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Solar eclipse

Si eres un lector fantasma, agradecería que dejaras un voto o comentario, por favor.

Dean Howard.

Es curioso como de pequeño caminaba por la ciudad e imaginaba que, en el futuro, tendría un departamento en el centro con un balcón, despertaría cada mañana de invierno y tomaría una taza de café mientras observaba la ciudad.

Ahora mi meta es tener una vida tranquila, ser feliz y vivir. Viajar no por todo el mundo, sino por aquellos lugares que me hagan sentir como en casa.

Después de todo, ¿Para qué estaba vivo si al final del día, cuando estuviera en cama, todo lo que tendría serían recuerdos de una vida monótona?

Aunque, para ser sincero, había cumplido una parte de mi meta. Y no, no la de mi pluma, precisamente.

Observé a Claire, quien aún dormía tranquila en nuestra no muy ordenada cama. Me acerqué a ella y pasé una mano por su rostro, quitando mechones de su dorado cabello que lo tapaban.

Realmente se veía tan tranquila...

Pasaron un par de horas cuando finalmente oí su voz -adormilada- llamándome.

-¿Dean? -Me llamó buscándome a su lado en la cama.

-Aquí estoy, Bella Durmiente. -Reí por lo bajo. -De veras, Disney tendría que haberte contratado para el live action de Maléfica.

-Y a ti debieron contratarte para el cast de Supernatural. La vida no es justa.

Reí, amaba sacarla de sus casillas. Ella tomó su celular -supongo que para revisar la hora o sus mensajes- y unos segundos después estaba mirándome horrorizada.

-¿Qué?

-Son las 8 de la mañana y tu fresco cual lechuga escribiendo con tu taza de café, ¿a qué hora despertaste, maldita sea? -preguntó con su tono de fastidio el cual, con el tiempo, aprendí que significa un "Dame café o todo lo que tendrás en el día es al mismísimo Grinch."

No tenía respuesta a su pregunta, pues no había revisado la hora cuando me desperté. Así que opté por la opción sencilla; dar una ofrenda de paz a la bestia.

-Sí que hace frío, ¿eh? -comenté intentando desviar la atención del tema ofreciéndole una taza de café.

Ella observó la taza por un momento antes de devolver la mirada hacia mí.

-A cambio me debes una sesión de fotos. -Fue todo lo que respondió antes de agarrar la taza.

-Hecho, ¿tarde de belleza también?

-Sí, definitivamente sí.

Bien, en ese caso; Mundo, puedes despedirte del antiguo Dean y decirle hola al Dean renovado.

Decidí pasar mi desayuno a la cama con Claire, poniendo todo en una bandeja.

Ella de inmediato se acomodó cerca mío y yo la abracé, sintiendo cómo se acurrucaba en busca de calor.

-¿Que escribías?

-Sobre cómo de pequeño quería viajar por todo el mundo y ahora solo quiero viajar por dónde me sienta como en casa. -respondí mientras le acariciaba el cabello a la vez que tomaba algo de su desayuno.

-Entonces deberíamos empezar, ¿no crees?

Respondí con que no era necesario, a lo que ella me miró confundida.

-¿Por qué no?

-Porque ya me siento como en casa. -respondí observándola y sonriendo cálidamente, quería hacerla sentir aquella calidez.

Ella sonrió, aunque intentando mantener su imágen de indiferencia y frialdad la cual, muy orgullosamente, puedo decir que destruí.

-Vamos a llegar tarde. -Fue lo que dijo antes de tirarme sin previo aviso de la cama.

-Y ahí se fueron mis últimas neuronas. -dije sobándome la cabeza.

-Oh, ¿tenías?

-¡Hey!

Ella se echó a reír. Yo, por suerte, actué como un adulto responsable y maduro tirándole una almohada. Quizá con algún peluche.

Luego de una pequeña -y muy breve- guerra, terminamos de desayunar y comenzamos a prepararnos para ir a reunirnos con nuestro muy humilde pero ruidoso grupo de amigos.

Nos encontraríamos con Adrik y Liam en la cafetería, pasaríamos por Maxine y Mayra, de allí iríamos a pasear en mi camioneta y que pase lo que deba pasar.

Era algo que siempre quise hacer; subir a mi camioneta y viajar sin rumbo fijo, explorar el mundo de una forma diferente. Una que quizá no todos disfruten o deseen hacer, pero que en mi opinión hacía más especial un viaje.

-¿Que opinas de esto? -preguntó Claire mostrándome su conjunto; una campera de jean sobre una remera blanca, jeans grises y, finalmente, borcegos negros. Se había recogido el cabello en una coleta.- ¿Crees que así esté bien?

-La única opinión que importa aquí, es la tuya. Así que dígame, señorita Singh, ¿que opina usted de su atuendo? -Le respondí intentando poner un tono formal a la vez que me inclinaba ante ella como si se tratase de una reina o deidad.

¿Sabían que Claire hace un gesto en particular cuando se frustra? Cuando se siente así, frunce el ceño y los labios, a veces hasta hace puchero como si fuera una niña pequeña. Creo que no nota que ella misma es como una fotografía; puede verse de cierta forma, pero lo que hay detrás puede ser completamente diferente.

-Me siento muy... Alegre. -dijo finalmente tras unos segundos en los cuáles intentó buscar la palabra adecuada.

-¿Como si no fueras tú?

-Sí, con permiso. Mis ojos se derriten.

-Si gustas puedo darte un vestido color rosa chillón y ponerte un listón en el cabello.

-Hazlo y juro que pintaré la casa de verde y naranja.

Genial, los dos colores que menos me gustan.

-Creo que la casa está perfecta así, mariposa.

Ella fue a cambiarse y poco tiempo después, regresó. Se había quitado la remera para cambiarla por una camisa negra, la cual desabrochó un poco. También se había soltado el cabello, dejando que este caiga en ondas sobre sus hombros.

-Ahora sí soy Claire Singh.

-Una fotografía única las veinticuatro horas. -respondí guiñándole el ojo.

-Y tú eres Dean Howard, ladrón de frases o perspectivas.

-Admítelo, así me quieres.

Y sin más, partimos hacia nuestro nuevo paseo; manejar sin rumbo bajo la luz de la luna.

"Puedes ser dos cosas en la vida; el protagonista de tu historia, o la marioneta de la misma. ¿Con qué recuerdos quieres quedarte?"

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