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Capítulo 11

-Marinette-

-Maestro, le estoy hablando.- dije subiendo un poco el tono de mi voz.

-No, claro que no oculto nada.- me respondió girandose para verme y me sonrió.

-Su actitud dice otra cosa.- me crucé de brazos completamente seria.- ya no soy una niña maestro Fu, ya no tengo catorce años para que me oculte información.- fruncí en ceño.

-Yo no oculto información, solo la digo en el momento adecuado.- puso sus brazos en la espalda.

-Pero, ¿qué no me está diciendo? ¿Es sobre Adrien? ¿Sobre Hawk Moth? .- el silencio de parte del maestro me estaba desesperando.

-Escucha, Marinette.- se acercó y puso una mano en mi hombro mirándome fijamente.- todo en esta vida tiene su equilibrio, ya deberías saberlo, después de todo eres portadora de un kwami con estas características.- miró hacia el lado y luego volvió a fijar sus ojos en los míos.- créeme que lamento mucho lo que pasó, pero es momento de que dejes partir a Adrien, no puedes aferra...

-¡No puede simplemente decirme eso!.- dije completamente molesta.- ¿Por qué lo he visto? ¿No puedo estar volviéndome loca o si?.- pregunté incrédula.

El maestro se tensó y me miraba estático en su posición, al parecer no encontraba las palabras.

-Debes enfocarte en tu trabajo como Ladybug.- dijo casi en un hilo de voz.- las cosas se complicarán.- miró a un lado.- y te necesitamos.

-¿Por qué yo?... ¿Por qué me eligió a mi?.- estaba molesta y triste.- la mayoría del tiempo soy torpe, choco con la gente, llego tarde a clases...

-Porque tienes el alma más pura que he visto.- tomó mis manos y sonrió.- porque no te importa sacrificarte por los demás, porque eres una auténtica Ladybug. París te necesitará más adelante y debes estar preparada.- se puso más serio.- Hawk Moth trama algo, puedo sentirlo y no es nada bueno.

Asentí y suspiré pesadamente, esto me está pasando la cuenta.

-¿Puedo ver a Plagg?.- pregunté relajando un poco mi postura.

-Claro, habrá que despertarlo.- sonrió.- está en la caja de los miraculous.

El maestro fue por el prodigio de la mala suerte y lo dejó en mis manos.

Sonreí al ver el anillo plateado en mis manos, muchas veces se lo vi a Adrien puesto, pero jamás imaginé que se tratara del anillo que portaba mi compañero de batallas.

Sin pensarlo dos veces puse el anillo en mi dedo, la luz brillante y verde se hizo presente dejando a la vista un adormilado Plagg.

-Meow.- bostezó el pequeño felino restregando sus ojos con ambas patas.- ¿Cuantos milenios dormí?.- preguntó y me miró fijamente.- Oh .- agregó, algo sorprendido.- ¿Qué clase de hechizo usas?, no has cambiado nada.- voló hasta mi observándome.

-Hola Plagg.- sonreí al verlo nuevamente y acaricié su cabeza.

-Tengo hambre.- soltó.

-Perfecto, porque te traje este delicioso queso.- abrí mi bolso sacando el manjar para el pequeño kwami.

Plagg abrió lo ojos de sobremanera y me arrebató el trozo de queso de las manos.

-¡Casate conmigo!.- exclamó devorando su alimento y yo solo solté una risa.

-Estabas hambriento.- le sonreí de lado.

-¡Es que no me alimentan!.- dramatizó poniendo una pata en su frente y el maestro carraspeo.- bu-bueno, puede que el maestro me dé solo un poquitín.

-¿Así que un poquitín?.- cuestionó el maestro.

-Está bien, si me alimenta.- bufó el pequeño felino.- pero nada se compara con tus quesos, bella Marinette.- tomó mi mano y depositó un beso en ella, recordándome instantáneamente a mi compañero, sonreí por su acción pero no pude evitar sentir tristeza.

-Tikki está en la otra habitación con Wayyz, puedes ir a saludarla antes de que nos vayamos.

-¿Se van?.- preguntó mirando a mis ojos.- pensé que me venían a buscar.- mi corazón se estrujó y miré al maestro.

-Sabes que es peligroso para Marinette que tenga el prodigio, Plagg.- agregó el maestro.

-Eso ya lo sé, solo que prefiero quedarme con ella hasta qu... .- el maestro carraspeó.

-¡Bien! ¿Quieren un poco de té?.- preguntó el maestro Fu encaminandose a la cocina.

-No creo que sea prudente, ya debemos irnos.- le expresé.- mis padres se preocuparán.

-Está bien, vamos por Tikki.- Plagg estaba a mi lado comiendo queso, despreocupado de todo como siempre.

El maestro se dirigió a la habitación y yo lo seguí detrás, no sin antes tomar a Plagg. Wayyz y Tikki estaban hablando.

-Tikki, ya debemos irnos.- dije a mi kwami quien se volteó a verme e hizo un puchero.

-¿Tan rápido?.- preguntó mirando a Wayyz y yo asentí.- Está bien.

Plagg estaba apoyado en mi hombro, el maestro estaba a un costado de mi kwami y el suyo.

-Hola Marinette.- saludó Wayyz volando hacia mi.

-Hola.- le respondí sonriendo.

-¿En serio ya deben irse?.- preguntó algo triste y yo solo guardé silencio.- quería pasar mas tiempo con Tikki.- suspiró.

-¿Y por qué? ¿Para qué?.- soltó Plagg volando hasta Wayyz.

-Pues para estar con ella, ¿No es obvio?.- respondió tranquilamente la pequeña tortuga.

-No creo que ella quiera.- se cruzó de patas el felino.

-¿Por qué no querría?.- se unió Tikki frunciendo el ceño.

-¿Acaso quieres?.- preguntó Plagg frunciendo el ceño tambien.

El maestro y yo nos juntamos en silencio, observando la pequeña disputa de los kwamis.

-¡Claro! ¡Wayyz es mi mejor amigo!.- exclamó la carmesí.

-¿Tu mejor amigo?.-preguntó Plagg.- ¿Qué no era yo?.- agregó molesto.

-¡Pero si tu prefieres ese apestoso queso!.- Tikki encaró al felino.

-¡Es que el queso es mi vida!.- agregó Plagg con un rostro soñador.- por eso me casaré con Marinette.

Tikki se volteó a verme con mirada acusadora y yo levanté mis manos.

-A-a mi no me metas.- dije en voz alta, asustada por su mirada.

Wayyz observaba en silencio a sus compañeros kwamis.

-Adrien-

Esta pequeña pelea me estaba causando mucha risa, nunca creí ver a Plagg de esta manera.

-Creo que alguien se puso celoso.- dije en tono burlón al lado de Marinette y ella soltó una risita.

-¡Pues casate con Marinette y su queso!.- exclamó la carmesí.

-¡Hey! Con mi princesa no se metan.- fruncí el ceño mirando a mi kwami, y Wayyz quien era el único que podía verme cubrió su boca aguantando la risa.

-¡Eso haré! ¡Me dará desayuno todos los días de ese exquisito manjar!.- agregó Plagg lamiéndose las patas.

-¡Pues si te casas con Marinette! y-yo... ¡Yo me caso con Wayyz!.- exclamó la Tikki abrazado a la pequeña tortuga del cuello.

-¡¿Qué?!.- exclamaron al unísono mi glotón kwami y la tortuga.

-¡El único que se casará aquí con Marinette seré yo!.- grité fuerte y el maestro se puso a reír por lo bajo, provocando que me sonrojara por mis palabras.

Marinette veía enternecida la escena que hacían los kwamis cubriendo su boca con ambas manos mientras contenía la risa.

Plagg dejó caer su queso y Wayyz se sonrojó por el repentino abrazo de su amiga.

-¡Eso no va a pasar!.- exclamó Plagg frunciendo el ceño.

-¿Quieres apostar?.- retó la carmesí aún abrazada al Kwami de la sabiduría.

Plagg se acercó a ellos y los separó.

-No me retes bichito.- entrecerró los ojos miradola fijamente.

-No te estoy retando, gato glotón.- hizo la misma expresión del felino sosteniendo su mirada.

-Chicos... .- agregó Wayyz.

-¡Silencio Wayyz!.- lo callaron ambos kwamis al unísono.

-Ya que... .- suspiró la pequeña tortuga y se encogió de hombros volando al lado del maestro.

Me puse al lado de Plagg y Tikki observándolos a ambos, ninguno decía nada y ninguno pestañeaba.

Regresé al lado de Marinette y ella los observaba con extrañeza, el maestro sólo sonreía y Wayyz levitaba en su hombro.

-¿Cuanto cree que estén así?.- soltó en un susurro el kwami de la sabiduría al maestro.

-No lo sé, la ultima vez estuvieron así dos semanas.- rió levemente.

-¿Maestro? ¿Qué hacen?.- oí la dulce voz de mi bichito.

-¿Qué no es obvio?, hacen quemadas de ojos.

-¿Los kwamis hacen eso?.- pregunté extrañado y el maestro me guiñó el ojo.

-¿Y quien ganó la ultima vez?.- preguntó Marinette.

-Tikki.- dijeron al unísono Wayyz y el maestro.- a Plagg le dió hambre.

-¿Por qué no me sorprende?.- dije para mi aguantando la risa.

-Típico de Plagg.- dijimos al unísono Marinette y yo. La miré de perfil y besé su mejilla, ella soltó una risa.

-Lamentablemente debo ir a casa, así que... ¡Tikki! ¡Nos vamos a casa!.- la llamó, pero la carmesí no se inmutó.

Marinette frunció el ceño y luego de unos minutos puso esa hermosa expresión, que no veía hace mucho, de cuando se le ocurre un plan.

-Oh que triste, este pobre queso que tengo aquí se deprimirá al no tener quien lo coma.- dijo en falsa tristeza y abrió su bolso dejando al descubierto el apestoso queso que come Plagg.

Vi a mi kwami mover su nariz al percibir el aroma de su tentación, movió su cabeza de un lado al otro perdiendo el contacto visual de Tikki.

-¡Jah! ¡gané de nuevo!.- exclamó la carmesí sonriendo por su victoria.

-Eso no es justo.- alegó Plagg acercándose a Marinette.- Creí que serías mi fiel compañera y que tendríamos mini quesitos.- dramatizó tomando el queso de la mano de Marinette y comiendolo.

-Lo siento Plagg, pero debemos irnos.- se disculpó la azabache acariciando la cabeza del felino.

-Sólo vengan pronto a visitarme y traigan queso, yo se que vienen sólo por mi, lo siento maestro es la verdad.- aceptó las caricias de mi princesa.

-Claro Plagg.- agregó Fu riendo levemente.

-Bien, nos veremos pronto, bello Plagg.- Marinette retiró el anillo de su dedo y Plagg desapareció, dejó el prodigio sobre la mano del maestro.- ya debo irme.

-Sabes que cuentas con nosotros Marinette, se cautelosa con tus visitas.- la miró fijamente y luego a mi.- no sabemos quien pueda estar observando.- ella asintió.

-Adiós Wayyz.- se despidió.

-Nos vemos pronto.- agregó Tikki antes de meterse en el bolso de Marinette.- ¡Marinette! ¡Deberás lavar esto! ¡huele al apestoso queso de Plagg!.- exclamó desde adentro y todos nos soltamos a reír.

Nos fuimos de la casa del maestro, me sentía más tranquilo, pasamos una buena tarde con la pelea de los kwamis. Espero algún día poder presenciar esto de nuevo, pero, con mi cuerpo.

Marinette caminaba tranquilamente por la vereda, yo iba al lado de ella. Tomé su mano, sentía que realmente éramos una pareja caminando por las calles de París, mi imaginación voló al sentir su calidez, ella sonreía.

-Fue una buena tarde.- susurró al aire y respiró profundo.

-Si... Lo fue.- agregué viéndola sonreír.

Ya nos acercábamos a la panadería. Solo faltaban unas cuadras.

Cuando llegamos por fin, vi que los señores Dupain atendían el negocio con su típica sonrisa y carisma.

-Que bueno que llegaste hija.- expresó la señora Sabine con una sonrisa.

-Hola mamá, hola papá.- saludó mi adorable princesa.

-¿Cómo te fue en la escuela?.- preguntó el señor Tom besando la mejilla de su hija.

-Pues bien, creo.- se encogió de hombros.

-¡Jah! Deberás estudiar para la prueba de física que te saltaste.- susurré cerca de su oído.

-Verdad... .- musitó.- bueno, pero ahora debo estudiar.- sonrió nerviosa y se despidió con la mano de sus padres subiendo a su habitación.

Sabine y Tom se miraron algo extrañados por su reacción, pero no le tomaron la mayor importancia.

-Bien... Yo iré... ¿Por qué sigo haciendo esto?.- me golpeé mentalmente.- ¡si no pueden verte Adrien Agreste!.- me recriminé sólo.

Subí hasta la habitación de Marinette e instantáneamente me volteé al verla sólo en ropa interior.

-¡Lo siento! ¡lo siento!.- me cubrí los ojos con ambas manos.- ¡Juro que no vi nada!.- me acercé como pude al sillón rosa y me recosté en el con mis ojos cerrados.- definitivamente debes avisar cuando te cambias.

Me dió vergüenza por completo, vamos... nunca he visto a una chica desnuda y mucho menos he... creo que eso es mucha información.

Oí a Marinette moverse por la habitación, asumo que buscaba su pijama, ya que en unos minutos oscurecerá.

-Tikki... .- la oí decir.

-Dime Marinette.

-¿Tu sabes lo que me oculta el maestro?.- preguntó.

-No, pero creo que debes confiar en él... después de todo por algo es el guardián.

-Lo sé... Pero ya no soy una niña para que me oculte información.

-Yo confío en él.

-Y yo también, no lo dudes.- hizo una pausa.- sólo que tengo un presentimiento... Y prefiero pensar que no tiene que ver con lo que aún no me dice.

-Tranquila, todo estará bien.

-Eso espero.

Me pregunto lo mismo, ¿el maestro me ocultará información también a mi?

-Bueno, cambiando de tema.- soltó una risa.- ¿te pusiste celosa?

-¡¿Yo?! ¡¿Celosa?! ¿por qué lo estaría?.

-Por Plagg.- oí su tono burlón.

-¡Jamás!.

-Si claro.- dije yo sarcásticamente.

-A ¿no? ¿Y esa escena que fue?.

-Sólo que ese gato me desespera con su tonto queso, nada más.

-Bueno, bueno, no te enojes.- soltó una risa.- Pero no te creo nada.

-¡Marientte!.- exclamó la kwami y Mari sólo rió junto a ella.

-Son unos ciegos.- negué con la cabeza.- no sabré yo de ceguera.- me carcajeé junto a ellas desde mi posición.

Definitivamente hoy fue un buen día, espero los siguientes sean así y sobretodo espero que el maestro encuentre la forma de traerme devuelta. Se acerca la gran batalla, estoy seguro... espero encontrar a mi padre antes de que cometa una locura.

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