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Capítulo 18 "Un Chef inesperado (Parte 1)"

     No sé cuánto fue el tiempo en el que me pasé mirando la serie de marcas alrededor de mi tobillo, no sabía si el dolor había cesado, no sabía si estaba soñando o si lo que ocurría realmente estaba pasando. Lo que si sabía era que esto empeoraba a pasos gigantescos, sabía que el miedo me invadía hasta la última célula de mi cuerpo, sabía que en este tipo de cosas estaba sola, no podía contar con nadie que no fuera yo.

     Fue hasta unos segundos después que me di cuenta de la presencia de Teo en mi cuarto, mi expresión debía de ser fatal por la preocupación en los ojos de Teodoro. .

     —¿Qué... qué dijiste?

     —¿Qué si usted está bien?

     —Oh, sí Teo, estoy bastante bien —lentamente me cubrí con la sabana de mi cama—, por qué no debería de estarlo, se nota que descanse bastante tiempo —señalé con mi cabeza a la ventana que daba la vista a la noche oscura.

     —Sí, así fue —Teo me volvió a mirar preocupado—, un total de tres horas dormida señorita

     —Wow, eso rompió récord, nunca he estado tanto tiempo inconsciente

     —Más bien yo diría dormida señorita, no puedo hacerme a la idea de que usted allá perdido la conciencia por tanto tiempo estando yo presente

     —Lo siento Teo, pero no tienes nada de qué preocuparte, estoy bastante bien

     —Pues no lo diría con tanta seguridad

     —¿Qué quieres decir?

     —Todos sabemos que usted se está haciendo cargo de la empresa del señor Francis, además de asistir a clases en una de las escuelas más estrictas del país

     Mordí el interior de mi mejilla.

     —No he fallado en ninguna

     —Eso me consta, pero no se tiene que presionar bastante, es solo una joven chica de dieciséis años —Teodoro se acercó más al umbral de la puerta—, no es su responsabilidad hacerse cargo de la empresa de sus padres, al menos no por ahora

     —¿Se te ofrece algo más?

     —Iri, no se lo tomé a mal

     —Por supuesto que no, ¿hay algo más que quieras decirme?

     —Nosotros solo nos preocupamos por usted

     —Lo sé y gracias por eso, pero por el momento estoy bien de como estoy haciendo las cosas y agradecería que no me atosigaran

     —La entiendo señorita —Teo se ajustó sus gafas y dio un paso atrás—, baje, la cena ya está lista. —Cerró la puerta y se fue.

     Me tiré en la cama agotada, sabía que Teo, Any y Gael eran como una familia para mí y agradecía todas las atenciones que tenía por parte de ellos; pero ya es hora de crecer y enfrentarse ante la realidad, la niña que era, murió junto con mis padres, y eso no lo podrán arreglar.

     Dentro de unos meses cumpliré los 17 años, no podía permitirme llegar a ser una adolescente normal, tenía muchas cosas sobre mí y no me iba a dar por vencida.

     Solté un suspiro muy largo y me levanté de la cama, tenía que bajar antes de que Teo vuelva a buscarme nuevamente. Revolví mis cajones al buscar mi pijama; pero al ponérmela todo lo que pensé anteriormente se fue al retrete. Mi ropa era un conjunto de una blusa llena de gatos de color morado y un short de color naranja; un pijama muy infantil para la dama que tengo que ser. Tendré que cambiarla muy pronto, pero solo por hoy quiero olvidarlo todo, quiero respirar.

     Al bajar las escaleras sonreía melancólicamente, toda la cabaña olía a comida, una deliciosa comida, la música salía del pequeño reproductor que tenía, hace meses que no me sentía de este modo, era como si nada hubiera pasado, era como volver a esos días en los que todo era felicidad.

     Vi como Teodoro acomodaba la mesa sirviendo un plato para mí.

     —Por favor Teo, siéntate conmigo a cenar

     —Muchas gracias señorita, pero ya comí

     —Esto me recuerda a los buenos tiempos

     —Igual que los viejos tiempos —la cálida voz de Teodoro se escuchaba triste.

     —Lo único que faltan son mis padres...

     —No se olvide de Any y de Gael

     Una lágrima se posó en mi mejilla, esquivándola rápidamente.

     —Por supuesto que nunca podría olvidarme de la dulce Any y el protector de Gael —sonreí a Teodoro—, daría lo que fuera si podría regresar el tiempo y tener otro de esos días

     —Yo también lo deseo Iri

     —Todo sería más fácil si vienen a vivir conmigo, aquí en la cabaña

     —Sería un placer poder estar de nuevo con usted señorita, pero las cosas no son tan fáciles

     —Lo sé Teo, Any no quería venir a este lugar y Gael tiene que estar en la empresa y por supuesto tu no podrías dejar a ninguno de los dos, por eso agradezco los días que me vienen a visitar, solo espero que no sea la única vez

     —Claro que no señorita

     —Ojalá que la próxima puedas convencer a Any a que venga, tengo muchas ansias de volver a hablar con ella

     —No creo que pueda ser tan fácil

    —Si lo sé, para nadie lo es

     —Pero por ahora, tiene que comer, no dejaré que se quede con el estómago vacío

     Le sonreí de vuelta y me dispuse a degustar el increíble platillo que tenía frente a mí.

     —Por dios, esto es delicioso

     —Sí, probé un poco antes

     Seguí comiendo la sabrosa lasaña que tenía frente a mí, acompañándola con una ligera copa de vino, que sospechaba, era de la reserva secreta de Teodoro. Mi padre siempre admiro el buen gusto de Teo para los vinos, pues se le daba mejor que la cocina.

     Porque Teo no cocinaba.

     Nada de nada.

     Bajé los cubiertos lentamente y me giré.

     Teo no cocinaba, entonces por qué la casa olía como si hubieran hecho de comer.

     —Teo

     —Dígame, señorita

     —¿Tu cocinaste esto, verdad?

     —Por supuesto que no —Teodoro soltó una pequeña risa—, sabe que yo no sé cocinar ni un plato de cereal

     —En-entonces...

     —¿Acaso le quieres dar las felicitaciones al chef?

     Esa. Estúpida. Voz.

     Puse los ojos en blanco al momento en el que un Leo se asomaba de la cocina.

     —Quién te dejó... —me quede muda, y en vez de eso una carcajada salió de mi boca—. Oh por dios —las risas salían ruidosamente de mí al momento en el que Leo ni se inmutaba, solo se recargo.

     —¿Sucede algo señorita? —dijo Teodoro muy sorprendido.

     —¿Qu-que acaso no lo ves? —Señalé a Leo con la mano abierta, mientras que el rubio me sonreía con los ojos semi-cerrados—. S-se ve totalmente ridículo

     —¿Disculpa? —Dijo el chico con una dolida voz fingida—. Pero yo debería de ser el que ríe —sin saber lo que decía deje de reír, pero me era imposible estar seria con el pañuelo de cocina encima de la cabeza de Leo, recorría su mirada por todo mi cuerpo, ese tipo de miradas graciosas, apasionadas y que te hacen sonrojar en partes que no debería—, por cierto, que linda pijama tienes

     Mierda.

     Me levanté de mi asiento y me maldije por dentro, valla día para ser una chica infantil. Salí corriendo a mi recamara acompañada de una carcajada por parte del rubio.

     Quien diría que Leo seria el que me cocinaría algún día. 

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