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Capítulo 19 "Un Chef inesperado (Parte 2)"

     Llego a la conclusión de que el destino no está de mi parte en ningún momento, sino todo lo contrario, se ha empeñado en hacerme la vida imposible.

     Revolvía mis cajones frenéticamente tratando de buscar algo con clase y elegancia. Mis mejillas se acaloraban tan solo al recordar la cara de Leo cuando me vio con mi pijama, un pijama realmente vergonzoso e infantil.

     Sonriente tomé entre mis manos un pantalón de seda color morado con una bata en conjunto, me miré en el espejo y vi que mi cara estaba sucia y mi cabello echo un desastre, rápidamente fui al baño para lavarme.

     Me miré un momento frente a frete al espejo y de un momento a otro mis ojos ya no eran los mismos, eran los de Roshbell; mi reflejo me guiño y al momento de alejarme mis ojos volvieron a ser azules.

     Tengo que controlar todo esto, además ¿Por qué me preocupo por como estar frente a Leo y no por todo lo raro que pasaba en mi vida? ¿Desde cuándo mis prioridades eran otras? ¿Desde cuándo me importaba lo que Leo pensará de mí? ¿Desde cuándo quería lucir bien frente al chico que me exaltaba? ¿Desde cuándo mi corazón se aceleraba cuando lo veía, cuándo estoy frente a él, cuándo me habla o cuando me toca?

     ¿Desde cuándo... me siento atraída hacia Leo?

     Al mirarme nuevamente al espejo, vi que mis mejillas se coloreaban de un tono ligeramente rojizo, lavándome rápidamente con agua negué interiormente, no era posible que esto estuviera pasando, mucho menos que Leo me gustase.

      Cepillé rápidamente el cabello y bajé las escaleras, mientras lo hacía analizaba la casa, no estaban por ningún lado, no estaban en la sala, ni en el comedor. Entonces fue cuando escuché el sonido de una moto fuera de la cabaña, giré hacia a puerta y vi a Teo cerrándola, Leo ya se había ido, llegue tarde.

     —El señor Florit se tuvo que retirar, realmente lo lamentaba

     —No importa —puse un mechón detrás de mi oreja—, de todos modos no lo quería en mi casa

     Teo me miró con los ojos cerrados.

     —No esperaba menos de usted, señorita

     Lo miré mientras ponía una mueca en mi boca.

    —¿De casualidad... —mordí el interior de mi mejilla—, dijo a dónde iba?

     —No, pero supongo que a su casa

     O a un hotel con alguna chica. Negué internamente mientras iba hacia el comedor.

     —De todos modos, haga lo que haga no me importa

     —¿Entonces, por qué me preguntó?

     —Teo...-. Lo miré duramente y él solo sonrió.

     —Discúlpeme señorita, no quería ser impertinente

     —No te preocupes, de todos modos ese chico no vale la pena

     —Yo diría todo contrario señorita, el chico es un señor muy educado

     —Ajá —puse los ojos blancos—, sobretodo eso

    —Aunque usted no lo crea, el señor es un caballero

     —Tienes razón, no lo creo

     —Además un joven muy simpático

     —Pues quizás no sea del mismo chico del que hablamos, porque Leo Florit para mí, no es más que un estúpido patán

     —¡Señorita! —Me tapé la boca rápidamente con ambas manos y lo miré avergonzada—. Pero que formas son esas de hablar

     —Lo siento...

     —Esa no es la manera correcta y menos para una dama como usted...

     —Per-perdón pero...

     —Nunca en mi vida llegué a pensar que una chica como tú llegaría a proferir unas palabras tan a vergonzantes

     —...bue-bueno no son tan malas

     —¡¿No son tan malas?! Pero válgame ¿Qué diría su madre si la escuchase?

     —¡Nada! Ella no diría nada, realmente ya no importa porque ya no está

     —¿Pero que le sucede? —la mirada de desaprobación que Teo me daba, me partía en dos, pero yo ya no aguantaba.

     —Ellos ya no están y bien lo sabes, no es como si me castigasen si dijera una mala palabra, o si me mandaran al cuarto tras no hacer la tarea o que me gritasen por haber dejado entrar a un chico sin su permiso —antes de que me dirá cuenta las lágrimas ya salían de mis ojos—, no importa lo que haga, no volveré a escuchar sus voces ni siquiera para regañarme, así que ya da igual si me porte o no como una... —me quedé muda.

     Sabía que hacía mal hablando de esa manera, sabía que eso no era lo que ellos me enseñaron, sabía que estaba fallando a la promesa que después de muerta le hice a mi madre.

     —¿Da igual que se comporte como una Dama? —No me atrevía a mirarlo a los ojos—. ¿Dieciséis años tirados a la borda solo porque ellos ya no están? ¿Tan fácil se va a dar por vencida?

     —No es eso

     —En esta semana a cambiado más que de lo que tengo de conocerla ¿Por qué?

     Si tan solo supiera lo que me ha pasado en estos días, quiero decirle, lo conozco desde pequeña pero aun así no puedo contarle nada, porque siento que mis miedos se liberaran al momento de aceptar todo lo que me rodea.

     —N-no sé porque —me limpie las lágrimas y vi a Teo más allá de la mesa—, quizás es por todo, que todo sucedió tan rápido, la mudanza, el velorio, el testamento... —me tomé de las manos—. La muerte de mis padres

     —Sé que no es fácil, pero todos tenemos que seguir adelante...

     —¡Para ustedes es muy fácil decirlo!, ustedes no lo vieron, ustedes no se quedaron solos, ustedes se tienen entre ustedes y en cambio yo estoy sola en este pueblucho

     —Sabe que si no quiere seguir aquí es cuestión de que lo diga y con un movimiento de manos estaría de vuelta en su antigua casa —Teodoro me miró preocupado—, no sabía que se lo estaba pasando tan mal, pero la joven Any me lo dijo, sabía que usted no estaría segura en este pueblo, es por eso que también vine, para asegurarme que estuvieras bien, pero veo que no es así

     Todos se preocupaban por mí, pero aun así me sentía más sola que nunca. 

     Tengo a Gael, Any y Teodoro; pero no están conmigo en esta cabaña. Y ahora odiaba el momento en el que mi madre me inscribió en esta escuela, en ese instituto que ella quería mucho, en ese instituto que anhelaba que yo estudiara, en ese instituto que esperaba terminara estudiando como ella lo hizo.

     Solté un gran suspiro.

     —No se preocupe Teo, es solo un momento de debilidad, no mal entienda mis palabras ni dude de mi fortaleza —me tragué todas las lágrimas que estaba a punto de soltar y puse mi más amplia sonrisa—, solo me gustaría un poco de compañía de vez en cuando, pero no es como para dejar de hacer lo que mi madre anhelaba con todo su ser; un futuro para mí

      —No esperaba menos de usted, sabía que no era una joven débil, aun así sabe que cualquier cosa no dude en llamarnos que nosotros siempre estaremos con usted y no la dejaremos sola, nunca

     —Lo sé, pero esto no ha sido fácil para mí

     —Ni para nosotros —Teodoro dio una sonrisa triste—, ellos fueron más que amos, fueron una familia para nosotros y puedo jurar que nosotros también lo éramos para ellos, por eso la joven Any no ha podido superar la muerte de la señora, ellas eran muy unidas

     —Siento ser tan egoísta Teodoro, nunca me imaginé que el dolor que yo sentía, ustedes también lo vivían, realmente lo siento mucho —una lagrima rodó por mi mejilla.

     —No más lagrimas señorita, sino tendré que quedarme en estos lugares

     —Pensé que ese era el plan

     —No, claro que no, solo vine a recoger unos papeles que Gael necesitaba, pero que eran muy importantes como para mandarlos por paquetería

     —¿Los de exportación?

     —Sí, esos mismos

     —Enseguida te los doy, ven pasa al estudio —caminé hasta la puerta detrás de las escaleras que daban a un salón lleno de libros, un escritorio y una pequeña sala de estar, rebusque entre los cajones y saqué unos papeles—, creo que estos son

     Al pasárselos una pequeña y brillante pluma de luna cayó al suelo. Teodoro no se percató de lo sucedido pero yo me agaché para tomarla entre mis dedos, era tan hermosa y suave.

     Al momento de mirarla fijamente entre mis dedos, pude percibir un pequeño sonido, un tintinear cerca de una estantería.

     —Veo que eso será todo, señorita...-. Me giré rápidamente ignorando el suave sonido, pusé la pluma frente a Teodoro para que pudiera verla, pero él me miro extrañado—. ¿Sucede algo?

     —No, nada —fruncí el ceño al ver que Teo no se inmutaba por la irreal pluma—, ¿Necesita algo más?

     —Más bien yo se lo pregunto a usted

     —No gracias, por el momento me siento mejor, mucho mejor —le sonreí mientras salíamos del estudio hasta la puerta de la casa.

     —Nos vemos pronto señorita, cuídese mucho

     —Espere un momento —Teodoro se giró hacia mí—, ¿de casualidad mamá le contó que sucedió con sus padres?

     —Que recuerde no señorita

     —¿Y de mi padre? ¿Sabe si alguno de sus parientes tuvo antecedentes psiquiátricos?

     —Tampoco, ¿Por qué tan de repente usted quiere saberlo?

     —Bueno, pues imagino que los familiares de mis padres les gustaría saber que sucedió con ellos, además de saber un poco de mi árbol genealógico, ya sabes, tarea —era mentira, pero tenía que investigar mis orígenes para dar respuesta a mi presente.

     —Pues yo no sé nada de ello, quizás Any lo sepa, pero por ahora no está en condiciones de hablar de sus padres

     —Me imagino —no sabía que a Any le hubiera afectado mucho la muerte de mis papás.

     —Ahora yo le tengo una pregunta

     —Dígame

     —¿Ha estado bien? ¿Se ha enfermado o algo por el estilo?

     —No, en realidad me siento con más vitalidad que cuando vivía en la ciudad, creo que es el aire fresco ¿Por qué lo preguntas?

     —Porque la veo más pálida de lo normal, como si llevara meses sin ver la luz del sol

     —Yo... me siento igual que siempre —pero eso no era cierto, sabía que estaba cambiando—, pero creo que es por todo el mundo de emociones que me ha pasado en estos días

     —Eso espero y que no sea nada grave —Teo se volvió hacia la puerta y se dispuso a abrirla.

     La pluma que tenía entre mis dedos comenzó a resplandecerse y quemar como ácido mientras se deshacía entre mis dedos, dando paso a unas palabras que marcaban la palma de mi mano

     Extrañada fingía que no pasaba nada mientras despedía a Teodoro.

     —Me hizo bien tu visita, espero y lo hagas más seguido

     —La próxima vez, no solo vendré solo, sino que traeré a Gael y a Any —asentí y se fue.

     Volteé a mi brazo y mi corazón se detuvo.

     En letras de color de la luz de luna escribía

     "No habrá próxima vez"

     Y desaparecieron

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