No puedo dejar de mirar mi plato con espagueti blanco y especias. Me quedó delicioso, aunque no se compara con la comida que se prepara en el restaurante.

Estoy sentada en la cabecera de la mesa, con Jason a mi derecha, Mark a la izquierda y el silencio más incómodo del mundo sobre nosotros.

Ambos se miran fijamente el uno al otro, con el ceño fruncido, hasta que finalmente mi ex lanza una pregunta.

—¿Conociste a Jules en el restaurante?

—Si.

—¿De eso vives? ¿De tocar a la hora del almuerzo para los clientes?

—Terminé mis estudios hace unos meses y no tengo una esposa qué mantener o una ex esposa a la cual darle la mitad de los bienes –sonríe de forma burlona–. No tengo ninguna responsabilidad, así que sí, eso hago.

—¿Saliste de la universidad? ¿Cuántos años tienes?

—24.

La vista de Mark viaja inmediatamente a mí y casi puedo sentirlo juzgándome. Solo soy ocho años mayor que él, ¿Es eso mucho?

—Jules, no sabía que ahora te gustaban los niños.

Volteo a verlo con el ceño fruncido, pero él sigue con esa estúpida sonrisa.

—Soy más joven que tú, pero no soy un niño, ¿Cierto, cariño?

Jason me guiña un ojo y es ahora Mark quien frunce el ceño, molesto. Y esto es interesante porque él nunca pierde los estribos.

—Por supuesto, cariño –le sonrío a Jason para molestar a Mark.

Vuelvo a beber un poco de mi vaso de agua para continuar con mi cena, pero tenerlos a ambos aquí a espantado mi apetito.

—¿Y qué se supone que haces tú? No creo que te paguen por venir a rogarle a tu ex.

Las palabras de mi vecino hacen que casi escupa mi trago de agua en la cara de Mark, quién lo mira con los ojos muy abiertos.

—Tengo una compañía de seguridad, soy el jefe.

—Uy, que miedo Markie –se burla Jason de nuevo y tengo que presionar mis labios para no reír–. ¿Me estás amenazando?

—No. No es mi estilo. Puedo recuperar a mi esposa sin ninguna trampa.

—Te sugiero que te esfuerces –Jason lo apunta con el tenedor–. Ella no quiere ser recuperada.

¡Chico idiota! ¿De qué lado está? Lo pateo en el tobillo por debajo de la mesa para que cierre la jodida boca y deje de darle ideas a mi ex.

—Pareces muy confiado de poder retenerla. Y déjame decirte algo, Jase, no la conoces como yo la conozco.

Mark sonríe y me mira con ternura. Mierda. Es difícil odiarlo cuando luce tan encantador como cuando éramos novios.

—Recuérdame, por favor ¿Cómo es que conocerla te ayudó a tener un matrimonio exitoso?

Jason arquea ambas cejas divertido mientras Mark cierra sus manos en puños sobre la mesa. No me preocupa que peleen porque no es el estilo de mi ex. Además, mi vecino es por lo menos 5 centímetros más alto.

—Chicos, basta. Terminen la cena para que puedan ir a discutir todo lo que quieran en el pasillo.

—No entiendo qué haces aquí, cuando tú mismo me dijiste que insistiera. ¿Eres bipolar o algo así?

—Estoy aquí, Markie, porque mi novia cocina delicioso –No puedo evitar levantar la ceja cuando aclara sus motivos–. Y ya te lo dije, no me preocupa que estés aquí porque ella está loca por mí.

Tengo que presionar mis labios de nuevo para no reírme de la estupidez que acaba de soltar Jason. ¿Loca por él? ¿Cree que soy como las chicas que él acostumbra tratar?

—Es que eres tan adorable, cielito –Pellizco su mejilla y lo estrujo con cada palabra.

—¿Lo ves? Está loca por mí –dice sobándose la mejilla.

—Me parece que eres más como una mascota –Mark se recarga en la silla para sonreírle a Jason.

—¿Mascota? ¿Te parezco una mascota? Pedazo de imbécil.

Jason se pone de pie al mismo tiempo que empuja la silla y reta a Mark con la mirada. Mi ex también se pone de pie y se acomoda el saco.

—¡Chicos! ¡Chicos! ¡Basta! –no me levanto, pero estiro los brazos como si eso fuera a detenerlos–. Cálmense por favor.

—Será mejor que te vayas, Jase. Yo cuidaré a Julie.

—Me voy porque es tarde y yo no quiero ser una carga para ella.

Cubro mi rostro con mis manos, cansada de escucharlos discutir. Y estoy segura que esta no es la manera de ahuyentar a Mark, si lo reta jamás se irá.

—¿Cariño? ¿Me acompañas a la puerta?

Jason estira su mano hacia mí para que me levante, así que lo hago. Mark no deja de mirarnos mientras caminamos hasta la puerta.

—¿Todo bien?

Le pregunto cuando se detiene para mirar hacia mi departamento, dónde Mark está parado observándonos.

—¿Ahora sí fui convincente?

—Aún no te nominan al Oscar, pero tienes tiempo.

Jason sonríe divertido, elevando una comisura de sus labios. Y tengo que decir que su sonrisa genuina es encantadora.

—Aún creo que es un tipo agradable –lo señala con la cabeza–. Y se ve que te quiere.

—Eso no lo dudo, pero no es suficiente para mí.

—Nos está vigilando, ¡ven aquí!

Intento girar hacia Mark y verlo, pero Jason toma mi rostro con sus manos para detenerme cuando presiona sus labios sobre los míos.

Es solo una presión, no un beso real, pero aún así mi corazón se acelera. Rayos. No había besado a otro chico desde antes de conocer a Mark.

Puedo oler el aroma de su colonia y podría jurar que es de esas que anuncian en la televisión un chico igual de guapo que él.

Apoyo las manos en su pecho para apartarlo con delicadeza para que Mark no sospeche y le sonrío.

—¿Ya estoy por lo menos nominado?

—Si, en la categoría al peor beso.

—¿Peor beso? ¡Soy muy bueno besando!

—Claro que sí, cariño –acaricio de nuevo su mejilla–. Pero los besos de tu mami no cuentan.

Ahora yo le guiño un ojo y cierro la puerta despacio para darle tiempo a que reaccione, pero no lo hace.

Volteo hacia Mark, pero no puedo disimular la gran sonrisa que tengo, así que solo me alejo hasta mi habitación.