Capitulo 25
—¿Estás lista para verlos?
—¡No! ¡Me van a odiar cuando lo sepan!
—Claro que no, ¿Por qué habrían de odiarte?
Jason abre la puerta del taxi para que yo baje, solo subimos las mochilas en la cajuela de su auto para ir a Bellevue donde viven sus padres.
—¿Tenemos que ir ahora? ¿No podemos esperar? Tal vez un par de Semanas... O meses...
—No, no seas miedosa y sube al auto.
Abre la puerta y me señala el asiento para que suba. Mientras él conduce, le envío un texto a mamá para avisar que estamos en casa.
*¡Por fin! Estamos en Seattle, gracias por todo*.
*Me alegro, cariño. Adivina quien acaba de venir a preguntar por ti*.
Dios.
*¿Mark?*
*Si. Bob le dijo que no sabía nada. Tal vez vuelvas a verlo por allá*.
—¡No! ¿Por qué? –gruño para mí.
*Gracias mamá*.
—¿Sabes qué dirás? –pregunta él sonriendo.
—Eh, no. Pensé en algo así como: Hola, soy Julie, la chica que Jason embarazó. Mucho gusto.
Jason suelta una carcajada.
—Eso sin duda causará una impresión.
—Espera... ¿Nina vive con ellos? ¿Todos van a enterarse ahora?
—Bueno, no todos. Le pedí a Hugh que no dijera nada hasta que yo pudiera hablar con ellos.
—¿Y estuvo de acuerdo?
—Más bien lo amenacé para que no abriera la jodida boca y le pedí que se metiera en sus asuntos.
—Gracias, ahora además podría ser la culpable de que pelees con tus hermanos.
—Todo estará bien, confía en mí.
Palmea mi pierna y vuelve a sujetar el volante del auto. Unos minutos más y entramos a una zona residencial con hermosas casas y enormes patios.
—¿Tus papás son ricos? –Jason sonríe.
—No, pero les va muy bien en sus trabajos. Papá es el mejor abogado de la ciudad y mi Madre es pediatra.
El auto convertible gira en un caminillo de piedra hasta la puerta principal de la casa. Me hace una seña para que me baje, pero antes de que camine toma mi mano.
—No les diremos nada aún. Esperaremos un par de semanas, pero quiero que te conozcan ahora.
—Claro.
Jason toma mi mano y me da un fuerte apretón. Presiona el timbre, la puerta se abre dejándonos ver a una señora con uniforme.
—¡Joven Jason!
—Hola, Tina. ¿Mis papás ya están aquí?
—Si, joven, en el comedor.
No suelta mi mano cuando me lleva por un pasillo y luego a la derecha. Una pareja está sentada en el extremo de la mesa.
—¡Jason!
—Madre.
La mujer corre a abrazarlo y besarlo mientras el hombre se acerca riendo.
—Es bueno verte, hijo.
El hombre palmea el hombro de Jason. Todos voltean a verme porque el chico odioso de los ojos grises no ha soltado mi mano.
—Julie, ellos son mis padres Marie y George Danvers.
Ellos me miran confundidos, vuelven si vista a su hijo.
—Ella es Julie Tate, mi novia.
—¡Oh! ¡Es un gusto, cariño!
—Es gusto es mío, señora Danvers.
—Marie, cariño. Pero pasen, ¡Siéntense con nosotros! La cena está lista.
—No creo que... –Jason me interrumpe.
—Si, gracias. Siéntate nena.
Me empuja a la silla y se sienta junto a mi. Sus padres no dejan de mirarme con curiosidad.
—Escuché que fuiste a Georgia –dice su padre.
—Si, fuimos a visitar a la madre de Julie.
—Oh, escuché que es muy caluroso en esta época del año.
—En todas las épocas del año, en realidad –sonrío– El clima de Seattle es perfecto.
—¿Y de dónde se conocen? –pregunta George.
—Del restaurante, Nina la contrató. Es amiga de Louise.
—¿También eres Chef?
—No, yo era editora en Savannah, aquí no he tenido tanta suerte.
—Pero cocina delicioso –añade mi "novio"–. Incluso mejor que Nina.
—Eso no es cierto –palmeo su brazo–. Eres muy lindo, cariño, pero no soy tan buena como ella.
—A mí me han gustado mucho tus cenas –arquea la ceja, con expresión divertida.
—Creí que tu parte preferida era el postre.
Él suelta una gran risa que hace que, de nuevo, sus padres nos miren confundidos.
—¿Entonces qué haces en el restaurante? –insiste su papá.
—Yo lavo los... –de nuevo me interrumpe.
—Julie es la gerente, Nina necesitaba a una persona de confianza para ayudarle con lo administrativo y mi tomatito es esa persona.
—¿Tomatito?
Dios, no de nuevo.
—Es un apodo cariñoso, ¿cierto, nena?
—Si –digo bajando la cabeza porque siento el calor subir a mis mejillas.
Después de la cena y algunas preguntas más, nos despedimos de ellos para ir al departamento.
Jason toma su mochila y la Nina para cargarlas por la escalera, yo voy detrás de él. Espero a que abra la puerta para seguirlo a la sala.
—Ponte cómoda.
—Tu departamento es justo como lo recuerdo.
—Si, todo sigue igual, gran sorpresa.
—¿Y hay algo que necesite saber?
—¿Cómo qué? –gruñe.
—Pues no sé, como un cajón lleno de ropa interior y teléfonos...
—Tengo una agenda, no necesito guardar... Eso –me mira con los ojos entrecerrados.
—¿Alguien que venga a hacer el aseo en un diminuto traje de mucama?
—No. Pero la señora Wilsen viene tres veces a la Semana mientras estoy en el restaurante, ella se encargará de la limpieza.
—Entonces... ¿Aún tengo el empleo?
—Estoy seguro que si, hablaré con Nina mañana. Ella de verdad necesita la ayuda.
—¿Y tú vas a llevarme?
—Si, creo que ya había dicho que si. Y qué vas a quedarte aquí.
—En el cuarto de huéspedes, te escuché.
—Aunque... –encoge los hombros–. Podrías quedarte en mi habitación, dormir en mi cama.
—¿Por qué? –arqueo una ceja.
—Por si te sientes sola y extrañas tu casa, o tu departamento.
—Soy una chica grande, seguro puedo manejarlo. Le preguntaré a la señora Jenkins si rentó mi departamento.
—¡No! –carraspea un poco–. Me refiero a que no te molestes, escuché que ya está apartado.
—Oh, bueno. Entonces me tomaré un tiempo para buscar algo.
—Claro, no hay prisa.
—Entonces –me abrazo a mi misma–. Me gustaría tomar una ducha.
—Creo que sabes dónde es –me mira divertido.
—Si, gracias.
Tomo la mochila del sofá para ir al baño, pero apenas empujo la puerta escucho de nuevo su voz.
—¿Quieres que talle tu espalda?
Idiota.
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