Noche de queso.
—Recuerda esta noche tenemos que ir por queso —exigía el kwami negro.
—Te escuché las primeras 100 veces Plagg —respondía el rubio, mientras trataba de plasmar algo en uno de los lienzos en aquel ático.
Luego de esa tarde jugando con los niños del orfanato la inspiración le había llegado, pero no lograba plasmar lo que por su mente rondaba.
—Es inútil no logró hacerlo.—gruñó
—Deberías hacer una pausa e ir por queso, el queso siempre es la respuesta a todo —sugería la criatura acercándose a su compañero.
—Por una vez tienes razón, es momento de una pausa.
Acto seguido se transformaba en Chat Noir para salir saltando por los tejados, aquella sensación de libertad que tenía era incomparable, la noche era suya. Se puso rumbo a una bodega donde extrajo algunos trozos de queso para cerrar la boca del pequeño glotón.
—Ojala agradezcas esto —se quejo sintiendo nauseas por el aroma.
Al salir su cabeza daba vueltas aquellos olores pestilentes le habían afectado más de lo deseado. Dio un salto tratando de llegar al tejado contrario, por la rapidez del salto y las nauseas no logró llegar sintiéndose caer al vacío.
Abrió un poco sus ojos al sentir que una cinta le sostenía, aquella sensación comenzaba a hacerse familiar para el.
Con un tirón de su yoyo Ladybug hizo subir al felino, hasta su lado sin soltarlo del agarre.
—Debemos dejar de encontrarnos así —río la heroína.
—Espero esto no sea una costumbre tuya, no soy del tipo de hombres que gustan de esas cosas —hablo tratando de parecer indiferente, aunque en el fondo agradecia que le hubiese evitado el estamparse contra el suelo.
—¿Ese tipo? ¿cosas? —le miro ella sin comprender muy bien a que se refería este.
—Ya sabes, eso de estar atado, dominio, etc —jamás imaginó encontrarse una noche tratando de explicarle esas cosas a una mujer, menos a la del traje rojo.
Un rubor apareció por breves instantes en la cara de la joven al comprender a qué se refería.
—¡Eres un gato idiota! —se molesto —¿Como pude pensar que podrías ayudarme? —soltó dándole la espalda dispuesta a irse.
—¿Ayudarte? —sonrió intrigado.
Quizás las cosas cambiarían a su favor, en su mente idealizaba fingir ayudar a la joven para luego tenderle alguna trampa y librarse de ella.Tomó un pequeño respiro tranquilizándose, era evidente que aquella noche su paciencia estaría en juego ante el gato.
—Veras, con lo que pude concluir de la otra noche —se dio la vuelta mirándole —comprendí que tu posees habilidades especiales como las mías.
—Ajam —le miró fijo poniendo una mano en su barbilla como quien piensa seriamente.
—Esto será inútil —retrocedió la ojiazul.
—¿Ahora que hice? —interrogó molesto el más alto.
—Nada, pero es obvio que tu no eres esa persona. —suspiro, dirigiendo su mirada al vacío. —Hace algunos años yo encontré estos pendientes, —apartó su cabello dejando ver los aretes fuente de su poder. —,cuando me los coloque supe que tenía una misión, de inmediato acepte aun sabiendo los riesgos, porque si quería cambiar algo en este mundo debía hacerlo con mis manos. —finalizo mostrando determinación en cada palabra.
El felino por su parte había quedado embobado por las joyas
«son lindos, además seguro son la fuente de su poder como mi anillo serían el premio mayor si logro robarlos» pensaba el gato sonriendo bobamente.
—¡Ayudare! —decía emocionado obligándose a salir de esos pensamientos donde robaba los aretes.
—¿Eh? —estaba sorprendida porque el ladrón aceptaba tan rápidamente a su petición —«No Mea recuerda prometiste darle una oportunidad» —se regañó a sí misma por dudar. —Estarías dispuesto a pasar un periodo de prueba —advirtió.
—Si, claro lo que tu quieras muñeca —se acercó tomando su mano para besarla, esta la apartó rápidamente suspiro molesta.
—Si vas a ser mi compañero, debes de dejar de llamarme muñeca. —el gato chasqueo su lengua, le sería más difícil de lo que imaginaba quitarle esos aretes pero valdrían la pena. —Te veré mañana en la noche en la punta del Chicago Temple Building, —le miro seria sacando su yoyo —mas te vale dejar tus mañas en casa —advirtió desapareciendo en la noche.
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