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III


 "¿Dicen que todos estamos en una búsqueda constante de lo que somos, pero como sabemos que es lo que nos falta?"

Ayer Dalton, en su búsqueda por san Google encontró varias respuestas del porque tal vez si puede verme, algo de ser sensible a la energía y otras hipótesis totalmente ridículas en mi opinión. Incluso me causo mucha gracia un método chino para saber si eres sensible a ver cosas paranormales, solo tienes que mirar tu dedo pulgar y si la raya del medio en vez de seguir recta se deforma hacia arriba formando un arco, eres capaz de ver espíritus. 

En fin, lo vi analizar su pulgar por horas, enserio fue raro pero a la ves simpático, supongo que no me aburriré estando con él.

Tiene 17 años, es menor que yo y aparenta ser un nerd de primera, Le gusta presumir su inteligencia, pero yo solo creo que es un chico algo peculiar. Observo impaciente como intenta desayunar, estoy casi segura que en cualquier momento su cabeza caerá dentro del plato con cereal.

- Siéntate bien Dalton ¿Dónde están tus modales?- lo regaña su madre a lo que refunfuñando cosas sin sentido obedece. Me levanto del sofá y camino hasta la mesa donde desayuna, me acerco a susurrarle en el oído.

- ¿Dónde están tus modales Dalton?- imito la voz de su madre. Se sorprende tanto que casi cae de la silla. Creo que comencé a agarrarle el gusto a esto de molestarlo, es genial. Me mira de sol sayo con expresión de fastidio pero lo ignoro y me siento en un lugar vacío.

- ¿Puedes solo primor, o quieres que te ayude?- lo molesto y me regocijo por su cara de furia contenida.

- Como si pudieras sostener una cuchara.- contesta. Lo miro molesta y él sonríe victorioso, admito me ganó.

- Si puedo, pero no salgas corriendo cuando lo clave en tu mano.- sonrió malévola.

- Inténtalo.- me reta

- ¿Dalton amor, con quién hablas?- su madre pregunta y casi me tiro en el piso para reírme a gusto.

- Yo... nada solo... practico para el colegio, si el colegio.- su padre baja el periódico que le tapaba la cara y enarca una ceja.

- ¿tu participando en algo? no le mientas a tu madre.- este hombre me cae bien, su madre ríe disimuladamente por la broma de su esposo.

- No miento papá, hay una clase para la que debo practicar.- se levanta de la silla.- Ya me voy.- se retira y sube las escaleras, sus padres se miran entre si y comienzan a reír ¿burlándose de su hijo? Si muy normal.

- Zac salió más normal.- dice su mamá.

- Si, debe pasar más tiempo con su hermano.- concuerda su papá.

Me alejo de ellos y salgo de la casa, me entretengo mirando las flores un buen rato hasta que la puerta se abre y lo veo salir por ella, se cambió y tiene una gran mochila en sus hombros, comienza a caminar sin esperarme.

- Ey no tan rápido.- pido. Me mira pero no se detiene

- No quiero hablar contigo.- responde.

- ¿Por qué no?- pregunto. Me mira molesto

- Ayer casi matas de un susto a Fido y hoy me molestas frente a mis padres.- volteo los ojos.

- Perdón... no volveré a molestar a tu perro feo.

- No le digas así.- me advierte.

- Está bien...

Lo bueno de esta ciudad es que no hay demasiadas personas para que te vean hablando solo con tu fantasma.

- ¿Dónde vamos?- pregunto

- Corrección, a donde voy y tú me sigues.

- Si sigues en ese plan de gruñón y huraño, me vuelvo para la casa a jugar con tu lindo perrito.- lo molesto.

- ¿Segura que no eres un demonio? Actúas como uno.- comenta. Me cruzo de brazos.

- ¿Y según tú que hacen los demonios?- pregunto... por curiosidad claro.

- Son así, juguetones macabramente, asustan personas y las persiguen procurando que se note su presencia, amenazan.- a caray, tan equivocado no está. Me señala todo el cuerpo, bajo mi vista y estudio mi cuerpo en busca de que señala.- Son sexys para seducir y conseguir lo que quieren de los humanos.- una carcajada brota de mí.

- Dios, no pensé que fuera tan entretenido estar contigo.- sonrío y el voltea los ojos molesto.- Para ser sincera contigo, no sé si lo soy.- confieso.

- Tendremos que averiguarlo luego, ahora tengo que ir al colegio.- responde.

- No, por favor no.- ruego.- No necesito tener memoria para saber que es un desperdicio de mi condición asistir contigo.- me mira molesto.

- Pues te invito a que no me sigas.- propone cordial. Me pego a su lado.

- No, no puedo dejar ir a mi presa.- murmuro. Se aleja de mí.

- Deja de jugar con eso.- me advierte. Le hago una mueca de vampiro y acelera el paso.

- Mejor quédate conmigo y seguimos con tu búsqueda de ayer o hagamos algo mejor.

- Lo vez, actúas como un demonio.- lo miro molesta

- ¿y que se supone que hice ahora?- me cruzo de brazos

- Incitarme a hacer cosas malas.

- Pff, nadie en su sano juicio quiere ir al colegio, no me culpes porque mi idea sea tentadora.- me ignora y continúa caminando.

Dejamos de hablar por que llegamos a su colegio, cansada lo sigo a todas sus clases ¿alguien me recuerda porque estoy aquí? Me aburro como un burro ¿rimo? ¡Rimó lo que dije! Debería patentarlo.

 Cansada de estar sentada en el piso al lado de Dalton, y que él me ignore, me levanto y me siento en su mesa tapándole la visual de la pizarra, se niega a hablarme en clase y no lo entiendo, si hablar conmigo es lo mejor que le puede pasar. Su mano me atraviesa intentando inútilmente bajarme.

- Ya te dije que atravesarme es de mala educación.- lo escucho bufar molesto. Se rinde y deja de escribir.- ¿Por qué no te sientas con los chicos populares de atrás?- pegunto y me acerco a su boca para escuchar lo que dice.

- ¿No te parece obvia la respuesta? No soy popular.- murmura. Le doy la razón.

- Si... no pareces ser popular.- voltea los ojos.- Pero mírale el lado positivo, tú tienes algo que ellos no.

- ¿Una sanción por no realizar mi tarea?- pregunta con sarcasmo.

- También, pero algo mas.- el enarca una ceja y sonríe disimuladamente.

- Ilumíname.- sonrió de forma adorable

- Tienes a la chica más genial del lugar sentada sobre tu mesa y hablándote ¿dime que chico popular tiene eso?- pregunto.

- No sé, yo solo te veo a ti.- le doy mi peor mirada y el disimula su risa.

- Me largo.- ríe cuando me bajo de su lugar. Pero no dura mucho porque demasiadas miradas curiosas están puestas en él.

- Ahora si eres popular.- comento y me alejo.

- ¿Dalton, te encuentras bien?- pregunta su profesora.

- Si maestra.- sonrío al escuchar eso.

Camino por el lugar mirando a sus compañeros, hay chicos muy interesantes, en especial un rubio que tiene apariencia de extranjero Para sorpresa mía lo veo haciendo todos los ejercicios de la pizarra, a diferencia de los demás chicos a su lado que solo ríen y coquetean con las chicas a su alrededor.

- ¡Dalton, este de aquí puede ser tu amigo!- grito para que me escuche y lo veo dar un respingo y luego pasarse la mano por el pelo en un movimiento nervioso.- Parece interesante.- miro su hoja.- Y tu problema 7 está mal.- este las hace mejor que él. Veo a Dalton levantarse y pedir permiso para ir al baño ¿tan molestosa soy? Por la ventana puedo ver como pasa con su mirada seria fija en mí, quiere que lo siga. También me voy del salón pero en la dirección contraria, si no quiere verme pues... me iré un rato.

Me alejo del colegio, comienzo a caminar por los alrededores, hay un sol tremendo lo que hace al día hermoso, el viento mueve las copas de los árboles y hasta creo poder sentir el viento desordenado mi cabello. 

Paso toda la mañana sentada en un banco esperando, hasta que veo pasar al primer grupo de alumnos. Entre los jóvenes veo a Dalton, camina buscando algo hasta que su mirada se cruza con la mía, viene hasta mí y se sienta a mi lado, finge buscar algo en su mochila hasta que todos los alumnos pasan y las calles vuelven a estar solitarias.

- Pensé que desapareciste.- dice.

- Una de tus miradas me fulmino.- respondo. El ríe.

- Perdón, sacas lo peor de mí.- se disculpa.

- Saco como eres realmente, un gruñón sin remedio.- el asiente.- Solo te di tu espacio Dalton, entiendo que soy desesperante a veces.- respondo.

- Valla que lo eres.- ríe.- ¿Qué hacías aquí?- me encojo de hombros.

- Te esperaba.- respondo. El asiente y se levanta.

- Debemos seguir buscando respuestas, levántate.- dice. Lo miro desde abajo y con mucho esfuerzo me levanto

- ¿Qué te pasa?- pregunta

- Estoy vieja.- bromeo y camino lento hasta él.

- Tienes unas líneas de expresión aquí.- me señala una parte de mi rostro y entro en desesperación.- vamos, no hay tiempo que perder.

Cuando comprendo que era una broma lo sigo, caminamos unas calles en silencio hasta que me animo a preguntar.

- ¿Dónde vamos?- el me señala hacia un lugar.- "biblioteca pública"- leo.- No, por favor no, todo menos la biblioteca.

- Eso no me agrada.- admito.

Caminamos hasta la entrada y el saluda a la bibliotecaria como si fueran grandes amigos y pasa como Don pepe por su casa, lo sigo muy de cerca mientras el revisa los estantes en busca de algo, yo también hasta que veo un libro que llama mi atención.

- Quiero ese libro.- el sale de su profunda concentración y me mira.

- ¿Cuál?- se lo señalo y él me pone cara de póquer.

- Esa es una revista Laura.- responde.

- Entonces quiero la revista.- él lo mira dudoso.

- No llevare una revista de moda otoño a mi mesa.- asiento y me alejo de él, si no quiere no voy a obligarlo.

Me paseo por los estantes leyendo los títulos y traspasando con mi mano los libros, veo a personas buscando algunos y otros ya sentados leyendo sus elecciones. En una mesa hay lo que supongo un experimento, una caja con un foco muy viejo encima, muchos pequeños cables y una rueda en el costado de la caja, la verdad no lo entiendo. 

 El foco se ve quemado pero igual concentro un poco de mi energía y este enciende, la rueda comienza a girar, me entretengo con eso hasta que la exclamación de sorpresa de alguien me sobresalta y lo dejo.

- ¡oh Dios mío!- se sorprende la bibliotecaria y se acerca a mirar el aparato maravillada. Pronto más personas se acercan y la mujer relata lo que paso, para que no crean que enloqueció, vuelvo a hacerlo y todos miran maravillados.

 Observo a mi público y me siento orgullosa, luego volteo a ver a Dalton asomarse desde unos estantes y detengo mi espectáculo, el pronto me encuentra con la mirada y me exige que me acerque a él. Como una niña regañada voy hasta él y me recibe mal.

- No lo vuelvas a hacer Laura.- me advierte.- Y no te alejes de mí.- ordena. Bufo y me vuelvo a alejar de él, pero me persigue.- Mira, tengo tu revista.- eso hace que me voltee.- Vamos a la mesa y la ojeo para ti.- es bueno sobornando. Creo que después de todo puedo ser un demonio, dicen que les gustan las ofrendas.

- ¿Es la de moda?- pregunto y el asiente. Me guía hasta una mesa donde nos sentamos. Abre la revista para mí y la veo maravillada mientras el lee su libro de tapa antigua y hojas amarillentas.

Las horas pasan y ambos nos entretenemos en nuestros asuntos, cada tanto le pedía que cambie la hoja, podría hacerlo yo pero ya desperdicie demasiada energía hoy. Además se vería raro que una revista se hojee sola. El cierra su libro y se frota los ojos, ya perdí la cuenta de cuánto tiempo estuvimos aquí, mira su reloj y se levanta.

- Es muy tarde, debo volver a casa.- asiento y también me levanto.

Él toma todos los libros y los comienza a acomodar en cada estante, yo me alejo y observo como ya está anocheciendo, Dalton llega junto a mí luego de despedirse de la señora. Juntos caminamos de regreso a su casa, se nos pasó la hora volando.

- ¿Qué encontraste?- pregunto. Él se acomoda mejor la mochila en el hombro antes de responder.

- No mucho, solo que mañana debo llevarte a una iglesia.- ríe pero yo no le encuentro la gracia.- Nadie documentó ni escribió sobre lo que nos pasa, no sé si eres un espíritu o un ser diferente.

- Creo que soy un fantasma.- me encojo de hombros.

- Yo también, solo que eres uno muy diferente.- admite.

- ¿Por qué diferente? – pregunto.

- Creo que te saltaste el manual de cómo ser un fantasma y te relevas demasiado, no quieres que te olviden.- dice y francamente no lo entiendo. Soy yo la que no recuerda ¿Cómo sabría hacer que me recuerden?

Una fuerte brisa despeina el cabello de Dalton. Observo cautelosa nuestro alrededor y me acerco un poco más a él, no me gusta por dónde vamos.

- Camina más rápido, está muy oscuro.- lo apuro.

- No tengo miedo a la oscuridad.- responde.

- Yo tampoco Dalton, solo temo lo que hay en ella.- respondo y me mira sin entender.- alto- me detengo.

- No voy a parar, mamá me regañara si llego tarde.- se niega.

- Apuesto que no le importara mucho el retraso si llegas vivo, ocúltate ahí.- él no quiere obedecer pero lo obligo a ocultarse. Me alejo de él y compruebo muy a mi pesar que hay una pandilla oculta entre unos árboles, creo que no lo vieron aún, me acerco a investigar y noto que tienen armas. 

Concentro toda mi energía en mover el puñal con el que juega uno haciéndolo caer al concreto, este trata de levantarlo pero lo alejo, sorprendido intenta tomarlo de nuevo pero vuelvo a alejarlo varias veces. El resto del grupo se fija en lo que hace su compañero y lo ven con asombro.

- Ya dejen de jugar y devuélvanlo.- dice molesto el propietario. Todos los miran confundidos.

- Nosotros no hicimos nada.- alcanza a decir uno, también se acerca a intentar agarrarlo pero esta vez con mucho esfuerzo lo elevo y todos saltan en sus lugares abrumados y asustados, el viento cada vez más feroz y contribuye en darle más dramatizo a la escena.

Entierro el cuchillo en el tronco de un árbol detrás de uno de los pandilleros, muevo los arbustos detrás de mí y ellos aterrorizados corren del lugar. Cuando termino me dejó caer en el suelo agotada, sin fuerzas para moverme.

 Un dolor punzante en mi cabeza me hace retorcerme en el suelo sin poder controlar el intenso dolor que siento, la vista me falla y todo es borroso. Pronto comprendo que se viene otro fugaz recuerdo, me veo a mí en una habitación infantil, a mi lado una mujer me acaricia el rostro de una forma dulce antes de levantarse y soplar una vela.

Me retuerzo sin poder sacar el dolor, por favor que se detenga ya... no lo soporto.

- ¡Laura!- oigo a Dalton gritar mi nombre.- ¿Dónde estás?- un grito desgarrador sale de mi cuando otro poderoso recuerdo viene.

Me veo sentada alrededor de una fogata con muchas personas, todos observamos y escuchamos tranquilos a un niño que canta y toca la guitarra.

 La melodía es tan sublime que tiene a todo el público hipnotizado, es demasiado sublime para ser real. En un momento el levanta la mirada y enfoca sus ojos risueños en mí. Sus ojos esmeraldas es en todo lo que puedo enfocarme, estoy viviendo el recuerdo y vale la pena el dolor. 

Todo se pone borroso y desaparece lentamente, solo queda la mirada del chico. Una mirada de amor, la más hermosa mirada que vi en todo este tiempo que llevo vagando por el mundo. Todo termina y vuelvo a la realidad, al lugar donde estoy, Dalton me mira impotente. 

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