Capítulo 37
—¿Quieres algo de cenar? ¿Tienes hambre?
—Estoy bien, Jason. Preparé la cena en casa de Louise, ¿Tú tienes hambre? ¿Te preparo algo?
—No, estoy bien. Pedí pizza para mí.
—Bien.
Retuerzo de nuevo mis dedos sobre mi regazo, pero no me animo a levantarme. Un día sin dormir aquí y ya me siento como una completa extraña.
—Julie... — Su voz me saca de mis pensamientos — Mañana vendrá mi ama de llaves en la tarde, te aviso para que no te sorprendas.
—¿Por qué? ¿Hace el aseo en lencería de encaje?
—¿Laura? ¡No! — hace una mueca — Dios, Julie, ella podría ser mi madre.
El viejo Jason está de vuelta y puedo sonreír con tranquilidad.
—Eres un idiota Jason, no tienes que hablar de ella de esa manera.
—Pero es la verdad, ¿Ahora no puedo decir la verdad? — Arquea la ceja.
—Ve a dormir, por favor — Señalo su habitación.
—Bien — rueda los ojos — ¿Vas a dormir ya? La habitación está como la dejaste.
—Si, claro. Solo tomaré una ducha caliente.
Me levanto del sofá para ir a la habitación por ropa limpia y la toalla. Entró en el baño y me tomo un par de minutos extras debajo del chorro del agua, de alguna forma estar aquí me devuelve la tranquilidad.
Salgo de la ducha ya cambiada con una sencilla camiseta y un bóxer de algodón, luego me deslizo cómodamente debajo de las cobijas. Amo el clima frío de Seattle, muy diferente al infierno caluroso de Savannah.
Acomodo mi cabello casi seco sobre la almohada y fijo mi vista en el techo tratando de conciliar el sueño, pero no puedo. Igual que ayer en la casa de Louise, me siento ligeramente inquieta.
La puerta de mi habitación se abre, y por la luz del pasillo puedo ver perfectamente el perfil de Jason en la entrada.
—¿Julie?
—¿Si?
—¿Puedo dormir contigo?
Me apoyo sobre los codos para enderezarme y mirar al chico de la voz tímida en la puerta, pidiendo permiso.
—¿Quién eres tú y qué hiciste con Jason? — Digo sonriendo.
—Muy graciosa — Saca la lengua a modo de burla.
Cierra de nuevo la puerta y se acomoda junto a mí en la cama. Él lleva una camiseta sin mangas y un pantalón de chándal, así que me asombra que no venga solo en boxers.
—¿Tienes frío?
—¿Qué?
—Es la primera vez que usas tanta ropa para dormir, ¿Te preocupa que me aproveche de ti mientras duermes?
—Claro que no, nena — Sonríe y apoya las manos por detrás de su cabeza — Sírvete cuando gustes.
—Qué ganga — golpeo su hombro — Creo que por eso nos metimos en este lío.
—¿Por qué no puedes mantener tus manos lejos de mi? — Gira la cabeza para verme.
—Tú no puedes mantener las manos lejos de mi — Lo señalo — Y tienes esa expresión perversa cuando piensas en cosas que no deberías.
—¿Yo? ¡Tú tienes ojos lujuriosos! — Se ríe.
—¡No tengo ojos lujuriosos, Jason!
—Si los tienes nena, siempre que me miras con poca ropa tienes esa mirada que me hace sentir violado.
—Eres un idiota — Me giro hacia el otro lado para darle la espalda.
—¿Te lo imaginas? Esa sería una conversación interesante — Luego finge una voz chillona e infantil — "papá, ¿Tú y mamá me planearon?".
"No, campeón. Tu mamá me violó con sus ojos lujuriosos y tuve que ceder a sus deseos carnales más bajos".
—¿Qué? — Chillo ofendida — ¡No te violé! ¡No tengo ojos lujuriosos!
—¿Segura?
Me giro solo para ver cómo se sienta en la cama y se quita la camiseta por encima de la cabeza. Sin siquiera levantarse, se apoya en los pies para levantar la cadera y sacarle el pantalón de chándal por debajo de las cobijas.
—¿Lo ves? — Su dedo índice golpea mi frente — No puedes dejar de mirarme, ojos lujuriosos.
—Eres un tonto, ya duérmete.
Vuelvo a darle la espalda para intentar dormir y él se acomoda a mi lado. Un gran suspiro sale de sus labios, entonces se gira hacia mí y su brazo se apoya sobre mi cintura.
—Te extrañé — dice en un susurro.
—Yo también.
—¿De verdad?
—Si. Tus tonterías me hacen reír.
—¿Solo eso extrañaste? — Dice en un tono más seductor.
—¡Duérmete Jason! Por lo que sé, has estado molestando personas desde las seis de la mañana.
—¿Quién te lo dijo?
—¿Cómo? — giro la cabeza para verlo por el rabillo del ojo — ¿A cuántas personas estuviste llamando?
—A Nina, a Hugh, a Kim y a casi todos los chicos de la cocina.
—¡Jason! ¿Cómo pudiste hacer eso? — Chillo sorprendida.
—Pues llamándoles — encoge sus hombros — Quería saber si estabas ahí y si te habías encontrado con Mark.
—No, no llamé a Mark. Deja ya de meter a más personas en nuestros problemas, ¿Es necesario que todos lo sepan?
—No me dejaste muchas opciones, estuve marcando tu número y me mandabas a buzón. Si no fuera porque Hugh me llamó...
—Espera... ¿Él te dijo dónde estaba?
—Si. Así que si quieres evitar el escándalo deja de huir de mi.
Golpea suavemente mi cadera a modo de regaño.
—Deja de traer chicas a la casa — Reclamo.
—¡Yo no la traje!
—Bueno, pues llama a todas tus chicas y diles que no se presenten por aquí.
—Suenas como una novia celosa.
—No estoy celosa — bufo molesta — Solo pido respeto para mí y para tu bebé.
Jason apoya la cabeza en mi espalda y su mano se desliza hacia mi vientre para acariciar justo ahí.
—Le diré al guardia del edificio que no deje pasar a nadie y que diga que me cambié de departamento.
—Mierda... ¿intentas evitar muchas llamadas?
—No. ¿Podríamos hablar de esto mañana? No me siento a gusto haciéndolo aquí.
—Bueno, te aseguro que dónde sea que lo hablemos el bebé estará presente.
—Lo sé, pero esta es la habitación de Otto, no quiero llenarla de malas vibras.
—¿Vuelves a lo mismo? ¡No se llamará Otto! ¡Ni Gian! ¡Ni Elvis! O cualquier otro nombre extraño que te parezca.
—Shh, ya, mañana lo hablamos nena. Estás cansada, duerme.
Su mano sube a mi cabeza y la palmea en un intento de hacerme dormir. Y lo extraño es que empiezo a tener sueño, así que cierro los ojos sintiendo la calidez de sus brazos a mi alrededor.
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