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Capítulo 24 "El Poder" (Parte 1)


     ¡Por todos los bebés ponis del mundo!

     Shurcko y yo frente a frente por primera vez en la vida real. Pero ya lo conocía, por muy loco que pareciera a ese monstruo no era la primera vez que lo veía.

     Fue hace seis años. Todas mis pesadillas tratan de destrucción, recuerdos, salidas, personas, como si tuviera una vida entre los sueños, una vida no muy buena. Pero esa vez, fue muy diferente a todas las demás todo estaba oscuro sin poder saber en dónde me encontraba, como si la nada fuera en donde comenzaba mi sueño; el miedo era palpable en ese lugar, sentía como un mal presentimiento se posaba en mi pecho. Pero las cosas empeoraron cuando los aullidos de una bestia retumbaban en mis oídos, la silueta de un monstruo y la mirada de un depredador; una voz repitió su nombre y fue la primera vez que lo escuché en mi vida.

     Pasaron meses sin verlo nuevamente, esperando que solo fuera el monstruo de una sola vez, pero me equivocaba. Estaba en una de las plazas del pueblo de mis sueños, una anciana gritó nuevamente su nombre al momento en el que él la levantaba y desgarraba lentamente su garganta, mientras que con su larga lengua lamía cada gota de sangre que derramaba aquella mujer, una pesadilla que nunca olvidé; una por la expresión muerta de la anciana y dos por la mirada hambrienta de Shurcko, una mirada que se me venía a la mente cada vez alguien decía, terror, una mirada que mostraba ahora.

     Si no fuera por el uniforme creería que estoy en soñando, tres años sin soñar con él, tres años sin verlo, tres años sin olvidarlo; porque sé que al final no importaba el tiempo que tuviera sin verle, sin oírlo, sin sentirlo, nunca se me iba a olvidar ese monstruo lleno de horror y muerte.

     No sabía en qué momento mis piernas cobraron vida y salí despavorida de ese lugar, corría y corría sin mirar atrás por miedo a verlo correr como bestia detrás de mí. Los árboles pasaban a mi lado, las hojas crujían bajo de mis pies, mis respiraciones eran agitadas, mis latidos como si fueran tambores retumbaban en mis oídos y mis lágrimas salían sin permiso impidiéndome ver con claridad.

     Sabía que la muerte rondaba cada vez que Shurcko estaba cerca, pero aun así tenía que seguir hacia delante, siendo consciente de que poco a poco los gruñidos de Shurcko estaban cada vez más cerca. ¿Cómo era posible que todo esto fuera cierto? ¿Cómo había llegado a este lugar, a este momento? ¿Desde cuándo mi vida corría peligro a cada segundo?

     Sin mirar por donde corría caí a causa de una rama saliente, mis piernas no me respondían, la falta de fuerza en mis rodillas solo causaron que me arrastrara por el suelo, mis lágrimas empeoraron el caso, los escalofríos se adueñaban de mi espalda, mis respiraciones eran entrecortadas, solo podía escuchar los gruñidos y las pisadas caninas del monstruo. Sabía que era muy difícil salir con vida de Shurcko.

     Hecha un ovillo entre las hojas, llevé mis manos a mi cabeza tratando de cubrirla y protegerla, pero eso no basto para sentir como algo pegajoso y húmedo recorría mis piernas, mis brazos y cada centímetro expuesto de mi piel, la repulsión y el horror invadieron mi garganta; sabía que era lo que me tocaba y sabía lo que estaba haciendo, saboreándome. Poco a poco su larga, pegajosa y húmeda lengua iba subiendo por mi cuerpo, un temblor de desagrado recorrió toda mi columna, la calidez llegó hasta mis orejas y mi cabello, pero luego cesó.

     Por un instante, solo un instante, tuve la esperanza de que todo era mentira, pero me equivocaba.

     De un solo movimiento Shurcko me dio la vuelta obligándome a verlo, solté un grito al quedar nuevamente frente a frente a esa bestia; con esa piel tan pegada a sus huesos, esa boca de bestia abierta de par en par, esa lengua larga, pegajosa y húmeda, que segundos antes me saboreaban, y lo peor de todo... esa mirada hambrienta llena de sed de sangre.

     Vi cómo se inclinaba hacia mí, su larga lengua comenzó a acercarla lentamente a mi rostro y poco a poco comenzó a lamer mis mejillas llenas de lágrimas de terror, saboreando mi miedo. Se alejó y con mis manos traté de quitar su pegajosa y maloliente baba de mi rostro.

     ¿Por qué? Por qué sucedía todo esto, ¿Por qué mi vida tiene que terminar de este modo? ¿Por qué no pude tener una vida normal? ¿Por qué me tiene que pasar todo esto? ¿Por qué no tengo problemas normales como personas normales? Por qué no solo tengo que preocuparme de salvar mi vida social en vez de salvar mi vida de monstruos...

     No pasará nada, no dejaré que te pase nada.

     La voz en mi mente era muy similar a la mía, me dejo perpleja al notar la seguridad y altanería con la que hablaba.

     No es altanería, es poder.

     —Al fin te muestras.

     No pude pensar en otra cosa que no fuera la voz grave que acababa de escuchar, la voz de una bestia y no de una chica. Quedé perpleja al darme cuenta que esa voz no se escuchaba en mi cabeza, ni había salido de mi boca y si no salió de esos dos únicos lugares, tenía que provenir del monstruo, pero eso es totalmente imposible.

     Shurcko no hablaba, al menos no en mis pesadillas.

     —No era necesario que viniera hasta aquí por ti, maldita cobarde

     No sabía que decir, estaba tan aterrada que mi voz se perdió al igual que mi cordura

     —¡¿Qué acaso te vas a quedar callada?!

     —¡No tengo nada que decir! —grité totalmente aterrada mientras cubría mi rostro con mis manos

     —No te estoy hablando a ti insignificante Lígo

    ¿Lígo? ¿Se refiere a mí?

     —Habló con la gran basura que reside en ti —continuó Shurcko—, la cobarde Roshbell

     Algo dentro de mi comenzó a arder de enojo, raramente sentía molestia y rabia.

    —Y-yo no soy...

    —¡Cállate inmundo Homolígo! —Mi boca cerró de un golpe mientras que la mirada penetrante del monstruo se posaba en mis ojos, muy dentro de mí, como si no me mirara directamente—. ¡A qué hora vas a hablar!

    No sabía que decir, no podía decir nada más. Si hablaba sé muy bien que solo me gritará.

    Obligo a mis piernas a responder pero es totalmente inútil, él se va a dar cuenta. Mis respiraciones comienzan a apaciguarse de manera muy extraña, ya que debería de estar a punto de morir.

    Pero vi mi oportunidad, al estirarme con las yemas de mis dedos toqué una piedra, la tomé y la arrojé con todas mis fuerzas hacia Shurcko. En cuestión de segundos obligué a mis piernas a correr, mis lágrimas corren por mis mejillas pensando que quizás haya sido una estupidez correr de él.

    Y sí que lo fue.

    De un golpe en mi costado salí volando contra un árbol, al estrellarme el dolor nació en mis costillas doblegándome. Caí al suelo conteniendo un grito, mientras que Shurcko lanzaba una carcajada.

    —No eres más que una simple cascara vacía —no fui consiente hasta ahora de lo agotada que estaba—, ya que no está Roshbell al menos puedo jugar con su inútil marioneta

     Algo dentro de mí comenzó a aparecer, algo similar a una flama, una flama que despedía frio y no calor. Fue como un simple encendedor que permanece y permanecería oculto entre tanto fuego.

     —Roshbell... —la voz de Shurcko hacía eco mientras trataba de concentrarme en esa pequeña llama—. No puedo creer que siendo tan altanera y engreída hayas escogido a una completa niña inútil

    —Basta

    —Es una vergüenza para su especie, para la suerte de todos aquí es débil, será más fácil manipularla y obligarla

    La molestia crecía en mí, una molestia similar al fuego, una molestia que le pertenecía a Roshbell.

     Por milagro logré ponerme de pie, pero sentía como si los hilos imaginarios de mi huésped me levantaran.

     —Basta Shurcko —la voz que salió de mi boca, era igual pero a la vez muy diferente a la mía.

     —Pero ya era hora de vernos Roshbell

     Poco a poco comencé a sentir como me apartaban de todo, que me adormecían tal como cuando discutí con la maestra Friola; sentía como mis oídos no escuchaban, mis ojos no alcanzaban a ver, era como caer en un profundo sueño mientras estaba despierta.

     —Al parecer no escuchaste bien, te dije que te mantuvieras lejos

     Mi voz, o más bien la voz de Roshbell, ya estaba muy lejana, era como escuchar un simple susurro, como si todo se comenzara a apagar.

    —Veo que estás haciendo lo mismo que aquella noche

     La voz de Shurcko llamó mi atención.

     —Guarda silencio Shurcko

     La molestia de Roshbell seguía empujándome hacia ese abismo de inconciencia, pero la flama fría de hace unos minutos apareció frente a mí, esa flama tan insignificante me orilló a tomarla, a tenerla entre mis manos, a aferrarme.

    —No has cambiado —Sentía como la flama se ponía frente a mí como un escudo—, sigues haciendo los mismos trucos de hace un par de meses

    —Shurcko, vete

    La conversación iba por un rumbo que no me gustaba pero tenía que escuchar, con toda la fuerza de mi voluntad me lancé hacia la flama fría mientras cubría mi interior dándome fuerzas.

     —¿No le has dicho? —El monstruo lanzaba una carcajada—, ¿La usas como cascara y no le has contado lo de esa noche?...

    —¿Qué noche? —antes no distinguía la voz de Roshbell con la mía, pero ahora al escucharme en voz alta, era capaz de notar la diferencia entre ambas.

    —No te metas li...

    —¿Entonces por qué sus problemas me afectan? Si no me tengo que meter ¿Entonces por qué mi vida se está viendo afectada?

    —Eso deberías de preguntárselo a ella, deja que Roshbell salga nuevamente, tengo que hablar con ella

    —No, ya no quiero esto, ya no quiero temer por mi vi...

    —¡¿Qué no me escuchaste?! —El rugido de Shurcko me hizo retroceder temblando—, ¡Lárgate!

    Asustada comencé a moverme, mientras la bestia solo reía, la molestia incrementaba en mí.

    —Además de torpe, inútil y débil, resulta que también eres estúpida —no me giré, mantuve mi cabeza baja y miraba fijamente a una hoja tratando de serenar el enojo—, valla que sí que quieres morir, tu insolencia solo hace que caves tu propia tumba —el temblor aumentaba en mis brazos—, y veo que aún sigues aquí

    —Me valla o no, me harás daño

    —Tienes agallas o eres muy estúpida —Hubo un silencio que duró menos de un minuto, se podía percibir la tensión y el miedo dejándome sin fuerzas, poco a poco ese fuego frío me abandonaba hasta cubrirme en un ambiente cálido, adormeciéndome—. No te puedo juzgar, tus padres hicieron lo mismo

     Y desperté.

     —¿Qu-qué dijiste?

     —Empecemos esa noche, la lluvia en los cristales, los relámpagos dando luz, los truenos creando la música perfecta para el final de sus vidas, no olvides el cuchillo en tus manos, esa arma tan mortal y filosa que podía cortar la piel sin siquiera tocar; y esa sustancia roja entre tus manos, la sangre en tu cuerpo, apuesto a que fue muy difícil quitarla de tu alfombra

    >>Y tus padres —continuó Shurcko: —el hombre arrepintiéndose de todo, sufriendo, implorando por su vida; pero tu madre, esa perra tenía esa mirada altanera y soberbia, tan firme y segura, pero al final no le ayudó en nada, terminó chillando como la cerda que era

    Mi cabeza giró hacia él, mis manos ahora temblaron de furia. Ahora compartía la ira de Roshbell, mi fuego y el de ella se unieron en mi cuerpo

     —Eso no es lo peor —la bestia continuó—, lo...

     —Vas a morir —De mi boca salió la voz de Roshbell, solo que esta vez estaba de acuerdo con ella.

    Sin darme cuenta me encontraba caminando hacia él, las hojas y la tierra a mi alrededor comenzaba a flotar, mi cabello levitaba y mi ira se acumulaba.

     —Tienes que escuchar todo —sentía que la voz de Shurcko era para mí, pero la furia me invadía—, tienes que oír todo

     —No te permitiré que insultes la memoria de mis padres —el desprecio en mi voz era igual de intenso que el odio en Roshbell

     —Por eso tienes que escuchar toda la historia idiota

     —Morirás

     Al terminar la palabra de Roshbell una onda expansiva salió de mi cuerpo, empujando todo delante de mí, las hojas, las rocas y la tierra volaron por los aires hacia Shurcko. La bestia solo esquivaba las grandes piedras mientras intentaba de luchar contra el viento, mi cabello era una maraña rubia entre los aires y fue cuando me percate que no pisaba tierra, estaba flotando a medio metro de distancia.

     El fuego frío que me invadía no era nada en comparación al fuego de Roshbell, la ira que guardó por casi 18 años se desataba, me sentía como un conducto de energía, como si solo me utilizaba como jarrón de contención.

     Shurcko rugía con todas sus fuerzas —Detente maldita, no seas cobarde

     Las risas de Roshbell invadían el bosque, el cinismo en sus carcajadas me reiteraban que ella y yo nunca podremos coincidir en algo.

     Te equivocas cariño.

     Y era verdad, quería ver muerta a esa bestia.

     Levanté mis manos a voluntad propia y dejé salir todo lo que guardaba, el miedo, la furia, la desesperación...

     —Detente niña inútil

     La ira, la tristeza, el abandono, las dudas, la depresión, la opresión

     —No sabes lo que está haciendo

     Y él tenía razón, no sabía lo que hacía ni cómo, solo quería hacerlo pagar por sus palabras, por sus ofensas, por sus actos.

     —Tienes que pagar por todo lo que les hiciste a mis padres, pagaras el mismo precio que los obligaste a dar hace 2 meses

     —E-eso no es verdad —Shurcko luchaba contra la corriente de aire, la cual comenzaba a emanar pequeñas luces rojas y naranjas, el fuego de Roshbell hacía presencia—, yo no hice nada de eso, fuiste tú

     Mis brazos bajaron lentamente al concentrarme en lo que acaba de decir, sabía que yo estaba presenciando lo que le hicieron a mis padres; siempre lo supuse, esa duda siempre la guardaba en un rincón de mi mente, no quería creerlo. No iba a creerlo.

     —Tú solo estás jugando conmigo, tal como con mis padres —La expresión en el rostro de Shurcko fue de molestia y se puso en cuatro patas tomando impulso para acercarse cada vez más—, no caeré en tus palabras

     Las flamas de Roshbell se alzaron hacia Shurcko, encerrándolo en una mortífera esfera de fuego, mis decisiones cada vez más perdían protagonismo, sabía que todo era obra de la pelinegra, pero aun así deseaba que ese monstruo dejara de existir.

     De un gruñido de dolor y miedo Shurcko dejo de vivir, no era más que un simple bulto de cenizas. Tras una risa de Roshbell caí al suelo sin energía alguna.

     Las hojas me dieron la bienvenida, mis respiraciones eran constantes, no era consciente de lo débil que era; pero aun así al recordar todo lo sucedido esa noche, mis lágrimas caían de mis mejillas. A pesar de mi visión borrosa lograba ver el monte de cenizas de Shurcko, no podía creer que le hiciera algo así a ese monstruo.

    No lo hiciste solo tú

    Y agradecía eso, si lo hubiera hecho todo yo sola, sería más parecida a ti, y es lo que menos quiero, sería una decepción. Escuche las risas de Roshbell en mi mente seguido de una frase que erizo mis vellos: Eres más igual a mí de lo que te imaginas.

* * *

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