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iii. quirk test

🔥BRIDGET INTRODUCES YOU🔥
—❄️ chapter three: quirk test 'prueba de dones' ❄️
written by mxgicsarcxsm
© 2023 🛡️

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el siguiente capítulo❄️🔥

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COMO AIZAWA HABÍA INDICADO que hicieran, los alumnos y alumnas de la clase A salieron de su aula y lo siguieron sin reprochar ni nada por el estilo. Todos cambiaron sus uniformes formales por los deportivos, de un color azul oscuro que destacaba por completo, además de tener algunas líneas rojas y una gran A en tono blanco en la parte delantera.

Bridget, con ayuda de Momo, se había recogido su larga cabellera roja en una coleta alta, para que su melena no la molestase a la hora de realizar cualquier ejercicio físico. Podría haberlo echo ella sola, por supuesto, pero su mejor amiga había insistido en hacerla ella. Y es que, desde siempre, a Momo le había gustado peinar la larga y brillante cabellera carmesí de la joven McCoy, notando lo suave que era al tacto. Y lo cierto era que Bridget no se iba a quejar; después de todo, le gustaba que le anduvieran en el pelo.

Sus dedos tomaron la tela de aquel uniforme, mientras sus ojos azulados la observaban con algo de desconfianza. A simple vista, y con el tacto, no podía obtener demasiada información sobre cuál sería el tipo de tela. Algo le decía que no iba a ser muy resistente que digamos y al tener un don tan virulento como el suyo, realmente la preocupaba que no fuera a soportar lo que tenía en mente su profesor.

Espero que esto aguante…, pensó mientras caminaba hacia el patio en compañía de su mejor amiga y el resto de sus compañeras. Su coleta carmesí danzaba en su espalda con cada paso que daba, aunque ella seguía sumida en sus pensamientos. Si supiera el material, podría pedirle a Momo que me hiciera uno de repuesto. 

Pero no lo sabía, por lo que no podía pedirle a Momo que le hiciese otro. Lo que significaba que, si la tela se rompía, estaría en problemas delante de sus nuevas compañeras y compañeros.

Una vez estuvieron en el patio exterior, las chicas de la clase A esperaron pacientemente a que sus compañeros masculinos aparecieran. Saliéndose del chiclé que se tenía, ésta vez habían sido los varones de la clase A los que habían tardado más tiempo en cambiarse, algo que divirtió a la menor de los McCoy, aunque no lo mostró en su expresión. Su rostro estaba sereno, al igual que el de Momo, ambas esperando a que el profesor dijera algo.

Una vez estuvieron todos reunidos en el patio, Aizawa se hizo el interesante durante unos instantes, para luego informarles de que harían una prueba de aprehensión de dones. En otras palabras, su tutor iba a hacerles una seria de pruebas de evaluación de sus dones, su potencial, sus habilidades y seguramente más detalles que se les escapaban en ese momento.

<<Ahora estás en la U.A, no es una academia común. Se trata de la más grande del país, así que no te sorprendas por nada de lo que escuches. Los profesores tienen libertad para enseñar de la manera que quieran, y te aseguro que alguno hará pruebas para decantar si sois dignos del Departamento de Héroes. No lo olvides>>. Eso era lo que Donovan le había dicho el día anterior, pues su hermano tenía buena memoria.

Después de todo, no hacía tanto tiempo desde que había pisado los terrenos de la U.A por última vez a diferencia de su hermana que sería la primera vez.

—¡¿Una prueba de aprehensión de dones?!

—¿Cuándo será la ceremonia de apertura? —preguntó la chica de cara redonda y mejillas sonrojadas, que ahora Bridget sabía que se llamaba Uraraka Ochaco. Momo se había aprendido los nombres de todos sus compañeros y compañeras en cero con cinco segundos, como era habitual en ella, y se los había dicho a ambos primos—. ¿Y cuándo nos reuniremos con el consejero que nos guiará?

Eso suena… demasiado convencional…, pensó Bridget, quien en cierta medida entendía las preguntas de su compañera. Después de todo, era lo habitual en la academias en cuanto había un nuevo curso escolar. Poco efectivo para un sitio como una Academia de Héroes.

El simple hecho que tu tutor te explicara como funcionaba la escuela, los exámenes e incluso demás profesores. Además de dar información sobre la propia materia de la que el profesor asignado se iba a encargar de forma personal. Sin embargo, no parecía casar demasiado bien con un escuela de héroes, y ahora que se paraba a pensarlo, a Bridget casi le parecía perder un poco el tiempo.

Observó al profesor con algo de curiosidad, esperando a ver qué decía al respecto, aunque sin salir ni un ápice de su expresión serena. El hombre de largas hebras negras seguía serio, con una pincelada de aburrimiento que le llamó la atención e hizo que contuviera una risa. Estaba claro que él no quería estar allí, que simplemente quería sacar su saco de dormir y dejar de ser un adulto con responsabilidades.

—Si buscas ser un héroe profesional, no tendrás tiempo para esas cosas absurdas—replicó Aizawa, con tono monótono. Su expresión se parecía a la de una persona que no quería estar allí, una a la cual la habían obligado a hacer algo que él realmente no quería—. Todos ustedes entenderán que la reputación de la escuela es por la libertad del campus. Así que esta “libertad” también es para nosotros los maestros.

—¿Eh? —soltaron la mayoría los jóvenes allí presentes.

—Ya está hablando en clave—se quejó Connor por lo bajo, soltando un leve resoplido—. Qué manía más mala tiene de hacerlo…

—No sé qué te esperabas de él—murmuró Bridget a quien se le escapó una sonrisa, aunque pronto la borró—. Es su esencia…

Momo los silenció con un leve sonidito de reproche, logrando que ambos pelirrojos pusieran los ojos en blanco a la vez. La pelinegra, al lado de la pelirroja, estaba de brazos cruzados y observaba al profesor con gesto serio, como si estuviera en proceso de absorber todo lo que aquel hombre decía.

Bridget estuvo realmente tentada de darle un codazo para sacarla de aquella aura de seriedad, pero se contuvo todo lo que pudo. A pesar de que a veces, la formalidad de su mejor amiga la sacaba de quicio, también sabía que Momo se tomaba todo muy enserio. Sabía, de sobras además, que siendo tan aplicada como era necesitaba interiorizar las palabras de su tutor. Fueran cuales fueran, ella las iba a memorizar todas.

—Parque de softbol, sitios de salto de longitud, carreras de 50 metros, exámenes de dominio de la fuerza, ejercicios para fortalecer el tren superior, del cuerpo y tocarse los pies mientras estás sentado… todas esas son actividades que conocen desde la secundaria. Pruebas físicas en donde se prohibía el uso de sus dones—prosiguió su tutor, como si hubiera ensayado el discurso tantas veces que había llegado a aborrecerlo. Al menos eso era lo que Bridget pensaba, y el motivo por el que intercambió una breve mirada con su primo—. El país aún no ha estandarizado este tipo de récords ni hecho un seguimiento del promedio de poderes por medio de niveles. Bueno, eso es algo negligente por su parte… —desvió la mirada hacia el rubio de ojos carmesís, quien lo miraba con gesto aburrido—. Bakugou, quedaste primero en la prueba de admisión, ¿hasta dónde podías lanzar jugando al softbol en la secundaria?

—Sesenta y siete metros—respondió el cenizo, con tono aburrido.

Me gana por cuatro metros, mierda, pensó Bridget, haciendo un puchero cargado de irritación que duró unos pocos segundos. Después de todo, en su anterior escuela era una de las mejores marcas, pues no tenían permiso de usar su don. Y, a pesar de eso, el cenizo tenía una marca mejor que la suya. 

Connor y Momo la miraron de reojo, el pelirrojo burlón y la pelinegra con sorpresa. El de ojos dorados estaba realmente divertido, pues no era normal para su prima el tener demasiada competencia. Después de todo, era bastante atlética gracias a sus padres. Y ese también era el motivo por el que Momo parecía algo sorprendida.

—Ahora prueba a hacerlo usando tu don—indicó el profesor, mientras el rubio se movía hacia donde le indicó. El adulto le dio una pelota y le dio unas cuantas y perezosas instrucciones—. Siempre y cuando no salgas del círculo, cualquier cosa que hagas está bien—añadió, como si fuera necesario, mientras sacaba un aparato tecnológico del bolsillo de su pantalón—: No te contengas.

El rubio cenizo asintió con la cabeza, sin inmutarse por las miradas de sus compañeros y compañeras sobre él, expectantes por ver su don y su lanzamiento. El de ojos rojos contuvo una sonrisa ególatra, para luego hacer unos estiramientos con el brazo que usaría para tira, el derecho.

Algo en su mirada decía que el “contenerse” no estaba precisamente en su vocabulario, o eso era lo que los tres amigos pensaban mientras lo observaban.

Bridget y Connor observaron con detalle sus movimientos, preguntándose cual podría ser el don de aquel chico con tan mal carácter. Después de todo, había ocasiones en las que los dones y los caracteres de los usuarios iban totalmente de la mano, así que comenzaron a especular en sus mentes cuál podría ser, mientras el rubio se preparaba para el lanzamiento. Y no tardaron en saberlo, pues se generó una explosión que causó que la tierra se levantara y que todos se quedaran mirando con sorpresa.

—¡¡¡MUERE!!!

—Él… ¿Acaba de decir “muere”? —cuestionó Momo lentamente, al lado de los primos, sonando algo confundida.

—Si el oído no me falla, lo ha dicho—respondió Connor, aguantándose la risa.

—Lo ha dicho. Realmente lo ha dicho—afirmó Bridget, sonriendo de forma algo macabra a ojos de su mejor amiga. Soltó una pequeña risita entre dientes, mientras miraba al rubio cenizo con ojos brillantes—. Bakugou es increíble.

Ay no, volvió a pensar Momo, mirando a su mejor amiga de reojo. Le dio mala espina la forma con la que sus ojos azules brillaban, incluso el leve sonrojo que había aparecido en sus mejillas y que no acababa de comprender del todo. De hecho, la pelirroja parecía hasta extasiada. ¿Por qué será que esto me da malas vibraciones?

—Antes de nada tengo que saber de lo que en verdad sois capaces de hacer—habló Aizawa, girándose para mostrarles a todos la pantalla, que indicaba la distancia a la que el rubio cenizo había lanzado la pelota gracias a su don—. Este es un medidor racional que servirá de base para “su creación como héroes”.

Aquel aparato electrónico indicaba una cantidad en números: 705,2 metros. Esa era la marca que había logrado Bakugou con su don, quien parecía bastante satisfecho con su marca y con la estupefacción de sus compañeros y compañeras.

O, al menos, eso era lo que decía la sonrisa que tenía dibujada en sus labios.

—¡¡¡Asombroso!!! ¡Esto parece que será muy divertido! —exclamó una de sus compañeras, cuyo tono de piel y de cabello eran el mismo: un rosa chicle que la pelirroja encontraba realmente tierno. Aunque era una gran comparación con lo negros que eran sus orbes.

—¿705 metros? ¡Es irreal! —musitó extasiado un chico de cabello rubio intenso, con un mechón negro, mientras miraba a Bakugou con sus ojos amarillos totalmente desorbitados, como si no se creyera que fuera humano.

Wow, prefiero tenerlo de amigo que de enemigo, pensó Bridget, observando la sonrisa de supremacía que el rubio cenizo estaba esbozando en aquel preciso momento. Sus mejillas se encendieron con algo más de violencia, mientras sus ojos brillaban un poco más que segundos atrás. Aunque ella no se dio cuenta por estar demasiado sumida en sus pensamientos mientras no dejaba de mirar al rubio cenizo. ¡Bakugou es realmente increíble!

No me gusta esa expresión, pero no sé por qué, pensó Momo, sin dejar de mirar a su mejor amiga por el rabillo del ojo. Nunca la había visto poner esa cara, ¿qué querrá decir?

—Esto será divertido… ¿dicen? —soltó Aizawa, con tono más siniestro que el anterior, logrando que todos los presentes enmudecieran al momento—. ¿Así que planeaban pasar sus tres años aquí… pasando un buen rato? ¿Qué pasó con eso de convertirse en héroes? —se llevó una mano a la cara, adoptando un aire más siniestro que el anterior—. Bien si es así… En ese caso, nueva regla: el estudiante que ocupe el último lugar en el puntaje total será juzgado sin compasión. Y será instantáneamente expulsado. —Era una verdadera suerte que el profesor fuera héroe, pues las vibras de villano que daban les ponían los pelos de punta a casi todos—. ¡Nuestra “libertad” significa poder controlar a los estudiantes como nos plazca! Así que, sean bienvenidos… ¡Al departamento de héroes!

Papá no se equivocó cuando me advirtió sobre él siendo profesor, pensó Bridget, intercambiando una rápida y significativa mirada con su primo. Realmente lo conoce bien…

Y no era para menos, por supuesto.

Después de todo, Edan y Aizawa eran viejos amigos. Sus caracteres eran a veces parecidos, así que se llevaban bastante bien. Especialmente porque el hombre McCoy respetaba los momentos en los que su amigo prefería meterse en su saco de dormir y no salir del mundo, algo que el de hebras largas apreciaba, —aunque no lo fuera a decir en voz alta, por supuesto—.

Bridget lo sabía perfectamente, pues conocía a aquel hombre perezoso desde que tenía uso de razón. Por mucho que pareciera querer desaparecer de la faz de la tierra, Aizawa Shouta tenía otro lado que solo dejaba salir en contadas ocasiones y que ella había tenido el privilegio de presenciar. Pese a eso, ella sabía muy bien que el hombre no la iba a beneficiar, por mucha amistad que uniera a sus padres. Y, si alguien se lo preguntaba, prefería que no lo hiciera.

—¿El alumno que califique el último… será expulsado? —repitió Iida, hablando casi sin aire, como si le fuera a dar un ataque de asma en cualquier momento.

—¡¡¡Es nuestro primer día aquí!!! —exclamó Uraraka, con los ojos totalmente desorbitados.  Parecía realmente horrorizada con lo que había escuchado, y se podía ver reflejado en la expresión de su redondo rostro—. Y aun así seremos… ¡¡¡ESO ES TAN INJUSTO!!

El mundo de los dones es injusto, pensó Bridget, mientras su mueca se torcía en una de disgusto, cambiando radicalmente en comparación con la extasiada que tenía segundos antes. Su mirada se volvió levemente opaca, al mismo tiempo que su mente tenía varios flashes con recuerdos que no eran demasiado agradables para ella. Y motivo por el que apretó los puños sin que nadie se diera cuenta. Por eso hay héroes, para intentar hacerlo más justo…. Porque el mundo es cruel e injusto…

—Desastres naturales, accidentes masivos, villanos psicópatas… todo tipo de calamidades puede pasar cuando menos lo esperamos. Japón está empapado de lo “injusto”. Y nuestro trabajo como héroes es reservar todo y mantener la lógica— respondió el hombre, con tranquilidad y el tono algo siniestro, logrando que algunos alumnos se estremecieran ligeramente. Bridget lo observó con atención, mientras el fantasma de una sonrisa amenazaba con aparecer en sus labios. Ella siempre había considerado que la visión de EraserHead era una de las que más se acercaban a la realidad—. De ahora en adelante, para los siguientes tres años, todo lo que pueden esperar de su vida en la U. A son dificultades tras dificultades—su tono se volvió de nuevo serio—. Eso es Plus Ultra. Espero que sobrepasen las pruebas y lleguen a la cima.

Bridget observó a su alrededor, tras escuchar las palabras del profesor.
De repente, todos los demás chicos y chicas parecían a punto de vomitar en cualquier momento. Incluso alguno había perdido varios tonos de piel de la impresión. Al mismo tiempo, había algunos que parecían de lo más tranquilo como era el caso de Bakugou, el chico de las mitades, Connor, Momo y alguno otro que no conocía, —o no se acordaba del nombre—.

—Bien, eso fue solamente una demostración—anunció Aizawa, como si estuviera disfrutando del momento. Y había algo en su oscura mirada que parecía gritarlo a voces—. Es hora de ponerse en posición.











































🔥❄️🔥❄️🔥






















La primera prueba era la carrera de cincuenta metros.

Bridget no tenía muy claro qué hacer con su don para obtener una buena marca, así que primero observó a sus compañeros que iban antes en la lista. Como se imaginaba, la mayoría de ellos se aprovechaba de sus habilidades, de sus dones. Por ejemplo, un chico rubio que había dicho algo en francés, lanzó un rayo desde el ombligo para llegar más rápido. Una chica de largo cabello verde dio varios saltos rápidos, mostrando que tenía un don parecido al de una rana.

De verdad tengo que aprenderme los nombres de todos, pensó mientras contenía un suspiro. Después de todo, Momo ya se los sabía todos y ella difícilmente podía distinguir las voces de cada uno de ellos. Si van a ser mis compañeros durante los próximos tres años es lo mínimo, ¿no?

Miró de reojo a su primo, sabiendo que él no usaría su don para aquellas pruebas ni aunque ella intentase hacerlo cambiar de opinión. Después de todo, Connor se avergonzaba de su don en muchas ocasiones, más de las que debería ser considerado como ‘normal’. Por mucho que ella, e incluso Momo, lo regañara con miles de argumentos sólidos y positivos, el chico de hebras rojas no podía evitarlo. No podía evitar los malos pensamientos sobre su don, su propia habilidad con la que había nacido y que él no había elegido. Lo había pasado mal en el pasado, y había momentos en los que realmente se mostraba que le había calado hondo.

Tengo que lograr que Connor vuelva a confiar en su don, pensó, mientras observaba a sus compañeros con atención, viendo como usaban un poco sus dones para intentar adivinar de qué iban. En el fondo, esperaba que alguno de ellos tuviera un don parecido al de su primo para que lo pudiera ayudar a verlo desde otra perspectiva.

—Brid, —la llamó Connor, logrando que diera un brinco en sitio por estar sumida en sus pensamientos. El de orbes doradas la miró con una de sus pelirrojas cejas arqueadas, mientras su brillante mirada parecía estar analizando sus movimientos—, nos toca, primita, deja de estar en la quinta nube.

—Solo estaba viendo los dones de los demás—se defendió la pelirroja, con aire indignado. Ni siquiera se preocupó por si llamaba la atención de alguno de sus compañeros con sus quejas, pues estaba demasiado ocupada intentando librarse de la mirada acusadora de su familiar—. Deja de mirarme con esa cara y mueve tu trasero pelirrojo.

—Tenemos el pelo del mismo color, primita.

—Que te muevas, pesado.

Connor soltó una pequeña risita.

Ambos primos se colocaron en las líneas de salida, ignorando todo lo que podían los pares de ojos que estaban sobre ellos. Sus compañeros y compañeras querían ver los dones de aquellos jóvenes de rojizas cabelleras, pues algunos de ellos tenían teorías mentales sobre cuáles podían ser. Sólo esperaban que se confirmaran y desmintieran.

Bridget lanzó una mirada de reojo, viendo la expresión de Momo al instante. La pelinegra le sonrió de forma cálida en cuanto sus miradas chocaron, dándole ánimos, como cada vez que tenían una prueba de tipo física. Después de todo, no había nadie que la conociera mejor que la de hebras negras, quien llevaba a su lado desde que tenía memoria. Por ese motivo, la de apellido Yaoyorozu sabía que su mejor amiga, en ocasiones, se temía a sí misma.

No pasa nada, pensó la McCoy, mientras inspiraba profundamente, tratando de tranquilizarse un poco. Si algo se sale de lugar, EraserHead se encargará. Ya te lo dijo mamá, sé tú misma y nada más.

Su mirada azul dio con la figura de Bakugou, quien estaba de brazos cruzados, esperando su turno. El de orbes rojizas parecía estar de mal humor, como parecía ser habitual en él. Aunque había algo en su ceño fruncido que le decía que no estaba enfadado, que simplemente se estaba preparando mentalmente para su prueba. Bakugou había hecho un lanzamiento frente a toda la clase, siendo el único que había mostrado algo de potencial delante de todos aquellos ojos curiosos. Era normal que quisiera demostrar que podía hacer más cosas.

La mirada rojiza del chico chocó contra la suya azulada, y le pareció que el rubio ceño se fruncía un poco más. Bridget no supo cómo debía interpretar aquella expresión, pues en el fondo le daba la sensación de que Bakugou estaba intentando verle el alma. Aunque ella desconocía si aquella parte del ser humano era real, un escalofrío le recorrió la columna ante la fija e insistente mirada del rubio cenizo.

Céntrate, Bridget, no es momento para ser hormonal, se regañó a sí misma, desviando la mirada hacia el frente.

Inclinó su cuerpo hacia delante, adoptando la postura de los profesionales en las salidas de atletismo, siendo imitada por su primo al instante. Aunque pareciera sorprendente en una casa de héroes, los dos primos solían ver competiciones de deportes sin dones para aprender sobre técnicas que les podrían resultar útiles en el futuro. Después de todo, nunca se sabía cuándo iban a necesitar luchar sin usar sus dones, por el motivo que fuera.

En cuanto se escuchó el sonido de salida, se impulsó hacia delante en un rápido movimiento, echando a correr. Movió sus manos hacia atrás, quedando a la altura de su cadera, y activó su don.

De sus palmas abiertas salieron dos llamaradas gemelas que le sirvieron de propulsor, empujando su cuerpo hacia delante como si se hubiera transformado en un coche de carreras en pocos segundos. Aquellas llamas eran pequeñas en comparación con las que era capaz de controlar, pero eran solamente un instrumento de propulsión. No quería quemar nada, solamente quería avanzar con rapidez.

Sus pies cruzaron la línea de llegada, mientras sus ojos azulados se quedaban fijo en el pequeño robotito que estaba allí situado. Una voz robótica la informó sobre la marca de su tiempo, mientras acomodaba sus brazos a ambos lados de su cuerpo. Todavía se podía ver como salía algo de humo de sus palmas, mientras ella exhalaba para mantener la temperatura corporal.

Giró la cabeza, ondeando su cabellera recogida, para ver como su primo llegaba. Como se había temido mentalmente, su familiar había optado por su velocidad en vez de emplear su don para facilitarle las cosas.

—Casi me chamuscas—se quejó el de ojos dorados, mientras se limpiaba la cara con el dorso de la mano. Tenía algunas manchas de cenizas en ella, seguramente provocadas por las pequeñas llamaradas de su prima—. A veces eres demasiado pirómana, ¿sabías?

—No seas llorón, Con—replicó Bridget, negando con la cabeza con aire divertido, mientras lo ayudaba a limpiarse. En el fondo no se esperaba que le fuera a afectar a su primo y se sintió levemente culpable. Solamente lo había manchado con cenizas, pero podría haber sido mucho peor—. Usé unas llamas muy pequeñas. No creo ni que llegaras a sentir el calor.

—No…—cedió Connor, todavía refunfuñando un poco—, pero me he comido las cenizas de lleno.

—Vamos, le toca ahora a Bakugou.

Efectivamente, Bakugou era el siguiente en hacer aquella carrera, y ya se estaba colocando en ese preciso momento. Su ceño seguía fruncido por encima de sus rojizos orbes, aunque parecía centrado en sus pensamientos. Tanto que ni siquiera se percató de la intensa y fija mirada de la pelirroja sobre él, aunque no era la única. Todos sus compañeros lo miraban casi sin pestañear, esperando a verlo en acción.

El rubio reaccionó cuando Midoriya se colocó a su lado, pues también era su turno. Bridget juró ver como salían chispas de los ojos rojizos del cenizo, mientras que los verdes del otro chico parecían temblar de pavor. De hecho, se estremeció completamente, como si le hubiera dado un escalofrío por un leve cambio de temperatura.

Tienen que conocerse de antes, y mucho, razonó Bridget, viendo como el rubio usaba explosiones para recorrer el tramo, mientras el de cabello verde simplemente corría todo lo rápido que sus piernas le permitían. Es imposible tenerle ese miedo a alguien que acabas de conocer…

La segunda prueba era una de fuerza de presión, algo a lo que Bridget no estaba nada acostumbrada. Fue un total desastre, si alguien se lo preguntaba, pues solamente hizo fuerza con los brazos. Su don no le aportaba nada de ayuda en ese caso. No como uno de sus compañeros, cuyo don parecía ser el de tener varios brazos, —aunque seguramente era un don más complejo que ese—.

A pesar de sus pensamientos negativos y su apariencia pacífica, logró una buena marca. O eso pensaban algunos de sus compañeros.

—¿Cómo has hecho eso? —le preguntó una chica de cabello azulado casi negro, con algunas mechas violetas y un clip de mariposa rematando su cola de caballo, mientras la miraba con sus orbes violáceos, llenos de curiosidad. Su intervención la pilló por sorpresa, por lo que se quedó en silencio—. ¿Tienes un don de incremento de fuerza o algo parecido?

—No, nada de eso—respondió ella, conteniendo una risa—. Siempre he entrenado mis capacidades físicas, y este es el pobre resultado…—se detuvo de golpe, al darse cuenta de que no sabía (no se acordaba) el nombre de la chica.

— Hamidori Sakura—se presentó la de clip de mariposa, como si se esperara que no recordara su nombre. Luego señaló a otras dos chicas, una rubia y otra de cabello violeta, que estaban con ella, y de las que la pelirroja no se había dado cuenta hasta ese momento—. Ellas son Taiyo Shinoa y Pushuke Shinobu.

—Encantada de conocerte—habló la rubia, Shinoa, sonriendo alegremente. Sus orbes azules brillaron con el gesto, haciéndola lucir mucho más adorable—. ¡Adoro tu cabello! ¡Es tan largo y rojo!

—Encantada…—musitó Shinobu, en un susurro tan bajo que fue realmente difícil de escuchar.

—Yo soy Bridget y ella es Momo—habló la pelirroja, señalando a su mejor amiga, mientras sonreía de forma leve.

Por lo menos está intentando hacer amigas, pensó Momo, luciendo algo aliviada, mientras saludaba con respeto. En el pasado, su mejor amiga no solía congeniar con las de su mismo sexo, pues ellas acababan temiendo su forma de ser, su don, o ambas cosas. La de coleta negra realmente esperaba que esa ocasión todo fuera diferente y pudieran tener más amigas.

La siguiente prueba era el salto de longitud. Mientras sus compañeros usaban sus dones de manera masiva, algunos incluso llegando a no tocar el suelo ni un segundo, Bridget se quedó pensando en qué hacer. Su mente no dejaba de decirle que en una academia como la U.A siempre había algo escondido entre líneas, esperando para atacar en cualquier momento. En otras palabras, que las acciones siempre tenían una repercusión final.

Y eso hizo que se girara a mirar a Aizawa, quien parecía concentrado en las pruebas, a pesar de que su expresión seguía estando llena de cansancio. Incluso rozaba el aburrimiento.

Algo me dice que no le va a gustar que usemos tanto los dones, pensó, observando el lenguaje corporal del profesor. Aunque éste no le dio ninguna pista, pues el héroe profesional seguía con expresión y aspecto tan aburrido como antes de empezar las pruebas. Papá me dijo que no se deben abusar de los dones… así que voy a dosificar mi don para ver que tal le parece eso…

Bridget simplemente dio un salto con sus piernas, aterrizando en la arena. Se mordió la lengua para ahogar un quejido en cuanto su trasero impactó contra el suelo, pues sabía perfectamente que su mejor amiga la reprendería por su manera de hablar. Se levantó del suelo, se sacudió la arena del uniforme y salió de la prueba como si no fuera con ella.

No se percató de las expresiones de algunos de sus compañeros y compañeras, quienes se mostraron algo sorprendidos de que no hubiera recurrido a su don para obtener una buena marca. Ni tampoco a la de Aizawa, pues el hombre había ocultado su pequeña sonrisa debajo de su bufanda de cintas.

Era evidente, pensó el hombre, mientras seguía observando. A veces soy un poco transparente, según ella…

La cuarta prueba eran saltos prolongados a dos lados. No era una prueba demasiado difícil, pero tampoco era fácil. Saltar de lado a lado con mucha rapidez era algo complicado, especialmente cuando el simple hecho de saltar era un verdadero suplicio para ella. Desde luego que la anatomía no había jugado un buen papel en aquella prueba.

—Odio esta prueba—se quejaron Bridget y Momo a la vez, luego de terminarla, mientras la de hebras rojas se secaba el sudor de la frente y la de cabello negro hacía una mueca de disgusto.

—No tengo ese problema, hehe—tarareó Connor, sonriendo de forma ladeada.

El chico se agachó a tiempo de esquivar una llamarada y un pequeño objeto que ambas le lanzaron. Las observó con una sonrisita de falsa culpa, mientras ambas cruzaban los brazos con aire enfadado. La pelirroja parecía mucho más indignada que su mejor amiga.

No les había hecho gracia la broma, por supuesto.

—Que humor tenéis, queridas.

—Cállate—le dijeron las dos a la vez.
Connor alzó las manos en señal de paz, riéndose ligeramente.

La siguiente prueba era el lanzamiento de pelota, exactamente lo mismo que había hecho Bakugou al principio. Exactamente las mismas normas y el mismo requisito, medido por el mismo aparatito electrónico. La única diferencia era que todos y todas iban a realizar la prueba, bajo la atenta mirada del resto de compañeros y su tutor.

Solamente con la fuerza de su brazo podría lograr una marca decente para que se sumara a las demás que llevaba, pero no era suficiente para ella. Bridget sentía que era una buena forma de mostrar de quien era hija, que el fuego que ella había heredado era de una heroína que seguían luchando por proteger la ciudad y la humanidad en sí. Lo de mantener un perfil bajo podía quedarse para otro momento.

—McCoy, es tu turno.

—¿Cuál, profesor? —preguntaron ambos pelirrojos a la vez, de forma tan perfectamente coordinada que el rubio del mechón negro se escondió detrás del otro pelirrojo de la clase, alegando que había sido demasiado siniestro para ser verdad.

Aizawa resopló por lo bajo, pues Connor acababa de tirar. Estaba claro que los dos jóvenes solo le estaban buscando las cosquillas con aquella bromita, pero su expresión se mantuvo en la de aburrimiento y seriedad que lo caracterizaba.

—Bridget, te toca—alegó, lanzando una breve mirada al de ojos dorados, como si lo estuviera advirtiendo de que mantuviera la boca cerrada. Connor simplemente alzó las manos en señal de paz, a pesar de que la sonrisa ladeada se mantuvo en su rostro.

Bridget se acercó al centro del campo y aceptó la pelota que el profesor le tendió. El hombre le murmuró que se tomase el tiempo que quisiera, algo que la extrañó pero no objetó nada, simplemente asintiendo cuando él añadió que hiciera lo que quisiese siempre y cuando se mantuviera dentro del círculo. Hizo unos pocos estiramientos con el brazo derecho, el que usaba para lanzar y para básicamente todo, sintiendo todos los pares de ojos de sus compañeros fijos sobre su espalda.

Bien, llegó el momento de lucirme un poquito, pensó, mientras una sonrisa lobuna se dibujaba en sus finos labios. Si Uraraka se ha lucido sin darse cuenta, y ha logrado el infinito, yo lo haré totalmente aposta.

Hizo el gesto de lanzar y un pequeño tornado, en forma de llamarada, salió de la palma de su mano. Era algo complicado, pues debía solamente impulsar la pelota y no rostizarla, detalle que la hizo concentrarse todo lo que pudo. Visualizó un cañón de agua en su mente y obligó al fuego a adoptar esa forma, haciendo que el pequeño objeto saliera disparado sin remedio alguno.

Sus ojos azules siguieron la trayectoria del balón, mientras abría y cerraba su puño, notando como éste volvía poco a poco a su temperatura normal. Exhaló levemente un poco de vaho, que en verdad era humo, manteniendo el calor corporal en su cifra habitual.

—McCoy… McCoy… ¿de qué me suena ese apellido? —escuchó como balbuceaba por lo bajo Midoriya y, aunque no la vieron, sonrió de forma diabólica. Especialmente, cuando el peliverde soltó un grito ahogado cargado de emoción, casi dejando sorda a la pobre Uraraka, quién estaba a su lado—. ¡Agnis! ¡La heroína del fuego! ¡¡Ella también hace esas llamaradas!!

—Agnis es mi madre, Midoriya—se limitó a decir la pelirroja, con tono tranquilo, al pasar al lado del chico.

Vio de reojo como Midoriya parecía a punto de sufrir un colapso interno, a juzgar por la expresión de sorpresa que había puesto en cuanto la había escuchado. Ochaco le preguntó si se encontraba bien al verlo tan pálido de repente, para luego observar con sorpresa como el chico de vivaces hebras verdes exclamaba cientos de datos sobre Agnis, la madre de Bridget, a una velocidad que la dejó algo desubicada. Sin embargo, el chico ni se enteró, demasiado emocionado.

Parece una enciclopedia de héroes, pensó Bridget, conteniendo una risa, mientras observaba la escena con aire divertido. Supongo que tendré que pedirle un autógrafo a mamá…

—Buen trabajo, Brid—la felicitó Momo, sonriendo alegremente, en cuanto se acercó a ellos. Sus ojos marrones brillaban levemente, fruto de la repentina emoción que la había recorrido al ver a su amiga hacer la prueba tan tranquila—. Ha sido un grandioso lanzamiento.

—Ya estaba esperando que hicieras algo así, te has tardado mucho—habló Connor, pasando un brazo por encima de sus hombros, mientras esbozaba una sonrisa algo ladeada—. La tía estaría muy orgullosa de ti.

—Para ser una niña pija, no ha estado mal—gruñó Bakugou entre dientes, en cuanto ella lo miró, esperando una opinión del rubio. La vena de la frente del cenizo se hinchó ante la insistente y fija mirada de la ojiazul—. ¡Ya te he hecho un cumplido! ¡¡Deja de mirarme con esa cara, pelirroja del demonio!!

—Es literalmente mi cara, Bakugou.

—Tch.

Bridget giró la cabeza por inercia y se topó con la mirada heterocromática del chico de mitades, que Momo le había dicho que se llamaba Shoto o algo por el estilo. El mismo que había visto en la prueba de recomendación de la academia, y que ella había tardado en reconocer por estar demasiado ocupada intentando ser sociable con el rubio cenizo.

El chico tenía los ojos ligeramente entrecerrados, como si estuviera pensando algo muy concreto en ese preciso momento. Bridget lo observó con algo de duda en su expresión, sin desviarle la mirada, viendo en él algo que se le hacía familiar.

Pero no caía en que era.

¿De qué me suenas, guapo?, se preguntó, mientras desviaba la mirada hacia el frente, todavía notando los ojos del chico sobre ella. Se mordió la lengua hasta que le dolió, intentando mantenerse algo serena. Además del examen de recomendación… siento que lo he visto antes…

El pecoso peliverde era el siguiente en tirar, y Bridget vio perfectamente como le temblaban ligeramente las piernas. Parecía realmente asustado con lo que tenía delante, siendo un gran contraste con lo animados que estaban sus compañeros y compañeras por ser capaces de usar sus dones sin tener restricciones.

¿Por qué parece tan asustado?, se preguntó, mientras lo observaba, sin entender aquel nerviosísimo tan repentino. No, aquel pavor tan evidente. Se supone que cuando usamos nuestros dones es cuando mejor nos sentimos… ¿Por qué Midoriya parece a punto de vomitar? ¿Acaso será ese su don?

—Midoriya no lo está haciendo bien, ¿cierto? —escuchó decir a Iida, quien estaba a unos cuantos metros.

—¡Por supuesto que no! —replicó Bakugou en un grito, de nuevo de mal humor. Había mejorado un poco luego del tiro de la pelirroja, pero había vuelto a su amargura habitual—. ¡Él tiene un don inservible!

—¿”Don inservible”? —repitió el de gafas, girándose a mirarlo con expresión incrédula—. ¿Acaso viste lo que hizo en el examen de admisión?

—¿¡AH!?

Midoriya se preparó para lanzar, luciendo más firme que antes, aunque no demasiado. Algo pareció fallar en ese momento, pues su cara de confusión se reflejó al instante en sus expresivas facciones. La pelota cayó a cuarenta y seis metros de donde él estaba, mientras se miraba las manos con aire confundido.

¿Ese es su don?, se preguntó Bridget, ladeando la cabeza hacia un lado, con aire confundido. No he entendido de qué va…

No había visto nada que fuera demasiado llamativo como para darle una pista de qué era el don del peliverde. Podría ser alguno relacionado con el incremento de fuerza, pero, por la mueca del pecoso, había algo que no había ido como se suponía.

—Borré tu don—aclaró Aizawa de repente, con tono tan tranquilo como si estuviera hablando del tiempo. Sus palabras llamaron la atención de todos los presentes, especialmente la del peliverde que había estado mirándose las manos mientras balbuceaba inherencias—. La prueba de ingreso de esta academia desafía totalmente la razón. ¿Cómo alguien con un don así logró entrar?

—¿Lo borró? —repitió Midoriya, mirando al profesor con confusión—. Esas gafas de protección… —abrió los ojos más de la cuenta por la sorpresa—. ¡Oh, caray! Es el héroe que borra los dones de quien esté mirando. El héroe borrador, “Eraserhead”.

—He escuchado ese nombre. Él es en verdad un héroe del bajo mundo.

¿Bajo mundo?, se preguntó Bridget, observando el aspecto del hombre. Sus labios se torcieron, mientras escuchaba la risa ahogada de su primo. Bueno… las pintas que lleva realmente no lo ayudan…

—Por lo que puedo observar, tú no puedes refrenar todo el poder de tu don—habló Aizawa, sin dejar de mirar al chico frente a él, de forma fija e insistente—. Significa que no lo puedes usar eficazmente. ¿Creíste que alguien vendría a salvarte luego de que quedaras paralizado?

—N-no, yo no…

—Cualesquiera que hayan sido las esperanzas que tuviste para que alguien viniera a tu rescate, como puedes ver, nadie está en posición de venir a ayudarte.

—No hacía falta decirlo tan directo—murmuró Shinoa por lo bajo, haciendo una pequeña mueca con los labios—. Pobre Midoriya.

—Es bastante seco para haber sido nombrado tutor—observó Sakura, quien sonaba algo sorprendida a pesar de que su expresión estaba llena de tranquilidad.

—Es uno de los mejores héroes que siguen en activo—señaló Bridget por lo bajo, haciendo que ambas chicas la mirasen al instante. Pero ella estaba observando la escena frente a ella, así que no las miró, sino que siguió hablando como si nada—. Aunque no sea simpático, sigue sabiendo muy bien lo que hace.

—No hacía falta que fuera tan cruel…—insistió Shinoa por lo bajo, como si le hubiera sucedido a ella.

Que compasiva, pensó Bridget, mientras la miraba de reojo.

Algo en la expresión de Sakura le dijo que estaba pensando exactamente lo mismo que ella, pues también estaba mirando a la rubia de reojo. Sin embargo, la de apellido Taiyo no pareció darse cuenta de las miradas de ambas sobre ellas, pues estaba demasiado ocupada preocupándose por Midoriya y sus problemas.

—Hay un insoportable héroe que logró rescatar por sí solo a cientos de inocentes de un desastre—siguió hablando el profesor, sin notar el tenso silencio que él mismo había provocado con su directa forma de hablar—. Tú tienes valor… pero todo lo que puedes hacer es correr como un estúpido que necesita ser salvado. Enfrenta la realidad, tu poder no te ayudará a convertirte en un héroe, Midoriya Izuku.

¿Se estaba refiriendo a All Might?, se preguntó Bridget, mientras observaba al adulto con algo de sorpresa. Parece que no le tiene demasiada estima…

—Te devolví tu don. Intenta lanzar la bola una vez más. Terminemos con esto de una vez.

—¿Te preocupa él, verdad? —habló el extraño rubio de palabras francesas, mirando a la joven de cara redonda con una sonrisa algo extraña—. No te preocupes…

—¿Quién eres? —soltó Uraraka, mirándolo confundida.

Eso mismo me estaba preguntando yo, pensando Bridget, observando aquella interacción de reojo.

Aquel chico rubio le parecía muy extraño, realmente extraño. Además, le transmitía unas vibraciones un tanto extrañas, las cuales no eran muy claras de analizar. Había algo en aquel afrancesado que no acababa de quedarle claro.

—¿De dónde ha salido ese rubio? —preguntó la pelirroja por lo bajo.

—Ni idea—respondió Sakura, negando con la cabeza por no saberlo. Sus labios se fruncieron levemente—, pero me pone un poco nerviosa.

—No empieces—pidió Shinoa en un susurro.

Ellas también se conocen de antes, pensó la pelirroja, al ver como la rubia parecía estar regañando a la del clip de mariposa con la mirada.

—Parece que él entrenó antes, —habló Iida por lo bajo, supuestamente para él mismo—, pero…

—Va a ser expulsado—refunfuñó Bakugou, rodando sus ojos carmesís, como si fuera realmente obvio—, seguro.

Bridget entrecerró los ojos, con aire maligno, haciendo que Momo se temiera lo peor. Después de todo, la de hebras negras había notado que el rubio cenizo y su mejor amiga emitían prácticamente las mismas vibraciones, y no estaba segura de que aquella unión fuera la mejor idea del mundo.

—Oi, oi, Bakugou.

—¿¡Qué mierda quieres, pelirroja!?
Qué agradable sujeto…

—¿Apostamos? —sugirió ella, acercándose un poco al rubio, quien la observaba con las cejas fruncidas sobre sus sangrientos ojos. Lentamente, esbozó una sonrisa felina al notar la tensión en el cuerpo ajeno, aunque no supo si era por la cercanía entre ambos o por el mal humor—. Si expulsan a Midoriya, te compro lo que quieras de postre. Si no lo expulsan, me lo compras tú a mí.

—¿¡Por qué iba a hacer esa mierda, eh!?

—Oh, ¿acaso no estás tan seguro de que él va a fallar? —cuestionó con tono inocente, ladeando la cabeza hacia un lado para observar su mueca irritada. Pestañeó varias veces, con aire inocente claramente falso, como si no lo entendiera—. ¿O es que tienes miedo de perder?

—Maldita…

De lleno en su trampa, pensó Momo, viendo la escena de reojo.

Bridget sonrió de forma divertida cuando Bakugou asintió con la cabeza, con aire enfadado, pues eso quería decir que había aceptado aquella apuesta. Connor se rio por lo bajo, mientras Momo negaba con la cabeza, suspirando. El de orbes dorados dejó escapar un quejido cuando la pelinegra lo codeó, mientras lo miraba con reproche.

Todos observaron como Midoriya lanzaba la pelota, esta vez usando su don. En esa ocasión, Bridget pudo ver como unas hebras rojizas rodeaban la mano del peliverde, y se preguntó qué clase de don era ese. Al ver la pelota salir disparada como un proyectil, tuvo el pensamiento de que se trataba de un don de incremento de fuerza, como había pensado antes.

Para sorpresa de aquellos que lo habían visto en la prueba de acceso, solamente se lastimó la punta de un dedo. Los del examen de recomendación se quedaron mirando como el peliverde, a pesar de tener lágrimas en los ojos por el dolor, miraba al profesor con decisión, quien la mantuvo la mirada con algo de sorpresa.

La pantalla mostraba que había conseguido 705,3 metros, igual que Bakugou en su lanzamiento. Aquello había tomado a todos por sorpresa. Especialmente aquellos que pensaban que el peliverde tenía un aspecto demasiado frágil. Y que, aun así, había logrado tener la misma marca que el explosivo chico.

—¡Por fin conseguiste un récord adecuado para un héroe! —celebró Uraraka en un grito, emocionada.

—¿Se supone que eso es un halago, Uraraka? —cuestionó Sakura, logrando que la mencionada enrojeciera ligeramente, aunque bastante visible en su redondo rosto—. Anda que…

—¡Sakura! —regañó Shinoa al instante, recibiendo como respuesta una simple sonrisita de lado.

—La hinchazón en su dedo me recuerda al incidente de la prueba de admisión…—murmuró Iida, con aire confundido—… que don tan raro.

—No es muy elegante.

—Creo que he ganado, Bakugou…—canturreó la pelirroja, girándose a mirarlo con su sonrisa alegre. Gesto que se borró lentamente, con confusión, al ver el aura de mal humor que rodeaba al chico.

—¿¡Qué es esto, Deku!? —exclamó el rubio cenizo, lanzando pequeñas explosiones, con el rostro contorsionado por el mal humor—. ¡Explícamelo ahora mismo, pedazo de mierda!

Bridget observó con algo de sorpresa como Bakugou se lanzaba hacia Midoriya, como un bala saliendo de un cañón, quien observaba el movimiento del rubio con los ojos algo más abiertos de lo normal. Estaba realmente horrorizado, además de bloqueado en su sitio. Ella no lo culpaba de su reacción, después de todo, el rubio parecía un completo desquiciado en aquel preciso momento. Lanzaba explosiones por las manos sin cesar, a la par que no dejaba de gruñir como un perro con rabia.

Sin embargo, el rubio cenizo no llegó a acercarse al otro chico, pues unas cintas lo detuvieron en el acto. Lo agarraron por las piernas y los hombros, incluso el cuello y la boca. Lo inmovilizaron por completo, sorprendiendo a todos.

—¿Qué es este trapo de mierda? —se quejó Bakugou, con algo de dificultad—. ¡¡¡No puedo moverme…!!

—Es mi “arma capturadora” especial, una aleación de alambre de acero tejida con nanofibras de carbono—explicó Aizawa con algo de malestar por tener que usar su arma contra un alumno—. Caray, no me gusta usar tanto mi don… —se quejó entre dientes, seguramente molesto—. Tengo los ojos secos, maldición. Estamos desperdiciando el tiempo. Prepárense para la próxima prueba.

Así que así es EraserHead en plena acción, pensó Bridget, viendo como el profesor liberaba al rubio cenizo de sus cintas y se alejaba como si no quisiera saber más del asunto.

Sus ojos azules se desviaron en el momento en el que notó como Bakugou se acercaba a ella a paso lento, casi pisoteando el suelo con cada zancada que daba. Todavía tenía el ceño fruncido por encima de sus rojizos ojos, pero por lo menos ya no lanzaba explosiones a diestro y siniestro.

—Has tenido suerte, maldita—gruñó entre dientes el chico, mirándola desde su altura. Después de todo, él le llevaba unos pocos centímetros de altura—. Quiero la revancha.

—No creo que sea buena idea…—murmuró Momo por lo bajo, pero ninguno de los dos le hizo caso, como realmente se esperaba en el fondo.

—¿Eh? ¿Revancha? —cuestionó Bridget, arqueando una ceja mientras lo observaba con tranquilidad—. Oh, ¿acaso quieres otra apuesta, rubio?

—Apuesto a que quedaré más alto que tú en la clasificación—sentenció Bakugou, entornando los ojos con aire retador.

Bridget lo meditó durante unos segundos.

Según había dicho Aizawa, todavía quedaban tres pruebas por hacer, y estaba segura de que en las anteriores había logrado una buena puntuación. Era cierto que en algunas no había logrado lo que ella pretendía, pero estaba segura que podría obtener un buen puesto.

Bakugou era bueno y eso era realmente evidente. Nadie en su sano juicio podría llegar a negarlo. Pero ella confiaba en sus habilidades, en que podía quedar más alto que él. Podía ganar esa nueva apuesta y ganarse dos premios en un mismo día.

—De acuerdo—aceptó finalmente, para sorpresa del rubio, quien la observó fijamente como si no se lo creyera. Bridget contuvo su diversión al leer la expresión ajena, pues una vocecita en su mente le dijo que era mejor que se mantuviera tranquila—. ¿Qué tienes exactamente en mente? ¿Cuál es el premio?

—Doble o nada—respondió Bakugou, como si lo hubiera estado pensando antes de acercarse a ella—. Doble ración de postre—aclaró, casi escupiendo cada sílaba.

—¿Doble ración?

—¿Qué pasa, pelirroja? —Bakugou sonrió de forma lobuna, como si estuviera viendo un cordero sobre el que lanzarse—. ¿Te da miedo?
Bridget puso mala cara. —Está bien, idiota, doble será.

Bakugou amplió su sonrisa.

La pelirroja se fue con su primo y su mejor amiga, sin obtener ningún regaño de ninguno sobre sus apuestas con el rubio explosivo. Le extrañó un poco, sobre todo por parte de Momo, pero acabó con la conclusión de que seguramente habrían tenido una conversación al respecto. Conversación que los habría llevado a la conclusión de que no valía para nada regañarla por eso.

Las tres siguientes pruebas fueron tan exigentes como las anteriores, pero estaba realmente segura de que había sacado una buena puntuación. Bridget estaba realmente orgullosa de sí misma. Ella se había sentido muy cómoda, y nada en el rostro de su profesor hacía que pudiera pensar que lo había hecho mal.

Aunque la verdad era que su tutor no era demasiado expresivo…

—Es hora de los resultados—anunció Aizawa, haciendo que el rubio cenizo y la pelirroja se dieran una mirada, ambos pensando en que habían superado al otro, logrando que saltaran chispas entre ellos—. Ah, por cierto, lo de la “expulsión” fue todo una mentira. Fue solo un truco para hacer que dieran lo mejor de sí.

—¿¡QUÉEEEEE?! —exclamaron a la vez Uraraka, Iida y Midoriya.

—Vamos, chicos, era algo obvio si lo piensan detenidamente—habló Momo, con tono tranquilo, mirándolos con el ceño algo fruncido. Parecía no entender que ellos se lo hubieran tomado al pie de la letra—. Por supuesto que fue solo una mentira.

—Tal y como están las calles ahora mismo, ni siquiera una academia como la U. A puede permitirse el lujo de echar a alumnos—habló Sakura, acomodándose el clip en el pelo, pues se le había movido en una de las últimas pruebas—. Era un farol en toda regla.

—Aun así…—musitó Shinoa, con las cejas algo fruncidas, pareciendo bastante disgustada—. Ha sido un poco cruel…

—Ya lo dijo Aizawa-sensei antes—intervino Bridget, de brazos cruzados, tratando de contener su sonrisa todo lo que pudo. Después de todo, había visto su nombre en tercer lugar, por encima del de cierto rubio—. El mundo es cruel y nuestro trabajo es hacerlo más justo.

Bridget no lo vio, ni nadie realmente, pero Aizawa contuvo una sonrisita. La escondió detrás de su bufanda de cintas, mientras los demás comentaban que la pelirroja tenía razón.

Lo ha captado sin decirle nada, pensó el profesor. Es realmente perspicaz…

—Y… bien. Síp, eso fue todo—habló el profesor, con claras intenciones de querer volver a su cómodo y calentito saco de dormir—. Sus hojas curriculares están de vuelta en el salón de clases, así que denle un vistazo. Y… Midoriya, ve a la enfermería.

—Oe, Bakugou…—canturreó Bridget, acercándose al chico casi dando saltitos.

—Cierra el pico.

—Oye, oye, oye, no seas mal perdedor, rubito—regañó ella, conteniendo una risita al ver el claro enojo ajeno por haber sido derrotado. Lo picó en un costado, ganándose un gruñido irritado que solo hizo que volviera a reírse—. Vamos, vamos. Sé un hombre y paga tus apuestas.

—Te voy a explotar—advirtió Bakugou, mirándola mal.

—Mientras sea después de que me des comida, me vale un pimiento.

—… Idiota.

























































¡Hola, hola!

La prueba de dones es algo que me ha tenido un poco indecisa, aunque parezca una tontería. Básicamente es por algunos detalles de Bridget que ya se irán miedo, y que me daba un poco de miedo ser muy evidente y que luego no haya hype.

El fic es de Shoto pero Bridget tiene más interacciones con Bakugou, efectivamente soy ese tipo de persona. ¿Qué andará tramando Kacchan? Mmm, yo creo que anda tramando algo.

Y a Bridget le suena Shoto de antes.... Vaya, vaya, por qué será mujaha😈

Como habéis visto, he puesto una meta de votos y comentarios. Básicamente se debe al número de fantasmas que hay en la historia. Es evidente, pero votar y comentar es gratis, y si alguien está leyendo la historia sin hacer algo de las dos (o las dos) es como si estuviera faltando al respecto al tiempo que se invierte en cada capítulo. Me habían recomendado otra cantidad de votos, pero me parecía mucho de golpe, aunque no descarto subirlo.

Lo dejo claro. Hasta que no se llegue a esa cifra NO voy a actualizar. Ni aunque se pida por favor. Espero que lo entiendan.

Nada más por mi parte, ¡nos leemos en comentarios!

—👑

|Publicado|: 23/08/2023

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