
Capítulo 1
⚠️ Presencia de palabras altisonantes y estilos de vidas descuidados, en especial por parte de Sukuna.
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—¿Qué mierda acabas de decir?
—Será solo por una semana, lo prometo —Sukuna sabia que su hermano no podía verlo a través de la pantalla del celular, pero todavía miraba el teléfono como si pudiera transmitir su incredulidad y molestia ¿Jin había perdido la cabeza?— Yuuji es un niño muy bien portado. No va a darte ningún problema-
—¿Y por qué carajos no lo cuida su madre? ¿Qué hay de sus hermanos idiotas? ¡¿Por qué tengo cuidarlo yo?!
Sukuna sintió que quería arrancarse el cabello cuando escuchó a Jin suspirar en la línea, como si estuvieran hablando de que sabor iba a ser la pizza que iban a pedir sin ponerse de acuerdo, y no de cómo su mocoso de parvularia iba a invadir su asqueroso santuario de hombre soltero que vive la vida como si cada día fuera el último. ¿Le vio cara de un maldito niñero?
—Vamos, hermano...
—Nada de «hermano», hermanito. ¿De qué te fumaste hoy? Porque oye, me parece una inmensa falta de respeto que le patrocines a alguien más que no sea tu único, verdadero y genial hermano mayor. Deberías ayudar a prosperar a mi negocio.
—Trabajas en un Estudio de tatuajes y piercings, Sukuna.
—A veces.
Mahito asomó la cabeza por el giro del callejón y le frunció el ceño: —¿Terminaste de ser un imbécil? Los clientes ya vienen.
Sukuna le saco el dedo del medio, Mahito repitió el gesto con las dos manos y le sacó la lengua. Pero el idiota tenía que hacer valer un punto, él también estaba harto, ¿por qué rayos no reviso el teléfono antes de contestar? Debió dejar que Jin se fuera al correo de voz.
Escuchó como Mahito intercambiaba palabras al otro lado del callejón y se asomó a ver cómo estaba engatusando al adicto del metro a otra nueva dosis, mientras que otros se acercaban a pagar la deuda con Sukuna, todavía con la voz de fondo de Jin que le hablaba sobre cómo su esposa estaba delicada de salud (de nuevo, carajo, esa mujer vivía enferma) así que estaba siendo cuidada en finca de su familia, el molesto de Chousō estaba en sus prácticas de enfermería y los otros dos hermanos vivían en otra ciudad, igual en clases y evaluaciones; y el mismo Jin iba a revisar el estado de Wasuke. Al parecer su padre tenía indigestión y el buen Jin tenía que hacerse cargo de sus gastos y revisar su condición porque el viejo nunca decía que le dolía, pero que a pesar de todo, su mocoso no podía perder la escuela, no cuando decía que finalmente estaba instalándose bien.
—¿A donde vas, pequeña rata? —Sukuna detuvo al tipo que intentó hacerse el listo, empujando a Mahito y corriendo con el polvo sin pagar. Sukuna casi media dos metros y era muy musculoso, así que a menudo, la gente pensaba que no podía estar dotado también de unos reflejos agudos y velocidades de un felino agresivo. Pobres almas en pena —Tendrás que pagar por eso, infeliz.
—¿Me estás escuchando, Sukuna?
Maldición, tan pesado.
Sukuna tomó de la cabeza al infeliz y lo levantó como si fuera un patito de hule. Mahito se reía como foca retrasada, señalando al incauto que se retorcía como un gusano en la mano de Sukuna, sería tan fácil presionar su cabeza como si fuera una uva hasta el desmayo, pero si regresaba a sus tendencias violentas volverían a meterlo a la cárcel. Y ya tenía la noción de que la policía estaba harta de su humor negro. Pff, aburridos estirados. Necesitan un par de vacaciones y una noche agitada en un bar.
—Mira Jin, soy un hombre ocupado. Y la peor opción para dejar a tu mocoso. ¿Por qué no solo lo llevas con el viejo? Estoy seguro que hasta le da 30 años más de vida", Sukuna lo pensó mejor e hizo una mueca —Mejor no, si el viejo vive más puede que él me queme personalmente en mi funeral.
—Eso no es amable, Sukuna.
—No tenía la intención de serlo.
Mahito contó la plata y levantó el pulgar con aprobación. Una sonrisa colmilluda adorno los gestos toscos de Sukuna, genial, hoy bebería hasta vomitar y terminar en la cuneta. Con suerte podía enlazar con una o dos muchachas que no tuvieran sentido de la preservación y que estarían dispuestas a desperdiciar la noche con un hombre adulto lleno de tatuajes, piercings y el cuerpo de un jabalí salvaje. Siempre había de esas.
—Mira, se que las cosas entre nosotros no han sido agradables...
Sukuna rodó los ojos. Ahí iba otra vez hablando de los sentimientos y apoyo fraternal. Jin estaba demasiado preocupado por su vida descuidada y sin compromiso, como si él también debería tener la aspiración de sentar cabeza, formar una familia y conseguir un trabajo estable para ser feliz.
Las palabras de Jin nunca caían en oídos atentos, pero Sukuna tenía que darle crédito por su paciencia, perseverancia y suavidad. Hubo un tiempo en que los dos eran un muy dúo unido, dominaban las calles y la escuela, un par de pequeños delincuentes que aterrorizaban a donde iban y cuyo padre viudo disciplinaba duramente. Habían sido los mejores años de su vida, cuando podía contar con su otra mitad para cubrirle el trasero y él podía lucrarse de su inteligencia y astucia.
Y luego Jin se había enamorado de esa bonita enfermera divorciada de ojos cansados. Y estuvo tan azotado por ella que se rindió a sus pies. Nunca volvió a ser el mismo. Un completo perdedor. Y el único miembro de su familia que todavía le hablaba con un poco de consideración que apreciaba muy en el fondo de su nauseabundo corazón oscuro.
No era suficiente para siquiera pasarle por la cabeza cuidar de su cría. No. Eso no iba a pasar. Nunca.
Escuchó un par de balbuceos en el fondo y Jin interrumpió su charla emocional para atender cualquier tontería que su niño estuviera padeciendo. Sukuna aprovechó para cortar, estaba seguro que no iba a librarse de esta conversación, si algo todavía seguía siendo igual en Jin Itadori era su terquedad.
—Te ves enojado, Sukuna-chan —Mahito iba saltando de felicidad, vibrando de entusiasmo con una enorme sonrisa que resaltaba las costuras de su rostro. Sukuna quería golpearle la cara sólo porque odiaba estar de mal humor mientras él estaba feliz. —¿Acaso descubriste que eres padre y la chica te está obligando a hacerte cargo? Seguro que si le muestras tus antecedentes penales lo solucionas. Se irá corriendo como si tu aliento le hubiera dado indigestión —Se carcajeó como urraca dando una palmada en el bíceps izquierdo de Sukuna. —¡No te amargues, hombre! ¡Hoy te invitare un buen trago y conocerás a chicas cachondas y descarriladas que creen ingenuamente que tienen el mundo a sus pies y que pueden convertirte en un hombre de bien!
Cuando Sukuna solo respondió con un par de gruñidos en lugar de alegrarse y empezar a despotricar sobre lo que iban a ser toda la noche, Mahito se detuvo y alzó una ceja.
—¿No estás emocionado? ¿Necesitas que un médico te revise la lombriz? ¿Estás pasando por una sequía?
Esta vez, Sukuna si lo golpeó, le dejó ir un manotazo en la cabeza que dejó al hombre de pelo teñido sollozando y llamándolo monstruo por su trato tan cruel.
—Mira aquí, yo trato de ayudar y dialogar, tratando de ser buen compadre porque decidiste acompañarme a esta venta y ser mi celador para que estos buitres no puedan conmigo. Pero me maltratas, aunque me gusta un poco, pero igual-
Sukuna lo golpeó de nuevo, pero esta vez Mahito se metió en su papel y se empezó a reír: —Si, más fuerte, papi Kuna. —Sukuna sintió que se le iba a explotar una vena, consideró en ahorcarlo de una vez, pero él maldito podría disfrutarlo demasiado, así que solo lo empujó lejos de él como si fuera una plaga.
Mahito, como un chicle pegado al zapato, recuperó el ritmo siguiéndolo afuera del aislado rincón de podredumbre del barrio.
—Ya, en serio, ¿Qué te pasa? ¿De verdad dejaste embarazada a una chica o a su mamá y te descubrieron las dos? —Cuando Sukuna continuó con su trato silencioso y pensativo, Mahito perdió el aliento y el color ante la posibilidad más próxima y la más horrible. —¡¿Yoro-chan descubrió otro amorío tuyo?! ¡¿O es ella la embarazada?! ¡Amigo, tienes que abandonar el país ya!
—¿Por qué todas tus posibilidades terminan en algo relacionado con niños? —farfulló —¡Me estás haciendo enojar!
—¡Ah! ¡El rey nos honró con sus palabras! —Se burló Mahito, adelantándose al otro y caminando de espaldas para mirar al rostro a Sukuna, quien gruñó al tener que ralentizar su paso. —Ya dime, ¿por qué tan gruñón? ¿No estás pensando en hacerte cargo del bebé, en serio? Yorozu puede sola y de igual forma, solo estorbarías y dejarías traumatizado a ese niño. Le estás haciendo un favor.
—No, Mahito. No hay maldita sea, nadie embarazada y no estoy siendo un maldito padre.
Mahito parpadeó, se llevó las manos detrás de su nuca y ladeó la cabeza hacia adelante.
—Oh, es un alivio. ¿Y por que estás molesto entonces? ¿Quién te llamó? —Sukuna arrastró una respuesta corta en voz baja, Mahito se detuvo y llevó una mano a su oreja e hizo una mueca. —¿Eh? ¿Cómo? ¿Qué dijiste?
—... Fue Jin...
—¡Oh! —Mahito aplaudió,sonriendo como idiota —¡El gemelo menso!
Sukuna lo levantó de la camisa y lo golpeó contra la pared: —Dejamos claro que solo yo puedo llamar menso, al menso de mi hermano.
—Si, si, si —Aún con las piernas colgando, Mahito no estaba preocupado y cuando Sukuna lo dejó caer sin advertencia, se recuperó rápidamente. A veces su amigo parecía una cucaracha: feo, molesto, insistente, nadie lo quiere y difícil de matar. —¿Qué quería el pequeño Jin?
Otra vez, Sukuna respondió entre murmullos, demasiado cerca a un resoplido, un gemido y una amenaza. Mahito puso los ojos en blanco sin inmutarse.
—Sukuna, mis más confiable y maltratador amigo, en realidad no puedo entenderte y ya me diste curiosidad así que puedo convertirme en un inflamado y contaminado grano en tu culo, y seguir con esto todo el día hasta sacarte la verdad.
—¿Qué tal si te mando al hospital? —Sukuna saco la llave de su bebé Mazda CX-3. —Ya ha pasado un tiempo que no vas ahí, tu querida doctora seguro debe extrañar tener cerca tu maloliente e insufrible presencia .
Mahito suspiro de forma soñadora, se llevó una mano al rostro donde tenía las costuras de la última vez que unas suaves y frías manos tocaron su cara para volvérsela a pegar. —La doctora Ieiri debe sentirse tan sola sin mí. Te agradecería mucho si golpearas mi cara y me apuñalaras un par de veces en el estómago, nada mortal, pero lo suficiente para quedarme un tiempo en el hospital.
—Pensándolo mejor, creo que paso. No es divertido si es lo que quieres. —Las personas se hacían un lado cada vez que Sukuna pasaba, dejándole la acera libre y desviando la mirada, al fondo, una mujer ahogó un chillido y un bebé empezó a sollozar. —¿No te amenazo su novio con castrarte y obligarte a comer tus propias bolas si volvías a intentar un movimiento con ella?
—No, esa fue idea de ella —Mahito habló con una cara plana y abrió la puerta del copiloto sin preocupación alguna. —Su novio me amenazo con dejarme desangrando en una zanja, ahogándome con mis tripas de fuera si volvía a intentar un movimiento con ella.
—Eso es macabro, ¿no es él policía?
—Creo que está retirado o lo echaron ¿Importa? Es molesto, pero me cae bien. No es el primero que me amenaza y es bastante creativo. ¿Crees que tenga antecedentes penales? —Mahito se dio cuenta de algo y sacudió la cabeza, la camioneta empezó a andar cuando ya estaba pinchándole el brazo a Sukuna. —Oooohhh, ya vi lo que haces. Nope. No funcionará. Estoy picado al chisme.
Sukuna le dedico una mirada frívola, antes de encender la radio, busco cualquier programa de música y le dio volumen. Al fondo, Mahito empezó a comportarse como una amenaza y una pequeña mierda. Pataleaba en su asiento, trataba de alzar la voz por sobre la música, abría y cerraba la ventana, le jalaba el cabello, presionaba su bocina. Cuando intento subirse a su regazo, Sukuna lo agarro del pescuezo como a un pavo y lo obligó a sentarse con absoluta violencia y furia. Carajo, que mocoso era.
Tan harto de su actitud, Sukuna le dejó ir un puñetazo en la cara que normalmente haría que el tipo se enderezara con una nariz rota y una mirada de odio, ignorándolo por completo. Pero cuando Mahito sostuvo su cara sin decir nada, mirándolo con la mejilla hinchada y esos ojos enormes de ciervo drogado, Sukuna apretó el timón y confesó la absurda conversación con su hermano y su aún más absurda petición.
Le tomó exactamente 5 segundos a Mahito entender lo que Sukuna le dijo, para luego estallar en desagradables carcajadas. Todo saliva, lágrimas y convulsiones.
—¡¿Jin no prefiere ganar un poco de plata por vender por partes a su hijo a un hospital?! ¡¿Perdió la cabeza?! ¡Casarse en serio asusta! ¡Esa mujer le puso mierda en la comida! ¡Ahora los gusanos se han comido su cerebro! —Mahito se sostuvo el estómago, su burla ácida y descuidada despotricando sin parar. —¿En serio pensó que podías cuidar a un niño? ¡¿Tú?! ¿Con la sensibilidad de una piedra? ¡Hasta se te mueren los cactus y ellos son como tu familia original!
Mediante Mahito continuaba vituperando sin piedad en contra de su inexistente responsabilidad paternal y protectora y sus escasas aptitudes para cuidar a alguien más que no fuera el mismo (Que tampoco es lo hiciera tan bien), Sukuna aplicó más fuerza en el timón, la insinuación no se le escapaba, e incluso si él mismo había llegado a una conclusión similar, no encontraba grato volverse el objeto de burla del inútil de su amigo.
—¡Mi querido amigo! ¿Jin no querrá dejarme el niño mejor a mí? ¡Seguro que hago un mejor trabajo que tú!
Sukuna ahogó una protesta, indignado. Como un infierno que ese era el caso. No conocía a nadie menos capacitado para cuidar a un niño que Curse Mahito. Todavía podía recordar la voz angustiada de la tranquila Hanami cuando contó cómo le encargó a Mahito cuidar a su hermano pequeño y la pobre criatura en pena terminó en el hospital por intoxicación porque le dolía mucho una muela del juicio que le habían quitado, y Mahito le había dado una cerveza helada para el dolor. Y el idiota todavía se había mostrado indignado cuando Hanami casi lo ahorca en el pasillo del hospital por tremenda estupidez.
Sukuna no estaba capacitado. Pero hasta él tiene en sentido común suficiente para saber que un mocoso no iba a soportar una cerveza, era obvio que tenía que haberle dado agua mineral.
Ser denigrado al nivel de estupidez de su amigo lo ofendió.
Señaló la puerta cuando llegaron a un semáforo en rojo, el idiota todavía riéndose.
—Fuera.
—Awww, Sukuna-chan. No te molestes tanto. ¡Te estoy dando un consejo como tú amigo sincero más leal! ¡No sirves para algo así!
Sukuna rechinó los dientes, harto de su presencia.
—Estoy a un mordisco de romperte el cuello, Mahito. No simpatizo con quien se burla de mí. Bájate ahora o me encargare de acomodarte el otro lado de la cara. Afuera. Ahora.
Mahito rezongó, abrió la puerta con furia y casi parecía que iba a azotar la puerta. Se lo pensó mejor y la cerró con lentitud. Chico listo. Su camioneta estaba recién pulida y limpiada, olía a cedro y cigarros, estaba preciosa. Si alguien era irrespetuoso con su bebé era capaz de perseguirlo como a un verdugo cuya presa se ha escapado. Eso no evitó que Mahito le sacara la lengua y luego se fuera corriendo como un mono.
Antes de que llegara a su puesto en su estudio, Mahito mandó la ubicación del bar en que iban a verse más tarde. Sukuna no dudaba que la única razón por la que Mahito era su amigo era porque el tipo era un odioso masoquista, no encontraba otra explicación para que él tipo siguiera regresando cuando la mayoría de veces Sukuna lo trataba como basura y las otras veces como una mierda. Debería ser triste que Mahito no tuviera más que malos amigos a su alrededor, pero le importaba tan poco y todavía tenía una noche loca como promesa como para comportarse como un amigo adecuado.
El tintineo de su tienda resonó, Uraume, su compañera de trabajo, no se inmutó con su intimidante presencia ni perdió el ritmo cuando terminaba de poner un piercing en la lengua de un tipo lloroso de anteojos.
—Llegas tarde, tienes fila —Fue todo lo que dijo sin darle una mirada y con el tono monótono. Uraume no era una gran conversadora y por las mañanas estaba de mal humor, en especial cuando Sukuna se iba y le dejaba todo el trabajo hasta tarde.
Masculló una respuesta y camino a su propia parte del estudio para empezar con los tatuajes, no sin antes dejar una lata de té Aracha como ofrenda de paz. Uraume levantó la cabeza y por un segundo le escrúpulo con sus ojos grises y gélidos como la Antártida, entrecerrados con indiferencia, antes de volver al incauto que estaba balbuceando en sus manos.
Él mismo se tomó una cerveza que había comprando en el mismo lugar y se subió las mangas, olvidándose por completo de la petición de su hermano, abandonando la tensión acumulada y los pensamientos confusos que había despertado su idiota amigo mientras alistaba la tinta y le abría la piel a la gente.
...
Esto no podía estar pasando. ¿Qué carajos sucede?
Jin estaba en su puerta con una sonrisa de disculpa, en su hombro izquierdo cargaba una mochila de SpiderMan y con su mano derecha sostenía la diminuta y enclenque mano de un niño que lo miraba con los ojos curiosos y grandes.
—¿Tío Su? —preguntó con voz empalagosa, Sukuna sintió escalofríos, siempre había odiado ese nombre.
—No.
—Recuerda alimentarlo tres veces al día —Jin entró a su casa como si fuera su casa, el muy maldito. —No lo olvides, su clase empieza a las 7 de la mañana y puedes pasar por él a las 3 de la tarde. Se queda un rato más para adelantar las tareas y jugar un poco. Puedes leerle un cuento por las noches si no puede dormir y darle un poco de leche con chocolate caliente.
—Esto no está pasando, Jin —Sukuna lo siguió mientras su hermano daba un recorrido por su apartamento. Lo vio fruncir el ceño ante su basura y se arrodillo para recoger las latas de cerveza. Anoche había vuelto con el ambiente de un anciano borracho y se había tropezado con todo lo que tocaba, cantando en voz alta, desmayándose en la cama como un campeón, un campeón con una resaca de los mil demonios que no podía seguir el ritmo de su hermano.
Jin sentó a Yuuji en una silla que tenía la chaqueta húmeda de sudor que había usado anoche. Arrugó la nariz y luego se acercó a Sukuna, su rostro se arrugó aún más. El niño educado y entrometido balanceo sus pequeñas piernas mientras miraba la casa de su tío con atención.
—Sukuna, ¿qué demonios? ¿Estás borracho?
—Con resaca —contestó simplemente, encogiéndose de hombros.
La figura más pequeña y menos fornida de su hermano se crispó. Jin se llevó una mano a la cara y apretó el puente de su nariz, dentro de su cabeza Sukuna podía escuchar a su hermano contando hasta 13 para tranquilizarse. Lo había hecho desde que era un niño y siendo tan joven pudo contar tan rápido hasta un número de dos dígitos mientras Sukuna apenas podía contar sus cinco dedos regordetes.
Algo se revolvió dentro de él. La cerveza añejada y los kilos de comida de anoche seguramente. Había algo en la mirada seria y decepcionada de Jin que lo incomodaba. Hasta donde podía saber, él se veía como un desastre y no podía culparlo si su hermano tomaba a su hijo y se iba, era lo que quería de todos modos, pero había algo mal en todo eso. Inconscientemente, se llevó las manos a la nuca, sintió las marcas de arañazos de gatito de un dúo de chicas cuyo rostros estaban desdibujados de su memoria.
—Ve a darte una maldita ducha —maldijó Jin y casi pudo ver a la pequeña amenaza que antes lo seguía a todos lados y lo admiraba, y no al adulto cansado que le dirigía apenas la mirada.
Sukuna no obedecía a nadie y nadie podía darle órdenes, era como una fuerza de la naturaleza, todo destrucción y caos. Pero Jin seguía siendo su otra mitad, igual de caótica que él y en equilibrio cuando estaban juntos. Dio un vistazo a su apartamento, normalmente no estaba ahí así que raras veces había algo en orden, presiono los dientes ahogando un farfullo, este no era el lugar de un maldito niño. Este tipo de cueva solo reflejaban su insulsa vida.
Sintió un tirón apenas en su pantalón y bajo la mirada, torciéndose el cuello en 90 grados perfectos que hasta su nuca trono. Su sobrino había sostenido su ropa con toda la fuerza de sus dos manos diminutas. Dio una sonrisa dentada donde hacían falta dos dientes, se movió rápido, buscando algo en su mochila, cuando lo encontró era como si hubiera encontrado la cura del cáncer con cómo se iluminó su rostro.
Pero no era una vacuna lo que levantó en sus brazos hacia su cara, era una bolsa transparente del tamaño de su cara donde veía un pan amarillo con una textura característica.
—Te compramos pan de melón —sonrió el niño. —¡Estoy a tu cuidado, tío Su!
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Antes que se hagan ideas, Kaori Itadori NO ES Kenjaku. Aquí son dos personajes aparte (esto es un AU no Curse después de todo) y si, Kenjaku es el ex esposo de Kaori, así que ya sabemos que pinturas malditas favoritas tienen problemas de papá XDDD y Kenjaku es un Kamo y tiene el aspecto que uso en la era Meiji como Noritoshi Kamo. No, no luce como Getou, muchas gracias ajajaja aquí Getou también es un personaje aparte de Kenjaku.
Tengo este primer capítulo desde hace meses y dudaba si publicarlo por aquí también. Escribí esto cuando se confirmo que Jin era el hermano gemelo de Sukuna y la imagen de portada apareció frente a mí, así que se me ocurrió este AU para que Sukuna pueda cuidar de nuestro solecito sin todas esas capas de bullying y crueldad del canon, así que aquí Sukuna (intentara) no ser tan malo porque no puedo escribirlo siendo mínimamente agradable en el canon.
Entonces, Yorozu y Sukuna, si, yo tampoco puedo creerlo. Creo que me llama la atención porque Yorozu está loca y pone nervioso hasta a Sukuna, y me gusta ver sufrir a ese tipo. De cualquier manera, tengo un extraño cariño hacia está pareja, a pesar que se que no es muy común, a pesar que Yorozu está totalmente encima de Sukuna desde hace mil años. Tampoco habrá ningún triángulo amoroso con Uraume, que es el ship más canon de Sukuna, perdón por eso, se que a algunos les gusta, pero la intención de este fic era tanto la relación fraternal de Sukuna con su sobrino y como esto ayuda a sí mismo, y por consecuencia, la relación loca que tiene con Yorozu, quien también tiene mucho material pesado de familia. Ella aquí es una Zennin.
De cualquier manera, ya habrás imaginado que no tenía idea de cuando está historia podría volver, pero seguro lo hará en algún momento, ya que tengo muchas ideas del desmadre de la familia Itadori y muchos guiños divertidos y personajes que volvemos a ver en este mundo No Curse. No es nada complicado, porque yo solo quería ver sufrir a Sukuna mientras aprende a ser menos imbécil XDDD
¡GRACIAS POR LEER! ¡Leámonos pronto ✨!
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