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Capitulo 8

Esa noche cuando regreso a mi departamento, me sorprende encontrar a Mark en la cocina, le mesa decorada con velas y un enorme ramo de rosas en la mesa de la sala.

—¿Cómo haces para entrar y salir de mi departamento?

—Le dije a la administradora que soy tu esposo y que se te olvidó darme copia de la llave —me señala con el cucharón—. Es una señora muy agradable.

—Hablaré con la señora Jenkins más tarde, no puede dejar entrar a cualquiera a mi departamento. Por cierto, ¿Qué haces?

—La cena.

—¿Por qué?

—Voy a recuperarte, y a demostrarte que soy mejor que Jason.

—No quiero que me demuestres nada, quiero que te vayas Mark, en serio.

—Tengo que intentarlo, Jules. Cometí el error de dejarte ir y me arrepiento, solo déjame demostrarlo con acciones.

Fastidiada y hambrienta, dejo el bolso sobre la encimera y me siento en el comedor. Mark sirve dos copas y trae los platos con filetes de pollo a la plancha que tanto me gustan.

—¿A quién dejaste en la compañía?

—¿A cargo? A Jeremy, sabes que no confío en los demás.

—¿Ni siquiera en Baker?

—No tiene la experiencia del viejo. De todas formas, cuando esto se arregle, regresaremos y me haré cargo.

—No regresaremos... Es decir, no regresaré.

Corto mi filete en trocitos para colocar el aderezo. Tengo que admitir que mi ex esposo no cocina mucho, pero cuando lo hace es bastante bueno.

—¿Estás enamorada de Jason? Me parece tan raro que la señora Jenkins no sepa de usMaxes.

Dice y casi me ahogo con el sorbo de vino. ¡Menudo idiota! ¿Le preguntó a ella sobre nosotros?

—Porque no es asunto de ella, ni tuyo, ni de nadie más.

—¿No es asunto mío? —se levanta de la mesa y camina hacia la puerta—. Es asunto mío porque necesito saber qué tan serías son las cosas con él.

No me percaté que alguien llamaba a la puerta hasta que mi ex esposo la abre y mi vecino asome su cabeza metiche. Genial.

—Hablando del diablo —gruñe Mark.

—¿De mi? ¿Me extrañaste, Markie?

Jason empuja a Mark cuando pasa por la puerta y se dirige a la mesa. Se gira para ver las rosas y vuelve su atención a la mesa, a las velas.

—¿Interrumpo tu cena romántica, mi amor?

—Si, y no es una cena romántica. Simplemente Mark preparó la cena.

—Te estás esforzando Markie, felicidades. Pero ¿Dónde está mi plato?

—¿Tu plato? —Mi ex azota la puerta—. Estoy teniendo una velada íntima con mi esposa, ¿Qué te hace pensar que eres bienvenido?

—¿Tengo que decirlo? —Jason dice con arrogancia y se señala a sí mismo.

—No —le gruño.

—Si —dice Mark al mismo tiempo—. Déjalo Jules, quiero saber qué lo hace tan especial.

Jason bufa y sé que no se le ocurre nada para justificar su presencia. ¿En qué momento creí que este tonto podría ayudarme a deshacerme de mi ex?

—No necesito una razón, es mi novia y siempre vengo a cenar con ella. ¿Verdad cariño?

Mi vecino toma el puesto a mi lado, entre Mark y yo antes de beberse el resto de mi copa de un trago. ¡Bien hecho Julie! El chico es todo un sueño.

—¿Le dirás algo? —Walter lo señala.

—Si. Jason, toma un plato de la cocina y sírvete tú mismo.

—¿No podemos compartir el tuyo?

—¡No! —Dios. ¿Es un jodido niño?

—Bien.

Mark observa con el ceño fruncido cómo Jason va a la cocina, revisa cada cajón hasta encontrar un plato y servirse. De paso se trae la botella de vino de la encimera.

—¿De qué estaban hablando? —pregunta llenando de nuevo mi copa.

—De ti. ¿Cuánto tiempo han salido? Por lo que sé, apenas llevas un mes en Seattle, ¿No?

Mark me señala antes de beber otro sorbo de su copa. Mierda. Lo malo de mentir es que debes tener todo ensayado, aunque terminas creando una mentira tras otra.

—Se siente como si nos conociéramos de toda la vida, ¿Verdad cariño?

Pellizco la mejilla de Jason para que deje de comer y me ayude a salir del jodido lío, sobre todo porque Mark no nos quita la vista de encima.

—¿Qué puedo decir? Me vio en el restaurante, fue amor a primera vista y me invitó a salir.

¿Qué?

Jason sonríe mientras busca mi mano sobre la mesa para darme un apretón.

—Pero cariño, pensé que tú te habías enamorado primero. No dejabas de mirarme.

Una de sus sonrisas forzadas se estira en sus labios y sé que él también se está conteniendo de decir algo más delante de Mark.

—¿Cómo no hacerlo? —su mano sube por mi brazo, acariciándolo—. Llevabas esa bonita blusa ajustada, esos pantalones apretaditos...

—¡Basta! ¡No hables así de mi esposa! —Mark se levanta de un salto.

—¡Ex esposa! —gruño fastidiada—. Deja de preguntar cosas que no quieres saber.

Mi vecino idiota se ríe divertido y luego come el último bocado de su plato. Arquea ambas cejas antes de levantarse de la silla y hacerme una seña para que lo siga.

—Como sugerencia —se detiene para ver a Mark—. Si quieres impresionarla esmérate en un postre, Julie ama los chocolates.

Le guiña un ojo y sigue avanzando hasta la puerta. Me detengo en el marco y él se gira hacia mí.

—¿Cómo supiste que me gustan los chocolates?

—Pfff, a ti y al 99% de las chicas. Parece que va en serio con lo de recuperarte —hace una seña con la cabeza para indicarme que Mark nos mira—. Me gusta tu estrategia, hazlo sufrir hasta que el bastardo no pueda más.

—No es una estrategia, de verdad quiero que se vaya.

—¡Qué rara eres! Pero supongo que así son las chicas. ¿No lo pueden tener? Lo quieren. ¿Lo tienen? Ya no lo quieren.

—No es un juego, yo solo... —balbuceo—. Pasaron demasiadas cosas, que no voy a compartir contigo.

—Mejor para mí —encoge sus hombros—. Esta es la parte en la que me das un beso de buenas noches y me voy.

—No voy a besarte —susurro.

—Intento ser un buen novio falso, así que venga, bésame.

Hago una mueca de fastidio antes de apoyar las manos en sus hombros para que se incline. Cuando lo tengo cerca, presiono mis labios sobre los suyos en un beso suave, un piquito.

—¿A eso llamas beso? —seburla cuando se aparta para ir a su departamento.

Idiota.

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