamente una mano por debajo de su camiseta acariciando su abdomen y tomando firmemente su cintura, seguí explorando por su costado tocando con la yema de mis dedos sus costillas.
-Adrien... .- suspiró y presionó con sus dedos mi espalda.
Seguí dejando pequeños besos por la zona de sus pechos... ella levantó mi camiseta en señal de querer sacarla así que le ayudé dejando mi torso desnudo, pude notar un brillo distinto en sus ojos cuando me veía, acariciaba lentamente con sus manos mis hombros y mis brazos.
Me incorporé para subir lentamente su camiseta y ella se cubrió casi de inmediato con sus brazos impidiendo que siguiera con mi acción.
-¿Qué sucede?.- pregunté por lo bajo y me miró avergonzada.
-N-nada... es s-solo que... aun me da vergüenza que me veas.- Sonreí ante sus palabras.
-A mi también me da un poco de vergüenza.- me sinceré.
-¿En serio?.- preguntó viéndome fijamente y asentí.
-Pero... quiero que confíes en mi princesa.- acaricié su frente.- no tengas miedo de que te vea, así como yo no tendré de que tu me veas a mi.- asintió quitando lentamente sus brazos.- hazlo conmigo.- susurré.
Marinette puso sus manos en el borde de la prenda, yo las puse sobre las de ella y juntos levantamos la camiseta hasta quitarla por completo sobre su cabeza.
Mi respiración se aceleró aún más al verla, era hermosa en todas las formas y sentidos posibles.
Besé su cuello nuevamente y bajé así hasta llegar a su abdomen y luego al borde del pantalón, Marinette jadeaba, tomé con mis dientes el borde de la prenda y la deslicé lentamente hasta quitarla por completo por sus piernas. Quité mi pantalón y lo tiré a algún lugar de la habitación.
Acaricié con mis manos sus piernas hacia arriba, tocando sus muslos, cadera, su cintura y me detuve cuando llegué a su brasier.
-¿Puedo?.-pregunté siguiendo su respiración y ella asintió varias veces mordiendo su labio inferior, sin pensarlo dos veces toqué sus delicados montes por encima de la prenda con encaje apretandolos levemente.
En un ágil movimiento Marinette me hizo quedar recostado en la cama y ella sentada sobre mi.
-Y-yo también quiero acariciarte... .- susurró inclinándose y comenzando a dejar dulces besos por mi cuello y mi pecho.
-Princesa... .- jadeé por sus caricias, siguió bajando hasta llegar al borde de mi bóxer y con timidez besó sobre mi erección.- Ah-h...
Subí con mis manos por su espalda llegando al broche del brasier y lo quité, ella deslizó las tiras dejándome ver su anatomía, me relamí los labios por semejante belleza.
-Eres preciosa... .- la giré para quedar nuevamente sobre ella y acerqué mi boca a sus pechos para besarlos y lamerlos como quería hacer hace bastante.
-Ah-h... .- gimió y rápidamente se cubrió la boca.
-No te limites, amor... quiero oír todo lo que te hago sentir.- tomé sus muñecas y las presioné contra el colchón volviendo a mi acción anterior.
Nuestros cuerpos estaban pegados el uno del otro, el calor de ambos era espectacular. Bajé mis manos para quitar la ultima prenda dejando al descubierto su intimidad, con algo de temor toqué con mis dedos la húmeda zona y ella gimió tan deliciosamente que mi bóxer comenzaba a ser molesto para mi.
-Adrien... Te necesito.- dijo entrecortada y me empezó a quitar el bóxer con algo de torpeza.
Ambos estábamos desnudos, la abracé pegando nuestros cuerpos, sentirla de esta manera era único, me separé un poco y con delicadeza tomé sus rodillas para abrir sus piernas y me posicioné entre estas.
-¿Estás segura?.
-Si... estoy segura.
-No quiero lastimarte...
-Si duele te diré, lo prometo...
-Y me detendré.- asintió.
Tomé mi miembro y con un solo rocé con su intimidad me estremecí, podía sentir lo húmeda que estaba y eso me exitaba de una manera inexplicable. Me detuve un poco y ella me miró confundida.
-¿Q-qué sucede?.
-Es solo que... No estoy seguro de como hacerlo.- estaba avergonzado, ella solo se acercó a mis labios susurrando sobre estos.
-Yo tampoco... Pero podemos hacerlo por instinto...
Me posicione nuevamente entre sus piernas, pude sentir su entrada así que lentamente me adentré en ella, estaba estrecha... podia sentir miles de cosquillas en mi miembro, pero Marinette soltó un quejido así que me detuve rápidamente inclinandome para estar más cerca de su rostro.
-¿Estás bien?.-Pregunté preocupado cuando vi una lágrima recorrer su mejilla.
-Si, solo duele un poco.
-¿Quieres que me detenga?.
-N-no... continúa.- sonrió negando con la cabeza.
-Ésto... No es sólo sexo... .- dije captando la atención de sus ojos.- esto va más allá del placer y la lujuria. Esto es... hacer el amor de la forma más pura que puedo demostrarte.- una enorme sonrisa se dibujo en sus labios y me abrazó fuertemente.
Seguí con mi intromisión y Marinette cerró sus ojos apretando mi espalda con sus manos, clavando levemente sus uñas.
Sentía... No tengo idea lo que sentía, sólo sé que era como miles de fuegos artificiales en todo mi cuerpo, cuando llegué al fondo de ella junté su frente con la mía, chocando nuestras respiraciones.
-Relájate un poco, bugaboo.- susurré y ella abrió sus hermosos ojos.- no me moveré ni un milímetro si tu no quieres.
-Te amo... .- esas palabras hicieron que mi corazón golpeara más fuerte, deseaba tanto oírlas.
-Y yo te amo mas.- nos besamos nuevamente, solo que esta vez con más deseo y pasión.
Marinette alzó su cadera y enrolló sus piernas alrededor de mi cintura comenzando a moverse, le seguí el paso con sumo cuidado.
-Ah-h... princesa.- un gemido salió de mis labios por la tan placentera sensación que me daba.
-A-adrien... q-quiero más...
-Lo que my Lady ordene.- una sonrisa perversa se formó en mis labios y el vaivén que nuestros cuerpos fue incrementando cada vez más.
Los gemidos y jadeos de ambos eran lo único que se oía en todo el lugar. Cada beso y cada caricia era una huella que dejamos el uno al otro, una huella que nada, ni nadie podría borrar jamás.
Nos volvimos uno, jamás me arrepentiría de ésta noche, lo guardaría siempre en mi memoria, recordaría cada gemido y cada respiración salir de la boca de Marinette, al igual que cada rincón de su cuerpo.
Luego de pasar varios minutos... estaba apunto de llegar al climax de esta acalorada y hermosa experiencia.
-A-adrien, n-no puedo... mas.- gimió mi bichito y aceleré más mis embestidas.
-Y-yo tampoco... .- jadeé sobre sus labios y los besé cuando ya no aguantaba más.
Llegamos al máximo placer al mismo tiempo ahogando un gemido en un beso, caí sobre su delicado cuerpo, ambos estábamos sudados con la respiración por las nubes.
-Te amo... .- dijimos al unísono y me incorporé para verla a los ojos, ambos soltamos una risa.
Marinette comenzó a acariciar mi cabello con sus manos, su pecho aún subía y bajaba agitado. Salí con cuidado de ella y nos cubrí con la sábana blanca, la abracé recostandola sobre mi pecho, ella suspiró comenzando a dibujar círculos imaginarios con sus dedos sobre este, acariciaba su espalda desnuda surcando la fina línea que se formaba en ésta, hasta llegar a su hombro, depositando un beso en su cabeza.
-Marinette... .- susurré llamando un poco su atención.
-¿Mm?.- alzó sus gemas hacia mi.
-¿Cuántos hijos te gustaría tener?.- sus mejillas se ruborizaron más de lo que ya estaban y me preguntaba internamente cómo era posible eso.
-Y-yo... digo...
-¿Si?.
-Tres... .- sonrió escondiendo su rostro en mi pecho.
-¿Tres?.- pregunté nuevamente y ella asintió.- tres... .- sonreí imaginando lo que sería tener tres hermosos hijos con ella.- me gusta la idea...
-¿De verdad?.- preguntó emocionada recostandose sobre mi.
-Mientras uno de esos tres sea una hermosa princesita como tú, si.- sus ojos se cristalizaron y me besó, le correspondí al instante.
-Te amo.- dijo cuando se separó de mi dejando caer pequeñas lágrimas de sus ojos.
-Yo te amo más.- le sonreí.- ¿tienes pensado algún nombre?.- pregunté curioso y ella asintió.- ¿Cuáles?.
-Una niña... Emma y los dos niños, uno Hugo y el otro Louis.- sus ojos brillaron nuevamente.
-Me encantan.- deposité un beso en su nariz.- pero tengo una condición.
-¿Cuál?.
-Que la niña tenga como segundo nombre el de mi madre... Emilie...
-¡Si!.- exclamó muy feliz.- es un lindo nombre.- la abracé fuerte y suspiré.
-Emma Emilie Agreste Dupain... me gusta como suena.- murmuré.
-A mi también... .-suspiró abrazándose nuevamente a mi cuerpo.
"Cuando dos personas se unen en cuerpo y alma, no hay fuerza que los pueda separar, si es amor verdadero".
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