EPILOGO
La alarma de mi móvil comienza a sonar, decretando el inicio de las actividades del día. Estiro la mano hasta la mesita de noche para apagarlo pero algo me sostiene con fuerza de la cintura.
Oh, si... Jason.
—¿Jason? Déjame ir — Balbuceo adormilada.
—¿A dónde vas?
—¿Cómo que a dónde? A alistarme y tú no deberías estar aquí.
Golpeo su mano con suavidad para que se retire, pero vuelve a gruñir contra mi oreja y me sostiene con más fuerza.
—Suéltame ya, tengo que ir al baño.
—No.
—¡Jason! — Lo regaño bajito.
Levanto la mano para golpearlo con más fuerza, pero el sonido de pasos en el pasillo me hace callar. La puerta de la habitación es golpeada y la voz de Marie se escucha con claridad.
—¿Julie? Querida, es hora de levantarse. La estilista no tarda en llegar.
Mierda.
—Si, gracias. Ya estoy despierta.
—Bien, puedes bajar a desayunar ahora, tus padres ya están en el comedor. Y Jason no tarda en llegar.
¡Ja!
El chico junto a mí suelta una risita de burla. Idiota, me hizo abrirle la puerta en la madrugada para colarse en mi habitación, en la casa de sus padres.
—De hecho, Marie...
Antes de que pueda delatarlo, él cubre mi boca con su mano. Otro sonido se escucha en el pasillo, pero está vez son las botas de tacón de Nina las que resuenan contra la madera.
—Déjame a mi hacerlo, mamá. Vuelve con los invitados.
—¿Qué quiere Nina ahora? — Gruñe bajito.
—¡No lo sé! Es tu hermana, ve a ver — Contento en el mismo tono.
—¡Jason! ¡Sé que estás ahí, pedazo de idiota! ¡Dejaste el auto atravesado en la reja y no puedo salir!
—Oh, si, eso... — Hace una mueca de fastidio.
Se incorpora con cuidado de la cama, buscando los boxers en el piso para ponérselos y abrir la puerta.
—¿Y qué quieres? ¿Que baje a mover el auto así? — Le gruñe a su hermana.
—Buenos días para ti también, y no. Vístete para que salgas por la puerta de la cocina, no querrás que mamá te encuentre aquí medio desnudo.
—¿Por qué no? Es mi habitación y esa de ahí es mi esposa.
Dice y yo termino de envolverme en la sábana para levantarme. Tengo que darme prisa si quiero ver a Jackson antes de alistarme para la ceremonia.
—Aún no se casan, así que no tienes derechos. Mueve el culo rápido porque tengo que salir al restaurante a traer algunas cosas.
Mi cuñada da la vuelta para alejarse por el pasillo mientras Jason se toma su tiempo vistiéndose.
—¡Bien! ¡Saldré por la jodida puerta de atrás y volveré a entrar por el frente! ¿Felices?
Yo encojo los hombros. No me importa como sale de aquí, siempre y cuando lo haga. Incluso podría saltar por la ventana como si fuera una novela de Shakespeare.
—Te veo en un rato, nena.
—Claro que sí.
Se acerca para besarme y abre la puerta, pero tarda tanto que su padre pasa por el pasillo sonrojado y sin mirarnos.
—Buenos días, hijo.
Ahora yo también estoy avergonzada y quiero reclamar su imprudencia, pero es muy tarde para eso ahora.
—¡Pues bien! ¡A la mierda con el plan de la discreción! Vamos a desayunar.
Se adelanta para ir al comedor mientras me visto. Bajo a desayunar algo ligero mientras Jason le da de comer a Jackson, luego mamá y Marie me apresuran a la ducha.
Un par de horas más tarde, estoy maquillada, peinada y con el vestido puesto. Esta ocasión preferí un estilo más sencillo y clásico para mi, aunque sé que Jason podría haber hecho algo mucho más extravagante.
Ya tuve eso con Mark, en una incómoda ceremonia donde muchos de los invitados eran personas desconocidas para mí. Pero esta vez, son mis amigos y mi familia quienes estarán presentes.
Para honrar la tradición, Bob me llevará hasta el altar en donde Jason me espera. Su padrino es Kim, de quién apenas me entero que su nombre es Shoun.
Mi dama de honor es Nina, quién intentó organizar una despedida de soltera para mí, pero no lo logró gracias a Jason.
Jackson es el encargado de traer los anillos, pero mi pequeño luce tan guapo en su pequeño traje negro que siento unas inmensas ganas de llorar.
La ceremonia transcurre con tranquilidad, pero es el momento en el que tengo que firmar el acta que mis nervios aumentan. Ahora seré oficialmente la señora Danvers.
—¿Nena? ¿Todo bien? — Pregunta Jason cuando miro fijamente la hoja.
—Si, lo siento, todo bien — Le sonrío para tranquilizarlo.
Jason no es Mark... ¿Por qué debería tener miedo?
Estampo mi firma en el papel y ojos grises se apresura a tomar mis manos, acariciando con su pulgar el dorso en un gesto tranquilizador.
—¿Señora Danvers? — Dice cuando la ceremonia ha concluido — ¿Quiere usMax bailar con su esposo?
—Pues ya que insiste, Señor Danvers.
Caminamos hasta la pista instalada en medio del jardín para nuestro primer baile. El día es tan agradable que no hicieron falta las carpas y todo parece tan tranquilo y natural.
—¿Cómo te sientes? — pregunta cuando pone sus manos en mi cadera.
—Muy feliz. Gracias por hacer todo esto, Jason.
—Sabes que haría que lo sea por ti, nena. Sobre todo ahora que decidiste dejar el restaurante.
¿Qué?
—¿Decidí, que? — Chillo confundida — No voy a dejar mi empleo de gerente.
—¿Ah, no? Creí que querías estar en casa con Jackson.
—No. Quiero un trabajo que me haga sentir útil y productiva, luego puedo pasar el resto del día con mi hijo.
—Y tu esposo — Agrega él.
—Si, mi tonto esposo que piensa que acaba de conseguirse una ama de casa de tiempo completo.
—Es una broma, Julie — Se ríe — No voy a cometer el mismo error que Mark.
Me mira de nuevo, pero el rastro de diversión desapareció de sus ojos. ¡Este chico está crispándome los nervios!
—No me hagas enojar, señor Danvers, o pasarás tu luna de miel durmiendo en el sofá.
—Mierda. Lo siento, nena.
Lo miro con los ojos entrecerrados, pero alguien golpea mi hombro suavemente. Cuando giro mi cabeza, puedo ver a mi ex esposo parado junto a nosotros.
—¿Me permite un baile, señora Danvers? — Mark estira la mano hacia mí.
—No.
—Dijo señora Danvers, o sea yo — Ruedo los ojos hacia mi nuevo esposo.
—Bien, pero solo un baile y cuidado de dónde pones las manos Markie.
Walter se ríe y extiende la mano hacia Jason para que la estreche. Mi esposo le lanza una mirada amenazadora antes de tomar su mano.
—Es muy celoso, ¿No? — pregunta cuando comenzamos a bailar.
—Si, algo. Pero es adorable.
Jason está en la orilla de la pista, con los brazos cruzados sobre su pecho y Kim a un lado, hablándole de algo a lo que él seguramente no está poniendo atención.
—No te vi en la ceremonia, pensé que no vendrías.
—Llegué un poco tarde — Se excusa — Un imprevisto de último minuto, pero quise venir a despedirme.
—¿Te vas?
—Si. Tengo que volver a Georgia por un tiempo, Jason se quedará a cargo de la oficina de Seattle.
—Oh.
—Así que, muchas felicidades Jules, lo mereces.
—Gracias.
Estoy tan conmovida que me acerco a abrazarlo. Ahora que no es un estorbo en mi relación con Jason hasta podríamos ser amigos.
—¡Ya se acabó la canción! ¡Atrás Markie! — Jason gruñe mientras tira de mis brazos hacia atrás.
—¡Se está despidiendo! — Chillo hacia mi esposo.
Mark levanta las manos con una gran sonrisa y se aleja de la pista. Él y Taylor desaparecen inmediatamente entre los invitados.
—¿Ya puedo bailar con ella? — Pregunta Kim.
—Pero es mi esposa — Dice ojos grises.
—Claro que sí, campeón, pero la fila está allá — Señala a un costado de la pista donde los chicos del restaurante esperan.
—¡No me voy a formar en la jodida fila para bailar con mi esposa! — Le dice a Kim, luego grita a los chicos — ¡Consigan su propia esposa!
Dios mío.
Es un niño.
Después de bailar con Kim, le toca el turno a George y a Bob, incluso el abuelo Max está aquí y me acompaña en un par de canciones.
Luego sigue el turno de Cole y Terry, mientras Jason baila con su madre y su abuela. Incluso Gini y Rosie tienen un baile con mi esposo.
—Señora Danvers — Raúl hace una reverencia — ¿Bailaría usted conmigo?
—Claro que sí — Extiendo mi mano hacia él y la apoyo en su hombro.
—¿Cómo te va hasta ahora? — Pregunta divertido.
—¡Oh! Son muchas emociones para un solo día — Me río — Y aún no termina la tarde.
—Pero te ves feliz, jefa, que es lo importante.
Damos un par de vueltas en la pista, pero comienzo a marearme. Las manos me tiemblan un poco sobre los hombros de Raúl y escucho algunas voces antes de que todo se vuelva borroso.
—¿Julie? — Dice Raúl.
—¡¿Qué le hiciste?! — Grita Jason.
—¡Nada! ¡Estábamos bailando! ¡Tu lo viste!
Alguien me sostiene en brazos, así que escucho las voces a mi alrededor. La mano cálida de Marie se presiona contra mi frente, luego pide a Nina que traiga el botiquín de la cocina.
—¡Siempre que está contigo se desmaya! — Gruñe mi esposo de nuevo.
—¡No siempre! No seas exagerado — Se defiende Raúl — Aquella vez fue a causa de su embarazo...
Oh, oh...
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