Capítulo 11 "¿Interrogada?"
Las carcajadas de Leo reinaban por los pasillos, si ya era un martirio la escena en el baño ahora tenía que soportar sus estúpidos chistes. Dentro de mí un volcán de rabia estaba a punto de estallar, la maestra por otro lado parecía que un tomate remplazara su rostro. Desde que nos pidió que la acompañáramos a la dirección en sus mejillas se apodero un increíble color rojo y no ayudo que Leo por arte de magia se deshiciera de su camisa.
Así que ahora estaba caminando por la escuela con una maestra con las mejillas más rojas que las de una Weasley adolescente leyendo 50 sombras de Grey, y además de eso con una imitación de Jacob Black rubio con problemas de continencia verbal y listo para participar en un concurso de fisiculturistas.
Sí, mi día no puede ir mejor.
* * *
—¿Viste su cara? —Leo no dejaba de reír.
—Si Leo, yo también estaba allí —dije cansada.
—Estaba igual de roja que la tuya.
Giré lentamente hacia él con una perfecta cara de "No me jodas", que solamente hizo que las risas de Leo pasaran a ser carcajadas y se tuviera que doblar por la cintura. La vergüenza invadía mi rostro una vez más en el día. Volteé al otro lado tratando de cubrir mi cara sonrojada de él poniendo mi cabello entre nosotros.
Estar en el momento en el que Leo le "explicaba" en el baño a la maestra lo que estábamos haciendo, fue bastante incomodo; pero oírlo hacerlo nuevamente a la directora es algo mucho peor.
Estar justo frente a ella en estos momentos es igual de malo a que hubiéramos interrumpido un velorio a carcajadas. No tenía ningún rastro de humor en su rostro al igual que yo, aquí el único que disfrutaba del momento era Leo.
—Saben muy bien porque están aquí —las manos de la directora se unieron en su barbilla.
—¿Es por la iniciativa Avengers? —no puedo creer que aun en estos momentos Leo sea capaz de hacer este tipo de bromas.
La directora suspiro y yo negué lentamente.
—Me lo esperaba de ti y no sé de lo que estás hablando, pero ¿Tu Iridia? —los ojos de la señora Susan eran inquisitivos, me juzgaban fijamente haciéndome sentir una torpe—, no puedo creer que después de tanta preparación hayas caído por unos ojos bonitos.
—Pero no...
—Soy más que un "ojos bonitos" —Leo me interrumpía falsamente dolido.
—Pues no lo demuestras, se nota que no haces nada productivo.
—En eso se equivoca directora —Leo se reclino levemente con una pose altanera—, sabe muy bien que hago un buen trabajo social en esta escuela, sino usted se quedaría sin suficiente buen material.
Miré a la directora tratando de buscar una explicación de lo que decía él chico. Pero solo miró duramente a Leo mientras se ponía rígida.
—Deben saber que esto les traerá duras consecuencias —la sonrisa volvió al rostro de la señora Susan—, muy graves consecuencias. —pero esta vez su mirada se posó en Leo.
La seguridad del rubio se fue al fondo junto con mi plan de perfección escolar.
—Pero y si...
—Disculpe interrumpirlos... —la secretaria entró al despacho apenada—. Pero un padre de familia quiere hablar con usted urgentemente.
—Gracias Cecil ahorita voy —la secretaria salió silenciosamente de la oficina y la directora nos miró fijamente—, tienen que ser conscientes de que esto no se va a quedar así, no puedo permitir ese tipo de comportamiento en esta institución de tan gran prestigio, tenemos una muy buena reputación... —Leo había soltado un "Já" muy sarcástico que decidí ignorar—. Y no voy a dejar que por dos jóvenes hormonales arruinen tal reputación. —La directora comenzó a levantase—. En seguida vuelvo, y cuando regrese quiero saber lo que pasó, lo que realmente pasó —la mirada de Susan me advertía que quería escuchar la verdadera versión y no solo la de dos jóvenes "jugando con el agua"—, con permiso. —Y se fue.
Miré directamente a Leo mientras éste posaba su mirada en algo que tenía en su puño cerrado.
—Eres un imbécil ¿lo sabias?
Él giro hacia mí.
—Así que la gatita ya agrego otro término a su pequeña lista de malas palabras, ¿Dónde la aprendiste?
—Deja de estar bromeando, ¿no ves que la situación está...?
—¿Divertida?
—¿Divertida? ¿Pero qué es lo que te pasa por la cabeza? —dije exaltada a punto de gritar.
—Depende de cual cabeza estés hablando —su sonrisa solo hizo que mi cara de asco apareciera, mientras sus ojos azules quemaban mis mejillas sonrojadas.
—Eres un maldito cerdo.
—Pero que cosas dices —la fingida voz de Leo salía acompañada de un ademan de asombro—, esa boquita tuya es muy sucia, deberías de ser menos vulgar, ¿Qué no ves que puedes ser una mala influencia hacia mi persona? —sabía que en el fondo esa terrible y falsa actuación era porque me quería imitar y eso solo hizo que mi ira hacia era chico creciera aún más.
—Tu eres el vulgar, tan solo al estar junto a ti me causa problemas.
—Ay, gracias.
—Tu presencia junto a mí solo hace que mi persona sea vista de manera incorrecta —Leo me miraba fijamente sin borrar esa estúpida sonrisa suya—, por tu culpa la directora piensa que soy una chica fácil
—¿Y acaso no lo eres?
—Idiota.
—Auch, eso duele gatit...
—¡No me llames así! No me confundas con tus chicas.
—Lo siento tienes razón —Leo se acercó a mí cara—, he tenido muchas zorras, pero nunca una gata.
Mi mirada se endureció
—No me importa quién eres ni con quien te enrolles, solo recuerda que si te metes con la gata, recibirás las garras.
Me alejé de su rostro, quizá fue mala idea aceptar de una u otra manera su apodo, pero creo que al menos él entenderá que es a lo que me refiero y dejará de tratarme con tanta falta de educación.
Pero siendo Leo, no me tenía que haber esperado eso.
En vez de mantenerse callado tras mi comentario, él solo se limitó a romper en carcajadas, algo que hizo que me diera por vencida.
Con este chico no se puede ganar.
Lo descubrí mirándome mientras mi rostro era un claro, "Jódete" pero esta vez solo se limitó a sonreír, una sonrisa brillante y a la vez diferente a las de antes, una sonrisa que extrañamente hizo que mi ira disminuyera considerablemente. Pero después cortamos contacto visual y él se puso a platicar miles de cosas, cosas que no preste atención y simplemente ignore; tenía otros asuntos más importantes para ocupar mi mente.
Para empezar ¿Qué demonios paso en el baño? Al hacer memoria todo rastro de preocupación se drenó, la mujer, el agua, las algas y la muerte; hicieron que un brote de esperanza creciera en mí, ya que significaba que no estoy loca, porque... bueno, estaba con Leo.
Él vio lo mismo que yo en todo momento e incluso mucho más, pues ya conocía a la mujer antes de que nos encontráramos en el baño, además del cómo llego hasta ese lugar si yo me asegure que no había nadie en el cuarto.
Mi vista estaba hacia la ventana y veía como el viento se llevaba las nubes lejos de allí, tal como mi miedo a perder la cordura se iba de mi mente. Me giré al chico que aún seguía hablando moviendo los brazos.
—Estabas allí —dije interrumpiendo su monólogo.
—Sí, ¿no lo recuerdas? —enarco una ceja, burlonamente—, no me digas que ya te está fallando la memoria, te dije que si te seguías comportando como una cuarentona ibas a terminar mal.
—¿Pero qué...? No importa, porque nada de esto te lo tomas en serio ¿Cómo es que estas tan tranquilo?
Él se encogió de hombros despreocupadamente.
—Digamos que ya tengo muchos reportes en mi historial académico, uno más no hace daño.
—No me refería a eso, aunque si es preocupante saber que te da igual tus antecedentes escolares, si es muy malo ninguna universidad va a querer aceptarte.
—Una universidad no está en mi futuro —no entendía el dolor con el cual decía estas palabras y por un momento logre ver una grieta de la tristeza que guardaba en su interior—, jugar contigo quizás —y volvió el verdadero Leo.
Puse los ojos en blanco, no sabía ni porque lo intentaba, pero necesitaba saber que no era la única que está pasando por esto; así que simplemente lo ignoré.
—A lo que iba es que... —lo miré fijamente con seriedad y él se dio cuenta de eso—. Me refería a lo que pasó en el baño, lo que verdaderamente pasó.
—Nada, no pasó nada.
—¿Cómo que no pasó nada?, si estuvimos a punto de morir.
—Pero no lo hicimos, y eso es lo que le dirás a los demás, que no paso absolutamente nada.
—No podemos simplemente ignorarlo.
—No lo ignoraremos, solamente no lo diremos.
—Es casi lo mismo.
—No es lo mismo, solo lo ocultaremos de los demás y así solo será nuestro secreto. —Por la voz que utilizaba Leo, sabía que no estaba bromeando.
—Pero le tenemos que decirle a alguien, una mujer casi nos mata.
—¡Tienes razón! —lo miré con cuidado, sospechando de su voz demasiada eufórica—, siempre y cuando quieras ir directamente a la celda acolchada del psiquiátrico, ve y habla con la policía y diles que una mujer la cual no hay evidencia de nada, nos intentaba matar manipulando...
—Te entiendo, no era necesario tanto sarcasmo.
—¿Ves por qué hay que guardar silencio?
Eso hizo que muchas más preguntas nacieran, preguntas sobre lo que él sabía y preguntas sobre lo que está pasando.
—¿Pero entonces que vamos a decir cuando la directora nos cuestione sobre el asunto?
—Miente.
—¿A la directora? Pero...
—No me digas que siempre has sido una gatita buena que no quiere defraudar a sus papis.
Al oírlo mencionar a mis padres las lágrimas casi se derraman pero no podía hacer eso frente a él. Miré hacia la ventana, impidiendo que Leo me viera.
—No es que sea buena, es hacer lo correcto, además no quiero más tener problemas —al ver el brillante día que hacia fuera, dejé que mis lágrimas se desvanecieran—, y sé que mentir es malo para un nuevo comienzo —al voltear a verlo pude ver la curiosidad en su rostro, entrecerró los ojos e hizo una mueca—. ¿Ocurre algo malo?
—Nada —la curiosidad fue suplantada por la molestia, algo que no comprendí.
No estaba de acuerdo con la proposición de Leo, pero aun cuando sé las mentiras son malas para un buen comienzo, las prefiero a que digan que enloquecí.
—Aun no nos han preguntado y si mentir es la única salida —me exprimí el cabello aun mojado—, tenemos que hacerlo
—¡Eso es! —Leo celebro con entusiasmo haciendo que mis ojos se pusieran en blanco mientras cruzaba mis brazos—, la gatita está aprendiendo a sobrevivir.
¿Sobrevivir?
—Como sea, tenemos que ponernos de acuerdo sobre lo que vamos a decir, para que sea creíble, sino, nos vamos a meter en problemas.
—Okay —Leo posó mientras pensaba, después sonrío y me miro traviesamente, ¿Ahora qué?—, tengo una idea... lo que diremos es: que al haberte sintiéndote tan agradecida por lo que hice cuando te desmayaste —se comenzó a acercar a mí, su cara estaba tan cerca de la mía que podía sentir su respiración—, al verme como tu caballero de brillante armadura no pudiste contenerte... —no me agrada el rumbo de esa historia—. La adoración hacia mi incrementaba con cada mirada que me dabas —estábamos tan cerca que podía ver las gotas de agua que caían de su aun mojado cabello, podía verme en sus increíbles ojos azules y podía ver sus lindos labios—, por eso mismo decidiste citarme en un lugar privado, para "pagarme" el favor de haberte salvado. —la malicia se reflejaba en su voz y mi molestia comenzaba a asomarse—. Así que tuviste la idea de gratificarme en el baño de chicas para que sea más excitante que un simple cuarto de hotel, y para hacerlo más divertido, comenzamos a jugar con agua. —termino entre risas.
—Ni en tus sueños.
—Oh no gatita, en mis sueños no somos es tan inocentes —sus ojos se entrecerraron haciendo que mis latidos se aceleraran y mi cara pareciera en llamas, al verme sonrió orgullosamente, maldito.
—Señorita Iridia —la voz de la directora me tomó por sorpresa causando que todo rastro de color se drenara de mi expresión, el nerviosismo me invadía cada vez más y ella aún se encontraba fuera—, salga un momento por favor, quiero hablar primero con el señorito Florit
¡Interrogación por separado!
Tenía que haberlo visto venir.
Miré a Leo preocupada y al parecer él lo notó porque su risa desapareció y unos ojos compasivos me miraron.
—Tranquila, todo va a salir bien —¿Cómo estaba tan seguro? No nos pusimos de acuerdo en nada—, yo me encargo que no te metas en problemas, confía en mí —la sonrisa que me dio me impacto y solo me limite a asentir.
Me levanté nerviosa y al pasar junto a la directora sabía que no podría salir nada bien, ella tenía unos ojos llenos de ira y molestia, estaba al tanto de que lo que había pasado se mal interpretaba, pero no para tanto. Sospechaba que el odio de ella era por otra cosa.
Los nervios de estar sola en la sala de espera de la dirección, me tentaba en soltar toda la verdad, pero a pesar de saber que es lo correcto, no lo podía hacer; las consecuencias serían terribles, psiquiátrico, medicamentos, confinamiento... no eso no quiero, no puedo perder lo poco que me queda, mi libertad.
Por ahora solo me queda confiar en Leo.
* * *
Gran error.
—Señorita Iridia, pase por favor, señorito Leo, salga un momento
La voz molesta de la directora me alertaba de que algo había salido mal y la mirada de Leo me lo confirmo. Al pasar por la puerta me crucé con el chico, me guiño un ojo y lo maldije por dentro, este joven se salió con la suya, sabía muy bien qué tipo de historia había contado; lo quería asesinar en estos momentos, pero primero tenía que salir de este problema.
* * *
Nunca en mi vida había odiado a una persona como a Leo, ahora realmente estoy considerando en dejar que Gael se encargue de él y lo haga desaparecer de mi vida.
Pero a quien más odio es a mí.
¿Cómo pude caer tan bajo?
Decir que Leo y yo "estábamos jugando sucio" fue una de las mayores estupideces que he dicho. Y lo peor es que el muy idiota no me siguió la corriente, simplemente se dispuso a reír como un desquiciado, mientras que mi rostro iba de un color a otro. Se supone que eso me dio a entender cuando salía del despacho de la directora y si no fue eso ¿Qué fue lo que le dijo a la señora Susan?
Al final la directora nos juntó para dar por terminada la sesión de investigación y dar paso al veredicto; al ver que las dos versiones no concordaban con nada y el escándalo que producían las risas de Leo, nos dejó ir solo con un reporte que tenía que ser firmado por nuestros tutores.
Como yo soy mi propio tutor no había problema con eso, en cambio Leo fue el que resultó más afectado, su risa se extinguió por completo dando paso a una expresión preocupada.
Molesta caminé por los pasillos hasta mi siguiente clase, antes de eso tuve que cambiarme el uniforme en el baño de la dirección y así poder dar por terminado el día de hoy.
Pero al llegar al aula vi que no había nadie en ese lugar, caminé hacia las ventanas que daban vista al patio y vi que había muchos alumnos con el uniforme de natación, no sabía que la escuela contara con este tipo de actividades físicas, y menos natación; cada día me sorprende más el gran instituto de un simple pueblo.
Cansada por todo lo que había pasado, me senté dispuesta a esperar a la llegada de los demás alumnos y del profesor.
* * *
—Vamos... despierta.
—¿Eh?...
—No falta mucho para que venga la maestra.
Levanto la cabeza y mi visión estaba borrosa, las luces lastimaban los ojos y sentía mis músculos pesados, justo como cuando despiertas.
...
Me dormí.
—¿Qu-qué pasó?
—Te quedaste dormida
Miré frente a mí a una chica morena con unos enormes y bellísimos ojos verdes, una sonrisa tierna y adorable, un cabello largo y castaño con degradado amarillo en las puntas y una voz suave y dulce.
—Gra-gracias —la chica se sonrojó y se alejó un poco más.
—No hay problema —había algo en la joven que me hacía sentir bien, observé a mi alrededor y vi que algunos alumnos miraban fijamente hacia acá y reían; sobre todo una chica con cabello más rubio que el mío. La castaña se dio cuenta de eso y me miró—, no hagas caso, la gente puede llegar a ser muy cruel
—Dímelo a mí —soltamos unas silenciosas risas.
—Por cierto soy Jabel —me extendió la mano y yo la estreché.
—Yo soy...
—Iridia Delacour —me sorprendí y ella se dio cuenta de eso—, bueno, en estos momentos es imposible que nadie sepa quién eres.
—No sabía que se hablaba mucho de mí —me comencé a poner nerviosa.
—Y es demasiado, inclusive antes de que llegases —mi cara expreso incredulidad absoluta—, ay no siento, creo que te puse un poco incomoda... —comenzaba a alejarse, lo cual es mejor para mí—. Hasta luego —no socializar, no dejar que nadie entre.
—Espera —la llamé, y aunque era mejor para mí que se fuera, no deje que pasará, ella me miro brillantemente que hizo que su sonrisa tierna me contagiara—, ¿por qué te vas?, aun no terminamos de hablar.
—Pero yo pensé...
—No pienses nada, no soy el monstruo que aparento.
Ella se rio.
—Nunca dije eso.
—Pero ellos si —señalé con la cabeza a los chicos que aun hablaban entre risas, Jabel se sentó junto a mí.
—No te debes preocupar, son los típicos chicos de preparatoria.
—Ahí el problema—dije mientras tomaba entre mis manos uno de mis mechones rubios—, nunca he ido a un instituto, por eso no se tratar con eso
—¿Nunca has ido a la escuela? —dijo muy sorprendida.
—No, yo fui educada en casa
—Con razón, sabía que no podías ser una chica sin estudios ni nada, es que como dijiste que nunca habías ido a la escuela supuse que en realidad NUNCA habías ido a la escuela, solo fue un poco de confusión de mi parte... quizás es por eso que tu falta de socialización escolar hace que seas mucho más interesante y misteriosa que cualquiera en esta escuela o cualquiera en este pueblo, así como de repente tu mudanza sin siquiera saber de ti y el misterio que rodea el lugar en donde vives y... —comencé a reír sinceramente, una risa que pensé nunca más iba a tener y todo gracias a esta chica tan parlanchina.
Jabel se calló y sus mejillas se tiñeron de rosa.
—Es increíble la rapidez con la que hablas sin siquiera trabarte o desmayarte por la falta de oxígeno —dije.
Se levantó bruscamente.
—Lamento molestar.
—No, no, espera —la tomé antes de que se fuera a su asiento—, quizás me malinterpretaste, en ningún momento mi intención fue ofenderte, solamente que admiro la gracia con la que hablas, nunca quise faltarte al respeto.
—Lo siento, es que no puedo evitar dejar de hablar.
—Yo también tengo problemas al charlar —vi que volvía a tomar asiento—, no es normal que una chica de quince años...
—Wow, tienes quince años eso no lo sabe cualquiera, no he visto que hablen de eso ¿Y tus padres? ¿De dónde vienes? Es que tienes muchas cosas por las que contar...
Sonreí nuevamente
—Créeme, mi vida no es nada interesante...
—Eso no se sabe, se dice que los ríos más tranquilos son los más profundos y sospecho que tienes muchas cosas que contarme —se calló por un instante y se sonrojo—, bueno me refería a que tendrás muchas que contar a alguien, no necesariamente a mí sino a una amiga tuya, no estoy diciendo que yo, es solo que...
—No te preocupes, entendí y sería un gusto que me escuchases —su sonrisa nuevamente brillo y se levantó.
—Aun no tienes ningún club pues aun eres nueva, así que al finalizar esta clase te a compare a la sala de clubs en donde podrás escoger que tipo de taller te gustaría entrar... —la maestra entró al aula pidiendo orden, Jabel hizo un puchero y me volvió a ver con esos hermosos ojos verdes—. Ya está aquí la profesora será mejor que me valla a mi lugar, así que así quedamos —se dio media vuelta pero a medio paso de irse se volteó rápidamente frente a mí—, por cierto, fue un gusto conocerte.
—El gusto fue todo mío —dije con sinceridad en mis palabras y corazón. La vi alejarse a su asiento felizmente.
Sonreí mientras abría mi libreta al recordar el entusiasmo de la chica, me hizo reír por primera vez desde la muerte de mis padres y fue una risa muy sincera.
Y en mi corazón se albergaba la esperanza de que quizás, tan solo quizás.
Pueda tener una amiga por primera vez en mi vida.
* * *
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