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Capítulo 12 (primera parte)

-Marinette-

La luz del sol que se filtraba por mi ventana me despertó, me sentía cansada. Me quedé hasta tarde estudiando para el examen que debía de física, no era muy buena en esta materia, así que prefería estudiar desde antes.

-Buenos días Marinette.- la aguda voz de Tikki me despertó aún más.- ¿Cómo dormiste?.

-Bien, buenos días Tikki.- le sonreí dando un bostezo, ella se acercó y besó mi mejilla.- ¿Y eso?.- pregunté extrañada.

-¡Feliz cumpleaños Marinette!.- exclamó girando y alzando sus manos lanzando pequeños trozos de papelitos de colores.

Me sentía confundida... ¿acaso era mi cumpleaños?. He estado tan distraída que ni siquiera me había dado cuanta que era mi cumpleaños.

-Gra-gracias Tikki.- respondí aún sin asimilarlo.

-¿Te sientes bien?, no te ves muy feliz.- bajó su rostro algo triste.

-No, no, no, no es eso... Es solo que no recordaba que era mi cumpleaños.- ladeé levemente el rostro y Tikki abrió más sus ojitos.

-¿En serio?.- asentí.

Hoy será un día largo, lo único que quiero es dormir y hacer nada.

Revisé mi celular. Tenía mensajes de Alya deseandome un feliz cumpleaños, se disculpaba por no poder estar conmigo hoy, viajó con sus padres a ver unos familiares. Los demás chicos también me enviaron saludos y buenos deseos, también dijeron que me darían un regalo el lunes.

Este año no será una fiesta con amigos, suspiré recordando mis anteriores cumpleaños. Saqué la foto de Adrien que guardaba bajo mi almohada y la acaricié.

-Hoy no estarás aquí.-mi voz se quebró.- daría lo que fuera para solamente ver tu sonrisa otra vez.- me puse a llorar.

Definitivamente en vez de ser un día especial y feliz para mi, era completamente triste. De seguro mis padres me prepararon un pastel y comeremos en familia.

-Marinette... .-oí a Tikki por lo bajo.

-D-dime.- limpié las lágrimas que habían marcado mis mejillas.

-Hice esto para ti.- me extendió una hoja, la tomé en mis manos.

-Tikki... Es hermoso.- mis ojos se llenaron de lágrimas, pero esta vez de felicidad.

Me había hecho un hermoso dibujo de ella conmigo, comíamos galletas, Plagg también estaba ahí comiendo queso y... Adrien... él estaba sentado al lado mío besando mi mejilla.

-¿Te gusta?.- preguntó encogiéndose levemente.

-¡Me encanta!.- dije atrayendola hacia mi para besar su pequeña cabeza.- Gracias .-abracé el dibujo contra mi pecho.

-Somos una familia Marinette.- añadió sonriendo y me llenó de ternura.

-Gracias Tikki, de verdad... gracias.- susurré  sonriendole.

-¿Marinette?.- mi madre abrió la puerta de mi habitación adentrándose, rápidamente mi kwami se escondió.

-¡Mamá!, ¿Qué pasa?.- dije desde mi cama con nerviosismo mientras ocultaba la fotografía de Adrien bajo mi almohada.

-Vengo a saludar a mi pequeña que está de cumpleaños.- sonrió con una bandeja en sus manos donde traía lo que al parecer era un desayuno para mi.

Mamá subió hasta mi cama y dejó la charola con los alimentos en mi mesita de noche. Se acercó a mi besando mi cabeza.

-Feliz cumpleaños, cariño.- dijo mientras se sentaba al lado mío abrazandome.- estas tan grande mi Marinette, parece que hubiera sido ayer cuando me enteré que te tenía en mi vientre.- acarició mi brazo y yo solo me dejaba querer por las caricias de mi madre.

-¿Y cómo te sentiste?.- pregunté curiosa.

-Al principio tenía mucho miedo.

-¿Miedo?.

-Si, temía ser una mala madre o que no pudiera cuidarte bien.

-Y ¿papá? ¿Cómo estaba?.- ella soltó una risita.

-Estaba muy contento, lo gritó a los cuatro vientos, literalmente.-se carcajeo.- abrió la ventana y lo gritó muy fuerte.

Me puse a reír con ella, no sabía que las cosas habían sido así.

-Y cuando nací, ¿Qué pensaste?.- me apoyé en su regazo y ella comenzó a darme mimos.

-Ay Marinette.- suspiró.- eras tan pequeña y frágil.- sonrió.-pero los dos sabíamos que te convertirías en una mujer fuerte y de buen corazón. Siempre que te tropezabas no te demorabas en levantarte, decías "Estoy bien, yo soy muy fuerte mamá".- dijo muy suavemente acariciando mi rostro.

-No recuerdo eso...

-Es que eras muy pequeña.

-Mamá...

-Dime.

-Te quiero mucho.- la abracé.- perdón si alguna vez te he decepcionado o ha papá.

-Mi niña hermosa, jamás podrías decepcionarnos.- recibió mi abrazo gustosa.- te amamos mucho, cariño. No sabes la nostalgia que me da verte así de grande.-se separó para verme a los ojos y pude ver sus ojos cristalizarse.

-Mamá, si lloras yo también lo haré.- la abracé más fuerte.

-Bueno, bueno, basta de lágrimas.- se puso a reír.- come tu desayuno y luego bajas para ayudarme a hacer el almuerzo.- se levantó y luego se fue de mi habitación.

Este pequeño momento con mi madre me hizo sentir mejor, más feliz. No se como tiene esa habilidad de calmar la pena de mi corazón, deben ser cosas de madres. Me encogí de hombros.

El día transcurrió normal, papá hizo un delicioso pastel con fresas, cenamos todos juntos, compartimos anécdotas, me contaron historias de mi cuando era pequeña. Sin duda fue un lindo día junto a mis progenitores, definitivamente lo guardaré en mi memoria.

Ya había oscurecido, me sentía cansada. Tuve una video-llamada con Alya, pero no duró mucho porque tuvo que irse nuevamente. Nino También me llamó, hablamos un buen rato, también reímos mucho, me contó un que otro chiste malo que igual me sacaba carcajadas.

Me metí a la cama, mis ojos pesaban. Tikki se había dormido hace algunos minutos, hoy comió muchas galletas, se las merece por aguantar mis mañas.

Las suaves sábanas de mi cama me abrazaban, por alguna razón estaba inquieta, ansiosa... Mis ojos se cerraban lentamente y poco a poco me dejé llevar por los brazos de Morfeo.

Abrí mis ojos... estaba en el árbol, se veía hermoso, la ultima vez que soñé con el fue cuando...

-Ya llegaste, my Lady.- esa voz que no oía hace mucho me hizo saltar de mi sitio estremeciendome, lentamente me giré encontrándome con esas hermosas esmeraldas y esa rubia cabellera.

-Adrien... .- fue lo único que pude decir.

-Adrien-

Ver llorar a Marinette nuevamente por mi culpa me puso muy triste.

Lo pensé por mucho tiempo, ella solo quería verme ¿No?... Una última vez no haría el gran cambio, después de todo ella cree que es un sueño, no sabe que estoy aquí medio muerto.

Al diablo lo que dijo el maestro, yo también la extrañaba, necesitaba abrazarla.

Al ser su cumpleaños hice todo un plan para celebrarlo juntos, me dormí antes y a los pocos minutos ella apareció frente a mi. Se veía hermosa como siempre, su cabello estaba suelto y traía un vestido blanco hasta las rodillas, observaba el árbol así que llame su atención al puro estilo de Chat Noir.

-Ya llegaste, my Lady.- dije impostando un poco mi voz.

-Adrien... .- musitó antes de correr hacia mi y abrazarme tan fuerte que me cortaba la respiración.

Gustoso correspondí su abrazo, era tan placentero sentir su calor y su dulce aroma. Junto a ella me sentía completo, mis ojos comenzaron a picar, hace mucho tiempo que no me abrazaba, me sentía un niño indefenso.

-Princesa... Me dejarás sin aire. - intenté formular, pero ella no me soltaba.

-¡No! ¡No quiero que te vayas de nuevo!.- sus palabras me desgarraron el alma.

¿Realmente era mejor que no me viera? ¿realmente debía seguir las instrucciones del maestro?¿Qué tan bueno fue decidir reaparecer en sus sueños?. Por dios, la amo y cada momento sin ella acaba conmigo lentamente.

Comencé a acariciar su espalda de arriba-abajo y me puse nervioso al sentir su piel desnuda, el vestido dejaba al descubierto su espalda. Era tan suave...

Respiré el aroma de su cabello y deposité un beso en su cabeza, sus brazos se aferraban a mi cintura con fuerza.

-Tranquila princesa, estoy aquí contigo.- la envolví por completo en mis brazos.

Estuvimos así por varios minutos, perdí la cuenta... Sólo nos disfrutábamos el uno al otro en el completo silencio de nuestras respiraciones y latidos. Podía oír su corazón golpear con fuerza y el mío, por supuesto, no se quedaba atrás.

-No me dejes de nuevo por favor.- susurró sobre mi pecho.- sin ti no se que hacer...

La separé con dificultad de mi y tomé su rostro en mis manos para que me viera fijamente. De sus azuladas gemas salían muchas lágrimas, al verla así tan frágil y quebrada, las mías no tardaron en salir también.

-Te extrañé.- junté su frente con la mía.- no tienes idea de cuanto... .- cerré fuertemente los ojos para evitar que me viera llorar, podía sentir su respiración chocar con la mía y sus leves sollozos también.

Marinette tomó mi rostro en sus manos y lo acercó más al suyo uniendo nuestros labios en un beso lleno de tristeza, dolor, amor, ternura... Me sorprendió bastante, pero la deseaba tanto que inmediatamente le correspondí tomando su cintura para apegarla más a mi.

Sus labios eran suaves y dulces, sentía que mi corazón saldría disparado de mi pecho, una corriente eléctrica recorrió toda mi espina dorsal y aunque mis pulmones pidieran auxilio no quería hacerles caso.

Cerré mis ojos disfrutando de sus caricias a mi boca, una explosión de emociones se esparcía por mi estómago y no quería que terminara jamás.

Nos separamos levemente y con lentitud abrí mis ojos para unirlos con los de ella... Me encantaba, estaba completamente enamorado y perdido por esta chica. Sus mejillas estaban enrojecidas, sin duda era adorable.

La abracé... No quería soltarla, no quería despertar y no quería... volver a la realidad. Marinette se separó un poco y me miró a los ojos, sonrió.

-¿Por qué estás tan elegante?.- preguntó tomando mis manos y viéndome de pies a cabeza.

-Porque una princesa está de cumpleaños.- solté en una risa.

-¿Te pusiste eso por mi?.- preguntó con un intenso rubor en sus mejillas.

Mi pinta era de un traje negro con una corbata color verde, perfectamente combinado con mis ojos.

-Esto y más.- le sonreí.- te tengo una sorpresa.-Marinette me miró curiosa.-Cierra los ojos.- le pedí y ella asintió.

-¿Qué planeas gatito travieso?.- preguntó con los ojos cerrados y me sonrojé por como me llamó.

-Guarda silencio.- susurré cerca de su oído.

Esto es un sueño y tal como la vez pasada hice aparecer mi traje de Chat Noir ahora hice aparecer una mesa con velas, un mantel blanco y comida. Me acerqué al puesto abriendo la silla.

-Ya puedes abrir los ojos princesa.- dije desde mi posición señalando que se sentara.

Ella abrió los ojos y contempló todo con una sonrisa enorme.

-Adrien... .- susurró.

-Si no vienes pronto se enfriará.- le sonreí de lado y ella se acercó sentándose. Empujé la silla para que se acomodara mejor y tomé sitio frente a ella.

El árbol iluminaba el lugar con una tenue luz, el cielo se oscureció dejando ver hermosas estrellas, dando un ambiente romántico. Los ojos de Marinette me hipnotizaban, la luz de las velas los hacían resaltar más.

-Te ves hermosa... .- se me escapó sin darme cuenta y sus mejillas se pusieron completamente rojas, reí nervioso y rasqué mi nuca con nerviosismo.

-T-tu... Tu también te ves bien.- tartamudeó, que adorable es.- d-digo... No es que nunca te vieras bien... di-digo ¡eres asombroso! Te ves genial... Pero n-no... .-solté una risa interrumpiendo su pequeña escena que extrañaba bastante y tomé su mano sobre la mesa.

-Gracias... .- le sonreí optando por una postura más firme, no quería verme como un niño pequeño frente a ella.

Cenamos juntos a la luz de las velas, el árbol y las estrellas. Unas cuantas veces la hice reír con palabras gatunas. Verla sonreír era mi mayor adicción y oírla reír mi total perdición. Cada gesto que hacía, cada pestañeo, cada palabra que emergía de sus labios me estremecía por completo... No la amaba sólo por ser la valiente chica en traje moteado, no sólo sentía una enorme admiración hacia ella, sino que su tal sencillez y calor me llevaban a un mundo nuevo, un mundo donde solo existiamos los dos, un mundo único que jamás había imaginado.

Nos trasladé a un bosque junto a un lago en total tranquilidad, por supuesto "el árbol" seguía en su misma posición, me levanté de la mesa y le extendí mi mano para que se pusiera de pie, ella me miró confusa pero la aceptó enseguida. La mesa desapareció y el silencio reinaba en el lugar, el olor a pino de los árboles era completamente placentero.

-¿Qué sucede gatito?.- preguntó en un tono dulce mirándome fijamente.

Me alejé un poco y tomé nuevamente su mano, me incliné y la besé con delicadeza.

-Disculpe, my Lady.- dije en un tono más juguetón.- ¿le gustaría bailar conmigo?.- le sonreí coquetamente y ella se ruborizó.

-Cl-claro.- la oí decir y sin más apegué su cuerpo al mío tomando su cintura, ella puso ambos brazos en mi cuello con temor y me sonrió.

La música comenzó a sonar y Marinette alzó sus ojos rápidamente.

-¿Esa es...

-Nuestra canción... .- afirmé a lo que iba a decir.- recuerdo ese día como si hubiera sido ayer.- suspiré.

Lentamente nos dejábamos guiar por la melodía, nos abrazamos en cada nota, en cada suspiro, en cada latido. Ella apoyó su mejilla en mi pecho, podía sentir su calor.

-Yo también.- susurró.- la primera vez que bailé con el chico que me gusta.- soltó una risa.

-Aunque no lo creas... Marinette siempre confundía el corazón de este gato.

-Chat Noir no se queda atrás, en lo que a mi respecta.- se escondió más en mi y yo la separé ligeramente para que me viera.

-No hagas eso.- evitaba mirarme.

-¿Por qué?.

-Porque... Es vergonzoso.- su rostro ardía.- ese gato tonto consiguió un gran pedazo de mi corazón...

Alcé su mirada con mi mano acariciando su mejilla.

-¿Sólo un pedazo?.-hice un puchero.

-Claro que si, el otro era completamente de Adrien.- sonrió.

-¿O sea que tu corazón es completamente mío?.- ella asintió en silencio volviendo a perderse en mis brazos.

Marinette se subió a mis pies, estaba descalza y me dejó guiarla, estuvimos bailando por mucho tiempo de esta manera.

-Feliz cumpleaños, princesa.- musité cerca de su oído y ella suspiró.- felices diecisiete.

-Gracias, Adrien...

Las palabras sobraban, después de bailar, tomé su mano y caminamos por el bosque alejándonos hacia el lago. Nos paramos en la orilla.

-Esto es hermoso.- expresó mirando la inmensidad del lago y el reflejo del cielo en este.

-No mas que tu.- volteó a verme dejado sus labios entreabiertos.

Marinette retrocedió lentamente metiendo sus pies en el agua.

-¿Qué haces, Bichito?.- pregunté enarcando una ceja.

-¿Yo? Nada... .- soltó con falsa inocencia, el agua le llegaba a las rodillas, bajó su mano y me mojó soltando una risa.

-¡Hey!.- reclamé.- sabes que a los gatos no nos gusta el agua.- me reí.

-Lo siento, no pude evitarlo.- se empezó a carcajear contagiandome, empecé a quitarme la ropa.- ¿Q-qué haces?.- preguntó más roja que un tomate.

-¿No es obvio?.- sonreí al ver su expresión.- no entraré al agua con ropa.

-Pe-pero...

Quedé en ropa interior y me lancé hacia ella mojandola por completo, Marinette soltó un grito.

-¡Adrien! ¡Está fría!.-exclamó y yo me puse a reír.

-No es cierto.

La abracé hundiendonos a ambos en las aguas del lago, la tenía frente a mi. Marinette se mordió el labio inferior mirando fijamente a mis ojos, junté su frente con la mía y besé levemente su nariz. La luna iluminada todo, desde lejos podíamos ver la tenue luz del árbol.

-No quiero despertar... .- susurró cerca de mis labios y la tristeza me invadió.

-Yo tampoco quiero que lo hagas...

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