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⊱ĭ⊰ PRIMERA PARTE ⊱ĭ⊰

⊱ĭ⊰

Tomioka no quería ir a ninguna fiesta, pero gracias a su esposa no tenía opción.

Podía ver a Shinobu corriendo de un lado a otro como una pequeña pulga apurada. Sus largos tacones sonaban en un eco con cada paso en el piso de porcelanato blanco, estaban retrasados en cuestiones de tiempo. Giyū se miró al espejo una última vez ignorando a la mujer, la cual se quejaba por no conseguir otro arete de mariposa que tanto necesitaba para completar su atuendo. La ropa de ambos hacia juego, ambos vestían de negro con accesorios morados. Él quería un traje de tela azul marino con una corbata negra pero a Shinobu eso no le gustó, lo vistió con otro traje mucho más formal de color negro de corbata morada y unos gemelos de mariposa.

No se veía mal, incluso tenía la autoestima de pensar que se veia guapo, pero no era un traje que le gustara. De todas formas esto lo hacía para complacer a Shinobu, quien se rindió en su búsqueda y se colocó los aretes dorados más resaltantes y elegantes que tenía. Tomioka pensó que por fin se irían pero su esposa se quedó mirándose en el espejo de su tocador unos segundos. 

—Giyū.— Llamo con suavidad pintando sus delgados labios de un vinotinto intenso, sus ojos morados se fijaron en Tomioka a través del espejo. El hombre sólo dió un sonido de garganta como respuesta.— ¿Crees que me veo bonita?— Se paró del taburete y se acercó caminando a su esposo. Hizo una pequeña pose luciendo como su vestido negro largo se ajustaba a las curvas de su cuerpo. Se veía mucho más alta debido a los enormes tacones que hacían lucir sus piernas más largas de lo que son, también tenía un escote pronunciado junto a un collar. Tomioka hizo un gesto al ver eso, no le gustaba, pero no sintió el derecho de quejarse, sólo se fijo en su cabello atado en un moño fuerte sujetado con un broche de mariposa muy similar a los gemelos de su traje.—¿Qué tal me veo, eh?

—Bien.— Fue lo único que dijo antes de soltar un poco la corbata que lo tenía ahogado. Por mera costumbre alzó su brazo para que lo tomara y se fueran por fin, ella entendió el gesto, agarro su cartera y tomo el antebrazo  de Tomioka para salir de la habitación apagando la luz en el proceso.— ¿No se te olvida nada?— La miró esperando una respuesta y ella negó.

Ambos salieron de su hogar entrando en el auto, el conductor era Tomioka y Shinobu se colocó de copiloto metiéndose con la radio para colocar una canción de fondo porque sabía que nadie hablaría en el camino a la fiesta. La relación de ambos era extraña, muy distante, pero a Shinobi le gustaba pensar que era por culpa del azabache. Tomioka no le prestó atención a la música de fondo, estaba metido en su mente intento hacerse una idea mental de lo que hará en la fiesta, Shinobu tenía una pequeña debilidad por el alcohol lo que significa que él es el conductor designado cuando todo termine, tal vez ella lo tenga sujeto del brazo para acompañarlo y así no dejarlo solo en un campo minado de personas desconocidas. Se hizo la idea de estar a lado de Shinobu toda la noche respondiendo con silabas las preguntas casuales de sus compañeros de trabajo.

Llegaron al salón de fiestas que había alquilado la compañía para celebrar el vigésimo quinto aniversario desde su fundación, Giyū se sintió estúpido por no haber sido capaz de memorizar aquella fecha, no importante, pero sí esperada por todos los trabajadores, incluida su propia esposa porque era una excusa para estar con sus compañeros de trabajo en un horario que no perjudica para nada el laboral. Lo único bueno que saca de esto es que el día siguiente lo tendrían todos libres por esta celebración.

Al llegar estuvieron unos minutos buscando un sitio dónde estacionarse por la enorme cantidad de autos en el estacionamiento, eso fue una de las desventajas de llegar más de una hora tarde. Cuando por fin encontraron un lugar desocupado caminaron mucho hasta llegar a la entrada pero el cielo despejado lleno de estrellas, con una hermosa luna brillante hizo que el viaje valiera mucho la pena, sin contar que le da tiempo de respirar aire fresco antes de entrar al denso ambiente laboral que se formará al nomás poner un pie dentro de ese edificio. Antes de pasar Shinobu detuvo a Tomioka del brazo con fuerza.

—Giyū.— Llamo la mujer y el se detuvo obediente.— En este lugar quiero que hables con los demás, ¿entiendes? No te quiero pegado a mí, está es una buena forma para que comiences una amistad con alguien.— Tomioka la miró muy mal, por supuesto que no quería, no tenía sentido pero allí estaba Shinobu dejandolo en una situación difícil. Ella no le quitaba los ojos de encima buscando una respuesta positiva, Giyū se sintió muy acorralado y solo asintió.— ¡Qué bueno! Intenta beber un poco para soltarte, eso te hace más encantador.— Bromeó recordando a las cosas que Tomioka hacía cuando estaba en la universidad y se emborrachaba hasta el cuello.

Giyū agarro bastante aire por un recuerdo mal deseado que lo atacó. Shinobu no sabía lo que estaba pidiendo.

—No beberé.— Dijo apretando los labios, ahora es él quien tomó el brazo de Shinobu y la jaló hasta el interior del edificio, pasando desaparecidos por el ambiente tranquilo del lugar.— No me vas a obli-.

Sus palabras han sido interrumpidas cuando un hombre con uniforme se acerca con una bandeja en la mano, ofreciendo vasos llenos de licor.  Se iba a negar pero Shinobu siempre ha sido más rápida que él, tomo dos copas y una de ellas se la llevó a la boca afincando. Por la forma en la que el fino cristal chocó contra sus labios, Tomioka sintió su pecho contraerse ante el juego tan rudo y sucio de su esposa, evitando una escena en el lugar y un conflicto más duradero en casa, decidió tragar el liquido frío, lo pudo sentir pasar por su garganta quemandole por dentro. Era desagradable y nostálgico al mismo tiempo, ¿cuando fue la última vez que había bebido? No lo recordaba, odiaba haber roto la promesa que tenía consigo mismo.

Ahora el empleado no estaba, Tomioka se había bebido rápido él trago que su esposa "amablemente" le había dado y Shinobu sonreía con inocencia, sus manos le entregaron la otra copa quedándose ella con la vacía. Giyū se sintió aturdido un momento. En su interior comenzaba un debate interno que no lo hizo reaccionar hasta que escucho la voz de una compañera de trabajo.

Mitsuri Kanroji, una mujer muy animada de llamativo cabello se les acercó con una hermosa sonrisa. Tomioka era observador, se fijó en el vestido verde oscuro con mangas de encaje y un escote pequeño pero que dejaba mucho a la vista, sus tacones no eran tan extravagantes a comparación de los de Shinobu, tal vez porque Mitsuri ya era alta, pensó haciendo la comparación entre ambas mujeres. El cabello rosa de puntas verdes estaba semi atado en una coleta media con muchas trenzas y adornos dorados de flores. Tomioka la reconoció como la mujer que le habla en horarios de trabajo y siempre le pide de favor esconderle los caramelos y chocolates; era agradable.

—¡Oooh, Shinobu, Tomioka, por fin llegaron!— Sus manos se pusieron sobre la boca intentando ocultar la felicidad creciente en su pecho, la mujer de baja estatura era su mejor amiga, estaba muy feliz de poder verla. Tomioka se sorprendió cuando Kanroji se acercó a su esposa dándole un abrazo y un beso en la mejilla y a él un simple abrazo, no se acostumbraba al ambiente informal fuera de la oficina, menos a una persona tan cariñosa como ella.— ¡Tamayo y Kotoha se mueren por verlos, vengan!

Mitsuri tomo a ambos de las muñecas y los jalo hasta donde estaban las señoras. El hombre no había hablado con ninguna de las dos, sabía que Tamayo era la mano derecha del jefe Ubuyashiki pero no sabía bien cuál era el papel de Kotoha en la empresa, lo único que sabe de ella es que su hijo es un revoltoso debido a todos los permisos que ha tenido que firmar para ella, el niño siempre metiéndose en problemas o terminando lastimado. Se imaginó un saludo bastante informal y raro cuando vió a las dos mujeres.

Pero contrario a lo que llegó pensar en algún momento, fue un saludo muy formal por parte de ambas. Los vestidos de las dos también eran más modestos, probablemente porque ambas mujeres ya estaban casadas y con hijos. Shinobu se sentó en el asiento junto a la mesa hablando con ellas y Tomioka se quedó a su lado parado, aún debatiendo sobre si debería tomar otro vaso o no, no quería salirse de control y cometer una estupidez.

—Ey, cariño.— El apodo amoroso de su mujer le cayó como agua helada en la cabeza, no sintiéndose cómodo al recibir ese apodo salir de su mujer. Tomioka reaccionó mirando a Shinobu con una sonrisa bastante fingida pero que paso a ser tomada como real.— Hablaremos entre nosotras, ¿por qué no te vas con los muchachos?— Hizo un gesto con la cabeza y Tomioka asintió antes de mirar a donde había señalado.

Se giró visualizando el lugar apuntado y tomó notas mentales a medida que iba caminando con los demás. Reconoció al hijo de Shinjurou, acababa de suplantarlo en la empresa, a Sanemi, quien era alguien que siempre buscaba formarle problemas, a Gyomei, era un hombre agradable e incluso a Tengen, él estaba rodeado de sus supuestas esposas, conto 3 chicas a su alrededor, ¿qué mujer en su sano juicio permite eso? ¿si quiera era legal ese matrimonio? Por su salud mental simplemente no se quiso responder ninguna otra pregunta.

No quiso ir con ellos, se veían muy animados y no tenía buenas experiencias previas con ninguno. El lugar estaba repleto de personas pero él, inexplicablemente, se sentía solo, de pronto la idea de beber para soltarse no fue tan mala en su mente, aunque igual seguía diciéndose que era una estupidez. No escuchó su conciencia y de un trago tomó todo el licor en el  vaso de cristal, reuniendo valor fue a la barra del bar sentándose en un sitio alejado de las personas, una esquina escondida y le pidió al bartender una bebida suave para entrar en ambiente.

Luego de unos minutos llegó su bebida, junto a un hombre de baja estatura que se sentó en un asiento, usaba cubrebocas blanco. Tomioka lo observaba con detenimiento porque jamás lo había visto alguna vez en la empresa, tenía una mirada frustrada y su lenguaje corporal estaba tenso. Mayor fue su sorpresa cuando se dió cuenta que su atuendo no era de traje y corbata como los demás. Sólo era una camisa de botones blanca con rayas negras y un pantalón de mezclilla negro también, su cabello era largo y estaba atado en una coletilla.

Le resultó interesante.

Tal vez está sea la oportunidad perfecta para socializar, pensó Tomioka ignorando el estado tan enfadoso en el que se encontraba el contrario. El único problema que veía Giyū era que no sabía cómo comenzar una conversación.

—¡Oye, tú!— Dijo el más bajo llamando y señalando al bartender con un aura de grandeza, algo irónico cuando él era el hombre más bajito del lugar. Tenía una voz masculina suave, pero grave en el fondo, le resultó agradable de escuchar.— Tráeme un Cóctel Cosmopolitan.— El empleado asintió yendo rápido a realizar su labor, el hombre no bajó su dedo hasta que lo vió darse la cuenta.

Tomioka pensó que sería una buena oportunidad para hablar e intentar socializar con un completo desconocido después de mucho tiempo.

—Ey...— Tomioka comenzó a hablar y el otro hombre lo miró con las cejas arqueadas en señal de una mala cara. Se dió cuenta de los ojos distintos, un nuevo sentimiento distinto a los demás amenazó con avergonzarlo.— ¿No te parece el Cosmopolitan un cóctel muy femenino para beber?— Hablo suave intentando que el otro se lo tome como chiste, pero lamentablemente no se rió.

—¿Qué estás insinuando? ¿dices que soy una mujercita?— Tomioka ni siquiera supo cómo contestar aquello, la voz del desconocido había cambiado a una fuerte y ronca. El hombre tomo su silencio como un sí y un rojo intenso pinto su cara, ninguno supo si era por vergüenza o molestia.— Vete a la mierda.— Apunto con su dedo otra vez, le gusta señalar a la gente, pensó Giyū con un cosquilleo vergonzoso formándose en su estómago.

Vaya, un rechazo directo.

Tomioka encogió sus hombros en un suspiro con un aura muy depresiva saliendo de él, era un inepto para hablar con alguien fuera del trabajo. Observo el reflejo de su ojo en el líquido ámbar con hielo, recordó las miles de cosas que había hecho en algún momento de su juventud por haberse atrevido a decir 'unas copas de más, no están mal'. Sin embargo, olvidando las decisiones estúpidas y obscenas en las que estuvo comprometido, cada una de ellas casi siendo la culpable de sacarlo del closet, tal vez si se controla un poquitito con la cantidad de alcohol podría ser más encantador, como dijo Shinobu.

Con la seguridad sobre si mismo renovada, volvió a tomar muy rápido la bebida, disfrutando del ardor y sensación de alcohol raspando su garganta. Llamó amablemente al bartender con una mano y le pidió un brandy sin hielo, después miro al otro hombre a su lado, quien se había bajado el cubrebocas para beber su Cosmopolitan,  Giyū abrió un poco más los ojos al ver esas extrañas cicatrices rosas adornar sus mejillas y muchas otras preguntas saltaron a su mente.

Por el mero hecho de que le resultó interesante se propuso a ser su amigo, o al menos durar un par de minutos hablándole sin que lo vuelva a insultar. 

Nuevamente, con el brandy en sus manos una sonrisa pequeña apareció.

"Unas copas de más, no están mal".

•~•

Estúpido Kyojirou.

Estúpida fiesta.

Estúpido auto descompuesto.

Estúpido bartender que tarda mucho.

En pocas palabras Obanai estaba insultando a cualquiera que se le cruzará en frente.

Obanai Iguro era una persona que le resultaba muy fácil insultar, señalar y denigrar a las personas ajenas de su círculo social, por cuestiones de su infancia aprendió que lo mejor no es abrirse muy rápido a las personas y siempre tener esa máscara llena de rudeza y grosería para alejar a los aprovechados. Ya tuvo suficientes malas experiencias previas con el mundo para aprender lo básico para sobrevivir sin ser lastimado.

Sin embargo, al mismo tiempo era muy fácil de engañar cuando se trataba de un cercano, en este caso siempre ha sido una presa fácil de Kyojirou, ¡ese estúpido con ojos saltones lo había engañado! otra vez... Él de cabello flameante le había dicho que seria una fiesta tranquila, sin formalidades y que se podría ir si no se sentía cómodo, le había asegurado que estaría con él para que le fuera más fácil socializar, porque según ese idiota él tenía problemas para hacer amigos, ¿él? ¿Obanai Iguro tiene problemas para hablar con la gente? ¡Nunca! Él no tiene ningún problema, no tiene que ser como el 'Señor siempre sonriente' para caerle bien a alguien. Pero por supuesto, en respuesta de su rabieta el más alto termino por dejarlo solo en la boca del lobo para probar su punto.

Primero que todo, jamás había estado en un sitio tan sofisticado, todo era tan fino y visiblemente costoso que de pronto se sintió como vagabundo. E incluso, viéndose en algún reflejo se veía como si fuese uno porque su querido Kyojirou, una persona muy sincera, le dijo que sería una fiesta común y corriente, sin necesidad de aparentar. Debió sospechar cuando lo vió vestido como si fuese ir a visitar a la Reina de Inglaterra, debió insultarlo cuando vió como las personas que entraban vestían trajes caros con accesorios pretenciosos llenos de joyas.

También le mintió en lo segundo, le dijo que no se sentía cómodo y el muy cabeza hueca no le quiso dar las llaves del carro para irse. Esto es una lección para siempre ir en su propio auto cuando va a salir, a la próxima lo tendrá en perfectas condiciones, no como hoy que le falló como advertencia para no venir a este lugar, pero como siempre confío en el idiota sordo de Kyojirou. No quiere estar en este lugar, no conoce a nadie más, no está vestido de la mejor forma y está sentado en la barra esperando un cóctel que ni siquiera sabe si le gustará o no porque jamás ha pedido uno.

Porque eso era otra cosa curiosa.

El pequeño Obanai Iguro, estando tan cerca de sus 23 años no ha tomado nada.

—Oye...— Se giró un poco molesto, no quiere que nadie le hablé. El extraño era un hombre, más alto y probablemente mayor que él. Iguro arrugó sus finas cejas.— ¿No te parece el Cosmopolitan un cóctel muy femenino para beber?— El azabache mayor hizo una expresión de burla, ¿se estaba burlando de él? Un calor se extendió por sus mejillas.

Levantó su dedo y lo señaló, le dijo de la forma más amable que podía que lo dejará en paz y después lo ignoró, hasta que el bartender al fin vino con su pedido y lo dejo al frente de él. No estaba seguro que era un Cosmopolitan, lo escucho pedir en la otra mesa cuando estaba con el traidor que se hacía pasar por su amigo, pero ahora que lo veía al frente de él pudo comprender un poco el por qué el extraño idiota le dijo afeminado. La bebida era de un llamativo color rosa, servida en una copa delgada y triangular con una cáscara de lima de adorno. Sin duda es algo que no hubiese pedido si tuviese una imagen de referencia, no porque se vería afeminado sino porque no quiere seguir pareciendo el bicho raro del lugar. Ahora solo espera que el sabor sea agradable, pero había otro problema.

¿Tenía que quitarse el cubrebocas?

Por supuesto, tenía que hacerlo.

Se encogió aún más en su sitio, mirando a su alrededor fijándose si alguien lo miraba directamente, lo mejor sería tomar de un sorbo la bebida y volverse a esconder. Le echo un vistazo al estúpido que le dijo afeminado, pero él parecía estar más metido en su mente con un peso depresivo en los hombros mirando aquel vaso de color ámbar, aprovechando la oportunidad se bajó lo que cubría su rostro y acercó la copa a su nariz, olia a alcohol pero pudo distinguir un olor cítrico y a arándanos, tal vez sea dulce.

Con inseguridad acercó el borde del cristal a su boca estremeciéndose cuando el liquido toco su lengua, era ácido con un toque dulce, al principio era agradable pero al tragarlo el alcohol raspo y amargo lo más profundo de su garganta. Inevitablemente tosió un poco llevando una mano a su boca cubriendo cualquier gesto de asco o vergonzoso que podría hacer, detestaria que todos sepan que es la primera vez que está tomando estás cosas. Obanai sabe que el alcohol te hace vulnerable a los otros, por eso jamás quiso probarlo, pero en este sitio todos parecen ser personas decentes y podía sentir la mirada perspicaz y protectora de Kyojirou sobre él cada cierto tiempo. Volvió a confíar en él, pero eso no quiere decir que lo perdona.

Saco el celular de su bolsillo y le mando un mensaje, con la esperanza de que lo conteste.

~

¡Imbécil, me mentiste!
10:48PM✓✓

Me dejaste solo.
10:48PM✓✓

No me dijiste como ir vestido.
10:48PM✓✓

Tampoco me dejas ir.
10:49PM✓✓

Ojalá te mueras.
10:49PM✓✓

Kyo:

¡Es una pena que te molestes, hermano!
10:50PM

Pero es necesario para que empieces a tener amigos.
10:51PM

Yo tengo amigos, tonto.
10:51PM✓✓

Además, ¿Qué tiene que ver eso con no decirme cómo ir vestido?
10:52PM✓✓

Kyo:

¡Eso era una broma! JAJAJAJAJA
10:52PM

¿Qué amigos tienes?
10:52PM

Senjurou y Kaburamaru no cuentan.
10:52PM

Eres un imbécil.
10:53PM✓✓

Bueno...
10:53✓✓

igual no necesito amigos.
10:53PM✓✓

Kyo:

¡Necesitas buenas habilidades sociales!
10:53PM

Si quieres tener un buen trabajo debes calmar tu venenosa lengua, Oba.
10:54PM

Tengo buenas habilidades sociales, te lo puedo demostrar.
10:54PM✓✓

Kyo:

Mmmm...
10:54PM

Entonces te tengo un reto.
10:55PM

El hombre vestido de negro a tu lado es Giyū Tomioka, háblale.
10:56PM

No quiero.
10:56PM✓✓

No me da confianza.
10:56PM✓✓

~

En realidad, Iguro no quería acercarse al hombre por la ofensa que le había dicho hace unos minutos. Sin embargo, decirle lo que sucedió a Kyojirou lo haría reírse y después llevarlo con él, el rubio no sabe que no ha bebido en su vida. Sería un dolor de trasero que le prohíba beber al frente de otras personas, siendo entre los dos el propio Obanai el mayor.

~

Kyo:

Él es muy tranquilo, incluso aburrido.
10:57PM

Es alguien en quien puedes confiar, lo garantizo.
10:58PM

Está bien.
10:58PM✓✓

Pero si lo logro me llevas al museo.
10:59PM✓✓

Kyo:

¡¡¡TRATO HECHO!!!
11:00PM

Pero sí fallas tendrás que brindarme los almuerzos toda la semana.
11:00PM

~

Dejó de responder casi arrepintiendose, pensar en la mínima posibilidad de perder logra hacer que él y su cartera empiecen a temblar. Debe enfocarse en ganar si no quiere tener una deuda millonaria. Guardó su celular y volvió a pedir el mismo cóctel al cantinero, bastante rasposo en su garganta pero agradable, además debía fingir que sabía lo que estaba tomando y no probar todo porque sí. Se volvió a acomodar su cubrebocas mientras esperaba su pedido, después suspiró y miró al hombre a su lado, sorprerdiendose en su sitio. A penas le quitó la vista unos minutos y ya tenía más de un par de vasos terminados al frente de él.

¿Es idiota o qué?

Todo el mundo sabe que tomar tan de esa manera es peligroso.

Incluso Iguro era consiente de aquello por experiencias desagradables con su madre. Pensó en lo que le dijo Kyojirou respecto a él, ¿tranquilo? Si bien su rostro sereno y apacible lo hace parecer bastante tranquilo, sus acciones demuestran lo contrario, ni siquiera ha termino por completo el vaso cuando ya está pidiendo otro. Obanai arrugó el rostro y tapó su cara con sus manos pensando en como sacarle conversación a un 'borracho' en este momento, era pasar un momento vergonzoso o gastar el sueldo de 2 meses en sólo una semana por el enorme apetito de Rengoku.

El más bajo reunió un poco de valor y empezó a hilar una serie de ideas sobre como podría comenzar una conversación después de haberlo mandado textualmente a la mierda. No lo haría por medio de una disculpa, Obanai no es de los que se disculpan, menos si quien cometió la falta es la otra persona, tampoco lo haría por medio de algún chiste estúpido porque tampoco es de los que hacen bromas, mucho menos le pediría la hora como excusa porque está seguro que lo vió sacar el celular mientras escribía.

Volvieron a traerle el mismo cóctel y Obanai sintió su estómago encogerse por esperar el mismo sabor dulce y ácido de hace un momento. Bajó su cubrebocas a la vez que daba un suspiro pequeño.

—Ey, afeminado.— Escuchó la voz del mismo hombre un poco arrastrada a su lado. Una vena de la cólera se asomo por su frente por haberlo llamado así otra vez, de inmediato giró su cuerpo a mirarlo.— ¿Cómo te llamas?— Dijo con una voz más solida, incluso se acerco y se sentó en el asiento de distancia que faltaba.

—¡Tú...!— Alzo su dedo apuntando con fiereza pero se mordió la lengua por el insulto que iba a gritar, no podía desaprovechar esta oportunidad de hablar con el dichoso 'hombre tranquilo' de nombre Tomioka. Trago su orgullo sonrojándose violentamente por aceptar aquel apodo estúpido y vergonzoso.— Me llamo Obanai Iguro.— Con pecho inflado de vergüenza y ganas por romperle la cara, o al menos decirle un par de insultos, Iguro solo sonrió hipócrita.

Él tiene buenas habilidades para socializar.

Él tiene buen autocontrol.

—Lindo nombre.— Sonrió un poco más, mirando como el hombre quitaba el dedo acusador y criticón de su cara. Después de eso movió sus ojos azules hasta el Cosmopolitan ajeno, alzó una ceja.— Aquí deben servir los mejores Cosmopolitan de todos si pediste dos...— Iguro reprimió un quejido de molestia cuando lo vió acercar su mano a él con lentitud, pero la dirección cambio drásticamente casi como si lo molestará al cóctel, a SU cóctel.— Me permite-.

—Pudrete.

Obanai lo detuvo en seco apretando su muñeca cuando vió que llevaba la copa de cristal a su boca. Por el movimiento sopresa la decoración de piel de lima cayó al suelo, el líquido rosa chispeo del borde y se resbalo a los dedos del más alto llegando incluso a los suyos, ambos también mancharon su atuendo. Giyū tuvo un segundo de desconcentración que el más bajito aprovecho para quitar la copa con su otra mano, el mayor pudo ver cómo dejaba el cóctel en su sitio antes de mirarlo con malos ojos, si las miradas pudiesen matar está seguro que estaría más que muerto.

Obanai no puede creer que Kyojirou considere a este tipo 'tranquilo', ¡por favor! ¿Con qué clase de gente se junta ese imbécil? Por un pequeño segundo miro en la mesa en donde estaba el rubio, viendo al instante al tipo gigante con 3 esposas y sonrisa estúpida, después a un albino que gritaba groserías y un hombre del tamaño de una montaña llorando entre rezos, pensó gracias a eso que tal vez su amigo no debería juntarse con esta clase de gente tan desubicada y extraña. Quiere salir corriendo del lugar, no soporta más estar en este sitio.

—Me disculpo.— Obanai volvió a mirarlo al instante, apretando los labios y arrugando el entrecerró a la defensiva.— Ni siquiera te he dicho mi nombre para acercarme así.— Su mano fue hasta su cuello rascando con aparente vergüenza sin embargo, la pequeña sonrisa de su rostro delata que ha disfrutado la situación.— Soy Giyū Tomioka.— Obanai ya sabía, igual abrió los labios simulando una sorpresa.

—Un gus-gusto.— La tensión en su garganta le impidió hablar adecuadamente, el sonrojo en sus mejillas era por la colera hirviente que iba acumulándose en su garganta. Estaba molesto, le desagrada por completo este tipo.

Es entonces que un silencio incómodo se hizo presente entre ambos, lo único que calmaba la ansiedad era la suave música ligera de fondo que ambientaba la fiesta. Obanai volvió su vista al cóctel y se lo terminó de tomar sintiendo el sabor diferente por el cambio de temperatura, hizo una mueca con sus labios arrugando toda su cara. Sintiendo algo extraño en la garganta y la boca del estómago, Obanai prefirió dejar la copa de lado y jamás nunca volver a tomar, era desagradable. Estaba a punto de subir su cubrebocas pero Tomioka lo interrumpió.

—Esta es tu primera vez, ¿no es así?— Nuevamente Giyū saco conversación, parecía que no se rendiría. Obanai hizo un sonido con su garganta y lo miró con los ojos sobre abiertos, tan intensos que Tomioka podía sentir como hacían unos agujeros en su cara,  estaba seguro que si no fuera por el color rosado en aquellas mejillas Iguro sería una persona bastante intimidante en este momento. Se removió en su asiento para una posición más cómoda.— Se nota demasiado que eres primerizo.— Obanai había pensado otra cosa por la mala elección de palabras, pero por el gesto que hizo el hombre con el vaso avisó que hablaba de beber.

—¿Y tú qué carajos sabes? ¡Por supuesto que he tomado mucho!— Cruzó sus brazos a la altura de su pecho, sintiendo una ansiedad creciente en el fondo de tomar aún más para probarle a ese imbécil que su suposición verdadera era falsa.— No sé porque dices una barbaridad como esa, estúpido.— Intentaba. De veras que Obanai intentaba ser más amable en esta conversación pero la cara de idiota que tenía ese hombre se lo impedía, sobretodo esos comentarios que hacía sobre él.

En el fondo tenía la esperanza de que se ofendiera y lo dejara solo, incluso que lo insultara devuelta en una pequeña pelea pero solo se ganó una risa resonante de Tomioka. Obanai de una vez adivino que el alcohol lo hacía tonto ante la situación, eso no lo hizo dejar de estar alerta pero si que lo relajó con lo que debía y no debía decir. Volvió a mirar brevemente la mesa donde estaba Kyojirou y él parecía mirarlo haciendo un gesto con la mano, su expresión lo observaba como si estuviera salvando el mundo.

Sordo estúpido. Pensó Obanai con cariño volviendo a mirar al azabache más alto.

—Esta bien, afeminado alcohólico.— Iguro sentía su mano convertirse en un puño listo para golpear aquella cara bonita, ¿por qué se enfocaba en decir apodos? ¡Él tenía un nombre!

—Soy Obanai Iguro, no me gustan los apodos.— Repitió nuevamente forzando su tono, era algo inconsciente agravar o agudizar su voz dependiendo de su estado de animo.

Giyū apretó los labios sintiendo otra vez aquella presión en el estómago por escuchar el cambio drástico en la voz de Iguro, el mayor pensó que lo mejor era dejar de llamarlo así. El alcohol tal vez ya este haciendo estragos en el cerebro de Tomioka, destruyendo todo tipo de razonamiento lógico pero aún así sabe muy bien cuando debe detenerse si no quiere ser golpeado.

—Muy bien, Obanai.— Iguro hizo una mueca de satisfacción tras escuchar eso, las lineas de expresión entre sus cejas desaparecieron unos segundos. Giyū pudo sentirse aliviado por no ser golpeado aunque el alivio le duró poco porque Iguro volvió a agudizar su rostro.

—No me llames Obanai, no te conozco.— En este momento actuaba como un niño, se dijo Giyū a si mismo en el silencio de su mente.— Llamame Iguro, ¡no confío en tí!

Que tradicional, pensó Giyū. No es que le importara llamar a alguien por su apellido o nombre, es solo que esa clase de cosas lo hacía solamente la gente mayor. Tomioka no se considera un hombre 'moderno', algunas veces se rehusaba a cambiar por la moda . Pero llamar a alguien por su apellido era algo que jamás llegó a considerar, como casi nunca se comunicaba se podría decir que llamaba a todos por sus nombres, no llegó a considerar que podria ser algo irrespetuoso para algunos.

Como sea, no es que Tomioka este sobrio para pensar en eso con detenimiento. Por ahora piensa que es Obanai quien sólo quiere quejarse, (cosa cierta).

—Eso es de gente anciana.— Aseguró Tomioka. Mentiría si dijera que no disfrutaba ver cómo Iguro arrugaba más el rostro con cada pequeña 'insolencia' que decía. Mientras no vuelva a hablar con voz gruesa, Giyū se siente con la autorización de seguir adelante.— No me agrada eso, vamos a relajarnos y conocernos mejor.

Obanai casi podía jurar que usó un tono más coqueto con aquella última frase, inevitablemente se puso un poco más nervioso y molesto por aquella osadía. Primero le dice apodos absurdos y tontos, después quiere beber de su cóctel y ahora quiere conocerlo, ¿qué le sucede? Iguro junto los pies apretando los labios cubiertos, se encogió de hombros y se tomó su tiempo para contestar. Miró un segundo a Kyojirou pero él parecía estar muy ocupado riendo con el hombre de muchas mujeres.

Estar sólo y sin el apoyo de Rengoku hace que sienta que el rubio tenía razón, no tiene buenas habilidades sociales. Aún así, simula tener seguridad en si mismo aunque está seguro que Giyū conoce su estado en este momento.

—Veo que estás nervioso, ¿Por qué no tomas otro trago?— Tomioka sonrió de manera ladina antes de tomarse el trago que tenía en sus manos para después hacerle una señal al bartender, quien se apresuró a ir con él.— Estaremos en otra mesa más privada, ¿Nos llevas una botella de vino, por favor?— Ignoró con toda la intención la cara de desconcierto de Obanai, Tomioka lo miró de reojo haciendo brillar con una especie de encanto el azul de sus ojos.

Definitivamente le estaba coqueteando, ¿Qué clase de hombre lo hace tan arbitrariamente con otro? El estómago de Iguro se revolvió y ni él mismo supo si fue por el cóctel, el asco o los nervios de no ser capaz de negarse a esos ojos cautivadores.

—Pero señor, recuerde que esa clase de pedidos no están pagados por la empresa.

—¿Ah, no? No te preocupes, no importa.— Hizo un gesto con la mano y tomó una postura más segura, bastante elegante.— Yo pagaré por todo.

—En ese caso ¿Cuál vino le gustaría que le lleve?

—Un Pinot Noir está bien.— En realidad no sabe de vinos, solo quiere hacerse el interesante para impresionar y así hacerse amigo de él. Está queriendo ser más "encantador" por el alcohol, como dijo su esposa. Es obediente.— Oh, aunque...— Tomioka miró a un lado y el de ojos desiguales saltó en su sintió con bastante recelo, no estaba para nada cómodo con la idea de irse a una mesa con un borracho.— Mejor un Chardonnay, es mucho más suave. No me quiero sobrepasar con él.— Giyū señaló al hombre de baja estatura y el empleado dio una expresión de entendimiento, como si hubiese entendido la 'indirecta'.

Sobrepasarse.

Tomioka en realidad no estaba dando indirectas, al menos intentaba no darlas. Quería ser amable y encantador, pero como siempre, cada vez que el licor entra en su organismo lo hace propenso a estupideces. Giyū se levantó de su asiento, mirando a los alrededores en busca de la mirada de su esposa casi pidiendo permiso para moverse de lugar y entre la multitud observó a la mujer quien también lo miró, hizo un gesto de felicitación, contenta de que Tomioka se haya hecho amigo de alguien, y después siguió charlando alegremente con Kanroji cómo si nada.

Por la reacción de la mujer Tomioka se levantó y le tendió la mano a Iguro, esperando a que este le correspondiera con un gesto no amable, pero sí cooperativo. En su lugar Obanai se quedó en su sitio de brazos cruzados agudizando los ojos, no estando para nada cómodo ante la situación pero se veía obligado a aceptar. No quiere desperdiciar el dinero en almuerzos absurdos.

Por el deber de cumplir con la apuesta acepta, pero eso no quiere decir que debe ser amable.

—Baja la mano, no me agradas.— Aún así se levantó del asiento y chasquea la lengua por la diferencia de altura entre ellos. Fija su visión en Kyojirou un segundo y el hombre pareciera que ventiló su apuesta con sus amigos porque todos veían asombrados a la dirección. ¿En serio era tan extraordinario hablarle a Tomioka? Pero si el tipo pareciera ser un completo extrovertido. Volvió su visión a Tomioka, quien seguía con la mano extendida. Se limitó a rodar los ojos.— Agh, te dije que no-.

Él mismo se interrumpe.

De pronto se fija en la extremidad extendida y ve el anillo de casado en su dedo, era plateado y lo lucía con todo el descaro del mundo, mientras le está tendiendo la mano para llevárselo a otra mesa y coquetearle con más privacidad, porque eso es lo que ha estado haciendo durante todo el rato que llevan hablando en la barra. O al menos es lo que pudo percatarse cuando lo miró con aquel brillo.

Ahora tenía otra razón para no tomar la mano de ese tipo, ¿quién se creía? Seguramente la mujer andaba por allí.

—Deja de hacerte el galán, estás casado. Infame.— Aún con aquel insulto y el rostro de sorpresa en el borracho Tomioka, Iguro fue caminando hasta una de las mesas desocupadas, estaba un poco más privado de lo que debería pero no se fijó en eso. Cuando se sentó Giyū también lo hizo, pero este se le quedó mirando completamente extrañado.— ¿Qué?

—¿Qué tiene que ver que este casado? Quiero conocerte, Obanai.— Una mala elección de palabras hizo sentir a Obanai incómodo, tensó los hombros y prefirió ver a un lado sin poner los ojos en el hombre borracho. Tomioka no entendía, no estaba haciendo nada que se fuera considerar como raro puesto que la misma Kochō miraba el panorama sin molestarse e incluso lo animaba a conversar.— A mi esposa no le importa que esté con otras personas, ella lo hace todo el tiempo.

Iguro parpadeó incrédulo moviéndose en su asiento, observando sutilmente a un lado viendo como Rengoku le hizo una seña de advertencia de algo, tal le quiera avisar que esta casado, aún así Obanai lo ignoró y se volvió a concentrar en Tomioka, no creyéndose nada de lo que dice el mayor. Sin embargo, tampoco es como si fueran a coger o algo similar, solo hablan abiertamente al frente de muchas personas.

—¿Esperas que me crea eso? Seguramente tu mujer ni siquiera está aquí.— Habló Obanai desde la ignorancia usando su mano para posar su barbilla, inclinándose inconscientemente a Tomioka quien está sentado al otro lado de la mesa, mirándolo con aquel toque encantador que comenzaba a cautivar al menor sin que este se diera cuenta.

—Por supuesto que está aquí, es ella. Mírala.— Usó su dedo para señalar a su mujer al otro lado del salón con una sonrisa ladina, agrandandola más por la mirada curiosa de Iguro al mirar a esa dirección.— Es la de mechones morados, se llama Shinobu Kochō.— Declaró esperando que fuera suficiente para Iguro, no entendía de dónde había salido el tema de su matrimonio ¿A caso sus palabras se mal entendían mucho?

—Ah, vale.— Dice Obanai despues de ver a la mujer, muy bonita, piensa y se pregunta como un hombre coqueto y con tintes egocéntricos como el azabache pudo enamorarla. Decidió no pensar en eso y se enfocó en otra cosa.— ¿Kochō? ¿No sería Shinobu de Tomioka? No me digas que son de esos ridículos matrimonios donde no cambian sus apellidos.

—A ella le gusta presentarse con su apellido de soltera, a mí me da igual.— Confesó alzando los hombros, no se había preocupado en pensar en aquello.— Como sea, hablar de mi mujer no es algo que me encante...— A decir verdad aún se sentía un poco obligado a seguir estando en esta fiesta al rededor de muchas personas.— Háblame de tí, no te había visto antes, ¿Eres invitado de alguien o te colaste? Estás vestido muy fuera de lugar.

Iguro mira a Giyū con molestia, él sabía muy bien que su ropa no es la mejor pero no fue su culpa, sino la de su estúpido de hermano. Cruzó sus brazos y se recostó en la cómoda silla arrugando la nariz y las cejas, sino tuviera su mascarilla probablemente dejaría ver cómo sus labios también hicieron una mueca.

—Ni lo menciones, sé que no estoy con la ropa adecuada ¡Pero fue culpa de quien me invitó! Me dijo que sería una fiesta común y corriente, no está clase de estupideces pretenciosas.— La voz de Obanai es amarga, su rostro más allá de presentar enojo, mostraba incomodidad e incluso un poco de vergüenza, sintiéndose en el fondo un poco poca cosa al rededor de las personas. Ni siquiera era capaz de pedir un cóctel apropiado.— Quien me invitó fue Kyojirou Rengoku.

Giyū abre sus ojos sorprendido por la revelación, después se fija mejor en Iguro, en su apariencia, inconscientemente pareciendole muy atractivos esos ojos, reconoce que son hechizantes cada vez que se dejan ver de manera prolongada. Giyū mueve su vista y ve al rubio en su mesa, mirando de manera intensa, no parecía mostrar la felicidad agradable que lo caracterizaba.

En su lugar... Parece estás molesto, mirándolo a él con desaprobación, ¿Por qué será?

¿Estará celoso?

Kyojirou y Obanai estarán...

—¿Son novios?— Pregunta arbitrariamente, no sabiendo porqué en su interior la duda lo vuelve loco, como si estuviera hirviendo en una mala emoción, similar a los celos... ¿Por qué estaría celoso? Debe ser el alcohol que le hace confundir cosas.

Iguro se alarma y sonroja un segundo, arrugando sus cejas mientras que en sus cautivadores ojos podía percibirse el sentimiento de asco muy arraigado.

—Qué asco, no.— Se adelanta a decir, negando con una mano.— Kyojirou es casi como mi hermano, sus padres me acogieron cuando era niño.—Giyū pudo distinguir con facilidad la manera en la que Obanai aflojó la mirada, si no fuera por su mascarilla seguramente se podría ver una sonrisa tierna.— Él es mi mejor amigo...

Tomioka asiente, debatiendo sobre preguntar un poco más pero al mismo tiempo no quiso molestar, no le gustaría que Iguro se altere y comience a decirle metiche. Por eso prefirió evitar preguntar más acerca del porqué de la acogida, y si sus cicatrices tuvieron algo que ver con eso.

—Entiendo... ¿Eres soltero o estás en una relación?— Vuelve a cambiar la conversación, no siendo muy bueno en temas personales, sin contar que por un segundo pudo ver cómo Obanai lo evitó mirar pues sus ojos se entristecieron. Un mal recuerdo, probablemente. Con toda la osadía llevo su mano a la de Iguro, cubriendo la pequeña extremidad con su palma en afán de querer mostrarle un poquito de apoyo.

Aunque claro, debido a la naturaleza de su actitud coqueta y la manera íntima en que acaricio el dorso de la mano Iguro se puso en alerta, no quitando la mano pues los nervios no se lo permitieron, sin embargo, lo miró con la mirada sorprendida.

—Y-Yo estoy soltero...— Admite el azabache más bajito reprimiendo la risa nerviosa que amenaza con salir, no quiere dar a entender que le gusta la cercanía que está tomando el mayor con él. Se siente muy incómodo, el anillo reluciendo en su dedo grita que está casado, la mujer los debe estar observando, Obanai no debería estar interesado.— No estoy in-interesado en las relaciones actualmente.— Confiesa, dando una pequeña indirecta al mayor que no entendió, pues sus dedos rozaron los suyos con dulzura antes de alejarse.

—Oh, qué pena, me imagino que tienes a un montón de pretendientes haciendo fila por tí.— Dice Tomioka con una sonrisa, volviendo a mirar con gusto al menor. Pudo percibir como Obanai iba a decir algo, al mismo que tiempo que quitaba su mano de la mesa y parecía esconderla en su regazo, pero justo en ese momento el mesero aparece, con la botella de vino entre sus manos.— Ya era hora.

—Lo lamentó por la tardanza, señor, recuerde que la marca Chardonnay es exclusiva, debemos informar su pedido antes de traerlo.— El mesero está apenado, abriendo la botella con el saca corchos, emitiendo un sonido espumante y logrando sacar un par de gotas. Obanai miraba con vergüenza la situación, se sintió algo presionado mientras observa como su copa es llenada de vino blanco.

—Lo entiendo.— Es lo único que logra decir Tomioka cuando acerca su copa al mesero para que sea servida, sonriendo aún más cuando el hombre de uniforme dió una reverencia y se fue tan rápido como vino.— Y bien, ¿en qué nos quedamos?— Pregunta Tomioka con una sonrisa, tomando la copa para menear un poco el interior. Se estaba haciendo el interesante, Giyū no tenía idea del porqué se hacía eso antes de beber vino.

Iguro sale de su nerviosismo y se encoge un poco, no sabiendo porqué de pronto el hombre de ojos azules parecía ser tan atractivo. Tal vez sea su personalidad audaz y coqueta, o el hecho de que nadie jamás lo había tratado de esa manera, siempre huyen al primer insulto, y si se quedan se largan al ver sus cicatrices. Sin embargo, Giyū vió su rostro y aun así se interesa en halagarlo, soportó sus groserías y aun así busca conversar con él.

Tal vez sea desagradable por estar casado, su mujer estando a unos cuantos metros, pero aquello se hizo cada vez más pequeño a medida que Iguro tomaba el líquido alcohólico de su copa.

—En realidad, nadie ha tenido interés en mí.— Comenta risueño Obanai, con su mascarilla a un lado sin poder mirar a los ojos al contrario, sintiéndose nervioso y eso se notaba por como con una mano intentaba tapar parte de su rostro.

—Me parece absurdo, eres un hombre muy apuesto.— Dice Tomioka, siendo honesto está vez, disfrutando del cómo el menor se sonrojó por sus palabras. Aquellas mejillas magulladas tornandose de un tono rojizo mientras que se intenta ocultar con unas pequeñas manos era hipnotizante.— Deberías tener a todo el mundo a tus pies.

—Yo... Yo no soy...— Iguro se ríe, sin ser capaz de responder a los halagos, sintiéndose extrañamente avergonzado, sus mejillas rojas y su visión un poco ladeada. Tal vez sea por el alcohol, su incapacidad de resistirlo le recordó que está era su primera vez tomando.— Lo dudo mucho.— Admite, tomando la copa y llevándola a su boca, tomando demasiado deprisa por los nervios traicioneros.

—No dudes de tu atractivo, he de confesarte que ya me tienes rendido.— Giyū sonríe un poco avergonzado de sus palabras, sintiendo diversión cuando escucha como Iguro tose en su sitio, casi escupiendo el vino por la sorpresa. Tomioka de manera tan apresurada comenzó a olvidarse y minimizar el hecho de que su esposa seguía compartiendo el mismo plano existencial.

Obanai con las mejillas rojas no sabe muy bien cómo responder a eso, se sentía bien, Iguro comenzó a sentir unas mariposas en el estómago, sintiéndose extrañamente liviano. Los ojos bicolores miraron al mayor y tuvieron una especie de brillo, dejó de tapar su rostro para llevar las manos a la mesa, estremeciéndose cuando Tomioka volvió a tomarlas, acariciando sus dedos, apretando, tomándolo de manera delicada, como si no quisiera que Obanai se asustara o lastimara.

—Tú... Tú tienes esposa, Tomioka.— Recuerda cuando sintió en su piel el metal frío, después miró al anillo plateado, brillando y reflejando el alrededor, aún diciendo eso Obanai fue incapaz de alejarse, para su propia sorpresa comenzó a jugar con los dedos de Tomioka, acariciando.—  Aunque seas algo desagradable, me resultas interesante... Supongo que ella es muy afortunada de tenerte.

Giyū quiso reírse por ese comentario, por supuesto que no, ninguno es afortunado. Su unión siempre había tenido más problemas que los matrimonios convencionales, siempre había alguna razón para discutir o no respetar a las decisiones contrarias. Que Tomioka esté aquí, tomado, después de todos los problemas que beber le traía, era gracias a ella, siempre queriendo controlar todo a su antojo con una sonrisa desgraciada. Apuesta a que Shinobu definitivamente quiere que haga una estupidez en público, tal vez espera que sea como en la universidad.

¿Cómo podría olvidar a la universidad? Aquella etapa dónde está seguro que aprendió más sobre sexo, drogas y alcohol que de su propia carrera, a penas recordando el rostro de sus profesores pero aún sintiendo los golpes que había recibido en su cara por pasarse de gracioso con la pareja de alguien. Siempre siendo un atrevido cuando una gota de licor entraba en su sistema. Este momento era la prueba viviente de eso.

Está casado y aun así le coquetea libremente a alguien, al frente de su esposa en un espacio cuadrado que tiene presente a las personas más importantes de la vida social de cada uno. Lo peor es que ni siquiera disimula sus intenciones, tomando de la mano de Obanai con dulzura mientras sentía su piel arder por como el menor pareciera sentirse halagado, siguiendo su juego a la par que se sonroja.

—No digo que sea necesariamente afortunada...— Comenta con su voz riendo y rodando los ojos.— Como sea, ¿Podemos dejar de hablar de ella?— Pide con una voz fingida, pareciera triste y llena de drama, sonriendo con alegría cuando ve como Iguro asiente, volviendo a sentirse nervioso, como si la consciencia y la moral fueran lo suficientemente fuertes como para resistir sus ganas. Obanai aleja sus manos y vuelve a esconderlas debajo de la mesa.— Bien, hablemos de cosas más interesantes...— Piensa Giyū viendo como Obanai vuelve a tomar de su copa con rapidez, acelerando sin querer el proceso de emborrachamiento.

Ve como la boca cortada de Obanai sigue roja, observa el líquido bajando por su garganta la cual se movía al realizar el trabajo de tragar, no sabe porque, pero Giyū quiso ver más de sus expresiones.

—Veamos...— Piensa, mirando a los alrededores en busca de pistas. Hasta que la consigue y  su rostro se incendia en perversión y coquetería.— ¿Qué hay de tu vida sexual?— Obanai vuelve a atorarse, volviendo a toser repetitivamente con mucho bochorno. Arrugando las cejas un poco molesto por aquella pregunta tan arbitraria, la sonrisa de Tomioka no se quitaba e Iguro se sentía expuesto.

—¿Po-por qué preguntas eso? ¿Eres un jodido pervertido?— Acusa molesto visiblemente, pero en el interior comenzaba a avergonzarse otra vez. Con su estómago como revoltijo, no sabiendo muy bien como responder a esa pregunta, ¿Debería ser honesto?

Tomioka se ríe por el pequeño "insulto", acepta en silencio que puede ser un poco pervertido y después se inclinó en la mesa, acercándose de manera peligrosa a Obanai, quien no se movió ni un centímetro.

—Supongo que sí soy un pervertido, ¿Sabes por qué?— Obanai niega lentamente, dudando sobre si acercarse de la misma manera, si eso sucede ambos estarán a centímetros,  casi a punto de besarse. Debido a eso es que no quiere hacerlo, decide seguir en su estado similar a estatua.— Quisiera saber que se siente lamer tus cicatrices, desde aquí se ven tan encantadoras.

—Tú...— Obanai respira agitado, apretando sus labios con mucha molestia.

Obanai iba a insultarlo, decirle que no quiere ventilar su vida personal con él y mucho menos dejarle tocar sus cicatrices, sin embargo, aquellas últimas afirmaciones lo hicieron reír con bochorno. No teniendo idea de qué diablos le estaba viendo el mayor, tal vez está viendo al mundo con ojos de borracho. Eso explicaría porque se esfuerza con él.

—En serio estás borracho, mira que decir esas cosas sobre mis cicatrices es...— Se tomó un segundo para buscar una respuesta, observando los candelabros dorados en el techo.—... como decir una falacia.— Ve como el mayor por primera parece enfadarse, arrugando las cejas.— Y respondiedo... N-no he comenzado mi vida sexual.— Admite haciendo un ademán con la mano, intentando, de por favor, no parecer demasiado idiota. Se siente mareado y se revela por la manera en la que se tambalea aún en la silla.— Nadie me ha parecido interesante.

Iguro piensa, "en realidad a nadie le parezco interesante". Pero eso lo haría verse más patético.

—Hace un minuto me dijiste interesante, ¿Eso quiere decir que puedo ser tu primera experiencia?— Pregunta con descaro, pidiendo con sus manos que Obanai se acercara a él, que se inclinara a la mesa e Iguro tembló ligeramente, con sus manos temblando con pequeños espasmos, no sabiendo dónde conseguir el valor de escapar o el descaro de obedecer.— No seas tímido, no pienso hacerte nada malo. Por favor, ven, Obanai.— La forma en la que pronunció su nombre le dió un vuelco al cerebro de Iguro, quien después de suspirar se fue acercando, poniendo sus manos a la mesa e inclinandose para apretar los labioss, temiendo a que sea besado. Tomioka sonríe.— Desde aquí se ven más lindas...— Admite, observando las heridas cicatrizadas y percatandose de que Iguro se volvía más amasable y tímido después de cada halago, también que dejó de estar en la defensiva volviéndose más dócil después de infectarse con el alcohol.— ¿Puedo tocarlas?— Su mano juega al acercarse, haciendo que Obanai de un respingo por el susto, pero después se queda quieto con sus dedos a pequeños centímetros de la piel.

Obanai se siente asfixiado, teniendo la vergüenza y la sensación, casi certeza, de que todos los ojos sobre el lugar los deben estar observando.

—Tomioka, estás c-casado, todos nos observan.— Dice temblando, moviendo sus ojos desiguales a todas direcciones, casi paranoico por las personas.— Tu mujer es-está mirando.

Su miedo era cierto, personas que no conoce, pero está seguro que Tomioka sí, están viéndolos desde lejos. Seguramente todos pensando ¿Tomioka no está casado? ¿Su mujer no está justo allí? ¿Quién será él? Tal vez incluso la propia esposa de Giyū lo debe estar viendo mientras le lanza insultos, no quiere imaginarse lo que Kyojirou debe estar pensando de él.

Ni siquiera puede pensar en lo que él piensa de si mismo, simplemente se estaba sintiendo fuera de si.

—Ella no es importante, deja de nombrarla, en este momento quiero sentirte a tí...— Pide con los ojos azules brillando en esfuerzo, un candor hechizante hace que Obanai dé un suspiro pequeño pero temeroso antes de simplemente cerrar los ojos y asentir, siendo él mismo quien corta la distancia pegando su mejilla con los dedos.

Tomioka empieza tocando con las yemas de sus dedos las pretuberancias, siendo egoísta y teniendo un pensamiento lastimero en el fondo, agradeciéndole al infeliz que le hizo eso al joven. Después nota como Obanai parece abrir los ojos, mirándolo con sus fanales pidiendo una especie de ruego.

—¿Te gus-gustan...?— Pregunta, logrando sacar una sonrisa dulce de los labios de Giyū. Obanai estaba ansioso de algo, no sabía de qué, su cerebro lo sentía flojo y actuaba por impulso, cada vez que quiere moverse así sea un centímetro siente como todo el mundo se mueve con él debajo de sus pies. En su interior había algo que exigía cosas, no podía comprender que es lo que decía por si mismo, pero estaba arañando su interior.— Por favor, dí que te gustan...

—Me encantan, se sienten perfectas.— Dice Tomioka disfrutando con sinceridad, viendo el momento con una mezcla extraña de emociones y deseos, queriendo poder acercarse para morder y lamer los laterales de Obanai, pero al mismo tiempo seguir manteniendolo tranquilo, tal vez dulce al acariciar e incluso besar.— Tus expresiones son perfectas, todo de tí, Obanai, es perfecto. Siento que me gustas.

Ahí es donde Obanai entendió, y la manera en la que su cabeza se ladeó para ser atrapada por la palma de Giyū, quien se encargó de seguir susurrando cumplidos, le hizo saber que lo que sentía arañando sus paredes internas era una pequeña parte de si mismo, queriendo recibir atención de alguien, de quién sea, pero que se sienta sincero. Siempre había intentado verse fuerte, la vida lo orilló a ser ese tipo de persona, aquella que primero insulta y después se va, sin siquiera preguntar. Esos muros tan altos y difíciles de penetrar que construyó él mismo, fueron aplastados por el alcohol, el cual lo hizo más dócil y más abierto a escuchar.

Tomioka tampoco se sentía del todo atrás con respecto a estos sentimientos, disfrutaba de una manera genuina del como Obanai se dejaba apreciar y dar cariño, Tomioka anhelaba dar cariño. Siempre quiso que alguien sea capaz de entender su propio corazón cursi, aquel que da más de lo que pide, que solo quiere que entiendan y sean felices con su actitud apática pero sensible. No puede dimensionar de todo el panorama, estaba mucho más preocupado en observar y halagar al más bajito que de percatarse del alrededor.

Obanai se ríe, es una sonrisa sincera, nerviosa pero agradable, viéndose agradecido por las palabras que son dadas por Tomioka, quien no desaprovecha la oportunidad.

—Esa sonrisa...— Dice Giyū con dulzura, tomándose el tiempo de alzar por la barbilla el rostro sonrojado de Iguro, mirando con cariño a esos fanales intensos, sus fauces amarillas y verdes brillaban al verlo. Tomioka distinguió esa mirada como el comienzo de un sentimiento más fuerte en el corazón ajeno, ¿Seguramente se esté enamorando? De pronto, Giyū se sintió halagado y feliz por ese sentir.— Tu sonrisa es la más bella que he visto.— Admite, sonriendo aún más cuando Iguro la agranda evitando mirarlo, con el sonrojo haciéndose oscuro.— Tus labios son tan bellos, me preguntó si...— El pulgar se atreve a presionar su boca, percatandose de la suavidad de estos, sintiendo lo gordito que están.— Son suaves.

De pronto, ambos se miran. Ignorando el pequeño bullicio de fondo, evitando pensar en las personas al rededor de ambos que los miran con desaprobación, simplemente dejando de pensar y compartiendo el pensamiento de pedir un beso. Uno al frente de todos, que sea tierno, dulce y lleno de lo que sea que sus cuerpos sientan en estos instantes.

—¿Puedo...?— Pregunta Tomioka acercandose, ladeando por el mentón el rostro de Iguro mientras lo acercaba a él, en el proceso cerraba sus ojos.

—¿Puedes...?— Obanai dice dejándose llevar, cerrando sus bicolores mientras sus labios se ponían en posición para recibir un beso.

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