Fragmento N°2
Con los brazos de Freddie rodeando mi cuerpo, doy media vuelta sobre mis talones y observo la fina camisa de manga corta que cubre la parte de su torso. Cojo el borde de la chaqueta acolchada, junto la cremallera y la subo hasta cubrir su pecho por completo, protegiéndolo del frío.
— Me fumo paquete, paquete y medio al día. — Me enseña el cigarro recién encendido. — Y tú preocupándote por pasarme la chaqueta. — No sé muy bien cómo tomarme su comentario, no acabo de entender en qué sentido lo ha dicho.
— Lo que hagas es cosa tuya, no soy quien para decirte lo que hacer o no. — Reposo mis manos en su pecho, encima de la gruesa chaqueta. — Siempre que me dejes cuidar de ti. — Envuelve mi cintura con el brazo estrechándome a su cuerpo y besa la comisura de mi boca.
— Dejaré que cuides de mí cuando quieras. — Su voz suena tan comprensiva y cálida en este gélido sitio.
— ¿Siempre que quiera? — Asiente medio sonriendo.
— Mientras no me me aburras. — Advierte a su modo, diciéndolo en broma, entre risas, pero que va totalmente enserio.
— ¿Te he aburrido en algún momento desde que nos conocemos? — Alza sus ojos en dirección a la derecha, con la boca entreabierta y los dientes asomando ligeramente por ellos.
— No. — Niega. — No lo has hecho. — Mete las manos en los bolsillos de la chaqueta.
Acerco muy despacio mis labios a su oído.
— Te quiero. — Digo largo y tendido erizando el bello de su nuca.
Saco la lengua y repaso el lóbulo con la punta de ésta. Gimotea con la cabeza inclinada, el hombro pegado a su oreja y una enorme sonrisa embobada aparece en su rostro.
— ¿Me quieres? — Rodea mi cintura uniendo nuestras frentes.
Asiento mordiendo juguetona mi labio inferior y llevo mi mano a su nuca, enredando mis dedos en su cabello. Sonríe alegremente y logra que esta fría ciudad se vuelva tan cálida como la arena de un desierto en pleno verano. Sus labios se apoderan de los míos y entreabro la boca para dejarle paso a su lengua, que se enlaza con la mía en un baile íntimo.
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