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Errores

En mi vida me lamentaba de muchas cosas, no haber huido cuando tuve la oportunidad, no haber hecho suficiente por mi hermanito, dejar que Eliot me obligara a ver todas las temporadas de Glee y lo que sin duda más me lamentaba... haberle regalado mi encendedor a mi mejor amigo, aquel encendedor descompuesto que al caerse provocó un incendio en su casa, en el que me había quemado... el que por la gravedad de sus quemaduras había matado a mi mejor amigo.

—Señora Dallas —murmure con un nudo aún en mi garganta.

—Beck —me dijo mirándome de arriba abajo— como... ¿cómo estás?

—Bien, supongo —respondí nervioso— pensé que se habían mudado a California otra vez.

—En eso estamos —asintió— nos esperamos a que las gemelas acabaran el curso y Linda se acaba de graduar nos regresamos en dos semanas —explicó— escuché que te adoptaron...

Asentí, el aire se sentía tan pensado... conocía bien a la mujer frente a mí, pero desde que tengo memoria ella y yo nunca nos llevamos bien, yo solo era el amigo problemático de su hijo, y para mí era la jueza que jamás pudo ver la mierda en la que vivía.

—Si, el padre de Eliot y Rita —asentí— fue durante mi estadía en la prisión.

La mujer me miró para suspirar y acercarse, por inercia retrocedí un paso.

—Yo, quería pedirte disculpas por todo el daño que te hicimos mi esposo y yo, estábamos cegados por la ira —dijo con un par de lágrimas en sus ojos— espero que algún día puedas perdonarnos.

—Yo... ya los he perdonado —asentí— espero algún día me perdonen a mi, fue mi encendedor el que lo causó

—Fue un accidente Beck —aseguró con sinceridad— no cargues con esa culpa.

Es más fácil decirlo que hacerlo... en el fondo yo sí me lamentaba por hacerlo, pero el dolor que ambos cargábamos nos lo llevaríamos a la tumba.

—Yo... me tengo que ir —me despedí— espero que le vaya bien en California.

—A ti igual Beck, mereces la mejor de las vidas —me dijo de todo corazón.

Sus deseos eran buenos, pero eso ya era imposible para mí... ya había perdido a mi hermanito, a Sam... ya solo vivía porque tenía que hacerlo, pero no había ningún motivo para hacerlo...

Regresé a donde estaba la chica terminando de pagar, con un par de bolsas más.

—Y esa cara, parece que viste a un fantasma —aseguró

No contesté, me limité solo a cargar las cosas.

—¿A donde me llevarás a comer? —cambié de tema.

—Donde quieres comer —señaló.

No muy lejos de aquí había una cadena de comida mexicana la cual me gustaba, fuimos a la plaza que estaba frente al mercado para sentarnos a comer en el área de comidas, pedí una orden de tacos así como ella y un par de refrescos.

—De cualquier establecimiento que pudiste elegir, pediste esto —señaló con un dejo de molestia.

—No te gustan los tacos —arqué la ceja— eso es muy racista de tu parte.

—Para empezar esto ni siquiera son tacos —estableció mirando la tortilla— es una ofensa para los tacos.

—Tu puedes hacerlos mejor seguramente —me burle.

La rubia soltó una pequeña risa, tenía unos ojos color miel particularmente lindos de los cuales apenas me había percatado.

—Hoy cenarás unos verdaderos tacos me oíste niño —declaró la guerra.

Asentí dando una mordida a mi taco, sabía que había mejores pero me gustaba el sabor de estos, papá solía traerlos a casa cuando mi vida todavía no era una mierda.

—Pensé que tú madre había fallecido —sacó el tema— tu padre le dijo eso a mi mamá.

—Jessica es a la que se refería papá —expliqué— es mi madre biológica, a la que se refería Roberta es a mi mamá Rita, ella comparte la custodia con Grant.

—ohh y de qué murió ella —preguntó mientras comía su taco.

—Condujo hasta un lago estando ebria —conté— supongo que murió ahogada.

—Lo siento —se disculpó

—Era una perra así que no te preocupes —la tranquilice.

—¿Y tu padre biológico? —preguntó interesada.

—No sé, nunca lo conocí —expliqué— mamá tuvo un hijo con mi papá Jason, él fue mi primera figura paterna, pero un idiota borracho decidió estrellar su coche con el de mi papá, así que así es como dejas huérfano a una persona, borrachos...

La chica asintió, me daba igual compartir esas cosas porque a este punto de mi vida todo me daba igual.

—Al menos fue rápido, no tuviste que ver como moría lentamente —susurró para si.

—No fue mi padre, pero si mi hermanito —agregué a mis desgracias.

—¿Cuántos años tenía? —preguntó curiosa

—Quince años —respondí en un suspiro— lo vi morir lentamente por quince años.

—Lo bueno es que ya descansa —usó aquella frase que más odiaba

—Lo bueno hubiera sido que no hubiera estado enfermo —corregí— pero si, ya está en un mejor lugar supongo.

Ya no tenía dolor... así existiera cielo o infierno mi hermanito ya no sufría como lo hizo en vida.

—Tienes razón —dijo mirando con asco su taco— tu siempre ganas en las vidas de mierda no es así.

No tenía ni idea...

—Compadezco a quien tenga una peor que la mía —asegure, pero a veces me consolaba pensar que tal vez era yo... y estaba bien, así nadie más tendría que pasar por algo así.

La chica negó con una liguera sonrisa, después de comer regresamos al restaurante.

—Iré abriendo en lo que me ayudas con las cosas de acuerdo —se adelantó la rubia

—Seguro —asentí bajando

Me puse a bajar las cosas para dejarlas en el almacén, ni siquiera me había dado cuenta de que habíamos comprado tanta comida.

—¿Quieres algo de beber? —preguntó la rubia que estaba empapada en sudor, no era la única

—Si estaría bien —acepté

Mientras la rubia preparaba algo escuché una charola de metal caer, me acerqué a ver que es lo que sucedía

—Deja de golpearme —escuché la voz de Eli

Entré para verlo sobre la mesa de metal tratando de huir.

—Pues deja de ser idiota —ordenó con los brazos cruzados aquel rubio cenizo.

—Si, eso no va a pasar por más que lo golpes —señalé entrando — y tú bájate de ahí antes de que te caigas

—Se comporta como un niño y no sigue indicaciones—se quejó el rubio— no trabajo con niños

—Perdón se cayó de chiquito — afirmé.

Que el bruto se cayera en ese preciso momento apoyo mi afirmación, solo lo miré para negar y ayudarlo a lo a levantarse.

—Aún lo hace —aclaré— y para empezar tú qué haces aquí —mire a Eli confundido quien se sobaba su rodilla.

—Me está enseñando hacer pan decente —explicó— al parecer la luna de miel con mis panes se acabó.

—No puedes hacer solo un pan —lo regañó— y tú pediste mi ayuda para empezar.

Me reí, esforzarse de más no es cosa suya... pero su seriedad me decía que no.

—Y ahora te arrepientes —me burle mirando al rubio

—Sie haben keine Ahnung  —me miró serio

—No sé que dijo pero no creo que sea algo lindo —bufó Eli— que les parece si voy por un bocadillo, nos calmamos y seguimos con esto.

Sin dar tiempo a responder el cabron desapareció, el rubio cenizo me miró serio, realmente podía ser intimidante... pero después de pasar un año en la cárcel la única persona que me intimidaba era mamá cuando estaba molesta... de ahí en fuera nadie.

—¿Tu que haces aquí? —me preguntó por fin.

—Ayudé a Athena con las compras del mercado —expliqué

El rubio solo soltó una pequeña risa.

—Que es lo que tanta risa te da —señalé con molestia

—Nada —negó— ya veo cual es su tipo —su inglés no era el mejor del mundo, tenía cierto asentó al arrastrar las palabras que podían ser difíciles de entender,

—Y yo el tuyo, para ser alguien que dice odiarlo me sorprende que aceptaras ayudarlo —señalé

—Por el bien del restaurante —afirmó con molestia.

—Si tú lo dices —bufé pasando a su lado— por cierto, entiendo que causa el efecto de querer golpearlo, pero no te atrevas a ponerle una mano encima otra vez.

—O que —retó irritado dando un paso hacia mi.

Una sonrisa se hizo en mi rostro para dar otro paso acercándome a él.

—O sentirás lo que es tres clavos de metal reventados en tu lindo rostro —palme su mejilla.

El rubio me sostuvo la mirada, un juego en el que también podía jugar.

—Cuanta intensidad —señaló la rubia entrando— o se besan o me vienen ayudar

—No lo beses —advirtió Eli llegando.

Bufé poniendo los ojos en blanco, me di vuelta para seguir a la chica, me puso a trabajar por otro rato más.

—Creo que no has entendido lo que es el concepto de día descanso —me quejé.

El restaurante había cerrado por el mantenimiento del aire acondicionado y los hornos, un día libre para todos pero al parecer a ellos solo les importaba trabajar.

—Descansaré cuando me muera —aclaró

—Será pronto si sigues trabajando así —murmure

—Tengo veintitrés Beck, no lo entiendes porque aún eres un niño —señaló— pero estoy dirigiendo un restaurante de primer nivel, si fallo...

—Si fallas te vuelves a levantar —la interrumpí— no hay nada malo en fallar, nadie se muere por iniciar de nuevo.

—Para ti es tan fácil decirlo —reprochó con molestia.

Tal vez tenía razón, yo ya había perdido todo... para mí era fácil cuando ya no tenía más que perder.

—Bueno niño bonito entonces —me miró— dispuesto a comerte tus palabras con mis tacos.

—Acepto el reto —asentí con una sonrisa.

—Bien —asintió ella con media sonrisa— termina de acomodar las cajas de acuerdo y te ganarás tus tacos.

—De acuerdo —suspiré.

Terminé de acomodar las cajas y otras cosas, la cena por fin estuvo lista, nos sentamos los cuatro para cenar.

—Se ven... —murmuró el castaño confundido.

—Finos —mencioné

— Si bueno, pruébenlos y luego critican —gruñó la rubia.

La presentación se veía muy elegante, pero tenía razón... me comí mis palabras pues estaban muy ricos, y claro ella no dudó ni una solo vez en hacérmelo saber, así que para redimirme me quedé para ayudarle a la rubia a lavar los platos.

—Te dije que ya te podías ir a casa —me regaño

—Si bueno hiciste la cena es justo ayudarte con los platos —aclaré algo cansado.

—Si te tardas tanto como siempre acabaremos mañana —murmuró mirando mi mano— ¿Te duele?

Mire mi mano, la piel estaba arrugada apesar de los injertos que me habían puesto, Eli solía decir que parecía piel de Freddy Kruger... no lo veía.

—No, ya no siento mucho —expliqué— hay áreas que duelen y áreas que no siento.

—Pues no se ve tan mal —mencionó— no eres el única con quemadas —me mostró su mano, tenía una que otra quemada pequeña por ser chef.

—También tengo una en la cadera, se me cayó el aceite cuando tenía ocho mientras cocinaba, 1% de superficie corporal quemada.

—22 por ciento —sonreí, en esto no me podía ganar.

—Siempre ganas no es así —se burló.

—Preferiría no ganar en esas cosas —negué con media sonrisa.

Ella me miró curiosa, para negar.

—¿Qué? —pregunté intrigado

—Cuando sonríes pierdes tu porte de chico malo —se burló

—No que soy un chico bonito —me burlé de cómo me llamaba.

—El más bonito —dijo Eli riendo desde el marco— mierda interrumpí no es así.

—Para nada —negó ella quitándome el plato— largo, ya me harté de verlos...

Nos fuimos caminando hasta que nos recogió papá, al llegar a la casa ahí estaba Derek mirando la televisión.

—Mi turno —dijo Eli quitándole el control— ahora que soy chef tengo que ver Master chef.

—Está bien hermano —dijo Derek feliz.

Me tiré en el sofá, Kraken se subió a mí para acostarse en mi pecho, era un perro feo muy demandante.

—Recuerda que mañana tienes doctor —señaló papá desde la cocina.

Yo también era otro perro feo muy demandante...


No se puede hablar de tacos hasta probar unos verdaderos taquitos 🥰

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