I
"Él pudo verme en medio de una multitud de personas, que ignoraban que aún existía."
Me levanto de la vereda en la que me encontraba sentada observando a unos niños que jugaban desde el otro lado de la calle, llenos de alegría y vitalidad, llenos de ...¨vida¨- esa vida de la que yo carezco.
Continuamente su pelota rueda hacia la calle y ellos la persiguen sin mirar siquiera a los lados (siento un mini ataque cardíaco cada vez que alguno corre tras la pelota) llevo observándolos toda la tarde, admito que desearía agarrar a cada uno de la oreja y meterlos a su casa, pero... no puedo. Cruzo la calle y camino hacia la entrada de la casa en donde juegan, busco por la estancia a algún adulto o a cualquier ser vivo un poco consiente que me ayude.
Llego a una pequeña sala donde una joven adolescente se encuentra sentada en el sofá, tiene sus pies sobre una mesita mientras pinta con delicadeza cada uña, lleva el cabello lleno de ruleros y observo productos de belleza esparcidos por todo el lugar. No creo que ella sirva de algo, un gato que esta echado sobre el respaldar del sofá levanta con desgana su mirada para mirarme con aburrimiento, como diciéndome que me esfuerzo en vano, lo ignoro y salgo del lugar.
Busco un poco más y llego a una pequeña cocina, donde una mujer con un delantal limpia arduamente el fregadero. A diferencia de la adolescente esta solo tiene productos de limpieza a su alrededor, una suave música sale de las bocinas de una antigua radio ubicada cerca de la mujer, la mujer mueve las caderas y tararea al ritmo de la música.
Como la radio está muy cerca de la mujer, amortigua y opaca todo el escándalo de los niños de afuera, me acerco a la radio y me paro frente a esta, de inmediato comienza a distorsionarse el sonido y luego de unos minutos por fin se apaga. La mujer desconcertada le da unos toques inútilmente, esta no funcionara mientras esté yo cerca, mueve la antena en todas las direcciones pero esta no responde.
La mujer deja el aparato y se concentra en el barullo de los niños que sin la música opacándolos llegan a la cocina, la mujer se quita el delantal y se dirige a la puerta principal, en el camino se topa con la adolescente y la mira con furia contenida, mientras que la otra no se percata, sigo a la mujer hasta afuera donde mira horrorizada como uno de sus niños corre detrás de la pelota en dirección a la calle.
La mujer deja el aparato y se concentra en el barullo de los niños que sin la música opacándolos llegan a la cocina, la mujer se quita el delantal y se dirige a la puerta principal, en el camino se topa con la adolescente y la mira con furia contenida, mientras que la otra no se percata, sigo a la mujer hasta afuera donde mira horrorizada como uno de sus niños corre detrás de la pelota en dirección a la calle.
Sin esperar un segundo más, grita el nombre del niño tan fuerte como sus cuerdas vocales se lo permiten y corre a su encuentro, el niño se queda paralizado a unos pasos de tocar el concreto del asfalto, pronto la mujer lo atrapa en un poderoso abrazo maternal alejándolo del peligro. Una fuerte explosión se oye y asusta a todos cuando un auto a gran velocidad aplasta la pelota del niño. La mujer luego del susto parece reaccionar y suelta al pequeño para tomar de la mano a los otros dos y llevarlos adentro de la casa. Dejo escapar un largo suspiro contenido cuando los veo entrar por la puerta y cerrarla, debería irme pero... este regaño no me lo pierdo.
Traspaso la puerta y sigo la silueta de la mujer hasta llegar a la pequeña sala donde se encuentra la adolescente con unos grandes auriculares puestos sin inmutarse por la presencia de la mujer que la mira con mucha rabia... por suerte nadie me mira así. La mujer le arrebata los audífonos y la adolescente la mira molesta.
- Una cosa te pedí, solo una cosa.- sube un dedo.- ¡Y no lo hiciste, te pedí que cuides a tus hermanos y ni siquiera los miraste Natalia, casi arrollan a tu hermano!- espeta furiosa su madre. La adolescente le dirige una mirada cansada antes de volver a pintarse las uñas.
- Son tus hijos, tu deberías cuidarlos.- oh Dios... ¿Por qué solo no se calló? La mujer se aproxima furiosa y le dobla la cara de una cachetada.
- A mí no me hables así, soy tu madre niña malagradecida.
- ¿Dime que tanto debo agradecerte vivir en esta pocilga?- espeta furiosa.- Cuidando a tus mocosos que ni siquiera sabes de quienes son.- ahora yo deseo poder darle una.- No vuelvas a pegarme, no sabes cómo anhelo el día de poder salir y nunca más volver.
- ¿Con tu noviecito que te pide que te escapes con él?- la mujer se ríe amargamente.- No empaques mucho, no duraran muchos días tu independencia con ese parásito.
- Él no es como todos los hombres con quien te encuentras.- la mujer mira de reojo a los niños que están tras ella y les hace una señal para que se vallan. Estos corren a esconderse tras de una puerta, niños metiches.
- Déjame darte un gran consejo hija, todos son iguales y tu noviecito no es ni será la diferencia.- la adolescente se levanta furiosa y me atraviesa en su camino a subir las escaleras.
La mujer se deja caer rendida en un sofá y gruesas lágrimas comienzan a descender de su mejilla mientras el llanto silencioso comienza, me siento a su lado y se me comprime el pecho al verla sufrir de esa manera. Llevo una semana frecuentando esta casa, en el tiempo que he estado por aquí, la veo levantarse todos los días y sin falta a las 04:30 AM para prepararles el desayuno y la merienda a sus hijos, alistarse ella y a sus tres pequeños para llevarlos al colegio.
Su hija mayor no tiene un horario fijo, creo que despierta justo antes de entrar en coma. Llega tarde a todos lados e incluso a veces se salta el colegio para quedarse a hacer "indecencias "con su novio, en fin... no le espera un futuro más próspero ni brillante como el que critica a su madre.
Trato de limpiarle una lágrima que cae de su mejilla, pero mi mano solo lo traspasa su rostro, eso es un fiel recordatorio de que por más que lo desee, no puedo darle el consuelo que se merece. Una ráfaga débil de viento entra por la ventana, concentro todas mis fuerzas en abrirla un poco más, la briza llega hasta la mujer. Ella inhala todo el aire que puede y lo suelta lentamente, se limpia las lágrimas y se levanta del sofá, la sigo hasta que llega a la cocina y empieza a preparar la cena. Momento de irme para no recordar más de la cuenta que yo no puedo comer.
Ya fuera de la casa, camino sin un rumbo fijo por las desérticas calles de este barrio pobre, en algunas esquinas puedo ver grupos de hombres hablando o personas caminando lo más rápido que pueden para llegar a sus casas. Mis recuerdos son extraños, lo único que recuerdo de mi vida es mi nombre, Laura... un día solo desperté en medio de un callejón, sin recuerdos, sin saber que pasó, solo que nadie me podía ver ni escuchar, con una voz muy dentro de mí que me decía que estaba muerta. Imágenes de lo que supongo era mi vida regresa a mí, son recuerdos de momentos tan breves que son imposibles de unir, tengo muchos pero ninguno me sirve. Todos son confusos. No recuerdo que pasó, no sé por qué estoy vagando por el mundo, me veo joven, muy joven, no paso de los 18 años y no puedo dejar de preguntarme ¿Qué me pasó? Camino sin rumbo por varios minutos más, de una casa pequeña veo salir a una joven mujer con un bebé en brazos, abrir la puerta y subir al auto, detrás de ella viene un hombre con grandes maletas que las acomoda en el baúl del carro.
Sin pensarlo mucho también abordo pero en la parte trasera junto al bebé que está profundamente dormido, la mujer enciende la radio y lo deja en un volumen muy bajo, luego de unos minutos el hombre sube y pone en marcha el auto.
- ¿están listos?- pregunta con dulzura a la mujer, la cual asiente con una sonrisa.
- Si, nuestras primeras vacaciones.- comenta emocionada.
- De las muchas que tendremos.- continúa él.
La pareja casi no habla para no despertar al bebé, luego de unas horas el bebé comienza a moverse y lentamente abre sus somnolientos ojitos, pestañea varias veces y mueve su cabecita mirando hacia todos lados. Sus ojos curiosos se detienen en mí, le sonrió y el estira sus manitos para tocarme la sonrisa.
- ¿tu si me ves bebé?- este sonríe y ríe divertido, intenta tocarme pero no me alcanza, acerco mi mano y el feliz la intenta tocar pero sus deditos me traspasan, lo intenta varias veces hasta que frunce el ceño y comienza a lloriquear.
- No llores, no llores. –lo consuelo. Hace unas muequitas de disgusto pero no llora. - No puedes tocarme, lo lamento bebé. - él me mira como si me entendiera.
Dudoso levanta su manito y yo levanto la mía, acerco mi palma a la suya y la dejo a centímetros de distancia, el termina con la distancia que separa nuestras manos y simbólicamente nos tocamos. Sonríe alegre y mueve sus bracitos como festejando algo, me roba una sonrisa, amo a los niños, solo ellos y algunos animales pueden verme, con cada uno es diferente pero la sensación de no ser invisible para todos me llena de satisfacción. Trato de no apegarme a ellos, que no se acostumbren a mi presencia, no quiero ser una carga para ellos.
- ¿Estará jugando con su Ángel?- la voz de la mujer llama nuestra atención y ambos la miramos. Una risa brota de mí y el bebé me copia.
- Lo que sea que están haciendo parece divertirles.- dice el hombre.
Él bebé me observa y de nuevo intenta tomar mi mano pero ya no se la doy, me aparto un poco para que sus padres no piensen que está loco, el me mira frunciendo el ceño y trata de alcanzarme, como no lo logra vuelve a lloriquear extendiendo sus brazos en mi dirección, lo ignoro y el comienza a llorar. Quiero jugar con el pero es un bebé demasiado expresivo. El paisaje de la urbanización cambia radicalmente en unas horas y grandes campos forman el paisaje, el sol ya está saliendo y la luz de la aurora baña estos campos dando una vista asombrosa. Un gran cartel nos recibe "Bienvenidos a Alamar" Esa vista dura varias horas hasta que de nuevo nos vemos sumergidos en una pequeña ciudad, casi rural. Sin edificios que tocan los cielos o miles de negocios abarrotados uno contra otros, o una cantidad desesperante de personas que circulan por las calles. Deduzco que llegamos a un pueblito mitad moderno pero aun no muy industrializado, pintoresco diría yo. Pequeños negocios de comida y tiendas pequeñas nos dan la bienvenida.
- ¿Aquí es el centro?- pregunta la mujer un poco decepcionada por el lugar.
- Sí, es lo más urbanizado que veras amor. – responde el hombre. La mujer hace una mueca y el joven ríe disimuladamente. A diferencia de su madre, al bebé parece encantarle el lugar y toca la ventana como si quisiera saltar por ella. Desde que lo evite me mira molesto, ya no quiere jugar conmigo.
Nos adentramos a un camino boscoso y continuamos por el hasta que a lo lejos puedo alcanzar a leer un cartel "complejo de cabañas, la puesta del sol" llegamos al lugar y como lo dice el nombre, está lleno de pequeñas cabañas por todos lados. Niños correteando con flotadores y trajes de baño pasan corriendo frente al auto, personas sentadas en frente a sus cabañas levantan sus manos y el humo de parrilladas nos reciben. Apenas el auto estaciona, me bajo de él, podría bajar cuando yo lo desease pero... esperar a que pare y bajar correctamente me dan una sensación de normalidad. Sigo a un grupito de adolescentes que van hablando de lo apuesto que está el chico de la cabaña 12, disimulo una risa cuando escucho sus planes de conquista y no puedo evitar preguntarme ¿yo habré sido así? Espero que no.
Me alejo de las chicas por que caminan muy lento y sigo a un grupo de chicos que se quitan la remera en el camino, no puedo evitar perderme en los grandes músculos de los chicos en este grupo, son guapos. Así descubro que aún tengo hormonas adolescentes.
Llegamos a un lago gigante, me maravillo con lo que veo, está lleno de personas por todos lados. En lo alto de un árbol cuelga una cuerda muy gruesa, veo a un niño correr y aferrarse a esta que la columpia por los aires hasta llegar a la mitad del lago y soltarse, cayendo directo al agua, los que formaban filas festejan. En un punto más alejado, pero desde donde se puede apreciar todo me siento sobre una piedra a contemplar el lugar, aquí todo es hermoso y se respira tranquilidad, vaya que me podría acostumbrar.
El día pasa así, me descubro riendo por las ocurrencias de algunos y la habilidad de otros en los deportes acuáticos. Incluso recuerdo a un clavadista que se soltó de la cuerda y antes de caer hizo un giro sorprendente para luego entrar con toda la elegancia de una bala en el agua. Cuando el sol comienza a ponerse todos abandonan el agua para volver a sus cabañas, cuando ya no hay nadie me levanto de la piedra y camino directo hacia el muelle que llega hasta la mitad del lago, me siento en la punta y contemplo la tranquilidad el agua sin todas esas personas.
Con cuidado salto y me sumerjo en el agua, pero cierto temor irracional me invade hasta que salgo a la superficie, otro montón de breves recuerdos pasa por mi mente atontándome un poco.
El recuerdo es bizarro, solo veo a unas chicas tomadas de las manos y contar en reversa hasta lanzarse en un arroyo de agua cristalina, era un paisaje muy diferente a donde me encuentro... pero sentí algo con ese recuerdo. Lastimosamente solo se suma a una pieza de un rompecabezas imposible de armar en mi cabeza, frustrada nado hasta la mitad del lago donde ninguno de los bañistas se animó a entrar hoy ¿Qué podría pasarme? Ya estoy muerta. Con grandes brazadas llego hasta ahí, debo admitir que se siente que es una parte muy profunda, incluso veo algunos peses nadar junto a mí. Una potente luz reflejada directa hacia mi rostro me encandila, aparto la vista y me muevo, pero la luz tan potente me impide ver qué pasa. Me sumerjo y nado lejos de ahí, vuelvo a la superficie un poco más alejada, veo con asombro como la luz sigue moviéndose hacia donde me encontraba antes, sigo la dirección de la luz y veo un chico en la orilla alumbrando por todos lados ¿Qué busca?
- ¿Hay alguien ahí?- pregunta desesperado mientras se adentra un poco en el agua.- ¡Está prohibido nadar a estas horas, salga afuera en este instante!- grita furioso.
Observo todo el lugar pero no veo nada, nado hasta mi antiguo lugar y la luz de inmediato me encuentra.- ¿Qué no escuchas? Está prohibido nadar a estas horas. No puede ser... él no puede verme ¿o sí? Me señalo y el asiente, nado lo más rápido que puedo hasta la orilla y el no deja de apuntarme con su linterna, Dios es el mejor día de mi vida...- ¿habré resucitado? Emerjo del agua y él me mira de una manera reprobatoria mientras saca una libretita de su bolsillo.
- ¿Puedes verme?- pregunto cautelosa acercándome a él.
- No estoy para juegos, es peligroso nadar en esa zona y sin mencionar que está prohibido a estas horas.- me reprende.
- Puedes verme?- vuelvo a preguntar ilusionada. El enarca una ceja y me tiende un papelito, miro el papelito sin atreverme a tocarlo.
- Es una sanción, debes pagarla en la cabaña principal.- sigue insistiendo con el papelito pero sé que no podré tomarla.- ¡tómala!- insiste.
- ¿Eres algún espíritu o algo?- pregunto. El me mira como si estuviera loca y da un paso atrás.
- No sé qué clase de loca eres... pero no te salvas de la multa. - ¿es un humano? La oscuridad de la noche me impide verlo bien y el apuntándome con su molesta linterna no me deja ver con claridad.
- ¿Cómo es que un simple humano como tu puede verme?- pregunto molesta.
- Disculpa, tú también lo eres.- replica molesto señalándome, extiendo mi mano y el me da el papel que cae al suelo traspasándome. El da un salto lejos de mi horrorizado, perfecto lo espante. Me mira unos segundos y luego niega con la cabeza y sale despavorido corriendo, pronto desaparece de mi campo de visión. De todos los humanos fuertes mentalmente, solo me pudo ver este adolescente miedoso, me planteo seguirlo pero tal vez se me muera del susto, lo buscare mañana.
Me acuclillo para ver lo que dice el papelito de la discordia y... ¿2 dólares? Tanto escándalo por ese monto, suspiro cansada y vuelvo a las cabañas a ver al famoso chico del 12, hay que sacar provecho de la condición.
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