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MODALES

MODALES: Son las acciones y actitudes que distinguen a las personas, revelando su nivel de "educación" claro, puedo decir que se metan su opinión por el culo de una manera educada.

Pero a quien engaño, modales no son lo mío, mi educación se basó en golpes y groserías, lastimar para sobrevivír, herir para conseguir lo que quería, modales es lo que menos tenía... al parecer una virtud para la atención al público.

—Una vez más —ordenó la rubia.

—Entiendo que sea necesario, pero tenías que ponerme a este cabron como cliente —me quejé mirando al idiota de Eliot sentado con una sonrisa burlona.

—Los clientes pueden llegar a ser insoportables, y quien más que Eliot —se explicó la rubia.

—Gracia me esfuerzo mucho —me guiño contento.

—Venga, lo has hecho bien hasta ahora, si pasas este reto te gradúas de la academia de meseros de Colin —me animo el castaño.

Mire al cabron de Eli que solo me sonreía, podía ver sus sucias intenciones desde ya.

—Muy bien acción —me acorraló Athena.

—Buenos días me presento mi nombre es Beck y seré su mesero el día de hoy —dije colocando el agua frente a Eliot— le puedo recomendar el risoto de champiñones es la especialidad del día de hoy.

—¿Que traen los camarones con queso? —preguntó mirando el menú.

—Pues camarones y queso —dije conteniendo mi comentario.

—Y la quesadilla de queso y pollo —continuó aún mirando el menú.

—Pues es una tortilla con queso y pollo —repetí con la mirada juzgona sobre mi— le puedo recomendar la lasaña es muy buena.

—Mm no estoy a dieta —afirmó sobando su estómago— no te caería mal intentarlo.

—Que tal si le traigo verga que esa no engorda —me moleste quitándole el menú de las manos.

Las risas brotaron sobre mi frustración.

—Sigue como vas niño bonito —me regañó l- rubia— aunque no lo creas así hay gente de pendeja

—¡Oye! —se quejó Eliot mirándola para cruzarse de brazos.

—Tu trabajo es servir al comensal con una sonrisa —repitió ella— o quieres volver a lavar platos.

—Pues...

—Absolutamente no, lavas los platos más lento que mi abuela —se negó cruzándose de brazos.

—Deberías contratarla entonces —dije entre dientes.

—No, es más insufrible que tú? ahora otro intento más —ordenó.

Suspire agotado... tres intentos más y ya estaba medianamente decente... si era a lo que aspiraban de mi, ni más ni menos.

Pero la hora de la verdad llegó, y la tarde comenzó bien, estuve a cargo de Colin hasta que me dio una patada en el culo y me lanzo a mi suerte, mi primer comensal una abuelita de 60 años.

—Buenas tardes mi nombre es Beck Jones y seré su mesero esta tarde —me presenté— le comentó el especial del día de hoy sería el risoto de champiñón.

—Oh pero que muchachito tan joven y guapo  —me sonrió ella

No supe reaccionar, usualmente eso se hubiera ganado una fractura de nariz o un insulto, pero estaba trabajando.

—Que le gustaría ordenar —ignoré con una sonrisa.

—Amm a ver veamos...

Interminables quince minutos me tuvo ahí parado esperando como pendejo para pedir la puta primera cosa que eligió.

Me fui a la cocina a entregarle la orden a la rubia.

—Me devuelves mis guantes —pedí

—¿De qué hablas? —cuestiono probando la salsa.

—Estoy a dos de golpear a una anciana que no deja de mirarme el culo —me quejé— así que o me das mi guantes para regresar a lavar platos o te demandarán y yo regresaré a prisión.

—Buu buu —dijo ella en un tono infantil— deja de comportarte como un bebé y ve a trabajar.

Sobre advertencia no había engaño pero gracias a Dios Col se apiadó de mí para ayudarme con la anciana, en su lugar me puse a servirle a una mujer cuarentona, una ensalada y un tequila... claramente no era la mejor decisión.

—Me traes la cuenta por favor —pidió ella con una liguera sonrisa.

—En un momento se la traigo —asentí.

Fui a donde Col para pedirle la cuenta, la mujer me dio una sonrisa al llevársela, miró la cuenta para dejarle su pago.

—La cuenta y déjalo así —me sonrió para tomar sus cosas e irse.

Mire la carpeta con el pago, habían casi cincuenta dólares de más.

—Oye Col, creo que la cliente dejó de más y ya se fue —le entregue la cuenta.

El castaño miró la cuenta concentrado para negar:

—Es tu propina, sí que tienes encanto cabron a mi tu abuelita solo me dejó una mentas —gruñó con molestia.

—¿Propina? —cuestione

—Si, es como un pago extra por tu servicio —explicó.

—Como cuando meten el billete en la tanga de una taibolera —uní puntos no muy seguro.

Diego que pasaba por ahí solo se empezó a reir.

—Si —dijo el moreno.

—A ver no —se interpuso Col— bueno, si se podría decir pero eso diferente.

—Porque no estoy desnudo —acepté.

—No, viejo estás jugando conmigo —señaló un poco frustrado.

—Lo dice muy en serio —dijo Eli llegando.

—Que cuando van a restaurantes no dejan propina —procedió confundido.

—Dudo que haya ido a un restaurante alguna vez —se burló Athena.

El silencio ante dicha afirmación fue doloroso, porque era verdad, lo más cercano a ver una propina era cuando mamá me llevaba con ella al taibol donde trabajaba, nunca fui a un restaurante, si llegaba a ir a comprar era en la comida rápida donde claramente uno no deja propina, y la similitud aunque no era la misma causaba cierto conflicto en mi... no quería que me pagaran por ser bonito... no otra vez.

—A ver bola de idiotas pónganse a trabajar —corrió a lo demás— y tú Eliot ya te dije que no puedes salir de la cocina

—Es que Adler me está ignorando y así no puedo trabajar —se hizo el digno.

Con una mirada de la rubia y el castaño se fue inmediatamente a trabajar.

—No Beck no es como en el prostibulo —me aclaró— Dios nunca creí tener que explicar esto.

Me limité a cruzarme de brazos y escuchar.

—La propina se gana —estableció

—También en el prostibulo —asentí.

—Si pero no eres un prostituto eres un mesero —señaló.

Ya no lo era... desde los dieciséis lo dejé de ser pero dentro de mi... a si me sentía muchas veces.

—Si a las personas las tratas bien y eres amable corresponderán con un gesto amable —explicó— a veces así es el mundo

Aquellos ojos color miel me miraron con honestidad, las cortas pláticas que habíamos tenido le servían de idea para imaginarse la mierda que viví... pero eso es solo una parte de lo que había vivido.

—Así es tu nuevo mundo —aclaró.

—Así que me puedo quedar con el dinero —cuestione.

—Si Beck —puso los ojos en blanco— si no lo quieres yo sí.

—No lo embauques —regañó Colin jalándome— venga chico veamos cuánto más puedes sacar.

La tarde continuó igual, no me dieron tan buena propina como la mujer del principio, pero me llevé casi noventa dólares, para ser un restaurante de ricos muchos solo daban uno o dos dólares... tacaños.

Hoy me tocaba quedarme para limpiar por lo que avisé a papá que llegaría tarde, después de limpiar me quedé sentado mirando la barra.

—Buen trabajo niño bonito —me tendió un refresco.

—No me digas niño bonito —señale, aquel nombre que me había dicho la primera mujer que abusó de mí.

—Lo eres —señaló.

Sabía que lo era, un cabello castaño, piel blanca, no me costaba mucho tonificar aquel cuerpo lleno de heridas, tenía rasgos bien definidos... pero ser un niño bonito no me había ayudado en nada.

—Bien ya no te diré niño bonito —aceptó.

—Además no soy un niño —aclare.

Ella me miró de arriba abajo analizándome por completo.

—Hasta los niños van a restaurantes —se burló.

—A los niños si los quieren sus padres —aclaré.

—Te adoptaron no es así, se me hace poco creíble que Grant no te haya llevado a un restaurante con lo mucho que le gusta llevar a mi mamá a ellos —dijo con un poco de recelo.

—No me gusta salir —mencioné— somos más de pedir comida para llevar.

La rubia se sentó en la barra frente a mí para soltar una pequeña risa.

—¿Qué? —pregunté confundido

—Nada solo me acordé de mi padre —murmuró— odiaba que comiera comida basura así que preparaba toda mis comidas, sin embargo una vez al mes me llevaba a comer hamburguesas, las comprábamos en cualquier McDonald, comprábamos de más y nos sentábamos en el cofre del coche a comerlas mientras veíamos el atardecer hasta que la noche se ponía y las estrellas brillaban en el cielo.

Una lágrima amenazaba en salir... y yo no era el mejor para consolar personas, así que hice lo que siempre hacía con mi hermanito.

—Es tarde para decirte que nunca he comido una hamburguesa de McDonald —la distraje.

—No te lo creo —dijo poniendo su refresco a un lado.

—Mamá nunca me quiso llevar—expliqué— no era un buen niño.

Ella suspiró para asentir y levantarse.

—Arreglemos eso niño bonito —dijo a mi lado.

No entendí a qué se refería así que la seguí, podía ser la curiosidad o algo más, pero esa noche me dio por seguir a la rubia a donde fuera.

Nos metimos en su coche y condujo hasta la ventanilla de un McDonald, pidió en ventanilla una cantidad estúpida de comida y al recogerla nos paramos en el estacionamiento para sentarnos a comerla en la parte trasera de su camioneta.

—Aquí tienes —me tendió una cajita feliz.

Me quedé un momento observándola... un Beck de tal vez siete años le hubiera encantado, saqué la pequeña hamburguesa de la caja para mirarla, una mordida...

—¿Que tal está? —me preguntó

—Sabe rara —asentí— y mide menos que mi mano.

—Bueno por eso hay más comida —asintió— come lo que quieras.

Asentí para acabarme de un bocado el resto, me recargué mirando el cielo, unas cuantas estrellas adornaban el cielo.

—Es más bonito en Inglaterra —murmuró.

—Pensé que eras de Boston —cuestione.

—Mamá es de Boston, vivimos ahí un tiempo —afirmó— pero nada como Inglaterra.

Yo nunca había salido más lejos que el infierno, dos pequeños pueblos de Kansas es todo lo que resumía mi vida.

—Algún día iré —me murmure más para mí.

La chica asintió comiendo su hamburguesa sin preocupación, al final me llevó a casa.

—Gracias por la hamburguesa—dije al llegar.

—Nos vemos niño bonito —dijo cerrando la puerta de un azoton tras de mi para irse.

Entré a la casa para ver a papá sentado en el sillón dormido, apague la tele para cubrirlo con la fiel cobija que siempre estaba en el sofá.

Entré a la habitación para ver a Eli sentado en mi cama con los brazos cruzados.

—Estás no son horas de llegar —me regañó.

Me dispuse a quitarme la ropa para lanzársela a la cara.

—Quítate de mi cama —ordené.

El castaño bufo mirando como colocaba aquel figura de plástico que me había salido en mi cajita feliz.

—¿Fuiste a McDonald? —preguntó con una sonrisa burlona.

—Aja —dije empujándolo para cubrirme con las cobijas— buenas noches.

—Te llevo mi cuñada verdad —dijo divertido— cuéntamelo todo.

—Eliot cállate de una vez o te hago callar —gruñi adormilado.

—Con tu pene en mi boca —insinuó burlón.

—Con mi puño en tu cara —advertí.

El chico se puso a reír, bufé con molestia.

—Beck —me llamó

Me levanté para hacerlo callar a lo que se cubrió con la almohada.

—Ya está, ya está me callo —se detuvo— solo te iba a decir que me alegro —me calmó

Bufé para ignorarlo... solo había sido una comida


Penúltimo capítulo del año ✨

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