42 Final Primera Temprorada🌑
El viento helado sopla con fuerza mientras el Rey Licántropo Taehyung avanza por los pasillos de piedra de la Mansión Park, el eco de sus pasos resuena con una furia contenida.
En su mente, solo se atraviesan las imágenes del cuerpo sin vida de su hermano menor, Jaeyoon y se repiten una y otra vez.
Su hermano, su dulce hermano, yace frío, sin aliento, mientras el culpable, Lord Sunghoon, el Rey Vampiro, el hombre que había prometido amarlo y protegerlo, se arrodilla impotente a su lado.
Cuando Taehyung llega a esa habitación, lo primero que siente es un dolor visceral.
Jaeyoon, su sangre, su hermano más querido, había sido arrebatado de este mundo, y el responsable, Sunghoon, no había cumplido con su juramento.
Lo había perdido, y el odio y la ira consumen al Rey Licántropo como nunca antes.
—¡Sunghoon! —Ruge Taehyung al entrar en la habitación, sus ojos brillando con furia salvaje—.¿Qué has hecho?
Sunghoon levanta la mirada, sus ojos vacíos, sin brillo, como si su propia alma se hubiera roto en mil pedazos junto con la de Jaeyoon. No puede encontrar palabras; todo lo que siente es un abismo de dolor y culpa. El silencio es su única respuesta.
—¡Responde! —Grita Taehyung, su voz llena de rabia.
Se acerca, sacando a Sunghoon de su ensimismamiento y lo agarra por el cuello, levantándolo del suelo con facilidad.
Los colmillos de Sunghoon brillan por un segundo, pero él no lucha. Sabe que no hay palabras que puedan aliviar el dolor y enojo de Taehyung ni su propia agonía.
—Prometiste cuidarlo. Prometiste protegerlo como su esposo —Susurra Taehyung, sus ojos dorados oscureciéndose por la furia—.Y ahora, mi hermano está muerto.
Sunghoon intenta hablar, pero las palabras se le ahogan en la garganta. No tiene excusas. Había fallado. Había perdido al ser más importante para él, y ahora su vida no tiene sentido.
—No mereces el consuelo de la muerte —Resuelve Taehyung, soltando a Sunghoon, que cae al suelo con un golpe seco—.No mereces nada más que el castigo de vivir en el sufrimiento eterno.
Los guardias de Taehyung, que habían estado esperando fuera, entran inmediatamente tras su señal. Sujetan al Rey Vampiro con firmeza, aunque Sunghoon no opone resistencia alguna.
—Volvamos al Reino, al llegar... Llévenlo a las mazmorras. Quiero que lo encierren en la celda más profunda. No verá la luz del sol. No probará alimento. No sentirá nada más que el peso de su culpa y el vacío de su traición —Ordena Taehyung, con un tono oscuro y glacial.
Los guardias asienten y arrastran a Sunghoon fuera de la habitación. Sunghoon, débil y devastado, apenas reacciona. Solo un pensamiento resuena en su mente Jaeyoon estaba muerto, y él había fallado.
Días pasan desde que Sunghoon fue encerrado en la mazmorra más oscura del Castillo Licántropo.
El frío y la oscuridad son sus únicos compañeros. No hay nada más que el eco de sus propios pensamientos atormentados. No hay sangre que le de fuerza ni la cálida luz de la Luna que le recuerde la vida. Solo una eterna penumbra que lo consume más cada segundo.
Las paredes de piedra húmeda parecen cerrarse a su alrededor. El dolor de su alma es mucho mayor que el hambre que empieza a corroerlo.
Cada vez que cierra los ojos, la imagen de Jaeyoon, muriendo en sus brazos, vuelve a atormentarlo. Las promesas que le había hecho, los sueños que alguna vez compartieron, todo ha sido destruido.
Taehyung lo visita constantemente, no por compasión, sino para recordarle su fracaso.
—Mírate, Sunghoon. No eres más que una sombra de lo que alguna vez fuiste —Dice Taehyung, parado frente a los barrotes de la celda—.No fuiste digno de mi hermano. No mereces ni la muerte. Este será tu destino. Morirás lentamente, sin la gloria que merecía Jaeyoon.
Pero Sunghoon no responde. Ya no hay palabras en él. Cada día siente cómo su cuerpo, privado de alimento y luz, se debilita más.
Sin embargo, más allá del castigo físico, es el dolor emocional el que lo consume con mayor fuerza y rapidez. Vivir sin Jaeyoon es peor que cualquier tortura que Taehyung en todo su derecho de hacerlo, pueda idear.
Un día, mientras Sunghoon se encuentra en ese estado casi catatónico, escucha un ruido en la puerta de su celda. Y para su sorpresa, no es Taehyung quien ha venido a visitarlo. Es Erick, el otro Príncipe Omega, el hermano mayor de Jaeyoon.
—Levántate —Susurra Erick, sus ojos brillando con una extraña mezcla de compasión y determinación—.No es aquí donde termina tu historia.
Sunghoon lo mira, incapaz de entender.
—Vas a salir de aquí —Dice Erick, rompiendo las cadenas que lo aprisionan—.No tienes permitido morir aquí, no mientras tengas una oportunidad de redimirte.
Sunghoon frunce el ceño. ¿Redención? ¿Después de todo lo que había sucedido?
—No puedes traerlo de vuelta a él, no a este cuerpo —Continúa Erick, bajando la voz—.Pero al igual que las estrellas, las almas renacen. La vida de Jaeyoon no ha terminado, y cuando regrese, necesitará a alguien que lo encuentre y lo proteja.
Sunghoon, debilitado pero aún con una chispa de esperanza, mira a Erick.
—¿Por qué me ayudas? —Pregunta con voz rasposa.
—Porque, aunque fallaste, también lo amaste y aun lo amas —Responde Erick—.Y creo que, en algún lugar, Jaeyoon hubiera querido que no te rindieras.
El sonido de las cadenas cayendo al suelo resuena en la fría celda, mientras Sunghoon sigue procesando las palabras de Erick. Su cuerpo está agotado, y su corazón aún más, pero las palabras del Príncipe Omega prenden una chispa en su alma.
—¿Cómo puedo seguir? —Pregunta Sunghoon, su voz rota—.Lo perdí... No pude protegerlo.
Erick lo mira con una mirada dura pero llena de compasión. Se acerca y, coloca una mano en el hombro de Sunghoon y le dice.
—Todos fallamos, Sunghoon. Yo también perdí a mi hermano. Pero ahora tienes una oportunidad, una que muchos no tienen, puedes buscar su alma. Las estrellas no desaparecen cuando caen del cielo, simplemente vuelven a brillar en otro lugar, en otro tiempo. La alquimia transformaba materia en oro, pero el verdadero poder, reside en la transformación de las almas.
Sunghoon siente el peso de esas palabras. Jaeyoon no había desaparecido para siempre; su esencia, su alma, aún existe en algún lugar. Aunque no pudiera verlo en este momento, sabe que debe estar en alguna parte.
—¿Dónde...? —Intenta preguntar, pero su voz falla.
—No lo sé —Admite Erick—.Pero lo que sí sé es que las almas que están destinadas a encontrarse lo harán, sin importar cuántos siglos pasen. Y él te necesitará, Sunghoon. Así que no puedes rendirte ahora.
Sunghoon mira a Erick, y por primera vez en meses, un atisbo de esperanza cruza su corazón. Si Jaeyoon está en algún lugar de este mundo, él lo encontrará, así le cueste una eternidad.
—Te liberarás y escaparás de estas tierras —Continúa Erick—. Porque no solo es su alma la que ha renacido, Sunghoon, sino también la tuya. Has cambiado, y ahora puedes redimirte.
Sunghoon se levanta, tambaleante, pero con renovada resolución. Con un último vistazo hacia Erick, asiente.
—Gracias... por no dejarme pudrir aquí —Dice Sunghoon con sinceridad.
Erick sonríe débilmente.
—Jaeyoonie amaba leer sobre la alquimia y la transformación de las almas... Ahora entiendo porqué el tema lo apasionaba tanto... Haz lo correcto esta vez, Sunghoon. Vive por él, y cuando lo encuentres... protege su alma como debiste hacerlo antes.
Sin más palabras, Sunghoon abandona la celda, guiado por Erick hasta la libertad, y con una promesa grabada en su corazón se decide buscar a Jaeyoon, lo va a encontrar, y juntos estarán de nuevo, como las estrellas en el cielo, brillando por toda la eternidad.
Mientras se adentra en la oscuridad de la noche, el sonido del viento le recuerda las palabras de Erick.
"Las almas renacen. Las estrellas vuelven a brillar"
Final Primera Temporada
Y así terminamos con la primera parte de esta historia que se ha convertido en una de mis favoritas para actualizar, muchas gracias por darle una oportunidad, como les dije la actualización de hoy es doble, así que les invito a leer la Introducción de la Segunda Temporada❤️🌻🥰.
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